Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17: Sentimientos encontrados

Las cosas de la vida no siempre son como las que uno espera. Un claro ejemplo de todo es el matrimonio. Uno cree que, cuando se casa, esa unión será para siempre. Pero en algunos casos, y muchas veces de manera dolorosa, esa unión se acaba y da por terminado un capítulo que se creería que no terminaría.

El divorcio es esa manera de decir que todo por lo que luchaste o imaginaste en tu vida se acabó. Una orden de ilusiones rotas es lo que puede explicar la razón de llegar a algo tan terrible y destructor.

Ahora me encontraba, después de varios días de esa conversación, en mi despacho en casa, sentado justo enfrente de mi computador leía un documento que Gaby Des Fleurs, mi secretaria, me había mandado.

Eran precisamente los papeles del divorcio. En verdad no podía creer que este momento estaba ocurriendo.

Sentía una combinación de dolor y desesperación. No era algo que realmente quisiera hacer, pero ella no me había dejado otra opción. Quería tenerla en mi vida, pero me había roto el corazón.

Cuando amas a alguien, eres capaz de soportar cosas que normalmente no harías, pero cuando se cruza una línea que no debería, las cosas pueden cambiar.

Y aunque estaba pensando en este posible fin, mi mente fue interrumpida por el recordatorio de la presencia de Ethan aquí. Era increíble cómo podía estar absorto en mis pensamientos.

—¿Podrías recordarme por qué accediste a hacerlo, Sebastián? —preguntó mientras se recargaba en un librero con los brazos cruzados.

—Me hizo sentir que la muerte de Diana y mi hijo no hubieran importado —respondí.

—Ximena me agrada bastante, pero a veces no puedo creer lo cruel que puede llegar a ser.

—Créeme que yo tampoco, pero así es ella. Si es lo que quiere, no soy quien para negarlo.

—¿Y qué harás después de eso?

—No lo sé, tal vez darme un tiempo. No puedo hacer lo que tú, porque yo sí tengo responsabilidades —reí y guiñé ligeramente.

—¿Por qué me juzgas? Hago lo que quiero, cuando yo quiero y no tengo que rendirle cuentas a nadie. ¿Qué hay mejor que eso?

Reí un poco más, negué con la cabeza y le lancé un boligrafo negro que tenía a la mano. Él alcanzó a tomarlo y lo puso a un lado. Él entendía el humor que poseía.

—Hace bastante que no estoy en tu oficina —comentó.

—Lo sé. Y como has notado, no ha cambiado mucho.

—Recuerdo la vez que estuve aquí cuando conocí a Ximena. Fue hace... ¿4 años? —frunció el ceño.

—5 años —corregí.

—En ese momento nunca hubiera creído que crearías una familia con ella.

—Ni yo, pero las cosas cambian. Ahora solo quiero enfocarme en mi salud mental.

Me gustaba conversar con él. Cuando no estaba ebrio o haciendo una locura, podía ser un gran desahogo en mis momentos de crisis. No por nada es mi mejor amigo.

—No es por que esta conversación no se me haga interesante... —dijo mirando su reloj de mano—, pero necesito irme. Tengo una cita.

—¿Tan temprano? —fruncí el ceño.

—Sí, es que quiere llevarme a una sinfonía que ella montó. Y creo que no puedo decir que no.

—La nueva chica con la que sales no tiene un trabajo parecido al de... ¿Kendall? —incliné la cabeza— ¿Eso no se te hace curioso?

—No. Ella monta espectáculos, y Kendall solo consigue los instrumentos necesarios.

—¡Qué gran diferencia! —dije con sarcasmo.

Ethan negó lentamente con la cabeza mientras esbozaba una pequeña sonrisa, a la par me devolvió la pluma y yo proseguí a levantarme de mi asiento.

—Te acompaño a la puerta. Vamos —sentencié.

Salimos de mi despacho y bajamos las escaleras. Podía escuchar, mientras llegábamos a la sala, como los sonidos de niños pequeños jugando se hacían más fuertes hasta que llegamos a tal lugar.

Al llegar allí encontramos a Colin jugando con Primerose con unos pequeños muñecos de colores de animales, mientras que Lindsey estaba haciendo su tarea, que era dibujar unas flores. Sabía que era una niña muy inteligente.

También ahí estaba Selene, mi hermana, sentada en el sofá mientras veía una serie de médicos en la pantalla plana. Su mirada llegó a nosotros cuando notó nuestra presencia.

—Hace mucho que no te veo, Ethan —comenzó mi hermana.

—Lo mismo digo, Selene.

—Por cierto, ¿cómo vas con Kendall? No los he visto juntos.

En ese momento mis ojos se hicieron más grandes y la miraron con más intensidad. Más que nada por nada porque ya le había hablado de la situación de Ethan.

—Me sorprende que Sebastián no te haya contado —continuó Ethan.

—Oh, cierto, lo lamento. Ya recordé que ella te terminó.

—Auch, eres bastante cruel. Tal y como te recordaba —sonrió ligeramente.

—También me dio mucho gusto verte, Ethan —respondió con la misma expresión.

Ambos se despidieron de forma cortés e Ethan salió por la puerta principal. Me quedé en el marco recargado.

—Selene se ha puesto más linda con los años —comentó.

—Si intentas algo con mi hermana, te juro que te golpearé —sentencié.

—Tranquilo —alzó las manos—, solo fue un comentario —finalizó divertido.

Y así fue como me despedí de él y prosiguió su camino hasta el elevador, hasta que lo perdí con la mirada cuando las puertas se cerraron.

Regresé a casa y encontré a Selene con una sonrisa más intensa de lo habitual. Eso me confundió, así que me acerqué a ella.

—Ethan se ve más guapo que de costumbre —dijo mordiendo la parte inferior de su labio mientras veía fijamente a la puerta.

—¿De verdad? ¿Tú también? —respondí con molestia.

—Tranquilo, es solo una broma —dijo estallando en risa—. Además, ¿por qué te molesta? Ya soy bastante mayor para tomar mis decisiones.

—No porque tengas 26 años quiere decir que las puedas tomar.

—Tú tienes 32. No veo gran diferencia.

El momento de tensión fue el más inesperado en un gran tiempo. No sabía por qué me había molestado. Era muy extraño.

Aquello fue interrumpido por mi pequeña princesa, Lindsey, que traía consigo una libreta con dibujos de flores. Se acercó a mí y la tomé en mis brazos.

—Papi, ¿cuál es esta planta? —preguntó señalando.

—Esa, mi princesa, es un girasol. Una flor muy hermosa, sino la más hermosa de todas.

—¿Un girasol? —dijo curiosa.

—Sí. Su centro es negro y sus petalos son amarillos. Le encanta el sol, así que está todo el día buscándolo. De ahí su nombre.

—Gracias, papi.

La pequeña se despojó de mis brazos cuando me dio un tierno beso en la mejilla. Al tocar el suelo, fue corriendo rápidamente a la mesita de la sala para tomar sus colores y comenzar a decorarla.

—Los girasoles son muy lindos —comentó Selene.

—No solo lindos. Creo que el hecho de que siempre, cada día, buscan todo eso que los hace feliz, me parece muy bello.

Eso era verdad. Creo que los girasoles son las mejores flores que pueden existir. Son bellas, adorables y con un gran mensaje.

—Y, hablando de cosas inalcanzables —cambié de tema—, ¿dónde está Ximena?

—En su habitación, no ha salido de allí en toda la mañana.

—¡Qué novedad! —dije sarcástico.

Eso era verdad. A pesar de lo que había pasado, aún me frustraba ese hecho. Pero debería de pasarlo por alto. Ya no quería preocuparme por eso.

—¿Quieres ir de compras? —pregunté curioso.

—Claro, hace bastante que no voy contigo. Nada más deja avisar a Ximena, para que se quede con los niños. Tal vez así conviva un poco más con ellos.

Asentí ligeramente y vi que mi hermana se alejaba del sillón para ir con ella. Creo que iba a cambiarse.

Yo también debía de hacer lo mismo, por lo que no tardé en alistarme, asearme un poco más y jugar con mis niños un rato, mientras Selene se terminaba de arreglar.

Pasaron alrededor de dos horas y yo, con las llaves del auto en mano, ya estaba listo para salir. Selene traía consigo una blusa rosa de arcoris y una chaqueta azul, jeans ligeramente rasgados y un calzado absolutamente negro,

Al fondo de la habitación podía ver a mis tres niños jugando, mientras que Ximena estaba a un lado de ellos, parada mientras se recargaba sobre la espalda de una silla. No dejaba de vernos.

—Saldré con Selene de compras —dije de una.

—De acuerdo —encogió los hombros—, puedes hacer lo que quieras.

En ese momento dio la media vuelta y me dio la espalda. Mi hermana me miró con cara de preocupación, y yo solo me limité a girar mis ojos y negar con la cabeza.

Le di una señal para que nos fuéramos y, después de despedirme de mis hermosos angelitos, salimos del Pent-House.

—¿Ahora entiendes por qué a veces es tan frustrante? —finalicé.

Ella asintió sin decir nada y continuamos nuestro caminar. Estábamos pensando en comprar juguetes para los niños, además de unas cosas que Selene necesitaba para su regreso a Londres. Esa fecha se acercaba, así que necesitaba que estuviera todo listo.

Fuimos a un centro comercial. Era inmenso, con todo tipo de tiendas, desde mascotas, ropa, comida y hasta un cine. Sin mencionar todos los pequeños kioscos que vendían aperitivos o postres.

Ahora nos encontrábamos en el segundo piso, a un lado de unos barandales de cristal, viendo por debajo como la gente iba y venía con una simple misión: comprar.

—¿Te puedo tomar una foto? —dijo cortando mis pensamientos.

En ese momento sacó de su bolso una cámara fotográfica profesional. Me sorprendía, a decir verdad, dado que acabamos de comprar una.

—¿Siempre llevas una cámara en tu bolso? —pregunté curioso.

—Claro, nunca sabes cuál será el momento perfecto para una fotografía. Ahora voltea y finge que no te das cuenta que te tomo la foto.

Y así fue como acaté la orden. Estuve en una pose que creía que me veía bastante bien y esperé a que ella hiciera su magia.

—¿Te gustan? —preguntó cuando me mostró las fotografías.

—Por supuesto. No por nada mi hermana es la mejor fotógrafa del planeta.

—Gracias, pero no me halagues tanto —rio ligeramente—. La colgaré en mi álbum de muestras de mi tienda.

—Tal vez allí tengas la foto de algún amado tuyo —indagué.

—Ja, lo dudo. Pero me gustaría decir algo diferente para ti.

—¿Acaso olvidas que sigo casado?

—¿Y? —encogió los hombros— El amor está con quien te hace feliz, no con quien tienes un compromiso.

—Deja veo si entiendo, ¿me estás alentando a que le sea infiel a Ximena?

—Lo único que digo es que salgas con alguien que te haga feliz, no que cambies a Ximena por ella.

Aquello me dejó pensando. Tenía razón en una cosa. El amor no se puede limitar a una obligación. Amaba a Ximena, pero en estos momentos, ella no me hacía feliz.

—Dame tu teléfono —dijo de una.

—¿Qué harás? —pregunté confundido.

—Solo hazlo. Yo sé lo que hago.

Fruncí el ceño, pero acaté a lo que ella me decía. Lo desbloquee y ella comenzó a husmear. No me asustaba, sabía que no había nada malo allí, pero seguía siendo extraño.

—¿Quién es Dayely? —preguntó curiosa.

—Es mi secretaria.

—Oh. Por lo que veo, su historial es largo. Al parecer hablan mucho. La llamaré.

—Espera, ¿qué? ¿Qué estás haciendo?

Mis ojos se hicieron tan grandes que creía que se saldrían de sus cuencas oculares. Intenté quitarle el teléfono, pero mis intentos fueron en vano.

—Hola —dijo a la llamada—, soy Selene, la hermana de Sebastián... Sí, claro, me dijo que quería invitarte a cenar... ¿Entonces cómo a las 7 pm?... Perfecto, entonces él estará allí puntual... Sí, yo le digo, gracias, adiós —colgó el teléfono y me lo devolvió.

—¿Qué tanto te dijo? —pregunté asustado.

—Que está encantada de ir a cenar contigo. Que espera que sea una linda velada.

—¿Pero por qué ella? Solo es mi secretaria.

—¡Ay, por favor, Sebastián! —dijo ligeramente molesta—. He visto sus mensajes y su relación no es muy estrictamente laboral.

—Bueno, está bien. Sí, es mi amiga, pero nunca dije nada fuera de contexto.

—Lo sé, pero se ve que te llevas muy bien con ella. Además, si no resulta, te llevaré a que conozcas Belfast cuando regrese a Londres.

—¿Y por qué Belfast? —fruncí el ceño.

—Allí tienen un museo del Titanic. Amo esa película.

—Pero se supone que el premio de consolación debe ser para mí, no para ti —comenté ofendido.

—Nunca dije que el premio era para ti. Es mío por fracasar en algo así —dijo divertida—. Además, ¿qué es mejor que conocer la isla de Irlanda?

Asentí ligeramente. Eso era verdad. Siempre había querido conocer esa isla. Además, nunca negaría un viaje a Europa.

—Mmm... No lo sé, Selene —dije curvando el labio.

—Tranquilo, tampoco quiero que te lances de cabeza. Solo ve lento y observa cómo van las cosas. Tal vez encuentres una mina de oro —guiñó el ojo.

—Está bien. Solo porque no quiero desperdiciar mi día —comenté divertido—. ¿En dónde se supone que la veré?

—Entonces disculpa por aburrirte —dijo ofendida—. Irás a recogerla a su casa a las 8 pm.

He de admitir que mi hermana siempre tiene buenas ideas, o al menos está muy decidida por eso. Ahora no sabía qué hacer, solo que, al parecer, ya tenía una cita a la cual ir.

Regresamos a casa, en dónde teníamos que dejar las cosas que compramos y poder arreglarme correctamente para verme más presentable.

Las horas pasaron y el momento había llegado. Alrededor de las 8pm la recogí en su casa, en su linda morada, y fuimos a cenar a un lindo restaurante.

Yo tenía mucha curiosidad por lo que podía pasar en esa cena, pero lo más importante fue lo que pasó después.

El restaurante estaba bastante cerca de la playa, por lo que, después de salir del lugar, tuvimos una caminata a las orillas del mar. El mar estaba bastante tranquilo, las pequeñas olas que llegaban a la orilla casi eran imperceptibles, y la suave brisa que nos daba en nuestros rostros era bastante fresca. La luna llena terminaba la hermosa decoración del cielo y las pocas estrellas que se veían daban ese detalle perfecto.

Ella traía sus lindos tacones negros en sus manos, al igual que yo traía los míos de la misma forma. Sentíamos como nuestros pies descalzos pisaban la fina arena.

—Tu hermana es bastante persistente —empezó divertida.

—Lo sé, a veces no puede contenerse. También es muy persuasiva.

—Sí, y realmente agradezco. Es como un sueño estar aquí.

—¿En serio? ¿Por qué? —fruncí el ceño.

—Siento una increíble fascinación por usted.

—Solo soy un hombre común y corriente. No sé qué hay de especial en mí.

—¿Bromeas? Es un hombre con grandes cualidades. Tiene un buen trabajo, una hermosa familia que cuida y ama con todo su corazón. Grandes amigos que lo apoyan, eso sin dudar de lo muy apuesto que es.

—Ojalá Ximena lo viera así —dije en un murmullo.

—Ximena es una tonta por no ver lo maravilloso que eres. Yo... daría lo que fuera por tener un hombre así.

Extrañamente eso se había sentido demasiado cálido. Era una rara sensación dentro de mí. El hecho de sentirme querido y valorado se sentía tan bien. La soledad y el dolor me habían acompañado en buena parte de estas últimas semanas.

En ese momento una brisa ligeramente fría movió su cabello y su mechón hizo que cubriera su rostro, por lo que acerqué mi mano y cálidamente se lo retiré, dejando sentir la yema de mis dedos su suave mejilla.

Este instante se sentía demasiado bien. Demasiado bien como para considerarlo apropiado. Era una combinación de sentimientos encontrados. Una lucha interna entre el bien y el mal, pero... ¿cuál era cuál? ¿En qué momento algo empieza a ser apropiado?

Tal vez no podía saber con exactitud lo que pasaba, solo qué, a pesar de las circunstancias, se sentía demasiado bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro