CAPITULO 2:
Dejó la manguera en el suelo regando a uno de los pinos y me metí dentro de mi casa, escuchando como las sirvientas hablaban algo entre ellas por lo que me acerqué hasta ellas.
- ¿De qué cuchicheáis tanto? - Las miré intrigada ya que nunca solían estar de aquella manera.
- Oh estábamos hablando sobre su mayordomo nuevo, señorita. Es muy apuesto - Me habló una de ellas, la cual tenía el cabello anaranjado.
Al escuchar las palabras "Apuesto" y poco después "Mayordomo", me quedé desconcertada. Que yo recuerde siempre eran viejos amargados.
Las miré arqueando una ceja.
- ¿Apuesto? - Dije sin creermelo mucho.
- Así es señorita - Me confirmó una chica de cabellos azulados, quien se incorporó hace un par de semanas.
Suspiré y fui hacia el despacho de mi padre sin decir nada más. Por muy apuesto que fuera ahora sería mi nuevo enemigo. Al estar llegando a su despacho divisé a Marco enfrente de su puerta (dándole la espalda a ésta), por lo que me intuí que mi padre estaba reunido con alguien.
- Marco - Lo llamé en cuento estaba apunto de llegar.
- ¿Si, señorita?
- ¿Con quien está reunido mi padre?
Miré a Marco quien iba a decir algo pero se quedó callado.
- ¿Mar...? - No terminé de hablar al sentir un aliento sobre mi oído.
- Es algo de su trabajo, señorita - Escuché susurra en mi oído por lo que me giré y observé al chico de hace unos minutos.
- ¿Sabes lo que significa E-S-P-C-I-O P-E-R-S-O-N-A-L? - Le deletree aquella palabra mientras me quedaba frente a él.
- Claro que lo sé, otra cosa es que quiera tenerlo - Soltó una pequeña risilla.
Lo miré seria.
- ¿Qué quieres?
- Nada, simplemente debo de cuidarla. Es lo que pone en mi contrato - Me sonrió burlón.
- ¿Así que tu eres el nuevo palurdo que tengo de mayordomo? - Sonreí.
- Quizás.
- Bien ¿que te parece si te llevo hasta tu habitación?
- No hace falta ya sé en donde está. Por cierto todo esto es suyo - Me quedé a cuadros al ver lo que me entregaba.
Al ver todo aquello me quedé sorprendida... Unas cuerdas, globos de agua, unas bolas de lodo, cubitos de hielo y un par de chinchetas.
- No debería de tener todas esas cosas puestas en la casa, podría dañarse - Me sonrió triunfal.
Lo miré mientras soltaba las cosas exceptuando dos globos de agua que me guardé.
- ¿Por qué piensa que debo de haber sido yo?
- Porque eres la más infantil de la casa.
Fruncí el ceño al escuchar aquello.
- Pero a la diferencia de una niña pequeña yo soy mucho más lista y se hacer muchas más cosas.
- ¿Ah si? ¿Cuáles? - Me dijo burlón.
- Pues que sin darte cuenta mientras estábamos hablando hice una trampa. Cualquier movimiento que hagas hará que estés lleno de pringue - Agarré unos papales que conseguí gracias a una de las trampas que puse en el despacho de mi padre que constaba con simplemente tirar de un pequeño hilito que escondí en uno de los jarrones - Ya veo así que eres Portgas D. Ace - Lo miré mientras entre mis manos agarraba unos cuantos hilos transparentes que me indicarían si aquel chico movía algún músculo.
- Así es y tú debes de ser _____. La chica demonio - Sonrió - Tenían razón los demás. Pero bueno serás todo un reto. Será todo un placer servirte - Me hizo una pequeña reverencia y la trampa se activó pero observé como su sonrisa no se borró de su rostro.
Solté los hilos que llevaba entre mis manos y me di la vuelta pero al hacerlo abrí mis ojos como platos, al observar a Ace frente a mí. Me giré hacia donde debería de estar aquel pringue en el suelo pero no había nada.
- ¿Como lo has...? - Pregunté anonadada mientras dejaba la última palabra en el aire por el asombro.
- Usted tienes sus trucos y yo los míos - Miró un reloj de pulsera que llevaba en su muñeca - Oh cielos ya es tarde, tiene clase de hípica. Vaya a cambiarse.
Como...mierda hizo eso... ¡¿es que es superman o algo?!
Suspiré y me fui hacia mi habitación pero no antes de echarle una mirada de pocos amigos a Ace mientras subía por las escaleras hasta el piso de arriba. Me metí en mi habitación y fue hacia mi armario, molesta por el mero echo de tener que hacerle caso. Abrí el armario y cogí mi fusta, el casco, una camisa sin mangas de color blanco con unos pantalones largos pegados de color negro, unas botas hasta un poco mas abajo de mis rodillas de color negras, me vestí y me acerqué hasta el tocador en donde me hice una cola alta y poco después salí fuera encontrándome con un muy sonriente Ace. Lo miré de arriba abajo y observé que al igual que yo iba vestido para ir a hípica, más que él llevaba una camisa de manga corta de color amarillento y unos pantalones largos pegados negros con unas botas hasta por debajo de la rodilla de color negras, un casco y una fusta entre sus manos.
- ¿Se puede saber que haces así vestido? - Lo miré mientras arqueaba una ceja.
- Oh ¿no se lo comentó su padre? Es cierto no tuviste tiempo de hablar con él, bueno pues le comunico que yo seré su profesor de hípica, esgrima, clases, etc. Básicamente de todo.
Me quedé sin habla al escucharlo hasta que salí de mi ensoñación y lo miré.
- ¿Cómo?
- Lo que escuchó, señorita - Una sonrisa burlona surcó su rostro.
- Eres... - Me mordí la lengua por no decirle nada desapropiado aunque no estaría mal decirle todo lo que pienso sobre él.
- Soy... ¿qué? Señorita - Su sonrisa aumentó.
- Un... ¡Kyaaa! - Salí corriendo escaleras abajo al recordar que dejé la manguera puesta regando.
Fui rápido pasando por la cocina hasta llegar hasta el jardín en donde fue hacia la manguera pero al llegar la vi recogida al igual que el jardín estaba regado.
- ¿Se puede saber a donde iba con tanta prisa, señorita? - Escuché a mis espaldas y automáticamente me giré observando a Ace.
- ¿Cómo lo has hecho? - Lo miré desconcertada.
- No tiene importancia, ahora hay que dar sus clase. Vaya al establo, por favor - Me pidió educadamente.
Lo miré desconcertada pero finalmente accedí y me dirigí hasta el establo pensativa, preguntándome como era posible todo lo que Ace hacía sin ni siquiera despeinarse. Aquella situación era extraña por no decir que era rarísimo que mi mayordomo fuera tan joven, ya que estoy acostumbrada a tener a carcamales, amargados y arrugados mayordomos.
Miré hacia atrás observando como Ace venía justamente detrás de mí sin ni siquiera apartar sus ojos de mí. Volví la vista rápido hacia delante y caminé hasta llegar a los establos.
- Bien, estuve hablando con tu profesora de hípica y me comentó lo que estuvisteis haciendo - Me explicó nada mas llegar a los establos.
- Y...¿según tú que te explicó? - Lo miré molesta.
Me miró con una sonrisa divertida.
¡¿Por qué demonios siempre me sonríe así?!
Rodé los ojos con molestia.
- Bueno simplemente te digo que vas a tener que hacer mucho.
- ¿Cómo que mucho?
- Tu profesora no te enseñó mucho que digamos - Pasó su mano a lo largo de su fusta y poco después me apuntó con ella - Resumiendo, tú y yo vamos a pasar mucho tiempo juntos y a solas...
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Bueno espero que os haya gustado y aquí os dejo el cap número 2.
Nos vemos en la próxima❤
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