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—Es mi día libre, Adolfo. ¿Por qué no sales con nosotras? ¿Te da pena de tu hermana?
—De ti no, de ella sí.-responde señalando a Cristina.
—¿Por qué se la has montado así? Te había dicho sobre el respeto hacia ella.
—Trato de hacerlo, lo he intentado.
—No lo creo. Entonces, ¿Vamos? Por favor, quiero ir con los dos, son mi familia.- Clare dio en el punto indicado. Cada que ella le mencionaba que él era su única familia, el corazón se le estrujaba, y así sí salía con ella, y se dejaba casi que dominar.
—Me cambiaré en un momento.- Y así fue. A penas Cristina lo vio, tuvo que golpearse, literal, parecía un dios. Aún más con esa camisa que le resaltaba los músculos y ese pantalón sus gruesa piernas y glúteos.
"Cálmate, no pienses cosas malas, a Dios no le agrada un corazón perverso. No mires esas piernas, ¡Por Dios! ¡Cristina!" se dice mentalmente.
—Deberías disimular el efecto que tengo en ti.-susurró Adolfo en el oído de Cristina, y eso rebosó la copa. Ella casi que desmaya de tanta emoción contenida.
—Lo siento mucho.
—Si quieres puedes tocarme.
—¿Qué?- ella inmediatamente abrió los ojos. —No, no haría eso, ¿Qué te pasa? Necesito respirar.
—Sí, te vas a morir con esa cara roja, además deberías permitir que termine mis frases.
—¿Ah?
—Si quieres puedes tocarme el cabello, me eché un poco de tu shampoo.
—No me molesta, pero a la próxima avísame.- dijo alejándose de esa gran tentación.
—Lista totalmente.-aparece Clare con una bolsa llena de cosas para el picnic y los chicos le ayudan.
***
—Extiende bien la cobija.
—Eso trato de hacer.-reniega Adolfo. —No entiendo porque estoy haciendo esto.
—Porque eres una buena persona y en...
—Bla, Bla, Bla...-interrumpe él y Cristina se ríe. —¿Hemos dicho algo gracioso?- pregunta mirando a su hermana.
—No lo creo. ¿Qué tal si le hacemos la parte dos de nuestra lista?- Cristina mira extraño a los dos.
—No lo sé, creo que merece la quinta.
—¡Adolfo!- Cristina mira a los hermanos con confusión, ¿se ha perdido algo? —Ejecutando la dos en tres, dos... ¡Uno!
Los hermanos corrieron y rodearon a Cristina totalmente, no le dieron tiempo de pensar ni de crear una escapatoria, simplemente le empezaron hacer cosquillas y fue el comienzo de una batalla fantástica.
En ese momento, más que los brazos de Adolfo, unos sentimientos estaban llenando a Cristina de una manera confusa. Ella no debía permitir aquello, debía guardarse por su bien, porque amaba a Dios y en respuesta debería respetarse al no permitir entrar cosas que después acabarían con ella.
—¡Basta, por favor! ¡Me haré pis!
—Ni de broma.-dice Adolfo pausando las cosquillas.
—¡JAJAJAJAJAJA! Sería fantástico verte hacer tremendo show.
—Shh.- Cristina se relaja un poco. Inhala y exhala aire. Se prepara un poco y corre detrás de Adolfo mientras se asombra de esa parte tan tierna que esconde detrás de ese chico "malote". Él se deja alcanzar y Clare observa como ellos disfrutan y pelean haciéndose cosquillas.
—¡Te dejaste ganar de Cris! Eres muy malo, Adolfo.
—Para nada, ¿Pretendías que la hiriera? Por supuesto que no lo haría.- Cristina se sonroja y tapa su cara entre las rodillas después de sentarse.
"Está bien guapo, es inteligente y no quiere herirme. Creo que moriré por causa de él, sólo digo. Necesito de Dios, ahora. Debo no sé cómo huir de ésta prueba." Habla Cristina internamente.
Comieron de todo y se dedicaron a jugar y hacer cosas divertidas. Cristina no salía de su asombro en cuanto a el hermano de su amiga, creo que ya le está asustando. Esos cambios de humor tan repentinamente y su mirada seductora le estaban haciendo efecto, y vaya que sí le enloquecía.
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