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*

Se encontraban comiendo. El lugar no era muy espacioso, pero para ser exactos, era agradable. Clare aprovechó la oportunidad y le contó a su hermano que hospedaría a una persona.

—¿Por qué dijiste que sí?

—Es una chica, se llama Cristina Pérez. Viene de un pueblo a tres horas de acá.

—No me interesa nada de eso.

—Mejor así, sólo quiero que le tengas respeto.

—¿Es que acaso no tenía otro lugar dónde quedarse?

—Deja de ser así por un momento. No quiero que arruines su vida como siempre lo haces. Ella es pentecostal, tiene muy buenos principios y no quiero que la irrespetes.- ella agarra el vaso cristal de la oreja y sorbe un poco de jugo.

—¿Cristiana? No creo que eso lo pueda aguantar.- se miran a los ojos.

—Ella es una buena persona, la conocí por chat. Sólo te pido que la respetes mucho, ella es diferente a lo que estás acostumbrado.- Clare rechina la silla con el suelo y se va del pequeño comedor con platos en sus manos.

Se devolvió y dijo unos minutos después: -Irás a recogerla, pórtate decente.

—¿Qué? No, no lo haré, para nada.

—Sí irás. Mejor arréglate.

—Nunca he montado una chica en mi moto y menos que lo haré con una desconocida.

—Deja el drama. Vas en taxi. Vete rápido que ya en 15 minutos llega.

Él refunfuña y sube las escaleras para ir a su cuarto.

Por otro lado, Cristina se encontraba con miedo, le aterraba la idea de estar en un lugar que no fuera su casa, pero a la vez le agradaba, por ver cosas diferentes, poder estar en la ciudad y conocer mucho más.

Llevaba dos minutos sentada esperando a que viniera Adolfo. Clare le había dicho que
él estaría con un cartel grande mencionando su nombre. Por el momento no ha visto nada, sólo gente apeñuzcándose y empujando fuertemente.

Ella giró su cabeza buscando al joven. No es de las que se desespera rápido, pero tanto trajín alrededor suyo, pensar en la cama, la música y la comida le hace molestarse un poco.

Miró a un chico que estaba muy guapo, se sorprendió de que tuviera el cartel con su nombre.

"Ese no puede ser su hermano." pensó Cristina.

Ni siquiera se lo había imaginado así, con un cuerpo tan esculturado y un rostro tan perfecto. ¡Dios! ahora sí que le tocará difícil. Ella agarra la maleta y se acerca a él.

—Soy Cristina, eres Adolfo, ¿No?- él asiente y le mira descaradamente. Ella estira su delicada mano. —Dios te bendiga.- ¿Algunas vez han sabido lo que es sentirse rechazado? Al parecer a los lindos les da por creerse muy rudos siempre.

Él sólo le regaló una mirada fría, dejó la mano estirada de la chica, le arrebató la maleta y la hizo seguirlo sin decir nada.

"Al parecer necesitaré mucha paciencia para aguantarme a éste muchachón." pensó una vez más.

☆☆☆

—Hola, Cristina. Eres más bonita en persona, no es que no quedes linda en las fotos, sino que, bueno, eres hermosa.- ríen y ella le corresponde el saludo.

—Gracias a Dios llegué bien y nada que decir de ti, también eres hermosa.

—Ven te ayudo. Adolfo es así, es muy difícil de tratarlo.- Clare mira apenada.

—Tranquila, él dijo que era algo urgente, por eso me dejó en la puerta sola.

Entran y se ayudan con la maleta, está pesada.

—Sabes que te puedes quedar el tiempo que necesites. Ven te muestro la casa.

Cristina la siguió paso por paso. No es muy grande la casa, pero es cómoda. Pasaron por la cocina, el baño, y obviamente, los cuartos, el único que estaría lejos es el de Clare.

—Ni se te ocurra asomarte ahí.- susurró la pelirroja antes de que Cristina se dejara llevar de la curiosidad. —Adolfo no me permite entrar, y no creo que le guste que tú entres allí. Tu cuarto es este de aquí.- dice señalando el siguiente.—Lo preparé para ti, espero te guste.

—Gracias, Clar. Valoro tu esfuerzo por hacerme sentir bien.

—De nada, eso es lo importante. Mi hermano es un cretino, no le prestes mucha atención, espero no te fastidie.

—Gracias.- contesta Cristina con una sonrisa amigable. —Por cierto, ¿Recuerdas los regalos que te debo?

—El de mi cumpleaños pasado y de mi graduación.-asintieron.

Cristina abre una de sus maletas y saca una caja de regalo envuelta en papel, se la entrega a Clare y esta no tarda en reaccionar.

—Aww, ¡Qué linda eres! Más tarde lo destapo, iré a comprar unas cosas para hacer una comida especial, pensé que te demorarías más.

—Está bien. Yo estaré desempacando.

Clare se esfuma inmediatamente y su amiga no duda ni un segundo en poner música y tirarse a la cama.

—Gracias Dios.-susurra.-Necesitaba un cambio urgente, sólo permíteme afrontarlo con sabiduría.

Ella cierra los ojos un momento y antes de que venga a su mente la imagen de ese Rodolfo tan guapo, los abre para empezar a organizar. Pintaría más adelante el cuarto de otro color y pondría una repisa de más. En este instante, le queda con conformarse y organizar lo que puede. Saca su ropa e interiores y los pone en el armario. Coloca sus zapatos en un lugar seguro y así sucesivamente va teniendo todo en orden, hasta que no pudo más, el hambre le insistía.

Cristina se paró del suelo y movió su cuerpo a la cocina, tenía temor, pero el hambre era más fuerte, así que sacó pan y fue directo a la sala.

—¡Perdón, lo siento!-gritó ella de inmediato tapando su rostro.

—¿Qué? ¿Acaso no has llegado a ver un abdomen de hombre? ¿O te vas hacer creer la "santa"?

—Sólo el de mi hermano, y él es menor que yo, así que por favor.

—No tengo ganas de ponerme la camisa. Tú verás si te vas o te quedas, es MI casa.

—Tendré que aguantarme esto todos los días?- susurró ella, y para lástima, él la escuchó.

—Sí.-contestó muy cerca de Cristina intimidándola. -El sólo hecho de que seas cristiana me molesta, así que te doy una sugerencia, no me dirijas palabra alguna, te ahorrarás problemas.-termina de hablar volviendo a su lugar recostado en el mueble.

—Hola, chicos.

—Dios te bendiga, Clare.- Responde Cristina después de haber sentido miles de emociones en segundos.

—Haré la cena, no me demoraré mucho.

—¿Te ayudo?

—Yo, ¿Pues cómo? Tú eres la invitada. ¿Sí organizaste un poco?-pregunta Clare yendo a la cocina.

—Bastante, de igual forma mañana seguiré ordenando.

—No quisiera dejarte sola mañana, pero me comprometí en el trabajo para estar libre pasado mañana, así que... bueno.

—Tranquila, de igual forma estaré buscando la iglesia después de asomarme por la universidad.

—Eso me alegra.

Compartieron una noche agradable las dos. Se destrasaron de algunas cosas y quedaron en conocer mucho más a Medellín, casi todo completo.



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