Especial cumpleaños Catra
Artista imagen multimedia: wingedcorgi_art (twitter)
Adora se vistió con rapidez, convirtió su espada en un brazalete y salió a buscar a la felina. Siempre que pasaba eso, le costaba horas encontrar a Catra. Pero esta vez era diferente, ahora eran enemigas. Sin embargo, Adora se había esforzado en alcanzarla de todas maneras, pero cada vez era más difícil acercarse a ella siendo parte de la rebelión. No importaba si estaba haciendo lo correcto o no, porque la verdad era simple, estaba irremediablemente enamorada de Catra.
Había intentado decírselo en el escondite, pero no quería arruinar el juego de Catra, además, secretamente, siempre había deseado que la felina la dominara, solía fantasear con eso luego de sus frecuentes enfrentamientos durante la interminable guerra. Además, ese collar de los primeros no le había hecho muy bien, mantener la forma de She-ra de manera forzada no era muy bueno para su salud mental.
Catra se había alejado bastante rápido, eso la rubia lo sabía, porque conocía mejor que nadie su velocidad y agilidad. Necesitaba encontrarla, necesitaba liberar ese nudo que se formaba en su garganta. Estaba harta de la guerra, de la rebelión, de la horda, que la separaban de su amada Catra. Haber estado de pie tantas horas en esa tarima le había hecho pensar las cosas con cierta perspectiva.
Había estado haciendo lo correcto para los demás incansablemente, pero, ¿qué pasaba con ella? ¿Qué era lo que quería? No quería estar en una guerra contra la horda, ni ser una princesa, quería estar con Catra. Pero, jamás la alcanzaría, a menos que le dijera lo que sentía y pensaba.
Tal vez fue pura suerte o el destino, pero escuchó a Catra gritarles a unos soldados. Al parecer no querían seguir sus órdenes, se estaban rebelando alegando que estaban cansados y no querían seguir. La felina estaba furiosa, y pronto se volvió una batalla entre ella y los soldados. Adora llegó en el momento exacto cuando Catra recibía un dardo tranquilizante de otro soldado, por lo que se transformó de inmediato en She-ra, lo que hizo que todos salieran corriendo despavoridos.
Una vez que se fueron, Adora volvió a su forma normal, para quitar el dardo del cuello de Catra, tomarla en brazos y sacarla de allí. No podía hacerle saber a los hordianos que estaba en la zona del terror, por lo que la llevó de vuelta al escondite. Dudó si usar o no su habilidad curativa, pero al final la usó en Catra, que recuperó su conciencia en poco tiempo. Cuando vio a Adora sentada al lado de ella, se sobresaltó, pero logró disimularlo un poco.
—¿Por qué estoy aquí? —demandó Catra.
—Uno de los soldados te lanzó un dardo tranquilizante, yo los espanté como She-ra y te traje aquí.
—Suerte que no me encadenaste y llevaste a la rebelión, pecas de ingenua como siempre, Adora.
—Aún podría encadenarte... pero por otras razones —sonrió Adora.
Catra se incorporó, quedando sentada en la cama.
—Adora, deberías volver con tus amigos, antes que me arrepienta.
—No. Estoy aquí contigo por una razón.
—Sea lo que sea que estés pensando, es demasiado tarde, Adora, así que, vuelve con la rebelión.
—No volveré con ellos. Tengo algo que decirte, intenté decírtelo antes, pero me dejé llevar demasiado y... no es que no me haya gustado, es sólo que...
—Ve al grano.
—Quiero estar contigo. Es decir, siempre he querido estar contigo, desde que me fui de la horda —suspiró antes de continuar—, fue difícil entenderlo, pero mientras más te alejabas de mí, más ganas tenía de recuperarte, porque... porque yo, estoy... estoy enamorada de ti Catra.
Catra se quedó muda de la impresión, para luego echarse a reír a carcajadas.
—Eres una idiota, Adora.
Se abalanzó sobre la rubia, rodeando su cuello con sus brazos, para besarla intensamente, Adora había dicho lo que había querido escuchar durante todos esos años. Se separó de ella para observar su rostro, aquellos ojos azules emocionados.
—Yo igual te amo, Adora.
Adora por toda respuesta volvió a besarla, la tomó en brazos sólo abrazando su cintura, para depositarla suavemente sobre la cama. Se dejó llevar por la sensación de felicidad que le provocaba la cercanía de Catra, su cálido cuerpo, su húmeda lengua. Su propio cuerpo respondía a esa calidez, ardiendo, Adora ardía completamente por Catra.
No pasó mucho rato para que ambas terminaran desnudas y poseídas por la lujuria del momento. Adora recorrió a conciencia el cuerpo de Catra, acariciando, besando y mordiendo lo que considerara necesario. Amasó sus pechos, para luego lamerlos hasta endurecer sus sensibles pezones, mientras escuchaba a Catra gemir debajo de ella. La felina era como una droga para la rubia, la deseaba intensamente, quería todo de ella, quería más y más.
Adora hizo lo que quería hacer desde hace mucho tiempo, bajó a la entrepierna de Catra, y hundió su lengua en su sexo, que estaba tan húmedo que se escurría por sus muslos, por supuesto, la rubia no dejaría que nada se desperdiciara, por lo que lamió también sus piernas. La felina no pudo evitar sujetar la cabeza de Adora, que no dejaba de usar su lengua frenéticamente, estimulando ese nodo de placer, y bebiendo de su interior como si fuera un elixir mágico. La rubia lo único pensaba era en lo bien que sabía Catra, en el tiempo que había perdido sin probar a la felina.
Sonrió, escuchar gemir de esa manera a Catra era un deleite, sobre todo si era debido a su lengua. Pero, había algo que quería probar, por lo que dejó de lamer súbitamente, Catra la miró confusa.
—Hay algo que quiero probar, ¿sabes que puedo transformar mi espada en lo que sea, verdad?
Catra sonrió con lascivia, por supuesto que podía transformarla en lo que sea. Adora imitó la forma del arnés que utilizó Catra, sólo que lo hizo más alargado y en forma de ele, por lo que la felina observó atentamente cómo Adora lo introducía en su propio sexo, que también estaba bastante mojado, para luego separar las piernas de Catra y penetrarla suavemente. Al ser un objeto mágico, la conexión de ambas fue más intensa, por lo que gimieron al unísono.
Adora comenzó a moverse lentamente, apegándose a Catra, el roce de sus pechos con los de la felina le estimulaba aún más, mientras que el movimiento de sus caderas contra Catra hacía que todo estuviera más húmedo, la sensación del enlace mágico era muy intensa y excitante, por lo que la rubia comenzó a moverse más rápido, haciendo que la felina se aferrara a ella, e inevitablemente rasguñara su espalda, aunque en aquel contexto, para Adora sólo fue aún más estimulante.
—Adora, no te detengas —dijo entre jadeos Catra.
La rubia respondió besándola intensamente, mientras sentía el cálido interior de Catra gracias al enlace mágico, sus garras rompiendo su piel, las gotas de sangre que caían por su espalda, su piel resbalando contra la piel de la felina, y la humedad creciente de su propio sexo. Siguió moviéndose al mismo ritmo, hasta que sintió que su mente se quedaba en blanco, al igual que Catra, se dejaron llevar por un intenso orgasmo, que las hizo tirarse en la cama por unos segundos.
Ambas intentaban calmar sus agitados pechos. Todo aquello había sido muy intenso.
—No sabía que esa espada mágica podía ser tan útil —comentó Catra.
—Tampoco yo, este es el mejor uso que le he dado sin duda alguna.
Catra se rio, contagiando a Adora también. La rubia tomó la mano de la felina, entrelazando sus dedos, sin decir nada, sin moverse, sólo recuperando el aliento. Pero después de la euforia, viene el golpe de realidad. Catra estaba feliz, pero también estaba preocupada, seguían siendo enemigas para el resto de Etheria. La realidad no había cambiado sólo por haber confesado sus sentimientos.
Adora también lo sabía, pero no iba a renunciar a Catra, no iba a renunciar a su felicidad.
—Catra, vámonos de aquí, vámonos lejos.
—¿Qué?
—No me importa la guerra, no me importa nada. Cuando te perdí, perdí mi hogar también. Vámonos lejos, empecemos de nuevo.
Catra pensó un momento en las palabras de Adora, ella parecía decidida, su mirada determinada siempre le había parecido hermosa, pero ahora le asustaba por alguna razón.
—Te considerarán una traidora, y, yo ya soy considerada una escoria, no es necesario arrastrarte conmigo...
—No me importa. Tal vez nuestro pasado nos alcance, eso es cierto. Pero, esta vez voy a ser egoísta, y voy hacer lo que realmente quiero. Lo que realmente quiero, es estar contigo, y nadie en Etheria puede impedírmelo. Tal vez todo mejore si nosotras desaparecemos de la vista de todos, no lo sabremos. Sólo quiero estar en paz, en mi hogar, es decir, junto a ti —finalizó sonriéndole.
Catra suspiró, no recordaba que Adora fuera tan elocuente, pero ella siempre fue así, resolutiva e impetuosa una vez que tomaba una decisión. Pensó en sus palabras, era cierto, ya no le quedaba nada que valiera la pena en la horda, lo único que quería era paz, estar en casa, estar con Adora.
—Está bien, tontita, tú ganas. Pero debemos irnos ahora, tenemos que aprovechar el caos que hay ahora en Etheria para escapar.
Adora sonrió con su respuesta y comenzó a vestirse, no sin mirar de reojo de vez en cuando a Catra, su cuerpo le parecía muy atractivo.
—Lleva tus juguetes del casillero, los necesitaremos más tarde —le sonrió coquetamente la rubia.
Catra sonrió mientras guardaba todo en un bolso. Por fin se largaría de ese lugar. Miró a Adora, que se acercó a ella para abrazarla por la cintura y apoyar su frente contra la suya.
—Casi lo olvidaba, feliz cumpleaños, Catra.
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