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34. No Volveré Contigo

Mi Más Alejado Deseo

Capítulo 34

Alana Brooks

Es inevitable que el tiempo transcurra y que todo a nuestro alrededor cambie de una forma u otra; las situaciones de la vida que nos hacen pensar más allá de que teníamos a lo que realmente merecemos, también el porqué debemos ser fuertes y seguir con el camino que la vida nos puso en frente de nuestros ojos como la única y mejor opción disponible.

Mi pequeña pancita cada vez creciendo teniendo a mi pequeña Amaya crecer con mucha fuerza dentro de mí y yo con la ilusión cada vez más elevada de querer verla y sostenerla en mis brazos.

Cinco meses de embarazo, tres meses desde que me fui, y ni hablar del increíble cambio que ha sido todo esto para mí. Por fin hablé con Jadhiel, le comenté la idea de traerlo de visita lo que significa que debo hablar con Azael y no es que no pueda es que un embarazo de cinco meses no se puede ocultar tan fácilmente y menos cuando él ya ha tenido a alguien igual junto a él.

—¿Cómo está la mamá más hermosa de este planeta?

Fernando no ha dejado de estar a mi lado, y me siento contenta por qué sea así, es mi único amigo aunque también debo confesar que he tenido la idea de darle algún día la oportunidad de estar a su lado como más que una amiga.

—Bien, aunque no quiero ir a la velada de esta noche. Quisiera poder quedarme en casa.

—Pero no puedes, pidieron que fuéramos todos y el jefe que te hizo el favor de traerte vendrá, no puedes quedarle mal.

—Lo sé.

—Bueno ves a recoger tu vestido, ponerte más bella de lo que eres, yo vengo por ti a las 7 —se acerca y deja un corto beso en mi mejilla.

—Esta bien, nos vemos por la noche.

—Eso me gusta, además no pasará nada malo está noche solo debes disfrutar ¿Ok?

—Si, disfrutar.

Me dirigí Inmediatamente a mi habitación para darme un baño, me coloco un vestido floreado que no se me ve mal aún estando en embarazo, creo que me veo más linda, ese dichoso brillo del que muchas mujeres dicen querer tener, tomo las llaves de la casa y salgo del departamento.

Tomo el taxi directo al lugar donde ire por mi vestido, lo compré pero por mi embarazo tuvieron que hacerle unos arreglos extras. Espero verme bien y no opacar o hacerle pasar pena ajena a Fernando.

En el camino que tomé Azael estaba en el comienzo de este para que a mitad de todo él se fuera, pero que a dos pasos está Fernando quien espera con mucho anhelo que yo un día acepte sus sentimientos y no puedo quejarme de él. Él ha sido mi protector, ha cuidado de mi y de mi niña, me ayudó con el nombre de mi bebé; él es una persona que apenas supo que sería niña no para de hacer compras, cada que llega con las bolsas lo único que dice es que le parecieron bonitos y quería traerlo para Amaya.

Amaya, un fin y un inicio, y todo fue así ella llegó cuando todo con Azael se había acabado pero, también ella me dió el inicio de una nueva vida lejos de lo que me hacía daño porque no quería eso para ella.

Sé que debo hablar con él y decirle que espero una hija de él, sé que tiene el derecho de saberlo pero no quiero que permanezca a nuestro lado porque él ya no es necesario, gracias a Fernando no lo necesito para nada.

Las horas pasan y tengo el vestido en mis manos, mi cabello ya está arreglado aunque me lo deje suelto y un maquillaje impactante, porque quiero impactar y dejarlo sin habla porque me gusta verlo buscar que palabra decirme cuando me ve con esos ojos azules llenos de amor.

—¿Estás lista? Nena, se nos hace tarde.

—Ya voy, solo estoy poniéndome labial.

—Está bien.

Me miró al espejo y siento que por fin es el momento de salir, coloco mis zapatos negros que me hacen ver un poco más alta, aunque espero no cansarme tan rápido y poder aguantar hasta que la fiesta acabe.

Salgo de la habitación y él en su traje negro voltea a verme, sus ojos se iluminan y muerde su labio inferior lo que me hace sonreír porque me gusta ver cuándo hace eso.

—Te ves... Te ves hermosa —se acerca y deja un beso en mi mejilla.

—Tu tambien te ves muy bien, dejarás a muchas sin habla.

—Creo que tú será la vista de todos está noche y me encanta ser tu acompañante.

—Tu eres quién merece tomarme del brazo, nadie más, por eso eres mi más fiel acompañante.

—Es hora de irnos.

—Sí.

El camino estuvo de maravilla escuchando música de mi banda favorita, y logré que él se volviera fan de ellos también, no hay necesidad de pedirle que los coloque a sonar por qué él los pone solito.

Llegamos al salón de eventos donde se celebra el fin de las pasantías de todos los practicantes que estaban aquí, aunque a mí me citaron para venir a presentarme al igual que Fernando, y eso nos tiene muy nerviosos.

Bajamos las escaleras tomados del brazo ayudándome a caminar y evitar un mal tropiezo por mi embarazo, he tratado de cuidarme muy bien y evitar muchas cosas para que mi niña nazca sana y salva. Es increíble cómo estos tres meses de pasantías han pasado tan rápido y que hoy estoy aquí en una fiesta de despedida aún con la posibilidad de muchas cosas por aquella citación que ambos y tal vez muchos recibieron pero que mantenemos en silencio.

— Allí está mi pasante favorita, te ves hermosa con ese vestido.

—Gracias señor Víctor.

—¿Cuántos meses tienes?

—Cinco meses —contesté.

—Te sienta bien el embarazo, te ves radiante.

—Gracias.

—Ya sabes el sexo del bebé.

—Sí, es una niña.

—Espero que se parezca a tí y no a él —señala a Fernando pero ninguno de los dos lo saca del error.

—Muchos quieren que se parezca a mi, pero hay que esperar.

—Bueno te dejo debo seguir saludando por allí.

Miro de reojo a Fernando quien tiene un brillo en sus ojos como ninguno antes, tal vez lo mencionado de la bebé le hizo ilusión en algún sentido.

—Vayamos por algún bocadillo, tengo un poco de hambre —mencioné y este me acompaño hasta la mesa que estaba llena de muchas cosas.

—No vayas a exagerar comiendo, no quiero que te vayas a sentir mal.

—Tranquilo no te preocupes.

—Es increíble que todavía falte gente en este salón, espero que no te vayas a sentir fatigada como la última vez que tuvimos que irnos.

—Ya tengo cinco meses y las náuseas pararon así que no tiene porqué volver a suceder.

—Lo sé. ¡No puede ser! —escucho aquella expresión y son pocas las veces que él reacciona así.

—¿Qué? —pregunté queriendo saber que vio mientras yo coloco los bocadillos en mi plato.

— Está aquí —menciono pero no tenía idea de quién habla.

—¿Quién? —volvi a preguntar tratando de encontrar una respuesta más concreta.

—Viene hacia acá, me vió y viene hacia acá —cada vez entendía menos y él no hablaba bien cuando se ponía nervioso o algo lo sorprendía demasiado.

—¿De quién hablas? — dije mientras me volteaba para ofrecerle algo de mi plato y es allí cuando veo de quién hablaba.

—Alana —saluda aquel detallando cada parte de mi y yo solo veo a su acompañante.

—Azael —dije en un hilo de voz porque esto me ha sorprendido tanto como para dejarme sin habla.

—Fernando — Azael saluda con un apretón de manos y Jul se me queda viendo, o más bien ve mi notable embarazo.

—Alana te ves muy bien —jul por fin habla y lo hace muy extraño, la situación aquí es extraña.

—Gracias —conteste sin agregar nada más.

—Alana ¿Podemos hablar?

—Tu no tienes nada de que hablar con ella, si quieres hablar, la tienes a ella —Fernando señala con su mirada a Jul

—¡Por favor! Déjame hablar contigo, nos lo debemos.

—Está bien —miro a Fernando para que me deje a solas con él por un momento para no hacer de esto algo hostigante.

Caminamos ambos hacia el balcón de este edificio para poder hablar sin que la música interfiera y podamos hacerlo tranquilamente sin levantar la voz, cuando llegamos allí nos quedamos mirando por unos minutos que se hicieron eternos.

—¡Estás embarazada! Es increíble que lo estés siempre soñé verte así con un hijo mío.

No dije nada solo veía como él me miraba sin espabilar un poco, tal vez me encontraba en shock creo que aún no estaba preparada para hablar con él, pero ya estamos aquí y hay que hacerlo.

—¿Por qué te fuiste sin decirme nada? —preguntó haciéndome reír por la estupidez que acaba de decir.

—¿Y en qué cambiaría? Nada, tu me engañaste con esa que al parecer todavía sigue contigo, yo no podía quedarme allí por qué ya no te creería en nada.

—¿Porqué? —Su voz temblaba al igual que la mía.

—Eres un vil mentiroso, lo estuviste haciendo quien sabe por cuántos meses, te escuché con ella en nuestra habitación con tu hijo al lado, no puedo sacarme de la cabeza los ruidos de ella pidiéndote más.

—Si, me equivoqué y me arrepiento demasiado por haberte hecho pasar por todo eso, pero no estoy con ella, me abandonó.

—¡Ja! Quedaste solo, gracias que convencí a mi madre de cuidar a Jadhiel sino pobre de él si tendría que estar con los dos.

—Si, me merezco que te burles y me reproches, pero escúchame ¡Por favor!

—Está bien.

—¿Desde cuándo estás con él? ¿Y porqué estás embarazada de él?

—Maldita sea eso es lo que se te ocurre decir en la primera oportunidad que te doy de hablar, eres un idiota que no te das cuenta lo que está frente a ti.

—¿De qué hablas? —Su expresión era inexplicable.

—Maldita sea tengo son cinco meses, es tuyo, cuando fui esa noche a casa era para decirte que estaba embarazada y que serías papá otra vez, no tengo culpa que tú hayas ocasionado todo esto por tus idioteces.

—¿Es mío? ¿Realmente es mío? Entonces si estás embarazada de mi — comenzó a crear una sonrisa en sus labios.

—Es una niña, una que no necesitará de ti, porque Fernando estará para ella como lo ha estado en estos meses.

—No, yo soy su padre, él no tiene porqué meter sus narices en nosotros.

—¿Nosotros? No hay un nosotros eso se acabó desde el momento que te metiste entre las piernas de esa "amiga" que decías tener.

—Bien, me equivoqué y lo lamento mucho pero no puedes quitarme el derecho de estar con mi hija.

—Esta bien no te quitaré el derecho pero no volveré y tampoco estaré contigo.

—¿Estás con él?

—Eso a ti ya no te importa.

—Lo elegirás a él.

—Elijo tener paz que es muy diferente y contigo no la podría tener, me engañaste y eso que confiaba en ti a ojos cerrados ¿Crees que volveré hacerlo? No, no lo volveré hacer ni ahora ni nunca porque tú solo quieres tenerme a tu lado para facilitarte las cosas en casa.

—Bien, esto me lo gane yo y no puedo discutir con la verdad.

—Hasta que por fin entras en razón.

—Te ves hermosa estando embarazada, y es una niña como yo quería ¿Ya le tienes nombre? Sino te ayudo.

—Fernando y yo decidimos llamarla Amaya, es un lindo nombre y lo he visto poco a decir verdad.

—¿Fernando y tu? Él escogió el nombre de mi hija —exalto la voz y esto ya me está haciendo perder la paciencia.

—Si, yo le di ese derecho. Tú no estas conmigo él si, me ha acompañado en cada náusea, cada antojo, él le compra ropa sin siquiera yo pedírselo, Fernando ha estado en cada ecografía y cada día a mi lado.

—¿Y qué? Sino te hubieses ido yo hubiera hecho eso también.

—¿Y que iba a hacer? Ver cómo te revolcabas con ella mientras mi panza crecía, pues no, no voy aceptar algo así.

—¿Te gusta él?

—¿Qué hablas ahora?

—Por eso no quieres volver porque él te gusta —Suelto un risa, no puedo creer lo que dice.

—No quiero volver contigo porque no te amo, no lo haré porque tú lo único que haces es dañarme, y no lo haré porque no quiero vivir cada día con la maldita incertidumbre de con qué mujer me estarás engañando mientras yo estoy en casa. Además si quisiera estar con Fernando no es problema tuyo, y si fuera así no sería malo porque él si es un gran hombre, no como tú qué lo único que hiciste fue jugar conmigo.

—Estas muy cambiada está no eres tú Alana.

—No voy hacer la misma porque no dejaré que jueguen conmigo como tú lo hiciste, mírame tu fuiste quien me cambio, el dolor nos cambia y tú fuiste el causante de cada lágrima que derramé mientras tú hija crece dentro de mí.

— Perdóname sí.

—Te perdonó pero no significa que estaré contigo. Quería pedirte que me dieras el permiso de traer a Jadhiel para estar unos días con él.

—Está bien, puedes traerlo.

—Gracias, ahora sí no tienes nada más que decir tengo que irme, necesito descansar.

—Si.

Salí caminando dejándolo allí, dejando que el frío lo congelé con el dolor de saber que me ha perdido para siempre y que no será el hombre de mi familia porque ya tengo a alguien que nos cuide como de verdad mi hija y yo lo merecemos.

Mientras caminaba solo anhelaba estar cerca de Fernando y que me abrazara con fuerza para luego llevarme a casa y quedarme dormida en sus brazos mientras acaricia mi cabello.

Solo quiero verlo, quiero ver a Fernando y calmar mi llanto porque por fin he soltado todo y puedo volver a ser feliz sin rencores en mi corazón.

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