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27. Buenas Noticias

Mi Más Alejado Deseo

Capítulo 27

Los resultados salen hoy, estoy muy nerviosa, pronto tendré aquel sobre en mis manos con lo que puede ser felicidad o tristeza para mí. La angustia me mata y siento ahogarme con ella en mi garganta, solo Fernando sabe sobre esto y ha permanecido a mi lado esperando que la chica que entrega los laboratorios mencione mi nombre.

—¿No crees que esa chica demora demasiado? ¿Que tanto es buscar e imprimir? Maldita sea Alana ¿Cómo puedes estar tranquila si estoy yo nervioso? —veo como mueve un poco su pierna, lo mata el desespero.

—No te dejes llevar por lo que ves, estoy que voy le digo unas cuantas palabras a esa chica a ver si hace su trabajo rápido.

—Te apoyo, es que en serio ya tenemos cinco minutos esperando a que digan tu nombre.

—Nunca pensé que desearía que dijeran mi nombre —no miento en lo absoluto.

—La señorita Alana Brooks —por fin me llaman por el dichoso micrófono.

Me levanto y doy cada paso pensando en lo que pasaría si estuviese embarazada ¿Mi vida mejoraría? No lo sé, pero estoy segura que cambiaría demasiado.

—Gracias y para la próxima sea más rápida —respondo tomando el sobre con mi nombre en el.

Noto a Fernando acercarse a mi con pasos largos, justo en estos momentos siento que el aire me falta gracias a los nervios que tengo.

— Ábrelo tú —le pedí a Fernando, no siento poder hacerlo.

—¿De verdad quieres que lo lea yo? —su cara era de no comprender mi acción.

— Sí, dime estoy o no embarazada.

—Ok — veo como él con mucho cuidado abre el sobre blanco sacando el papel que yacia allí dentro, desdobla aquella y noto como sus ojos comienzan a leer, luego de esto me mira con cara de no creerlo y a la vez sí.

—¿Y? Habla ya no te quedes callado ¿Qué dicen los resultados? —pregunte inquieta ya quería saber que decía allí.

—Alana —dice mi nombre luego del gran silencio — estás embarazada, tienes dos meses de embarazo.

—¿Me estás diciendo la verdad? —pregunto aún con un shock en mi mente con aquella palabra rodeando.

—Si, estás embarazada amiga, felicidades.

¿Felicidades? La mierda tenía la esperanza de no estarlo por mi trabajo y todo lo que tenía planeado pero algunas veces los planes no se llevan a cabo por completo.

Regresamos a la empresa el descanso termino y es el momento de empezar a planear lo que debo hacer y cuando se lo diré a Azael. ¿Se pondrá feliz? Esperaba que esto se diera en futuro un poco más lejano, que no fuera en este presente pero confío en que todo saldrá bien.

Al llegar escuchamos el jefe de jefes se encontraba llegando y que debíamos seguir actuando con naturalidad sin importar que él estuviese aquí; es extraño no había escuchado de su presencia aquí en los tres meses que llevo aquí.

Me acerqué a mi escritorio y comencé con aquel cuadre de caja que hacía desde esta mañana y ni hablar del inventario que me hacía falta comenzar, lo único positivo aquí es que lo segundo tengo dos días para presentarlo. Me había concentrado tanto que no recordaba que tanto tiempo había pasado hasta que una puerta se abrió y una chica de cabello rojizo y de traje negro había llegado captando la atención de todos pero ¿Quién es ella? No la había visto por aquí antes.

—Buenas tardes —saluda la chica con sus labios rosas —busco al joven Fernando Garcés — miro a mi amigo levantarse de su asiento mientras la chica queda viendolo.

—Soy yo, Fernando Garcés —comenta aquel esperando respuesta.

— Sígame el jefe quiere verlo.

—Si señorita —el da una pequeña mirada hacia mi, levanto mis pulgares en señal de ánimos esto es demasiado extraño justo viene hoy a la empresa y mi amigo se ha dirigido a la oficina de él.

No sé el porqué de este acontecimiento llegar y venir por los pasantes, será que nos pedirán irnos, nos echarán y quedaremos en el aire nuevamente. El tiempo trascendió y es allí cuando aquel chico de camisa blanca llega con una sonrisa en sus labios ¿Está feliz? Supongo que algo bueno sucedió pero veo que más atrás llega la chica rubia nuevamente ¿Buscará a alguien más? ¿Seré yo la siguiente? Si fuese así que me dirá el jefe, habré hecho algo malo y me llamarán la atención. Estoy nerviosa sin haber dado un paso de mi escritorio, prefiero ignorar tal vez mi imaginación está volando demasiado.

—La señorita Alana Brooks —escucho mi nombre y mis manos comenzaron a temblar.

—Soy yo —digo mirándola fijamente acomodando mi falda roja que está justo antes de mis rodillas.

—Acompáñame —menciona aquella chica; se ve tan joven y es secretaria del jefe, debe ser agotador estar al pendiente de lo que él debe hacer pero no creo que sea difícil ser secretaria.

Estoy tan nerviosa que mis manos rozan entre si tratando de calmar la tembladera de ellas, humedezco mis labios y tomo un poco de aire.

Llegamos a una oficina y la chica abre esta pidiendo que entre detrás de ella, doy unos pasos hacia adelante viendo a un señor con unas cuantas canas en su cabello, cuando nota mi presencia y este se levanta extendiendo su mano derecha para saludarme con respecto.

—Mucho gustó, Victor Echeverría.

—Alana Brooks —saludo.

—Adelante toma asiento —le tomo la palabra y me siento esperando el saber ¿Porqué estoy aquí? No entiendo el motivo de estar sentada junto al jefe, Azael sabrá de esto.

—¿Cómo has sentido el trabajar con nosotros?

—Se ha sentido muy bien, el supervisor nos trata como cualquier persona y me siento libre trabajando aquí para ustedes.

—Me alegra —me brinda una suave sonrisa — si no estoy mal tienes tres meses con nosotros aquí.

—Si, así es — increíble que ya tenga tres meses trabajando aquí, quisiera quedarme aquí con mis compañeros con Fernando que ha sido un gran amigo para mí.

—Vayamos al grano —se siente como el entorno se volvió serio — te he llamado porque he notado y recibido buenas recomendaciones hacía tí, por lo tanto eres uno de los tres pasantes que tiene la oportunidad de terminar sus pasantías en otra de nuestras sucursales.

—¿Otras sucursales? —esto me ha dejado sin palabras, mi mente se encuentra en blanco.

—Si, tenemos dos más aquí en México y una en Colombia en la ciudad de Medellín.

—¿Adónde me enviará usted señor? —pregunto inquieta.

—Eso debes decidirlo tú, es de ti escoger a cual de todas quieres ir, sin importar cuál escojas la empresa cumplirá con transporte, un departamento adecuado, para que te establezcas para los próximos meses.

—Entiendo —que bueno que soy yo quien escojo porque no me quiero ir de aquí.

—Ahora a la sucursal que vayas cuando termines tus pasantías tendrás la oportunidad de fijar contrato para seguir trabajando con nosotros, en ese mismo puesto o tal vez te asciendan según como cumplas con tu trabajo.

—Es una muy buena oportunidad —respondo ante aquella noticia que sin duda no la esperaba.

—Ahora tendrás hasta el día martes para decidir a qué sucursal ir, a partir de hoy tienes ocho días para tomar tu decisión y felicidades por cumplir con las expectativas que esperaba la empresa de usted.

—Muchas gracias señor, no se arrepentirá de haberme dado está oportunidad.

—Eso mismo espero de usted señorita, no arrepentirme de darle está oportunidad.

—Le prometo cumplir con mi trabajo.

—Que tenga una buena semana señorita Alana.

—Que este bien señor.

Me levanto y me dirijo a la puerta, salgo de allí con una gran sonrisa en mis labios, dos noticias en este día ¡Esto es una locura! Buenas noticias he recibido en mi vida, parece que la mala suerte por fin se está yendo de mi.

Miro a la secretaria concentrada en su escritorio.

—Hemos terminado, eras la última.

—Somos cuatro pasantes en ese piso falta uno según lo dicho por el señor Víctor.

—Asi es, pero de ese piso solo eras tú y él joven.

—¿Y quién era el otro?

—Era del piso de recursos humanos, una chica que sobresalió entre todos los pasantes de allí.

—¿Me puede regalar la hora? —noto levantar la pantalla de su teléfono para verificar lo que le pedí.

—Son las 5:00, hora de salir. Que tenga buena noche y una buena semana.

—Gracias.

Camino hacia el ascensor para ir al primer piso, debo hablar con Fernando ese idiota no se puede ir lejos de mi, no tiene nisiquiera que pensar en esa opción, es mi amigo y debe estar conmigo.

Juntos como mejores amigos.

Salgo del ascensor y noto como la mayoría de los trabajadores comienzan a salir por aquella puerta grande de vidrio, camino hacia la oficina del sector de asistencias administrativas, abro la puerta y veo que solo se encuentra Andrés el supervisor y Fernando esperando por mi.

—¿Buenas o malas noticias? —Pregunta el supervisor.

—Buenas —respondo y noto como sueltan el aire que contenían de no sé cuánto tiempo.

—Te ofrecieron lo mismo que a mí ¿Cierto? —esta vez es Fernando quien habla empezando a recoger sus cosas.

—Ir a otra sucursal y tal vez conseguir un contrato para continuar trabajando con la empresa, sí así es.

Noto como ambos aplauden y se acercan a mi para darme un abrazo entre los dos. Me siento tan feliz que no creo aguantar más. Luego de reír entre los tres veo la hora y es tarde ya tenemos una hora charlando sobre las otras sucursales, hasta que Andrés comento que debía irse.

—Por fin estamos solos —comenta Fernando.

—¿Tenías algo que decirme?

—Quiero saber cuando le dirás a tu novio lo de tu embarazo.

—Quiero hacerlo el viernes el sale temprano, y tal vez pida un permiso para invitarlo a cenar y darle la noticia.

—Ya hoy es miércoles cuéntame cómo lo harás para ayudarte.

—Solo llevarlo a cenar y mostrarle los resultados de la prueba.

—Sin complicaciones, interesante.

—Aunque también podemos cenar en casa y hacerle saber de mi embarazo no sé que haré pero de que se entera el viernes, se entera.

Me subo a su auto y coloco un poco de música. El camino fue una total locura cantamos a todo pulmón sin siquiera hacerlo bien; note como sus ojos brillan al verme sonreír de vez en cuando, no sé cómo pudo haberse fijado en mi, ahora yo estoy con alguien y el solo es un espectador de mi relación, vive haciéndose el fuerte mientras está a mi lado como un buen amigo, y tampoco deja que me vaya de su lado.

El debe ser feliz, y esa felicidad no la encontrará conmigo por más que el quisiera.

—Tengo miedo —mencioné y en ese instante el voltea a verme.

—¿Miedo de qué? —pregunta sin saber nada.

—No sé, está semana he recibido dos noticias y ambas son muy buenas una llena de oportunidades y otra llena de vida, me pregunto si pagaré caro por la felicidad que estoy sintiendo en estos momentos.

Hemos llegado al frente de mi casa, Azael no ha llegado aún, lo sé porque si auto negro no está parqueado.

—No tengas miedo, no todo el tiempo tenemos que recibir malas noticias, y por dos buenas que recibas no se va acabar el mundo.

—Tal vez tengas razón pero ¿Y si fuese así? —los nervios me están haciendo pensar en tantas cosas.

—Si fuese así tu seguirás tu camino con la cabeza en alto y tu mirada al frente persiguiendo tu felicidad y cumpliendo tus sueños.

—Seguir mi camino —repetí sin saber que lo había dicho en alto.

—Ahora sal que necesito ir a mi casa.

—Que tengas buena noche y desde ya te digo que no puedes estar lejos de mi, a la sucursal que sea, pero juntos.

—Adonde sea pero juntos —chocamos nuestros puños uniendo luego nuestras palmas.

—Te quiero Fer —mis sentimientos hacia él son sinceros aún así que no corresponde a su amor.

—Yo más mi chica sexi —su sonrisa es hermosa y él también lo es, es inevitable no admirar el azul de sus ojos.

Salgo del auto y espero a que el se vaya, luego de devolverse por aquel camino, miro hacia la casa todo está apagado y en completo silencio. Al no ver a nadie decido irme a casa de mamá, tengo muchas ganas de visitarla saber de ella, siempre voy a las carreras para recoger a Jadhiel y regresar a casa nunca me quedo a pasar el rato con ella.

Hace tanto que ya no pasamos un día juntas, o que hablamos de cualquier tontería o de comer en la misma mesa, es mi madre y he olvidado visitarla aún sabiendo que mi hermana ya no está con ella.

Debe sentirse tan sola el estar en esa casa, debería llevarla conmigo adónde vaya no dejarla sola. Creo que he sido una mala hija, y no por dejarla desamparada porque respondo con sus gastos y alimento, pero no estar a su lado me hace ser una muy mala hija.

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