MI MARIDO UN DESGRACIADO
Despertándome temprano, con mi marido aún dormido, vuelto hacia su pared, muy de madrugada, más temprano del común de los días. Con un ánimo alborotado, más bien ánimo político.
Todo comenzó con la visita a la casa de mi hermano Joaquín, despertando en mí un deseo de justicia, justicia más bien apasionada, al escuchar a su mujer, con tan repentina moralidad, al hablar con enceguecido odio, en contra de los gay, de la homosexualidad y de las malditas locas.
_Los gay no entrarán en el reino de los cielos, son unos malditos abominables_.
_Y tu tampoco_
Le respondí algo burlona. Con sus ojos más abiertos que los ojos de una lechuza, me preguntó de ¿Por qué, no?
--¡Simplemente porque al cielo suben los puros de cuerpo y alma y son llamados los ciento cuarenta y cuatro mil, por lo que veo tu no encajas en ese grupo, celestial predilecto!_
_¡Aunque así fuera, Dios aborrece a esos pervertidos y yo como cristiana, también debo aborrecerlos, lo dice la biblia!_
Comencé a sentirla ofuscada, le respondí que _Está sucediendo lo mismo, de la abolición a la esclavitud. La biblia hablaba de la esclavitud como si fuera algo normal y cuando el presidente Lincoln, de los Estados Unidos, la abolió y otros países antes se produjo el caos, que le costó la muerte, la de él y tantos más, ellos son diferente y nada más, igual a los paralíticos, los ciegos, o los síndrome de down, todos ellos nacieron defectuosos, en total, cada uno busca sus placeres y su felicidad a su antojo modo_ Carlos sonrió.
_Más encima quieren criar hijos_ Continuando con su debate, le respondí que.
_Son seres igual a nosotros, solo porque se acuestan juntos, simplemente eso, serían excelentes padres y madres, criarían niños estables, emocional y físicamente, con mucho amor, diferente a los niños de padres alcohólicos, drogadictos, padres mal tratadores o a los niños que son abandonados, porque sus padres rehicieron su vida y son un estorbo para ellos_
La mirada que me clavo mi esposo, me dio a entender que ya era suficiente.
_Aun así todos los cristianos votaremos en contra de esa corrupción_ .
En el trayecto hacia mi casa, comprendí que se estaba frente a un gran y poderoso adversario. Me encantaba la idea de la educación gratis, Respiré muy desanimada, recordando al padre ausente que había escogido para mis hijos, sin amor, sin tiempo para sus hijos, niños carentes de consejos, de juegos, de complicidad paterna. Luego entendí, que la terquedad adquirida por los cristianos, es la misma que me embargaba a mí, atada a esa terquedad que me mantenía sumida en un lago de odiosidad, de maldiciones, de soledad, de incertidumbre, por momentos encolerizada, por los amargos recuerdos, de esos treinta años de un matrimonio, que me estancó, me cambió, me comprometió, a una lucha constante, nadando contra la corriente, de esas aguas turbias, que no me dejaban ver a los míos, mis hijos, los que crecían carentes de un padre comprometido, de un padre consciente de las inquietudes, de las carencias normales, de todo adolescente. Cargando con las equivocadas responsabilidades. Responsabilidades que luego fueron cuestionadas y rechazadas por el propio padre. Fue ahí donde despertó en mí la cólera adormecida, haciéndole ver sus faltas, sus arraigados vicios, los que mantuvo sin percatarme, desde antes de casarnos, desestimando los dichos y advertencias de mí amado padre, me casé, sin tener claro de la calidad de amor que recibiría. Un amor excesivamente pobre, mezquino a mi juicio, comparándolo con el dulce, dedicado y tierno amor, que yo le entregaba cada minuto juntos, sin cuestionarle sus faltas, sus diferencias.
Me fui temprano, ofreciéndome cómo bocal de mesa, me quede toda la jornada de sufragio, luego llegaron mis amigas, sentadas corroboran mi pensamiento sospechoso, las monjas llegaban en grupos, lo que jamás se había contemplado, aparecieron evangélicas de todas las sectas.
_Creo que despertó en las cristianas el deber cívico_ Murmuró la Cote.
_Seguro que por sufragar por el adversario, se elimina el mariconeo_ Justificó irónica Laura, reímos disimuladas a trío.
El día decisivo había terminado, mi sospecha estaba fundada, los creyentes se habían revelado, ganaron por mayoría, la educación gratis, se había esfumado, todos felices por el
Castigo, por aceptar la unión civil igualitaria. Felices la cristiandad por haberlo logrado. Se vino a mi memoria la felicidad, la misma felicidad que sentía, al zafar alguna amante de mi esposo, me sentía triunfadora por muchos días, hasta que llegaban los comentarios, sobre alguna nueva conquista, de mí desvergonzado esposo. El sufrimiento era el primer paso, el segundo la indignación, la venganza, cuantas veces trataba de llegar lo más tarde posible para que sintiera la falta de mi presencia, otras cogía el dinero de las cuentas pendientes, gastándolo en prendas de vestir, ropa para mis hijos, luego dándolo por perdido y por último me sobrevenía las ansias de lucha "aún no había nacido la mujer que me quitara un hombre menos a mí marido"
El momento que se grabó por siempre en mi memoria, fue el día en que caminaba a la casa de una mujer, Encontrándome en el camino a mi hijo mayor.
_¿Dónde vas mamá?_ Me pregunta, al ver mi rostro enardecido por la cólera, después de enterarme, que caminaban de la mano hacia un restorán costero.
Mirándome con cara de lastima me hizo devolver, asegurándome que él hablaría con ella. Carlos Enterándose del hecho, denotaba la cara de ogro, demostrando molestia.
¿Por qué la felicidad de una mujer, tiene que depender del hombre? Fue el día cuando maltrató verbalmente a Camilo, nuestro hijo mayor.
_Lo que estás diciendo, es una vil mentira, Camilo a permanecido toda la tarde a mi lado_
Tajantemente negué, negué para dejarla por mentirosa ante Carlos, si ella era una zorra yo era una leona, reina de mi propia jungla. Enseguida lo reproché, diciéndole que a esa mujer la estás conociendo ahora y a tu hijo lo conoces toda su vida. Camilo se retiró a su cuarto, y yo aproveché para terminar de enrostrarle que ya estaba enterada, de su nuevo engaño.
_ Llévala a la playa y ocupala cuando quieras, pero a mi casa no me traes líos de falda_ Lo negó, diciendo que eso jamás ha existido y se fue al cuarto de alojados, terminando de decirme "ordinaria" El descontrol en mi no debía existir, apartarme del feminismo imposible.
A estas alturas y después de todo lo vivido, no le iría a rogar para que regresara a mi cama, como siempre lo había hecho, aun sabiendo que era yo quien tenía la razón. Me fui a mi cama ensimismada y a la vez la ira se apoderaba de mis pensamientos, de mi propia lógica. Recostada repasé lo sucedido, el mal trato hacia Camilo "ésta perra las tiene que pagar" murmurando bajé de la cama. Me cambié ropa, buzo y zapatillas, era lo más cómodo para la ocasión, tomé el vehículo arrendado por la semana y llegué hasta la personalidad de la ocasión, la que regaba el césped. Quizás mi actitud le produjo temor, diciéndome que no me acercara, o estaba advertida de mis reacciones, la tranquilicé, diciéndole que solo deseaba conversar. Paradas de frente, ella de tacos, aún así mi porte se imponía. La sentí desdichada, la típica mujer que busca atención, halagos y placeres, que no encuentra con su pareja y porque no decirlo, algún usufructo que le alegre su existir. Pero en fin, no venía a sacar conjeturas.
_No quiero que vuelvas a inmiscuir a uno de mis hijos en tus líos de cama_
_Tu hijo me vino a insultar, es un ordinario_ Me sulfuré, aún así mantuve la calma.
_Ordinario, por reclamar la paz de su hogar, el tiempo y la plata que le corresponde, el que tú le quitas_ No sentía necesario perder mi calma, quise retirarme, dirigiendo la mirada hacia la salida.
_Tu hijo lo que necesita es un par de palos bien dados, por metiche_ Esta mujer no había entendido el mensaje, sentí que eso para ella era lo más natural, conseguir amante, para ella era conseguir entretención nueva. Le planté una cachetada, con toda mi fuerza y mi brazo extendido. Quedándole su mejilla sonrojada, transformándose en una gata embravecida, quiso tomarme del pelo, sin lograrlo, percibió la manguera con el agua que corría hacia un lado, en su mano y me mojo, intentó pegarme con la misma, hasta que por fin logré quitársela, quedando las dos mojadas. La continué mojando, corriendo al interior de la casa, yo atrás apuntándola con el chorro de agua fresca, ella introducida en una habitación, yo haciendo las mías, mojando todo lo que mis enturbiados ojos, podían ver.
Mojada tratando de abrir la puerta de entrada a mi casa, aparecen dos carabineros a mis espaldas, giro hacia ellos para saber lo que buscaban, por supuesto, me había denunciado, sentí el descaro de su parte.
_Señora Camila_ Se dirigió uno de ellos, fruncí mi boca y le hice la venia, sintiendo el frescor de la ropa.
_Tenemos que conversar, tiene que acompañarnos_ Sentí la helada ropa mojada en mi cuerpo.
_¿Me puedo cambiar la ropa primero? Porque estoy mojada_ No lo permitieron, menos que llevara el vehículo. Me mantuve callada, sin emitir comentario, ni fomentar pregunta.
_¿Porqué se dirigió a la casa de la señora Marcela, para pegarle?_
_Antes que nada, me podría explicar ¿a qué se debe mi detención?_ A parte de acusarme por lo cometido, agregó unas desproporcionadas sandeces. Les di a entender lo sucedido, con lujo de detalle, se miraban en cada versión explicada y terminé pidiendo una demanda por adulterio. Volvieron a mirarse. Al cabo de un instante, me dieron a entender que se comunicarían con migo y que me podía retirar. A pie a ésta altura de la noche estaba propensa a todo. Decidí correr, por ratos trotaba, el viento de mitad del verano, dejaba mi cuerpo helado, la ropa húmeda se adhería a mi piel, continué el trote, hasta llegar a mi destino. Una ducha tibia y un café caliente, me quitaron el entumecido frío. Pisaba los cincuenta años, sintiendo las ganas de abandonar la lucha, que se había arraigado en mí, quise llorar, lloré, porque sé y lo tenía bien sabido que después de hacerlo, me quitaría la impotencia, la amargura de mi existencia. Me dormí, sabiendo que mañana sería un nuevo día.
Los días subsiguientes, fueron de indiferencia, hacia los niños y por supuesto conmigo, fue evidente que le dieron el termino a su amorío, era claro que fue la iniciativa de ella, por tener una esposa incoherente, yo siempre había sido la loca, la rara, la despreocupada; porque su ropa interior siempre estaba descosida o manchada, en ciertas ocasiones debía usar la mía, porque el viento se la llevaba. Eso si mis calcetines floreados no lucían muy bien en esas piernas masculinas. Mi esposo preocupado, se compraba su ropa interior muy exclusiva pero prefería dejarla en su vehículo "Ya no tenía polola" como no tenía donde pasar a entretenerse, se encerraba en su garaje, haciendo quien sabe qué cosa. Con mis hijos, no quisimos seguir, recibiendo amonestaciones, tomamos nuestra carpa y nos fuimos al sur.
Al llegar, descubrí que había cambiado la modalidad, ya no tenía polola, solo sitas, eso se lo aconsejo un amigo, tomaba el diario y escogía la que mejor le parecía, porque la mayoría es joven y espectaculares, total solo eran diez mil pesos, una caracha, todo más económico, hasta su cierto punto, porque el caballero se había enamorado, de una joven y la llamaba la mayoría de los días. La muchacha dándose cuenta, sacaba partido de la situación. Unos días después de regresar, lo fui a encontrar a su trabajo, lo esperé, tomó su vehículo y partió al encuentro de su amada, un motel fue el punto de encuentro. No hice nada, no dije nada, me fui a esperarlo. A éstas alturas mis sentimientos ya no existían, solo actuaba por inercia. Me fui a esperarlo, en casa lo esperaba una receta médica, con un alto valor, la infección urinaria era terrible, esto significaba cuarentena y al pobre se le perdió su billetera, junto a su porta documento, en esos días solo le alcanzaba para viajar en bus y que lastima porque en el bus siempre se pierden los celulares.
Un amigo le prestó su tarjeta, para que adquiriera un nuevo celular, la mala suerte fue que al segundo día de comprado, se le extravía, encontrándolo en la taza del inodoro.
_ ¡Qué descuidado mi amor, sea más cuidadoso!_ Suspiró desanimado. Todo le funcionaba mal, por esos días. Teniendo la osadía, me confesó que estaba enamorado, pero no él, sino su amigo.
Lo peor es que sin plata no la puede ver. Al escucharlo Camilo, no calló su opinión.
_A tu amigo le falto leer: Juventud en éxtasis. Ese libro enseña a controlarse sexualmente, porque, por lo que veo tu amigo es un degenerado_ Lo miró con ganas de estrangularlo y antes que dijera nada, lo interrumpí.
_Excelente su opinión hijo, esos ejemplos se consideran, ese hombre en vez de sesos tiene una pudrición en su cabeza, pobre familia como la pasara_ Partió a encerrarse a su garaje.
En los últimos días de febrero, hizo que sus pagos en cheques salieran a mi nombre, continuábamos con la mala suerte "me asaltaron"
_¿Qué nos pasa? Parece que estamos maldecidos_ Lloraba, mis lágrimas brotaban, ya el llanto era tan parte de mi vida, que brotaba en el menor indicio. El también lloró, estaba enternecido, lo miré, sentí algo de compasión, ese tipo de mujeres no se enamora, si fuera una mujer real, le entregaría su libertad, pero no, él era el padre de mis hijos y por ellos debía protegerlo. Como dice el dicho "El corazón tiene motivos que la razón no alcanza a comprender"
Adelgazó, lucía demacrado, ese amor enfermizo lo estaba destruyendo. Los niños quejándose por falta de útiles, esa era la oportunidad para que le llegara el cable a tierra. Lo exigí que hiciera algo por las necesidades de los niños, lo mandé que fuera con mis hermanas, para que le facilitaran el dinero.
Camilo decidió casarse, el mismo día de su cumpleaños, la primera semana de marzo. El consejo de su padre fue su vivido ejemplo "NO GORREES NUNCA A TU MUJER, PORQUE A PARTIR DE LA PRIMERA, SE TRANSFORMA EN UN VICIO"
Mi hijo se casaba, se casaba casto, esperando su primera noche, su castidad se debía a mis constantes y acaecidos consejos "El pololeo es para conocerse, emocionalmente y no sexualmente, el hombre no debe ser un ofrecido, ni un oportunista y aparte de tantas otras frases, la más repetitiva era la "no seas como tu padre" Mis otras dos hermanas solo tienen mujeres y las considero que las han formado, con demasiada mente abierta. Recuerdo el día cuando mi hermana Catalina me sorprendió aconsejándolo me dijo, si sigues con esos concejitos, vas a hacer de tu hijo un miserable misógino. Además le relataba mi experiencia con su padre, de sus repetitivas formas de insinuar el sexo, desde la primera cita. Mas que feliz estaba preocupada, por si no funcionaba el matrimonio por causa del sexo. Se lo hice saber a Laura "Que te preocupas, si una que tenga vulva y el otro pene, está todo perfecto" recuerda mañana éstos cabros van a andar cagaos de la risa. Me arrojó su típico adagio.
Fue de esa forma, que llegaron de su luna de miel, sonrientes, alegres, Camilo me abrazó dándome las gracias, por la forma que lo había enseñado.
Después del conteo de votos, decidí regresar a casa, para certificar el escrutinio nacional. Mis dos amigas se quedaron a tomar la once, mi esposo continuaba en el dormitorio, la vida lo había hecho cambiar, lo sentía sereno, equilibrado, comparándolo con el hombre que fue en las décadas pasadas. Por ese entonces haciéndose notar, coqueteaba y las piropeaba a todas, excepto a estas dos que hoy me acompañan, éstas dos que comparten mi línea de la pulcritud, la línea de la diversión sana. Las dos que comparten el dicho "Cual es el objetivo de andarse echando huevones encima" Esos piropos que resultándole, terminaban en una cama, amigas de mi infancia, amigas de mi juventud, amigas vecinas, todas cayeron rendidas, no entendía si era por los halagos, jamás he podido comprender la razón, que las llevaba a hacerle daño a su amiga incondicional, como comprenderlas, si en cada situación difícil las apoyé. Recordé a la Sonia mi vecina, que compartió mi mesa, le dediqué mi cariño a sus hijos, mí tiempo, escuchándole sus problemas. Justo el día antes del deceso de mi padre, los encontré desnudos en mi propia cama, en el preciso acto sexual. Había entrado con sumo cuidado, a no hacer ruido. Dirigiéndome a la habitación la que se encontraba con la puerta abierta los miré un par de segundos y me fui a caminar, caminé hacia el río, ya la noche había llegado, había llegado junto con mi desengaño. Sentada junto a un árbol observé la claridad de la luna reflejada en el agua y lloré, lloré hasta cansarme, lloré hasta dormirme. Despertada por el sol que pegaba en mi cara, transpirada sintiendo gusanos que transitaban, por mi rostro, por mi cuerpo y mi cabeza. Exaltada, más bien aterrada, me levanté, los que no eran gusanos, si no cuncunas picándome, muchas cuncunas, que sacudía, que arrojaba con mis manos, logrando despojarlas de mí. Caminé a mi casa, Encontrándome a la mujerzuela que había tenido por amiga. Caminé erguida, Tomándome mi larga cabellera, disimulando no verla, caminé por su lado, me hablaba, cada vez más fuerte, pero la ignoré. Introducida en la casa, me fui directo al dormitorio, la cama estaba desordenada. Sentí una impotente, indignación, luego sentí golpear la puerta, era ella, la descarada.
_Estoy ocupada, no puedo atender a nadie_ Le grité sin abrir la puerta.
_Soy yo, ábreme_
_¡A nadie, dije!_ Me retiré de la puerta y me tendí en el sofá, al cabo de un momento, muy lejos sentí la campana del recolector de basura, sonido que se acercaba cada vez más. Tomé el puñado de ropa, entre sabanas, frazadas y cobertor, los lancé al basurero, luego le pedí al mismo recolector que retirara el colchón junto a la marquesa.
Por la tarde, cuando llegó le serví su comida, luego se dirigió al dormitorio.
_¿Y la cama?_ Preguntó sorprendido.
_ Cuando llegué, no estaba, pensé que tú la sacaste_ Negó moviendo su cabeza.
_¡Entonces alguien la saco, alguna maraca, porque las maracas siempre se roban las cosas ajenas!_ No esperando respuesta me fui a la cocina. Terminaba de asear, cuando sentí el teléfono.
_¡Camila, tu papá murió!_ Me cedió el teléfono sonriendo. Terminé de recibir la información y me fui. Inesperada noticia. Las dos noches no se quedó al funeral, no me importaba, solo el dolor por la pérdida de mi padre, es lo que rasgaba mi alma. En el primer día apareció ella, sin conocer la casa de mis padres. Se lo había pedido que por favor no le informara a la Sonia, ignorando mi pedido, lo hizo igual. Cuando llegó por la tarde, lo miré seria, deseando ser hombre por un minuto, me retiré de su presencia ignorándolo. Al volver del funeral, encontré una cama nueva.
Dios castiga, pero no a palo, fue el día que reí
con alevosía, cuando su esposo la dejó, por ir a vivir con otra vecina, igual a ella de despreciable. Fue la primera vez que dije el dicho "No a nacido la mujer que me robe un hombre" me costó, estuvo a punto, pero no lo logró. Me humille, fue el día del bingo, cuando le pedí, que me acompañara. Respondiéndome que si no llevamos a la Sonia, el no iba "porque a la pobrecita la dejó su marido" Sufrí, cuando se quedaba por las noches fuera, después que le prohibí, que entrara su cara de yegua loca a la casa. Me arrastre, hincada le lloré que no se fuera. Triunfé, me sentí aliviada, el día que retiró sus pertenencias de la casa para ir a vivir a otra comuna.
No fue lo mismo, el día que Camilo lo encontró con una amiga de él en nuestra cama. Fue el día que las palabras de mi hijo hirieron mi alma.
_Mamá, tú no te amas, no te respetas, ¿Cómo permites que mi papá se acueste con una mujer, en tu cama?_ Fue el día que quise tirar todo por la borda. Pasé por la tarde, a la casa de mi madre y le informé que me separaba. Mi madre machista, más que consejo, me sermoneó.
_¿Tú estás loca? Tu padre me gorreó ciento de veces y jamás lo dejé, hasta la reina Isabel ha sido gorreada y no te van a gorrear a ti_ Me sentí apocada, las palabras de mi madre me dolieron, me quedé con la mirada fija en la misma nada, esperaba más de ella. Me fui a mi antiguo cuarto, intenté llorar, mis ojos se humedecieron, recordé mi soltería, lo feliz e independiente que me sentía, con mis pensamientos claros, mis metas definidas. Ya que no permitió mi amistad con Jorge, justifiqué mi soltería. El pero era la intervención de mi madre, te debes casar, debes encontrar un esposo, eres una solterona, todas se casan menos tú, por todo y a cada momento sacaba la campanilla del recordatorio. Al despedirme me abrazó, hablándome al oído, me dijo que no fuera tonta, que después entendería. La sentí sutil, aferrada a sus brazos lloré. Me decía que él me amaba, que era su esencia de hombre, que le sacara provecho a la situación. Camino a casa reaccioné, era mi madre, jamás iba a querer nada malo para mí.
Con mis amigas reímos por los sucesos ocasionados, mostrados en la televisión, unos llegaron vestidos de papá Noel, otros de hombre araña, lo que nos bajo enardecida risa fue el joven que se paseó desnudo mostrando su patineta eléctrica. La Cote y Laura se marcharon a su casa, apareciendo en el comedor Carlos, ganaron los cristianos, le comente, me abrazó y dándome a entender, que igual se debía trabajar, que de la misma forma se debía generar recursos, terminando por darme una leve sonrisa. Fue el instante que recordé, el día que le reproché su conducta, su forma de llevar el matrimonio, su indiferencia hacia mí, su falta de atención con sus hijos. Fue el mismo abrazo, la misma atención, pensando conformarme, diciéndome que yo era la catedral y el resto las capillas. No escuché lo que deseaba, tampoco escuché promesas, me quedé con su irónico y a la vez cruel comentario. Lo rechacé confirmándole, que él era el único en mi vida y yo deseaba a la vez ser la única en su vida, tuve la valentía y le recordé, que el hombre gorrero era lejos el más gorreado.
_Eso significa que sales con otros hombres_ Me lo dijo indignado, le di de beber de su misma agua, diciéndole que pensara lo que quisiera.
Me dejé abrazar, lo necesitaba, él nunca fue de halagos, ni de abrazos. En todo nuestro matrimonio, fue tan solo un par de ocasiones que le escuché decir, te amo. No se lo creía, enseguida le preguntaba si era de verdad o de mentira, quizás lo decía por remordimiento, o decía para conformarme, al ver mi rostro desconsolado. Pero hoy sentí, que deseaba hacerlo y yo también, mucho tiempo lo anhelaba. Pero al cabo de un momento, sentí un rechazo y me aparté con excesiva y repentina brusquedad. Preguntándome, qué era lo que me pasaba, me hapañó con más ahínco, diciéndome que lo aprovechara, que éste era mí tiempo, nuestro tiempo. Lo miré a la cara y le discutí, que todo nuestro matrimonio había sido nuestro tiempo. El siempre aprovechaba el inesperado momento, como cuando por casualidad lo encontré entrando a un motel, con la vecina de mi madre. Esperé que estacionara el vehículo, tomaran una habitación, calculé el tiempo que se desbistieran y entré, en recepción me pusieron obstáculo, fingí un trio, haciendo entre ver mi atraso. Desnuda la saque de la maloliente habitación. Mientras lo reprendía, la mujer imploraba su ropa, reía desnudo mostrando su varonil y joven cuerpo, restándole importancia a su acompañante, me abalanzó a la aún ordenada cama, diciéndome que aprobecháramos la habitación. También sonreí, me levante supuestamente para sacarme la ropa y fue en ese momento que tomé el puñado de ropa de los dos y salí, dando apresurados francos, la ropa de ella se la fui a entregar a su marido y la de él la tiré a la lavadora, con documentos y llaves, todo podía estar contaminado. La fogosa vecina, llegó a la casa de mi madre a pedir auxilio, para que distorsionara lo acontecido. Mi hermana Catalina, se encontraba de visita, sintiéndole lastima intervino, cuando apareció junto al desesperado de celos y a la vez cornudo esposo, diciéndole que yo estaba celosa de ella, porque mi marido la encontraba excesivamente atractiva y yo le saqué la ropa, cuando supuestamente ella se bañaba en la casa de mi madre. Lo que no sabía el pobre hombre, era que a su mujer todos los vecinos le conocían sus andanzas y la aludían con distintos apelativos. Esta singular mujerzuela, de piernas cortas, dotada de poca estatura, algo gruesa y para colmo de abultada barriga, pero lo que más poseía, era amor propio, coquetona por naturaleza y de caminar producido, meneando la cola por doquier, se la jugaba a ser mina.
Carlos llamó a su hermano mayor, para que les llevara ropa, éste no entendió y les llevó un par de vestidos floreados, comprados en la ropa usada, con ese peculiar olor ha guardado. Dejándolo en la casa, no dudo en reprocharme mi mala actitud, lo Callé, prohibiéndole que opinara sobre mi proceder, le dije que mejor conversara con el desaforado de su hermano, que hastiada me tenía con sus fornicaciones, pero el descarado sonreía y concordaba con las opiniones de su machista hermano. En la noche me coloqué el vestido, diciéndole que a mí me asentaba mejor, al día siguiente encontró el vestido transformado en lindos individuales. Los miró, haciendo una muestra de desagrado, movió la cabeza. Quise creer, que toda ésta raza tenia falta de conocimiento, acerca del respeto hacia el cónyuge. Lo corroboré, al cerciorarme como el resto de sus hermanos, tanto hombres, como mujeres, engañaban a sus parejas. Al dialogar con su madre, sobre éste tema, me dio versiones incaicas, más bien musulmanas. No podía creer lo que escuchaba, como esos pensamientos podían brotar a éste lado del mundo, yo que siempre he objetado, esa conducta de aquellos hombres, que dicen amar a nuestro padre Dios. Tenían esas mujeres enclaustradas, forradas hasta la misma coronilla para que ellos no tengan, pensamientos pecaminosos. Los consideraba infames hombres degenerados.
Cambié después de esa horrible conversación, atreviéndome a castigarlo, cada vez con mayor severidad, recuerdo el día cuando los jóvenes del barrio, me informaron que el perla pasaba a la casa de una vecina, de dos cuadras de la mía. Hice que entraran a asaltarlo, le quitaran todo y lo lanzaran a la calle como estuviera, llego corriendo solo con slip y calcetines. Tocaba el timbre, una y otra vez, no tuve compasión de acercarme a la puerta, eso sí llamé a su madre a que se lo llevara. La señora no entendía, como yo la loca desgraciada, podía atreverme a tanta bajeza con su pobre hijo. Luego de esa ocasión, no pudo entrar a la casa, volvió al año exacto, ni un día antes, ni un día después. Me mandaba flores, en las visitas de su padre me pedía que lo perdonara, que él me amaba, pero a mí esa clase de amor no me servía, más bien me enfermaba "entiéndame" terminé por decirle que ya no lo amaba. Al día siguiente de esa conversación vino a la casa, de rodillas me pidió que lo perdonara, lloraba aferrado a mi falda. Reí le dije que el mundo daba vueltas y que recordara cuando yo de rodillas le lloraba, pero para que no se fuera.
_Está bien te perdono, puedes volver a la casa, pero al año justo_ Aun faltaba un par de meces, me miró sorprendido, terminé de decirle que esa era la condición. Al cabo del año de regresar a casa, le di cuarenta días de reposo "no sabía en qué condiciones llegaba"
Estaba exhausta, lo peor del caso, era que ya le había perdido el respeto, lanzándole infinidad de palabrotas, las que luego me arrepentía, porque yo no era de insultos, de andar por la vida humillando, al ser que se ponía por delante y me dolía, con el tiempo me había puesto una retrechera, solo actuaba, por decisión voluntariosa.
Después de bañarme y con piyama puesto, me quedé en la sala de estar, mirando televisión. Me gusta conocer los detalles, mirar los pormenores, de los acontecimientos relevantes, que suceden en éste tiempo, la época que estoy viviendo. Buscando y buscando, el canal que mayor comentarios tuvieran, estando parejos me quedé con uno, donde un político cuenta, que varios de su partido si no ganaban se habían ido del país, comparé la pasión de la política, es tan fuerte, como el amor. Se vino a mi memoria, los primeros años de mi matrimonio, con mis tres hijos pequeños y un marido, más que marido, se veía un pensionista, un exigente pensionista, regañaba por las comidas muy calientes, por las camisas sin planchar, por no abrirle la puerta al primer timbre, al exigirle respuesta por la camisa manchada con labial "el tenía derecho a tener amistades" por la madrugada de los sábados no servirle la comida, porque él estaba trabajando y los niños los domingos debían estar en absoluto silencio. No era vida para niños, congelé mis trabajos, cogí sus ropas, llame un taxi, pase al supermercado y me fui al campo, cabaña de mi hermana Mariana, que por el invierno permanecía sola, me había entregado una copia de llaves, para que fuera cuando quisiera. Al recorrer el bajo me encontré con una vaquilla parida, bramaba, la rescaté sacándola de entre las ramas, como llegó a ese encierro, no lo sabía, su pequeñita criatura pegada a su teta, sin conseguir su alimento, le di de beber y la dejé pastas. Se veía venir una tormenta, las nubes nimbos tratos ennegrecidas, repletaban el cielo y el viento nortino, corría embravecido. Los niños jugaban alborotados, felices, libres, los mellizos encaramados uno del otro, fingiendo ser caballo, los dejé libre, su felicidad me alegró. Continúe en mi labor, recolectando leña, los piñones caídos, todo serviría para pasar el invierno.
Tres meces duró la mercadería, solo quedaba un poco de harina, piñones, azúcar, sal y leche de la vaca, que se dejaba ordeñar. De vez en cuando recogía champiñones, las que siempre me ha gustado nombrarlas, por el nombre que las conocí callampas. Luego de consumir todo éste poco alimento, me levanté por la mañana con la incertidumbre, de ¿Qué les iba a dar de comer a mis hijos? Camilo, Sebastián y Cristóbal, cuatro bocas, incluyendo la mía. Miraba por el ventanal, hacia el gran oeste, verdes montañas, grandes prados, a lo lejos un par de cabañas desocupadas, de improviso observé la casona de adobe de don Juan, único propietario que residía, en éste gran solitario y hermoso lugar. Los niños dormían, faltando horas para su despertar. Me fui apresurada, pasando por debajo de cercos, saltando las vertientes, subiendo y bajando colinas, hasta que llegué a mi destino, la señora Cristina, Tomaba mate junto al fogón de la cocina. Le dije que iba a comprarle alimentos porque me quede sin nada, me regaló de todo un poco, subió las bolsas al caballo a su costado y me hizo subir. En el camino le conté de la vaca.
_¿Es la roja con blanco?_ Me preguntó sin desviar la vista del camino, me contó que se la habían sacado del mismo establo, lo que no sabía es que estaba preñada. Al llegar la acarició y me contó que cuando chica la rescató de una vega, la abrasaba daba a entender que sentía especial cariño por el animal.
¡Me la tengo que llevar! Me dijo al tiempo que seguía abrazándola. Quedé preocupada, no sabía qué leche darle a mis hijos. No pasaron ni veinte minutos, cuando llegó con otra vaca, blanca con negro y su cría recién parida, me alegré. Subiendo al caballo me contó que iba al pueblo, si quería encargar algo. Los mellizos estaban de cumpleaño, Camilo les escribió una carta, en éste tiempo me había dedicado a enseñarle a escribir, le dije que se la leyera, porque ellos aun no sabían leer. Cumplían tres años y Camilo andaba en los cinco, estaban felices, lo que me sorprendía era que jamás mencionaban a su padre. Por la tarde siento un vehículo, un poco antes de cantarles la canción, Mariana aparece, con regalos y paquetes en las manos, me abrazo, riendo me decía que sabía que estaba en la cabaña, que tenía a todos locos de angustia, sobre todo a Carlos, el pobre se la pasa en la casa de la mamá, pensando que la puedes llamar. Luego llegó la señora Cristina, por fin les cantamos "que los cumplan feliz, feliz, feliz" Los niños rendidos se fueron a la cama, la señora Cristina se marcho antes que anocheciera, Mariana sacó dos copas, y las llenó del vino añejo, que trajo nuestra alejada y apreciada vecina. El vino sabía dulce y mariana se fue entre copa y copa, comenzó diciendo que las mujeres sabíamos cuando nuestros esposos nos eran infieles, que nos hiciéramos las tontas era otra cosa, luego rió y dijo para algo bueno que sirviera la cabaña alguna vez, me sorprendió, fingiendo estar ebria, le dije que apostaba que fue Julián el que le dijo que yo estaba allí, movió la cabeza afirmando mi pregunta. Riendo le dije "seguro que venía a ocupar la cabaña" reímos, como si habíamos hecho una maldad, luego dijo que Carlos parecía un perro envenenado, volvimos a reír con más ahínco.
Por la mañana del día siguiente, Mariana desayunaba con los niños, sentí que había dormido una eternidad, me levanté apresurada, recordé la vaca, la leche de los niños me puse las votas y me lave las manos. La leche caía como nunca, saque el tiesto y sentí que ésta vez también podría yo tomar, sin sentir que les podía faltar a mis crios, curiosa llegó Mariana y puse a amamantar el ternero, nos fuimos a la casa, adentro le serví un vaso y me serví otro yo, me miraba con cara de burla, no encontré nada mejor que seguirle el juego, continuó riendo con mayor fuerza, solo seguí con su tono, la verdad era que su risa me contagiaba.
_Nunca pensé que aprenderías a sacar leche_
_Yo tampoco_ Le respondí sonriendo, a la vez que me sentaba.
¿Te gusta estar aquí?_
_Me relaja, los días aquí, pasan con absoluta tranquilidad, los disfruto, los niños se ven felices, aprovecho de enseñarles, lejos han sido mis mejores vacaciones. Dile a tu marido que ya me fui_ Volvimos a reír en complicidad. Mariana se marcho tarde, justificando que al día siguiente, debía trabajar.
Al tercer día aparece Julián, con una señorita, sospechando algo raro, mandaba a los niños a la cama temprano. La invita a entrar, ya adentro la abraza, parada sin pronunciar palabra, hasta que se percataron de mi presencia.
_ ¡Camila! Pensé que ya estabas en tu casa_
_ ¡Qué desfachatez la tuya!_ Tomé la tetera con la leche hervida y se las lanzo, los rocíe a los dos por igual. Quejándose de dolor, abrieron la puerta, el vehículo se sintió alejarse a los minutos del incidente. Los niños dormían plácidos, la noche estaba encima, el silencio encaramado en éste vasto espacio ennegrecido, solo el cielo infinito hacia reseña en su gala de estrellas, la luna, la busque con esmero, hasta por los espacios que jamás la encontraría, hoy no me quiso acompañar. Volví la mirada hacia el espacio terrestre, no había nada, como si todo había sido devorado, predominaba la siniestra oscuridad. En la ducha corría el agua tibia por mí cuerpo, mi cuerpo que se había despertado, acalorado me pedía sexo, dejé que pasara, se alejaría solo. Me sequé, introducida en la cama y con el ardor penetrado, sin querer irse hice mi oración de la noche, me recosté, apagué la luz, quieta queriendo dormir, pero mi cuerpo me lo impidió, el ardor deseoso era más fuerte. Enardecida prendí la luz, llevé mi mano a mi vulva, mirando el techo me masturbe, nunca antes había sentido un placer tan intenso, cerré mis ojos para dejar sentir un placer que envolvía todo mi ser. Después de volverme a bañar, volví a la cama, reí, tomé la almohada y la apreté en mi rostro, para no despertar los niños y reír.
El castigo tuvo su precio, al medio día del siguiente, llega mi madre, reprendiéndome por la maldad que había cometido, como era posible, en qué estaba pensando cuando los quemé. El pobre había llegado con la piel enrojecida y llena de ampollas ¡lo quemaste!
_ ¡Me estoy dando cuenta que actúas como una verdadera loca! te arrancas de tu casa, para enclaustrarte en este campo, ¿Qué pasa por tu cabeza? Todos preocupados por la niña, el pobre Carlos pasa todos los días a preguntarme si sé algo_
_ ¿Cómo se enteró que estaba aquí?_ Curiosa, la interrogué, porque Mariana jamás me defraudaría.
_ Julián pasó anoche junto a su amiga, para que los curara, los mandé al hospital, no me quedaban insumos médicos_
_ ¡Qué descarado por Dios! Le pasa a mostrar su amante, no permita que le falte el respeto_
_ Los hombres la mayoría son igual_ Me lo dijo con una resignación ya vivida.
_ Las madres tenemos la culpa por criar hijos sueltos, sin respeto ni moral, como si el engaño fuera natural_
Mi madre se retiró, convencida que no debía decirle a Carlos de mi paradero. El taxi se alejaba y los niños le hacían seña de despedida.
A la semana siguiente, Julián se encuentra con Carlos, en un estacionamiento automotriz, aún con indignación no dudó en contarle a Carlos de mi estadía en el campo. Llegando entrada la tarde, los niños me daban las buenas noches, cuando gritan jubilosos, a trío papá, abalanzándose a sus brazos.
Luego me abraza y sin esperar me pregunta por mi huida de la casa, le di a entender que su mala actitud me hartó, que me entristecía ver los niños en silencio y que mi prioridad es la felicidad de mis hijos. Nos fuimos a la cama prometiéndome que cambiaría, que no se había dado cuenta de su actitud, terminó diciendo que nosotros éramos su razón de vivir, lo mucho que había sufrido y haciéndome prometer que nunca más lo hiciera. A la mañana siguiente de madrugada me levanté para sacar la leche, ya de vuelta en la cocina, aparece un poco apresurado, diciéndome que aliste a los niños para irnos.
_Imposible, me pasaron una vaca y la vienen a buscar en la próxima semana, no la puedo dejar sola_ Fue mi consistente respuesta. Sentí la trivialidad en sus palabras, lo urgido por retirarse. Los niños le conversan sus infantiles aventuras, él enajenado de toda sutileza paternal, su actitud me violenta, terminé por exigirle su atención con los niños.
_Los niños te aman y merecen ser amados por su padre ¿Es mucho pedirte? ¡Préstales atención!_ Me retiré a buscar leña, aparece abrazándome tras mío, repitiendo que me había extrañado.
_Yo nada, tampoco te he necesitado, agradeseles a los niños por aceptarte en mi vida, no eres lo que fingías ser_ Continué llenando la canasta y con canasta en brazos le sugerí que se fuera a trabajar.
Había llegado el fin de semana, Catalina junto a Mariana llegaron al despertar el alba, unidas desayunamos, comentando la venida de nuestra madre, la desfachatez de Julián y las promesas de Carlos. Luego escuchando la radio del pueblo, nos enteramos de la feria costumbrista, que se hacía cada año en esa fecha, les pedí que fuéramos, creo que necesitaba ver gente, a beses no entendía como la señora Cristina se lo pasaba tanto tiempo sin hacerlo, estuvimos toda la tarde, creo que yo me divertí tanto o más que los niños. Al llegar a la entrada de la casa y ya de noche, encontramos un paquete, con golosinas para los niños y una breve nota que decía "los esperé mucho rato Carlos" los niños cansados se fueron a su cama y nosotras con mantas puestas, bajo la terraza comentando sobre nuestros afortunados esposos. Fue ahí donde me enteré del primer engaño de Carlos, Catalina lo vio desde su oficina, cruzando la plaza de la mano de su reciente conquista, luego en un café sentados tomándole la mano a su enamorada, mi abrupta risa salió al enterarme de la reacción de Catalina, al darles vuelta el café en la ropa y refregarle el pastel en la cara de la descarada, para darle a entender que el hombre estaba casado.
_No lo he vuelto a sorprender con ninguna más después de ese incidente, luego de un par de días del suceso me entero que tú desapareciste, hice que hasta los detectives lo interrogaran, por tu desaparición_ Me enajené, no quise saber nada más volví a llenar las copas con vino y puse música, las cantamos todas, sobre todo las canciones de protestas "Chile la alegría ya viene" "y va a caer y va a caer" terminando con "que hacen aquí estas gaviotas" nos sentimos libres, dueñas de nuestras vidas y realidades. Continuamos disfrutando ésta diversión guardando mi dolor, me había jurado fidelidad ante el altar, había prometido lealtad ante el civil, de nuevo llené las copas, fue en ese preciso instante que comienza la canción "va cayendo una lágrima por tu mejilla" cuando siento el lagrimón correr por la mía, mis hermanas se dieron cuenta al cantar, Catalina me abrazó, Mariana bajó la música, fue el momento para conversar el tema, solo Catalina se salvaba del engaño, la única que siempre ha sido dependiente, fingiendo no ser capaz para nada, pedía ayuda para lo más mínimo. Conversamos de los hijos, de la igual deslealtad de los hombres, de las infecciones venéreas, les dije que no me lo merecía, que no era justo.
Al fin de semana siguiente mis hermanas no me visitaron, nos fuimos con los niños a la casa de la señora Cristina, por la noche nos indilgó en la carreta con bueyes, hasta la entrada de la parcela, de nuevo un paquete con golosinas, colgaba en la puerta, no se lo mencioné a los niños, metidos en la cama los niños dormían plácidos, yo entretenida leía, cuando siento disparos, uno tras otro, sentí temor helándose mi cuerpo, los disparos los sentía cada vez más cerca, me fui a la cama de Camilo sin prender luces, al cabo de un rato, que en mí se formó una eternidad, los disparos cesaron, un vehículo se siente alejarse, por el ruido del vehículo me di cuenta que fue Carlos el causante de mi terror, inmóvil me quede hasta reconciliar el sueño. Despertándome temprano la señora Cristina, con pan caliente para el desayuno, me dijo que estaba preocupada por los disparos de la noche, hací que prefirió venir, a ver que estábamos bien. Carlos aparece a los instantes que la señora Cristina se marcha.
_ ¿Qué estás haciendo aquí?_ Le pregunté con mirada desafiante.
_Tu dijiste que entregabas la vaca y te ibas, te necesito en casa- Me respondió con voz suplicante.
_ ¿Me necesitas para gorrearme?_ Asombrado me fijó su mirada _¿Creías que no me iba a enterar? ¡Jamás lo pensé de ti!_ Apartó su mirada, fingiendo mirar hacia el lado.
_ Confías en los demás y no en mi_ Me respondió queriendo hacerme sentir culpable.
_ Te vio mi hermana, es lo mismo que te haya visto yo_ Sosegué mi euforia, al ver los niños venir, mi prioridad era la felicidad plena de mis hijos. Los mellizos corrían a pies descalzos después de pisotear y embetunarse con la feca caliente, recién depositada por la vaca, me causó risa, enloquecida risa cuando me decían que estaba calentita, muy seguro que me vieron utilizando la osta en la huerta, mi huerta orgánica, sin químicos. Los atendía riendo, mientras Carlos continuaba parado, acompañando con su leve sonrisa, la que se notaba nerviosa. Luego me introduje junto a los niños en la casa, siguiéndome llegó a mi lado, comentando que Mariana vendió el campo, solo por castigar a Julián y que él sabía que a mí me fascinaba el lugar y que había decidido comprarlo para regalármelo, fue en ese preciso momento en que saca los papeles del interior de su chaqueta, entregándome el titulo de la propiedad, a mi nombre. Las lágrimas rodaron por mis mejillas, una al lado de la otra, hoy pasaba de usurpadora a dueña de éste pedazo de paraíso, lugar que nos abrazaba con su aroma, sus paisajes, su dulce roció, con el trinar de los pájaros, con la lluvia que mojaba el verde pasto cuando se antojaba, con la cabaña que nos refugiaba de las oscuras noches. Me abrazó con esa suavidad que solo él sabe hacerlo, me contuvo mientras yo asimilaba lo vivido y mis lágrimas se retenían en las cuencas, dando paso a la neblina en mi vista. Tomó con sus dos manos mi cara, diciéndome que me amaba más que a su vida, moví mis párpados para observarlo con la mejor nitidez posible, terminó pidiéndome perdón, por el engaño y diciéndome que era solo a mí a quien tenía en su alma y prometiendo que nunca más lo volvería a hacer. Me quedé para hacer todo lo que pensaba que haría si fuera mío.
Asomándose la primavera, la naturaleza sacaba su gracia divina, las flores aparecían en cada planta, cada retamal, muy apegados al suelo como la flor de la yerba de san Juan, o más arriba en los árboles, floreados manzanos, duraznos, membrillos y ciruelos, hasta el mismo pasto mostraba sus flores al sol, la blanca cordillera se mostraba majestuosa, radiante, a ratos los cúmulos de nieve, dejándose caer, como un ser inerte. Los niños pedían que fabricara más pajareras, para que los pájaros anidaran más confortables, yo disfrutando a plenitud, el aire, la bella naturaleza. La verdad no me quería marchar, me costó serrar la puerta y meterle llave para dejar de ver a mi amiga la señora Cristina.
Esa vida sana, esos arranques que teníamos con los niños, duro un par de años, porque Carlos había tomado la misma costumbre de Julián, arrancarse con mujeres a la cabaña. Vendí con mucha tristeza para comprar en otro lugar, donde solo los niños y las visitas conocían.
Luego de recordar mi primera desilusión matrimonial volví al noticiero, el que faltaba poco para el término, como siempre nunca falta ese alguien que fallece para las elecciones, la gente apuñada tratando de ayudar, los que no solo observaban entorpeciendo el paso. Se vino a mi memoria el accidente que tuvo postrado a Carlos, enyesado permaneció un tiempo prolongado, las salidas exclusivas eran solo al doctor y por supuesto a los tribunales, a declarar con respecto a la muerte de su acompañante ¿Qué podía él andar haciendo acompañado de la mujer de uno de sus amigos? Ese día mucha gente aglomerada alrededor del cadáver, la camioneta dada vuelta a un costado y Carlos quejándose de dolor, votado en la acera, esperando la ambulancia, en otro extremo, el camión impactado, en un monte de arena, con su conductor a mal traer, lamentándose de dolor y metido en un ensimismamiento absoluto, observando, como un pino aplastaba su camión, robusto pino que había crecido encima de ese monte. Había dado mi número de teléfono para que me avisaran, me dirigí primero a Carlos, para cerciorarme de como se encontraba, al verme se enterneció soltando unos lagrimones, su palidez, denotaba un rostro aterrado, le palmoteé el hombro para tranquilizarle, luego fui a preguntarle al conductor del camión en que le podía servir, movió su cabeza negando necesitar algo, sus labios resecos, denotaban que este hombre estaba sediento, me dirigí a mi vehículo para traerle una botella con liquido, parada en la cabeza del cadáver, le levanté la cubierta que la cubría y no me extrañé al ver a la esposa de Robinsón, una peluquera que había habilitado una habitación de su casa para peluquería. Le suministraba substanciosos ingresos y le daba libertad su peluquería de barrio, libertad que la encaminó por un mundo ajeno a sus hijas, a su marido y porque no mencionarlo, su profesión. La cubrí, levanté mi rostro enardeció y dirigí la mirada a Carlos, él también me miró, con mi mano abierta llevé el brazo mostrándole la fallecida, enérgicamente en forma negativa le moví la cabeza. Le llevé la botella y un vaso el que colmé con liquido y se lo ofrecí, lo recibió con ansias, luego volví a ponerle liquido y sin ofrecerlo se lo entregue lo recibió como esperándolo. Ya al lado de Carlos le di de beber en el mismo vaso, en otras circunstancias me había reprochado el proceso, pero en estas circunstancias no dijo nada.
Una ambulancia llegó al lugar, dos camillas una apegada a la otra, en una el cadáver en la otra él. Me pidió suplicante irse con migo pero lo interrumpió el enfermero que no era posible, no había espacio para una persona más. A pesar del congojo que sentía por la fallecida, me dio gusto que no me fuera con él, lo miré, le sonreí y me acerque a su oído.
_ Que te sirva para que te despidas de ella_ Sin mirarlo camine a mi vehículo, después que la grúa levanto la camioneta y los carabineros hicieron el proceder correspondiente, le pedí a la Cote mi acompañante, que se fuera en mi auto para yo llevar la camioneta de Carlos. En el hospital, las tres adolescentes hijas, junto al esposo, lloraban la pérdida de su madre. Con la Cote nos dirigimos a su lado, para entregarles apoyo, tanto económico, cómo sentimental. Robinsón sin titubear me preguntó el motivo por el cual su mujer estaba arriba de la camioneta de Carlos, le mentí, diciéndole que se acercó a mi casa, para que la acompañara, a cobrar un dinero, a una señora que le debía y se había trasladado a ese pueblo y yo tenía trabajo, le pedí a mi esposo para que la acompañara, sin querer encender la mecha de la discordia y por sus hijas y mis hijos preferí callar. Después del triste proceso, me fui al lado de Carlos, a comunicarle la explicación dada a Robinsón y enterarme de su estado físico. Por suerte solo unos rasmillones y fracturado, de la pierna derecha, apareció en el escáner tomado. Lloraba desconsolado, me imploraba perdón, tomándole la mano, lo reprendí, diciéndole que no es a mí a quien pedir perdón, es a esas niñas, que quedaron sin madre y que ojala esto sea lo último, que por favor se dejara de comportarse como un degenerado, depravado cualquiera, que tomara conciencia.
Mis hijos esperaban impacientes, cuando lo vieron aparecer en silla de rueda caminaron apresurados a su encuentro, lo peor fue al enterarse mi hermano Joaquín, nunca lo había visto enfurecido, lo reprendió, lo maltrato psicológicamente, lo humilló, lo aconsejó, como un padre cualquiera que reprende a su hijo, por portarse mal. Al retirarse de la habitación me dio a entender que Carlos estaba muy arrepentido.
_ Tu marido está muy arrepentido, creo que después de ésta, no volverá a jugar con fuego_
_¿Estás seguro?_ Quede conforme, hasta lo ayude en su rápida recuperación. Una noche después de dormir un leve lapso de sueño, desperté y sentada en la cama lo observé, aún con la pierna enyesada, sostenía una pose coquetona, cubierto solo con polera y bóxer, su pene denotaba una extendida abultes, me produjo un cierto rechazo, esa parte de su cuerpo, se apoderaron en mi unos pensamientos turbios, hasta llegué a pensar cuantas serian las mujeres que había penetrado y fue en ese momento que tomé la justicia por mis manos, me fui a la cocina y tomé un jarrón enlozado, de esos que se ponían antiguamente junto a un lavatorio, en los dormitorios, con agua hasta el borde, lo puse a calentar, al cabo de un momento, las burbujas salían, en forma de proyectiles, el agua estaba en ebullición, cien o ciento veinte grados, la dejé, para que estuviera en su punto máximo, la llevé al dormitorio contenta de que ésta era la mejor solución, se terminarían los líos de mujeres, parada al lado de esa parte intima, deje correr el Chorrón, de ésta agua hervida. Carlos abrió los ojos y lanzo un grito, desgarrador, fui a devolver el jarro a su lugar y regresé a mi cama, su pene no era ese miembro viril común de todo sexo masculino, más bien era una bola roja, rodeada de ampollas que más bien parecían furúnculos a punto de reventar.
_¿Porqué lo hiciste?_ Entre sollozo y quejándose me preguntaba.
_¡Ahora no voy a tener pene, me castrastes!_ Lloraba con tanto sentimiento, igual a un padre que pierde su hijo. Yo por mi parte cogí una enardecida risa, reía como poseída, indiferente a su dolor, risa que me alejaba de sentimiento alguno.
Desperté riendo, lo observé, todo fue un sueño y continué riendo a voz. Carlos despertó por mi ruido.
_¿Me cuentas porqué ríes?_ Le expliqué que me reía de él, puso cara de asombro y preferí contarle el motivo, noté su risa nerviosa.
_¡No se te vaya a ocurrir hacerlo, me vas a dejar muy preocupado!_ Reí con burla, reía diciéndole que debía orar mucho, mucho.
En el funeral, las niñas me pidieron que dedicara unas breves palabras a su madre, yo como su amiga personal.
_Antes que nada, doy las gracias a Jimena por ser mi amiga, más que amiga hermana_
Antes de continuar levanté mi rostro y dirigí la mirada hacia los presentes, los que observaban asombrados y continué.
_Éramos tan unidas que llegamos a compartir todo, hasta lo más personal, nuestro cariño se remonta desde que éramos unas jovencitas abriéndonos paso en la vida, se ha marchado mi querida hermana_ Al dar los agradecimientos volví a observar a los presentes y entre el tumulto diviso a mis dos amigas, la Cote sostenía un pañuelo en su boca, Laura con sus dos manos cubría su rostro, escuché uno que otro ruido de asombro, me alejé ignorándolo.
Ahora recordando ese episodio, más bien ese sueño, vuelvo a sonreír y vuelvo al noticiero central. Aparece un político diciendo que la presidenta lo hizo pésimo, que con éste presidente van a cambiar las cosas, éste es un político ultra derechista, habló que no se van a casar nunca más en el país personas con el mismo sexo, que el aborto dejara de ser con sus tres causales, que se pondrá atajo a los robos, pero no hablo de la drogadicción y de lo mal que la pasan las familias con un hijo drogadicto, menos hablo de la rehabilitación para estos jóvenes. Salió otro diciendo, que a mayor drogadicción, mayores son los robos, que por ende se debía frenar el narco tráfico, que en cada población, cada condominio, cada villa, cada conjunto habitacional existe al menos una familia que la está pasando a cuadritos, solo producto de las drogas. Este político joven lo sentí con el sentido de la palabra muy clara y realista, continuó preguntando a los televidentes si sabían en que se gastaban la mesada sus hijos, o qué consumían los jóvenes en los patios, los prados de las universidades o los parques. Me hizo reflexionar, yo tenía tres varones y jamás hasta éste momento hemos tomado el tema de las drogas, menos el padre que estando todos los atardeceres en casa implante temas que ayuden al desarrollo de sus hijos, solo lo que siempre le he escuchado; no me vengas a faltar el respeto, oh no me levantes la voz, no me hables en ese tono "Bueno en algo servirá eso" mis mellizos son traviesos, con un ritmo en el humor muy marcado, con tallas, bromas, chacoteo, para comer, estudiar y sobre todo para conversar. Sentí la necesidad de darles a entender que las drogas perjudican, que jamás las consuman, hací que me fui directo a su lado, los encontré en la sala, sentados juntos en el sofá. Me quedé parada frente a ellos, pensando como comenzaría mi discurso.
_ Mamá esa cara, parece que viste un fantasma. Continué parada sin emitir palabra, sentía que tenía que comenzar con palabras concretas precisas, me senté en medio de los dos, les tomé a cada uno su mano, respirando profundo terminé diciéndoles que jamás permitiría que consumieran drogas, tomaron una risa como si le hubiesen contado el mejor de los chistes.
_Ja ja ja "A ustedes les van a ofrecer marihuana, licor y todas las drogas inventadas por los necios, enseguida ustedes les dirán no gracias, no consumo" ¿Cómo les responderán? No gracias no consumo. Entiendan ustedes van a estudiar, a esforzarse, yo soy mamá de Cristóbal Alonso y de Sebastián Andrés no de drogadictos, les quedó claro"_ y vienes ahora con el mismo cuento.
_Solamente es un recordatorio. Me sentí algo incomoda, ridiculizada. Te queremos mamá, eres la mejor mamá del mundo, me lo dijeron a dúo, como siempre lo decían. Recordé la primera vez que lo dijeron, en mi cumpleaño después de regresar de la huida al campo, aparecieron cada uno con una flor roja junto a Camilo, los abrase, yo también los amaba y los amaré por siempre. Me detuvieron a que me quedara a mirar la película junto a ellos, ahora eran ellos los que me acariciaban, sentía que me devolvían todo ese amor entregado, había envuelto mi mundo al de ellos y los sentía tan atados a mí.
_ ¿Te acuerdas mamá? tenía la cara de Raúl uno de los supuestos padres. Cristóbal cubría su rostro ensimismado sin poder creer lo que escuchaba, por su parte Sebastián sostenía su cabeza con sus manos, sin dejar de moverla negativamente.
_No, yo me alejo, que sea o no sea mi hermana, me alejo, no puede ser, de tal palo tal astilla. Continuó moviendo su sostenida cabeza. Los dejé solos, el rostro de Sebastián repentinamente cambió, uno mencionaba lo terrible del suceso, al otro lo escuché decir pobre mamá. Dando un profundo suspiro subí la escalera, Carlos dormía o se hacía dormir, vuelto hacia la pared. Parada al otro extremo, levanté el colchón, lo dejé caer al suelo, al ser un repentino pensamiento. Solo prendí la lámpara y apague la luz principal, metida en la cama y acomodando la almohada me percaté que fingía dormir.
_La pasaste mal en éste día ¡Cuantas veces te dije que tu mal comportamiento de hoy severamente te repercutiría en el futuro! ¿Recuerdas que te dije que ésta niña no era tu hija y que tenía tres padres más y que me hubiese gustado que si lo fuera, porque yo anhelaba una hija? No es posible que continuaras con ésta relación después que la hermana dejara a tu hermano con el pene mocho ¡Hay que iluso eres! ¿Cuándo vas a dejar de pensar con los genitales? ¡Cuánto daño me has producido! Y ahora pretendes continuar con tus hijos ¡Que dolor le has ocasionado a Sebastián! Acomodándose de cara al techo, continuó sin formular respuesta menos de hacer algún visaje. Al cabo de un largo silencio de ambos y de yo estar a punto de quedar dormida, con la vista clavada en el blanco techo, que por cierto ya necesitaba una nueva mano de pintura y sintiendo que jamás he sido una esposa exigente, le pediría que retocara nuestra casa.
_Perdón, perdón por toda la miseria que te he hecho pasar. Sutilmente le mire y con palabras de suplica le pedí que le pidiera perdón a Sebastián, dándole una explicación le demostrara con palabras de arrepentimiento que había faltado al matrimonio, a su familia que tanto amaba.
_Yo no soy de palabras, me cuesta darme a explicar_
_Pero sí eres de palabras en tus conquistas, ahí te fluyen, debes exigirte, que te nazcan las palabras, por el bien de tu hijo, te lo exijo y anda pensando lo que le vas a decir_ Continué con la vista al techo, sentí su mirada por un prolongado lapso, al dirigir la vista hacia él nuestras miradas quedaron clavadas, sus ojos se humedecían, las lágrimas se le acumularon en las cuencas y al no tener espacio comenzaron a rodar por sus mejillas, terminando en la almohada.
_Perdoname por favor, yo siempre te he amado, sin ti no soy nada. Sonreí y le recordé sus dichos.
_No te preocupes si ya sé que soy la catedral y las otras las capillas_ La ilusa era yo, siempre le creía, siempre me doblegaba, siempre dejaba el agua correr, porque sé que luego aparecía el oasis, que me entregaba la calma, ¿Cuanto más tendría que enterarme? y pensar que creía saberlo todo. Sequé su rostro diciéndole que lo amaba, pero que no sabía hasta cuando, como siempre se lo decía.
_Tienes que pintar la casa, necesita una buena mano de gato y no se te olvide conversar con tu hijo_ Me sentía cansada, el día decisivo había llegado a su término, en vez de dormir comencé a recordar, si gana Piñera dejo a Carlos, eran los comentarios que hacía con mis dos amigas. Lo miré, observándolo por un extenso momento, la ira se iba apoderando de mis añejados pero desagradables reminiscencias, cuanta paciencia, cuantas mujeres enfrentadas, eran tragos muy amargos que había tenido que ingerir. Dejé de mirarlo, me levante colocándome la camisola me quede parada entre la ventana y el balcón sin prender las luces, el silencio y la iluminada calle hacían gala los recuerdos, miré el espacio donde dejo la basura y recordé cuando boté mi cama al verlo con la vecina, sonreí por esa reacción, luego dirigí la mirada hacia la casa de la Pilar, con la mujer que lo sorprendí adulterando, casa sin armonía de mujer, no existía una planta, un árbol o césped que cubriera el suelo, sembrado de colillas, a sus arrendatarios se les había hecho habito salir a fumar sus puchos encendidos, quedando esparcidos y sin recoger. Mis diversos y paradigmáticos pensamientos fueron muy repentinamente interrumpidos por un vehículo que venía rechinando a gran velocidad, deteniéndose bruscamente justo al frente de mi ventana. Bajaron dos sonrientes jóvenes, uno se arregló el pantalón, subiéndolo a la altura habitual, por mientras el otro sacaba un bulto arrojándolo a la vereda del frente, al retirarse los apresurados, diviso una joven a medio desnudar, al bajar tomo el manto que mis hijos dejaron en el sofá y corro a cubrirla, mi grito de terror despertó a mis hijos y a la calle, menos a la desafortunada joven que entre sus piernas tenia introducida una botella de vidrio, faltándole unos centímetros para que se dejara de visualizar, llorando su desgracia la cubrí sin apartarme de su lado. Me fui en la ambulancia, tan blanca, de rostro angelical, como pudo ser ultrajada ¡Qué mente macabra la de estos muchachos! No les basto con violarla. Me di cuenta de mis pies descalzos cuando un carabinero se acerca a tomarme la declaración, muy apresurados llegaron mis hijos, con las pantuflas en las manos de Sebastián, al rato de la sala salió el doctor a explicarme el procedimiento realizado, luego una enfermera me entrega la poca ropa que la cubría.
De regreso a casa un celular sonaba insistentemente, no era de mis hijos, yo no andaba con celular, el sonido venía de las ropas de la desafortunada joven, de la cartera de su camisa extraje el aparato, su madre preguntaba la hora de su regreso.
_Señora, yo no soy su hija María Paz, ella está en el hospital_ La intranquila madre, no dejaba de llorar, pidiendo pormenores del ultraje de su querida hija.
A la mañana siguiente, mi reparador sueño fue interrumpido por carabineros y familiares de la joven María Paz, al mostrarle las fotos del celular de la desafortunada joven a su madre le presente una donde retrataba al muchacho que se arreglo los pantalones. Sin lugar a dudas se conocían, luego me enteré que éste cruel joven era hermano de una abogada, a la cual no se le fue permitido hacerse participe del juicio.
Ya sola, volví a mi enraizada realidad, mi finalidad era dirigirme a la casa de Blanca, estando en la mampara de su lujosa casa me di cuenta en los refinados gustos. Mi plática inició felicitándola por los detalles de su hogar, a la vez mis pensamientos se iban a preguntarme que de dónde sacaba dinero para cambiar el inmobiliario y que todo combinara. La mire para comenzar a reprocharla de cómo era posible de su falta de moral, por no decirle a su hija que Sebastián era su hermano, aun yo sabiendo que esa no era la realidad.
_ Hiciste sufrir a mi hijo, el es inocente, te hablo por él tú sabrás lo que le explicas a la tuya ¡Muy macabro de tu parte! No me cabe tu actitud_ Se acomodó repentinamente en su asiento, demostrando no darle importancia a mis dichos.
_No son hermanos, solo que nunca hice el valor para decírselo_
_Que te entregara la mensualidad, jamás me importo, pero de tomar el apellido y de jugar con tu hija me es inaudito, además yo tenía entendido que Raúl era su progenitor, hasta se asemejan sus rasgos_ Callé para que explicara lo inexplicable.
_ Tendré que decírselo_ Hablaba con toda la tranquilidad del mundo, sin trabajar, mantenía un confortable hogar, ésta mujer es de las típicas descaradas que solucionan todo con sexo, sexo ligero, sexo trivial, sexo desaprobado, carente de amor. Su indignante relajamiento me ofuscaba, la dejé hablar, manteniendo su irónica calma. En una mesita lateral divisé un manojo de cuadernos tomando el primero busqué el nombre, al darme cuenta del nombre leí el apellido, Yasna Villarroel sentí alivio, no la inscribió con el apellido de Carlos, devolví el cuaderno a su lugar y miré todo con color de engaño.
_Carlos me conversó que Yasna no tenía su apellido, para que él no tuviera problemas con su familia, es lo que tú le comentaste, pero si te depositaba mensualmente_ Intranquilizándose volvió a acomodarse en su asiento. Y lo que no entendía era que cuatro varones se hacían pasar por el padre.
_Que poco hombre, jamás me ha comentado eso y cada vez que viene me dice con gusto "ya te deposité" además me ha contado que ustedes no tienen sexo_ Su última frase me acaloró.
_¡Siii! Ese ha sido nuestro problema, pero decidimos que él tendría sexo por fuera, que nada sería por amor, solo por necesidad biológica nosotros nos amamos profundamente, el problema es todo mío, además le he dicho que si él se llega a enamorar le entrego su libertad, nunca me lo ha sugerido, es más en cuantiosas ocasiones me ha pedido perdón por no poder controlarse con el tema y siempre me comenta de las cuantiosas mujeres que ha poseído, lo que no puedo dar no lo puedo quitar_ Formándose un nudo en mi estomago, muy lentamente me levanté para huir, sentí que no merecía tanto veneno, lo último que le insistí, que el meollo se debía esclarecer por la salud mental de mi hijo.
Caminé con pasos apresurados para llegar a la esquina, sintiéndome empobrecida, apocada, con excesivo minúsculo amor propio, carente de amor del hombre que dormía a mi lado por las noches, que había jurado serme fiel y que jamás lo cumplió. Caminaba sin poder entender a éste hombre que tenía con migo, ¿Porqué, porqué? era mi pregunta ¡Cuánto daño acumulado! Mis lágrimas comenzaron a hacerse notar, con la mirada empañada busque un árbol, una pared, unos brazos que me sostuvieran para calmar mi dolor, ¡Ya no puedo más! ¿Dios mío, cuando voy a poder conseguir la verdadera felicidad? Enajenada sin escuchar los bocinazos del vehículo de la Cote, donde asomaba su cara por la ventana, vociferando mí nombre.
_¡Camila, Camila, Camila!_ Detenida a mi lado la observo, atragantada subí al vehículo.
_¿Qué te sucede? Te andaba buscando_
_Gracias por buscarme, gracias por ser mi amiga_ Me abrazó, cuanto anhele estos brazos, me aferré con más frenesí. Esta mi amiga que sin cuestionar mi actuar, me ofrece sus oídos, sus brazos, me entrega su calma, me da consuelo. Sacó un pañuelo y secó mis lágrimas.
_Fui donde la Blanca, ayer Sebastián se dio cuenta que con la joven que salía podía ser su hermana. Esto ya paso a mayores debía intervenir ¿Te das cuenta el desajuste emocional de mi hijo? Lo pillé con sus ojos llorosos, eso me dolió_
_Era por eso, que te andaba buscando_ Marcia me ha contado que uno de tus mellizos está saliendo con la Yasna y si por a b o c fueran hermanos, sería desastroso.
_Ya reventó la bomba_ Terminé contándole lo sucedido y diciéndole que me sentía una desdichada, manipulada por un hombre que solo era compañero de cama y que debía servirle como ama de casa, en donde las caricias no afloraban, ya que él no era de piel.
_No debes darle importancia, deja que el río corra_ Laura no fue a trabajar, me llamo para que fuéramos a tomar desayuno. Continué atraída por la indignación, deseando enterarme por la razón que tenía mi esposo, para dejarme de lado sexualmente.
En casa de Laura la indignación fue disipando, la amena conversación me trasladó al día decisivo, acordándonos de las audaces religiosas, las que explicaban la razón que las llevó a sufragar.
_Las monjitas están seguras que con su boto los hombres no se vuelven a casar, entre ellos_ Comentó irónica la Cote.
_Y las canutitas arrogantes creen que se ha hecho justicia_ Mi humor había cambiado bruscamente, sobre todo al observar a Benjamín el hijo de Laura, el que padecía de una deficiencia mental, muchachito que Laura enseñaba, cuidaba siendo el hijo único, el que reunido a nosotras sentado en un sofá individual se masturbaba como si estuviera en la privacidad de su dormitorio. Sonriente lo observo, estupefacta reía nerviosa. Laura le acomoda el pantalón, reprendiéndolo lo lleva a su habitación, diciéndole que eso lo debía hacer en privado. Con la Cote reíamos relajadas, ininterrumpidas. Hasta que Laura volvió a reunirse, contándonos que sus alocados primos quinceañeros en estas vacaciones le enseñaron el asunto de la masturbación, reunidos en la piscina y que ya en un par de ocasiones había pasado embarazosos momentos. Estos instantes, dieron a mi vida una tisana, sacando un profundo suspiro, volvió a mi memoria los acaecidos infortunios hechos. Luego de un bostezo les relaté lo sucedido a la joven María Paz, continuando con Yasna y su descarada madre.
Mis hijos dormían plácidos, ordené la casa, luego prepare la comida, estando la mesa puesta les llamé, continuaron los comentarios sobre María Paz, al mencionarles el nombre de uno de los malvados victimarios, lo catalogaron como un ser despreciable.
_Mamá desde niño, trataba a las compañeras como si fueran objetos de su propiedad, el búlin era su pasatiempo favorito, jamás lo vi enfocado en los estudios, nosotros en recreos repasando para las pruebas y él jugando, buscaba peleas, no sabía de límites_
_yo pocas veces compartí con él, porque después de jugar terminaba peleando. Recuerdo que una vez me dio un puñete y Camilo también le pego y lo sentenció que si lo volvía a hacer, le sacaba la cresta_ Comentó mi Sebita, luego terminamos riendo al contarles sobre lo de Benjamín el hijo de Laura.
Noté a Sebastián aún con su carita entristecida, preferí no tocar el tema, ni mencionarle lo mal que me había sentido, menos de confesarles que había sentido enloquecidos celos y una enorme frustración, algo nunca antes percibido, al ver tanto lujo junto, todo detalladamente renovado. Mi mirada se había incrustado al plato a medio terminar, al levantar la vista note a Sebastián con su rostro apagado, dejé mis sentimientos de lado para preocuparme del bienestar de mi querido Sebita, como lo nombraba desde que nació, al preguntarme el doctor en el momento que lo sacaba de mi barriga y notar su dulce carita saliéndome del alma le respondí Sebita, riendo lo colocó en mi pecho, yo intente tomarlo, al aferrarlo con mis manos sentí el obstáculo de mis manos amarradas.
_Ahora viene el postre_ Los entusiasme con frutas cocidas, crema blanca encima y un palito de chocolate de adorno.
_¿Viste a Yasna? Vino después que te fuiste, a decirme que su madre le había dicho que mi papá no era su padre y que podíamos continuar_
Me quedé mirándolo sorprendida, Yasna no tenía la culpa de la hipocresía de su madre, menos que pagara sus meollos.
_¿Van a continuar con su amistad objetóPreguntó con voz serena Cristóbal, mientras yo con mirada aplacada más bien sonriente esperaba su respuesta.
_No, no me gustó su actuar, es más, no quiero que la mami esté recordando siempre el engaño del papá, ahí nos lleva por otro año al campo, peor aún nos saca a acampar_ Continuando con los recordatorios, comenzaron a reír sin dejar la burla.
_¿Te acuerdas del terremoto dos mil diez? el papá se había ido de la casa y llegó a los minutos del desastre_ Comencé a recordar que estando sola en mi cama, porque unos veinte días antes Carlos se había marchado con la anhelada mujer de sus sueños que había encontrado, dándome la explicación, que estaba arrepentido desde el segundo día de marcharse y que esa fue la escusa para regresar, jurando amor eterno me abrazaba mientras la tierra continuaba en movimiento, mi abrazo más que a la felicidad que regresara se debía al miedo del movimiento que generaba la tierra, dándome escalofriante pánico. Me movía como mujer exorcizada, gritando a los cuatro vientos que nos moríamos, la puerta trancada a los niños les costó entrar a socorrerme, hasta que por fin nos fuimos al patio, sin luz pero siempre con linternas que teníamos para llevar al campo. Nos encontró Carlos despavoridos elevando una improvisada oración.
_Hasta que nos fuimos al campo_ En tono burlesco menciono Sebastián sin dejar de reír continuó, aún estando entristecido comentó con ese humor propio que lo caracterizaba.
_Allá supimos comer como ordeno Dios a Adán y Eva; yuyo cocinado de todas formas, nalca en ensalada y postre, ortiga duro y parejo, cochayuyo hasta de hamburguesa, lo bueno era la fruta en abundancia, la abuela me mandaba a que le trajera un conejo, a pesar que no le gustaban, la cosa era tener carne, ¡Carnívora la vieja, ya me imagino cuando joven!_ Sonreí y le advertí que solo se lo admitía porque había fallecido.
_recuerdo cuando falleció, tenía un toro tratado y comprado para su funeral, nadie sabía nada, al llegar el hombre con el animal descuerado, abierto, con las viseras en una bolsa. Desde ahí que decidí que debía estudiar medicina nos pusimos con las primas a manipular las tripas, el corazón, y tú te pusiste el estomago en la cabeza luego se lo acomodaste a la Marcia, mmm, creo que te gusta_ Con gesto burlón se lo insinuó a Cristóbal, él que con aire meditabundo le afirmó que desde pequeño lo atrajo y se lo piensa confesar cuando terminé la carrera. Mi asombro fue mayúsculo abriendo la boca y aspirando más aire de la cuenta, largué una jubilosa sonrisa. Con la Cote cuando niñas conversábamos que nuestros hijos se debían casar para estar siempre juntas.
Por la tarde esperé a Carlos como todos los días, la verdad con tanto jolgorio el suich estaba renovado y con solo el hecho de regresar cada tarde me bastaba para terminar un día feliz. Mis hijos recibieron un par de amigos, conversaban animados y yo desde la cocina metida en mis quehaceres aprovechaba de indagarme de la conversación que sostenían, como siempre lo había hecho, a estas alturas ya no tenía mucho que preocuparme, a un semestre de terminar sus carreras sentía que todo estaba terminado, pero no, recordaba a la Toyita con su hijo doctor de intachable conducta, pero sumido en las drogas, en su pasada por la universidad recibió un titulo, orgullo de toda madre y aprendió a refugiarse en las drogas, yo sabía que la universidad es la cúspide de todo joven, pero los peligros están latentes en todos lados y en todo momento y son los jóvenes nobles, de pensamientos magnánimos, de actuar precavidos, los que también pueden caer en las erradas tentaciones. La Toyita con su hijo único, viuda, le rindió absoluta dedicación, pero yo les entrego mi absoluta dedicación y a la vez les administro su tiempo, les controlo sus amistades y lo que es mejor les he entregado un propio espacio, recuerdo cuando mi madre estaba enferma y la mantuve en casa por un par de semanas, mis hijos tomaron su casa como espacio de recreo, al volver después de recuperarse no quiso quedarse al ver el desorden, regresó a mi casa eh hizo traer sus muebles, instalando los suyos porque los míos estaban muy deteriorados, los niños me pedían que fuera complaciente, que le diera el gusto y que la dejara recrearse como ella deseara, por otro lado Carlos al verme agobiada me insistía que fuera jovial "después te vas a arrepentir de tus hechos" me recalcaba y Sebastián con su arraigado humor "agache el moño es su madre yo lo hago todos los días, lo que usted está sintiendo yo lo he sentido desde que nací" Camilo en cambio me felicitaba por tenerla, no hací Cristóbal desde niño se ponía en el lugar del otro, diciendo que lo sentía, que me veía atareada, que nuestra comida se estaba basando en la carne. Un día llegó con una joven Venezolana de cuerpo esculpido, de voz sutil y de voluntad incomparable, eso me cambió el panorama notablemente, no es que mi madre me estorbara o mi cariño por ella no existiera, muy por el contrario la amaba y mi hogar se llenaba de luz, mis hijos disfrutaban su estadía y le prestaban toda su atención posible, en todo complaciéndola, sus caprichos eran sus ordenes y Carlos siempre en las estadías de mi madre se comportaba como un extraordinario esposo, llamando a medio día, colaborando con los quehaceres, despertándole el cariño me tomaba la mano, me abrazaba en todo momento, aflorándole las atenciones hacia mí me dejaba descolocada, sintiéndome una reina amada. Era yo la complicada sobre todo con las comidas, para comenzar la carne era consumida solo una vez a la semana no todos los días como prioridad, la repostería exclusividad de cumple año, celebrar momentos relevantes, como la titulación de Camilo o negocios con excelentes ganancias. Pero bueno Maribel la Venezolana fue mi puntal en todo momento, fue la única vez en que Carlos se comportó como un verdadero caballero, por una parte estaban los hijos y en la otra su adorada suegra, fue la ocasión en que dejó entre ver su amor hacia mí.
_Perdoname por lo que te hago pasar, yo te amo, te respeto y_ Lo interrumpí con mi risa que salió como un estallido.
_Ja,ja,ja,ja respeto_ Esta vez fue él el que interrumpió y lo escuché para conocer su relato.
_Aunque no lo creas, siempre fui consecuente de no contagiarte alguna enfermedad infecciosa, sé que he actuado muy mal, muchas veces me he arrepentido, porque sé que no te mereces nada malo. Cuando llegué a la pubertad supe de la masturbación, me masturbaba cuanto podía, sin que mi cuerpo lo pidiera me masturbaba, solo era llegar a ese placer, luego en la fiesta de mi graduación, tuve sexo por primera vez con una compañera de mi curso, en la biblioteca del colegio, le dije que no lo hiciéramos pero ella se abalanzó a mí y me sacó el pantalón, lo hice con la peor desilusión, porque deseaba ese deseado momento con la mujer que yo amara y otro ambiente, pero ese placer fue único, al siguiente día se hizo una fiesta en la casa de otra compañera, solo deseaba divertirme pero la madre joven me tomo del brazo y me llevó a su dormitorio, de nuevo tuve sexo sin desearlo, fue de ese modo y con chantajes que estuve involucrado con esa mujer que doblaba mi edad por cantidad de años. Luego en la fiesta mechona me sucedió lo mismo que la primera vez y fue de ese modo que me convertí en lo que soy. Cuando te conocí fue todo tan distinto, tú una señorita de principios, de familia, me dejé llevar por esa pasión pura, hasta que me enamore perdidamente, pero estaba enviciado y las ocasiones afloraban por arte de magia, rechacé muchas aventuras, pero también me posicioné en montones y era en ese momento que sentía terror de contagiarte con alguna enfermedad venérea, solo me hacía el dormido, el cansado, el enojado ¡pero tú has sido más que mi catedral el vaticano, aunque he llegado tarde siempre he despertado a tu lado!_ Lloraba diciéndome que esas mujeres solo significaban un vicio. Lo interrumpí diciéndole que su mal requería un sicólogo y que me dejara alguna vez sentirme amada. Le di un beso y volviéndome hacia mi mesa de noche me quedé dormida sin antes analizar las palabras de Carlos, aunque esto no era cosa de sicólogo sino de voluntad propia, una vez más era engañada con palabras que me dejaban convencida.
Al día siguiente me despertó el teléfono a la media mañana, sin mi marido a mi lado, su espacio descubierto denotaba su ausencia, tratando de asimilar sus palabras el teléfono dejó de sonar,recordando mí dedicado jardín me abalancé a la ventana a contemplar mis flores de inviernos, las camelias enseñaban sus botones, los pensamientos mostraban sus aromáticos y coloridos manchones, mi repentina alegría fue ver abiertos los crisantemos, en abundancia sus ramilletes amarillos y rosados se me ofrecían. Corrí hacia ellos, tomando su aroma decidí llevarlos al sepulcro de mis padres,los que por cierto no estaban juntos mi madre en el parque del recuerdo, porque para ella eso era la real elegancia y se compró su propia sepultura, en cambio mi padre en el cementerio general, solo los dividía el cerco divisorio y unos cuantos metros. Presté una mirada al ramillete de crisantemos rosados y dando un suspiro me aleje, luego de depositar las flores amarillas a mi padre y no permitiendo que la nostalgia se apodere de mis pensamientos, caminé sacando mi teléfono del bolso al percatarme de la cantidad de llamadas perdidas me dirigí al whatsapp el que contaba con innumerables feliz cumpleaño. Sonreí, el primero era de mi ginecólogo, luego mis hijos, mis amigas, pero mi esposo no aparecía, como siempre, fingiendo ignorar, o no prestarle importancia, porque el amor se demuestra de otra forma, me lo decía. Dando una mirada a mí alrededor de asco,me pregunté de qué forma él me demostraba su complejo amor, ese raro amor que lo tenía arraigado y que en muy pocas ocasiones jugó a darme ese amor que entregan los enamorados; con caricias, envueltas en pequeños regaloneos, como yo siempre le pedía y deseaba, estaba el pero, cuando los niños se posaban en mis piernas y pidiéndome cariño se relajaban dejándose acariciar, mientras los contemplaba,con la dulzura que mis padres lo hicieron, sobre todo en las fechas de mis cumpleaños. Recuerdo el cumpleaño de mis quince, los papás me dieron a entender que plata para celebraciones no había, pero recibí los mejores regalos que merece una quinceañera, mi padre después de despertarme con arrumacos me entregó su presente envuelto en un papel con rosas dibujadas entre botones y rosas abiertas y unas diminutas florsitas blancas. Desprendiéndolo con sumo cuidado para que no se deteriorara para luego forrar alguna libreta y al descubrir el obsequio me encontré con un joyero de fina madera barnizada con múltiples detalles y no faltándole el espejo ovalado en la parte superior,regalo que conservo aun en mi
mesa de noche, regalo hecho por mi padre con esmerada dedicación, en los minúsculos cajoncitos guardo el anillo de compromiso de mi primer novio, en el otro los aros que fueron de mi madre en su niñez y que me los entregó en esa ocasión y en la última cajonera y más larga mi reloj que me regaló mi abuela, junto a su brazalete que me obsequió antes de dejar ésta su larga vida, porque mi abuela sí que tuvo una extendida vida. Desde niños los saca pidiendo su turno, dejándose regalonear, tomando mis hijos esa costumbre, sobre todo cuando llega a casa me saluda con un beso y un hola mamá. Al subir al vehículo me descubrí apretando mis dientes con una mueca de recordatorio y sacando mis conclusiones, quizás me considera su madre adoptiva.
Estacionada afuera de mi casa le di una mirada a mi reloj, ya marcaba dos horas más del medio día. Sacando las llaves de la guantera me encontré con una caja de píldoras sin abrir, al tomarlas recordé que me las recetó el doctor diciendo que me relajarían, estando con mi abdomen inflamado, tenía que probar el efecto que se provocaría en mi cuerpo, volví a dejarlas y sintiendo que no era el momento siguieron quedando guardadas. Entré a mi casa con la idea de poner un florero con aromáticos y coloridos crisantemos en el comedor. La sorpresa fue encontrarme con todos mis seres queridos ovacionando un feliz cumpleaño, la verdad que celebrar mis cumpleaños desde niña jamás me a gustado, al leer un versículo de la biblia y percatarme que Jesús maldijo los cumpleaños porque Herodes mando a cortar la cabeza del bautista Juan. Mi familia, mis seres queridos ya estaban en casa y no iba a ser descortés diciéndoles que no me gusta celebrar mis cumple años, a pesar que en ocasiones se lo había mencionado. El comedor estaba ampliado, muy bien decorado, hasta reflejaba elegancia, con el mantel blanco de flores bordadas también de blanco y el ramo de crisantemos con ramitas de camelias, las que conjugaban con las verdes servilletas, a la vez armonizando con la loza. Me consideraba perfeccionista pero sobrepasaron mi creatividad, ellos, que siempre acudían a mis sugerencias, nada al azar, todo denotaba esmerada creatividad, me di el placer de observar y disfrutar ver a mis hijos formalmente vestidos los tres de corbata roja, las que les regale para la navidad pasada, entendía que mis hijos se habían esmerado para complacerme, me tomaron en brazos, mi larga pollera se sacudía al momento que ellos me balanceaban, buscaba la mirada, la presencia de mi amado, la que no encontré. Preferí no preguntar, preferí callar como siempre para que mis hijos no guardaran recelo con su padre. Apareciendo Catalina y Mariana con las bandejas mostrando las copas con la espumante cidra, botellas que mantenía guardadas para la graduación de mis mellizos, de ni un modo debía mencionarlo total botellas de cidra venden en todas las botillerías. Salud menciono Mariana con su copa en alto, salud respondieron los demás con enardecido entusiasmo, las copas sonaban al compás de los alegres salud. Sin darme cuenta la mesa estaba servida, todo era inesperado, los ramos de flores repartidos por la sala, daban absoluta armonía con mi jardín, que entre reojo le entregaba unas pequeñas miradas. Los platos expresaban calentura al aflorarles el denso vaho.
Mis hijos armonizando la comida con amenas conversaciones, en donde las rizas de las mujeres no daban lugar a disfrutar la comida y lo más maravilloso fue cuando Maribel la venezolana se ve venir con el pastel, comienzan mis hijos a cantarme a trío, Te amamos mamá, te deseamos felicidad, salud y vida, mucho más y que los cumplas feeeeliiiz. Los aplausos brotaron de toda la sala. Era evidente que la diminuta canción fue escrita y ensayada con anticipación, para sustituir la típica antigua canción de cumpleaño. Examiné con celeridad el rostro de mis queridos cercanos, los que me observaban sonrientes con esmerada atención. Un almuerzo cumpleaño, algo inusual que por cierto disfruté a plenitud. Un bálsamo fue a todo el acontecer desastroso de los últimos días. Aunque intrigada al no ver mi esposo, si fue invitado a éste acudido almuerzo, deseando tenerlo a mi lado, para que tomara mi mano y delante de los presentes me declarara cuanto me amaba, porque el amor se debe demostrar, con gestos, con palabras, pero no estaba y no lo diría, porque él se declara hombre de pocas palabras y si lo deseaba, para no sentirme un utilizado objeto. Retirando mis pensamientos para prestar atención a la pregunta de mariana.
_¿Te gustó el pastel?_
_Riquísimo, el suave dulzor mezclado con la crema y las hojuelas entregan un agradable sabor_
Interrumpiendo el timbre enardeció mi rostro, si era imposible que no acudiera, sonriente lo excusaba en mi que era la razón de no llamarme.
_¡Que grande que estás niño! ¿Tú eres Cristóbal?_
_¡Tía!_ La inconfundible voz de Paola. El cambio de mando presidencial, llevaba a la remesa de los embajadores, llegando de vuelta Paola y su esposo embajador de Francia. Este matrimonio jamás tuvieron hijos, amaban su libertad, los viajes, las fiestas, reuniones y negocios, sintiendo que los hijos eran un serio compromiso, dejando de lado la maternidad.
_¡Amigas que gusto verlas reunidas! Bonsoir, bonsoir_ Moviendo su mano saludaba, a tiempo en que Sebastián preparaba una silla para la inesperada visita.
_¿Comment allez vous?_
_¡Bien, bien, estamos todos bien!_ Respondían los niños, ya que ellos estaban familiarizados con el idioma, por suerte frecuentaban un restorán donde el dueño era Francés. Paola volvía ablando estilo Francia, la vez anterior estuvo en Italia, terminamos interiorizándonos del habla italiana.
_Asseyez vous tante, asseyez vous_ Mis hijos se habían preparado para la llegada de Paola, no volverían a quedar en bajada como en el idioma italiano. Esto duraría un par de meses, después Paola volvería a retomar el español. Nos comentaba sus aventuras, lugares conocidos, con gran armonía nos reseñaba y a la vez nuestro entusiasmo por conocer sus entretenidos y graciosos comentarios, mientras picoteaba lo que quedaba en la mesa, aun rehusando a que se le sirva. Dejamos el comedor para posesionarnos de la sala de estar. Entre reojo observé antes de sentarme los botones de las camelias que comenzaban a mostrar sus variados colores, con Carlos compartíamos el gusto por nuestras camelias, por las noches buscábamos aprender, interiorizándonos para obtener flores duraderas y que no cayeran por el viento impetuoso y repentino.
Recibí los obsequios jugueteando con mis amigas y hermanas. Acercándose sutilmente mi nuera, Yessenia me entrega su obsequio para retirarse excusándose por su horario laboral, la miré, prestándole mi atención. Mi nuera una delicada flor en primavera, envuelta en una delicada feminidad, dejando a las hembras presentes copiar y volver a las polleras, a los finos tacos y sobre todo a los delicados moños. Se van junto a Camilo, mis sobrinas los siguieron en la despedida llevándose mis mellizos, quedando nosotras para continuar con el festejo y terminar vestida junto a mis hermanas de odaliscas, al contarles que era yo la que me quede con esos atuendos. Embriagadas de recuerdos bailamos como niñas sin perder la incandescencia del ritmo. Mis tres amigas terminaron vestidas y sentenciadas a que deben aprender el ritmo del vientre cambiándonos las prendas en la sala continuamos en el jugueteo de la danza árabe. Ya cansadas y con las vestimentas arrumbadas a un extremo, olvidándonos de los quehaceres, hoy solo estábamos para nosotras, libre recordamos los tiempos de estudiantes, de los enamorados, esos jóvenes que no se han visto por décadas y como no recordar de las protestas en dictadura, en que quedábamos mojadas y refugiándonos en la casa más céntrica de nuestra amiga Paola.
Ya la tarde nos dejaba, Maribel nos llama a tomar la once, con otro pastel con velas rosadas encendidas. Ya entregada al festejo continué con los soplidos dejando la esponjosa y blanca torta sin luz. Maribel ya conocía mis costumbres dejando en mi tazón hojas de kaki, romero y te de rosa mosqueta.
_Tus costumbres no las cambias, no dejas las aguas perras_ Reí con gusto al entender que Paola no olvidaba mis detalles y menos que le llamaba aguas perras.
_Estamos en los tiempos de cuidarnos y ahora incorporé la cúrcuma para protegerme, como saben las comidas no son las mismas, compramos manteca y no es solo manteca, le agregan los anti y los extras, si tu cuerpo no los asimila nos llegan enfermedades la vejes prematura, es por eso que acostumbro hacer mi repostería y sobre todo el pan, de mi huerta casera extraigo mis verduras_ Tratando de informarlas las convencí a que sean sustentables con su huerto casero, que fabriquen sus dulces y sobre todo que tengamos una vejes elegante e independiente.
La casa iluminada dejaba entre ver la armonía de mi festejo, Maribel puso música de nuestra época; El amor de mi vida has sido tú del gran Camilo Sesto, Oleo de mujer con sombrero de Silvio, Father And Son de Cat Stevens. Entre risas bebimos y cantamos a muy altas horas de la noche, a mis hijos luego de regresar de la universidad, los divisaba gustosos moviendo copas, retirando y reponiendo botellas.
A la mañana siguiente desperté asustada mirando el espacio de Carlos, el que manifestaba haber estado en la noche. Muy brusco, indignada me senté, recogí mis piernas y las abracé inclinando mi rostro, dejando que mis aireados pensamientos devoraran mi imaginación, llegando a mi única conclusión, que no me ama, que nunca me ah amado, mis ojos se empañaron y al bajar los párpados, también bajaron las lágrimas. Interrumpiendo muy brusco mis abrumados pensamientos, el teléfono sonó.
_Hola...si, en media hora llego_ Como siempre, el trabajo comiendo mi pena, mi ira, mi soberbia de querer ser amada, de merecer ser amada. La estadía en la oficina fue breve, mis pensamientos negativos fueron absorbidos por los números, por las cifras inscritas con y sin el impuesto valor agregado. Caminé al estacionamiento, con el repentino sol iluminando mis mejillas y dejando que mis polleras se movieran al son de mi paso, interrumpiéndome un sofá que atrajo mi mirar, me detuve y lo vitrinié unos instantes y deduje lo bien que se vería en mi sala de estar. Ya mis mellizos saldrían en un par de meses de la universidad por consiguiente me quedaría con algún dinero extra para darme el gusto de cambiar mi gastado sofá y caminé visualizando mi sala con ese sofá.
Estacionándome en mi casa observo una joven con un ramo de flores, sentada a los pies de la puerta, traté de reconocerla "seguro sería una enamorada de mis hijos" mi sospecha fue errada. La saludé como si la conociera toda la vida, es más, como si fuera mi niña apreciada. Se aferró a mis brazos en sollozos, la contuve llorando con ella y diciéndole que había llegado en el momento justo para tomar un té. Nombrándola por su nombre la invité a pasar, fue en ese momento cuando María Paz me agradeció por haberla auxiliado, contándome que lo amaba y no esperaba el daño que le ocasionó tanto dolor. Ofreciéndome sus flores en pos de agradecimiento, como si se tratara de agradecer en un altar por favor concebido, las tomé colocándolas en un masetero las dejé en la mesita de esquina y mirándola le respondí que muchas veces los seres humanos nos equivocamos al enamorarnos, les entregamos nuestro amor, nuestro tiempo y dedicación al ser equivocado sin darnos cuenta que el amor es ecuánime, de pareja y no de un solo individuo, solo somos nosotras las que nos hacemos sufrir, ya que el amor individual no es amor. Con su mirada fija en la nada volvió a decirme que lo amaba, le reiteré que él no merece su amor, tampoco su odio, que él era merecedor solo de su indiferencia. Al cabo de una extensa plática se marcho con un ramo de flores de mi jardín, llevándolo como las niñas llevan su muñeca preferida en un día de paseo, la percibí una joven ingenua, de pensamientos nobles, dejándose llevar por sus sentimientos. Aun estando dolida lo perdona, pero no era justo, le hice entender que él junto a sus pervertidos amigos necesitaban ser castigados, al privarlos de libertad los harían reflexionar sobre el daño que le ocasionaron. La observé desde el portón hasta perderse entre la gente, la orienté enseñándole los detalles de los sentimientos, a pesar de mis propias falencias, dándole a comprender que somos a nosotros mismos que debemos amar, antes que comience a aflorar el amor de pareja, hací como nos amamos cuando nos vestimos, eligiendo las mejores prendas o cuando nos amamos al comer, jamás comemos bocadillos desagradables, añejos o de mal sabor, el envoltorio no es el contenido. Quien más que yo para enseñarle, con argumento y experiencia de sobra, yo que comprendí después de casada que el matrimonio es para toda la vida, por amor a los hijos, al entorno social, a nuestras costumbres, si porque el amor a nuestras costumbres es relevantemente fuerte, costumbres del cotidiano de los días y cuando el ser que tendremos por todo el resto de nuestra existencia lo conocemos en la amistad previa, antes de involucrarnos sentimentalmente, no pasaremos penumbras, desavenencias o desagradables futuras imposición. Dejando de filosofar recordé el almuerzo de mis hijos. Al tener la mesa dispuesta sonó mi celular, me presté a contestar deseando que fuera Carlos, siendo solo una llamada equivocada y antes de afligirme llegaron mis hijos con humoradas contagiosas. Como siempre mis queridos hijos llenando el hueco vacío con tan agradables conversaciones, de pronto llegó Camilo a completar el vacío de mi deteriorado corazón, él conocía mis facciones, entendía cuando estaba feliz o desdichada, pero mi mundo cambiaba con mis tres razones de existir. Fue en esa precisa comida cuando Cristóbal nos comentó que odontología no lo apasionaba, mencionando que volvería a estudiar medicina. Asombrada me dejo su manifestación y dando a entender que daría los exámenes, que su decisión era un hecho.
Pasado tres días aparece Carlos a la hora de once, con un tierno beso me comenta de su arduo trabajo, con un apetito voraz degustó la comida, sin comentar lo sabroso de lo ofrecido, porque siempre esperaba su comentario, el que llegaba solo cuando estaban desazonadas, al servirle el postre murmuró agradeciendo el enorme trozo de pastel. Mi casa a sido de poco movimiento hasta la llegada de Paola, desde ahora se espera el sonido del timbre a las horas inesperadas, siendo esta ocasión la que acudí a abrir la puerta, un imponente hombre con su renovada y mantenida camioneta estacionada a la entrada, preguntando por Carlos lo ingresé al comedor. Al encontrarse con Carlos lo alagó felicitándolo por la inmerecida mujer que se gastaba, teniéndola muy escondida, a voz alta, sin reparar en daños. Todo un patrón de fundo. Comentó Sebastián. El típico hombre que las quiere poseer a todas ¡Estos tipos de personas me cargan! Le respondió Cristóbal con rostro de enfado. Acercándose les ofreció café, el que acompañó con un trozo de pastel, aprovechando el servicio Carlos pidió repetición. Dejándolos solos nos fuimos a mi cuarto, todos encamados nos informamos de las noticias y embargada por la calidez de los mellizos me sentí ida, siendo en ese momento cuando tuve una súbita reacción, Cristóbal ventilando la cama con irónica risa y Sebastián esparciendo el perfume al aire. Observándolo con enfado le advertí que no era justo que gastara mi perfume y qué diría Paola cuando viera su perfume traído de Francia gastado en un par de días, con su característico humor me respondió que lo que no era justo que yo le tirara mis pedos en su hermosa y esculpida cara. Despertando más temprano que Carlos le preparé su desayuno y acompañándolo me comentó que éste hombre dueño de la empresa le pidió que se hiciera cargo de una obra en Pucón y que él accedió siendo solo una casa.
Primera vez en que Carlos salía a trabajar fuera de la ciudad, no entendía la afloración de cariño y dedicación que me brindó en esos dos meses de trabajo fuera, llamándome a toda hora y sobre todo, requiriendo saber sobre alguna carencia hogareña, dándome a saber que me extrañaba me dejaba feliz. Sabiéndome amada deambulaba radiante como niña recién conquistada, hasta mi risa se dejaba contagiar, afloró en mí la dama alegre, la mujer elegante, la esposa dedicada, hasta mis suspiros sabían a felicidad. Eso era el amor, esa era la felicidad que entregaba el amor, si lloré, lloré como niña, pero fue un llanto de alegría ese llanto que nos llega de alguna inesperada felicidad ¿Cómo yo no iba a merecer el amor, como yo no iba a ser correspondida? Décadas sintiéndome menospreciada, fue tanto tiempo de vivir tan solo por existir.
Carlos me llama para darme los buenos días, el sol se dejaba notar con su radiante luz entre las cortinas y deseándole un lindo día corté la comunicación, quedando con un incontrolable deseo carnal, deseando ser poseída, mi cuerpo ardía por pasión y llevando mi mano entre las piernas apacigüe el deseo de ser poseída, de cara en mi almohada deje extinguirse la llama pasional y dando un salto recordé mi trabajo, entre toallas busqué ropa en el vestidor, sacando mi traje dos piezas recordé lo bien que me asentaba, hoy dejaría las largas faldas o los jeans y entre panti y ropa interior me puse la falda hasta la rodilla ¿Por qué no? Si a mis cincuenta y dos años mi aun armonizado cuerpo se dejaba impresionar. Entre cartera y tacos serraba la puerta y acomodando mi pelo descubrí que parado en el portón se encontraba el jefe de mi marido observando mi actuar, que por cierto la vez anterior lo había encontrado atrayente, ahora con la claridad del día lo sentí un simple mortal. Dejando que él emitiera palabra y diera a entender el motivo de la visita, me deje saludar con un beso en la mejilla, sintiendo que me fuera arrebatar mi felicidad bajé la mirada por un instante, luego me dio a entender que se iba a Pucón y si deseaba mandar algún recado o encomienda a Carlos, mi esposo. Negué con frenesí, intranquilizaba por su profunda mirada erguida me paré frente a él y clavándole mi hostil mirada, le agradecí su gesto y prestándome a abrir el portón le expliqué que mi esposo tenía todo solucionado incluso el lavado de su ropa, fue en ese preciso momento cuando mi hermana Catalina me llamó de su vehículo, apresurada lo despedí para acudir a su encuentro.
_¿ Y ese que hacía en tu casa?_ La miré sorprendida curiosa le pregunté cómo lo conocía.
_Ese es Contreras el dueño de la constructora Andalien, siempre ha sido un tipo arrogante, estudió arquitectura en la universidad de Concepción y contrata a todos los ingenieros y arquitectos de su generación solo para presumir de su empresa, el es incapaz de aceptar que una persona que no fue a la universidad gane mas plata que uno que si lo fue, siempre fue igual, cuando era estudiante no permitía que entraran a las fiestas universitarias los que no eran estudiantes ¡llamaba los guardias! Es un enfermo clasista_ No lo conocía, solo asistí a fiestas universitarias cuando mis hermanas me llevaban, ya que yo me eduqué en la comercial y me titulé el último año en que los contadores egresaban de esa escuela, luego me mandaron a trabajar a Asmar, solo diez años duro mi trabajo y me jubilaron por enfermedad, bueno me lo pasaba con licencias medicas, sentía esos terribles dolores de huesos y no entiendo como después del desahucio se fueron los dolores por arte de magia.
_Camila, Camila_ Dejando de recordar escucho a Catalina que me nombraba con insistencia, intrigada por saber que hacía en mi casa le conté y dándome a entender que es un mujeriego, que no tiene miramiento, solo las quiere poseer, mi cuerpo fue invadido por un escalofrío, sintiendo hasta mi piel hirsuta. Catalina me llevó hasta una boutique que su amiga vendía porque se iba a residir a los Estados Unidos, luego me sacó para afuera y me incitó a que la comprara ¡Con cartera de clientas, ropa de temporada! Me tenté con poco convencimiento y pedí un préstamo. Paola la más entusiasmada. Se transformo en centro de encuentro para mis hermanas y amigas, las que me llevaban infinidad de clientas, contando con la incondicional colaboración de mis hijos, los que me aconsejaron que la compra seria un secreto para Carlos hasta que regresara a la ciudad.
El día en que Carlos avisó su regreso sentí desfallecer, cuestionándome en como lo recibiría, que comida le serviría, sintiéndome tan torpe, una quinceañera esperando el regreso de su amado. Ya que yo también lo extrañé, los años me habían sensibilizado o quizás era la nostalgia la que me enturbiaba la ansiada espera. Pasada la media noche dejo caer su abultado bolso a los pies de la cama, retirándose su chaqueta se abalanzó a mi lado y solo repitiendo que me había extrañado dejó caer su cuerpo al mío, por mucho tiempo no sentía la tibieza de su cuerpo, por mucho no sentía el gusto de ser deseada, perdiendo las esperanzas me había doblegado a las circunstancias, creyendo que ya éstos momentos quedarían guardados en mis recuerdos dejé caer mi lagrima de desaliento y disfrutando el sorprendente momento volví a creerlo mío, mío como nunca.
Antes de irse a estudiar los mellizos merodearon en mi habitación, dejando la puerta junta desperté y dando una rápida mirada entendí que ésta esplendidez no fue un sueño y volví a dormir, volví a dormir a su lado, despertándonos un poco antes del medio día el insistente teléfono, lo silencie, no permitiría que mi momento fuera empañado y reí, reí con malicia, Carlos también rió desconectando el suyo, riéndonos que ya no sé de qué volvió a hacerme suya. Me había regalado el día, que solo estaría para mí de cuerpo y alma, le conté de la tiendita, de la práctica de los mellizos, Carlos me escuchaba, me prestaba atención, me acariciaba, luego me dijo que bajáramos y haciéndome que entrara de espalda a la sala de estar, para mostrarme su obsequio, fue un o con mayúscula al ver el gran cuadro de la carreta con bueyes, traído desde Pucón, lo contemplé detalladamente y me fui a sacar con desprecio el añoso cuadro Chino que compré para que adornara mi sala, le había comentado muchos años atrás mi anhelado sueño de adquirir un cuadro de una yunta de bueyes y no no se le había olvidado.
Nuestro desayuno o quizás comida fue de recién casados, luego escudriñamos el jardín, miles de semillas de camelias esparcida en el suelo y otro tanto depositadas en un saco. Carlos se había enterado que de esas semillas se extraía un valioso aceite y me había pedido que se las reuniera, pero en éstos dos días había estado un tanto ajetreada y no pude agrupársela. Dando un manos a la obra las reunimos en un breve lapso de tiempo, repletando un par de bolsas. La labor no terminó con agruparlas si no de instalar el exprimidor en el jardín y extraer el valioso aceite, la primera máquina duró unas horas el motor comenzó a expeler un humo y muy lentamente dejo de funcionar al reunir una media chuica de vidrio, admirada prestaba ayuda mientras continuaba corriendo el suave liquido y con celular en mano sacaba información de internet para cerciorarme de la veracidad del producto, maravillada de mis camelias que podía aprovechar las hojas en té. Carlos reunió dos semillas de cada camelia y las sembró en par en maseteros. Terminada la labor nos preparamos unos huevos con el aceite extraído, luego nos fuimos a la cama para esperar nuestra muerte, por haber consumido un producto desconocido y al cabo de unas horas nos despertaron nuestros hijos para saludar al padre y entregar la recaudación de la tiendita, como la apodamos "quien va a la tiendita, paso por la tiendita, nos juntamos en la tiendita"
Al día siguiente llevé a Carlos a conocer la tiendita y me encontré con la vendedora sentada y Sebastián entregándole una revisión dental, Carlos no disimuló su risa, molestando a Sebastián el que le insinuó que de gracioso no tenía nada y que por supuesto luego le tocaría a él. Sin librarse por la tarde en casa lo convenció y mientras lo inspecciona lo convencía de instalar una clínica dental, que por cierto ellos serian simples profesionales entregando sus servicios. Carlos no se convencía diciéndome que solo eran unos polluelos con el pico parado y que luego los llamarían de algún hospital dejando todo votado y que debían abrirse caminos solos, como lo hizo él.
Carlos de vuelta en la ciudad, Concepción era su orbe y su gente, de nuevo volvió a ser un carente sexual por arte de magia, quizás lo tenían embrujado, me explicaba cuando me acercaba en son de seducción y le creía, ingenua le creía sin titubear, sería el estrés de la ciudad, quizás los mellizos lo ponían tenso o quizás era verdad lo del embrujo porque que existe la maldad la existe. Con serenidad lo justificaba aferrada a sus brazos sin permitir que se ofendiera. Hasta que Paola lo descubrió ingresando a un motel, quedando sin titubear le pedí que me llevara, tomando la carpeta que me llevó Cristóbal para que le firmara sus documentos me dirigí al motel llamado Venecia y pidiéndole a Paola que permaneciera en el vehículo llegué a la recepción.
_Buenas tardes, me comuniqué con mi cliente Carlos Santelices y me dijo que se encontraba en ésta dirección porque tiene que firmar éstos documentos para entregarlos en la notaría_ Convencida la joven me dirigió a la habitación, donde golpeé muy sutil, al cabo de unos segundos abre Carlos cubierto en toalla inmaculadamente blanca y el dorso descubierto. Cediéndole la carpeta con lápiz encima le pedí que firmara los documentos, regalándole un por favor aproveché de entrar a la habitación, el cuerpo de la mujer estaba cubierto con la sabana hasta más arriba de su cara, al descubrirle su rostro me percaté que ésta vez fornicaba con la secretaria de la empresa, preferí no hablarle y volví mi enrojecido rostro hacia Carlos el que continuaba con la carpeta tomada sin firmar, extendiendo mi mano para recibir la bendita carpeta le pregunté si ya la firmó. Esta vez me retiré sin demostrarle agravio, solo me retiré, ya nada me extrañaba, solo montada en cólera con migo dejé que la repentina lluvia apagara mi ardiente furia, caminé con celeridad dejando sentir que mi rostro se refrescara con la gélida agua que corría por mi rostro, sin saber si lloraba me alcanzó Paola, comprimida me subió al vehículo advirtiéndome que tomaría un resfriado. Había anochecido y Paola me llevó a su casa, aprovechando que se encontraba con su marido de viaje me llevó directo a su cama, facilitándome ropa de dormir me dejé llevar. Sacó una yerba y haciendo cigarrillos me indicó que sería lo único que quitaría mi frustración. Reí con nerviosismo por lo desconocido, necesitaba dejarme llevar y entregándome el cigarro prendido me aseguró que me sentiría muy bien, fumé, lo fumé todo, luego nos servimos una copa de coñac, mi amiga reía a carcajadas y yo asombrada la miraba sin entender comenzando a sentir mi rostro alargado, mientras más lo tocaba más largo lo palpaba, un aterrador pánico se apoderó de mí al ver que mi sombra se movía a voluntad propia, pedía a mis hijos, quizás por cuanto rato o con qué insistencia que al verlos solté el llanto, no lloré por la nueva traición de Carlos ni siquiera me había acordado, lloré por el pánico que estaba viviendo ¡hijos, hijos tengo miedo! les dije cuando me observaban, pensando que ellos me compadecían por mis largas quijadas. Tomándome con sutileza y silencio absoluto me llevaron a casa, en el trayecto veía todo tan distinto, como si circuláramos por ciudades muy desconocidas, mi cuerpo lo sentía ovillos de algodones pero lo más terrible era mi rostro, me tocaba mis orejas y las sentía alargadas, mi profundo suspiro fue al llegar a la punta de la nariz, resbalaba mi mano por ella y no terminaba, sintiéndola con forúnculos, cubrí mi cara y al tocar mis ojos con mis dedos, descubrí unas enormes cuencas, fue cuando di un suspiro de desagrado. Cristóbal me preguntó si me sentía bien, muy acongojada le respondí que me había convertido en un monstruo, que qué haría ahora con éstas inmensas orejas, con las cuencas de mis ojos y lo que era peor mi enorme y forunculosa nariz.
_No te preocupes después todo vuelve a la normalidad_ Me garantizó Sebastián.
En cama me sirvieron una enorme taza de leche con chocolate caliente, fue cuando me sentí mejorada y me acerqué a la puerta para juntarla escuchando la voz de Cristóbal que decía "la tía Paola no debió jamás darle a fumar marihuana a la mamá" en ese instante me sobrevino una terrible vergüenza, aun fue peor cuando Sebastián riendo le manifestó que estaba impregnada de esa droga. Cambiándome de piyama aceleradamente, para remediar en parte mi falta y lavándome los dientes miré mi rostro por el espejo estando todo normal, solo mis ojos reflejaban decaídos y enrojecidos en los contornos. Fingiendo dormir mis hijos fueron a revisar como me sentía, apagaron la luz, serrando la puerta quedé sumida en mi tormento de ser menospreciada por el hombre que comparte mi cama, mi habitación. Después de llorar, sentí todo perdido, no podía exigir amor a quien no sabe el concepto de la fidelidad, indignada me quede dormida, con mi dolor atragantado.
Por la mañana descubrí que Carlos durmió en nuestra cama. Decidida a dejar de ser burlada, tuve la idea de tomar su ropa y dejarla en la habitación continua, preparando su siguiente cama, sentí que sería un justo azote. Por la tarde lo tomé del brazo y lo llevé a su futuro cuarto, al decirme que me amaba recibió el feroz palmetazo, el que le propiné con toda mi indignación, diciéndole que dejara de jugar al amor con migo.
A la hora de la once, los mellizos preguntaron sobre la separación de camas, Carlos fijó su mirada suplicante en mi y mirándolo fijo, les contesté que estaba harta que su padre me fuera infiel. Miradas entre cruzadas, con un silencio absoluto, la comida continuó. Silencio que rompió abstraído Sebastián, refiriéndose a la infidelidad de su padre lo criticó, diciéndole que agradeciera, que no lo había echado de la casa. Interrumpiéndolo Cristóbal, mirándolo, manifiesta que su padre es incapaz, de cometer ese error. Estallé en carcajadas, siguiéndome algo irónico Sebastián, la risa cesó de súbito al ver a Carlos levantarse molesto de su asiento.
En los días siguientes adopté una postura alegre, que ni yo misma me la creía. Carlos continuó en su habitación solo, comportándose como un esposo ejemplar, mandando a maestros para pintaran entera la casa, por fuera, cambió la alfombra al ver que llegué con el sofá que había visto en la vitrina, pero lo que más me impresionaba, era su puntualidad para llegar a casa cada tarde, trayendo algún sabroso engañito para la once, conformándome en mi interior al ver el trato que siempre le pedía para nuestros hijos reanudé la conversación, tratándolo con cariño, también procuré ser más puntual, aunque me costaba al llegar ya que con los años adquirí una relajante libertar, tomando mi tiempo sabiendo que en casa no me esperaba temprano mi marido. Hasta la estruendosa noche, que llovía a cantaros y lo que me descolocó para salir corriendo, aterrorizada a su cama, fueron los estridentes truenos, acompañados del aterrador resplandor, de los relámpagos. Al abrir las tapas me protegió con sus cálidos brazos sin formular palabras, solo sostuvo mi tembloroso cuerpo. Cuando niña corría a mi padre, por su protección, sintiendo que solo él, sería lo suficientemente capas de protegerme. Por la mañana desperté con sus fogosas caricias y retirándome de la cama, le pedí no se confundiera, que solo busqué su protección, aún la herida no cicatrizaba. En piyama le serví su desayuno, los mellizos con bolsos preparados, acudieron a desayunar, fue la mañana que nos comunicaron que sus prácticas la realizarían en Lebu y Sebastián en Cañete. Prefiriendo verlos cada tarde les cedí mi vehículo, experimentando una sensación exquisita, de protección de Carlos, el que pasaba a buscarme a la tiendita y nos juntábamos a comer, con los mellizos, en los restoranes, solo para que no trabajara en demasía. Días maravillosos los que transcurrieron, hasta la tarde que recibí la llamada que no llegaban, Carlos me invitó a un concierto en el teatro Concepción, sin saber que Camilo Sexto cantaría, sintiendo que solo cantaba para mí cuando Carlos tomaba mi mano y Camilo Sexto interpretaba la canción perdoname, la música cesó de súbito cediendo con un tierno beso de Carlos. Proseguí con mi relación marital, luego de comer en el Langolo. Sintiendo que debía perdonarlo y entregarme el derecho de ser amada ¡cuantos meses alejada de su calor, su cuerpo, su compañía y sobre todo aplicándole la ley del hielo! Al llegar a casa saqué una botella de vino y al momento que Carlos la descorchaba subí a ponerme mi tenida de odalisca, después de tomar la copa de vino tinto y con la música a alto volumen le dance por un largo periodo, antes de terminar bailé sin corpiño, por momentos quitaba el paño de seda, dejando que se vieran mis renovados pechos, los que había hecho levantar, sin comunicar mi decisión, los pezones apuntaban de frente. Carlos clavó su mirada en mis armoniosos pechos y yo coqueteaba con el pañuelo, sin permitir la desnudez atrevida, fue el instante, en que silenció la música y fue a mi encuentro, diciéndome que estaba exquisitamente hermosa, sonreí, tomando mi copa servida, me llevó a mi cuarto, en ese instante, mi larga cabellera no permitía, que mis armoniosos pechos quedaran descubiertos y me deje amar.
Los mellizos continuaron juntos en Cañete, por un tiempo prolongado, Carlos les arrendó una casa y nosotros permanecimos solitarios, por las mañanas subía desayuno, para que lo tomáramos juntos, en algunas ocasiones, acudía a la tiendita para que saliéramos unidos a almorzar. Cierta tarde estando juntos en el jardín buscó la camelia más linda y me la entregó, pidiéndome perdón, por los amargos momentos que me ocasionó, diciendo que había cometido tantos errores, me abrazó y soltó el llanto, entre sollozo decía que siempre, solo me amó a mí, que yo era el amor de su vida, mis lágrimas relucían solo de felicidad. Por la mañana me llevó a la tiendita y nos despedimos, asegurándome que regresaría a la hora de almorzar. Lo esperé con la tienda abierta, la vendedora regresó y fue en ese momento que decidí llamarlo, su teléfono me mandó al buzón de voz, dejándole el recado, que lo estaba esperando. Me pasó a buscar mi hermana Catalina y nos fuimos a tomar un té, ya había pasado la hora del almuerzo, sobre pasábamos las cuatro de la tarde y fue en ese instante, en que sentí que algo oprimía mi corazón, mi cuerpo estremecido dio paso a la palidez, en el preciso momento que se percata mi hermana, suena mi celular.
_Mamá vente inmediatamente al hospital, el papá está herido_ Gracias a los estímulos de Catalina, tuve el temple de no desfallecer. Carlos quemado, intervenido, lo trataban de reanimar. Me acerqué a su irreconocible cara, no me importaba su engaño, solo deseaba que estuviera bien. Diciéndome que no pretendía fallar de nuevo, solo que ella le imploró que se dieran una despedida y entre cortado, me dijo que me amaba y que lo perdonara, sintiendo que su mirada se alejaba, dejó de respirar, dejo de existir. Quise tocarlo con mis dos manos extendidas, me retuve al sentir que le haría daño, las maquinas dejaron de emitir sonido, se había ido, me había dejado para siempre, ya no le reprocharía nunca más alguna infidelidad. Le sacaron los tubos introducidos y yo estática, muda, solo miraba, la enfermera limpió su ennegrecido rostro y juntó su boca, mientras mis lágrimas se juntaron para caer todas unidas, cuando por fin, saqué un maullido de gata herida y lo abracé, me dejaron llorar y lloré acompañada de mis hijos, de mis hermanas y mis amigas. Su alejada familia llego al funeral, permití que sus camelias le dieran el adiós, mostrándoles como nunca sus flores, también permití que "sus dolidas amigas" derramaran sus lágrimas, fueron muchas, unas muy conocidas otras no las había visto jamás, las que fueron parte de su existir, las que lo lloraron y luego olvidarían a mi esposo, al macho que deseaba que solo fuera mío, al padre de mis hijos, los que por cierto los sentía resignados.
Delante del féretro agradecí a los presentes y dando a entender que mi dicho de siempre fue que "aun no a nacido el ser que me arrebatara a mi hombre" pues si vino el ser más despreciable y me lo arrancó y éste ser es la muerte. No mencioné a su compañera de muerte, la que cubierta con sábana blanca, esperaba fallecida a su esposo para ser retirada, no la quise ver, no me importó.
Al día siguiente del funeral, me llamaron, a que fuera a retirar la camioneta del estacionamiento del motel. Llevé camelias en masetas y se las entregué al gentil dueño del lugar, por suerte tenía llave de repuesto. Observé la tiznada camioneta y le entregué las llaves a Camilo.
A una semana de los funerales, retomaron mis hijos sus actividades y a mí me despertaba el insistente teléfono, llamándome la policía de investigaciones de Concepción, les respondí que iría en cuanto pudiera. Inquieta llamé a mis hermanas para su compañía, las que esperaban en las inmediaciones, preocupadas pensando que me podían culpar por el incendio, la verdad no tenía una pizca de miedo, solo me intranquilizaba lo desconocido, sola, con tres personas interrogando lo que les parecía. Al preguntarme por el seguro contratado, unas décadas atrás por si le sucedía algún accidente, donde Carlos puso a mi nombre, les dije que estaba ignorante y que sí sabía de la cantidad de mujeres que había tenido, encogí mis hombros también lo ignoraba. Lo que me hizo descontrolar fue cuando me formularon que si sabía que Carlos era estéril "como podía ser estéril, tuvimos tres hijos" eso lo estime copucha y se los consideré, me lo corroboraron con certificados
_¿Y de qué forma engendramos a mis hijos entonces?_
_¡Si solo he estado con él!_ Ya no entendía nada ¿Quién fue Carlos? Ya lo desconocía El dolor se transformó en pesadumbre.
_Usted se embarazó bajo inseminación artificial, llamada Fecundación In Vitro, por el doctor Fernando Mesías_
_¡Pero él es mi ginecólogo!_ Mi mundo se revolvía sin entender.
_¿Y quién es el donante?_ Formulé la pregunta dando un feroz suspiro.
_El mismo doctor, Fernando Mesías_ Luego me preguntaron ¿donde estuve el día del incendio?
Atolondrada les di la información, diciéndoles que en estos últimos meses estuvimos muy unidos sintiéndome la esposa más dichosa del mundo, quise llorar pero preferí contenerme, concluí con decirles "que la vida solo tiene ciertos momentos de felicidad y que debemos aprovechar muy bien" Terminaron por entregarme el manojo de llaves que Carlos jamás se desprendía, saliendo de la sala me percato que comienza a entrar el crepúsculo. Desilusionada, amargada, descolocada, enfrentada a un mundo enajenado, sin entender como fui engañada por Carlos y a la vez por mi ginecólogo. Parada frente a mis intranquilizadas hermanas, impacientes por la larga espera recordé la insistencia de Carlos porque permaneciera con el mismo doctor, que por cierto conocidos desde la infancia, si hasta guardaba fotografías de sus primeros años de escuela. Qué me hubiese importado que me dijera que era estéril, lo amaba siendo mi único amor de casada y ahora me entero que mis hijos no fueron concebidos por él, mis hijos eran producto de un invento humano y genes de otros genes, ahora entendía la miserable empatía con sus hijos. Mis hermanas reunidas a mi alrededor y yo enajenada con mi gran desilusión, sintiéndome la esposa más desdichada del mundo, me abrazaron y yo quise salir arrancando desaparecer del lugar. Con mis ojos muy abiertos y cubiertos de lagrimas que al pestañear cayeron a chorro, para dar lugar a otras desilusiones que rompan en lagrimas. Parada con mi pelo suelto y un fino sentillo que no permitía que mis rulos cubrieran mi frente, mi abrigo rojo cubriendo justo hasta donde llegaba mi falda a cuadros que por cierto no alcanzaba a cubrir mis rodillas, mi valerina y botas junto a mi ajustada polera negra, que contradecía al anti luto abrigo rojo. Les pedí que fuéramos a la empresa a recoger las pertenencias de Carlos, abriendo el cajón que serraba con llave quité la caja plástica, recogí todo, hasta las insignificantes chucherías que guardaba en los cajones sin llave. Apareciendo su jefe, el que conocí la tarde que fue a conversar con Carlos, trayendo una caja de cartón, la que recibí con mucho aprecio pero con mirada despectiva. Al saludar a Carolina preguntó si éramos hermanas, nos miró pacientemente, terminando sonriente de decir que éramos muy parecidas, retirándose con el afectuoso saludo de mis hermanas. Los detectives revolvieron hasta el papel más insignificante, Carlos fue siempre muy ordenado, entregando el tiempo necesario para que todo estuviera siempre en su lugar, siendo criado con disciplina militar. Retiré la fotografía instalada en el escritorio y descolgando su chaqueta me retiré.
Mi estomago crujía, el día se había marchado y solo deseaba llegar a mi casa, esperanzada que en tanto cuaderno y agenda me explicara de porque me utilizó para obtener un hogar con hijos ¿A quién quería engañar? Siendo evidente que algún día, tarde o temprano todo se descubriría.
Mis hermanas se marcharon después de comer y enteradas que mis hijos eran producto de una intervención genética. Quedando con las ansias de descubrirlo todo, llevé todo lo recopilado a mi cama, revisando y analizando me pasé la noche en hurguetear cada agenda, cuaderno y pedazos de papel escrito. Enterándome que Carlos en su graduación al perder su castidad ganó una fatal infección de transmisión sexual que al no ser tratada a tiempo lamentablemente lo llevó a la infertilidad cómo fue posible de no percatarme, su familia lo sabía y nunca lo comentaron. Entendí la razón que al nacer mis hijos los ignoraban y sin dar importancia desde sus cumpleaños hasta sus graduaciones, todo fluía con desinterés en la familia Santelices. Solo me quedaba por revisar una añosa y ajada agenda que correspondía al año mil novecientos ochenta y uno, año en que se graduó y que había comenzado su a mal llevar vida sexual. Comenzó escribiendo su primera y fatal experiencia, llevándolo por muchos años a las molestias que le ocasionaba la clamidia o gonorrea que se la descubrieron en la cita al médico cuando su madre recoge la toalla blanca de la cama descubriendo unos bichos que deambulaban asquerosamente por la toalla que sostenía en su mano, sacando la señora una cita para la misma tarde y sentenciándolo a que si no concurría se las vería con su padre un fornido militar que no escuchaba razones. Recostado en la camilla, sin pantalones, con su madre inmutada sentada detrás del doctor, enterándose de lo infeccioso que tenía su pene, el que ella cuidó y se lo entregó higienizado, ahora teniéndolo infectado con ladilla. La señora entregó a su hora los medicamentos y esterilizó cada muda de ropa interior, donde Carlos obedeció cada orden de su madre para que todo se mantuviera en reserva. Enterándose la familia que Carlos había quedado infértil por las infecciones no tratadas a tiempo. Leía páginas tras páginas, llegando a la lastimosa parte donde su primera novia desistió de casarse por la condición que Carlos no podía engendrar y marchándose al sur lo dejó devastado por mucho tiempo. Llegando a la página donde Carlos me conoce y ennoviando unos años no me pedía matrimonio, el miedo al fracaso lo desistía y que con mi insistencia se atrevió, estando ya casados comenzó a maquinear como dejarme preñada. Siendo Fernando Mesías el que sugirió y procedió. Llegando al listado de las conquistas, nombres y fechas repitiendo el mismo día dos sitas con diferencia de solo una hora, leyendo nombres tras nombres sin identificar, un líquido helado corrió desde mi cabeza al leer el nombre de Catalina mi hermana, con fecha de cuando estudiaban en la universidad y antes de conocerme. Apreté mi rostro con mis dos manos y sin entender la razón por la que callaron dicho suceso continué con el listado, continuando con nombres desconocidos, hasta que llegue al de mi amiga Paola, pasé muy rápido buscando su nombre los que se repetían con mucha frecuencia, luego me encontré con los que ya conocía de su infidelidades, llegando al nombre de mi cuñada esposa de mi hermano, repitiendo con un par de sitas ¿Qué más tenía que enterarme? Como dijo un sabio "si perdonas demasiado acostumbra a fallarte" cómo si había sido el rey Salomón con mujeres por doquier. Con mi rostro hacia el techo y mi mano acariciando mi barbilla medité lo mal que la pasó la primera esposa de ese ardiente rey.
Viniéndome un rechazo a tanta inmundicia me fui a preparar mi desayuno, desayuno que tomaba taciturna hasta que abruptamente es interrumpido mi aireado pensamiento con el timbre de la casa. AL abrir me encuentro con la esposa de Joaquín mi hermano, una de las amantes de Carlos, mi cuñada que dice ser cristiana, la que abomina la homosexualidad. La observo detenidamente y con mis ideas susceptibles no dejaba de tener indignación con ella, me dice que la haga pasar y abriéndose camino se introduce. Me contuve en todo el desayuno, que hasta sonreía y contándome que Catalina le comentó sobre la atrocidad que cometió Carlos, prefirió venir a verme, ya que mi teléfono se encontraba apagado, en ese momento no me contuve y diciéndole que había cometido el pecado de apagarlo, porque no quería hablar con ni una maraca, cristiana farsante como ella. Abrió los ojos, con su rostro desfigurado me miraba sin emitir palabra y subí a buscar la enigmática agenda. Estática y en la misma posición la sorprendí al bajar, comencé a leer las fechas en que se habían revolcado y mencionándole el motel Argentina "estuvimos en la cama, redonda, girando como lo hace el mundo todos los días" ¡que romántico! se lo enrostré riendo, luego busqué la segunda cita y sentándose muy abrupto comenzó a llorar como María Magdalena, aunque su llanto no me conmovió continué leyendo donde en la segunda cita se fueron a las trancas, metidos en las termas con mucha nieve alrededor se acariciaron con desmedida ternura.
_¡Este Carlos no tenía ni una pisca de memoria de caballero! ¡Miren que escribir sus adulterios!_ Su falso y bullido llanto me descoloco y sentándome en el sofá le pregunté si lloraba por el recuerdo de esos gratos momentos o por que fue descubierta de su infidelidad conyugal. Dejó de llorar y se arrodillo a mi lado pidiéndome perdón. Enojada la levanté y le dije que yo no era Dios para que se arrodillaran y que simplemente era una esposa tonta que se dejó engañar. Tomándome la mano se confidenció contándome que en esa época mi hermano trabajaba demasiado y Carlos tenía una obra en San Pedro pasando por las mañanas a su casa antes de ingresar al trabajo, la conquistó con su ternura, incomparable ternura. Suplicándome que no le contara a Joaquín se marcho.
De nuevo sola y desahogada y con ánimo de esclarecer con quien perpetuó su vicio en todos los años de nuestro matrimonio mi enigmático y desvergonzado difunto esposo. Prestándome a tomar la agenda sonó el teléfono. Preocupado Germán preguntando por su esposa, mi amiga Paola. Instintivamente abrí la agenda en la última página de las citas y veo que estaba el nombre de Paola, le pidió una despedida ya que Carlos no quería ser nunca más infiel. Queriendo ser un hombre leal se dejó llevar y teniendo como resultado la pérdida de su vida y la de Paola. Titubeante no sabía cómo decírselo.
_Camila ¡Por favor quiero saber de Paola! Su familia ni yo no tenemos idea de su paradero y es por eso que te llamo_
_Tienes que viajar ahora porque creo que tú esposa está muerta_ Tenía que estar serena, lo necesitaba, fue cuando de nuevo suena el teléfono y la cote me cuenta que Germán la había llamado, fue el momento que tuve para desahogarme y mostrarle mis sospechas a mí amiga, la que solo pudo aconsejarme que llamara a la policía. Con la policía puesta en mi casa, interrogándome y revisando todo lo que estaba a mi alrededor, por si tenía olor a algún combustible, me interrogaban como si yo tuviera responsabilidad en la tragedia, comencé a sentir un descontrolado pánico, buscaban un culpable y antes de irse requisaron la agenda la que era material de prueba.
Con urgencia imperiosa me fui a hablar con Fernando Mesías, el ginecólogo y voluntario proveedor de los espermatozoides de mis amados hijos. Parada frente a él le enrostré su falta de ética, su crimen de embarazarme sin mi consentimiento, por violar mis derechos a elegir al proveedor de los espermas. La respuesta la tenía antes de responderme era obvio que me diría que lo hizo por ayudar a su amigo, sin una mala intención, despreocupándose que faltaba a los valores de ésta noble profesión y a mis derechos de mujer. Mi ira me llevó a propinarle una feroz palmada, demostrándole mi desagravio y decirle que mi respeto por él ya no existía. Me fui sin antes decirle que éste abuso lo llevaba a la justicia. En el estacionamiento y dispuesta a encender el motor se apodero en mi una angustia, llorando me sentí abusada, humillada, maltratada en estos mis años de matrimonio. Tomada del volante y apoyando mi cabeza, desee un imperioso olvido voluntario, al hombre que ocasionó en mí tanto dolor y desajustes, teniendo solo charcos de felicidad y con la única complicidad en común que eran las camelias.
Repentinamente llamándome el dueño del motel donde se ocasionó el fatal accidente, para que pase a buscar el anillo de Carlos que fue encontrado en las cenizas y recordando a la cote al decirme que todo lo que suceda se lo informe al inspector que lleva el caso y después de comunicarlo tomé un par de macetas con camelias y se las llevé para que asomaran sus flores y dieran vida donde Carlos la perdió. Agradeciéndolas el dueño le pedí que las plantara al lado del lugar donde por última vez Carlos dejó de fornicar. Con el anillo en mis manos y presionándolo muy fuerte le di el adiós a un hombre y a nuestro matrimonio, mi vida debía continuar y continué sintiendo la necesidad de saber con quién más continuaba la lista de fornicaciones y comentándole al inspector mi inquietud para continuar mi vida en paz y sin titubear conversar con las mujeres de mi entorno, fue hací como me entregó la copia de las hojas que contenían el nombre de las damas que no oscilaron en relacionarse sexualmente con mi marido y tuvieron la osadía de entregarme su engañoso cariño. Fue de tal manera que descubrí que mi hermana Catalina estando en matrimonio, fornicó con Carlos en un par de ocasiones más, eso me dolió y necesitaba una explicación y ya que estando cerca de su oficina la pasé a visitar. Jugando con un lápiz donde lo movía de lado a lado buscaba la manera y el momento preciso para encarar su engaño y presionando el lápiz y a la vez apretando mis labios me atreví a darle a entender que sabía de sus engaños y dándole las fechas enlacé los dedos con mis manos juntas, me miraba con asombro y sin tener respuesta decidí retirarme. Pasando por la plaza me encontré con un asiento desocupado que le daba una sombra exquisita, me senté observando un tumulto de gente que se agrupaba manifestándose alrededor de la gobernación, la gente había saturado su paciencia, no se veía gente humilde, solo jóvenes estudiantes y profesionales descontentos, agobiados por un sistema corruptamente insensible, sintiéndose exprimidos por las AFP, la salud, el alto costo de los víveres, los pasajes, la educación. Enajenada con mi situación presté atención a las solicitadas demandas, porque las carencias de esos jóvenes eran las carencias de mis hijos y prestándole atención a la conversación de un grupo allegados muy cerca de mí me di cuenta de porqué Camilo aun no tenía casa propia si siempre tuve la sensación que era porque deseaba estar cerca de mí y no porque le solicitaban una cantidad de millones para poder entrar al subsidio de la casa propia, la verdad que yo también pagué mi casa a cuotas pero no me pidieron tanto dinero. Apareciendo Catalina para darme explicaciones se sentó a mi lado, me miró y entregándome acontecimientos persuasivos me dio a entender que Carlos estuvo enamorado de ella pero que ella ya estaba enamorada de su actual marido. Siempre la admiré por su carácter, su forma de llevar su matrimonio sin conocer que escondía secretos y teniendo tentaciones por parte de Carlos se dejó llevar. Era mi hermana y no debía condenarla pero yo jamás me dejaría seducir para traicionar a una hermana, amiga o inclusive conocida, ya que al hacerlo para mi es nada más que traición, faltar al cariño, a la lealtad que se me entrega y tendría que aprender a convivir con todas éstas mujeres que me han defraudado. Fue el ensordecedor ruido que me trajo a pensar que ese dinero del seguro que pagaba Carlos se lo debía entregar a Camilo para que adquiriera una casa, entre comillas propia, entre comillas porque debía seguir pagándola y sin mirar a Catalina que continuaba a mi lado sin añadir glosas continué escuchando a los jóvenes que depositaban sus descargos, hasta que Catalina se sintió invadida y muy abrupto levantándose me pidió salir, ya todo se había atestado y subiéndome al asiento divisé una infinita aglomeración.
Al cabo de salir con esmerado esfuerzo nos fuimos a comer, fingiendo sentir apetito comía con esmerada prontitud, ya no quería escuchar nada que tuviera que ver con los amoríos de mi difunto marido. Enfocada en cobrar el seguro me despedí de Catalina apresurada y dirigiéndome animada a la oficina nació en mí la idea de repartir ese dinero con mis hijos. Al revisar el documento y divisar la exuberante cifra fluyó mi voz dando las gracias a Carlos, un agradecimiento que me llevó a su sepultura, comprando rosas con un tierno color rojo, sentía que mi marido sí pensaba, que sí se preocupaba de mí y obsequiándole muy sutil un beso a la lapida mi mano se dirigió a su nombre.
Muy de tarde y después de asear mi casa llamé a cada uno de mis hijos, para informarles de la abultada suma que adquirían sus cuentas de ahorro y mostrándoles el documento que me fue entregado para darles a conocer la cifra total y que percibieran mi justo balance, luego de los esperados agradecimientos caminé al bar que construyó Carlos debajo de la escalera y sentada saboreando mi licor recordé que siempre en mis momentos en soledad disfrutaba bailar danza Árabe. Estando con mi indumentaria puesta y la música escuchándose y confundiéndose con el sonido del teléfono, que preferí contestar dando un gran paso, decidí bailar para esperar a mis amigas, las que entusiasmadas me ofrecieron visita. Al momento que llegaron mi cuerpo extasiado y sin detenerme continué con la danza y ellas entusiasmadas palmoteaban al ritmo, solo dando leves recreos al término de cada música para ingerir sorbos de licor, momentos hilarantes dejaban entre ver que todo estaba en felicidad, como si nunca nadie en esa casa había fallecido, menos el jefe de hogar, ya que de la tragedia aún no había pasado ni un mes. Me acostumbré en cada suceso a dar un rápido giro y no quedarme atada en los episodios, la vida y los momentos son únicos y nada ni nadie me los puede arrebatar. De la estufa eléctrica pegada a la pared emanaba el calos necesario para permanecer con las pocas prendas que cubrían mi cuerpo y permanecí estando con las ropas de odalisca para comer la pizza que trajo y calentó la Cote, hoy era un día de triunfo, o al menos me lo hice creer, sintiéndome querida o importante por un hombre muerto, que hasta la mañana de éste mismo día estaba desecha de impotencia, por no tener en mi presencia al hombre que hasta muerto supo ocasionarme dolor. Al rato de degustar la leve merienda Laura insinuó a la Cote que debían aprender la danza y fue hací como sin darnos cuenta de la hora llegó el esposo de la Cote a su encuentro para regresarlas a casa, fue el día en que el esposo de mi amiga junto a un par de camaradas se percató de las destrezas de su mujer junto a sus amigas, las que le ofrecimos unas cuantas danzas o quizás muchas ya que agotada subí a cubrirme con mi bata. Continuamos en una amena conversación hasta adentrada la noche, los uniformados dándonos a entender que jamás habían presenciado esa danza nos dieron las gracias por la amena velada y contándonos que el caos en la ciudad era infernal, la destrucción en las tiendas era total, escuchaba interesada pero enajenada, ya que mi tiendita era resguardada por la galería, suspirando me impacienté, mi ciudad ardía la destrozaban. El gran Concepción agonizaba, al momento que mis invitados se marcharon me apresuré a mi cuarto a encender el televisor, para interiorizarme del caos que producían los manifestantes, ensimismada y agotada a la vez me dormí pidiéndole al señor que todo fuera transitorio.
Transcurrieron días caóticos, mi tiendita por leves lapsos de tiempo permanecía abierta, con temor a que fuera saqueada me traía a mi casa ropas de mi talla, justificando por si era destruida. El teléfono incesante continuó sonando, Laura en sollozos me comenta que a su hijo Benjamín lo atropellaron y dándole muerte lo dejaron tendido en un charco de sangre, el dolor de mi amiga era mi dolor, le arrebataron la vida a su único hijo, su compañerito que siendo mayor permanecía a su lado y en las noches de soledad cuando su marido en turnos era él sin titubear quien a su lado dormía, una vez más la ronda de la muerte nos dejaba en el desgarrado dolor. Su marido la acompañó tres débiles días ya que su deber lo llamaba, amparándola me acerqué para que su dolor fuera sin soledad, entendiéndola y sin rezongar la acompañé por días a cambiarle flores a su querubín. Hasta el día en que mi tiendita fue destruida, unos zapatos huachos encontramos tirados, al lado de fecas mal olientes, no quedó nada, solo me dejaron dolor, lloré acompañada de mis amigas, luego llegaron mis hermanas y viendo mi fragilidad no dejaban de alentarme a que era hora de hacer un viaje, que me fuera a Europa. Intentando mirar al futuro con optimismo y en vez de preocuparme por mi perdida, continué mirando un mundo de posibilidades para ser feliz, fue antes de navidad en que compré material para darle unos retoques a la cabaña, pacientemente me fui al campo, mis amigas gustosas me siguieron y sin dejar de llevar unos regalos a los niños que esperan a santa a que les traiga sus peticiones después de entregar sus cartas al correo, siendo altruista me anima a tener un entorno armonioso y ver niños que miran a los mayores con admiración y respeto, al revés de la indiferencia y desprecio en que se acostumbra a mirarlos. Aún menos, de acordarme de las ropas que tenía comprada para la temporada de verano, si las dejaba guardadas pasaban de moda, sacando solo las tallas grandes para el circulo de mujeres que me rodeaban, el resto la llevé al hogar de niñas que me gustaba visitar, las niñas gustosas elegían, mi entusiasmo quietó al observar una pequeña encaramada en una silla mostrando su tenida, su zapato lustrado pero descocido la abertura era muy extendida, eso me rompió el alma, dejé que todo terminara sin perder de vista a la niña con su zapato roto, peor aún fue mi descontento al ver que otra pequeña le mostraba su zapato que comenzaba a descocerse y ella mostrándole el suyo le comenta que a ella le sucedió lo mismo. En éste siglo que sucedan estas penurias a inocentes me fue injustificable. Con mi alma partida y queriendo llorar no podía dejar esa situación. Recordé que yo siendo niña de regreso del colegio me caí rompiéndose mi jumper, una distinguida señora al ver mi llanto me llevó a una tienda y me compro uno nuevo y al despedirse me regaló un dinerito para que me comprara una golosina, pero no compré golosinas, compré unos lápices que necesitaba. Esa vendita señora que nunca más volví a ver, clavó en mí más que la solidaridad es asistir al necesitado. Las llamé a mi lado y sin dejar de preguntar si había alguna niña que tuviera su calzado descocido, un breve silencio se apoderó en la sala luego de miradas entre ellas, apareciendo tres caritas asustadas, una que ya cumplía los dieciocho y tendría que salir al encuentro de algún trabajo. Insistí con mi pregunta "nadie más" de atrás de todas una pequeña que tendría menos de ocho, temerosa me respondió que no tenía zapatillas y sin hablarle la llamé con mi mano. Las acomodé en el vehículo y pidiéndole permiso a la superiora las llevé al mool ya que el centro de la ciudad a esa hora comenzaban los disturbios, los zapatos de colegio como fin de temporada se ofrecían en ofertas, escuchando a una de ellas que les decía que debían comprar un numero más grande para que les sirviera para el próximo año, observé a la que terminaba su colegio observando la vitrina de los vestidos de gala, le pregunté su nombre fingiendo no recordarlo, muy delicada me respondió Camila, le sonreí, ofreciéndole la compra del vestido de su graduación la mandé a probarse el que le interesara, con su indumentaria empaquetada las llevé al están de las comidas, sus dulces caritas alegres me colmaban de orgullosa satisfacción. Las conduje a mi casa para mostrarles mi jardín, fue el momento en que le ofrecí mi casa a Camila para que continuara estudiando entregándole las llaves de mi casa, después de escucharla decir que su madre era alcohólica y que intentó venderle su virginidad, al salir huyendo de su inescrupuloso comprador, siendo ese día en que la policía la encontraron descalza corriendo sin rumbo, designándola al internado. Antes de despedirme les entregue un billete a cada una, recordando a la bendecida señora que me regaló ese dinero, después de cambiar mi jumper roto.
En la cabaña mi mundo obedecía al incesante trabajo de campo y al cabo de la puesta de sol comenzaba mi sosiego, sentada en la terraza miré el avance del día, Laura obsequiándome un vaso de jugo se reunió a mi lado, la Cote apareció rezongando de porqué la dejábamos sola y sin dejar de mirarme tomó mi mano aseverando que me había despreocupado de mi persona y que en éstas dos semanas mi piel se había ajado muy notoriamente, sonriendo le comenté que estos días en el campo renovaban mis pensamientos y mi cuerpo y tomando su mano la puse en mi pecho, sin dejar de sonreír le pedí que apreciara los latidos de mi corazón, le insistí que era gracias a la tierra, al aire puro, al trinar de los pajaritos, a las noches estrelladas, a la luna llena y hasta a mi creencia en Dios, aquí desaparece mi soledad, mis frustraciones, hasta mis deseos carnales. Juntamos nuestras miradas sin dejar de reír, Laura entró a buscar el hervidor que acusando su ebullición nos dejó con los deseos de tomar unos mates con mistos que crecían en la parcela y sin dejar de mencionar que el deseo carnal estaba latente en ella desde hace muchos días; las risas de liceanas eran simples, comparadas con las nuestras.
_Y dejándonos de tonteras ¿Cómo lo vas a hacer ahora que enviudaste?_ Dando un giro cambió mi semblante, desde el estomago me brotó una leve sonrisa sin dudarlo le espeté que solo debía masturbarme. La seriedad apareció en nuestros rostros y sin dudarlo Laura insistió.
_¿Toda la vida?_
_Mientras lo necesite ¿No es lo que me enseñaste tu cuando tenía veintisiete?_ Reímos de nuevo con el mismo ímpetu y comenzamos a recordar lo sorprendida que estaba cuando me enteré que la mujer también podía hacer huso de la vendita masturbación, mi cuerpo acostumbrado a no desear sexo y que costándome un mundo para tener mi primer orgasmo pude por fin eyacular sin tener un hombre a mi lado y requiriendo muchas veces la masturbación durante mi vida de casada.
_¿Pretendes servirte solo de la masturbación durante el resto de tu vida?_ Me preguntó Cote al llevarse el mate a su boca, sosteniendo el mío en mi mano les comenté que la vida no se llena solo de deseos, también se llena de paciones, hobby y costumbres, que sin darnos cuenta eliminan el tiempo, hábitos, deseos y lo mejor de todo elimina el abatimiento. Luego les comenté que tengo una gran cualidad llamada resiliencia, que me ayuda a hacer frente en las decepciones y obstáculos. Laura no solo admitió sino que admiró esa cualidad en mi, sintiendo el deseo de adquirirla le advertí que se alcanza mediante la experiencia y el amor.
El celular no nos dejó de sonar durante el día siguiente, las amenas veladas, días soleados, las frutas madurando y hasta los pajaritos nos hacían olvidar el nacimiento del niño Jesús y que era el momento de cenar en familia. Decidimos que las fiestas se celebrarían en la cabaña y al próximo día sin demorarnos nos fuimos a la ciudad por la mañana a comprar lo imprescindible para nuestros invitados. Dirigiéndonos a la ciudad por la gran avenida O'Higgins las lamentaciones de mis dos amigas se hacían notar cada vez más fuerte y en algarabía, aturdida y entre reojo observaba sin poder creer lo que veía, la ciudad donde nací, mi ciudad estaba destruida, las vitrinas no existían, al dar vuelta por la plaza mis amigas repetían que las bancas no estaban.
_¡Miren la gobernación esta quemada!_ Comentó la Cote antes de cubrir su boca con sus manos. Dando un profundo suspiro callé, ensimismada al ver tanta destrucción, volvió a mí la terrible angustia y querer llorar por nada. Presionando mi frente con los ojos serrados me di las fuerzas para cambiar mis sentimientos y con la hilera de vehículos con sus inalterables ruidosas bocinas continuamos para dejar marchar a los que continuaban detrás de nosotras.
En la gran tienda a puertas cerradas compramos regalos a los cercanos, Laura compró ropa interior a su marido comentándonos que nunca lleva nada de repuesto, Cote por el contrario pidió un gran perfume sosteniendo que con eso basta y al mío solo unas flores le asentarían, fue de ese modo que después de nuestras compras nos dirigimos a mi casa a buscar los gladiolos que florecían en navidad. Mi sorpresa fue mayúscula al ver todo reluciente y sin dar importancia me dirigí al jardín a recoger las flores fue el momento en que se acercó sonriente mi invitada Camila, aclamando su nombre la abracé y en mis brazos me informaba de su situación, le agradecí por confiar en mí, siendo de ese modo que llegamos las cuatro al campo sin antes pasar al cementerio y dejar en las sepulturas de mis seres queridos los hermosos gladiolos.
Entre todas arrancamos una frondosa rama de pino y la decoramos con los adornos, en la terraza. Ya tarde, comenzaron a verse en el camino vehículos que iban levantando polvo, siendo el primero en llegar Camilo y su esposa entregándome el mejor regalo y al saludarla con todo el amor y aprecio que se merece la felicité porque sería mamá y me haría abuela, de los últimos llegaron mis mellizos tomándome en brazos me decían lo mucho que me extrañaron, la cabaña se colmó de boses y risas y sorprendida del cerro de regalos al lado del árbol de pascua agradecí que no estaría sola.
_¡La tía no se hace problema con los regalos, a todos nos regala por igual y éste año nos tocó perfume!_ Tomando su regalo comentaba mi sobrina, hija de catalina, la que tocaba doble regalo, el primero era por la navidad y el segundo por su cumpleaño, el que al obsequiárselo le mencioné que esa navidad la pasamos en la clínica y que al percatarse la enfermera nos hizo desalojar la sala, por consiguiente salimos cascando. Fue cuando catalina nos llamó a reunirnos al rededor del pastel, muy luego el ambiente se transformó en una gran celebración, muy de madrugada los mellizos junto a los hombres se propusieron armar el fuego en el quincho para el asado, al percatarme que Camila dormía acurrucadita al lado de Cote la llevé a mi cama, mencionándole que estos días dormiríamos juntas, nos dormimos, hasta llegado el medio día.
Las risas de las mujeres hicieron allegarme a la mesa, los hombres por el contrario reunidos dormían en colchonetas tendidas en el living sin saber quién era quién, luego llegó Camila y levantándome a su lado les informé que desde ahora Camila pasa a ser parte de la casa, un miembro de la familia. Mis hermanas le dieron la bienvenida, sabían que era lo mejor que me podía suceder, con mis hijos fuera de casa, mi esposo muerto, aquello era un símbolo de compañía, aunque para mí era una formula de agradecer a la vida y devolver la mano de lo generosa que ha sido con migo, además la vida no me había regalado una hija y hoy me la entregaba, para yo protegerla. Además Camila era una jovencita muy agradable y todas halagaban que tuviera mi nombre y en mi desataba una alegría por tener en mi casa una niña mujer, mujer como yo. Dejamos la terraza para salir a recorrer la parcela, al pasar por los árboles no dejamos de probar las cerezas, que sin imaginar nuestros labios tiñéndose de rojo intenso fue las risas y burlas del momento, Catalina al recoger un grano de maqui y pasándoselo por el contorno de los ojos quedo con sus verdes ojos delineados de negro, fue la profusión de mujeres teñidas de fuertes colores. Los que al rato se formó la algarabía de muchas, más bien todas, tiñéndonos fuera de lo común, a unas les corrían negras lágrimas, a otras las mejillas rojas, sin faltar la sobrina graciosa que se colgó dos bostas de caballo de arete, las que al sujetar de los suyos quedaron sujetos, por mi parte me acomodé hojas de parra alrededor del moño, formando un cintillo que estando tan sujeto no caía por ningún movimiento. La anécdota quedo gravada en los celulares de todas las involucradas, Camila aún tímida nos siguió el juego dándose unos leves retoques de labios.
Faltando poco para el medio día y con el sol azotando nuestros cuerpos, decidimos meternos a la piscina, no siendo una decisión propia ya que saturadas de comer fruta nos fuimos a sentar alrededor de la gran pileta y arrojándonos unas a otras, quedamos con ropa jugando en el agua, una vez más la algarabía se hacía notar, quitándonos las ropas para quedar con ropa interior, calzón y sostén que representaban la ropa de baño, éramos solo mujeres, familiarizadas, sin importarnos que se denotara alguna parte de nuestro cuerpo, solo disfrutamos de la alegría de estar juntas, reunidas y cautivadas por el reciproco cariño. Motivadas por el juego a que un globo no tocara agua, nos hacia estar con los brazos alzados esperando el turno para tocar el globo de piñata, que olvidadas de introducirle golosinas lo dejamos inflado como un globo cualquiera, hasta que alguien con su uña lo rompe, suscitando un fugaz lamento el que sustituido por risas nos percatamos que el juego se había dado por terminado. Los hombres nos esperaban con la mesa dispuesta para almorzar, sin olvidar detalle alguno, éramos tantos que improvisando una gran mesa que abarcó toda la terraza. Sebastián alzó su copa y dio gracias a Dios por tenernos reunidos y sin dejar de mencionar que estábamos todos, faltando solo el papá, dando cada uno una muestra de desconsuelo. Al proseguir formuló que la vida no se desperdicia con tristezas y los que han partido no anhelan que los andemos llorando, solo recordarlos. Todos los presentes dieron su asentimiento, prosiguiendo con un ameno almuerzo y poniéndonos al día de nuestros últimos acontecimientos, para terminar con las críticas por los destrozos de la patria, como no todos tienen el privilegio de ver noticias, los comentarios eran variados.
_¡Las mujeres hoy descansan!_ Insistieron los hombres y rápidamente retiraron la vajilla usada para ofrecer el postre, siendo de frutas del huerto, ésta vez las frutillas predominaban en las fuentes y riendo por la hazaña de la mañana, mostramos las fotos con nuestros rostros embetunados con los colores de las frutas. Luego de quedar las fuentes vacías el gracioso de Sebita comentó de como fertilizaba los árboles.
_¡Pipi, orina, es lo que usa la mamá!_ Sonriente les comenté que el fertilizante urea lo hacían de la orina propiamente tal y que para qué voy a gastar en urea si puedo mezclar orina con ceniza y tengo mi propio fertilizante, aunque no les comenté que antes que termine el invierno si les tiro orina sola para la floración de los árboles y que los resultados sin duda son evidentes. El capitán esposo de mi amiga, que de nuevo sorprendido por mi hazaña me pregunta ¿qué hacía para obtener frutas enormes?
_¡Ahí les pone las fecas!_ Riendo respondió Sebastián, también reí y les informé que eso era producto de la purina, que la conseguía de frutas molidas.
La tarde llegó para llevarse a las visitas, Laura y Cote también se marcharon prometiendo regresar para festejar el año nuevo, Camilo con mi nuera, junto a mi nieto que crecía en su barriga, también regresaron a la ciudad y pidiéndole que fuera a regar mi jardín se marcharon, levantando polvo por el sendero. Mis mellizos, aún solteros y con título, sonriente los miré, deseando que se quedaran.
_¡Nos quedamos!_ Riendo me respondieron a dúo. iluminándose mi rostro les sonreí.
_¡Que alegría más grande, estaremos juntos!_ Los abrasé.
_¡Y mañana tendremos visita!_ Abriendo sus ojos me comunicó Sebastián.
_¡Y el miércoles nos entregan los títulos!_ Los abrasé fuertemente para decirles que era mi alegría más grande.
_¿Mamá y ésta niña tan linda quién es?_ Mirándola con entusiasmo Cristóbal pregunta, sin pensarlo le comenté que era su madre sustituta, tomándola por la espalda les mencioné su nombre. Mis hijos entusiastas con la noticia, le dieron la bienvenida, uno le tomó su mano, el otro le acarició su cabeza.
Los golpes en la puerta nos despertaron muy de súbito a la mañana siguiente, no siendo temprano y a pesar que en la noche nos dormimos temprano para recibir a los visitantes. Dejando que mis hijos atendieran a sus invitados, me quede en cama junto a Camila para transigir su espacio y momento junto a sus pares, numerosos jóvenes que terminaban su carrera también éste año y sin pensar llegó Cristóbal con la bandeja del desayuno
_¿Hijo que falta para comprar?_ Le pregunté mientras ponía el desayuno en mis piernas.
Luego de saludar y acomodar las camas me fui con Sebastián y Camila al pueblito más sercano, donde los pocos negocios que quedaban solo les quedaba un par de kilos de carne y uno que otro pollo, considerándolos una miseria para tanto joven. Ya de regreso pasamos a la casa de un lugareño que criaba ovejas, el que gentilmente accedió a venderme una y amarrada la subió al vehículo. Lo trágico fue a la llegada, comenzaron a reunirse alrededor del animalito y llegando al diagnostico que la oveja estaba preñada, llegaron a la conclusión que no era prudente carnearla. El problema se me agrandaba, no tendría tiempo para cuidar a la oveja apodada la chasconcita y continuaba con déficit de carne, lamentándose Sebastián, le propuse que fuéramos a cambiar a la chasconcita por una que no estuviera preñada.
_¡Nooo, mamá se viene el tiempo critico! dicen que en marzo continúan con las protestas y lo que es peor en China se está expandiendo una pandemia, que capas que llegue a América y como decía la abuela "es mejor guardar que lamentar" seamos sabios_
_¡ Ya vamos a comprar otra oveja!_
_¡No mejor cordero, porque también puede venir preña y nos vamos a llenar de animales! Al pedir que nos vendiera y dándole la escusa que eran muchos invitados no aceptó, al cabo de un breve momento me dijo que solo podía vender un chancho.
_¡Siii, la carne de cerdo es rica!_ Muy entusiasmado Sebastián, ayudó a cargar el robusto animal y dándole a entender que no tendríamos más plata en el mes se burló.
_¡Ay la viuda pobre no tiene plata! Mamá nosotros nos gastamos todo lo que nos distes_ Sorprendida y sin interrumpirlo lo escuché con atención.
_Nosotros compramos un departamento en el centro para tener nuestras consultas, claro que nos faltó dinero pero el resto lo pagamos a cuotas y ahora queremos pedir otro préstamo para comprar los implementos que necesitamos_ Más orgullosa no podía estar de mis hijos y los alagué, emocionada le dije que muy buena decisión tomaron.
Al llegar a la cabaña nos percatamos de la llegada de mi hermano Joaquín, con su esposa y mi sobrina Claudia, alegrándome con su visita nos abrazamos, luego saludé a mi sobrina y por último a mi cuñada, mirándome con asombro al saludarla como si jamás habíamos tenido un altercado. Mis hijos entendían de carnear cerdos, sin tener que interferir los dejaba actuar en la cocina sin interrumpirlos, aunque esto es de vez en cuando, pero han sido muchas veces a lo largo de sus vidas. Sebastián acudió a preguntarme si prefería longaniza o chunchules.
_¡Hijo ésta es su convivencia no pregunten nada!_ Dando media vuelta regresó anunciando que haría longaniza, y a los breves momentos una joven que es mandada por Cristóbal a buscar las papas, le mostré los tubérculos pelados y cocidos, luego le mostré las verduras listas para ser aliñadas y tomando una canasta le dije que iría a la huerta a tomar unos tomates.
_¿Camila te acompaño?_ Acercándose apresurado Joaquín tomó mi canasta y bajamos del brazo a la vega. Fue el momento preciso para enterarle que mis hijos no eran precisamente de los genes de Carlos, preferí callar sobre sus múltiples aventuras y menos con su mujer o con Catalina nuestra hermana. Para Joaquín fue monstruoso lo que escuchaba.
_¡Tanta maldad podía existir en Carlos y tanto daño te pudo ocasionar!_
_Doy gracias a que ya todo pasó y descubrí y sobre todo entender su actuar_ Dando una mirada de desprecio me abrazó, no deseando envolverme en los sentimientos al cabo de unos segundos le mencioné los tomates, siendo el momento en que Joaquín tomó un tomate con un piquete.
_¡Éste tomate está picado!_
_ Si, son los pájaros que se los comen, los conejos se comen las verduras y las abejas se comen las cerezas, ciruelas y las uvas, como me gusta todo natural no les tiro azufre_ Cogí unas cerezas para demostrarle que se podían comer sin lavarlas, al ver mi hazaña repitió y buscando y alabando comió repetidamente. Hasta que llegó Cristóbal con unos cuantos invitados para llevarnos al almuerzo. Copiando nos Cristóbal incitó a sus amigos y mientras ellos buscaban en los árboles, nosotros subimos con el canasto y riendo por dejarlos solos llegamos al comedor, donde las jóvenes a comedidas los prepararon.
_¡Me gustan los tomates con silantro!_ Vociferó Sebastián. Pelu como les decían sus compañeros, tomó un puñado de silantro, cebolla y porotos verdes y los agregó en la ensaladera "ya pelusa" le insistía un joven del otro extremo de la mesa, aunque para todos era considerada broma y reían, entendiendo de porqué la llamaban Pelu. A mi cuñada le pareció prudente agregar otra bandeja con tomates solos en éste otro lado, dándose cuenta Pelu tomó la fuente con los picados y agregando porciones dijo que no era justo, que todos comemos por igual, encontrándola muy graciosa reía junto a todos los demás. Hasta que llegó el grupo que acompañaba a Cristóbal.
_Creo que no tengo hambre_ Mencionó uno de ellos, comentando que había comido muchas cerezas, un par de quilos por lo menos, le agregó otro.
Haber comido con tanto joven y ser tratada como una más, me dejó con una sensación plena y a la vez dejarme opinar y sobre todo darme la razón en puntos de vista que ellos ignoraban, aun sabiendo que no estudié en la universidad pero muy segura, de haber tenido una profesora que no saltó ni un solo acontecimiento de la historia. Al mencionar el virus desatado en China, quedando tétrica al escuchar la cantidad de personas que estaban perdiendo la vida. Con mis manos apreté mis sienes, Al verme Sebastián me preguntó si me dolía mi cabeza.
_¡No, solo estoy aterrada, que nos vamos a contagiar muchos y muchos nos vamos a morir!_
_¡Ese virus no llega a Chile! Repitieron varios, se va a centrar solo en China_ comentó otro. Segura les insistí que todos los países se contagiarían, les hablé del SIDA que había llegado a todo el mundo, de la peste negra, que en esos años llegó con una aproximación de tres años después, pensando todos los habitantes chilenos que a Chile no había llegado, tardó pero llegó, en Talcahuano murió mucha gente, imaginen se que en mil novecientos cuarenta y uno se encontró el último infectado ¡Llega! Y llega por los barcos, ahora tenemos aviones, la gente viaja todos los días ¡Esta será una epidemia mundial! ¡Ojala no sea hací ojala esté equivocada! Unos dieron un súbito ojala, otros suspiraron profundo, otros simplemente no creyeron, o no le dieron importancia.
_¡Niños nos vamos a bautizar, para que no se nos pegue ese virus! Los espero a todos en la piscina_ Fue Sebastián que antes de hablar tocó la campana que se situaba a un costado de la puerta principal, Daniela hija de mi hermano Joaquín salió muy de prisa con biquini puesto y pidiéndole que ella también quería participar en los juegos de agua. Como había crecido mi sobrina, su larga cabellera clara, su imponente estatura, junto a su tez blanca, dando una sensación de joven europea y sin dejar de atraer miradas a su paso. Desde niña fue muy apegada a mí, pero su madre le quitaba los permisos, en las visitas no quería regresar a su casa y sin dejar de llorar hasta que la permitían quedarse, lo más cómico que al serrar la puerta dejaba de llorar de inmediato, secándose las lagrimas decía por fin se fueron. Observé a su madre que no le prestaba una pizca de atención, siendo su hija única y parecía molestarse cuando estaba junto a ella por los halagos que le dedicaba y hoy no sería una excepción.
_¡Que hermosa mi Danielita y tan delicada como siempre!_
_¡Esculpieron a mi hija!_ Agregó Joaquín, aunque a su madre pareciera no importarle y pareció dar un desprecio.
Camila permanecía a mi lado y tomándola de la mano le conté a Joaquín que yo también tenía una hija y se llama Camila, soy su madre sustituta, le mencione, mi hermano justificó que de tal forma estaría acompañada. Cristóbal esparciendo agua apareció apresurado, invitó a Camila a unirse al juego porque faltaba una persona para completar el equipo. Camila le movió la cabeza y le dijo que no podía, le insté a que jugara y hablándome al oído me explicó que no tenía traje de baño la llevé al dormitorio y abriendo el closet le mostré los trajes de baño para que eligiera el que le gustara, nosotros con Joaquín y Viviana su esposa nos fuimos a ventilar la cabaña chica para dejar espacio a las visitas.
Por la noche se escuchaban voces y alto sonido de la música y fue por la mañana cuando encontré a Camila y Daniela acostadas a mi lado, durmiendo profundamente, Danielita me tenía abrazada a mi cintura, andaban en la misma edad las dos, Camila arrollada como feto, me alegré que se llevaran bien, en el día las veía muy apegadas conversando. Muy minuciosa retiré su brazo y levantándome con cautela, para no despertarlas, pude retirarme de la cama. Mi hermano y su esposa me siguieron a la casona, ocupando el lavadero de cemento que se situaba debajo de un parrón lavé la losa y preparé el desayuno en la terraza, mientras Joaquín preparaba masa para el pan, si se trataba de comida Viviana era muy a comedida y preparando pastas y delicatessen se peinaba decía mi hermano, en un rato preparó calzones roto, panqueques, yo era de lo salado, le pedí a Joaquín un trozo de maza para preparar sopaipillas. Ya faltando menos de una hora para el medio día, comenzaron a aparecer los jóvenes alabando las exquisiteces que se ofrecían en la mesa. Fue en ese tardío desayuno cuando recordé que Cristóbal se había cambiado de carrera, ya que odontología no era su vocación, pensando todos estos años que mis mellizos estudiaban odontología. Empuñé mi mano y la llevé a mi boca, para reír disimulada, como pude olvidar ese detalle tan importante, no lo diría, jamás lo mencionaría. Retiré mi mano para volver a las conversaciones ya que uno de los jóvenes me preguntaba lo que sentía porque mis hijos se graduaban mañana, solo les dije que estaba feliz y muy orgullosa porque mis hijos cumplieron su meta trazada. El día se me hizo diminuto, los invitados ayudaron a recoger frutas, para encajonar las en los deshidratadores , la fruta era más valiosa seca que madura y la almacenaba en el galpón por saco. Antes de irnos instalé el regadío y poniendo mi oveja en la camioneta nos marchamos a la ciudad. Sintiendo un alivio porque mis hijos serían auto dependientes. Sebastián prefirió regresar en mi vehículo, muy acompañada ya que Danielita quiso quedarse con migo, argumentando que sus primos la prepararían para la aplazada prueba para entrar a la universidad y donde Sebastián le aconsejó que solo tenía que jugar al "cape name, tene tu, saliste tu"
En casa instalamos a nuestra oveja en el jardín, el pasto crecido sería el alimento de la Beba, nombre puesto por Cristóbal, improvisando un techo en el pasillo la dejaron resguardada de la noche, luego de comer les entregué sus ropas que había comprado para su graduación, las niñas los ayudaban acomodándoles los detalles. Tomé un puñado de cerezas en un plato y luego de lavarlas me senté en el sofá solo a disfrutar, reía de cada detalle que me resultaba gracioso y al tocar el timbre preferí ir a atender la puerta un compañero de Cristóbal que estuvo en el campo me saludó amenamente y sin avisar lo entré.
_Pasa, pasa_ Apareció apresurado Cristóbal le mostró un par de trajes que lo mandó a probar, yo continué de espectadora, riendo y saboreando mis cerezas, hasta que de nuevo tocaron el timbre, mi alegría giró a indignación al ver parado frente a mí a Fernando Mesías. Con mi boca fruncida y mi dedo índice apuntándolo aparecieron mis hijos dándole la bienvenida, éste no era el momento de hablar, por ahora sería prudente, callaría. Uno de mis hijos le entregó la invitación a su graduación, al sentir mi desprecio muy rápido prefirió retirarse
_¿Mamá estás enojada con el tío? Tú siempre eres muy amorosa con él_ Interrumpiendo Sebastián agregó.
_Porque si te hizo algo le decimos que no vaya a nuestra graduación_
_Hijos hay un tema que tengo q conversar con los tres, pero será en otra ocasión_
_¿Nada grave supongo?_
_¡Nada grave!_ Para mí era monstruoso pero no les arruinaría su día. Al irse el joven doctor le entregó una invitación a Danielita y otra a Camila, el era de Punta Arenas y sus padres no viajarían, Cristóbal lo invitó a quedarse, dándome una carita de virtuosa caridad, frunciendo mi nariz le sonreí.
El gran día esperado había llegado, todas las invitadas estaban presentes, mis tres hermanas y mis dos Amigas, Camilo y su esposa tocaban el timbre, decidí darles la bienvenida y saludar a mi nieta en la barriga de su madre. Sabía que era una niñita por la forma de su guatita, un vientre levantado siempre es un vientre que guarda una embrita. La felicidad me sonreía por estos días, estaba rodeada de gente, aún no sentía la soledad, jamás mis amigas habían estado tanto tiempo en el campo, jamás había tenido una navidad tan concurrida. Con mi mirada busqué a Camila y ahí estaba unida a Daniela, se veía más desenvuelta, más carismática, muy familiarizada con los míos y para qué decir de mis hijos ya era su hermanita menor. Llevé a mis hijos y las dos niñas, Camilo llevó a mis amigas, ya que Laura trajo su camioneta, la que apodamos el tanque, por su porte. Mis hijos lucían radiantes, la persona encargada del banquete quedó y recomendada que a la Beba no se le debía dar masas, al salir mis hijos a cada lado me besaron.
_Sin ti no lo habíamos logrado_ En las palabras de Cristóbal se dibujó un signo de agradecimiento.
_Eres la madre perfecta_ Mí aporreado corazón no daba más de tanta alegría y respiré muy profundo.
_Niños no permitan que su madre parezca una payasa, si lloro se correrá el maquillaje_
Con estricta exactitud comenzó el acto, la canción nacional me pareció eterna, aunque la disfruté y la canté con ahínco, las palabras del rector me parecieron certeras y a la primera premiación que era al mejor compañero, no le entregué importancia ya que siempre somos las mujeres merecedoras de dicho premio, pero el premiado fue Sebastián, levantándonos la corrida completa y parte de atrás para aplaudir, luego premio a las mejores notas de su premiación, fue de nuevo Sebastián, una vez más nos levantamos a aplaudir, mi corazón comenzaba a estallar y a la entrega del título serían los padres los que entregarían dicho cartón a cada alumno, mi cuerpo temblaba al subir la escalinata y fue Sebastián quien me vino a encontrar, lo miré con una sonrisa y caminamos de la mano hasta la persona que me entregó el certificado y con mis dos manos se lo ofrecí, diciéndole que hiciera buen uso de lo que se le encomendaba, luego bajamos juntos y de la mano, el quedó en su puesto y yo fui al mío.
Luego vino el turno del área salud, si Sebastián obtuvo tres diplomas Cristóbal obtendría otros tantos, pues no me equivoqué y Cristóbal adjuntó uno más. Mi corazón hinchado de tanto orgullo y las lágrimas de alegría se empujaban a querer salir, pero no, las controlaba como una represa controla su líquido ¿Qué hice para merecer tanto orgullo? Quizás fue mi benevolencia hacia ellos, mi ahínco a fomentarles el estudio, oh el amor a la lectura, el respeto al prójimo, al amor a la vida y la naturaleza oh quizás fue un complemento de todo eso, quizás el sosiego, la paz del hogar, la estructura de un hogar en apariencia estabilidad. Apareciendo el mismo rector de la facultad a darme las felicitaciones y a interrumpir mi analogía. Siendo Sebastián el que se acercó a invitarlo al coctel y a Sebastián es difícil negarle una petición mencionó la Cote cuando regresábamos a casa.
_Hoy me he sentido la madre mas dichosa de la vida, sintiéndome la protagonista del orgullo, siendo mis hijos los gestores de ésta satisfacción hoy e descubierto que las asperezas y desencantos de la vida tienen su recompensa_ Terminé dando las gracias a mis hijos por ser obedientes y a la vez complacientes, los mejores hijos, los tres merecen mi gratitud y respeto y ahora solo me queda mi hija Camila y mal criar a mis futuros nietos. Los aplausos dieron el comienzo al esperado festín. La multitudinaria risa apareció con el salto del rector al ver a la motuda beba, explicándole Cristóbal el porqué de su estadía en casa, sin dejar de contarle que cuando ellos eran niños tuvimos de mascota un zorro, el que se fue por estar enamorado. Conversando Fernando con el rector, quien sabe de qué, se le pasó el rato, llegando el capitán, marido de mi amiga a buscarla, contándole que yo era una bailarina de danza árabe, al que le brillaron los ojos fomentando que le encantaría verlo, para no dar pie a que insistiera le propuse que sería algún día.
Pidiendo a mis hijos a que se quedaran para conversar con ellos, fue cuando les informé de su real progenitor, tratando de no fomentar en ellos el odio, no les entregué detalles ni de lo que yo como mujer sentía. Camilo tomó su teléfono y marcando su número lo hizo regresar. Mis hijos habían crecido, a mi lado los observé cuanto más altos, maduros, tomando sus propias y acertadas decisiones. Camilo me abrazó.
_¡Por las que pasaste mamá! Cómo te pudo causar tanto daño, es inconcebible_ Estando a punto de doblegarme y caer rendida al llanto, cerré mis ojos, respirando profundo saqué fuerzas para no decaer. Al golpear la puerta sentí desfallecer, comportándose mi cuerpo extraño, sentí miedo, ese hombre me produjo pánico, ya no me era bienvenido. Cristóbal le abrió sin pronunciarle una palabra. El monstruo estaba ahí frente a mí, mis hijos se imponían a él, en porte y belleza, aún siendo su progenitor, sentí a mis hijos solo míos, no de Carlos, ni Fernando, solo míos, tan míos como mis plantas, mis árboles, mi vida.
_¡Necesitamos una explicación! ¡Antes de decirle que usted faltó a la ética, a los principios, usted cometió un crimen, violó a mi madre, la ultrajó sin permiso y prepotentemente! ¿Qué tiene que decir al respecto?_ Lo dicho por Camilo lo consideré muy certero, los mellizos callados, desilusionados de su padrino, el que les entregaba afecto dedicación y regalos.
_Perdónenme, lo hice por Carlos, yo a ustedes los amo, después que Carlos me lo propuso decidí no casarme, sintiéndome que ya tenía mis hijos, con ustedes tenía mi vida plena, sabiendo que eran míos_
¿Y qué hay de mi madre? ¡Ustedes la usaron!_ Cristóbal calló, esperaba una respuesta, la que no llegó, Sebastián caminó a la puerta y abriéndola con furor, lo invitó a retirarse, sin dirigirle la mirada, Fernando pegó una mirada a mis hijos y luego dirigiéndose a la entrada quedó parado frente a Sebastián.
_Se puede retirar por favor_ Amparada por mis hijos, sintiéndome protegida, saqué el aliento de más adentro de mi pecho. Nos sentamos y al cabo de unos segundos Camilo sacó el habla.
_¡Este tipo merece la cárcel!_
_¿Piensas meter preso a tu progenitor?_ Asustada le pregunta su esposa. Si, era mejor de dejar éste bochornoso asunto guardado en casa, en nuestros corazones.
_El ser humano no tiene límites, hace lo que se le ocurre, sin importarle el daño que le produce al otro, en mi padre no me sorprende pero en Fernando; son un par de déspota, los dos merecen estar muertos_ Me sorprendió su dicho, lo sentí muy acongojado, sin saber que mas decir o hacer lo abracé.
_¡Mamá nosotros no tenemos culpa!_ Lloró, para no dar mal rato a Beatríz decidí terminar con ésta patraña.
_¡No, nosotros somos víctimas, es mejor olvidar para no amargarnos la existencia!_Pareciendo que habíamos llamado a las niñas, bajaron con extrema rapidez y sonrientes nos propusieron tomar té.
_¡Primita ahora no somos hijos de mi padre muerto sino del ginecólogo Fernando Mesías, esto es de película, en ésta vida pasa de todo!_Se lo dijo algo desilusionado Sebastián.
_¡Primito yo descubrí que soy de donación de óvulo porque mi madre no produce como todas las mujeres óvulos!_ Tapé mi boca con mi mano ya que quedó abierta de dicha noticia. Ahora entendía el comportamiento de su madre con ella, a pesar que no lo aceptaba si igual creció en su vientre.
_¡Mi niña hermosa! Yo no lo sabía ¿Cómo lo descubrió?_
_Discutiendo con mi mamá me dijo que en el fondo yo no era su hija y desde ese día quiero conocer a la donante, me ambiciona la curiosidad, capas que yo también sea hija de una doctora! Reí y sin esperar terminamos todos enfrascados en la risa y bromas de distinta magnitud, desde que Fernando les pagaría las cuotas del departamento, hasta de cambiarse el apellido por las herencias.
_Ahora falta que Camila cuente de sus genes_ Fue un silencio absoluto después que Sebastián entabló la frase, tuve miedo que se incomodara pero fue como si quisiera que le preguntaran.
_yo no conozco a mi padre y cuando le preguntaba a mi mamá se enojaba y mi madre desde que yo tenía unos nueve años comenzó a beber, hasta que una noche llegó con un hombre para comprar mi virginidad, salí corriendo por las calles, hasta encontrarme con una patrulla que me trasladó al hogar, allí permanecí hasta que cumplí los dieciocho, porque después terminaba mi estadía y fue cuando le conté a la señora Camila y ella muy generosa me invitó a su casa para que continuara estudiando. Fue bueno conocer su existencia completa, contándola en breves palabras, pero lo que me enterneció fue saber que ella desea ayudar a su madre a rehabilitarse y saber en qué condiciones se encuentra. Mis hijos después de escuchar esos relatos quedaron sosegados, más bien consolados.
_Hasta luego Camilita_ Se despidió Camilo junto a Beatríz. Al despedirlo en el portón me abrazó diciendo que me amaba.
Tratamos que todo volviera a su punto, mis chucherías como las llamaba, tenían que estar en su lugar, mi hogar estaba mezclado de tendencias, con antigüedades glamorosas que tendían a verse muy renovados, todo era fruto de la creatividad y elegancia. Había retirado el bar, dejándolo en la sala de estar del segundo piso, nunca me pareció necesario un bar en casa, el dueño se había marchado y ya no era útil, mis hijos lo publicaron en Yapo, para venderlo, teniendo varios interesados, se iría en cualquier momento. Con la cooperación de cada uno todo fue rápido y fácil, dejando espacio para sacar las últimas conjeturas de los acontecimientos, sacando burla Sebastián del rector al saltar cuando sorprendió la Beba, al mentar de lo dichosa que me sentí cuando les entregaban sus premios, Cristóbal infirió que ya creía escuchar los gritos de todas, dando gracias de escuchar tan solo un ¡Uuu! ¡Oo! o un ¡Bravo! De solo una.
_Las felicito porque se comportaron como unas damas, pero cuando todos se rieron por el pobre rector, me causó vergüenza y pena por él_
El bar lo fueron a buscar unos días antes de año nuevo. El dos mil diecinueve se iba llevándose mi marido, junto a sus hipocresías y engaños de igual forma sentía su falta, lo extrañaba. El dos mil veinte se debía esperar con entusiasmo, las llamadas de teléfono eran para avisar que ya se iban al campo, los juegos artificiales éste año no se realizarían por el estallido social, aunque se extrañarían siendo el encuentro de muchas vísperas. Poniendo a la camioneta la Beba era signo de partir. Lo complicado fue al bajarla ya no se podía tomar de cualquier lado estaba preñada, el cuidado también recaía en Beatríz faltándole muy poco para que trajera a mis brazos a mi futura nieta, estando instalados en su nueva casa decidieron pasarlo junto a su madre, la que viajó del sur para permanecer a su lado, sería la primera vez que no estaríamos juntos, era un dolor que debía superar. Les agradecí a los presentes por su compañía, a mis hermanas, amigas, junto a sus familias. Mi cuñado que quemé con leche caliente ya lo tenía superado, al mirarlo como preparaba entusiasmado, el asado, jactándose que él preparaba las mejores parrillas y dando clases al resto, me causó risa al recordar ese episodio que no era grato de contar, pero tampoco de olvidar. Solo dos horas y se nos iba el año, decidimos comer ya que todo estaba en su punto, de igual forma aparté un plato por si mi hijo podía acudir a mi lado, pues la intuición de madre no se equivoca y su vehículo asomo sus luces, mi corazón estalló de alegría y sin esperar salí a su encuentro. Después de comer desocupamos la terraza para dar lugar al baile, la luna nos miraba inocente, con todo su circular resplandor, llamada luna llena, la miré por si en algún lugarcito me miraba Carlos, antes de apartar mí mirada desee que donde esté se encuentre bien sin carencias. Los abrazos fueron deseándonos lo mejor, para no tener perdidas como mi tiendita. Beatríz decidió descansar dejándole la cabañita, Sebastián y Cristóbal la tomaron en brazos para que no tuviera caída y dejándola en la puerta se despidieron dándole las buenas noches y como siempre las mujeres sin avisar nos retiramos, dejando los hombres solos, ésta vez nos quedaba cuerda y ellos comenzaron a ocupar las camas, nosotras decidimos tomar la sala para continuar con el recibimiento del nuevo año y contarnos los hechos de la semana, sin dejar dar las risotadas en cualquier momento. Decaídas de sueño decidimos hacer una cama familiar, instalando las colchonetas en ordenada línea y decidida a levantar un segundo piso para tener muchos dormitorios, nos quedamos dormidas con planos de cabañas de cada gusto.
Muy adelantada la mañana se sintieron los hombres, aunque nosotras no les entregamos importancia y continuamos durmiendo, el silencio era absoluto. El pero fue que dejaron la puerta abierta y entrando la Beba nos pisoteo, dando el sueño por terminado.
_Anda a comer pasto Beba, ya fuera_ Pegándole con un chaleco Daniela la echaba, mientras que mi hermana se quejaba de las pisoteadas.
_¡Esto duele!_ Gritaba Francisca, hija de mi hermana Catalina.
Las celebraciones de fin de año llegaron a su término, los tres interrumpidos días de descanso habían acabado, los que se marchaban fueron los que sus vacaciones no empezaban, los otros prefirieron quedarse, para ayudar a poner una cabaña encima de la casona, Camilo sacaba sus vacaciones en la segunda quincena de febrero, sin poder ayudar se marchó para regresar el próximo fin de semana. Los mellizos junto al capitán, se fueron camino a la laguna de Quillón a comprar una cabaña bonita pero barata, trayéndola en paneles la transportó un camión de la misma empresa y por unas lucas más la entregan instalada, fue de ese modo que sacaron el techo y poniendo piso quedó puesto un segundo piso. Entre mis hermanas y amigas que aportaron con camas todas las habitaciones estaban disponibles, ya no dormiríamos en colchonetas en el piso.
Mis mellizos me acompañaron y ayudaron a pintar la cabaña decidiéndose a que fuera entre blanco y barnizada siguiendo el prototipo de la casona. Sintiendo muy rápido, el mes pasó y en los tres primeros días de febrero nació la cría de de la Beba, hembra de pelaje blanco como su madre, al día siguiente llama la madre de Beatríz anunciando que su hija se fue a la clínica con síntomas de parto. Quedando Laura con su marido y Camila, con mis hijos nos fuimos a la clínica a recibir a nuestra nueva integrante de la familia, solo nos faltaba el arreglo floral, las ropitas que escogimos con mucho esmero con anticipación, estaban listas para ser obsequiadas. Llegando a la clínica encontramos a mi consuegra inquieta paseándose por los pasillos fue justo el momento cuando llaman, para que entremos a conocer a mi nieta, la abracé dándonos un cálido abrazo nos felicitamos porque nuestras sangres estaban unidas en nuestra nieta. En la habitación encontré esa pequeña niñita que había venido a llenarme de felicidad, Camilo me abrazó y dando unos sollozos, lo sentí consternado.
_¡Mamá ustedes sufren mucho para dar a luz!_
_Si mi amor, pero todo se recompensa con amor_
Sin transcurrir la semana Beatríz me llama para conversar sobre Camilo. Pidiéndome que por favor lo saque de la casa, sintiendo que Camilo se puede enfermar.
_¡No duerme está preocupado en todo y en las dos! Pensando que nos puede pasar algo, me la saca, pensando que la puedo aplastar, la pone para darle pecho, que tengo que comer esto, que no puedo comer lo otro, no me deja tomar agua cruda, que no puedo abrir la ventana, nosotras no estamos enferma, por eso le pido que lo saque por favor_ La entendía y era hora que diéramos un viaje como familia.
Estando en el avión para viajar a Europa Camilo intentó bajar, sintiendo que les podía suceder algo lo retuve, diciéndole que nada malo les sucedería y necesitaban estar las dos juntas, bueno las tres junto a su madre.
El destino sería la ciudad de Brujas, del país de Bélgica, desde niña fue el primer país europeo que escuche mencionar, a parte de España la madre patria, luego ya crecida vi una película en el cine donde mostraban espacios de Venecia y en las películas romanas de semana santa fueron para saber que Roma es la capital de Italia y por la música que solía escuchar mi abuela descubrí Francia. Aterrizados en el pueblo de Brujas, que para mí era una ciudad, inmediatamente comencé a en cantarme, de sus esculturas , los canales, al caminar por una calle me encontré con un edificio con estatuillas doradas, todo tan armoniosamente puesto en su lugar, hasta los caballos con sus carruajes me entregaban harmonioso contraste, enamorándome a la primera vista. Parada en la plaza Burge se encontraba el ayuntamiento, edificio con estilo gótico y mirando a una esquina descubrí una pequeña iglesia llamada basílica de la santa sangre, donde una señora española me comenta que en esa capilla guardaban un paño con la sangre de Cristo, entré para ver si lo tenían a la vista, aunque encantada con lo que veía no encontré el bendito paño. Mis hijos recomendados por algún amigo que viajó, que no podían perderse el paseo en lanchas por los canales, a ratos creía estar en la Venecia misma pero no, aunque le llaman la Venecia nortina. Sorprendida por casas que pegada a los canales habían permanecido quizás por cuanto tiempo, mareada de tanta belleza paseando por más de media hora y llegamos al mismo encuentro de salida. Nos fuimos a comer a un lugar un poco retirado de la urbe para comer comidas con más vegetales. Solo me dejaba llevar ya que después de comer rápido nos fuimos caminando hacia lo céntrico por las orillas de canales, llegando al ve linaje, tipos de población, todas conservadas de un blanco pulcro, se dice que en éstas viviendas vivían o viven mujeres que preferían permanecer solteras, eso me encantó y quedé por un espacio prolongado de tiempo, en un rato pensé que se llamaba brujas por estas damas, pero no, no se llama brujas y tampoco es por ellas su nombre es Brugges que al pronunciarla suena algo hací como Bruch. Ciudad muy romántica, hasta que por fin llegamos a la plaza Marquet para llegar a la torre Eiff, donde al subir se aprecia la bella ciudad y para llegar a los más de ochenta metros se deben subir trescientos sesenta y seis escalones, mostrando el tique a la maquina subimos dándonos el lujo de observar todos los detalles, ya en la sima descubrimos que la ciudad comenzaba a iluminarse y decidimos quedarnos mirando como las luces se reflejaban en los canales, maravillados descendíamos sin apuro, hasta que al llegar a la entrada la encontramos simplemente serrada, con llave, dando golpes por si aparecía alguna persona para socorrernos, entramos por una puerta lateral hacía la iglesia, donde ya oscuro alumbramos con nuestros celulares, deberíamos permanecer por toda la larga noche, ya nadie nos escucharía, recordé que en el altar se guarda el vino de las misas y las ostias, bueno todo serviría para engañar nuestros estómagos, más tarde Sebita recordó que había comprado chocolates y unidos todos apretujados para entrar en calor nos quedamos dormidos. Despertando de madrugada y jurando que de ahora en adelante nos cercioraríamos antes de emprender otra aventura. Aunque aprovechamos de subir por segunda vez el campanario y al bajar nos fuimos a tomar un desayuno caliente y nutritivo, para irnos a tomar el avión que nos llevaría a España, no podíamos dejar de conocer la madre patria. Un vehículo nos llevó al aeropuerto donde divisamos los molinos de viento, quisimos descender y fue Camilo quien nos refirió que Europa se caracteriza por los molinos de viento, que ya encontraríamos otros.
Por cierto no encontramos avión a España pero sí a Italia, comenzamos en Milán la ciudad cosmopolita, creí estar en la cuna misma de la arquitectura y mencionándoles a mis hijos me contestaron que aún no he visto nada. Tomamos un tren para querer conocer la ciudad de los candados, haciendo carita de pena porque ya lo habían sacado y sin querer llegamos al puente nuevo, donde está la estatua del rey Enrique cuarto, bueno uno que otro candado puesto mostrando rebeldía. Un frío abrumador que deseábamos por ratos tomar cafecitos y buscando nos encontramos que aún en ciertas calles no habían recogido la basura, bueno caminando y caminando nos encontramos con un restaurante, felices nos introducimos y al mencionarnos los tallarines nos fuimos de lleno a pedir ese plato pero antes nos comimos una pizza, luego otra, hasta que por fin se nos sirvió el plato de fondo, con mis hijos estábamos entregados solo a conocer, aunque elegimos la peor estación del año y ya se nos hacía tarde, el segundo día en Europa se iba y debíamos buscar con precisión un refugio , hasta que por fin encontramos un hotel a pasos del arco del triunfo. Lo trágico fue que un aguacero nos mojó, pero en nuestra habitación todo fue diferente y desde la ventana se divisaba la torre Eiffel, nuestro cuarto consistía en dos camas de dos plazas cada una. Pedimos después de bañarnos once y decidiendo dejar la ventana con sus cortinas corridas, ya que la torre nos ofrecía el mejor paisaje con sus luces en diferentes formatos ya que ésta torre cumplía ciento treinta años. Quedándonos dormidos pero sin antes dejar gravando este acontecimiento.
La mañana estaba calma, la ciudad se divisaba húmeda y fría, la torre continuaba encantándonos. Revisé los zapatos de mis hijos, aún estando secos les puse el secador de pelo para que continuaran sin humedecerse, en la noche fue a Sebastián quien le tocó dormir en mi cama, comencé a meter ruido, quería subir al arco del triunfo. Hoy es el último día que estará abierto al público, comentó la cajera. Le abrí los ojos muy sorprendida, preguntándole porqué, me informó que el virus de China había llegado a Europa y estaba muriendo mucha gente. El pánico entró a nosotros. Decidimos subir muy rápido, observamos y grabamos apresurados para irnos al aeropuerto.
_¡La mamá tenía razón, el virus llegará a todo el mundo! Dedujo Cristóbal muy preocupado, al descender del vehículo que nos trasladó al aeropuerto encontré un hombre que calló muy cerca de mí, Cristóbal queriendo atenderlo, se quiso inclinar.
_¡Nooo, puede tener ese virus! Tomándolo Camilo para tomar luego el avión.
_¡Alcanzaron a tomar el vuelo, ya no salen más vuelos por la pandemia desatada!_ La azafata nos informó muy preocupada, estando nosotros aún más mortificados, quedamos en absoluto silencio. Llegando a Santiago la capital quedamos un poco aliviados y cambiando de vuelo hacía Concepción sentí una carraspera en mi garganta, presintiendo que ese maldito virus me atacaba decidí pedir agua para tomarme un ibuprofeno junto a un tapsin día, ese era mi método para atacar los resfriados. Faltando para marzo les dije a mis hijos que estaría en la casa resguardándome y que ellos debían hacer lo mismo por si ese virus estaba en nosotros, pidiéndole a Camilo que por ni un motivo debía acercarse a Beatriz para no contagiarlas. Se fueron al Campo, quedando sola en la casa de la ciudad. Mis hermanas sabiendo de mi repentina llegada, a las que no podía dejar de comunicarles lo que estaba sucediendo en Europa. Cote golpeaba insistente para que bajara a atenderla, bueno me fui al patio para que tomáramos distancia, le pedí que comprara cosas para que llevara al campo. Laura fue menos precavida, aunque insistiendo le que resguardara su distancia se dio aires de incrédula, la protegí aunque su conducta me fue contradictoria. El cambio de temperatura entre Europa y América ñera evidente igual me rebose con una manta para cubrirme la cara.
_Camila Fernando me contó que está enamorado de ti, dijo que ama a tus hijos, Beatríz también me comentó que se acercó a ella para pedirle que hable con Camilo para que lo acepte como padre_
_¡Es inconcebible lo que plantea éste tipo! Yo jamás pretendo volver a tener pareja. En la llamada que sostuve por la tarde con Beatríz me comentó lo mismo, éste tipo no tiene escrúpulos_
Sin prestarle atención dejé pasar esos absurdos comentarios, porque nadie me puede obligar a tener aventuras. Metida en la cama quise ver las noticias, pues la pandemia había llegado al país, los aviones harían los últimos vuelos, China reportaba veinte mil muertos. Ignoraba la magnitud de la enfermedad, aunque traté de indagar por internet y quedando entendida que algunas personas no tenían síntomas, a pesar que de la misma forma infectan a los demás. Les comunique a mis hijos que era mejor guardar cuarentena y no acercarnos a nadie.
No quería que nada se infectara, el virus podía tenerlo y no era justo que todo se contaminara, a mis hermanas y mis amigas preferí entregarles llave para no tener que acercarme a ellas, el problema estaba y debía asumirlo, comencé a relajarme, por la mañana siguiente tomé una ducha y luego de tomar mi desayuno regué el jardín, el pasto se veía crecido, esta vez la Beba lo aprovecharía, las dalias habían llegado a su apogeo y tomé un balde para llevarlas al cementerio. Con la sensación de viajar a Europa y la corta estadía no me dejó conocer mis lugares añorados, aunque de la misma forma llegué enriquecida, que de lo que conocí me fascinó, admirada de esa arquitectura gótica y neogóticas, los monumentos, las casas apegadas a los esteros, con la esperanza que algún día regresaría, pero lo haría en primavera, sabiendo que todo sería mucho más hermoso con flores. La tumba de mi madre dejaba entre ver la empatía de mis hermanas para traerle flores, siempre yo, si yo no traigo flores mis hermanas tampoco traen, eran mis pensamientos cuando me encuentra mi amigo de liceo Jorge.
_Camila ¿Cómo estás amiga del alma?_ Sin acercarse me quedó mirando.
_Hola, aquí regañando con mis hermanas, que no son capas de traerle flores a la mamá ¿Y tú qué haces?_ No me acerqué, tuve miedo de quizás contagiarle.
_le traje flores a mi familia, fallecieron en un accidente, hace dos años_ Sin moverme le di a entender que lo lamentaba, al terminar deje unas pocas para llevarlas a la tumba de Carlos. Deseaba abrazarlo pero sería irresponsable. Continuaba igual, respetando el espacio, su forma serena, siempre tan caballero, desde adolescente cuando lo conocí el primer día de clase en el comercial.
_Quisiera abrazarte pero no puedo ¿Tú escuchaste sobre ese virus que está matando a los Chinos?_ Se puso pensativo y al cabo de unos segundos me respondió.
_Si en las noticias_ Contando los sucesos lo informé de mi situación, luego me preguntó por mi esposo y nos fuimos caminando con una distancia prudente a dejarle el resto de flores. Quise saber de él, donde vivía, su trabajo y me informó que trabajaba en el cobre y seguía viviendo en la ciudad. Le conté de mi situación laboral, de mis hijos, sin entrar en detalles que dieron inflexiones a mi vida.
_Es hora de comer, me encantaría comer juntos_ Miró su reloj.
_A mi también pero no quiero infectar a nadie_ Buscó un método de comprar comida en los restoranes de Lenga y consumirla en la playa, siendo una idea en que respetaríamos la distancia. Tomó su camioneta siendo la más grande que encontró en el mercado. Lo seguí sintiendo su prudencia al volante. Quede a un costado entre la calle y la playa, yendo solo a traer la comida, yo pensativa en las peticiones de Fernando, siendo un tema controversial. Ya por muchos años me deje atropellar para que mis hijos vivieran en un hogar pleno, sin carencias. No me involucraría en una relación engañosa sería retroceder caer en un vacío sin fondo.
_¡Te va a gustar lo que te traje!_ Lo miré con alegría.
_¡Me encantó verte! Pero triste lo de tu familia_ Entregándome una bandeja con paila marina, empanadas y machitas.
_Esto está delicioso_ Le comenté el suceso, de quedarnos encerrados y tener que tomar el vino y comer las ostias en la ciudad brujas. Al termino de la romántica comida en la playa le divisé unas lanas, preguntándole si tejía me respondió que buscaba alguien que le tejiera una bufanda, ya que se aproximaba el frío invierno. Me ofrecí a tejer, mostrándome una un poco desteñida me expuso que era la ideal
_¿ puedo ir a dejarte a tu casa para conocer dónde vives?_ Y sin demorar se lo aprobé. Al llegar a casa se detuvo atrás de mi camioneta
_¡Harto crecido el pasto!_
_Si, tengo una hija que se lo come todo_ Hizo una mueca de admiración. Le mostré una foto de la beba y otra donde estaba con su cría.
Al día siguiente, bajé a buscar mi desayuno, tomar mis vitaminas y hacer un jugo de áloe vera con ortiga, que guardé en el frise, ya que en la temporada de invierno abunda y luego continúe con el tejido de chalina que comencé a tejer por la noche, mucho fue el avance de la mañana, bajé a cocinar legumbre, por la tarde en el patio descubrí que las casas que confeccioné para los pájaros les fueron de utilidad, salían y entraban como Pedro por su casa y me dio gusto. Regué mi jardín, cambié las flores del jarrón de la mesa de arrimo y sintiendo que ameritaba un baño dejé correr el agua, las toallas blancas cubrieron mi cuerpo y mi pelo mojado, en mi cama me esperaba mi piyama, el televisor con volumen alto para ser escuchado desde la ducha me informaba del maldito virus exportado de China, el que haciendo estragos en Europa estaba llegando a América, no más muertes, no las deseaba. Sintiendo escalofrío sin saber si era producto del baño o las noticias, pegué la mirada al televisor, fue cuando descubrí un hombre en la puerta, que quizás por cuánto tiempo me observó "un nuevo escalofrío, apoyado de una rígida tensión" me hizo abrir los ojos tan profundo como mi miedo, miedo jamás escudriñado y fue cuando se acercó, pudiendo ver su cara, si era Fernando, el hombre, el doctor que muchas veces desnuda le entregué mi cuerpo para que lo revisara, lo examinara.
_¿Qué haces aquí, como entraste?_ No me contestó, no respondió.
_¡Ándate, te tienes que ir!_ No habló, tampoco respondió y se acercó a mí sin autorizarlo, sin yo desnudarme para que me examinara y el televisor continuaba informando sobre la pandemia. Lo empujé con toda mi fuerza que pude pero la bestia era más fuerte y calló mi toalla blanca que cubría mi desnudes. Apretando mi brazo, tan fuerte como pudo me tiró a la cama.
_¡Tengo ese virus Chino! ¡Te voy a contagiar!_ Sonrío y con su mano cubrió mi boca, el televisor continuaba informando y yo siendo ultrajada, manoseada sin desearlo, penetrada una y otra vez por un prepotente, apoyado de su fuerza. Ya no me quedaban fuerzas, solo sintiéndome violada, fue el dolor más grande, de ser prepotentemente violada y lloré, lloré de impotencia, lloré porque me mataron. Me abrazó me besó y pidió perdón, ya me pude zafar y fui al baño, lavándome con agua fría para desear tener ese maldito virus para que muera y muera mi desgracia. Me cubrí con la bata que colgaba detrás de la puerta, busqué algo para pegarle, al pasar por el vestidor encontré una bota de Carlos que sobre salía y se la lancé y aproveche a arrancar, a bajar, le grité que llamaría la policía, bajó y volvió a pedir perdón. Igual a Carlos, después que me destrozaba salía con su perdón. Se fue. Serré la puerta a portazo y coloque pestillo, jamás volvería a dejar sin pestillo y lloré subiendo la escalera, metiéndome a la cama, lloré deseando ese virus desgraciado, solo para que lo asesine. Contesté ala vídeo llamada.
_Pero ¿Por qué lloras?_
_¡Porque me violaron!_ Divise que cambió muy brusco de posición y me preguntó si avisé a la policía y luego me ofreció venir a la casa, no podía, prefiriendo estar sola, me negué.
En la armería elegí un revólver negro de cañón largo y me dirigí a la consulta de Fernando. Estando con una paciente, sentada frente a su escritorio y con el arma en la mano le di un disparo, seccionando su oreja, la que salió junto al disparo. La paciente pánica y yo detrás de ella le informe que éste doctor me había violado y se merecía eso y mucho más, guardé la pistola en la cartera y salí riendo y Fernando quedó sentado apretando su oído sin la oreja, donde solo brotaba sangre y desperté riendo como en el sueño, desperté porque mi celular sonaba. Jorge me preguntaba como amanecí. Teniendo que cortar la comunicación, porque el timbre y la puerta sonaban. Laura traía desayuno, tomando distancia me saludó, había tomado conocimiento que la pandemia no era un juego, que su hermana avecindada en España, se había contagiado.
_ Oye Fernando me llamó y preguntó por ti y quería que le pasara la llave para venir a verte obvió que no se las pasaría_
_Anoche vino, cuando salí de la ducha lo encontré en la puerta ¡No sé quien le pasó la llave! ¡Este imbécil me forzó y violo!_ A los breves momento aparece la Cote, con la misma historia que Fernando le pidió la llave. Se suponía que mis amigas no le pasaron la llave, a estas alturas prefería usar mascarilla.
Estando en la cocina aparece golpeando Catalina.
_¿Tu llave que te pase?_
_Se la pase a Fernando porque te quería venir a visitar_ Le suministré un palmetazo. Tomó su mejilla y mirándome con asombro, le respondí la razón de mi enojo.
Habían pasado tres días cuando Cristóbal me llama para contarme que Fernando estaba hospitalizado con respirador mecánico desconociendo su diagnostico.
_Hijo ¿Ustedes como se sienten?_
_bien mamá_ Respondieron a una voz.
_¡Por favor no vallan a visitar a Fernando Porque está contagiado!_
_¿cómo lo sabe?_
_Luego les explico_ Fernando había tenido su recompensa, por prepotente, abusador y pervertido. Más de siete Días luchó por su vida y no resistió Fernando murió con diagnostico "infarto fulminante" Mis hijos no asistieron al funeral. Era lógico, conocían el estado en que nos encontrábamos. Fue el momento en que les dije lo sucedido, ya que Sebastián revisó mi celular y encontró una grabación, que no sabía que existía, grabación que inconscientemente fue tomada cuando Fernando abusó de mí.
_ Le dije que podía tener ese virus Chino, hizo risa. No tubo respeto de ustedes, menos de mi_
_No te mortifiques mamá él se lo merece_ Entristecido respondió Camilo.
Comenzaba marzo, atrás quedaban las vacaciones, los estudiantes volvían a clases y yo terminando las bufandas de Jorge, el que me llamaba por las noches, haciéndose un hábito, permanecía encariñada con su amistad. Camilo realizándose un chequeo pudo volver a casa. Danielita no quiso regresar a su casa, haciéndose inseparables con Camila, comenzaron a estudiar distintas carreras, Camilita pedagogía en lenguaje y mi sobrina Danielita ingeniería comercial. A mis hijos los hicieron llamar para recibir la herencia, estando testada en vida por Fernando. En eso no mintió y sí los consideraba sus hijos legítimos. Los mellizos tomaron trabajos en el hospital de Santa Juana, yendo y viniendo cada tarde, hasta que consiguieron casa para no tener que viajar.
Jorge anunció visita, dijo estar en bajada, llegó temprano y lo primero después del saludo fue al patio a conocer la Beba con su hija, la que faltando poco igualaría su estatura, se veía sumamente gorda, su pelo no fue cortado, éste año no pasará frío mencionó Jorge.
_¡Quiero ir al campo por el día! ¿Te gustaría venir con nosotras?_ Jorge entusiasmado accedió, con la condición que iríamos en su camioneta. El campo olía a mixtos, a frutas maduras, a flores. Las uvas colgaban dejando mostrar su color, los higos se ofrecían a las abejas, a las chinitas para que las devoraran desde adentro, picoteaban hasta dejarlas vacías, solo mostrando la piel. Tuve el día para mostrarle a mí amigo lo mucho que me pacía mi campo, que en este lugar era ama y señora.
_¡Deberíamos quedarnos!_ Mencionó Daniela, Jorge sonrío, considerando acertada la propuesta.
_Dormimos todas las mujeres juntas_ Alegre propuso Camila. Por la mañana Jorge, que durmió en la habitación del frente, nos tenía el desayuno preparado, las niñas dormidas aún y yo en piyama, un desayuno preparado con esmero. La presencia de Jorge me remontaba a mis años juveniles cuando desconocía las miradas, los tratos de esos hombres o mujeres de corazones inexorables, los que te engañan, manipulan, mal tratan, solo para conseguir sus turbios objetivos, Jorge era distinto, es distinto. Sintiendo esas ansias de abrazarlo y llorar en su hombro, ya que estoy segura que solo me aferrará a su pecho y no dirá nada y menos hará nada, solo me aferrara a su pecho.
_Saqué las ovejas y lo que me sorprendió las gallinas entran y salen solas_ Sonreí.
_Ellas son unas señoritas y señoras muy responsables_
_¡Aquí andan zorros!_
_El fue mi mascota, pero se enamoró y se quedó en el campo, él cuida cuando no estamos, no necesito perros, le traigo regalos cuando llego viene me da vueltas come y se va, pero sé que siempre está por éstos lados.
Creo que el encuentro de Jorge me ha significado un agrado contento, éstos días he estado embriagada de sentimientos añorados todo tiene significado especial, ya no hay espacio a la melancolía, al resentimiento.
_¿Te gustan las flores Jorge?_ Le pregunté cuando descubrí su observada mirada hacia mi jardin. Dando un leve suspiro arrancó su mirada como si lo fuera a reprender.
_¡Son la sonrisa de la tierra, me encantan!_ Sacando una voz entre cortada temerosa y lo llevé a mi jardín, donde en ese momento se regaba.
_Este regadío lo descubrí en una tienda, me acomodó y lo llevo usando desde hace muchos años_
_Se nota que le dedicas mucho tiempo a éste lugar_ Me lo dijo con admiración. Al darme la vuelta me tropecé con algo, sin saber con qué, quedando suspendida entre sus brazos, él me miraba con dedicación y yo agradecida le sonreía, volvió a suspirar y me llevó a su pecho. Me contuvo por mucho rato abrazada, éstos eran los abrazos de mi amigo, éstos eran los abrazos que necesité en el mundo que había formado. Mi madre no lo soportaba, lo mandaba a cambiar, lo expulsaba, no le abría la puerta, lo dejaba fuera con lluvia, con frío, con calor, no me respetaba, no le importaba mis sentimientos, solo por ser un estudiante pobre, un joven de pueblo, de internado "mirale la facha, esa ropa relavada, desteñida, que usa" ¿Y te piensas lucir con él? Yo no le miraba su ropa, solo miraba su trato, su aprecio, su dedicación. Recuerdo para la fiesta de gala le presté el traje de mi hermano, para que fuéramos juntos, sí, yo estuve soñando todo el año con esa fiesta, con el beso que se atrevería a darme por fin, pero no se atrevió. Me contuvo con sus manos y me miró muy fijo.
_Te besaría pero no quiero perder tu amistad, la necesito_ Temeroso me volvió aferrar a su pecho, yo también deseaba ese beso, lo desee en los años de liceo, en la fiesta de graduación y tampoco me atreví jamás a besarlo, también temerosa de su rectitud que mostraba. Mirándolo le respondí.
_¡Bésame Jorge, bésame!_
Fue un beso tierno. Un beso añorado, suave, sutil, un beso de entera pasión. Mis lágrimas comenzaban a asomar y cerré mis ojos, para embriagarme de esa dicha de ser amada, deseada y soñada. Mi cuerpo entero se llenó de venturanza.
_¿Porqué tuvimos que pasar por tantas cosas por no atrevernos a éste beso?_ Al oír esa frase lloré, extendidamente lloré. Luego con nuestros ojos llorosos, volví a sentir su cálida boca. Fue cuando mi cuerpo, mi mente volvió a la realidad, de mis hijos, de Carlos, que llevaba tan pocos meses muerto, de la gente "que diría la gente, los conocidos, la familia" Regresamos a la ciudad al atardecer, los mellizos salieron a nuestro encuentro y ayudándonos con el descenso de las ovejas nos mencionaban sus dudas del vehículo que habíamos usado. Les presenté a Jorge y les admití que él era un amigo del liceo.
_¡Ah! ¿Él fue el joven del liceo, que estabas enamorada?_ Burlándose preguntó Sebastián. Lo miré con una fugaz extrañeza y a la vez le demostré mi enojo. Cristóbal al contrario se mantenía en una postura tacita. Con mis cosas en el interior y mis hijos permanecían expectantes con postura inamovible, subió a su vehículo y levantando la mano dio un adiós, mis hijos me abrazaron demostrando egoísmo, sintiendo autoridad sobre mí.
_¿Mamá ustedes son amigos?_ Cristóbal me sorprendía y a la vez mostrando recelo en sus palabras, jamás había descubierto esa actitud en él. Preferí ignorar y los invité a preparar once y ya dispuesta y sentados al comedor Jorge vuelve a dejar un paquete olvidado en la camioneta. Sebastián lo toma, da las gracias y junta la puerta.
_Dile que pase_ Sebastián esquivo parado sin obedecer.
_Dile que pase_
_Dijo mi mamá que pasara_ Comportándose como niños mimados mostrando sus celos y en cada frase que pronunciaban nos mostrábamos con un visaje, nos quedamos haciendo sobre mesa y ellos continuaban inamovibles.
_¿Niños mañana no trabajan?_Les pregunté demostrándoles que necesitaba un espacio a solas con Jorge, aunque las niñas ya se habían retirado. Jorge levantándose entregó buenas noches y ellos quedaron sentados esperando una explicación.
_¡Ya me cabrie! ¿A caso no puedo tener una amistad?_
_¡Estamos celosos!_ Mirándolos con enfado.
_¿Y por qué no se ponen celosos con Laura, o la Cote?_
_Ellas son mujeres y él es hombre, te puede llevar lejos_ Afligido respondió Cristóbal.
_¡En ésta casa no se permite ni un hombre más!_ Demostraron un egoísmo absoluto.
_Su padre me fue infiel hasta la muerte, éste otro desgraciado me violo ¿Y yo no puedo tener un amigo? Un amigo fiel, respetuoso_ Me retiré ofuscada, sin ánimo de continuar en discusión.
Al despertar todo estaba en silencio, solo las ovejas pedían agua, luego de beber les ofrecí unas zanahorias, el sol resplandecía, prometía excesivo calor. Jorge me visitó y tomando la iniciativa lo invité a mi habitación. Fue el momento en que repentinamente las niñas aparecieron, Jorge prefirió bajar a esperarme a la sala de estar. Contándome que la pandemia estaba desatada.
_Las clases se suspenden tía vamos a estudiar vía internet, muchos se han contagiado_ Me explicó Danielita.
_Todos debemos usar mascarilla_ Agregó Camila y aterrada prendí en televisor, pues si, al mundo entero, todos los países adquirieron el contagio.
_Niñas voy a hacer compras, si me demoro hagan almuerzo_ Nos fuimos con Jorge al supermercado, presintiendo lo peor, compré no de dos o tres, si no de decenas los productos de primera necesidad, sintiendo que todo escasearía, compré por cajas los guantes, mascarillas, alcohol. Con las compras realizadas Jorge me propuso irnos a su casa, no me negué. Todo fue tan distinto, tan armoniosamente sutil, creí necesitar toda mi vida esa divinidad que entrega el sexo con amor y no ese sexo con vicio que recibí en mi vida de casada, sexo mecanizado, que solo buscaba la rápida satisfacción carnal dejando una reacción de sexo arrogante, carente de magia de vibraciones intensas.
_¿Nos vamos a almorzar?_ Me propuso dándome un beso tierno, un beso guardado solo para mí. Nos fuimos a Lenga a un restorán donde no pudimos entrar la vez anterior, por mi certera suposición de estar infectada del maldito virus, donde con claridad me infecté al socorrer al hombre que desfalleció en el aeropuerto de Italia. Todo el momento estuvo envuelto en romanticismo, en atenciones y halagos, en recuerdos de inocente juventud. Ya éramos mayores, con distintas cicatrices, pero con un amor aflorado, sin prejuicios de padres, menos limitaciones. Al despedirnos nos propusimos comunicarnos por la noche y juntarnos al día siguiente.
Mis hijos advirtieron en mí una nueva actitud, un semblante alegre. Sintiéndome amada descubrí que estaba en mi tiempo de ser feliz.
Jorge de vuelta en el norte, mis hijos en sus trabajos las niñas con sus clases en casa. Fue en la tarde en que por tanta calor, donde el verano no se despedía decidí cortar el pelaje a la Beba, ella saltando daba las gracias. Esta lana después de tratada la preferí un cojín aceptando que es natural, un material noble.
Semana santa, días libres, para continuar con el encierro, pero no fue hací, aunque la gente moría y moría, nosotras con cautela, nos fuimos a refugiar al campo, no fue irresponsabilidad, ni desacato a la ley, tan solo fue por salud mental. Con mis amigas solo hablamos por teléfono vídeo llamadas, todo había cambiado, las juntas, las salidas, los encuentros, ya no eran posibles, estaban prohibidas por nuestra salud. Tengamos paciencia, todo pasará, nos aconsejábamos entre nosotras, cuando alguna andaba cariz baja o melancólica y cuando les comenté mi encuentro con Jorge aportaron a mi felicidad, recordando lo feliz que me veía de amiga de Jorge y jurando que terminaríamos juntos, ellas fueron mis amigas en el liceo. No hací mis hermanas, se comportaban cómo mi madre, Mariana cuando se enteró me preguntó que cómo no iba a encontrar un profesional por ahí.
_¿Acaso los títulos de los liceos técnicos no son validos? Si fuimos nosotros los que hicimos clases en las universidades cuando comenzaron a impartir las clases en las universidades. La verdad hubo un tiempo en que sentí la carencia universitaria, por mi circulo laboral, familiar. Mis hermanas si pasaron por la universidad, si pagaron su titulo. Pero eso no justifica que por salir titulados del comercial seamos inferiores y seamos inferiores laboralmente hablando. Es lo mismo que si saliste de una escuela pública te discriminen, si tú eres una destacada profesional. Fue eso lo que le sucedió a una joven en un banco cuando mi hermana me llamó a un remplazo, a ésta niña la basureaban por haber estudiado en una escuela pública, pero era una destacada profesional, manejaba excelente la lengua inglesa, hasta que un día se lo hice ver y ella estallo, diciendo "yo estudié en una escuela pública y estoy muy orgullosa, porque me sacrifiqué mucho más, ya que tenía lagunas por materias que no conocía y hoy tengo mi título a mucha honra" después de ese pequeño incidente, nunca más por estudiar en una escuela pública fue discriminada. Hoy después de tantos años vuelve a ser discriminado Jorge, antes fue por su ropa, por su vida pueblerina, hoy por no tener título universitario, ni por su rose social de la ciudad. Porque nosotros no necesitamos los años, ni las fiestas universitarias. Fuimos privilegiados, como los profesores que en su paso por la escuela normal salían ejerciendo de docentes_ No, ésta vez no me dejaría llevar por mi familia, aunque los amara, aunque mi lucha fuera ardua.
Hoy llega Jorge. Mis hijos estarán de descanso en estos días de semana santa, quizás venga a tomar once, o quizás venga mañana. Sintiéndome en mis años de liceo, cuando esperando el término de las vacaciones lo esperaba con ansias y en la temporada de practica nos distanciamos, él siendo enviado a Codelco y yo enviada a la base naval. El al norte y yo a Talcahuano, nuestros días, los absorbió el trabajo y la distancia fue el desconsuelo. Hoy es el tiempo de comenzar lo que tuvo retenido en mis pensamientos y añoranzas.
_¡Mamá vamos al campo, tenemos muchos días de descanso!_ Me lo propuso Cristóbal, insinuando que mucha mascarilla y tanto encierro lo afligían. Considerando que no faltábamos a las reglas porque solo nos internábamos en el bosque y llegábamos a nuestro refugio. Antes de responderle llamé a Jorge, comunicándole mi decisión, pidiéndole su preferencia me respondió que prefería guardar unos días de reposo para cerciorarse de no estar infectado. Este maldito virus nos tenía sometidos, humillados. En los días santos, nos dedicamos a recolectar las frutas de la temporada, los mellizos le ampliaron la casa a la beba y su hija, las niñas se dedicaban a fabricar postres para la merienda, mientras yo podía me comunicaba, y le hacía ver a Jorge lo que acontecía en su ausencia, aunque él a cada instante me mostraba sus tareas, me hacía ver lo importante que era mi amistad para su estadía emocional. Entendí que cada ser humano tiene y se cría con su forma de ser, que no cambia, se mantiene por el resto de su existencia. No me dejaba de hacer comparaciones, entre Carlos y Jorge. La semana santa llegó a su fin, el lunes nos volvimos muy de madrugada a la ciudad. Fue de preferencia pasar a dejar frutas al internado donde había crecido Camila, siendo su idea, comentándome que en el internado serían bien recibidas, siendo los mellizos los que bajaron los sacos de manzanas, higos y uva. Dejando las cantidades para la casa y la familia y por supuesto a la beba y su hija.
Antes de terminar el medio día, apareció mi hermano Joaquín a buscar a su hija, el mal ejemplo que yo le estaba entregando no eran acorde a su religión. Danielita no pretendía regresar a su hogar, la actitud de su madre le marcaban un rechazo en la que fue su casa.
_¡Papá no voy a regresar, aquí lo tengo todo, me sobra el cariño!_ Joaquín no pretendía regresar sin su hija, era la orden de su mujer.
_Joaquín yo aun no vivo con nadie_ Le ayudé a Daniela, al verla angustiada de insistir a quedarse.
_¡Entiéndeme, yo sé que mi hija está feliz pero es la decisión de su madre_ Dando un estallido de indignación Daniela soltó su frustración.
_A mi tía jamás la he visto acostada con el tío pero a mi mamá si la vi revolcarse con un hombre_ Joaquín le suministró un palmetazo a su hija, por la calumnia que expuso de su madre. La abracé y acariciando su cara le pedí que se fuera y que era mejor si regresaba lo hiciera con su mujer. Daniela lloraba amargada y jurando que lo que expresó era su certeza y no siendo una o dos veces su encuentro sino muchas. Le expresé que le creía y confiaba mucho en ella, abrazándola le prometí que su estadía en mi casa era mientras ella deseara.
Al llegar Jorge nos encontró un poco alteradas y haciéndole ver que no se trataba por su presencia, le dimos una bienvenida con chasconeo y abrazos afectuosos. Haitita nos avisó que la mesa estaba servida, Haitita es por Ser haitiana. Unos días atrás llegó con ella Cristóbal diciendo que la encontró sin rumbo en la calle y que le daba trabajo en la casa lo necesitaba, diciendo que me serviría para entretenerme, haciéndole búlin. Al terminar de comer Daniela propuso de irnos al campo, sintiendo que en cualquier momento llegaría su madre. Al ver Jorge mis mascarillas, que le confeccionaba a mi familia propuso que le hiciera a él unas pocas. Ese entretenimiento fue el causante de encontrarnos con Joaquín y la descarada de su mujer, que negando todo hizo sentir los insultos de Joaquín a su hija. De súbito me hizo intervenir.
_¡Viviana no puedes ser tan descarada, tu hija jamás te calumniaría!_ Me gritó como en sus predicas callejeras.
_¡Tu también le crees a ésta calumniadora, mala hija_ Odié su cinismo.
_Viviana ¡Le creo, porque tú también te revolcaste con Carlos!_
_¡Ahora me hechas encima tu marido muerto!_ Negó, descaradamente, sintiéndose humillada sacaba lágrimas. Joaquín sintiendo lo injustas que éramos con su esposa, la invitó a irse.
_¡Tengo pruebas!_ Fue el momento en que Joaquín tomándola del brazo la miró con desconfianza.
_Daniela es mayor de edad, vive donde estime conveniente y donde esté a gusto y no pueden llevarla sin ella desearlo_ Al momento de irse Daniela me abrazada y dándome las gracias por defenderla me comentó que siempre ha sido castigada por sus padres. No entendí como una criatura tan tierna fuese maltratada y menos por sus padres creyentes en el señor.
El frío se hacía notar, hojas amontonadas y el viento soplando frío, mostraban el invierno, la mascarilla ayudaba a que mi nariz se mantuviera a temperatura ambiente, no era lo mismo con mi aire, sintiéndome muy sofocada me veía en la obligación de sacarla por momentos, al confeccionarlas les aumentaba hasta cinco capas para que el maldito virus no tuviera espacio de penetrar, era la forma de sentirme segura. El caos y el miedo se veían de la mano, lo dijo un santo por ahí "dar hasta que duela" y mi casa es el centro de la piedad, pues fue en la mañana en que entró a mi habitación mi querida sobrina hija de Mariana a pedir ayuda, ya que a su madre no se lo pediría, porque se lo advirtió que no se casara con ese hombre y hoy se lo reprocharía "con el te lo dije que no te metieras con ese hombre" y una no tiene culpa de enamorarse.
_¡Tía me pidieron la casa que arriendo, estamos los dos sin trabajo y la única cosa que se me ocurre es irme al campo! Hací usted no está pagando para que le cuiden a sus ovejas_
Sintiendo que Marianita es tan delicada, como para estar metida en el campo en pleno invierno. Le propuse la idea de pedirles el departamento que están comprando los mellizos, pues no lo permitió.
_¡Tía no tenemos plata para gastos comunes, ni para pagar luz o gas!_ La entendía y sabiendo que la cabaña está equipada, no debo rechazarle su petición y en el campo sobran hasta los huevos.
_Lo único que te voy a prohibir es que no uses la piscina, porque estamos en invierno_ Sonrió, pasándole las llaves se alejó su cara de preocupación y volviendo a estar su rostro alegre, se marchó sin antes darme sus abrazos apretujados. Haciéndole señas en bata por el balcón de mi habitación, se alejó y volví un rato más a mi cama, para informarme de los estragos producidos por el maldito virus.
El día del padre se aproximaba, siendo un día antes de que estuviera el cementerio cerrado por aglomeraciones, preferí recoger y formando un ramo las llevé a Carlos y mi padre. El fuerte viento se amarro del frío y mostrando rebeldía votaba lo que a su paso podía y asegurándome dejarlas sujetas no me contuve caminar hasta mi vehículo, sin dejar de observar a tres jóvenes muy parecidos a mis hijos que caminaban hacia mí, pero no era posible lo que veía.
_¡Hijos, no pensé encontrarlos aquí!_ Mis hijos eran tan míos como mis preferencias, mis hábitos y costumbres.
_Le traemos flores al papá_ Sin dejar de acompañarlos, me llevaron del brazo, ya los besos dejaron de ser necesarios, menos los besos con mascarilla. No alejaron los sentimientos hacía su padre y al preguntarles si su padre biológico tocaría flores.
_No porque estamos enojados con él_ Respondió Sebastián, con la condescendencia de sus hermanos. Callé, preferí no formular preguntas y nos fuimos, sintiéndome la madre más dichosa de la vida y estimando que mi labor como madre fue acertada.
_¿Que comida hizo mi negrita hoy?_
_Lentejas con mote_ Quise hablarles de mi amor hacia Jorge, ya llegaría y no deseaba andar escondida o disimulando sentimientos aflorados. Mis hijos almorzaban juntos en la casa día de semana.
_¡Tía tiene teléfono, es el tío Jorge!_ Los mellizos miraron con aire de desprecio, no hací Camilo sin dar importancia continuó comiendo y luego de contestar me uní al comedor.
_Era Jorge que me preguntaba como estaba_
_ No le dijo que todo bien por acá_ Respondió Sebastián algo burlesco.
_¡Hijos estoy sintiendo algo muy profundo por Jorge!_ Me atreví.
_¡No puede ser mamá! Nadie se enamora tan fácilmente, solo estás confundida_ Mirándome sorprendido me respondió Cristóbal.
_Hijos cuando estudié en el liceo me enamoré de él, pero mi madre se interpuso siempre y él se fue al norte_ Continué explicándoles los hechos hasta que Cristóbal miró su reloj y se levanto apresurado para regresar a su trabajo Una vez más se oponían. Siendo las niñas que quedaron entregándome ánimo y asegurando que pronto cederían a mi amor hacia Jorge.
Los días siguieron transcurriendo y Jorge no tuvo bajada por doblar el turno de su colega con covid diecinueve. Transformándose mis días en una eternidad, la lluvia añadía mas nostalgia a mi espera, el temor a un nuevo contagio me retenían. Todo aumentó al recibir una llamada avisando que Jorge estaba hospitalizado contagiado con el virus desgraciado. Fue el momento que mis hijos me vieron decaer, llorando me sorprendió Cristóbal y dándome consuelo me aseguró que se recuperaría. Los días transcurrían y yo sin ganas de quitarme el piyama. Un eterno mes de junio se marchaba hasta que siendo el día veintinueve recibí la inesperada llamada de Jorge anunciando su recuperación.
_Estoy recuperado mi amor, ayer me deshentubaron y me dieron la noticia que los mellizos preguntaban por mí, diciendo ser mis hijos, aquí ejerce un doctor amigo de Cristóbal y me pedía que debía cuidarme ya que la tía Camila estaba preocupada_ Mi alma volvió a ser feliz, volviendo mi semblante a relucir. Al regresar en la tarde mis hijos me notaron cambiada.
_La señora Camila que radiante se ve, hasta sonriente luce_ Me alagaba Sebita, sin contar la recuperación de Jorge. Sonriendo los miré y tomándoles las manos les agradecí por la preocupación hacia Jorge.
_Mamá la tía Laura nos contó sobre el amor de ustedes y que la abuela se opuso y tuviste que casarte con el papá porque te lo impusieron, mamá nosotros queremos tu felicidad_
Al llegar Jorge le dimos una austera bienvenida, los miembros de la familia, fue Sebastián quien pasó al aeropuerto a recogerlo. Ya comidos nos fuimos a la sala de estar a tomar el té, siendo ese momento especial cuando Jorge me pidió que fuéramos marido y mujer.
_Le damos permiso para casarse, pero no pueden hacer vida marital, por lo menos unos quince días más, no soy yo, lo obliga la ley, por el virus y por ahora de lejitos, prohibido los besos_ Fue la respuesta de Cristóbal, yo reí como la muchacha que gradúan el quinto año de comercial. Luego de comer lo mandaron a descansar a la habitación de Cristóbal.
_Sería bueno darle una sopa de pollo de campo para aumentarle las defensas_ Insinuó Danielita y siendo las tres, quienes nos apresuramos a ir a buscar pollos de campo a la parcela. Al llegar nos salió a recibir la Beba, dándole una zanahoria del paquete que le llevábamos a Marianita ya que ella no sabe que en la huerta hay muchas aun en tierra. Mariana nos comentó que su marido cruzó a las ovejas porque andaban en celo. Al revisarlas por ponerse a balas a cada rato. Los huevos por el gallinero abundaban decidí sacarlos y ponerlos en bandejas, enseñándole a mi sobrino político, para que no lleguen zorros a querer comerse los huevos. Con mis tres pollos y los huevos nos regresamos a la ciudad a preparar la sopa de pollos.
Y pasando al pueblito de Tomeco decidí comprar trigo, porque las cazuelas de pollo con trigo partido reviven hasta los muertos mencionaba mi madre.
Jorge pasando la primera semana en casa, con la atención brindada y las vitaminas obsequiadas por Cristóbal, decía sentirse vigorizado. Una mañana salió y al regresar me comunicó que la hora para el matrimonio estaba pedida, luego después del almuerzo me invitó a salir. Llevándome a una enorme casa me contó que la avía comprado.
_ Casa hermosa mi amor, debe costar un dineral_ Le dije para saber la forma que tendría de pago.
_¡Muchos millones, pero se paga con la negociación que tuve con la empresa. Eso no lo enseñan en los colegios ni universidades, se aprende_ Le sonreí, mientras las niñas revisaban las habitaciones y decidiendo buscar la habitación más amplia para compartirla. Me encantaba que se llevaran bien, que fueran cómplice, si al fin y al cabo las dos fueron maltratadas y ahora vivían felices y queridas, porque yo las quería mucho y Jorge las sentía las hijas que perdió.
Al registro civil fueron invitados mis hijos y las niñas, mis amigas junto a mis hermanas llegarían a un coctel a la nueva casa. Jorge con un elegante traje, su corbata daba a entender que fue minuciosamente rebuscada porque nadie la había visto jamás. Ni en los detectives, ni en los banqueros, ni en los doctores, ni en gerente alguno, destacaba. Sus colleras puestas a la justa medida. Para que decir de sus zapatos, para que decir lucían, sino que re lucían, se veía un hombre más que admirable, deseable para las damas presentes, divino. Yo peinada con un perfecto moño que armonizaba y destacaba mi rostro, rostro siendo adecuadamente maquillado borraban las hazañas de la vida pasada, vestida con un vestido que cubría hasta mis rodillas acorde al mencionado vestido, ceñido delicadamente a mí cuerpo y chaqueta, con tacos, que sobresaliendo mi porte me veía un cacho más arriba de mi futuro esposo. Aunque con su prestancia ese detalle pasaba desapercibido. Mi nuera ultimaba detalles para que todo fuera armonioso y perfecto. Camilo con su hija en brazos demostraba nerviosismo, sin despegarse de un lado de su madre, sintiéndose con todo el derecho, la quería feliz. No era la misma forma en los mellizos, eran celosos y egoístas con su madre, queriéndola solo para ellos y luciendo el mismo traje de su graduación, pero con distinto semblante, si hasta con Carlos fueron egoístas, disputando los brazos y atenciones de su madre. La sorpresa de la nueva vivienda los aguardaba a los tres. La que llegó atrasada fue la única hermana de Jorge, junto a su hijo menor. Tomándome de la mano me llevó a su lado.
_Anita ella es Camila, ella es como nosotros_ Recordé que Jorge siempre hablaba de su hermana, que en esos años estudiaba en la técnica. La saludé como a una hermana y el niño con los ojos pardos similares a los de Jorge, presencié que era su regalón, sangre de su sangre. Lo percibí a la edad en que Jorge tenía su edad y se lo hice saber.
_Es igual a ti cuando entraste al liceo_ Hoy sentí que nacía una nueva familia, la familia que siempre quise de Carlos y no tardé en mostrárselo a mis hijos, darlo a conocer. Los mellizos lo tomaron como a un hermano menor y sin dejar de hablarle y preguntarle en toda la ceremonia, descubriendo el cambio de ánimo en ellos. La ceremonia llegaba a su término, la civil nos entregó nuestra libreta de matrimonio. Siendo ésta la primera vez que nos besábamos delante de mis hijos, deseando ver sus rostros, que no podía, por las mascarillas que cubrían nuestros rostros. A la salida Jorge les pidió que lo siguieran y fue de ese modo que llegaron a nuestro hogar. Los invitados nos esperaban a la entrada las mesas dispuestas para degustar lo encargado, sin sirvientes, estábamos en la maldita pandemia. Las felicitaciones llegaron con una eterna alegría, por parte de mis amigas, no hací con mis hermanas, quizás las embargaba algún sentimiento de culpa o de regocijo.
_Gracias por compartir mi alegría, en éste día que nos unimos en matrimonio junto a Camila y les doy la bienvenida a nuestro hogar, una casa que escogimos juntos para compartirla y disfrutarla junto a nuestros seres queridos_ Todo estaba dicho sin rencor, sin soberbia. Los mellizos se acercaron y me preguntaron si desde ahora ellos vivirían solos en su casa, reí y les respondí que ellos no se mueven de mi lado mientras no salgan casados. Daniela les dijo que deben escoger sus habitaciones y subieron apresurados a elegir la suya, dirigidos por Daniela y Camila. Acercándose Catalina junto a Mariana y pidiéndome disculpas por ser clasistas. La verdad ya no tenía ánimo de retomar lo de ayer y que cada uno es y piensa lo que estime conveniente. Aunque me hubiese gustado decirles muchos improperios, pero las quiero y son mi familia. Al bajar los mellizos acotaron que sobraba una habitación y sin esperar Camilo dijo que esa era para él.
_¡Esta casa es tan grande que parece un hotel!_ Mencionó Sebastián y que solo Jorgito Faltaba que buscara la suya.
_Yo voy a buscar mis cosas y me vengo con mi negrita_
Dijo Cristóbal impertérrito. Me alegré por el repentino cambio.
_Y yo me traigo mis ovejas ya que aquí el pasto está muy crecido_ Mirando el patio trasero, hablaba Sebastián.
_Están preñadas. Les mencionó Camila.
_¿Y qué comen para reproducirse tan rápido? Riendo formuló la pregunta Sebastián.
_¡Las ovejas se reproducen cada cinco meses! Respondió Ana. Todos alarmados que nos llenaríamos de animales.
_¡Bueno comeremos mucha carne de oveja y tendremos una industria de lana! Reímos con más ahínco al escuchar a Jorge. Quise compartir con Anita y después de entablar conversación, me contó que su excuñada no permitía que fueran a su casa, que al acercarse olfateaba afirmando que había mal olor. La gente prepotente abunda le expuse. Entendí la razón de porqué Jorge le confirmó que yo era como ellos. Al irse colocando las mascarillas me dieron a entender que estaban próximas a retirarse, fue cuando los mellizos se propusieron a ir a buscar sus pertenencias y pidiéndole Sebastián la camioneta a Jorge para traer sus cosas los acompañaron las niñas, le pedí a Anita que se quedara para compartir y conocernos.
La celebración matrimonial había transcurrido con gran éxito, me había propuesto a ser feliz y hacer feliz a Jorge quien continuó con su trabajo en el norte y a pesar de su ausencia no era tan larga la espera, ya que llamándome de tarde, noche y mañana, sentía sus atenciones. Prometiéndome que en cuanto terminara el maldito virus "maldito es; por hacernos daño, enfermarnos y quitarnos a nuestros seres queridos" y no podemos hablar bien de algo que nos daña. Nos iríamos a conocer lo que me faltó de conocer de Europa. Mas bien lo que no conocí.
Mi día decisivo estaba resuelto y proponiéndole a arrendar la que fue mi casa junto a mis hijos la ofrecía en yapo, para ser arrendada.
Camila anhelaba universidad sin costo, con sus tres hijos metidos en el estudio superior, no le era fácil. Su marido viviendo sus años de casado como un soltero cualquiera, su sueldo se le limitaba. Camila cada episodio los asimilaba con las penurias vividas con su esposo y la hacía recordar esos sucesos.
Prólogo
Carlos muere dejando angustiosas dudas. Sufriendo ultraje, humillada y violada, hasta después de la muerte del marido. Los daños la hicieron adquirir una gran cualidad llamada resiliencia y en éste año del maldito virus se reencuentra con un amor de juventud, de liceo, se encuentran en el cementerio. El depositando flores a su familia muerta en accidente y ella a su padre y marido. A pocos meses viuda florece el amor recíproco y se casan dejando a un lado comentarios clasistas de sus hermanas y con el consentimiento de sus apegados hijos, se dan el sí quiero junto al beso entre mascarillas, obligatorias para todos los presentes, incluyendo a la civil.
poco de mi
Batallando con un cáncer me dejé llevar por la escritura, escritura que olvidaba el dolor, la angustia y miedo. Después de escribir LA ABUELA Y EL SAPO me interné en ésta novela MI MARIDO UN DESGRACIADO. A nombre de Nancy Castro Herrera, oriunda de la región del Bio bio Chile. Madre esposa y abuela. Que después de casada me dedique al confort de mi hogar, para que todo fuera armonioso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro