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Capítulo 7

La habitación que Nisha ocupaba en el hospital comenzaba a agobiarla. La joven se sentía encerrada entre cuatro muros, sin otra opción que esperar unos resultados que le daban mucho miedo recibir.

No dijo nada a nadie, pero la chica estaba atacada y necesitaba saber por qué la mantenían allí durante tanto tiempo. Ya apenas le dolía el vientre, los medicamentos hicieron su efecto, pero ella notaba que algo no iba bien. Se trataba de un presentimiento, de esos con los que, por mucho que intentara negarlo, ella sabía que existían bastantes posibilidades de que fuera algo importante.

Indira acompañaba a su hija sin descanso desde que entró en el hospital; su abuela iba de vez en cuando, según sus fuerzas; y su padre pasaba las noches allí, durmiendo en una silla, mientras que durante el día se movía para poder avanzar con el restaurante, aunque lo había cerrado durante un tiempo para ocuparse mejor de su hija.

A los tres días, el doctor llegó para hablar con Nisha. En la habitación estaba solo ella acompañada de su madre.

—¿Es usted familiar cercano de la paciente? —preguntó el médico, algo serio y dirigiéndose a Indira.

—La madre.

—Soy el doctor Márquez, encargado de varios estudios clínicos de este centro. Traigo los resultados de los análisis que hemos hecho a Nisha. Habíamos detectado una infección que debimos tratar con medicamentos durante estos tres días, por eso le mantuvimos aquí en la habitación del hospital; pero existía otro síntoma que nos preocupaba algo más y debíamos estudiarlo con detenimiento: Se trata de un cáncer de estómago que se encuentra en una fase algo avanzada y que se ha extendido a otras partes del organismo.

Madre e hija recibieron la noticia como un verdadero jarro de agua helada, ninguna de las dos se atrevía a hablar. Indira no podía dirigir la mirada a su hija para que no notara su preocupación y Nisha hacía lo mismo por miedo a entrar en pánico.

—Sé que es una noticia impactante y muy difícil de abordar, pero existe un tratamiento que podría ayudarte a superar la enfermedad. No da garantía de éxito, aunque...

El doctor explicó detalladamente el proceso que supondría el tratamiento. No parecía simple, requería mucha paciencia y el resultado no estaba asegurado. Nisha tendría que someterse a quimioterapia, varias noches de hospital y, sin duda alguna, dolores intensos tras los tratamientos. Pero no tenía opción, debía enfrentarse a todo ello para poder vencer la enfermedad y vivir el resto de su vida como la había imaginado.

Una vez que el doctor se fue, Nisha necesitó el hombro de su madre para llorar. Ella siempre evitaba mostrar sus debilidades, como podía ser en aquel caso; pero la noticia le había afectado tanto que incluso contando con el apoyo de su madre no tenía suficiente para expresar la rabia que sentía en aquel momento. Según la información que el doctor le dio, y los cálculos que la chica realizó en su mente, el cáncer habría podido comenzar a extenderse justo cuando Nisha empezó con aquellas pesadillas agónicas. Se trataba de un aviso de su propio cuerpo, al que no escuchó e ignoró por completo.

¿Qué debía hacer en aquel momento? ¿Cómo tenía que reaccionar? ¿Se acababa todo?

La madre de Nisha tampoco sabía qué hacer. Todo era nuevo para ella, aunque no quería alterar a su niña, no podía evitar expresar el sentimiento de impotencia con el que contaba en aquel momento. Quería destruir todo. Nada en absoluto, ni la casa que compró con su marido, ni el restaurante que pudieron llevar a cargo, ni siquiera la nacionalidad que habían adquirido años atrás al cambiar de país, podía darle fuerzas frente a la noticia que acaba de recibir.

El médico les dio casi una semana para volver a casa y prepararse psicológicamente a lo que les aguardaba. Indira llamó a su marido para que viniera a recuperarlas en coche y le rogó que dejara todo lo que estuviera haciendo en ese momento.

Como cabía esperar, la llegada a casa no fue del todo sencilla. Su padre se enteró de la noticia nada más llegar al hospital, pero su abuela, que no se esperaba en absoluto una información como aquella, tardó en recuperarse del susto y necesitó tomarse una tila para relajarse.

Nisha decidió no contarle a Lucía lo que le ocurría, no quería estresarla y, a pesar de que necesitaba con todas sus fuerzas estar con ella, no tenía la intención de preocuparla. Pensó en contarle que debía seguir un tratamiento intenso y que con probabilidad estaría indispuesta durante un tiempo. Por suerte, y para tranquilidad suya, tenía otra manera de verla y disfrutar de su presencia, aunque no fuera en la realidad.

Pasó toda la tarde imaginando la manera en la que le daría la información. Resultaba extraño, e incluso a ella la hizo dudar, pero la joven no reflexionaba sobre cómo afrontar lo que se le venía, en su opinión ya todo estaba sentenciado y ella solo tenía que dejarse llevar por las manos de los especialistas; sin embargo, lo único que le interesaba era pasar unos últimos minutos con la chica a la que amaba, abrazarla y tenerla para ella.

Tuvo una idea, pero necesitaba que Lucía aceptara. La llamó por teléfono.

—Hola, dulcinea.

—Hola, mi escarlata. ¿Ya has salido del hospital? ¿Va todo bien?

Nisha recapacitó sobre si mentir sería una buena idea, pero no dio ningún paso hacia atrás. Haría todo como lo había imaginado.

—Sí, bueno... Me han diagnosticado un pequeño tumor y tengo que ir a partir de la semana que viene más a menudo para tratármelo, pero al parecer nada demasiado serio —mintió.

—No sé qué decirte, esperaba que solo fuera algo efímero. Pero bueno, si se puede tratar, es lo importante.

—Olvídalo —dijo antes de que Lucía indagara más y tuviera que contar la verdad—. Te quería proponer algo y no puedes negarte por lo que más quieras en el mundo, que imagino es tu hijo. Lo necesito, es un favor que te voy a pedir una sola vez en la vida, pero al que no puedes rechazar.

—¡Madre mía! Espero que no sea muy complicado porque si no voy lista.

—El próximo finde te vienes conmigo de senderismo, conozco una ruta interesante. Según lo que he visto no hará tanto calor.

—¡Me parece genial como idea! Pero lo tengo que confirmar con Pablo, tú sabes, Raúl no puede quedarse solo aún. Te confirmaré por mensaje.

El mensaje no tardó mucho, Lucía confirmó que preservaba el fin de semana con Nisha y así podrían pasar un tiempo juntas sin bloqueos de ningún tipo.

Pasaron un par de días hasta que el estrés provocado por el anuncio del doctor se calmó un poco, al menos en Nisha, porque ningún otro familiar se encontraba sereno. Indira no podía levantar cabeza, no tenía ganas de nada, a veces, incluso se quedaba en la cama hasta altas horas del día con la escusa de que la migraña le había vuelto; Jalil hacía todo lo contrario, el hombre no paraba de hacer cosas para ocuparse la mente y no pensar en lo que venía; y en cuanto a la abuela, daadee, como la llamaban en la familia, permanecía horas en La sala, rezando a los Dioses para cuidar de su nieta.

Nisha necesitaba hablar con ella, consideraba que podía ser la única persona con la facultad de ayudarla tras la noticia que acababa de recibir. Decidida, bajó las escaleras hacia La sala.

Allí estaba ella, alumbrada por una luz rojiza y lúgubre que siempre utilizaba para sus sesiones. El silencio era absoluto, la abuela de Nisha se encontraba sentada sobre la manta, que en este caso era de un terciopelo más amarillento, con la espalda recta y la cabeza bien alta; tenía los ojos y la boca cerrada y las piernas cruzadas entre sí. Permanecía en una especie de trance profundo en el que no movía ni un solo músculo de su cuerpo, daba la impresión de que ni siquiera respiraba. A la joven siempre le daba mucho respeto verla así y le costaba aproximarse a ella, pero necesitaba hablarle, tenía que contarle lo que sentía y conocer los últimos detalles de la técnica de sueños lúcidos, necesitaba saber todo antes del tratamiento contra el cáncer, más tarde quizás, le faltarían fuerzas para ello.

Daadee se estiró el cuello y, sin moverse ni un centímetro del lugar en el que estaba, invitó a su nieta a acercarse.

—Querida mía. ¿Cómo te sientes? —preguntó utilizando un leve susurro.

—He conseguido aceptarlo todo. Aun así, creo que ya no quedan lágrimas en mi cuerpo. Daadee, aquellas pesadillas que me molestaban día tras día, en realidad eran avisos. Yo ya estaba enferma.

La anciana respiró hondo y miró a Nisha a los ojos. Aquella mirada tan seria siempre había impuesto a la joven india, pero en esa ocasión tenía un cierto sentimiento de compasión añadido que le hacía humedecer sus propios ojos.

—En cierta medida, me di cuenta de ello. Tuve dudas cuando me contaste lo del sueño amenazador que se repetía, pero pensé que estaría influido por los típicos traspiés que tenéis los jóvenes y no le di importancia. No quise ver la realidad.

La anciana manifestaba tristeza en la expresión y mucha culpabilidad.

—De todas formas no podías hacer nada. No intentes sentirte responsable.

Nisha quería informarse sobre muchas cosas, pero no sabía cómo preguntar a su abuela sus dudas.

—Sé que necesitas respuestas. Hoy no me interrogues como familia tuya, sino como guía de sueños. La sala podrá ayudarte a reconocer esas respuestas y aceptar lo que necesites.

La chica tragó saliva. Sí, debía conocer aquellos detalles, era importante. No podía dejar esa puerta cerrada. Tenía un tratamiento complicado que afrontar y, aunque contaba con muchas dudas, necesitaba conocer la nombrada técnica al completo.

—¿Cuáles son los límites que existen con los sueños lúcidos?

La abuela de Nisha volvió a mirar hacia arriba, adoptó la misma postura que tenía al inicio y respondió.

—Se trata de una pregunta muy extensa a la que no podría darte respuesta en una única sesión. Sin embargo, si te refieres a posibilidades, el único límite existente es la realidad. Un sueño, por muy lúcido que se defina, nunca formará parte de la realidad. Todo lo que resta, es probable.

—Eso quiere decir que se puede vivir en ellos.

Daadee tomó su tiempo en responder, comenzó a ver el camino que Nisha intentaba tomar y, aunque le costaba, estaba en su obligación de responder como guía espiritual de sueños.

—Sí, un alma humana puede vivir en mundo onírico, hacer su vida y diferenciarse así del cuerpo que la alberga.

Nisha comenzó a interesarse aún más en todas las posibilidades que le proporcionaba la técnica de sueños lúcidos. Por un lado, llegaba a su objetivo, como ella lo estaba planificando, y se dio cuenta de que no se equivocó en ninguna de sus suposiciones; sin embargo, el miedo le impedía seguir con las preguntas a pesar de que tenía muchas más en mente.

—Ven —indicó daadee—, siéntate a mi lado, respira hondo y medita. Eso te dará fuerzas para afrontar lo que deseas conocer.

Tras obedecer las indicaciones de su abuela, Nisha cerró los ojos y adoptó la misma postura que la anciana. Las dos meditaron durante varios minutos, aquello les proporcionó la serenidad necesaria para tranquilizarse interiormente, algo que no resultaba nada fácil en vista de los acontecimientos que iban a llegar. A ambas les habría gustado que aquel ejercicio fuera solo un entrenamiento para alcanzar la paz interior o el inicio de una sesión como las que hicieron hace varias semanas; pero en esta ocasión se trataba más bien de algo necesario, un deber preparatorio para una prueba aún mayor que la que habían afrontado hasta el momento.

Cuando Nisha se recuperó por completo, al cabo de casi veinte minutos, formuló otra pregunta.

—Daadee, me gustaría conocer, ¿existe alguna posibilidad de separar el cuerpo del alma a través de los sueños?

La abuela inspiró de nuevo, sabía que las preguntas de su nieta querían llegar a un destino, y creía saber cuál. Prefería no darle las respuestas, la simple posibilidad de que todo lo que le iba a indicar fuera utilizado le causaba mucho temor, pero no podía esconder a Nisha parte de la técnica de los sueños lúcidos. Le prometió responderle como guía y es lo que haría, por mucho que le pesara. Además de todo aquello, la anciana era partidaria absoluta de las libres decisiones y consideraba que la chica era mayor y autónoma para comprender los riesgos de cada acción.

—No resultaría algo sencillo, pero es posible. Los sueños forman parte de nosotros, pero a pesar de que nos acompañan desde los albores de la humanidad, son todavía una ciencia desconocida. Existen dos opciones empleadas y sabidas a día de hoy: Una de ellas, la que menos inseguridad crea, dejaría tu cuerpo en un estado de coma permanente del que resultaría muy difícil liberarse; la segunda, significaría la muerte física. Ambos métodos te obligarían a quedarte atrapada en el mundo onírico y abandonar tu cuerpo terrenal, ya sea por un cierto tiempo o para siempre. —Nisha recapacitaba sobre la decisión, no estaba segura de que fuera la correcta, pero necesitaba conocer el método, aunque solo fuera por curiosidad—. Cuando estás en los sueños, ya has tenido que descubrirlo, todo parece real. Los olores, colores, e incluso algunas sensaciones físicas intentan engañarnos y, en cierto modo, lo consiguen en la mayoría de los casos. No nos damos cuenta de que se trata de un sueño hasta que nos despertamos y nos volvemos a encontrar en la cama de nuestra habitación. Sin embargo, hay algo que puede provocar el distanciamiento con el cuerpo físico y, por supuesto, tiene un precio muy alto.

La joven imaginaba muchas cosas, todo parecía demasiado fantástico y le costaba creer que lo que le contaba su abuela podía ser posible.

—Daadee, puedes contármelo.

La mujer no se atrevía a mirar hacia su nieta, si lo hacía rompería en un llanto desconsolado con el que no le sería posible continuar. Retuvo todas sus fuerzas para seguir allí, era su trabajo y no podía renunciar a él.

—Para conseguir separar tu cuerpo de tu alma necesitarías encontrarte en el mundo onírico. Una vez allí, deberías concentrar todo tu esfuerzo en el único punto diferente al mundo real: las sensaciones internas. Traer todos esos pensamientos, hacerlos escapar del cerebro y albergarlos en una coraza inexistente cerca de ti; las mariposas del estómago en cuanto sientes que algo interesante va a ocurrir; la alegría y tristeza. Todo lo inmaterial que define tu persona. En caso de que no lo consigas, el coste sería demasiado elevado.

»No solo abandonarías este precioso cuerpo que la vida te ha regalado —continuó explicando—. Al principio te sentirías sola, englobada en un mundo al que no perteneces y en el que serías una extranjera durante el resto de tu vida. Los segundos, meses o años no pasarían, el tiempo se convertiría en una invención sin sentido, y tu única razón de existir sería la espera. Nunca más tendrías apetito, ni siquiera volverías a apreciar los placeres de la vida. La gula, la ira, la soberbia, la lujuria, la pereza, la avaricia y la envida; todas ellas se convertirán en palabras sin ningún sentido para ti y, aunque parezca algo sin importancia, las echarás mucho de menos, puesto que son las que mueven nuestro ser.

La descripción que realizaba su abuela del mundo onírico no resultaba muy llamativa. Desde luego se necesitaba una gran determinación para llegar a aquello. Nisha no estaba preparada, resultaba muy arriesgado.

—¿Y si no hubiera podido proceder a ese lazo con mis sensaciones internas?

—Tu vida en el mundo onírico sería muy aburrida y monótona, sin sentido, estarías dormida para siempre, a pesar de encontrarte despierta. Existe una pequeña posibilidad, sin embargo, que te podría volver a animar, pero es tan remota que vendría a ser imposible.

Aquello despertó de nuevo la curiosidad de la chica.

—¿Cuál?

—Encontrar a tu alma gemela en ese extraño lugar. Exacto, el mito sobre las almas gemelas no es solo una leyenda, existe en realidad, pero tan solo ocurre allí. Si no hubieras conseguido proceder con el enlace descrito, vagar por los planos de los sueños es lo único que podrías hacer durante el resto de tu vida, en busca de la aguja en un enorme pajar.

Todo lo que daadee contaba resultaba tan metafórico para la joven que apenas podía imaginar lo que suponía.

—Da miedo en realidad.

—No todo es tan oscuro. Si diera la casualidad de que el enlace está hecho, o de que encontraras a tu alma gemela, la vida en el mundo onírico te resultaría rara en un principio, pero acabarías acostumbrándote, y tras un cierto tiempo todo te parecería común. Allí hay muchas almas que buscan compañeros, lo he podido corroborar, y son muy fáciles de distinguir.

Nisha mantenía los ojos cerrados y la cabeza en alto mientras su abuela le comentaba todo sobre el mundo onírico, tan desconocido y misterioso, y con un sinfín de posibilidades.

—Si la opción escogida fuera la del coma, ¿Cómo se podría volver a despertar?

—Eso es algo para lo que no tengo respuesta, Nisha.

—Me queda una última pregunta, daadee. —La anciana no respondió, aguardó en silencio—. ¿Se puede morir allí?

—El concepto de muerte es algo a lo que tampoco te puedo responder. Cierto es que algunos han decidido dejar de vivir en el mundo onírico; sin embargo, lo que ocurre después se queda en un misterio. Al igual que no conocemos lo que ocurre a ciencia cierta cuando uno muere aquí, tampoco se puede averiguar allí. Es... la gran pregunta de la vida, paradójicamente, la muerte.

Nisha aceptó las respuestas, pero se quedó un rato más con su abuela para rezar a los Dioses. Ella no era creyente, aunque el ver a su familiar hacerlo con tanta devoción por ella, le dio ánimos para acompañarla y disfrutar de su presencia.

—Nisha, prométeme que, decidas lo que decidas, tendrás cuidado y que actuarás con toda la seguridad que puedas.

La anciana no quedaba tranquila tras todo lo que indicó a su nieta, la chica asintió y, tras varios minutos más de meditación, dejó a su abuela en el sótano.

Al subir las escaleras descubrió un mensaje en su móvil, el cual, como habituaba, había dejado en el salón para no perturbar la paz de La sala.

«Acepto tu proposición de senderismo para este fin de semana».

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