XX: Abismo: Fondo
Hoy es un día horrible, estamos en la corte a punto de escuchar el fallo del juez a la demanda de divorcio y custodia interpuesta por Clarissa. Han pasado dos meses desde que el fantasma comenzó a vivir conmigo y desde entonces este dolor en el pecho no me deja dormir. El temor que vi en los ojos de Rex aquella noche sigue repitiéndose en mi mente y aún más duro resulta saber que se esconde con solo notar mi presencia.
Contemplo a Clarissa, la mujer de mi vida, mi hermosa diosa… pero esta mantiene la vista fija en el juez; ignorando por completo mi presencia. «¿Cómo pude arruinarlo?»
—Se concede la demanda a la señora Clarissa Dupont Fisher, incluyendo la custodia total del menor Theodore Rex Fisher, se fija un monto por concepto de manutención…
Dejo de escuchar, el dolor en mi pecho es insoportable, siento que me voy a caer en cualquier momento. Mi abogado me aprieta el hombro y así, apenas consigo medio escuchar al juez: «apelación, desintoxicación, control de ira, mínimo seis meses de sobriedad, orden de alejamiento»
No paro de temblar y llorar, desvío la vista hacia Clarissa y la noto limpiarse las lágrimas que comenzaban a emerger.
—Clari… —Intento acercarme a ella, una vez que ha terminado todo, pero continúa ignorándome—. Clarissa, por favor…
—Basta, Raymond —dice sin siquiera mirarme—. Ya escuchaste al juez, ahora aléjate.
Camina hacia la salida donde la esperan sus padres con mi T-Rex de la mano… solo quiero acercarme a él, pero es imposible, en cuanto me ve vuelve a esconderse.
—Déjalo, Ray —habla Moe a mi lado, palmea y me aprieta un hombro. Giro la cabeza hacia él y vuelvo a sentirme destrozado al ver ese parche donde debería estar su ojo. He arruinado todo—. Bro, no sigas, lo asustas.
—Moe, solo quiero hablar con él, abrazarlo. Disculparme.
—Vamos, bro, ahora no es el momento.
Luego de un pesaroso suspiro nos dirigimos hacia la salida; me siento miserable, despedazado. Pero es solo cruzar la puerta del juzgado para volver a llenarme de furia. Los malditos paparazis a la espera para hacer de las suyas, aprieto los puños y siento hiperventilarme.
—¡Mr. Fisher! Una sonrisita! —vocifera uno de estos malditos, el desgraciado continúa instigando—: Bueno, ahora es libre para tirarse a cualquiera a su paso. —Ríe a carcajadas. Moe intenta apartarlo, pero en un arrebato le arranco la cámara y se la lanzo lejos—. Mr. Fisher cómo…
No le dejo continuar. Estrello al infeliz contra el pavimento, mis puños impactan contra su cara una, dos, tres… ya no sé cuántas veces…
«¡Lárgate! ¡No te quiero volver a ver!», las palabras de Clarissa regresan con claridad…
Otro puñetazo se gana el maldito… «¡¡¡Mamita!!!», mi T-Rex aterrado aparece y un nuevo golpe se lleva el hijo de puta este.
«Tú acabas de decepcionarme como nunca antes, Ray», padre…
La furia emana desde mi interior a través de los puños que inpacto contra este desgraciado infeliz…
—¡Ray, detente! —Escucho a Moe decirme, pero este maldito hijo de perra se lo merece. Todos y cada uno de ellos—. ¡Ray, basta! —Moe trata de contenerme, me abraca desde atrás, pero lucho por soltarme—. ¡¡¡Ray, lo vas a matar!!! —me grita aún más fuerte y es cuando dejo de forcejear con él. Mis ojos se abren mucho de la impresión y tiemblo al ser consciente de lo que hice; el tipo que reposa debajo de mí está bañado en sangre, su rostro luce irreconocible, ni siquiera parece humano.
Estoy en shock, no puedo creer lo que acabo de hacer. Oficiales aparecen, me esposan y suben a una patrulla para llevarme a la delegación. No pongo resistencia alguna, solo tiemblo ante esa imagen que se repite en mi cabeza: lo que alguna vez fue el rostro del molesto paparazzi.
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He pasado varios meses encerrado en la clínica de rehabilitación, desintoxicándome. Ya tengo la orden de alta y solo espero la llegada de Moe para al fin volver a casa, ha sido un proceso duro y muy difícil que no deseo repetir.
Mientras espero por mi amigo, toco notas al azar en la guitarra.
Durante el paso por aquí, aprendí también a estar en contacto con mi lado zen para canalizar la ira a través de la meditación, técnicas de relajación y retomé la música. Creo que ni siquiera los malditos paparazis podrían romper mi paz interior.
—¡Fisting el bastardo! Entonces, ¿listo para reintegrarte a la sociedad? —Saluda Moe al llegar, eso me hace reír.
Guardo mi instrumento en su estuche antes de erguirme de la banca e ir con él. Nos abrazamos con efusividad, después de todo, hace mucho que no nos veíamos. Caminamos hacia la salida mientras me cuenta cómo están las cosas allá afuera: papá y Rex han podido compartir mucho tiempo juntos y eso en realidad es emocionante, al menos mi estupidez no arruinó la relación entre ellos.
—Incluso Theodore lo ha tenido con él en su consultorio, enseñándole cosas sobre los animales, ¿Sabes? —me cuenta Moe mientras salimos y lo observo atento—. Yo creo que ese chiquillo será reportero porque sí que puede preguntar.
—Solo espero que no se vuelva un maldito paparazzi. —Reímos a carcajadas—. ¿Cómo está ella, Moe?
—Clarissa, la verdad, está bien, bro. Poco a poco vuelve a ser la joven alegre y sonriente que solía ser…
Siento un dolor en el pecho al escucharlo; yo apagué su alegría estos años y no importa cuánto me arrepienta nada volverá a ser lo que era. Moe nota mi expresión y procede a continuar:
—Lo siento, bro, no quise hacerte sentir mal.
Asiento en silencio. Me encojo de hombros para restarle importancia y le pido seguir, quiero saber más.
—Ya que Rex pasa mucho tiempo con Theodore, ella ha vuelto al agua.
—Me alegra escuchar eso —confieso emocionado porque es verdad, Clari tiene mucho talento y no es justo que lo deje atrás. Moe suspira sonoramente al volante antes de continuar:
—Aunque ahora que saliste, no creo que ellos sigan pasando mucho tiempo juntos —añade él y cierro los ojos, pesaroso—. Perdón de nuevo.
—Eso lo entiendo, Moe. —Suspiro—. Quizás debería intentar hablarle.
—No sé si sea buena idea, bro.
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La fachada de ladrillo y jardín vistoso nunca antes había lucido más hermosa, ¡Dios! Supongo que cuando pasas tiempo encerrado, lejos de casa, aprendes sobre las cosas verdaderamente importantes en tu vida. Solo queda ir recomponiendo todo lo que estropeé. Moe me acompaña un rato en casa y seguimos platicando acerca de todo hasta la tarde, cuando se despide para ir a trabajar.
Así vuelvo a quedar en la soledad de mi antigua habitación; veo el collage de fotografías detrás de la puerta, algunas de mi madre, otras de mis padres juntos, también de cuando era pequeño y así se forma lo que parece la línea de tiempo de mi vida. La preciosa sonrisa de Clarissa me acompaña desde que era un niño chiquito y conforme fuimos creciendo nos acercamos cada vez más; muchos momentos felices junto a ella, cuánta alegría brillaba en su rostro el día que nos comprometimos, entonces de repente la imagen cambia ante mí y lo que veo es la expresión de horror, rabia y decepción en su rostro, su mirada reflejando miedo.
Decido dejar de ver las fotografías, pero es inútil, esa imagen se repite con solo cerrar los ojos. «Clari, ¿cómo pude estropear lo que teníamos?», es lo único que pienso y de nuevo siento mis párpados mojarse.
Escucho el portón de la entrada así que bajo a saludar a mi padre, pero en cambio, mis ojos se abren de la impresión, pues quien atraviesa la puerta es Clarissa y se sorprende al verme. Mi pecho se infla y desinfla de manera errática, ¡Dios! No esperaba verla aquí; ella da un paso hacia atrás lista para irse, pero en lugar de salir, fija la mirada en mí. Por largo rato solo nos contemplamos en silencio hasta que ella decide hablarme:
—Me alegra verte bien —dice bajo y siento al corazón acelerarse—. Theodore no está aquí, ¿cierto? —Niego con la cabeza—. Bueno, iré a buscarlo al consultorio.
Se gira dispuesta a salir, por un momento la veo alejarse, sin embargo, luego me muevo por inercia detrás de ella. Es la mujer que amo y sé que la cagué de la peor manera, pero no quiero perderla…
—¡Clari, espera! —exclamo al atrapar su brazo para detenerla y se tensa ante mi tacto, un segundo después se gira nerviosa para zafarse mientras me disculpo en bajo—: Perdón, no quise asustarte.
Agito las manos frente a ella en señal de rendición. Clari me observa atenta, esperando lo que sea que vaya a decirle.
—Yo quiero disculparme por todo, Clari, yo…
—Ray. —Clarissa me interrumpe, haciendo ademanes con sus mano—. Sé que te arrepientes porque cometiste demasiados errores y en serio me alegra que estés mejor. —Sonríe—. Me gusta verte bien.
—Clari, pero ¿podemos hablar? —Ríe bajo.
—Ray, creí que eso hacíamos —responde con ironía y eso me hace reír. ¡Dios, por favor, quiero recuperarla!
—Escucha, yo lo siento, lamento todo lo que hice y te juro que estoy trabajando en resolver todos mis problemas. Yo quiero estar contigo, quiero que volvamos a ser una familia… —confieso entre temblores, Clari cierra los ojos con pesar y niega con la cabeza, en silencio. Siento que todo se hace pedazos una vez más en mi interior y lo peor es que soy consciente de que es culpa mía—. Por favor, Clari, solo dame una oportunidad…
—No —espeta interrumpiéndome y fija su devastada mirada en mí—. Ray, pasé casi cuatro años de oportunidad en oportunidad, ya no me quedan más. —Acaricia mi mejilla y siento mi corazón acelerarse, su tacto es como un bálsamo que calma todos mis dolores—. Te quiero mucho, sí. Quiero que vuelvas a ser ese hombre centrado en sus metas que solías ser, sí. —Lágrimas mojan mis mejillas con cada palabra suya—. Quiero que vuelvas a armar tus planes de vida y que consigas cada uno de ellos, por supuesto que sí. Quiero que hagas todo eso porque necesito que regreses a esa corte a presentar la apelación, porque tú no eres un mal padre, Ray, tú no eres un mal hombre.
—Clari, yo…
—Pero no podemos estar juntos, ya no. —Me observa atenta—. Ray quiero que seas aún mejor que al principio y reconstruyas tu relación con Rex. —Asiento entre gimoteos—. También quiero que regreses al estudio. —Sonrío ante eso y vuelvo a asentir.
—Lo que digas, jefa —intento contestar con algo de ironía y me regala una gran sonrisa, es hermosa. Vuelvo a pensar en cómo fui capaz de arruinar las cosas con esta maravillosa mujer. Entonces recuerdo lo que me contó Moe sobre Rex y papá y la retengo una vez más antes de cruzar el portón—. Clari, Moe me contó que papá y el bebé ahora pasan mucho tiempo juntos, quiero pedirte que eso no cambie, aunque ahora yo estoy aquí. —Asiente sonriente y solo permanezco en el umbral. Contemplo, cómo la mujer de mi vida se aleja y no creo que alguna vez llegue a sentir, esto que siento por ella con alguien
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Mi vida poco a poco retoma su curso, durante un par de meses estuve trabajando en un cortometraje musical, hace quince días lo postulamos para un festival que se llevará a cabo en Ámsterdam y bueno toca esperar. En casa, algunas veces he coincidido con Rex y aunque al principio se escondía de mí e iba detrás de papá, creo que empieza a aceptarme de nuevo en su vida y eso me causa gran emoción, adoro a mi chiquillo, no quiero volver a arruinarlo.
Trato de mantener mi mente ocupada con el trabajo para evitar vicios y Dios, no es sencillo, a veces esos ojos grises aparecen y siento deseos de ir a buscarla, sin embargo, al recordar que ella es la tentación hecha carne siento escalofríos, y cambio de parecer dirigiéndome hacia las reuniones en el grupo de apoyo, eso sí que ayuda.
Estoy en mi alcoba luego de retornar de una reunión. Desarrollo un storyboard para un comercial cuando algo me llama la atención; una de las viñetas está cubierta por plumones de todos colores y aunque sé que tendré que volver a empezar este boceto desde cero por esa intromisión, me hace reír saber que Rex estuvo haciendo de las suyas en mi habitación «creo que ya no me teme», pienso emocionado.
La apelación está pautada para dentro de tres meses, espero con ansias poder demostrarle al juez mi cambio y así estar junto a mi pequeño de nuevo.
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