Ha pasado un mes desde que las fotografías fueron enviadas al Louvre y hoy al regresar de la universidad, encontré en la correspondencia un sobre en respuesta que aún no me he atrevido a abrir.

Me quedé esperando a Clarissa para que ella se encargara y ahora resulta que ambos entrelazamos nuestras manos mientras miramos con recelo el sobre que reposa en la mesa del comedor, sin atrevernos a acercarnos.

Caminamos a pasos de pingüino, sin despegarnos, hasta encontrarnos frente a ese sobre. Inhalo y exhalo profundamente, varias veces «no seas cobarde, sé valiente», me digo a mí mismo, así que luego de armarme de valor al fin lo hago…

—¡Abre y lee esa cosa de una vez! —le grito a Clarissa luego de darle un empujón hacia la mesa y correr al otro lado como gato asustado.

—¡Eres un idiota! —replica muerta de risa. Entonces sostiene el sobre, lo abre y toma asiento encima de la mesa. Carraspea y empieza a leer en voz alta—: Mr. Fisher, ante todo un cordial saludo. Por medio de la presente queremos agradecerle, encarecidamente, su especial participación en el concurso propuesto en fecha tal, tal, tal… —La voz de Clarissa se va apagando, el gesto en su rostro se torna poco a poco más serio y veo sus ojos cristalizarse hasta acabar leyendo en silencio.

Siento el corazón en la garganta y no me atrevo a decir ni una palabra o dar un paso al frente. Por largo rato seguimos igual, pero la curiosidad me mata así que voy con ella y le arranco el papel de las manos, voy leyendo entre líneas hasta llegar a la parte que supongo la hizo llorar y estoy temblando por eso:

«Queremos felicitarlo por su extraordinaria propuesta y nos sentimos complacidos de darle la bienvenida oficial a esta muestra fotográfica colectiva…»

—Gané —susurro, perplejo.

—Lo hiciste —responde en mi tono.

—Clari, entré —No salgo del asombro—. Clari… —La observo pasmado, lágrimas marcan sus mejillas—. Voy a estar en el Louvre…

—¡Vas a estar en el Luvre! —exclama entusiasmada con una sonrisa que poco a poco acabo imitando.

—¡Wooo! —grito emocionado reiteradas veces, ella también— ¡Clari, voy a estar en el Louvre! —sigo gritando como loco. Nos abrazamos y besamos, esto es increíble.

Corremos emocionados hasta la fachada de ladrillos y jardín vistoso que es la casa de mi padre, todo luce muy hermoso y colorido o quizás se deba a la euforia que siento en este momento cuando estamos a punto de darle la gran noticia. Mi padre se une a las risas y alegría, sacando un buen vino para celebrar.

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La inauguración de la muestra fotográfica ha sido fantástica, cuánta elegancia. El trabajo de los otros fotógrafos es maravilloso, creo que me siento un poco fuera de lugar, es que tres de ellos son artistas más reconocidos y aquí estoy yo con mi pobre taller en el garaje. Clari aprieta mi mano con fuerza y sonríe cuando volteo a verla.

—Fortachón, te mereces estar aquí, así que deja de darle vueltas al asunto. —Emulo su gesto y afirmo en silencio—. Adoro tu trabajo. —Acuno su rostro entre mis manos y junto nuestros labios. Amo a esta mujer; vuelvo a tomar su mano para seguir recorriendo el lugar, hasta que me llama uno de los organizadores, así que vamos con él.

—Quiero presentarle a monsiuer Pietro, es el representante de Françoise Dupri.

«¡Vaya!»

Clari aprieta mi mano varias veces con fuerza y entiendo la razón. Françoise Dupri causó gran polémica en el mundo de la moda, antes de los dieciocho años por ser una modelo transexual, pero ahora, a sus veintisiete, está ganando cada vez más popularidad como diseñadora en todo el país y me atrevería a decir que en poco tiempo será a nivel mundial.

—Mr. Fisher, debo decirle que he disfrutado mucho su colección —dice monsieur Pietro y sonrío al escucharlo—. Es una visión distinta de Moret-Sur-Loing, eso me ha hecho investigar un poco acerca de usted y me agrada su trabajo, sé que ha realizado la publicidad para algunas marcas y empresas locales. —Afirmo sonriente—. Quiero proponerle desarrollar toda la campaña publicitaria para la nueva línea de Françoise Dupri.

La verdad siento que mis ojos se salen, solo espero que monsieur Pietro no lo esté notando.

—Monsieur Pietro, gracias por la fantástica oportunidad —Clari responde por mí, ya que tal parece me quedé mudo—, agendaremos una cita para conocer el atelier de madame Dupri y así iniciar el desarrollo de una campaña apropiada.

Monsieur Pietro sonríe antes de contestar:

—Mr. Fisher, entonces su modelo es también asistente personal.

—Monsieur Pietro, la modelo es mi socia, de hecho, ella es la publicista y también mi esposa.

—Excuse-moi, madame. —Se disculpa monsieur Pietro en tono bajo, con una pequeña reverencia de cabeza y Clari asiente, saca del interior de su bléiser una tarjeta y se la entrega a ella—. Esperaré su llamada para organizar esa cita, ha sido un verdadero placer este encuentro.

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El atelier de Françoise Dupri es un lugar genial, la edificación es de dos pisos y tiene un estilo contemporáneo con cristales de colores que forman una especie de arcoíris en la mitad de la fachada. En el interior predomina la combinación del blanco y negro con el cromado en barandillas, escaleras… En fin, el sitio es fantástico.

Monsieur Pietro nos lleva hasta una sala de reuniones que tiene al centro una gran mesa de vidrio rectangular negra, cuya silla presidencial se encuentra ocupada por una persona joven, delgada con unas facciones demasiado delicadas y angelicales. Mantiene sus ojos grises anclados en los míos, mientras sus carnosos labios se curvan en una pequeña sonrisa… «Es realmente hermosa!», me quedo mudo ante su imagen.

—Mr. Fisher, un verdadero placer conocerlo —dice con una voz elegante y sexi—. Sus retratos en internet o la prensa no le hacen mérito. —Mantiene los brazos acodados sobre la mesa, con la barbilla reposada encima de esos delicados dedos entrelazados al hablar. Me cuesta mucho concentrarme.

—Madame Dupri, es un honor conocerle —Clarissa responde en tono serio, sacándome del trance.

—Madame Fisher, también es un encanto conocerla, Pietro me habló de usted. —Sonríe ampliamente y me siento aún más nervioso, hermosa imagen—. Pero llámenme Françoise.

La reunión inicia, comienzan los acuerdos, hacemos las negociaciones pertinentes… mejor dicho, Clari es quien lleva la palabra en todo momento ya que yo sigo como el propio idiota, perdido en la belleza de Françoise cuando me mira y sonríe con discreción. Finalizada esta parte comienza el recorrido por el lugar, de la mano de Monsieur Pietro, así que puedo estar tranquilo.

Acabado el encuentro, Clari mantiene una expresión algo molesta. Ya la cagué.

Estamos en el metro, de regreso a casa, Clari permanece en silencio en todo momento, desvía su mirada hacia la ventanilla del vagón; así que es bien seguro, ya la cagué.

—¿Qué opinas del trabajo, Clari? —Me atrevo a preguntar, entonces posa su molesta mirada en mí.

—¿Te gustó Françoise, cierto? —Mis ojos se abren de la impresión y siento que me arde el rostro—. No hace falta que me respondas, te conozco y sé cuál es tu tipo…

—Clari, tú eres mi tipo —la interrumpo y beso su frente.

—Más te vale, Ray. —La jalo y acurruco junto a mí, pero ella continúa enojada—: ¿Tienes idea de lo estúpida que me sentí? ¡Dios, Ray! Hasta Françoise se dio cuenta.

—¡Dios! Lo siento, reina. —Sonrío y beso su mejilla mientras la apretujo, trato de bajarle un poco el enojo—. No te lo niego, me impresionó…

—Pero al menos disimula, Ray, casi se te salía la baba. —Eso me hace reír y golpea mi pecho—. No te rías, es en serio.

—Perdón, no volverá a pasar; en mi defensa creo que luce mejor en persona. —Otro golpe, «ouch»—. Pero ya, reina, no pasará nada; tú y yo haremos nuestro trabajo y asunto resuelto.

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Desarrollé algunos bocetos para la campaña de Françoise durante las clases y ahora estoy en el complejo, buscando a mi diosa de los ojos verdes «espero llegar a tiempo para ver la parte final de su práctica», pienso. Sin embargo, siento un golpe en el pecho al notar la expresión de su rostro mientras habla con la entrenadora, luce pálida; su aterrada imagen me asusta a mí también.

—Clari, háblame, ¿qué pasó? —le digo luego de correr hacia ella. Sigue callada, parece estar en shock así que la abrazo con fuerza, sobo sus brazos y espalda—. Mi reina, cuéntame, estás preocupándome. —Beso su frente, mejillas, labios.

La boca de Clarissa tiembla y su mirada lentamente se cristaliza, eso me preocupa mucho más, su silencio solo me altera y aterra por igual.

—Clari, estás asustándome.

—No más que yo.

Llora sin control contra mi pecho y lo único que puedo hacer es seguir abrazándola e intentar calmarla. Ahora todo su cuerpo tiembla y estoy verdaderamente asustado con esto.

—Clari, dime, por favor. —Fija su destrozada mirada en mí y siento que todo en mi interior se hace pedazos ante ese gesto.

—No iré a la olimpiada —susurra entre lágrimas y mi corazón golpea fuerte dentro del pecho. ¡Dios! Ahora comprendo, vuelvo a abrazarla—. Estoy embarazada —agrega en el mismo tono.

—Tranquila mi reina, ya pasará y verás que todo se solucionará… —Clarissa se aparta de mí, fija sus ojos en los míos y atrapa mis mejillas.

—¿Escuchaste lo que te dije? —Asiento en silencio.

—Claro que sí, mi reina y te repito que estés tranquila, todo se solucionará… —Sigue mirándome con atención—. Tú solo estás embaaaraaaaa… —De repente se me fue la voz. Ahora yo estoy en shock. Veo la boca de Clari moverse, pero nada sale o son mis oídos los que se desconectaron.

No sé por cuanto tiempo he quedado en piloto automático, pero ahora estoy en frente de la fachada de ladrillo y jardín vistoso que es la casa de mi padre, a punto de cruzar el portón para darle la noticia de que será abuelo antes de los cuarenta.

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Ahora sí es verdad, hasta mañana cuando comience el capítulo 19 (el más largo que he escrito en la vida)  probablemente haga varias publicaciones entre mañana y el jueves😂
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