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XLII: Trazando tu rastro

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Luego de desatar el caos en el colegio llego a la clínica para continuar con el plan de Johan, evadiendo en todo momento a Kelly. Ingreso a la habitación de Cory y solo lo dejo salir, su reacción es de mucha furia:

-¡¿Que el maldito puberto hizo qué?! -grita Cory y trago grueso luego de contarle sobre el escape, creo que jamás me había sentido así de intimidado por alguien diminuto-. Entonces, yo armo todo un escuadrón de seguridad para mantenerlo a salvo... ¡Y él va a meterse en la cueva del lobo!

Lo veo saltar de la camilla hacia mí, me golpea la cabeza con demasiada fuerza. Maldición, es como un gnomo al que le han robado su oro.

Me toca huir hacia el otro lado de la habitación, pero Cory viene detrás de mí, luce peor que un poseído. Toma la tapa de la bandeja, dispuesto a lanzármela. ¡Maldición!

Sin embargo, en cuanto hace el amague de tirarla con su brazo derecho, se queja del dolor punzante en la herida y me toca correr a ayudarlo.

Luego de ubicarme a su izquierda, paso un brazo detrás de su espalda para que se apoye y así lo regreso despacio hasta la cama, cuando se ha sentado le chequeo la herida para comprobar que no se haya lastimado.

-¿Ahora resulta que eres médico o qué? -pregunta entre quejidos y río bajo.

-Enfermero, en realidad -contesto en bajo y luce curioso-. Está todo en orden, no hagas movimientos bruscos.

Asiente en silencio, pero aprovecha de volver a golpearme la cabeza con su puño izquierdo.

-¡Cory, ya, deja de pegarme!

El gnomo me contempla adolorido y enojado.

-Escúchame, Johan y yo vinculamos los GPS. -Le entrego mi teléfono-. Por eso me pidió venir aquí contigo.

Cory suspira, resignado, sacude la cabeza en negación antes de hablar:

-Supongo que no son tan estúpidos, pero dime una cosa, ¿por qué el maldito puberto decidió ir exactamente a ese punto de la ciudad? -Me encojo de hombros porque no tengo una respuesta para eso y él continúa-: ¿No es obvio? -Sacudo la cabeza en negación-. Es que eres igual de idiota que él. ¡El maldito puberto sabía cómo encontrar al mequetrefe!

De nuevo trago hondo al escucharlo, maldita sea, tiene razón, ¿qué hiciste, baby?

-¿No era más sencillo venir conmigo y decirme dónde podía encontrar al intento de policía ese, que ir directo y meterse en la boca del lobo?

-Cory, yo...

-¡Maldito argentino cachondo, debiste disuadirlo!

¡Maldición! Tiene razón debí convencerlo, ahora me siento peor, si ya estaba asustado por esa decisión, ahora estoy aterrado. Cory suspira, resignado, luego comparte las coordenadas desde mi teléfono hacia su móvil y laptop, procede a hacer una llamada a sus hombres.

-¡Les estoy enviando la última posición de ricitos de oro, así que verifiquen hasta debajo de las rocas! -Termina la llamada y suspira enojado-. ¡Maldito argentino cachondo, monitorea ese aparato!

-Sí, lo-lo sé, no te preocupes. Eso hago.

Él sigue furioso y yo suspiro cansino porque me molesta su actitud.

-¿Sabes qué? Yo me siento peor que tú, Johan para ti es una pieza en tu tablero, esperando moverla contra Ronald, ¡para mí es mi hermano y no tienes idea de lo difícil que es esto!

-Ay, ¡pero qué bonito discurso! -replica enseguida y aplaude, incluso se limpia una lágrima imaginaria. Quiero golpearlo-. Pues, ¿sabes qué? ¡Era mi pieza más valiosa! -grita como loco- Por eso, ¡hice todo por asegurarla! En cambio tú... ¡ayudaste a tu querido hermano a entrar en la boca del lobo! Así que no me vengas con sentimentalismo y dedícate a monitorear esa cosa.

Siento una sacudida en el pecho ante cada grito, no digo nada, solo me ovillo en el sillón, contemplo la pantalla, Johan da vueltas entre las calles de ese lugar y siento lágrimas que amenazan con escapar. Cory tiene razón, baby, te puse en peligro, de nuevo no te protegí, otra vez volví a fallarte.

Una notificación entra y reviso veloz, se trata de la roja. ¡Maldición!

Roja: Amor, Joha estará contigo?

No contesto. ¿Qué diablos puedo decirle? Johan me pidió guardar el secreto y ahora siento que esto ha sido un error fatal.

-A propósito, argentino cachondo, ¿qué pasó con tu acento? -inquiere Cory y consigue sacarme de mis pensamientos, sonrío como idiota por eso.

-Larga historia.

-Entiendo, supongo que está relacionada con esa fraternidad que tienes con el puberto. -Río bajo en respuesta-. Aparecerá, no te preocupes... -De nuevo sonrío-. Luego yo lo mataré. -Eso me hace reír con fuerza.

-Señor Eeeevaaaans, ¿preparado para...? -Jennifer entra sonriente, usa una cofia de enfermera, pero se queda callada y creo que aún más extrañada al verme-. ¿Rui? ¿Qué haces aquí?

-¿Rui? -pregunta Cory en mi dirección- ¿Tú eres Rui? -pregunta atónito y asiento en silencio- Fuiste víctima de ese mequetrefe... ¡Y aún así ayudaste al puberto a escapar con él!

-¡¿Qué hiciste qué?! -inquiere Jennifer alterada y viene rápido hacia mí como un huracán.

El bofetón que me impacta ha sido muy rápido y fuerte, ni siquiera lo vi venir; sus ojos se llenan de lágrimas al mismo tiempo que los míos.

-¡Rui, ¿cómo pudiste?! ¿Tienes idea de todo el daño que él le ha hecho?

-Te juro que trate de convencerlo, pero fue imposible -respondo entre sollozos y ella sacude la cabeza en negación, con desespero-. Jennifer, él lo haría con o sin mi apoyo, al menos...

-Al menos el par de idiotas vinculó sus GPS y hemos podido monitorear el recorrido, además, mis hombres ya salieron para ese lugar.

Jennifer sigue luciendo furiosa y Cory continúa:

-Relájate, mi Jeny, es solo cuestión de tiempo; por cierto. -Se aclara la garganta-. Nadie puede decirle sobre esto a Fisher, bastante tiene con lo del niño, para sumarle otra preocupación. Ahora, con tu permiso, argentino cachondo, iré a un paseo con mi enfermera. -Jennifer lo observa liada-. Sí, querida lo necesitas igual que yo.

Ambos dejan la habitación y me siento abatido, maldición, ¿por qué tenía que acceder? Vuelvo a concentrarme en la pantalla y esta poco a poco empieza a mojarse producto de mis lágrimas cuando el punto que representa a Johan desaparece.

Robert, ¿qué hago? ¿Por qué tenías que dejarme tú también? Siempre has tenido razón, me acostumbré a depender de ti cada vez que me sentía nervioso, asustado o perdido, pero maldición, ahora de verdad desearía escuchar tus regaños y estupideces.

Vuelvo a fijar la vista en la pantalla con la esperanza de que Johan haya reaparecido, pero no pasa. Intento llamarlo y me manda directo al buzón, maldición, ese imbécil seguro ya hizo puré su teléfono.

Camino como loco por la habitación, debo idear algo, pero nada se me ocurre, llevo mis manos a los bolsillos y al sentir las llaves de la motocicleta una idea se me atraviesa.

He estado tan pendiente del mapa y mis propias culpas que, apenas acabo de notar que se hizo de noche. Subo a la moto y programo en el GPS la última dirección registrada por Johan «necesito que estés bien, baby». Me pongo en marcha al lugar, debo encontrarlo cómo sea.

No obstante, cuando me he alejado varias calles de la clínica, un par de camionetas negras se atraviesan y me impiden seguir «¿Ahora qué?», me pregunto al verdescender a dos sujetos en traje oscuro desde un vehículo y entonces comprendo que se trata de Cory; uno de ellos trae una tablet desde la cual ese gnomo me sonríe.

-Hola, ¿qué tal, maldito argentino cachondo? ¿Me explicas a dónde te diriges?

Levanto el visor antes de contestarle:

-No hay que ser oráculo...

-Sí, tampoco hay que ser estúpidos ahora, pero mírate.

-Cory...

-Traigan al idiota por las buenas o por las malas, tú decides, Rui. -Finaliza la comunicación y ni modo, doy media vuelta de regreso a la clínica, está vez con escolta. Maldición.

Entro a la habitación y el gnomo está sentado con su mejor pose, toma un té, desbordando ego; suspiro resignado y él sonríe con arrogancia.

-Cory, no puedo estar aquí sin hacer nada.

El gnomo sacude la cabeza despacio en negación mientras ingiere un nuevo sorbo.

-Ah, ¡qué delicia! -Coloca la taza sobre el platillo y luego se lo entrega a Jennifer a la vez que toma la servilleta que ella le tiende. Una vez ha limpiado sus labios, fija la mirada en mí y continúa-: ¿Dónde he escuchado eso antes? -pregunta sosteniéndose el mentón- Ah, cierto. ¡A tu amigo el maldito puberto justo antes de meterse en la boca del lobo!

-¡Tú no lo entiendes! -Le devuelvo el grito, enojado por sus constantes regaños y arranques furiosos-. A ti no te importa, por eso es fácil ser frío.

Camino de un lado a otro quizás tratando de bajarle a este sentimiento de ansiedad e incertidumbre o tal vez para no explotar de más.

-Tú no tienes a alguien así de importante y que encima esté ahora jugándose la vida por ese desgraciado.

Mi cuerpo tiembla y de nuevo el llanto aparece, eso me hace enojar más, no quiero parecer un debilucho llorón delante de este tipo.

-Solo quiero saber que está bien... -agrego bajo, con la cabeza gacha. «Es lo único que quiero, baby».

Nadie dice ni una palabra y no me atrevo a levantar la mirada, no quiero verlo a él y mucho menos el dolor que de seguro surca el rostro de Jennifer, Johan es su hermanito, al que siempre ha protegido y aquí estoy yo, como el propio idiota, poniéndolo en peligro.

-El maldito puberto no está bien -expresa Cory en tono serio y suspira, siento algo en mi interior quebrarse, Jeniffer contesta alterada:

-¡Cone! ¿Cómo dices eso?

Yo sigo cabizbajo, lloro en silencio.

-Lo siento, mi Jeny -replica él-. Hablamos de un tipo peligroso, loco, obsesivo. -Suspira-. Uno que ha hecho cantidad de cosas horribles y cuyo único propósito ha sido recuperar al chico que dice amar. -Escucho a Jennifer sollozar y yo no dejo de temblar-. Tú mismo fuiste víctima de ese hombre. ¿En serio crees que lo tiene en una burbuja solo para admirarlo y protegerlo? -me dice y siento escalofríos.

-Cone, pero quizás no se han encontrado aún -agrega Jennifer entre lágrimas y yo quisiera creer eso, pero sé que sería engañarme.

-Lo siento chicos, sé que me creen frío, pero ahora necesitamos serlo. -Pongo la vista en él-. Cada decisión que se tome a partir de este momento debe salir de aquí. -Se toca la sien con dos dedos, enfatizando y sigue adelante-: Ya no hay espacio para decisiones emocionales.

Lo veo bajar de la camilla y venir conmigo, me toma del brazo para guiarme hacia la puerta.

-Ahora, sígueme.

No comprendo a dónde vamos, pero continúo en silencio por los blanquecinos corredores, tras sus pasos. Veo los carteles que indican las distintas áreas de la clínica en cada cruce que hacemos, lo único constante es...

-UCI -se me escapa bajo cuando llegamos al pabellón de cuidados intensivos, Cory se detiene frente a una ventanilla a esperarme, así que le doy alcance.

-Te presento a Cacius -dice sin mirarme.

Su vista se mantiene en ese hombre inerte, con cabeza vendada y que está conectado a los monitores de signos vitales, «el piloto del helicóptero», pienso al reconocerlo. Lo que consigo ver en la pantalla desde aquí indica que está en una condición estable, asumo que se encuentra en un coma inducido para preservarle el cerebro. Parece ser alguien importante, así que no digo nada y él continúa:

-Cacius es mi mano derecha, socio, podría decirse que mi hermano adoptivo, incluso. -Intenta sonreír, pero la voz le tiembla y luego de un suspiro se gira hacia mí-. También mi mejor amigo y pareja. -Mi corazón golpea fuerte ante su mirada.

-Yo-yo lo siento -susurro.

-Está aquí, jugándose la vida por salvarme de ese maldito infeliz. -Se pasa las manos rápido por los ojos para limpiarse y yo trago hondo-. Así que sorpresa para ti, sí, tengo a alguien demasiado importante pendiendo de un hilo en todo esto.

-Lo siento...

-Pero precisamente por ellos debemos ser fríos, Rui. -Asiento en silencio-. Ahora no tenemos idea del paradero del niño, tampoco del tipejo y encima ricitos de oro fue a buscar al oso feroz. -Suspira-. Solo podemos esperar, esperar que reaparezca la señal del puberto o que mis hombres den con el mequetrefe o que en París den con el niño, lo que ocurra primero.

-Entiendo -hablo bajo, resignado, porque tiene razón.

-El maldito puberto confió en ti para vigilar sus pasos y en mí para encargarme de hallarlos, no más idioteces, Rui. -Afirmo en silencio y él concluye-: Terminó la visita, regresa a casa, descansa si puedes y vuelve aquí a primera hora.

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Entro al departamento y me siento sobrepasado, sé que Cory tiene razón, pero maldición, no quiero ni imaginar lo que ese desgraciado le hace. Veo alrededor, el montón de basura con el rostro de Michael Jackson, y la rabia me domina, cada maldita figurilla lanzo en todas las direcciones. Creo que agradezco el viaje de Laura, de estar aquí, quizás me mataría.

-¡Espero que veas cómo me deshago de toda tu basura!

Cada cuadro alusivo lo lanzo al suelo, cualquiera pensaría que enloquecí y quizás así sea, de qué otra forma podría explicar la increíble estupidez que cometí al ponerte en peligro; el sonido de cerámica y cristales quebrados hace eco en este lugar, se mezcla con mis sollozos y cada grito de rabia y pena.

El caos envía mi mente de regreso al pasado, a esa época en que la violencia y los gritos eran parte de mi día a día, cada dolorosa imagen me obliga a temblar y llorar.

-Ya no más -se me escapa entre sollozos, no quiero recordar, solo deseo que este momento pase de una maldita vez.

No tengo idea del tiempo que estuve perdido esta vez, pero regresar al presente sigue siendo doloroso porque te puse en peligro...

-Baby... -murmuro entre lágrimas.

En medio de todo el desastre que provoqué, consigo divisar en el fondo del estante algo que creí perdido, fijo los ojos en esa figura que reposa oculta.

-Así que aquí estabas... -susurro al tomarla entre mis manos-. Robert, desgraciado, con que aquí lo escondiste -murmuro sonriente mientras sostengo el Hyoga de colección que Johan me trajo de Francia y Rob ocultó porque no iba con sus locuras de Michael Jackson-. Baby, te vamos a encontrar.

Me ovillo en el suelo abrazado a la figura, lloro en silencio en este desastre que es nada a comparación de lo que siento. Ni si quiera porque destrocé tus cosas apareciste, supongo que me toca hacerme a la idea de que en adelante estoy solo.

-¿Terminaste? -Escucho la voz de la roja y me tenso en el sitio-. Entonces, ¿los chicos decían la verdad?

Permanezco en silencio, ¿qué podría decir para calmarla en este momento?

-Golpeé a Mike, Leo y Kay hasta que confesaron; ¿por eso apareciste con ese show en el colegio? ¿Por eso dijiste que no ibas al estudio? ¡Podría esperar algo así de Robert, pero no de ti!

-Roja... -susurro.

-¡Ayudaste a Johan a escapar con ese sujeto! ¿Cómo pudiste?

Siento sus puños impactar contra mi brazo izquierdo, hombro y espalda, pero el dolor que siento adentro es superior al que ella me produce «jamás voy a perdonarme por ponerte en peligro, baby». Cuando se ha cansado de pegarme, la escucho llorar y eso me destroza aún más; levanto la cabeza ligeramente y me giro hacia ella, está de rodillas, a mi lado.

-Ese tipo e-es u-un pe-li-gro -expresa entre gimoteos, mantiene la cabeza gacha, luego de un rato de silencio en el que solo se oyen nuestros respectivos sollozos, al fin me atrevo a contestarle:

-Lo sé -le digo en bajo, ella levanta la cabeza y clava su iracunda mirada en mí, sus ojos están rojos por la furia y el llanto-. Conocí a Ro-ronald ha-hace a-años -confieso entre temblores.

Kelly me observa atenta, pero poco a poco la ira de su rostro es reemplazada por pena, sube la mano despacio hasta su boca al comprender sin necesidad de otra palabra y vuelvo a sentir escalofríos al recordar ese día, ese maldito trato.

De nuevo entierro la cabeza entre mis rodillas y me abrazo a mis piernas con más fuerza. Odio cada maldito recuerdo, odio cada cosa que me obligó a hacer, odio su maldito cinismo y lo odio aún más por aprovecharse de él en un doloroso y frágil momento.

Me tenso al sentir la cercanía de Kelly y tiemblo ante su tacto, no puedo levantar la cabeza, no ahora, no en este momento que me siento asqueado.

-Roja, si quieres matarme a golpes, hazlo, no te lo impediré -agrego entre sollozos. Me atrevo a girar la cabeza en su dirección y está envuelta en llanto-. Pero debes saber que Johan lo haría con o sin mí. -Kelly atrapa mi rostro entre sus manos y me impide volver a ocultarme.

-Tú, ¿có-cómo estás? -Me encojo de hombros-. No puedo creer que tú también... -El llanto la ahoga y se aferra a mi cuello.

Suelto mis piernas y las bajo, dándole así acceso a ella para sentarse a horcajadas sobre mí, la abrazo con fuerza, entierro a la vez el rostro en ese espacio que se forma entre su cuello y hombro. Adoro su aroma, esa dulce fragancia a manzanas se apodera de mis sentidos, me reconforta y descontrola el revoloteo en mi interior.

Nuestros labios se juntan en un beso suave que lentamente se intensifica, aprieto con fuerza su espalda baja y glúteos, ella hace lo mismo con mi cuello.

Mi chaqueta y la suya acaban en el suelo a nuestro lado, donde rápidamente se une el resto de ropas, ella, una vez más vuelve a estar a horcajadas sobre mí; el contacto con su piel convierte en electricidad ese revoloteo interno y así el vaivén de sus caderas me absorbe.

Nuestras bocas permanecen juntas, adoro su sabor y esencia; amo tu manera de reñirme, pero aún más la de apaciguarme, maldición...

-Te amo, Roja -susurro en sus labios y ella sonríe al devolverme mis palabras. La sincronía de nuestros cuerpos finalmente nos lleva en un viaje hacia un lejano lugar donde todo se convierte en calma.

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Cuando suena la alarma del celular, despierto, Kelly sigue dormida sobre mi pecho, luce demasiado hermosa y serena, no quisiera hacer movimiento alguno para interrumpir su sueño; sin embargo, necesito levantarme para ir con Cory, reviso el celular con la esperanza de ver la posición de Johan y me incorporo de golpe al notar que se ha movido, Kelly me contempla algo confundida así que le explico todo el plan de Johan. Luego de arreglarnos, salimos a ver a Cory.

A toda prisa, llegamos a la clínica, con ayuda de la guardia personal de Cory, atravesamos la marea de reporteros que siguen afuera, esperando alguna información sobre Cacius o él «esto parece irreal», corremos por los pasillos hasta ingresar a la habitación.

-¡Cory, Johan se movió y muchísimo!

-Espera, ¡¿qué?! -contesta sumamente alterado y enseguida le muestro mi celular, luce perplejo-. Ese maldito pedófilo se ha alejado bastante, esto corrobora mis sospechas, hay policías metidos en esto, de lo contrario, ¿cómo se explica que este tipo se desplace libremente? -Asiento en silencio y él continúa con la vista fija en el mapa-: El punto no se ha movido, pueden seguir allí como ya no, de cualquier forma avisaré a mis hombres; tú, no dejes de monitorear esa cosa.

Cory se centra en su teléfono y laptop da indicaciones y gritos, Kelly entrelaza su mano con la mía y juntos nos sentamos a observar el mapa. Aunque Johan está lejos, saber que su teléfono aún emite señal, me llena de esperanza, solo deseo que podamos hallarlo pronto, antes de que ese desgraciado le haga más daño.

-¡Tu maldito puberto se ha fugado! -Cory grita y doy un salto, espantado, pongo los ojos en él y apenas noto que está al telefono. Me observa atento y siento mi piel erizarse-. Pero descuida, Fisher, lo encontraremos, mi gente ya lo está buscando. -De nuevo vuelve a golpearme la cabeza este maldito gnomo.

-¡Auch! ¿Qué diablos pasa contigo?

Cory ignora por completo mis palabras y luego de un momento carraspea en alto para proseguir en tono acelerado.

-Me disculpo por interrumpir tu fantástico discurso, Fisher, pero tú ya tienes bastante. ¿Dices que te acaba de llamar? -Intenta golpearme de nuevo y me alejo, veloz-. ¡Te dije que monitorees esa cosa!

Observo veloz el teléfono y de nuevo está la señal de Johan, siento el corazón como un zumbido, sigue en un punto fijo, pero aún más lejos.

-Fisher, ve por tu hijo, busca a mis hombres, vayan con la policía y entrégales esa dirección; de tu puberto me encargo yo. ¡Y cuando lo encuentre me va a escuchar!

Termina la llamada, voy con él a mostrarle la nueva ubicación y sus ojos casi se salen al ver lo lejos que se encuentran, me arranca el teléfono y se comparte la dirección para proceder a mandonear a sus hombres.

-¡Les envío la ubicación actual de ricitos de oro y necesito que corran! Se han desplazado rápido durante la noche. -Termina la llamada y suspira pesaroso, esta incertidumbre está volviéndome loco y él también empieza a verse afectado-. Esperaría que se moviera hacia alguna frontera, costa o algún sitio para huir, pero parece llevar rumbo al bosque nacional, es extraño.

-¿Crees que sea malo para Johan? -pregunto dubitativo y me contempla con obviedad.

-Rui, mientras siga con ese mequetrefe, todo será malo para él.








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Hola de nuevo mis dulces corazones multicolor ❤️💛💚💙💜

Faltan 3 + epílogo 😱

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