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V: Seguimos colorendo

Poco a poco empiezo a comprender lo que ocurre alrededor. Estoy de pie, apoyado contra un gran árbol, es de noche y me siento muy confundido. No sé qué lugar es este ni como llegué aquí.

Oigo voces clamar por... ¿ayuda? Al principio son débiles murmuros, pero ganan fuerza de a poco. No comprendo hasta que giro y un enorme resplandor me paraliza.

¡Rui, reaccioná! Tenemos que rajarnos ahora.

¿Qué diablos pasó?

Vos corré y ya, porque si nos agarran no vamos a salir vivos.

¿Cómo llegué aquí?

Estoy temblando, me cuesta correr porque lo que queda a mi espalda mientras me alejo es una gigantesca bola de fuego. El Internado San Antonio arde en llamas. Los gritos de terror compiten con los vehículos de emergencia y no creo poder seguir.

Vos continuá y no mirés atrás.

¿Qué hiciste?

Ahora solo volá, andate rápido.

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He corrido sin rumbo fijo entre el espesor de este desconocido bosque, estoy exhausto. El cansancio se mezcla con el miedo y los nervios por no saber qué ocurrió allá ni mucho menos dónde estoy o a dónde voy. ¡Estoy aterrado!

Rui, rescatate, todo estará bien. Quitanos ese uniforme; eso, seguí así. Nos hemos alejado bastante, podemos descansar acá. Eso, apoyate en el árbol.

¿Qué fue lo que pasó allá?

¿No es obvio? Se incendió la escuela del pastor marica y nos fugamos, igual que otros más.

¿Qué hiciste?

Lo que te prometí, largarnos. Ahora solo descansá un poco, seguiremos luego.

Estoy nervioso, ya no sé si confiar en ti.

Rui, te prometí cuidarte y sacarnos de allá, ¿por qué no confiás en mí, ahora?

¿Qué hiciste?

Descansá, Rui, descansá.

Estoy asustado, pero supongo que solo puedo hacer lo que él me pide y seguir adelante luego, aunque no sepa ni en qué dirección.

Necesito relajarme, pero con todo lo que ocurre es casi imposible. «¡Johan!», eso, debo pensar en él, su sonrisa, su calor...

Relajate, Rui, pronto estarás con tu pibe de rulos.

No me hables, no sé qué hiciste.

-Esta marca nos representa y mantiene juntos -susurro para mí mismo, acariciando con mis dedos el pequeño tatuaje-. Mientras estés aquí, no importará donde sea que estemos los dos.

Solo espero que tú estés bien y también pienses en mí. Contemplo el escaso cielo estrellado que se cuela a través de los claros en el follaje, como ojos negros muy brillantes que me observan. Pienso en mi madre.

El rumor de los árboles, trae a mi mente su voz, entonando esa canción capaz de aplacar todo terror en mi endemoniado interior.

«Fuentecita que corre, clara y sonora, ruiseñor que, en la selva, cantando llora»

-Ma... -Lágrimas brotan sin cesar-. Por favor, no me dejes, quiero creer que estás bien.

Su voz resuena en mis oídos y así consigue alejar a los espantos que se juntan alrededor y tanto me asustan, siento los ojos ceder ante su canto hasta que todo se oscurece por completo.

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-Mi niño, ¿por qué llora mi niño?

-¿Mamá? -Miro en todas las direcciones sin encontrarla. Lo único que veo son árboles y sombras que deseo sean producto de la luz colada entre el follaje.

-¿Qué le pasa a mi niño? -su voz vuelve a sonar, pero sigo sin lograr verla.

-¡Mamá! -grito- Ma, ¿dónde estás?

Me levanto del suelo, temblando, aun así decido seguir el sonido de su voz, continúo sin verla, pero la escucho con claridad.

Camino entre los árboles a paso acelerado, veo una sombra delante y grito llamándola, pero no se detiene. Su voz es reemplazada ahora por un tarareo que sigue esa misma melodía.

-Extraño a mi ruiseñor...

-¿Baby?

Miro a todas partes, buscándolo, me siento perdido, no comprendo lo que ocurre...

-¿Dónde estás? -Mi corazón va como un zumbido-. ¿Por qué no me dejas verte?, ¿Johan?, ¿mamá?

-Al fin puedo decir que se puede creer, ahora todo está más claro, desde que te encontré...

«¿Baby?», veo su silueta acercarse mientras canta, una sonrisa idiota automáticamente se dibuja en mi rostro a la espera, pero se detiene entre las sombras, entonces voy emocionado hacia donde se encuentra, siento escalofríos al notar que no es él.

Soy yo o, al menos, algo así. Fija sus ojos en los míos y sonríe de medio lado, tiemblo ante su amenazante imagen...

-Vos sos débil, Rui. -Ríe a carcajadas. Su risa martilla en mis oídos, provocando que mi piel se erice-. ¡Déééébiiiiil!

Se abalanza sobre mí, me tumba al suelo; coloca sus manos entorno a mi cuello y aprieta con fuerza.

-¡Sos dééébiiiiil! -continúa vociferando mientras aprieta cada vez más. No puedo hablar, no puedo gritar, apenas logro aspirar aire con dificultad-. Perdete y dejame a mí.

Sus dedos se entierran cada vez más en mi piel.

-Bas-ta -balbuceo bajo.

-¡Dééébiiiiil!

-¡Bastaaaaaa! -Despierto, gritando.

Tiemblo de terror. Observo alrededor y noto la luz del día que se cuela a través del follaje, oigo sonidos como voces que murmuran y me tenso ante eso, hasta comprender que son aves, cantando entre los árboles.

«Rui, son aves, solo cantan; tú, en cambio...»

Aunque sigo nervioso por la pesadilla y todo lo que ha pasado, ese pensamiento me hace reír.

-Baby, ya voy en camino, solo espérame.

Sigo sin saber en qué dirección ir, pero me levanto y camino sin rumbo fijo hasta divisar en la distancia lo que parece un vehículo pickup, supongo que pertenece a algún cazador.

Apresuro el paso para aproximarme a pedir ayuda, necesito salir de aquí y regresar a la civilización.

Tené cuidado, Rui, no des tu nombre real ni ninguna información.

Bien.

Tampoco hablés del internado o el incendio.

Cómo digas.

Llego hasta el vehículo y veo que, en efecto, la camioneta camuflada pertenece a un cazador, el sujeto es un tipo grande con barba y típica camisa a cuadros de leñador, lleva un chaleco naranja encima y al verme, se sorprende por mi desastroso aspecto.

-¡Epa, chico perdido! -exclama al aproximarse a donde me he desplomado por el cansancio.

Se agacha junto a mí. Palmea mis mejillas varias veces, intentando llamarme la atención, saca su cantimplora y me da de beber. Esta es la mejor agua que he probado en toda mi vida.

Luego de casi atragantarme al tomar toda el agua del depósito y respirar un rato, el hombre comienza a hacerme preguntas:

-Muchacho, ¿cómo llegaste aquí?, ¿cuál es tu nombre?

Sin embargo, guardo silencio un momento, pienso qué podría contestarle, pero solo me sale lo evidente.

-No sé cómo llegué, tampoco dónde estoy, necesito volver a mi casa, ¿me puede ayudar? -hablo entre temblores y sollozos.

El tipo me devuelve una mirada comprensiva, toma mis manos y me ayuda a ponerme de pie para dirigirnos hasta el vehículo. Una vez en marcha continúa con la ronda de preguntas:

-¿Consumes drogas, hijo? -Sacudo la cabeza en negación-. Estás rapado y eres atlético, ¿acaso escapaste del servicio militar? -Vuelvo a negar.

Continuamos en silencio el resto del camino, sigo sin reconocer nada del lugar en el que estoy o al que vamos. «Maldición, ¿a dónde diablos me envió mi padre?», me pregunto, nervioso. Una ciudad comienza a dibujarse en la distancia, así que siento que puedo respirar con más tranquilidad.

El tipo para en una estación a cargar combustible y comprar quién sabe qué cosa; me quedo en el vehículo, esperando a que vuelva, concentrado en la lejana imagen que se traza en la distancia.

Cuando el hombre regresa, sonríe y me muestra los refrigerios que trae consigo para compartir. Tengo muchísima hambre, las papas fritas saben al mejor de los manjares. El sujeto no para de reír al verme devorar cada paquete, lo que me hace sonrojar, apenado y acompañarlo en las risas.

-¿Cómo te llamas, chico?

No te atrevás a decirle tu nombre real.

Pero el tipo no parece malo y nos está ayudando.

Haceme caso, Rui.

Pero...

Pero nada, decile cualquier cosa.

Está bien.

-¿Sigues confundido? No me digas que olvidaste tu nombre. -Eso me hace sonreír y sacudo la cabeza en negación.

-Soy Rob.

-¿A secas, sin apellido, o me saldrás tipo Madonna?

-Zenere -respondo algo dudoso con una débil sonrisa.

Seguimos en silencio, solo escuchamos las canciones country que emergen por las bocinas. Observo el desconocido paisaje a través de la ventanilla.

La ciudad empieza a colorearse en la distancia cada vez más. Civilización, ¡genial! Mi respiración se precipita por la emoción, pero aún más cuando siento la mano del hombre en mi rodilla. Me tenso en el sitio.

Estoy asustado, el sujeto comienza a subir su mano por mi muslo, así que intento alejar la pierna.

-Eres un niño bonito. -Escucharlo me causa asco-. Los chicos como tú solo van al lugar del que te saqué a una cosa.

Trago en seco ante cada palabra, tengo miedo y el asco en mi interior crece conforme me toca.

-Por favor, señor, déjeme -hablo nervioso con los puños apretados y fuertemente ceñidos a mis piernas-. Le juro que no es lo que usted piensa, no sé cómo llegué a ese sitio, solo quiero volver a mi casa. -Mantengo la cabeza gacha, el miedo me impide levantarla.

-Tranquilo, bonito.

El tipo desvía el vehículo, de golpe, hacia un descampado y mi cuota de miedo se multiplica.

Siento hiperventilarme, mi corazón va a un ritmo desbocado...

Rescatate, Rui, yo me encargo.

-Jugaremos un rato, niño bonito, luego seguiremos nuestro viaje.

El santa leñador frena en seco, provoca que nos golpeamos fuerte la cabeza. De inmediato se viene encima a manosearnos.

-No te resistas, bonito -susurra mientras nos besuquea y mete mano a su antojo.

Maldita bola de mierda.

-Cazador, creo que no atendés lo que pasa, no me estoy resistiendo. -Para de presionarnos y nos observa lascivo. Maldito santa leñador-. ¿Querés que te muestre mis técnicas?

El santa leñador regresa emocionado a su asiento, se acomoda y se afloja el pantalón como una invitación...

¿Qué crees que haces?

¿Te sigue pareciendo buena onda?

Tú, ¿qué mierda haces complaciéndolo?

Vos rajate, Rui. Dejame a mí.

Sonrío con malicia y me acomodo a horcajadas sobre él. Comienzo a soltar su camisa mientras le susurro guarradas y acaricio su grasiento cuello con mi nariz. Maldito gordo asqueroso, se retuerce ante mi tacto y toda su masa corporal tiembla como gelatina. «¡Asco!»

-¡Qué cooperativo, niño bonito! -Sonrío de medio lado.

-Vos rescatate y dejate llevar -susurro.

La bola de mierda se relaja, dejándome actuar. Está muy perdido en su calentura y no nota mis intenciones, solo reacciona cuando siente el cuchillo presionar contra su carótida.

-Acá hay dos opciones, te bajás ahora y me das las llaves. -Presiono más fuerte contra su piel-. ¿O querés que te rebane?

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Conducimos a toda marcha entre las desoladas vías, luego de deshacernos del Santa leñador. ¿Qué se cree? Venir a jodernos.

¿De dónde sacaste el cuchillo?

¿De dónde creés, Rui? Se lo quité a la bola de mierda, mientras jugueteaba con nosotros.

¡Acabas de robar un auto! Eso solo traerá líos

Rescatate, Rui, cuando estemos cerca abandonamos el coche, lo desaparecemos o lo que sea, ahora, dejame correr.

Sigo sin reconocer ningún lugar, no comprendo.

Vos rescatate, en la ciudad ya veremos qué hacer o dónde ir, por ahora, hay que correr hasta llegar.

Necesitamos ayuda.

Vos tranquilo, me tenés a mí, yo te cuido. Mirá, ya estamos cerca, dejá los nervios y pensá en tu pibe.

¡Deja de nombrar a Johan! No entiendes que me desespero al no saber nada de él.

Perdoná, siempre te calmás con el pibe. Deberías estar feliz, ¡ya estás cerca!

¡Y tú deberías dejar de conducir como loco!

¡Rescatate! Hay vía libre.

Llegamos a una ciudad desconocida, o al menos, no reconocemos nada. dejamos el auto varado en un callejón y salimos a recorrer las calles a pie. «¿A qué agujero en el fin del mundo nos envió el viejo hijo de puta?»

No comprendo, ¿qué lugar es este?

Eso es lo que decía, Rui. Estuvimos inconscientes quién sabe cuánto tiempo.

Te lo dije, necesitamos ayuda.

Vos rescatate, yo me encargo. Mi trabajo es cuidar de vos y eso haré. Ahora necesitamos pasar desapercibidos y conseguir algo de plata.

¿Qué propones?

Bueno, el santa leñador tiene razón, somos un niño bonito, Rui.

¿Qué?

Cualquiera pagaría lo que sea por...

¡¿Qué?!

-¡¿Estás loco?! ¿Esa es tu propuesta?, ¿vendernos? Pero ¿qué pasa contigo?

No soy consciente de mis gritos a plena calle, hasta notar un montón de ojos sobre mí. Siento el rostro arder, así que bajo la cabeza y huyo ante la mirada atenta de los curiosos.

¡Bello! Hermoso tu numerito del loquito.

¡Es tu culpa! ¿Cómo pretendes prostituirnos?

Rui, sería dinero fácil, rápido y sin joder a nadie. ¿Preferís drogas?, ¿o acaso asaltar en algún callejón?

¡Nada de eso! Solo quiero volver a mi casa.

¿Para qué?, ¿querés que papi nos mande ahora a Plutón por escapar de esa mierda de sitio?

Tienes razón, pero Johan...

Ahí venís otra vez con el pibe. Rui, haceme caso. ¿Querés volver con él? Esta es la forma rápida. Vos andate y yo me encargo.

¡NO! Maldición, es mi cuerpo.

Nuestro, Rui.

Vendernos, ¿cómo se le ocurre? Camino por el desconocido lugar, necesito pensar un modo de volver o al menos hacer dinero sin recurrir a las opciones, que la maldita voz en mi cabeza propone.

¡Dejá de llamarme así! Tengo nombre y debés usarlo.

¡Cállate!

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He caminado y rebuscado, pero no se me ocurre aun nada; la voz en mi cabeza no para de insistir en su horrible plan y siento que enloqueceré en cualquier momento si no se calla. Estoy a punto de rendirme cuando noto un cartel donde se lee: «Se solicita ayudante», pegado en el cristal de una panadería, así que me apresuro a ingresar.

-Hola, vi su aviso y estoy interesado -digo al hombre mayor que está tras el mostrador, sonriéndome con amabilidad; lleva un enharinado delantal, las arrugas en su rostro se enfatizan con ese cálido gesto. Ladea un poco la cabeza, confundido, antes de contestar:

-Pibito, ¿qué edad tenés?

«¡Argentino!»

-Dieciséis.

-Entonces, sos aún menor, necesitás...

-¡Permiso de mis padres! Lo sé, pero no puedo... -Él me observa confundido y yo me apresuro a seguir-: Seré honesto con usted. -Inhalo aire profundamente y suelto despacio, preparándome para la confesión-. Mi padre me echó de casa al enterarse sobre mi relación con un chico. -Desvío la mirada, apenado y termino de contarle con la cabeza gacha por un momento-. Necesito trabajar para poder costear un lugar donde dormir.

Los ojos del hombre se abren en sorpresa y noto aparecer detrás de él a una mujer -también mayor-, lo toma por el brazo y me observa con una expresión de pena.

-Algunos no deberían ser padres -dice la mujer, cierra los ojos con pesar-. Unos quieren y no pueden, otros tienen y no los quieren. -Una dolorosa expresión aparece en su rostro al decir eso, el hombre se gira hacia ella y la envuelve en un fuerte abrazo, es allí que noto la forma en que se soba el vientre. Creo que entiendo lo que ocurre.

-Mi nombre es Laura, vos, ¿cómo te llamás? -pregunta con dulzura.

-Soy Rob. Disculpe, quizás suene raro, pero ¿qué ciudad es acá?

-¿Cómo no sabés dónde estás?

-Peleé con mi padre y quedé inconsciente. -Suspiro-. Desperté en un lugar desconocido.

La mujer lleva ambas manos hacia su boca en señal de sorpresa.

¿Qué esperás? Das pena con toda esta historia, debimos seguir mi plan en lugar de dejarnos ver como "el pobre niño miserable".

¡Solo cállate!

-¡Eso es horrible! -exclama fuerte la mujer con una mezcla de tristeza y rabia- Jorge -le dice al hombre mientras le sacude un hombro-, debemos ayudar al pibe.

-Pero...

-Sin peros, Jorge. -Sale desde atrás del mostrador, me toma de la mano y hala para que la siga-. No te preocupés, acá vas a trabajar y también te podés quedar, hay una pequeña habitación, mirá. -Señala la diminuta alcoba donde apenas hay una camita y una tele sobre un ropero-. Sé que no es mucho, pero al menos no tendrás que pasar la noche en la calle. -Contemplo a la mujer con una gran sonrisa.

-¡Gracias! Lo digo en serio, no puedo creer haberme topado con personas así de buenas. -Sonríe y acaricia mi cabello.

-Rescatate, hijo, vos duchate y sacá algo de la cajonera, hay ropa vieja de Jorge que quizás te sirva.

Sale de la habitación, dejándome solo, siento una calidez dentro de mí.

No bajés la guardia.

¡Déjame en paz! Tu querías vendernos.

Me siento en la pequeña cama y no sé si en serio es muy suave o es el tiempo que tengo sin probar una real que me hace sentirla así.

Pensé que querías volver con tu pibe, pero si querés jugar al ayudante de panadero, pues dale.

¡Ya cállate!

¿Sabés cuánto vamos a demorar en juntar plata como ayudante en esta mierda?

¡Qué me dejes en paz!

Sé que me voy a tardar un poco más, pero en nuestros corazones seguimos coloreando la vida juntos. Espérame, baby.





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¡Feliz Año Nuevo!
Con bombas y platillos, ahora sí iniciamos esta aventura.
Intentaré actualizar por lo menos dos o tres veces por semana, de no ser posible, será semanal cada entrega.
Así que ahora solo siéntense a disfrutar ❤😘

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