Después de cuatro años volví a verlo. Mi cuerpo revolucionó a gran medida al notar esos ojos profundos. Llevaba el cabello revuelto, con ese toque salvaje que siempre había querido que desprendiera con él. Su cuerpo estaba igual de trabajado y apetecible. La camisa blanca que tenía puesta tenía algunos botones desabrochados permitiendo ver su pecho. Me fijé en sus manos, en mi terrible adicción, que seguían tan fuertes y bonitas como antes.
Me sentí como una adolescente de la que se vuelve loca con ver a su crush. No sabía que decir y me notaba nerviosa.
Estos cuatro años fueron una maldita tortura. Intenté follar, volver a la Andrea promiscua que era antes, pero tenía que jugar con mi mente para poder alcanzar el orgasmo. Decidí comprar jugueticos, al fin y al cabo utilizaría mi mente igualmente.
Supe de Enzo que estaba explotando al máximo sus atributos. Me frustré y me dieron ganas de hacer lo mismo que él. Volví a intentarlo con más de uno y nada. Seguía jugando con mi mente para alcanzar el climax.
No volví a buscarlo, pues mi maldito orgullo no me dejaba dar ni siquiera un paso. Así que seguí con mi vida como si Enzo fuese solo una persona creada en mi imaginación.
Mi suerte tan grande han sido estos amigos, convertidos en familia. No pensaba en Enzo durante el día. Las malditas noches si eran un puto pantano pero después de jugar con mi imaginación, mi mano y el aparatico me quedaba rendida.
Mientras estuvimos en el club, esos ojos profundos me recorrían a lo lejos. Me encantaba de sobremanera que me estuviera observando. Podía sentir cierta excitación en mi cuerpo y las ganas de volver a sentirlo dentro crecían. No sería capaz de pedírselo en voz alta. Así que se me ocurrió una idea.
Viré el vaso de whisky que tenía en mi manos sobre mis tetas. Hacía cuatro años había hecho lo mismo. Recuerdo ese momento tan excitante. Sus ojos en ese momento me miraban de igual forma a como lo hicieron cuatro años antes. El placer me recorría producto de mi imaginación. Temía que pudiera percibirlo, así que fui a la barra.
Su maldito e adictivo juego volvió. Con solo suaurrarme al oído sabía que por hoy mi batalla estaba perdida. A este hombre le entregaría lo que me pidiera.
Y así fue. Me dejé llevar por su seducción. Al sentir después de tanto sus manos en mis piernas mis sentidos se pusieron en alerta y mi cuerpo respondió de manera deliciosa.
Enzo me había descubierto entera. Sabía lo que me gustaba, lo que me fascinaba, sabía dónde tocar para hacerme estremecer. Utilizó todos sus conocimientos a su favor.
Cuando sus manos volvieron a recorrer mi sexo dejé de pensar, como si el mundo se hubiese detenido y yo solo percibirá sus toques.
Me dejé llevar por él. Sentía el orgasmo cerca. Un orgasmo como los que hace muchísimo no tenía. Sabía que armaría un desmadre justo ahí y que si alguien estaba observando se daría cuenta de lo que pasaba, pero nada de eso me detuvo.
¡Después de cuatro años volví a sentirme bien!
Al marcharse del club me sentí perdida. Pensé que solo había venido a demostrarme que aunque me haya alejado mi cuerpo seguía volviéndose loco con sus caricias. Bebí alrededor de tres vasos más de whisky intentando ligar. Después del orgasmo tan increíble que me proporcionó mi cuerpo podría permitirme un orgasmo en brazos de otro, al fin de cuentas ya le di lo que ansiaba por cuatro años.
Pero no, me equivoqué rotundamente cuando se me acercó el hombre de antes. En cuestiones de segundos le sugerí que me esperara fuera. Nos encontramos en un rincón con poca iluminación. Planifiqué una cogida de cinco segundos, cinco segundos me bastaban para liberarme de la maldita frustración que sentía dentro. No avancé mucho. Supe que fue mala idea desde que las manos de ese hombre me tocaban y no lograba excitarme. Salí de prisa, dejándolo ahí.
Definitivamente estaba jodida. De camino a mi casa estuve meditando si cambiar la ruta y dirigirme a la mansión en tonalidades blancas y doradas. Lo pensé más de un millón de veces en minutos, pero no, mi orgullo era más grande que mi lujuria. Yo había elegido alejarme, tenía que asumir mi decisión.
Jamás pensé encontrarlo en mi departamento. Me asusté cuando sentí que alguien me agarraba, pero al encontrarme con su rostro sentí tranquilidad, incluso estaba feliz.
Cuando volví a tener su erección en mi interior me sentí una chica en su primera vez. Lo disfrutaba, me encantaba pero me sentía rara.
Nuestros cuerpos alineados, su mano acariciando mi muslo, nuestras bocas en perfecta armonía, todo parecía tan real, tan exquisito, tan pasional que asustaba.
Quería…quería estar aquí. Al fin había encontrado mi lugar en el mundo y era este.
Me remuevo en la cama y ya él no estaba. Recuerdo que me pidió pensar bien las cosas, no me presionaría. Deduzco que ya se ha marchado, así que me levanto con intensión de darme una ducha.
Justo en ese momento entra en la habitación con una bandeja en las manos, vestido impecable. Llega hasta mí y deposita un beso en mis labios.
―Buenos días mami —expone―. Regreso a Nueva York. Piensa en lo que quieres, volveré pronto.
Deposita un beso en mi cabeza, me extiende la bandeja perfectamente ordenada con desayuno y se marcha.
―Espera…
Iba a decir algo, pero freno mis palabras. La puerta principal acaba de cerrarse.
Le iba a decir que ya lo había decidido, que se quedara. Me iba a tirar cuesta abajo sin frenos. En esta vida he perdido mucho más de lo que he tenido. He librado batallas sin saber pelear. Me he caído más de un millón de veces sin saber levantarme y lo he hecho. Porque soy más fuerte de lo que incluso yo puedo comprender. Porque soy una guerrera. Porque soy como un jodido ave fénix. Una persona que lo ha perdido todo no puede sentir miedo.
Pasarán los días, dejaré que regrese. Si su lugar es aquí volverá. El tiempo determinará si estamos hechos para enfrentar juntos al mundo, si somos piezas que combinan en un mismo rompecabezas o si solo estamos creados para simples momentos.
Reparo en la bandeja que me ha dejado en las manos. Hay tostadas, mantequilla, bacón, panecillos, rollitos de jamón y queso. Una flor roja en la parte baja de la bandeja sujetaba una pequeña nota:
“No sabes cómo me reclamo el haberte dejado el desayuno en mano y no haberlo degustado antes de la forma que nos gusta. Disfruta mi maldita loca. Podría dejarte mil frases románticas en esta nota, pero no quiero que vuelvas a huir, antes si quiera intentar llegar a un nosotros”
Después de desayunar me doy una ducha que dura más de lo que me puedo permitir. La canción I want to know what love is se reproduce de fondo.
¿Por qué mierda tocó esta canción?
Qué valor tan grande tiene la música cuando cada canción puede describir exactamente tu estado en un momento determinado.
Aunque me cueste a cántaros, no lo llamaré, ni siquiera le escribiré, aún el haciéndolo. Quiero dejar que el tiempo fluya y que el destino juegue su propio juego. En definitiva a través del nuestro nos está embarcando.
Después de arreglarme salgo para el trabajo.
Siento la presencia de alguien siguiéndome los pasos. Es de día ¿a quién carajos se le va a ocurrir perseguir a alguien a esta hora?. Sin embargo, lo presiento. Miro a todos lados y no veo a nadie.
Finalmente llego al gastropub.
La marea en el gastropub parece estar tranquila. Nos da tiempo a Eileen y a mí jartarnos de chisme. Obviamente mi estado emocional en estos instantes me lo reservo para mí. No sé tratar con ello y dudo que alguien más entienda el desastre que puedo llegar a ser cuando estoy confundida o percibo algo semejante a sentimientos.
Eileen realmente la tiene mucho más difícil. Lleva cuatro años comprometida con su mejor amigo, amigo del que no se ha enamorado. Sin embargo, hace cinco meses que le gusta irremediablemente Liam. Lo que lo hace realmente difícil es que Liam también se siente irremediablemente atraído por ella y busca la manera de tenerla consigo. Por mucho que ella quiero hacer lo que cree correcto Liam es un imán que la atrae a él.
Liam aparece en el gastropub a la hora de salida, mientras Eileen se apresura en recoger sus cosas. Se había olvidado de una cena que tenía con su novio. Por mucho que a la pelirroja le guste Liam delante de él lo sobrelleva bastante bien. Justo antes de llegar a la salida, choca con este, pero después de un “lo siento” “estoy apurada” se marcha.
El rubio parece molesto con la actitud de la pelirroja, pero decide disimularlo segundos después.
—Sabes que si te gusta debes dejar de alardear en su cara tu promiscuidad ―comento recogiendo mis cosas.
—No soy hombre de una sola chica. Se adaptará a lidiar con ello si quiere obtener su premio ―responde cruzándose de brazos. Conozco a Liam y eso lo expresa así porque está enfadado.
—De todas las gilipolleces que normalmente dices, esta tiene el título de pendejada del año. El premio mayor te lo llevarás tú, de tener en tus brazos una chica como ella ―expreso.
—No hablemos de mí, quiero saber cómo has estado ―manifiesta.
Debo reconocer que en estos cuatro años con el único que he conversado acerca de Enzo es con Liam. Liam es como una versión de mí en hombre. Jamás pensé que podría contar con un amigo así. Por otra parte él habla abiertamente conmigo de su atracción por Eileen. Cuando conversamos de nuestra vida no se sabe quién internamente está más jodido.
—Después de cuatro años volví a follar, imagino que estoy bien ―comento mientras salimos del gastropub.
—Imagino que de tu cuerpo la única parte contenta es la que no se ve a simple vista, la implicada en los hechos ―declara.
Vuelvo a sentir la sensación de alguien observándome. Recorro con mi mirada el perímetro y sigo sin distinguir a nadie.
—La única parte de mi cuerpo que siempre está contenta es esa. Es más a veces llora de felicidad ―río contagiando a Liam.
―Vamos te llevaré a tu casa. ¿Tienes algo fuerte de tomar? ―inquiere.
—Tequila ―comento—. Y me gusta el plan siempre y cuando no terminemos borrachos haciendo el ridículo delante de las personas que no están removiendo el suelo.
―No tengo a nadie que me remueva el suelo ¿tú sí? —indaga.
―No —contesto.
―Pues muy bien, entonces podemos bebernos la botella de tequila —declara.
—La negación será el primer paso a nuestro fracaso ―expongo entre risas.
Llegamos a mi casa. Luego de pasar, soltar mi bolso y las llaves me dispongo a buscar la botella de tequila, la sal y picar rodajas de limones.
—¿Qué piensas hacer con Enzo? ―pregunta Liam cuando coloco la botella, los vasitos, la sal y los limones en la mesita de la sala.
—¿Quién demonios es Enzo? ―manifiesto.
Si comenzamos a hablar de este tema es muy probable que acabemos en lamentos. Alcohol y móvil no ligan.
Empezamos a hablar de temas triviales y pendejadas que se nos iban ocurriendo. Somos un maldito caos. A medida que bajaban los tragos de tequilas las conversaciones se iban volviendo más profundas. Hemos pasado más de la mitad de la botella y puedo notar el mareo en mi cuerpo.
—No quiero a Eileen con ese hombre. Ella es mía desde el puto momento en que puse mis ojos en ella ―declara. Su voz salía un poco mas enredada producto al alcohol.
—Esfuérzate más macho, porque ese hombre es su novio, mejor amigo y prometido de cuatro años —manifiesto apropiándome de otro trago de tequila, que ya baja por mi garganta como si fuese agua.
—Qué mierda me importa, ella me quiere a mí ―declara dándose otro buche de líquido.
—Ustedes los hombres son tan patéticos. Donde necesitan demostrar dominio es en la cama. Es el cuerpo el que tiene que sentir que tiene dueño no la mente ―expreso.
—Lo dice la que lleva cuatro putos años follando con la imaginación, con los recuerdos que ha dejado Enzo ―comenta.
Me doy otro trago de tequila disfrutando de su sabor. Ya paso de la sal y del limón.
—Que puedo hacer, el imbécil me supo follar la mente. Ni sabía que ese lugar también es follable ―digo.
Mañana no me acordaré de la cantidad de pendejadas que diga ahora, pero que me importa, entre pendejos no se notará.
—Sabes si hay algún botón en nuestro cuerpo que impida sentir cosas raras por alguien ―expone.
―Ya la busqué y no encontré una mierda. Nosotros estamos defectuosos, nos desinstalaron la opción de fábrica —contesto.
—¿Y entonces qué hacemos?. Volvernos unos pendejos. Rendirnos ante ellos —dice.
―Pendejos ya somos. Míranos aquí tomando por no saber lidiar con los malditos puntazos del niño ese que anda con flechitas ―respondo y vuelvo a tomar.
—No ese niño no. Lo tengo amarrado y encerrado. Ni una pendejada más. No sé donde coño aprendió a tirar con arco pero se le da fatal ―expresa.
Se da otro buche, esta vez de la botella y luego observa lo que queda del líquido.
—Toma ―me extiende la botella—. El parásito que tiene como nombre una palabra de cuatro letras, que comienza con A y termina con R ya tiene casi invadido por completo tu cuerpo. Así que él último buche lo necesitas más tú que yo.
Me tomo lo que quedaba de tequila. Joder. Quiero hacer una estupidez ahora, una estupidez que implica al teléfono.
―Ya me marcho —comenta Liam.
―Te acompaño —digo mientras intento levantarme pero caigo nuevamente al suelo.
El eco de nuestra risa se hace presente.
―Liam cómo mierda estás tan borracho —expreso mientras vuelvo a intentar levantarme.
Esta vez tuve más éxito.
Acompaño como puedo, a pasos torpes a Liam hasta la puerta. Lo veo marcharse en su coche. Justo antes de cerrar la puerta una mano me lo impide.
El cuerpo de alguien se cuela por la puerta. Veo a Enzo, a mi hombre.
Pero, ¿dónde mierda están los ojos profundos?
No me da tiempo a pensar. Se abalanza sobre mí y me besa con posesión. Baja su boca hasta mi cuello y deposita gran cantidad de besos en él. El placer me recorre como si no hubiese follado hace mucho tiempo.
Con prisa me deshago de mi ropa y en ese mismo ritmo él se desprende de la suya. Nuestros cuerpos se desplazan apresurados sobre el sofá. Tan pronto como está encima de mí abro más mis piernas permitiéndole su intromisión en mi interior.
Hoy no quiero calma, quiero rapidez. Necesito sentirlo nuevamente, necesito que me folle como solo él sabe hacer.
Su erección irrumpe en mi interior y empieza un movimiento de rápidas embestidas. Hoy ambos estamos apresurados por corrernos. Buscamos aferrarnos más al otro, mientras las fricciones de los cuerpos se vuelven más agitadas.
Los gemidos salen de mi boca sin previo aviso. Me dejo llevar por el cúmulo de sensaciones que percibe mi cuerpo. Sin dar basto a más, me corro deliciosamente, logrando con las contracciones de mi interior que se corra él.
Se levanta de encima de mí y me carga en brazos. No dice una palabra. Camina hasta mi cuarto y me deposita en la cama. Acomoda la sábana sobre mí y se acuesta a mi espalda. Los ojos se me cierran, quisiera conversar con él, decirle lo que pienso, pero el sueño me gana.
***
Me despierto en la mañana, el dolor de cabeza es brutal. Hago memoria de todo lo que pasó la noche anterior, pero no recuerdo nada con claridad, solo pequeños momentos.
Recuerdo que tomé con Liam, de las pendejadas que hablamos no me acuerdo. Sé que él se marchó y que…
Llegó Enzo y follamos.
Me levanto de la cama apresurada buscando en el departamento a mi bestia de ojos profundos. Voy al baño y no lo encuentro. Sigo a la cocina y tampoco. Reviso cada puto lugar, inclusive a bajo de la cama y no encuentro a nadie.
¿Dónde estás ahora?
Le escribo en un mensaje.
En mi empresa. ¿Qué sucede?.
¡Qué mierda! ¿Me follé realmente a Enzo o fue un puto sueño?
La lógica del asunto radica en qué si Enzo hubiese venido anoche no podría estar tan temprano en Nueva York.
Decido llamar a Liam.
—¿Cómo la llevas con la cruda? ―contesta el rubio después del segundo tono.
—Ayer tú y yo no follamos ¿verdad? ―inquiero. Liam al otro lado de la línea suelta una carcajada.
—Ni nos tocamos ―declara el rubio.
―Ok. Después hablamos. Para mí que soñé que follaba con Enzo.
—Yo entré por la ventana del cuarto de Eileen ―confiesa—. Pensó que era Jack.
― ¿Follaron? —inquiero. Él no responde pero su silencio lo confirma todo.
―Debemos dejar de tomar en este estado tan flojo que estamos o saldremos en la portada de la revista de las mayores pendejadas del año —declaro.
―Al menos yo follé de verdad. Tú nuevamente utilizaste la imaginación, lo que esta vez era en 3D.
—No te pateo las pelotas porque estás lejos rubio sin gracia. Adiós —manifiesto.
―Espera. Por nada del mundo le digas a Eileen la identidad de quién entró por su ventana. Tú no sabes nada de eso Andrea Anderson.
—Me debes el mejor vestido de tu colección de este año por aguantar tus idioteces ―expreso—. Deja de actuar desde las sombras, tú nunca has sido así.
―Es una estrategia para alejarla aún más de ese imbécil.
―Cuidado y el imbécil no te lo lleves tú —contesto.
Después de hablar con Liam sigo pensando en la noche. Vi su rostro, lo vi a él. Todo parecía tan real.
¿Qué pasó realmente anoche?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro