
24
No habíamos dormido en toda la noche. Keira no dejaba de llorar. Gabi y yo la consolábamos e incluso se nos escapaban una que otra lágrima.
Joder. Estoy sensible.
Los chicos habían estado aquí con nosotras hasta muy tarde. El imbécil de Aiden no les había contestado. Que bonito como habían apoyado a Keira a pesar de que son amigos de Aiden...hermanos prácticamente.
—Escúchame Kei, él no se comportará así, él se hará cargo. Tiene miedo y debemos darle un tiempo de procesamiento. Aiden era muy solitario, sin embargo contigo ha dado pasos gigantescos —le decía Liam—. Nosotros lo conocemos y lleva enamorado de ti desde hace mucho, ni siquiera te distes cuenta, pero, solo estaba utilizando el solo sexo como excusa. Aiden no sé acostaba con ninguna mujer más de una vez. Cuando empezó algo contigo ni siquiera lo vi con otra mujer. Tenía hasta una regla de no besar en la boca a nadie, así que si lo hizo contigo ahí tienes una prueba.
—Si me dieran esa noticia a mí, hubiese actuado peor. Ves como somos y como llevamos la vida. Para nosotros la palabra hijo acojona —eso lo sé bien, a mí también esa palabra me asusta—. Sin embargo, así como el ha crecido como persona contigo, así seguirá creciendo. Con todo y su miedo sabrá cómo actuar —comenta Dylan—. Y recuerda siempre que también nos tienes a nosotros, jamás te dejaremos sola en esto.
No sé de dónde sacaba tantas lágrimas, pero no había cesado en toda la noche.
—Keiri ya deja de llorar —le digo—. Debes descansar.
—No puedo dormir Andrea, me duele en el alma ver cómo se comportó. ¡Que yo también tuve que asimilarlo!.
—Es cierto, pero, él es el hombre, no se puede esperar más de ellos. En estos casos son los que más se acobardan, a nosotras no se nos permite huir...o no podemos —comento—. Descansa, prepararé algo de comer.
Casi la obligo a acostarse. Espero que pueda descansar aunque sea por algunas horas.
Gabriela me acompaña a la cocina.
—¿Sabes cocinar? —le pregunto mientras saco del frigorífico algunos alimentos.
—Gracias a Trini sí, me pasaba mucho tiempo con ella en la cocina —comenta.
—Pues vamos a preparar algo. Realmente detesto cocinar, pero ella debe estar alimentada.
El sonido de mi móvil llama mi atención. Corro hasta él, si Keira logró dormirse no quiero que el teléfono la despierte.
Es Enzo.
Anoche hablamos poco, le comenté lo que había sucedido y que me quedaría con Keira, que en ese momento estaba mal.
—Tranquila, yo me ocupo. Atiende la llamada —expone Gabi al llegar a la cocina.
Sin darle más rodeos tomo la videollamada.
—Buenos días mami —saluda Enzo. Puedo notar como Gabi mira asombrada y termina riendo.
—Buenos días papi —le devuelvo el saludo—. Tenemos público, así que mide cada palabrita de tu boca.
El ríe.
—¿Cómo siguió Keira? —inquiere.
—No ha dormido nada. Ha estado llorando toda la noche. Prácticamente la obligué ahora para que descansara.
—Quería proponerle que viniese conmigo para Nueva York unos días. Tal vez así se distraiga y Aiden por otra parte cuando sienta que la pierde, actuará.
—Me parece buena idea. No quiero que siga tirada en esa cama como si se le estuviese cayendo la vida. Compra pasaje para hoy mismo. Yo me encargaré de que vaya.
—La invitación también está en pie para tí —expresa.
—No Enzo F, nuestra prioridad es nuestra amiga. Sabes que no podemos estar cerca cordialmente.
Él se ríe nuevamente y termina asintiendo.
—Te llamaré luego para estar al tanto —comenta—. Adiós diosa.
Después de que utilizara el apelativo de mami, con ese acento cubano, dejó de decirme diosa. Me encanta igual, pero el otro me lleva a otro nivel.
—Adiós —digo y cuelgo.
—¿Ya se declararon en una relación? —inquiere Gabi.
¿Relación?
—No —contesto rápidamente. Una de mis reglas implicaba relación y no estoy dispuesta a quebrarla. No puedo.
—¿Entonces que son? —otra pregunta difícil.
¿Qué somos? ¿Amiguitos? ¿Complacientes? ¡Que mierda sé!
—Dos cuerpos sedientos de sexo que se buscan una y otra vez para apaciguar las ganas —sin pensarlo mucho salió una respuesta de puta madre. Esto es lo que somos.
—¿Han compartido más cosas que sexo? —indaga. Hoy está en modo detective.
Mi mente recuerda aquel día que me salvó, que me vio tan débil. Recuerda también en cómo me bañó como si mi cuerpo fuera de cristal. Cuando tuve miedo de haber llorado por el exquisito orgasmo que me entregó.
—Sí —digo—. Pero igualmente han sido pocas.
—¿Lo quieres? —otra pregunta.
¿Lo quiero? ¿Realmente lo quiero?
—Gabriela Stone me estás haciendo preguntas muy difíciles. Detente con tu cuestionario —expongo y ella empieza a reír.
Terminamos de preparar el desayuno. Voy en busca de Keira al cuarto, pero ella parece dormir, entonces opté por no levantarla aún.
Escucho voces en la sala, cuando me acerco a observar quien era la visita, me encuentro con los chicos.
—¿Que cuenta el imbécil? —inquiero mientras me siento en el medio de los chicos.
—Perdido, con pinta de haberse bebido todas las botellas de whisky que tenía en su casa. Aún no había decidido nada. Su padre había llegado antes de nuestra salida. Hablará con él —comenta Dylan.
—Definitivamente, lo siento Gabi, pero te dejaré sin hermano —expreso.
—¿Ella como siguió? —inquiere Liam.
—No durmió en toda la puta noche. Llora todo el tiempo. Ahora fue que logró quedarse dormida.
—Haré algo —la voz de Keira nos sobresalta a todos.
—Keira eso no le hace bien al niño, tienes que descansar —me quejo levantándome del sofá y haciendo que se siente ella.
—Le daré un susto a Aiden. Quiero saber de una vez por todas si de verdad no le importa este bebé —dice después de saludar a los chicos.
—¿Qué quieres hacer? —indaga Liam.
—Voy a abortar —expresa captando la atención de todos.
—¿Qué? —es lo único que se escucha una y otra vez en la sala.
—¿Creen que yo atentaría contra la vida de mi propio hijo? Pues no, solo quiero ver qué tanto le importa a Aiden —declara.
—Explícate mejor Keira, porque no te estamos entendiendo —digo.
—Voy a ir a una clínica a simular un aborto. Para eso necesitaré tus encantos Dylan, para que hables con alguna doctora de ahí. Todo será fingido. También necesito de tí Liam, para que le escribas un mensaje a Aiden diciéndole que abortaré y el nombre de la clínica.
—Y después de eso te marcharás a Nueva York —expongo.
—¿Y eso? ¿Ya quieren deshacerse de mí ustedes también? —inquiere haciendo bucheros.
—Enzo quiere que te pases unos días allá —le digo—. Sería bueno para tí. No quiero verte más tiempo sobre esa cama llorando. Además, hay una frase que dice: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, tal vez cuando él sienta que te pierde, se dará cuenta de dónde quiere estar.
—Está bien —responde—. ¿Irás conmigo? —me pregunta con una sonrisa.
—No —contesto con otra—. Me quedo aquí tranquilita.
—Aún no me has dado los detalles de lo que pasa entre tu y Enzo —comenta.
—En qué momento la conversión se volvió sobre mí —me quejo—. Ve a cambiarte, que tienes un malévolo plan que llevar a cabo.
—No te escaparás Andrea —me amenaza.
En lo que Keira y los chicos se ponen en marcha con el plan le preparo la maleta a Keira para su viaje a Nueva York.
Otra vez Enzo me llama.
—¿Keira vendrá?. Tengo todo listo.
—Sí, irá. Fue a darle un susto a Aiden, cuando regrese se marchará.
—¿Que hará? —indaga.
—Simular un aborto —expongo.
—Ustedes las mujeres son muy malas —comenta Enzo entre risas.
—Y podemos ser peores —concluyo.
—Todavía estás a tiempo de venir...
—No —lo interrumpo—. Somos dos cuerpos que no pueden estar cerca sin follar. Ahora Keira requiere de nuestra atención, ya te expliqué.
—El próximo fin de semana si puedes venir, Keira estará mejor —propone.
—Ya veremos.
—Te aburrirás en San Francisco sin Keira y sin mis visitas inesperadas.
—No utilices el chantaje emocional Enzo F —me quejo.
—Solo reclamo lo que es mío —expresa deliberadamente.
—¿Que mierda es tuyo?
—Tú...Tú eres mía maldita loca —declara.
—Cuantas veces más te explico que soy un alma libre, no soy, ni podré ser nunca de nadie. Tengo que terminar de preparar la maleta de Keira. Hablamos luego.
Cuelgo sin esperar su respuesta. No puedo negar que esas palabras me hicieron erizar, pero no puedo darle el poder de creerse mi dueño. No soy de nadie.
Al rato llega Keira con los ojos llorosos.
—Se presentó —me explicaba con voz temblorosa—. Me reclamaba el haber actuado tan rápido.
—¿Que piensas hacer ahora? —inquiero abrazándola.
—No quiero que lo tenga tan fácil. Si realmente nos quiere tiene que luchar por nosotros —expone separándose de mí y limpiando sus lágrimas—. Me iré a Nueva York unos días. Ahí fuera está el taxi.
Keira recoge todo y salimos a despedirla.
—Los quiero a todos. Es una bendición contar con ustedes —una lágrima resbala por sus mejillas.
—Solo será unos días mi Keiri y volveremos a estar juntos. El imbécil no te dejará...
No terminé de hablar cuando el frenazo de un carro capta la atención de todos. Aiden sale como loco hasta llegar a Keira. Impide por todos los medios que ella se marche. Ahí Keira desmiente su aborto.
—Díganme a dónde demonios se fue.
—¿Por qué mierda alguien te proporcionaría dicha información? —inquiero de mala forma.
—Andrea, no me toques las pelotas ahora. Bastante tengo con sentirme como me siento.
—Lo mereces —le digo.
—Sí, lo merezco. Ya lo entendí, piensan declararme la guerra ustedes también. ¿Ustedes no se equivocan o qué?. A ver cómo demonios hubiesen actuado en mi lugar. ¿Qué significaría un hijo para ustedes?. ¡Eh!. ¿Cómo se lo hubiesen tomado?.
Tiene razón joder. Nosotros hubiésemos actuado igual o peor. Liam, Dylan y yo somos anticompromisos.
—Se fue para Nueva York, con Enzo—le informa Dylan.
—Pues mañana iré al puto estado de Nueva York a buscarla y ustedes irán conmigo —dice y se marcha.
—Es una idea genial rubito —expreso entre risas caminando por el centro comercial.
Aiden pidió que les preparáramos una maleta para él y otra para Keira. Mañana le dará la sorpresa de su vida. Liam me está acompañando en la tarea.
—Ya quiero ver la cara de ellos cuando se den cuenta de lo que hemos hecho —comenta este.
Hemos decidido comprar todo en pareja. Los pulovers de ambos dicen cosas cursis y están perfectamente combinados, incluso los zapatos son a juego.
Reímos de nuestra propia broma.
—Liam —habla una chica y nosotros nos detenemos—. No sabía que te gustaban así, pensé que eras más de elegir la Élite.
La recorro con mi mirada, sin disimular. Es una mujer de estás que parece el maniquí en una tienda. Rubia perfectamente arreglada y con una postura ridículamente estirada.
—Lo que importa no es tener los labios perfectamente arreglados por una operación y usar el mejor brillo labial de la tienda, lo que importa es saber utilizarlos bien sobre su polla —ella me mira sorprendida. Yo mientras doy pasos hacia ella—. De nada valen unas manitos con una manicura impecable, si no sabes cómo moverlas para hacerlo llegar al éxtasis —ella da dos pasos hacia atrás al notar mi proximidad—. Un cuerpo perfecto incrustado dentro del más caro vestido de marca no vale nada si delante de él no te lo sabes quitar con sensualidad y luego, cuando lo hayas vuelto completamente loco sin ni siquiera tocarte mover tu cuerpo sobre el de él haciendo que grite más de una mala palabra.
Termino de hablar y vuelvo a mi sitio. La plástica se ha quedado callada. Liam la ignora y seguimos caminando.
No me dejo pisotear por nadie. Yo no soy mejor que ninguna mujer, pero ninguna mujer es mejor que yo.
—La segunda vez que pasa —expresa Liam—. Te tocaría asumir al menos una mamada hoy por daños y prejuicios. Me has espantado a dos presas.
En una tienda, una de las tenderas no dejaba de mirarlo hasta que no pudo más y expresó que habían mejores opciones para él en el mercado. Lo dijo en sentido figurado pero entendí el mensaje.
—Porque el mercado no sabe follárselo como yo —le contesté a la chica. Quién rápidamente se metió la lengua por el...por ahí mismo.
Si se hubiesen metido solamente con Liam, pero me estaban denigrando a mí.
—Siempre tendrás otras opciones —expreso entre risas por su comentario.
—¿Cómo vas con Enzo? —inquiere mientras llegamos a su auto.
—Supongo que bien —declaro.
—¿Entablaron una relación? —indaga.
—No. Esa es una de mis reglas —le digo—. Y deja de preguntarme cosas, que ni yo misma sé que es lo que me pasa.
—Otra más que seguirá los pasos de Aiden. Otra cazadora siendo cazada —se burla Liam.
—Antes serás cazado tú —contraataco.
Ya todo estaba listo para la sorpresa de Keira en Nueva York. Aiden ha estado como loco, incluso se notaba ansioso. Yo mientras estoy demasiado feliz porque a mi amiga le esperan muchísimas cosas buenas.
Eran alrededor de las once de la noche cuando entra una llamada a mi móvil.
—No me vuelvas a colgar una llamada sin dejarme hablar —espeta. El cabreo se percibe a través de la pantalla.
—No me retes —expongo firme.
—Si no estuviera Keira aquí hubiese ido a tu departamento y te hubiese azotado esas nalgas hasta que te ardieran y estuvieran rojas.
—Me acabas de mojar las bragas.
—Enséñame —ordena.
Yo, mujer portadora de lo mal hecho acomodo el teléfono contra una almohada para mantenerlo firme. Con mis dedos agarro el elástico de la braga y la deslizo por mis piernas.
Me siento delante del teléfono y abro mis piernas permitiendo una encantadora vista de mi sexo.
—Desliza tus dedos suavementes por tu clítoris hasta que llegues a tu entrada —expresa con voz ronca.
Sigo su juego adictivo. Mis dedos divagan por mi sexo excitándome yo misma con la humedad que tengo.
—Recorre tu entrada. Vuélvete loca deseando sentir los dedos dentro. Tortúrate tu misma y tortúrame a mí con el placer que te estremece.
Mis dedos cumplen su cometido. Disfruta del borde la entrada, haciéndome desear con todas mis fuerzas embestirme con mis propios dedos.
—Quiero ver más. Haz que me corra contigo. Introduce dos de tus dedos.
Al fin mis dedos entran en mi interior. Los agito vertiginosamente. No puedo evitar cerrar los ojos ante el contacto de la punta de mis dedos en mi interior. Con la otra mano aprieto mis senos y tiro de las duras puntas. El placer vuelve mi cuerpo delicia pura y sus palabras son todo lo que necesito para correrme.
—Te llamaba para decirte que Keira había llegado bien. No he logrado hacer más que casi obligarla a comer. Se lanzó sobre una cama y de ahí no se ha levantado. No sé cómo lograré cambiarle el ánimo.
Bufo indignada. Que juego más sucio. ¿Por qué no me contó esto al principio?. ¿Por qué me corta en medio de la excitación?
—Joder Enzo. A veces quisiera matarte —protesto.
—Ya me has matado muchas veces mientras me follas —expone mostrando una media sonrisa de esas que son condenadamente sexy—. Recuerda lo que hemos hablado al principio, a papi no se le deja con la palabra en la boca.
Terminando de hablar cuelga.
¿Qué cojones? ¿Qué hago con él?.
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