
20.
Mención especial y dedicación a:
Kpris96
Han pasado varias semanas. Las novedades, han operado al padre de Keira, todo ha salido bien.
Con respecto a Enzo hablamos cada noche. El día siguiente al del cine amaneció en mi cama. Me despertó la incomodidad de un cuerpo sobre mí. Él se excusó diciendo que era sonámbulo, por eso llegó hasta ahí, pero creo que ya conozco hasta cuándo miente.
Ahora estamos aquí, en el avión, esperando a Keira para ir destino París. Recuerdan la apuesta que perdió Aiden, pues aquí está la paga.
¿Qué hice con mi trabajo?
Hugo buscó una sustituta para los días que estaría aquí, que son bastante pocos. No sé si el imbécil de Aiden influyó en algo, pero, Hugo no protestó y accedió fácilmente.
Mi teléfono suena.
¿Crees que pueda esperar a la noche?
Escrito por Enzo con una foto adjunta de su bulto visible por encima de la ropa.
Destacar que llevamos un jodido juego adictivo. Nos entregamos el propio placer dirigidos por el otro. Jamás pensé aguantar días de esta forma.
Pienso sublevarme pronto.
Siendo sincera estoy a gusto, incluso satisfecha y eso que llevo muchísimos días tocándome para una cámara con unos ojos a muchos kilómetros de distancia. Estoy hablando que no he follado con otro tío. Avance, sí, miedo, también.
Keira entra con Aiden y todos aplaudimos.
—¿De qué se trata el viaje en pandilla? —expone.
—Tranquila, no te voy a pedir matrimonio —comenta Aiden ocupando su puesto.
—Ya quisieras tú tener el privilegio de compartir el resto de tu vida conmigo —le responde mi amiga.
—¿A dónde es el viaje? —pregunta.
—A París Kei —responde Gabriela emocionada—. Aiden tenía que pagar la apuesta que perdió.
—¿Aiden cedió?. Siéntete afortunada de deberle una —expone Keiri—. Perder no es su punto fuerte.
Mi teléfono vuelve a sonar.
Ve al jodido baño.
—¿Esa cara es de la Andrea diosa? —dice bajo Liam—. Parece cazada por un carnívoro.
No puedo evitar reírme ante su comentario.
—¿Ustedes que se traen? —comenta Keira con una sonrisa.
—Es que está muy bueno —réplico.
No es mentira, pero no es la causa de nuestra risa.
—Andrea, dime quien no está bueno para tí —comenta Keiri.
—No tengo culpa ser una bomba explosiva que atrae a chicos malos con un cuerpo brutal.
—Estás muy buena y todo, pero todavía eres muy tranquila a mi nivel —manifiesta Liam.
—Tu nivel macho, tu nivel me queda chiquito —respondo haciendo que todos rían.
—No quisiera ver entonces que pasaría si se unieran dos bombas explosivas. Sería algo así como dinamita y nitroglicerina —vuelve a hablar mi amiga.
—Yo creo que ellos causarían más efecto —comenta Dylan.
—No piensen lo que no es, un hombre como él no es para mí —digo—. Soy mucha mujer para él.
—Haz la prueba muñeca —le sigue Liam
—Ustedes terminan acostándose —pronostica Gabriela.
—No —niego—. Una cosa es jugar y otra muy distinta es enrollarse. Somos amigos, solo amigos —reafirmo.
—Además, ella es la chica de Enzo —comenta Liam.
—No soy la chica de nadie —reclamo.
Liam levanta las manos a modo de tregua.
—Por dios, cuando ustedes los hombres entenderán que acostarnos con alguien no significa que somos de su propiedad —expone Keira.
—Y cuando tú entenderás que el cuerpo de ustedes habla por sí solo. Que no es necesario demostrarles de quién son, su cuerpo solito les enseña quien es su dueño.
En este renglón comentado por Aiden, no intervengo, porque aunque jamás lo reconocería, eso que dice tiene algo de verdad...o mucha verdad, ya ni sé.
Llegamos al hotel Pullman, el nombre es más largo y difícil, por lo que no se me pegó. Lo importante es el lugar, que grita lujos a los cuatro vientos. Cómodo, confortable, tranquilo y con unas vistas increíbles de la Torre Eiffel.
Llego a mi habitación. Al igual que lo que he visto anteriormente, es asombrosa. Lo más increíble de ella es que la ventana te permite recrearte con la Torre Eiffel.
El sonido de una videollamada me distrae. No necesito mirar el móvil para saber de qué se trata. Obté por no seguirle el juego en el avión.
—Los mensajes se contestan Andrea —expone él, pero sin pizca de molesto.
—No siempre —digo.
—¿Qué haces? —inquiere
—En París, con la pandilla de revoltosos. Aunque no tengo por qué, te había comentado antes sobre el viaje —expreso mientras coloco el teléfono en la cómoda para cambiarme de ropa.
—¿Cómo van Aiden y Keira? —inquiere, ignorando lo que respondí antes. Él es tipo yo no necesito exigirte nada, lo consigo por otros medios.
—En la misma posición de solo sexo, según ellos, aunque están dando pasos que parecen pareja —contesto buscando en la maleta otra muda de ropa, por lo que escuché daríamos un paseo. Quiero ir cómoda—. ¿De dónde conoces a Aiden?. Tú no eres de su edad.
—Nuestros padres hacían negocios juntos. Nos reuníamos bastante por ellos. Su padre, al contrario del mío siempre dejó a Aiden ser lo que quiso, el mío no. Ahora, nos volvimos a reunir porque necesito la transportación de unos vehículos que comercializo.
—Keira está enamorada, se lo puedo notar en los ojos —declaro.
—Le advertí a Keira a qué se enfrentaba, osea, le expliqué que no era una novela de amor.
—No lo controló, pero, la veo feliz —expreso mientras me deshago de mi ropa.
—¿Cómo la llevas con solo sexo virtual? —indaga mientras se acomoda. Puedo verlo sentado en una gran silla, quizás está en su trabajo.
—Estoy pensando en sublevarme —manifiesto.
—Eres adicta a los castigos —comenta—. Otro no será tan pequeño como este.
—¡Ah! ¡Este es pequeño!. Gracias por recordármelo, no lo sabía —digo con ironía.
—Pueden haber mayores —interviene—. ¿Tu eres feliz actualmente?.
¿A qué se debe esa pregunta?.
—En qué momento comenzamos a hablar de mí —protesto.
No quería responderle a eso. No me lo había cuestionado antes, pero sí, soy feliz. Con lo que tengo, aunque muchos pensaran que es poco, para mí es suficiente para ser feliz.
No le contesto a Enzo pues, como anteriormente expliqué me resulta muy difícil las conversaciones profundas.
—Vamos a jugar y luego a celebrar en el Paraíso —interviene una voz en el otro lado del teléfono. No le veo la cara a la persona, pero esa voz...me confunde, creo que la escuché mucho antes, muchísimas veces, es más me parece más que conocida.
¿Jugar? ¿Paraíso?. Va a follar. Pues es mi momento de sublevarme.
¿Te molesta Andrea? —inquiero mentalmente.
—Te dejo para que continúes lo que estás haciendo —comenta este—. Hablaremos luego. Voy a resolver algunos asuntos.
Cuelgamos la videollamada casi a la vez. Tengo algo que me pincha dentro. Me siento como molesta. Joder, como desactivo este estado de mi cuerpo.
¡Nada Enzito! ¡Hoy follamos!.
Tocan la puerta. Ya me había arreglado para salir. Mis chicos bellos estaban ahí.
—¿Qué hacen? —inquiero.
—Recogiendo a nuestra Diosa —contesta Dylan.
Río ante su comentario y salimos juntos hasta frente del hotel.
—¿Y esa cara? Pareces molesta o dolida —comenta Liam. Dylan habla sobre algo con Gabriela y Ryan.
—¿Cómo lo desactivo de mi cuerpo? —inquiero haciendo que Liam ría.
—¿Tiene algo que ver con Enzo? —indaga el rubito.
Destacar que de los tres, con el que mejor hablo es con Liam. Este chico podrá ser un mujeriego empedernido, pero tiene la opción de prepotente e indeseable desactivada.
—Un silencio dice más que mil palabras, diosa —expone Liam tras largos segundos sin yo decir palabra alguna.
—No te robes más las frases de otros —declaro—. Y sí, el maldito Enzo es como una jodida montaña rusa, a la que me subí contenta pero cuando el vehículo comenzó a moverse me dejó aturdida.
Otra vez Liam se ríe, abiertamente ante mis palabras.
—¿En qué posición están? —pregunta.
—En todas las del kamasutra —bromeo haciendo que este ría nuevamente. Se la pasa de puta madre conmigo.
—Me refiero a en que quedaron ustedes —comenta Liam.
—Follar, solo follar, físicamente, espiritualmente y telefónicamente —me sincero.
—¿Follas también espiritualmente? —pregunta nuevamente el rubio.
—No utilizo ese método, pero él, últimamente recurre a ello. Y no sé, pero, no me estoy negando. He cometido unas cuantas estupideces y esta es una de ellas.
—¿Te has implantado alguna regla o algo que no hagas con nadie? —inquiere.
—Por supuesto, las mismas. No amor, no relación, no obligación, no prohibición.
—Cuando sientas que rompes alguna de ellas entonces ya no estás practicando solo sexo, hay algo más profundo.
Eso lo he sabido antes. El rubito piensa como yo. No sé, de todos, creo que es con el único que puedo hablar algo de este tema.
—Eso lo sé. Pero no llegaré a ese punto —declaro.
Keira y Aiden llegan y nos vamos a dar un tour por París. Jamás imaginé estar aquí, pero, mi amiga Keiri nos brindó la oportunidad. Visitamos tres lugares, para empezar el día, la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y la Ópera Garnier.
Es un sacrilegio visitar París y no ir a la Torre Eiffel. Creo que es imposible que alguien venga y no lo haga. Keira no quiso subir y Aiden la acompañó. Nosotros mientras ellos follaban tuvimos la experiencia más bonita que haya tenido nunca. Desde subir por el elevador hasta la vista que se obtiene a partir de la segunda planta. Incluso habían restaurantes. Todo me asombró, vista de cualquier ángulo es espectacular y maravillosa.
Los próximos dos destinos también fueron maravillosos, pero, ninguno como la Torre Eiffel. Esa marcó más en mí que la primera follada de Enzo.
Detente...¿He hablado de Enzo?.
¿Por qué mierda me acuerdo de él cuando estoy hablando de cosas impresionantes?
Cuando el tour había llegado a su fin, al menos por hoy, fuimos a comer a un lugar recomendado por el guía, Maison Blanche. El restaurante estaba en una calle del Barrio Latino. El plato fue carne de buey y fue elegido por Aiden, el que dominaba el francés. La tarde estuvo repletas de risas y también, por mis incontables frases o bromas.
El posterior plan fue el segundo mejor del día. Lugar norturno llamado la Féline.
—¿Qué quieren tomar? —pregunta Aiden.
—French Connection. Pide esa —le indica Dylan.
Él hace el pedido y regresa con dos vasos.
—Vayan a recoger su bebida —dice parándose al lado de Keira y entregándole un vaso—. No soy un pulpo.
No me demoro en salir a buscar mi bebida y por qué no un ligue. Las palabras jugar y Paraíso todavía hacen eco. No pienso seguir llenándome solo de sexo virtual.
—Coincidir contigo en París es asombroso —expresa el bombón dos, ¿Lo recuerdan?—. Y yo que me estaba negando de tomar mis vacaciones.
—¿Vacaciones?, Los críos andan cerca —digo refiriéndome a Aiden y Gabriela.
—Los cuidaré de lejos, pero, ya ambos están grandes —expresa este—. Vamos a divertirnos en privado.
—Estamos tardando —digo llevando el vaso a mi boca y tomando de un trago más de la mitad de la bebida. Joder.
Lo próximo que sentí además de la subida de la bebida fue besos intensos por todas partes. Habíamos tardado más de lo que quisiera en llegar al lugar donde se quedaba el bombón dos. Nos me fijé en nada, ni siquiera el color de las paredes.
El sonido de los besos y el vaivén de los cuerpos es lo único que imperaba en la habitación, lo demás sobraba. Así que, con unos movimientos ágiles y al punto de la exasperación nos vamos deshaciendo de la ropa.
Mis labios se cojungan locamente y con muchas ganas con los del bombón dos. Bajo intensamente hasta su cuello, dejando tantas succiones en él como quise.
El bombón dos se estremece en el sitio y yo aprovecho ese momento vulnerable para lanzarlo a la cama.
Estaba dispuesta a apoderarme de su erección, esa que me pedía a gritos estar en mí. Me coloco sobre él logrando rozar mi sexo con el de él.
Antes, incluso que pudiera introducirla, su teléfono suena.
Puta madre.
—Necesito cogerlo —expresa.
—Estás de vacaciones ¿no?. Ignóralo por hoy —expreso y coloco la punta en mi entrada. Cuando iba para más, su voz me detiene.
—Puede ser importante —dice y se mueve para alcanzar su teléfono.
Me bajo de encima de él y me apoyo a la pared próxima. En otras circunstancias me hubiese marchado, pero algo me detuvo. Tengo que follar hoy.
—Está bien —contesta a quien sea que esté al otro lado del teléfono.
—Me tengo que marchar —anuncia al colgar la llamada e ir a mi posición.
—¿Podremos vernos después? —inquiere.
—Olvídalo, se me quitaron las ganas.
Y así, frustrada y con ganas me marcho al hotel. Destacar que no sé ni como llegar. Me auxiliaré del GPS.
Comienza un nuevo día en París y con él una resaca del demonio.
Anoche cuando llegué a mi habitación intenté quitarme la calentura, autocomplacerme. Sin embargo, parecía no disminuir mis ganas. Un baño de agua bien fría, método que jamás tuve que utilizar, y nada resolvió. No podía dormir, así que fui a beberme toda la barra del bar del hotel.
Pero nada, soy maestra en esto. Gafitas puestas y a enfrentar con mucho ánimo el día.
El plan para hoy fue visitar otros tres lugares. La Catedral Notre—Dame, los Jardines Versalles y el Puente Alejandro III. Fueron vistas increíbles y lugares maravillosos, pero sigo en mi posición de que la Torre Eiffel no tiene comparación.
Cómo el día anterior comimos en un sitio, está vez del barrio Montmartre. Tantos nombres exóticos me está volviendo loca.
Recorrimos también por calles comerciales como Campos Elíseos y Fue Royale. Habían tantas cosas preciosas, que quedé anonadada. Soy pobre, no me alcanza para llevármelo todo. Así que preferí comprar un recuerdito de París. Algo sencillito como una pulsera, que reflejaba el amor a París.
Y el cierre del día, con broche de oro. Fuimos al bar Danico.
Con todo y cruda entro bailando. Un nuevo club a conquistar. Me cuelo por el medio de la gente haciéndome notar.
¡Hoy va a ser una buena noche!
Los chicos van en busca de las bebidas. Mientras yo me quedo con las chicas, que parecen dormidas. No puedo con su poco sentido de la diversión.
Regresan todos, menos Aiden. Allá se visualiza hablando con una chica. Juro que mato al imbécil este. Keira antes parecida dormida, ahora parece más despierta que nunca y con ganas de llorar.
—Estoy muy cansada, me marcho —expresa Keira.
—¿Quieres que te acompañe? —inquiero.
—No Andrea, tranquila. Voy a descansar.
Keira se marcha y a la mierda la divertida noche. Sé que va a llorar, sé que se está sintiendo mal. Ella realmente se ha enamorado del ogrito, se lo puedo ver en los ojos. Mi amiga últimamente llevaba la vida más solitaria y aburrida que se podía llevar. Aiden revolucionó todo y yo creía que para bien, pero ver a Keira triste, eso me entristece a mí también.
—Lo que me queda para ir y patearle las bolas es que se de un beso —comento en alta voz para todos.
—Está actuando así por miedo, por no saber controlar todo lo que está sintiendo por Keira —expresa Liam.
—Si realmente sintiera algo por ella no la haría sufrir de esta forma —interviene Gabi.
—Enana, conoces a Aiden, el hombre más solitario del mundo. Está experimentando cosas nuevas, debemos nosotros y sobre todo Keira tenerle paciencia.
El imbécil de Aiden parece ser el único que pasó la noche de puta madre. Nosotros nos fuimos temprano, al parecer hoy no era día de caza.
En mi cama, debatiéndome si tocar la puerta de Keira o no para ver cómo estaba, el teléfono empieza a sonar.
Enzo.
—Lo siento cariño, hoy no te toca —expreso en alta voz.
Vuelve a insistir dos veces más y yo sigo ignorándolo por completo.
Hoy partiríamos a San Francisco. Independientemente de los contratiempos fue un planazo venir aquí.
Me levanto rápidamente y sin nisiquiera arreglarme corro al cuarto de mi mejor amiga.
—Keira Buckett el enemigo se enfrenta, no se huye de él —protesto mientras me lanzo sobre su cama.
—No pude aguantar verlo tan a gusto con esa chica. Tengo que admitirlo —expresa acostándose a mi lado.
Estamos una al lado de la otra mirando al techo.
—Enamorarse es una mierda, cuántas veces no te lo he repetido, hasta el cansancio.
—Andrea no es algo que podamos controlar. Cuando llegue alguien que te remueva el piso y te entregue un mundo de placeres, no solo en la cama, verás que no te podrás contener a nada y esa no contención, te llevará a esto, estar enamorada.
—No me va a pasar. Huiré antes —declaro.
—No podrás huir Andrea Anderson. Y aunque puedas, no lo harás.
—Por eso yo nunca practico la monogamia —expongo.
—Mantener sexo con una persona solamente, tiene sus puntos buenos —comenta la psicóloga en sexualidad Buckett.
—¿Cuáles serían esos psicóloga? —indago.
—Esa persona logra encontrar tus puntos exactos, los que más te gustan. Tiene tiempo de estudiarte y saber dónde pierdes el norte, dónde no puedes controlarte.
—Yo sé exactamente mis puntos de perdición. Los tomo a ellos como objetos de mi placer.
—El que tiene sexo contigo varias veces, si se dedicó a analizarte, además de su placer, va a conocer esos puntos aún mejor.
La conversación con Keira, más que ayudarla me hizo hundirme a mí también. Ahora estamos perdidas ambas.
Estoy asustada la verdad. Si esas palabras que antes me dijo Keira son ciertas, Enzo tiene mi cuerpo conquistado. Y no, no puedo volver a rendirme a alguien, no quiero probar nuevamente la amargura de una decepción o rozar el sufrimiento.
La hora del almuerzo se pasó en silencio. ¿Qué carajos le pasa a este grupo? ¿Dónde están nuestras risas? ¿Por qué nadie bromea?.
Gracias a Dios llegó la hora de partir. El ambiente ya se estaba volviendo pesado. No le meto un carterazo a Aiden porque respeto mi bolso, pero ganas sobraron.
Ya en el avión de vuelta recibo un mensaje de Enzo.
¿No me vas a contestar?
Lo sigo ignorando rotundamente.
Te espero en tu departamento.
¡Qué mierda! ¡El cruza un estado a otro como si fuese ir a Central Park!
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