Capítulo 1: ¿Qué esta pasando?
El sonido de las teclas de computadora era lo único que se escuchaba en la habitación, en ocasiones era acompañado por el suave sorbo de una bebida caliente llena de cafeína y pequeñas maldiciones a causa de lo estresante que era realizar el trabajo escolar. La tenue luz blanca de la pantalla ya había cansado sus ojos dorados, así que el joven universitario dio por terminado su trabajo para poder descansar, lo guardo, realizo una copia en la nube y cerro la computadora para colocarla sobre la mesa de noche, encendiendo la luz de la lámpara para ver con más claridad su entorno.
Su habitación era un desastre.
Un gruñido de odio salió desde su garganta antes de llevar su mano derecha a sus ojos para tratar de acostumbrarlos a su nuevo entorno nocturno. Debería de levantarse y limpiar su habitación, pero los deseos de mandar todo al infierno y acostarse para dormir estaban ganando sobre sus deberes, en especial porque eran las tres de la mañana y debería de levantarse a las siete en punto. Un sonido suave escapo de sus labios mientras comprobaba que acción podría traer peores consecuencias, así que una vez gano el irse a dormir, sonrío para quitarse el listo rojo de su cabello negro, dejando que sus mechones fueran guiados por la gravedad mientras se acomodaba en su cama. Vildred estiro su mano hacia la lámpara azul marino y pantalla blanca, dispuesto a apagar la luz, cuando sus ojos dorados captaron como una camiseta suya empezó a moverse por el suelo.
Vildred sintió que su corazón se detuvo por un segundo, las historia de terror que le narraba su madre cuando no quería limpiar su habitación volviendo a su memoria. Se quedo quieto, observando como su camiseta se movía en pequeños tramos. Respiro hondo y decidió estirar su mano para sujetar su camiseta y alzarla cuando paso cerca de la cama. El alivio que sintio fue mostrado con un suspiro.
—¿Querías matarme? —Pregunto Vildred con una risa, sus ojos dorados viendo al pequeño conejo blanco de mirada azul que movía su cabeza a los lados— Espera... ¿has estado debajo de mi uniforme desde qué llegue del trabajo?
El conejo alzo su vista hacia donde escuchaba la voz de su dueño, moviendo su pequeña nariz de forma constante, como si tuviera comezón. Vildred tomo eso como un sí, obligándolo a levantarse de su cómoda cama para realizar su papel de buen dueño.
—Ven aquí Ras —Pidió Vildred estirando sus manos para cargar al pequeño conejo y apoyarlo contra su pecho para acariciar su pequeña cabecita con cuidado— Amo que seas silencioso, porque me dejas hacer mi tarea en calma, pero a veces eso me preocupa
El conejito solo empezó a lamer de forma tierna el brazo de Vildred, provocando una risa risueña en su dueño, el cual lo dejo sobre la cama para que estuviera lejos del desorden y no sufriera más daños, como volver a quedar enterrado en la ropa. Vildred tomo de nuevo su listón y ato su cabello en su típica coleta alta mientras avanzaba al interruptor de la pared, encendió la luz con un movimiento flojo antes de comenzar a recoger su ropa sucia del suelo y lanzar sus zapatos debajo de la cama, esos los guardaría mañana, la prioridad era recoger su ropa. Ras solo observaba a su dueño desde la seguridad de la cama, moviendo ligeramente su nariz antes de comenzar a dar pequeños saltos para avanzar hacia las almohadas y subirse sobre una, para Ras era raro ver a su dueño limpiar la habitación a mitad de la noche, pero no se quejaba.
Después de casi media hora, Vildred logro apreciar el orden en su habitación, solo debía de ignorar la cesta llena de ropa. Mañana lavaría su ropa y limpiaría el piso como se debe, ahora mismo quería dormir. Arrastrando los pies volvió a su cama, dejándose caer de espaldas para sentir la suavidad del colchón, un suave rechinido acompañando su acción a causa de los resortes. Cerro sus ojos dispuesto a dormir, hasta que sintió una especie de pelusa sobre su brazo izquierdo, con pereza abrió el ojo de ese lado, observando a su conejito hacerse un espacio entre su tórax y brazo para dormir a su lado. Vildred dejo ir una suave risa y cerro su ojo de nuevo. Ras era un conejo único.
Aun recordaba como el pequeño Ras llego a su vida. Era su primer año universitario y su madre fue a visitarle, diciéndole que estaba preocupada por su alimentación ahora que vivía lejos de casa. No hace falta decir que apenas su madre entro a la casa, Vildred fue regañado por el estado pobre de la misma y su refrigerador vació. Por alguna extraña razón, su madre le dijo que la mejor solución para que tuviera una vida organizada era tener una compañía animal. Hasta el día de hoy se preguntaba de donde su madre saco esa idea.
¿Tener una mascota cuando apenas tenia tiempo de tener vida propia?
¿Estaba loca?
Bueno, su madre si estaba un poco loca, pero en el buen sentido, una muestra de eso era que ella quería que él se hiciera cargo de otro ser vivo. Sin agregarle que él no era muy fanático de los animales. No los odiaba, pero era una responsabilidad que él no deseaba tener, como los niños. Admiraba a las personas que podían cuidar a las mascotas y a los niños, pero eso no indicaba que él quisiera tener ese deber. Se lo dijo a su madre y se negó a ser un dueño, tristemente, cuando se percato de su entorno, ya estaba en una tienda de mascotas junto a su madre.
Vildred no compro ninguna mascota. Los perros eran muy ruidosos, los gatos unos ingratos, los peces le daban cierto asco, a causa de tener que cambiarles el agua, las aves eran ruidosas y traían enfermedades, y cuando quiso comprar una serpiente; porque se acordó que su hermano mayor tenia seis y no parecían ser molestas; su madre se lo prohibió, diciendo que Vildred era demasiado irresponsable para tener una serpiente. Así que volvió al punto de partida, sin una mascota para organizar su vida como su madre justifico la compañía de una mascota. Ambos peli negros salieron de la tienda, caminando por las calles pintadas de naranja por los rayos del sol. Realmente Vildred pensó que se había salvado, pero no contaba con encontrarse a una niña regalando conejos a mitad de su camino.
Un leve dolor imaginario se hizo presente en la muñeca de Vildred al recordar como su madre le sujeto y lo arrastro hacia donde estaba la caja de cartón con los pequeños roedores blancos; Lo admitía, en un principio pensaba que los conejos y los ratones eran lo mismo, pero estaba muy equivocado; recordaba aun la cantidad de conejos que había dentro de la caja, doce para ser exactos, todos de pelaje blanco, aunque algunos tenían manchas negras, lo que más sobre salía de todos, eran sus ojos rubí. No iba a negarlo, eso le dio miedo, parecía que en cualquier momento les saldrían colmillos y saltarían sobre él. Sus ojos dorados recorrieron a todos los conejos con cuidado, su madre aun sujetándolo para evitar que escapara, una señal silenciosa que debía de escoger uno. Su mirada se poso en un conejo de pelaje totalmente blanco, era más pequeño que los demás y se encontraba en una esquina. Vildred ladeo su cabeza viéndolo con atención, el conejito sintió su mirada y alzo su vista para verlo.
Vildred jamás había visto un par de ojos azules tan brillantes y puros, sin mencionar únicos por la tonalidad violeta que tenían en la parte superior. Eran inconfundibles.
—Y pensar que mamá tenia razón, una mascota ayuda a mantener todo en orden —Murmuro Vildred con voz cansada, sus ojos aun cerrados a causa del cansancio que invadía su cuerpo a cada segundo. No paso mucho después de decir aquellas palabras para que fuera llevado al reino de Morfeo.
Ras observo atentamente a su dueño, sus respiraciones pausadas indicándole que estaba dormido y no iba a despertar aunque la tierra temblara. El conejito salió de su cómodo lugar, dando saltitos cerca del rostro de su dueño para acercarse y olfatearlo un poco, quería comprobar que seguía vivo, a pesar de verlo respirar. Asintió en aprobación antes de acercarse al listón de cabello y morder la punta para empezar a tirar de este, logrando desatarlo para que su dueño durmiera más cómodo, ya había visto como Vildred se quejaba en la mañana por no haber desatado su cabello. Ras asintió de nuevo, dando saltos a su lugar favorito, entre el brazo y el pecho de Vildred, bajando sus orejas para dormir en paz.
Solo era otra noche normal en la vida del dueño universitario y el conejito blanco de raros ojos azules.
Pobres, no sabían que esta seria su última noche normal.
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El sol entro por la ventana sin permiso alguno, sus rayos iluminando el rostro de un agotado Vildred que deseaba morir. Alzo su brazo izquierdo para cubrir sus ojos, un intento inutil para volver al mundo de los sueños. Gruño con fastidio antes de quitar y usar la palma de su mano como protector para poder abrir sus ojos y no lastimarlos con el sol, el cansancio estaba pintando en estos.
—Última vez que hago eso —Hizo una promesa falsa antes de tomar una posición sentada en la cama, la sabana blanca deslizándose hacia abajo de forma lenta a causa de su acción, ni siquiera recordaba en que momento se cubrió. Bostezo y estiro sus brazos hacia arriba, entrelazando sus dedos para lograr un tronido placentero en sus huesos— Un momento... ¿qué horas son?
La preocupación hizo presencia en su voz al enterrarse que el sol lo había despertado en vez del despertador. Llegaría tarde otra vez a la universidad. Volteo hacia la mesa de noche para descubrir la hora, pero sus ojos se detuvieron en su compañero de cama. Vildred sintió que su sangre se congelo al no ver a su conejito blanco, en su lugar se encontró con un joven de cabellos blancos y piel blanca, el cual dormía plácidamente a su lado, la sabana apenas cubriendo lo necesario, ya que dejaba al descubierto su pecho levemente trabajado. Las mejillas de Vildred se encendieron, pero por inercia se alejo del durmiente, tristemente, olvido que estaba cerca de la orilla de la cama, por lo cual su huida termino en el frio suelo acompañado de un sonido fuerte.
Vildred dejo ir un quejido de dolor antes de tomar asiento en el piso, cruzando sus piernas en mariposa para llevar su mano derecha hacia su nuca y acariciarla de forma suave. Considero por unos segundos poner alfombra, no era la primera vez que tenia ese tipo de golpes, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir que era observado y alzo su vista a la cama. Su mirada dorada se cruzo con una mirada azul brillante, en la que resaltaban una tonalidad violeta en la zona superior del orbe. El chico de cabellos blancos asomaba la mitad de su cabeza por la orilla de la cama.
—"Esa mirada, ya la he visto antes" —Su mente trato de buscar una coincidencia con sus compañeros de clase o laborales, pero ninguno tenia esa mezcla de colores tan especial y único.
—Otra vez se cayó —Murmuro el chico desconocido viendo fijamente a Vildred, parpadeo una vez antes de volver de nuevo a la comodidad de la cama. Vildred ladeo su cabeza confundido, ahora estaba más confundido.
—¿Otra vez? —Pregunto Vildred ante sus palabras, alzando una ceja ante la confusión. ¿Ese chico ya lo había visto caerse antes?
¿Era un acosador?
¿Un invasor?
¿Huésped no deseado?
—¡¿Quién mierda eres?! —Grito Vildred poniéndose de pie, observando atentamente al joven de cabellos blancos que intentaba volver a dormir, la sabana se se recorrido un poco, lo cual causo un leve sonrojo en Vildred al darse cuenta de ese pequeño detalle.
El chico blanco se quedo en silencio y con un rostro imperturbable mientras mantenía sus ojos cerrados, levantando uno de sus parpados al sentir la mirada fija de su dueño en él. Vildred se veía levemente molesto y con temperatura, o eso le decía sus mejillas carmesí. El chico tomo asiento, volteando a ver a su espalda antes de ver hacia delante para ver a su dueño. Vildred se pregunto seriamente si el chico estaba loco, o él era el loco aquí.
—¿Estará hablando conmigo? —Murmuro el chico para si mismo observando a Vildred fijamente y frunciendo levemente sus cejas— No, no esta usando ese tono dulce.
—¡Estoy hablando contigo, ¿y de qué tono dulce hablas?! —Grito Vildred observando atentamente al peli blanco, el cual abrió sus ojos asustado ante su voz alzada y molesta.
—¿Me entendiste? —Pregunto el chico antes de alzar una de sus manos a su boca para cubrirla, la emoción pintando sus ojos ahora libres de cualquier pizca de cansancio. Parpadeo confundido, antes de bajar su vista a su mano ante el extraño tacto y abrir aun más sus ojos: el miedo ahora presente. Empezó a revisarse así mismo con la vista, descubriendo que abandono su apariencia de siempre y era más grande. Incluso detuvo su mirada en su mano derecha, moviendo sus dedos y abriéndolos entre ellos para comprobar su existencia.
—Llamare a la policía —Murmuro Vildred para si mismo, avanzando hacia la mesa de noche para tomar su celular, sin embargo, el chico salió de su asombro para estirarse y sujetar la muñeca de Vildred con ambas manos para evitar que tomara el celular—¿Qué?
—¡No lo hagas Vildred! —Grito el chico observando al mayor atentamente, sus ojos azules con violeta brillando de un tenue blanco.
—¡¿Cómo demonios sabes mi nombre?! —Grito Vildred viendo fijamente al chico, procurando solo ver su rostro al haber quedado la sabana en el olvido.
—Tu me lo dijiste, cuando me adoptaste y me trajiste aquí —La voz del chico era alta, pero no llegaba al grado de grito, sin embargo, se podía sentir como deseaba gritar "Tienes que creerme".
Vildred observo al chico atentamente, observándolo directamente a los ojos con una mueca confundida. No entendía nada se lo que sucedía, ¿adoptar a un chico?, ¿adoptarlo a él? Jamás hizo algo como eso, ni siquiera lo conocía. La imagen de su tierno conejito apareció en su mente, obligándolo a buscarlo con la vista. Era raro que Ras no estuviera presente, durmió con él anoche, además, siempre que hay personas en la casa, Ras tenia la costumbre de pegarse a él y no dejarlo solo.
—¿Qué le hiciste a mi conejo? —Pregunto Vildred acusando al peli blanco con la mirada, era la única posibilidad que cruzaba por su mente al no ver a su lindo conejito blanco.
—Soy yo —Dijo el chico observando a Vildred fijamente, parecía que estaba al borde de un colapso nervioso— Soy Ras, tu conejito blanco.
Vildred abrió ligeramente sus ojos, pensando seriamente que ese chico estaba demente y se escapo de un manicomio; ahora más que nunca quería llamar a la policía; sin embargo, sus ojos dorados se posaron una vez más en los orbes del contrario, apreciando ese contraste de color tan único y bello.
—"Igual que los ojos de Ras" —Fueron los pensamientos de Vildred antes de abrir sus ojos ante el shock y dejar de intentar tomar su celular. Sus manos viajaron al rostro del contrario para sostenerlo con suavidad por sus mejillas, acercando su rostro al contrario para comprobar que no estaba siendo engañado por lentes de contacto— ¿Ras? Pero... ¿Qué sucedió? ¿Cómo es posible esto?
Realmente este chico extraño era su adorable conejito blanco... y no estaba usando nada de ropa.
Las mejillas de Vildred se calentaron aun más al recordar la desnudez de su compañero, tomando la sabana blanca para cubrir a Ras y envolverlo como si fuera un rollo. Ras solo parpadeo confundido ante su acción, más uso sus nuevas manos para sujetar la sabana y evitar perderla. Vildred le observo unos segundos, a causa de tener la ventana a sus espaldas, los rayos de sol podían entrar y aun traslucir levemente la sabana y mostrar el contorno del cuerpo de Ras. Vildred desvió su mirada y cerro sus ojos pensativo, caminando hacia donde recordaba que estaba la ventana para cerrar las cortinas, al mismo tiempo intentaba apartar todos los pensamientos impuros de su mente. Dio media vuelta y observo a Ras, el cual se había sentado en la orilla de la cama para mover sus pies en el aire mientras le observaba. Ahora Vildred podía apreciar que seguía siendo el más alto de los dos.
—Te buscare algo de ropa —Dijo Vildred avanzando hacia su closet, abriendo sus puertas para empezar a buscar alguna camiseta pequeña y pantalones que podria usar Ras. Agradecía que fuera de contextura más pequeña, ya que así no tendría que salir a comprar ropa. Tomo una camiseta negra de manga corta, un pantalón de mezclilla azul marino y unos boxes, en este momento se alegraba que su madre le mandaba ropa nueva cada mes— ¿Por qué me miras tan fijamente?
No necesitaba voltear para saber que los ojos de Ras estaban sobre él, podía sentir como su mirada fija quemaba parte de cuerpo y era incomodo.
—Lo siento —Se disculpo Ras desviando su mirada a sus propios pies, colocándolos uno encima del otro. Vildred suspiro y se acerco a él para extenderle la ropa, obligando a Ras a alzar su vista de nuevo y tomarla— Ponte esto, te quedara algo grande, pero es temporal mientras te compro ropa.
—Es la ropa que le mando su madre hace días —Dijo Ras alzando su vista a su dueño con cierto asombro— ¿Puedo usarla?
—Si —Asintió Vildred algo confundido por su actitud— Estaré en la cocina si me necesitas
Con esas últimas palabras, Vildred avanzo a la puerta para salir y darle privacidad a Ras, pero su mente aun seguía tratando de darle sentido a lo sucedido.
¿Cómo era posible que de la noche a la mañana su lindo conejito se volviera en un adorable humano?
¡Ni siquiera había pasado una noche completa, solo fueron unas horas!
Espera...
¿Adorable humano?
—Ya no debo de desvelarme —Dijo Vildred empezando a creer que estaba perdiendo la razón. Soltó un suspiro antes de abrir su refrigerador y sacar la leche, haciendo una nota mental de que debería de ir al supermercado más tarde, ahora debía de comprar comida para dos personas— Si se hubiera vuelto en humano antes de pedir sus pellets hubiera sido asombroso.
No era que Vildred odiara comprar comida de conejito, pero ahora ese alimento era inservible para ellos. Ras era un humano ahora, no podía comer comida de conejito y nadie le devolvería su dinero. Soltó un suspiro pesado cerrando el refrigerador para ir a la alacena a buscar dos tazones y cucharas, no tenia ánimos para cocinar, así que comerían cereal para el desayuno.
—Ya se tardo —Dijo Vildred al haber terminado de preparar el cereal, alzando su vista para ver el pasillo, no escuchaba ni siquiera pasos acercarse a donde estaba. Dejo las cucharas sumergidas en el cereal y comenzó a caminar de nuevo hacia su habitación a paso veloz— ¿Ras?
Llamo por su nombre a su compañero, tomando la perilla para abrirla y ver a un Ras vestido sentado en el suelo comiendo sus pellets con calma. Vildred no sabia que decir o pensar al respecto, pero aprovecho este extraño momento para ver que Ras estaba casi nadando en su ropa, esto era fácil de apreciar porque podía ver claramente el hombro de Ras por el cuello de la camiseta.
—¡No comas eso! —Exclamó Vildred acercándose a Ras en cuanto reacciono en lo que el menor estaba comiendo. Ahora entendía porque Ras no fue a la cocina. Ras se encogió ante el grito, dejando que Vildred le quitara su comida. Una punzada de culpa apareció en Vildred ante la reacción de Ras— Lo siento Ras, no quise gritarte, pero no puedes seguir comiendo pellets, eres un humano ahora.
Ras quería decir algo en defensa para seguir comiendo sus pellets, pero solo asintió con la cabeza. No quería desobedecer a Vildred, era su amado dueño y él sabia lo que era mejor.
—Ven, vamos a la cocina a desayunar —Una sonrisa cálida apareció en el rostro de Vildred mientras le extendía su mano a Ras, el cual la vio pensativo antes de estirar su mano y tomarla. Con un suave tirón, Vildred ayudo a Ras a estar de pie.
Ras llevo por inercia una mano a la cintura del pantalón, evitando que cayeran al suelo. Vildred solo le observo en silencio antes de soltar su mano y avanzar al closet para buscar un cinturón. Después del desayuno debería de llevar a Ras a comprar ropa de su talla, pero este último parecía muy feliz usando la ropa de su dueño, a pesar de los problemas visibles.
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