Hay algunas personas que en todo momento irradian alegría por cada poro de su piel y hay otro tipo de personas que causan temor por los gestos serios que tienen sus rostros la mayor parte de el tiempo, por esto es fácil dejarse guiar por las apariencias y decidir quién es bueno o malo sin haber entrado de lleno en su vida o simplemente haber tenido una conversación con esa persona. Hace un tiempo, cuando conocí a Olimpia, pensé que ella era una chica de lo más antipática, pensé que su vida eran solo los libros y que fuera de eso nada más se robaba su atención, incluso llegué a pensar que era una mala persona por su seriedad y el fastidio implícito en su rostro, pero ahora que he llegado a conocerla un poco mejor puedo decir que todas esas afirmaciones estaban absolutamente equivocadas... Ella es una chica genial.

La próxima semana es mi cumpleaños -dije sonriente mientras caminábamos hacia su casa-

Oh, fantástico -sonrió de vuelta- ¿Harás una fiesta?

Pensaba hacer una, pero creo que prefiero hacer otra cosa -la rubia me miró interrogante-

¿Que otra cosa? -cuestiono curiosa-

Un viaje -admití- mis padres tienen una casa en la mitad de el bosque a las afueras de la cuidad, la usamos cuando vamos a "acampar" y pensé que podríamos ir a pasar unos días...

Pues suena divertido -afirmo sonriente- ¿A quienes vas a invitar?

A Laia, a Mat, supongo que Paula va a querer ir con nosotros, también pensaba en invitar a Emma y a Alessandro -suspire- obviamente tú también estás invitada

¿Te sentirás bien de tener ahí a Emma y a su novio? -enarco una ceja- no es que no quiera que vaya, pero creo que es muy pronto como para darte un golpe de realidad tan fuerte

Ella es mi amiga, lejos de lo que aún siento por ella sé que me quiere y sería malo de mi parte no invitarla si voy a invitar a todos los demás -la rubia asintió pensativa-

Alessandro no te cae bien... -me recordó- a nadie más que a Emma le cae bien de hecho

Lo sé, pero si el está ahí será una razón más para mantenerme alejada de ella ¿No crees? -sonreí-

Suena correcto -devolvió la sonrisa-

Entonces... ¿Vendrás? -pregunte dándole un ligero golpe en el brazo con mi hombro-

Tengo que pedir permiso, pero supongo que no me van a decir que no -me miró efímeramente- ¿Que haremos allá?

No sé, ya veremos qué se nos ocurre -se quedó pensando un momento-

Deberías organizar las cosas antes de que nos vayamos... -dijo en un susurro-

No creo que todo tenga que ser tan organizado, algunas veces es mejor solo dejarse llevar y divertirse -admití desinteresada-

Pensé que te gustaban las reglas... -me encogí de hombros-

Me gusta poner reglas cuando la situación lo amerita, cuando no son necesarias no veo por qué ponerlas -asintió ligeramente-

El resto de el camino transcurrió en silencio, cuando estuvimos frente a su casa ella me miró y yo la mire a ella... Extrañamente me quedé perdida en sus brillantes orbes.

Mañana es mi turno de ir a recogerte ¿Si? -negué con la cabeza- ¿Por qué no?

Soy en extremo caballerosa y me gusta escoltar a mi dama a su institución educativa -dije con fingida elegancia-

¿Institución educativa? -cuestiono confundida- ¿Quien en este siglo le dice así?

Las chicas caballerosas -afirme-

¿Y de verdad tenías que llamarme dama? -asentí divertida- eres una chica extraña

Lo dice la nerd -rode los ojos-

Por eso es peor, que alguien común te diga que eres extraña puede no ser grave, pero que una nerd te diga que eres extraña dice mucho de que tan extraña eres -explico- 

No puedo argumentar nada ante esa lógica -ella rio divertida-

¿Por qué no te quedas a comer conmigo? No creo que a mamá le moleste -sonrió-

¿De verdad? -asintió-

Y podemos hacer la tarea juntas -dijo alegremente-

Pues eso estaría genial -admití-

Vamos -me tomo de la mano y me dirigió a su casa-

Sacó su llave y abrió la puerta dejándome a mi entrar primero, me tomé un instante para observar su casa... Está pintada de color beige, tiene muebles blancos y lo que más destaca son los muchos cuadros y fotografías que adornan casi cada espació de este lugar.

¿Olimpia, eres tú? -cuestiono una voz femenina-

Si, mamá -me indicó dónde podía dejar mi mochila- traje visitas...

¡Hola, Emma! -dijo la señora-

No es Emma, mamá -suspiro-

De pronto apareció en mi campo de visión la señora que es fiel retrato de su hija.

Oh, lo siento -se disculpó con una sonrisa dulce- creo que no te conozco...

Es Alba, la capitana de el equipo de porristas de mi escuela -su madre me miró con sorpresa y luego miro a su hija con una enorme sonrisa-

¿Es la chica que te gusta? ¿Son novias? -pregunto de pronto y yo no supe que responder a eso-

¡Mamá! -grito avergonzada- no es la chica que me gusta y no, no somos novias... Solo somos amigas -afirmo entre dientes-

¿Te vas a quedar a comer? -me pregunto ignorando el momento de hace unos segundos-

Pues si no es mucha molestia -dije avergonzada-

No lo es, cariño -sonrió- suban a hacer sus cosas de adolescentes y las llamaré cuando esté lista la comida...

Más tardo en decir eso que Olimpia en sacarme a punta de jalones de la estancia y tirar de mi escaleras arriba, cuando estuvimos dentro de la que pienso es su habitación ella soltó un enorme suspiró y me miro con vergüenza.

Lo siento, mi madre puede ser una tanto... peculiar -dijo nerviosa-

No importa -sonreí- es raro que haya pensado que soy la chica que te gusta -admití-

Si... muy raro -se tiro sobre su cama mirando hacia el techo y opte por imitarla quedando a su lado- ¿Quieres empezar a hacer tarea? -negué- ¿Ya les avisaste a tus padres que te quedarás aquí un rato?

Solo es cuestión de enviarle mensaje a mi mamá -admití sonriente-

Me recosté de lado para poder mirarla y ella en ese momento hizo lo mismo que yo, quedamos frente a frente una con la otra... Fue inevitable no perderme en su bonito rostro, en sus ojos verdes, sus pestañas espesas, su piel blanquecina, sus rizos rubios y en esos labios sonrosados que incitan a mandar al carajo nuestro acuerdo y besarlos.