❍ Parte Dos: Liberados ❍
❍ Liberando emociones... ❍
Mi jefe siempre está gruñón, es una realidad que parece distorsionarse con cada minuto que pasamos encerrados en el ascensor de la pastelería. Es como si la persona sentada a mi lado fuese otra persona, una más dinámica, fresco y liberada.
Ya son más de las once de la noche del domingo, lo que significa que han transcurrido unas cinco horas y en todo este tiempo hemos estado hablando de lo irónico que es todo esto, sobre cómo es que a Manrique se la olvidado el celular en el mostrador y a mí recargarle la renta al mío.
También hemos tratando algunos temas laborales, como el hecho de que a Dylan, el pastelero, está intentando nuevas creaciones sacadas de películas de Harry Potter o de series japonesas.
—Tengo que admitir que su versión gordita de Pikachu con glaseado de piña es delicioso —admite Manrique con una suave sonrisa en sus labios.
—¿Verdad que sí? Y el relleno de chocolate, uff —secundo recordando el pastelito—. Está para volarte la cabeza.
—Sí, ha sido un gran acierto lo del relleno.
—Sí, por eso le dije que intentara de otros sabores también —expongo—. La señora Vicenta me comentó que si podríamos llegarlos hacer más pequeños para pasapalos o meriendas serían ideales para los niños. Y lo cierto es que necesitamos más dulces pequeños y venderlos en combos. ¡Oh! Se podría reducir un poco el precio de las donas rellanas si se hacen más pequeñas y con menos glaseado de chocolate artificial —Niego con la mano al recordar el sabor—. Creo que deberíamos evitarlo a futuro, sabe horrible.
—Puedo ver lo atento que eres, Gio —dice Manrique.
Mis mejillas se sienten otra vez calientes, sonrió avergonzado.
—Me dejo llevar con facilidad —menciono evitando su mirada apacible.
«No estoy para nada acostumbrado a verlo tan amable».
—Giovanny —pronuncia mi nombre, ahora no con indiferencia o fastidio, sino con un tono más suave y amigable.
«¡Ah, no sigas siendo así!».
—Me alegra que trabajes aquí, conmigo.
Su voz y sus palabras resuenan en mi mente una y otra vez. No puedo evitar sonreír y reírme de la dicha que siento al escucharlo decir las palabras que no sabía que necesitaba, pero me encantan.
—Y a mí me encantan trabajar contigo —suelto. Me alarmo un poco por la familiaridad y carraspeo—. Di-digo, con ustedes, en la pastelería. Su pastelería. O sea, con usted en la pastelería, jefe.
Me muerdo la lengua y tapo mi rostro con mis manos. Estoy empezando a meter la pata, ¡qué horror!
Lo veo entre los dedos, negar con la cabeza, divertido, golpea su hombro con el mío.
—Tranquilo, Gio. Puedes empezar a tutearme —responde. Ladeo el rostro, desconfiado—. Ya estás por cumplir el año, va siendo momento que no me mires como un ogro feroz. No soy tan... malo.
Enarco una ceja.
—¿Está seguro? Porque creo que usted es la misma persona que me regaña cada mañana porque el café que le sirvo no está lo suficientemente caliente, o porque soy muy lento con las ordenes los viernes, o porque tardo mucho en cerrar cuando aún hay clientes indecisos —enlista algunas cositas que recuerdo de su temperamento antipático.
Él deja de sonreír, se acomoda en su lugar, se acomoda la camisa que ya ha abierto gran parte de sus botones, dejando a la vista el pecho firme que seguro ha de mantener con mucho, mucho ejercicio. Trago grueso y desvió mi atención de su cuerpo. ¡Eso no es bueno!
—Discúlpame por eso, Gio. No es mi intención ser tan...
—¿Gruñón? —le ofrezco.
—Exigente —utiliza en su lugar, mirándome—. Es solo que este lugar es mi primer negocio propio. Quiero que todo sea perfecto, ¿sabes?
Asiento una vez.
—Lo entiendo. Y tienes que saber que estás haciendo un trabajo excelente como superior, en serio.
—Gracias —responde en un susurro—. Significa mucho para mí que pienses eso, Gio.
Okey, puede que solo sean cosas mías, pero desde hace un buen rato estoy sintiendo que él, Manrique, está mencionado de manera muy dulce mi nombre. ¿Eso es normal cuando has logrado pasar la barrera jerárquica con un superior?
Cuando nuestros ojos se encuentran, se quedan enganchados. Ya no percibo molestia o incomodidad en ellos, sino una calidez que no sabía que podía transmitir. El vapor que emiten nuestros cuerpos parece haber alcanzado una temperatura tan agradable, aún distingo el hipnótico aroma de su perfume y más que marearme, como suele hacerlo, me relaja.
Esa sonrisa matadora vuelve a apoderarse de sus labios y por instante creo que todo se nubla.
No puedo asegurar quien ha el primero en acercarse, solo tengo claro que en un instante estaba viéndolo a él y él a mí, para posteriormente sentir el contacto más dulce y cálido sobre mis labios.
Me toma un segundo, o quizás menos, antes de captar que se trataban de los suyos. Solo es un roce, tan leve como una brisa. Se aleja un poco y su respiración choca con la mía y como si aliento me diera la fuerza que necesitaba, junto de nuevo nuestras bocas.
Solo que esta vez no es solo un roce, mi lengua acaricia sus labios y el me permite entrar, saboreando cada rincón de su cavidad. Sus manos se posicionan en mi cintura y me atraen a él, con un poco de maniobra de mi parte me sintiendo sobre sus piernas y profundizo más el beso.
Una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo, quemándome. Escucho quejidos a lo lejos y solo cuando una de mis manos incursiona sobre su pecho es que me doy cuenta que provienen de nosotros. Su piel tersa y caliente es mucho más suave de lo que imaginé.
El beso dura mucho tiempo, puede que hayan transcurrido siglos, milenios o eones antes de que se nos separemos y Manrique esconde su rostro en mi cuello, sin soltarme, sus fuertes brazos se han posicionado en mi cintura y no parece que tenga intención de alejarme.
Mis manos recorren su espalda y me quedo quieto. A la espera de qué dirá o cómo actuará a continuación.
Sin embargo, como he dicho, el silencio no es lo mío.
—¡Wow! —murmuro, acaricio su cabello desordenado.
Sus hombros se tensan un poco antes de escucharlo reír con soltura sobre mi hombro.
—Al menos ahora sé que no me detestabas por ser gay —suelto una de mis mayores preocupaciones. Manrique se aleja con el ceño fruncido—. ¿Qué? Yo pensé que eras así porque sabías que me gustan los hombres.
El niega con la cabeza un par de veces.
—Jamás me comportaría como idiota por tu orientación sexual, Gio —responde. Una de sus manos sube a mi mejilla, acariciándola—. Es solo que... —Toma aire antes de soltarlo—. Me pongo así cuando alguien me gusta.
Yo debo estar teniendo la cara más graciosa del mundo, porque él se ríe. La mano que estaba en mi cachete baja a mi barbilla y cierra mi boca. Su dedo pulgar roza mis labios, los cuales de seguro están hinchados por habernos besado por quien sabe cuánto tiempo.
Sigo pensando en sus palabras cuando noto algunos detalles que no había percibido antes. Él solía tener siempre un humor de perros cuando yo estaba trabajando y siendo amable con los clientes. Si es cierto que yo le gusto, de la manera romántica que creo que es, podría tener sentido que siempre me gruñera cuando le sonreía a mis compañeros varones o cuando entablaba conversaciones con los clientes masculinos.
No era antipatía o incomodidad lo que estaba expresando sino... ¡celos!
Oh, por Dios, ¡esto es tan cliché que cae en lo cursi y romántico!
Miro a Manrique, mi jefe gruñón, a pocos centímetros. Aún estoy sobre su regazo y su rostro sonrojado por la vergüenza, con los labios un poco hinchados y sus ojos de cachorrito perdido hacen que quiera comérmelo a besos.
Pero me freno en ello.
Tomo su rostro en mis manos. Se siente tan liberador poder entenderlo mejor. Nunca pensé que algún día alguien tan apuesto se me confesaría, pero no me quejo. ¡Ha sido el mejor accidente que me ha pasado en la vida!
—¿Giovanny?
«Oh, cierto, debo responder a su confesión».
Carraspeó y me enderezo un poco. Sus ojos marrones me ven expectantes, es como si realmente esperara una respuesta negativa, lo cual es hilarante luego del beso tan apasionado que nos estábamos dando hace unos momentos.
—Manrique —pronuncio su nombre, por primera vez en voz alta, sin ninguno título jerárquico. Lo veo tragar—. Yo realmente creo que deberías dejar de ser tan gruñón cuando estoy trabajando, ¿vale?
Él asiente.
—No porque sea gay significa que vaya a coquetear con todos los hombres —agrego con seriedad. Su frente se arruga, mi dedo índice se posiciona en el centro de sus cejas—. Deja de hacer esa cara, eso arruina tu bello rostro. ¡Te van a salir arrugas horrendas! Y, no es que sea superficial, pero no me gustaría que mi novio se vea como una pasa siendo tan joven, ¿okey?
Manrique deja de fruncir y asiente. Cuando comprende el significado de mis palabras y una gran sonrisa invade su rostro.
—Novio, ¿eh? —se jacta.
—Por supuesto —confirmo—. Aunque tienes que saber, que no me gustan los hombres posesivos fuera de la cama, así que tienes que ser más agradable fuera de ella. Aunque no demasiado, puede que alguien más se dé cuenta que no eres tan gruñón y te quiera arrebatar de mí...
Se ríe y me rodea con sus brazos.
—Oh, Gio. Solo tú me vuelves loco —comenta y me besa la mejilla.
—Bien. Espero que eso se mantenga —Le devuelvo el beso, solo que en los labios.
Me levanto de su regazo y me siento a su lado, al igual que antes, solo que ahora entrelazando su mano con la mía.
Y por el resto de la noche, hablamos, reímos y dormimos un poco, con un poco menos de ropa —porque el calor del espacio se hace insoportable, por nada más, ¡ni loco tendría relaciones por primera vez con mi estrenado novio en un lugar así!—.
A la mañana siguiente, los gritos exasperantes de Marcus nos despiertan, quien ha llamado a los bomberos para sacarnos. Todo parece sacado de un sueño, pero cuando miro a mi jefe todo desordenado y regañando a nuestro salvador por haberse tardado tanto, su atención se fija en mí y me guiña un ojo y sé que estaremos bien.
Más que bien.
Esperemos que mi jefecito, ahora también mi novio, se digne a darme el reconocimiento como empleado. O será castigado y ahora que sé cómo cabrearlo, siento que mi trabajo será mucho más divertido.
F I N
Palabras: 1.784
Palabras Totales: 2.980
N/A: ¡Hola, mis queridos lectores!
Hasta aquí llega la historia de Gio y Manrique, por lo menos por ahora... ¡Nunca sabemos lo que nos deparará el futuro!
Ahora bien, la sección de preguntas:
¿Qué les ha parecido esta resolución? ¿Les ha gustado? ¿Han quedado con ganas de más?
¿Opiniones finales sobre Giovanny?
¿Qué me dicen de Manrique y su manera de actuar?
¿Les ha gustado la confesión?
¿Esperaban que sucediera algo más en el ascensor? (A ver, cuenten~)
Y lo más importante, ¿creen que Manrique le dará el reconocimiento a Gio?
Y si no fuera así, ¿qué creen que haría nuestro Giovanny?
¡Pueden dejar todas sus expectativas y/o teorías aquí en los comentarios, los estaré leyendo!
¡Espero que les haya gustado y de ser así, no se olviden de votar y comentar!
Los quiere siempre, Dorian.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro