Pervertida pero peligrosa
Una disculpa por la demora xD
He revisado el fic y creo que no va del todo bien, creó que no estoy mejorando y eso me pone sad, igual voy a seguirlo hasta terminarlo, aún que para ello no falta demasiado 7n7
Bueno, muchas gracias por los votos, comentarios y lecturas, me llenan de felicidad.
Ya vamos por 9k lecturas, no pensé llegar a tanto, este no es mi mejor fic, pero es bueno para divertirse un rato xD
Ya bye 😳
✴✴✴✴✴✴
Hinata estaba cansada, llevaba una semana encerrada en su tonta habitación, sin visitas, sin amigas, sin Naruto y sin fornicación.
Tomó su bolsa, metió un poco de maquillaje, un sexy traje, algunos consoladores de colores y condones, muchos y de muchos sabores, su favorito, el de limón, ideales para el calor.
Sacudió sus pechos en un seductor intento de acomodarlos en el sostén de encaje, el elegido para la ocasión, palmeó sus tetas saltarinas para que se quedasen tranquilas, que ella también estaba emocionada por ver a su amor, pero debían mantenerse todas dignas
De un tirón revisó si su diminuta tanga era resistente, vale, lo adecuado para llegar hasta la casita del placer y amor, allí donde su hombre del durazno tenía reposo.
Tomó su bolso, revisó un poco su peinado, era algo alborotado a fin de que nadie notase diferencias después del atracón, movió su diminuta falda que se iba un poco de lado, acarició sus largas medias y con paso seguro en tacos avanzó.
Cerca de la puerta vio a su muñeco, el de Naruto a tamaño real, le palmeó el trasero con una sonrisa traviesa, le dio en beso en los labios y suspiró cuándo lo vio con el pajarito chiflando por amor.
Menudo muñeco estaba hecho, literal.
Tomó una gran llave, de esas que usan los malandros para romper cadenas y candados. Abrió su puerta con toda violencia, lanzó la llave a algún lado y salió del lugar contoneando las caderas, pero apenas probó el suelo, dejó se sentirse una Shakira, quizá lo suyo no era la pasarela.
Llegó intancta hasta las escaleras, se detuvo cuando vio a su hermanita menor, tan bonita la niña con su traje de sargento, pero con tan mala suerte para toparse con Hinata con complejo de promiscuidad.
Vale, que estaba necesitada la mujer.
Hinata tomó el teléfono que estaba junto al florero, marcó con velocidad el número latente en su memoria: xxx-xxx-xx-xx pulsó el botón de llamada y esperó con una mirada malvada
—Komohamaru, seductor profesional o cualquier cosa con buena paga -respondió como operadora de teléfono de barbie-, ¿qué desea?
—Tu gordo trasero en mi puerta -respondió con seguridad Hinata, mientras un traje de maid sacaba-
—Soy ilegal -respondió limando sus uñas del otro lado de la línea-, pero depende de quién seas te puedo conseguir quién haga la chambita
—No quiero tu trasero para mi, sólo ven a la casa Hyuga, trae una cámara, y tiempo con discreción, busca en la habitación de dónde de lanzaron la última vez -caminó hacía la temblorosa Hanabi, llevaba el traje y una lía-, deja tu libreto barato de vampiro que brilla bajo el sol, esto no es crepúsculo y tu regalo no es Bella Swan, conformate con la llave debajo de la maceta, entra a la habitación, toma algunas fotos de la maid en la prisión, estará amordazada pero cuidado, muerde. Envíame las fotos por correo y te lanzas por la ventana de nuevo, dejas la cámara y pierdes tu trasero, no te quedes con ninguna copia porque lo sabré y te castrare
No esperó una respuesta y colgó, lanzó el teléfono que golpeó al mayordomo en la cabeza, con Hanabi vestida y amordazada, fue hasta la habitación de su pequeña hermana, la encerró en una jaula y le dio un beso en la frente, dejó a su víctima sentada, salió con fiereza y escondió una llave debajo de la maceta.
«Debiste seguirle la corriente al precoz de Konohamaru» -sacudió sus manos y volvió a su camino.
Avanzó hasta el sex room de la gran Hana Hyuga, allí dónde estaban los mas hermosos juguetes sexuales de colección, tomó un bonito vibrador de los paquetes del cajón que gritaban "nuevo" con letras neón, tomó algunas esposas y otro par de cosas, cerró de nuevo y caminó hasta las escaleras de servicio, misma dónde su padre esperaba, con una cinta de rambo mientras el recién recuperado mayordomo le untaba aceite de bebé en el brazo.
—Detente, bebé -le llamó el patriarca Hyuga-
—Es mejor que te retires, padre -dijo con seriedad-, no puedes ganar
—No hagas que me ponga rudo, bebé -tomó un lanza papas y apuntó a su hija-, no te va a gustar
—Es tu última oportunidad, papi -sonrió ladina preparando en su espalda una trampa mortal, bueno, no tanto-, rindete o me veré en la necesidad de mandarte hasta las puertas del infierno
—¡Voy a proteger tu flor! -gritó exasperado el mayor, llorando como magdalena-, ¡No tengo elección!
—No hay flor que proteger, ya deberías saberlo abuelo
—Con sus pequeñeces -levantó su meñique-, dudo que haya terminado su fechoría -recargó su arma dispuesto a disparar-, ¡y no soy tan viejo!
—Lo eres
Hinata avanzó a paso seguro, su padre disparó una y dos papas, las esquivó con destreza, ya sentía que estaba en Matrix, por eso sacó de su bolso un chaleco y unos lentes negros, si vas a hacer algo, que por favor sea completo, tan completo como su desfloramiento.
Sacó las esposas de su bolsa, tenían peluche, se preguntaba si las habían sacado de la utilería de aquél programa cómico, donde todo está peludo. Con destreza esposó las muñecas de su progenitor, le dio en el pie un pisotón y sin querer golpeó al mayordomo con un trapeador que, vaya a saber Dios de donde rayos salió.
Llevó a Hiashi Hyuga casi a rastras hasta la enorme puerta de caoba, porque la riqueza de un hombre se mide por la madera de su puerta, y Hiashi Hyuga era un gran hombre, uno de mucho varo, así como dice el mariguano.
Las puertas se abrieron con un extraño y tétrico rechinido, las máquinas de humo comenzaron a hacer ruido, trabajaban a marchas forzadas las desgraciadas. El olor a fresas llamó la atención del Hyuga mayor, que se relamio los labios e imploró por un poco de piedad, pero solo poca.
Hinata se adentró resonando sus pasos con tacón, moviendo sus caderas con estilo y precaución, pues ya había confirmado que el suelo no tiene muy buen sabor, frente a ellos estaba Satán, perdón, Hana, era Hana.
La mujer sonreía malvada, con un largo y hermoso vestido de seda, dejando en transparencias, sus partes mas buenas, esas que Hiashi tanto amaba, las benditas y adoradisimas tetas.
—Madre -saludó la menor con vehemencia-
—¿Tu padre te está molestando, princesa? -preguntó la mayor rodeada de luz y clemencia, que ángel tan mas bueno en la tierra-
—Sí -aceptó con un puchero, era tan sólo una niña buena-, no me deja ir dónde mi jardinero
—¡No dejaré que veas a ese violador! -gritó histérico el mayor-, ¡Debo proteger lo que queda de tu flor!
—Ya no hay flor -le aclaró su mujer, él solo lloró-, ¿necesitas algo con el jardinero? -preguntó con sorna la mayor-
—Voy a hablar sobre el abono de mi flor -se mordió los labios y puso cara de pervertida, Hana la miró con orgullo y asintió-
—Muy bien, puedes ir mi niña -secó una pequeña lágrima del: "crecen tan rápido" y cruzó sus piernas llamando la atención del hombre llorón-, lleva protección
—Lo haré, muchas gracias mami
En una reverencia se despidió, pero antes de cruzar la gran puerta recordó, su papi se las debía y se las pagaría, amenazar los coleccionables de su "culito de jardín" -como en sus delirios apodó a su amor- era jugar sucio, ella le mostraría que tanto podía mancharse, le enseñaría como enlodarse en el charco de la Maldad~
—Mami -dijo de espaldas y sonriendo con perversión-
—¿Qué pasa nena? -preguntó inocente la mujer sobre su esposo-
—Papi rompió tu nuevo vibrador gold con voz, sólo quería que supieras -dijo finalmente antes de cruzar la puerta-
Hana se levantó del abdomen de su marido, mismo que estaba amordazado hasta los huevecillos, una de sus cejas tembló con furia, deshizo el moño de su cabello y tiró su vestido lejos, se quedó de pie con un babydoll que dejaba muy poco a la imaginación, tronó sus dedos y una gran cama apareció a lo lejos, tomó de un brazo a su amado y lo arrastró lento
—Así que Hiashi ha sido un papi malo -contoneaba sus caderas y miraba de forma sucia al depuesto hombre-, creo que debo castigarte, es por tu bien, a-m-o-r~
—Creo que tienes razón -se resignó el hombre con todo el pesar de su corazón-, no hay mas opción
—Buen chico~
Hiashi sabía una cosa, ese vibrador él no lo rompió, ni siquiera lo conoció, pero vale, que si iban a castigarlo él no se negaría, al menos no cuándo a lo lejos miró un látigo y un pool, Hana le mostraría un par de cosas y él no se negaría a tomar nota.
Hinata sabía muy bien que ese no era castigo para su papá, pero vale, que el hombre ya estaba mayor y merecía un regalo, que lo viera como em adelanto del día del padre, además que era menos obstinado que el virgen de su hermano.
Hablando de hermanos vírgenes, el suyo estaba abajo, vistiendo como Jack Sparrow pero bailando como Michael Jackson al borde de un paro cardíaco y con Parkinson.
Neji estaba en medio de la sala, con el cabello enmarañado y mal trenzado, con frijoles en los dientes para ponerle mas realismo al ambiente, el mayordomo recién recuperado del último madrazo, en su mano tenía una charola y en ella la vieja brújula del loco tío Pablo.
La Hyuga se acomodó su bolso, se levantó suavemente su falda y se montó en el pequeño triciclo que bajo las escaleras le esperaba.
Activó la música de fondo, la mas macabra encontrada, selló puertas y ventanas e hizo la oscuridad, activó las máquinas de humo y empezó con su silbido, mientras montrada en su triciclo avanzaba.
Neji tuvo miedo, buscó a su alrededor pero a nadie vio, estaba seguro de una cosa, era el único de pie, la esperanza de la flor, la esperanza que seguro moriría, porque algo le decía que su hermanita ya no estaba de buen humor.
El sonido d triciclo lo alertó, igual o mas que los choques del tacón contra la madera recién pulida del salón, sus piernas temblaron y su tripita gruñó, la diarrea ya estaba en acción.
Bendito pañal de adulto que le robó al anciano de su papá.
La mujer apareció por debajo de las escaleras, de aquélla bodeguita protegida por si Harry Potter asilo decidía buscar, venía con cara de pocos amigos y una enorme mochila/bolsa de la que sobresalía un dildo.
Pensaba huir, correr por su vida, cambiar su nombre por el de Jhonny Deep y así nadie le reconocería, cortar su cabello un centímetro y quizá, solo quizá, comprarse un perrito. Sin embargo su mayordomo no pensaba igual, pues este le había caído encima, al menos eso creyó hasta que vio que en realidad Hinata lo arrolló con su pequeño triciclo.
Iba a emprender la huida pero desistió, no por gusto y no por morbo, mas bien porque ella lo impidió, en una sola vuelta que dio, lo amordazó de brazos y piernas mientras seguía en su mala interpretación de Saw.
Una silla apareció de la nada, pues fingía que no vio a los tipos de negros como en el teatro de Muxcala, sudó frío cuándo vio dos sillas y todo lo que le esperaba.
Un pastel en una silla. En la otra, un dildo de plástico negro que la simulaba bien parada.
Neji tuvo miedo, Neji conoció el terror.
—Neji Hyuga -fingió voz gruesa la loca del triciclo-, estudiante de Biología, hermano mayor, hombre o intento de uno, veinticuatro años de edad, adicto al porno, virgen.
—Tú también eres virgen, alto ahí loca
—Lo virgen el jardinero me lo quitó -volvió a su voz normal solo para el punto aclarar-
—Si lo tiene chiquito no cuenta -refutó enfurruñado el mayor-
—Si hay gemido no hay delito -contestó la Hyuga-
—¿Eso que tiene que ver? -se halló perturbado el castaño-
—Lo mismo que mi virginidad -dijo con una sonrisa-, nada.
—Sólo quiero pro....
—¡Telosico! -reprendió la menor que había caído de su triciclo, Neji solo obedeció-, durante el último año, haz colocado una barrera entre tu dulce hermana Hinata y la fornicación, emmm ejemmm, el amor. Como castigo por tus pecados debes morir de la vergüenza, pero como una oportunidad de redención, yo te he de dar un premio por una correcta elección
Neji trago grueso, no había entendido la mitad de lo que su pervertida hermana había dicho.
—Delante de ti hay dos sillas -se acercó al mayor montada de nuevo en su triciclo-, en la silla de la derecha está un pastel de lombrices y estiércol, en la silla de la izquierda, sólo hay una gran caca de perro.
—No, que asco -se quejaba entre arcadas el mayor, haría todo menos aguantar ese repulsivo olor-
—Deberas sentarte en una y embarrar tu rostro en la otra
—¡Noooooo! -gritó aterrado Neji-
—Pero -continuó hablando la demente-, si te sientas en la caca de perro, Tenten caera desnuda hasta tus piernas, te dará un beso y tomará tu virginidad, aprovecha el bug, que hoy andamos de ofertón
Neji no lo pensó, se lanzó sobre la gran caca de perro, extendió sus brazos y esperó, esperó, esperó, esperó, esperó, esperó y esperó. Probablemente seguiría esperando de no ser que se sintió ser moveteado.
Se sintió usado cuándo frente al espejo veía las poses vergonzosas que a cual títere le obligaban a hacer, Tenten desde arriba reía mientras movía los hilos de su decencia y orgullo masculino, mientras Hinata avanzaba hacía la puerta sin bajarse de aquel estúpido triciclo.
—Te la Creíste marciano -gritaba la Hyuga saliendo al patio-, es tu castigo amiguito, ¡el porno no es de diosito! -se despidió-
Allá iba la Hyuga apurada, manejando el triciclo como maniática, huyendo como si la viniera siguiendo un trancho con multa en mano, dando giro tras giro, agarrándose al freno cuándo pasaba las curvas asesinas que habían hecho en el jardincito.
Ya cerca de su destino, se encontró a Kurama hechado, ronroneando el muy vago, ya ella se las sabía, al sucio lo habían comprado.
Lo supo esa mañana, el perro se había vendido por dos croquetas y tres pantunflas, por una cita con la guacamaya del vecino había cedido el cabronazo, porque era un perro bien perro, pero en el amor agarraba parejo.
Hinata se detuvo en seco, sacó una bocinita, apoyó su pie derecho en el suelo y le dio play a una música de vaqueros.
Turururu~ Tu~ Turururu~ sonaba la musiquita.
Kurama se paró con flojera, todo lo que no incluyera nenas le daba pereza, pero el trabajo era trabajo, y la guacamayita esa estaba bien buena.
Hyuga estaba urgida, ya le palpitaba la... venita, debía llegar rápido con su hombre, darle un beso y tres nalgadas antes de llevárselo a la cama, jugarle el durazno y quizá, solo quizá, robarselo por una semana.
Silbó con seguridad, esa era la señal, detrás de unas piedras salió, una gata muy sensual, se hermoso pelaje beige y algunos tonos negros, ojos amarillos y un mirar muy coqueto. Al pobre Kurama se me paró el corazón, con el hocico corto una flor y se acercó en plan seductor, la gata le hizo ojitos y Kurama lo supo, esa noche cenaba panchito.
Jugueteando entre ambos, cayeron entre maullidos, la gata beige sobre él, que estaba abajito, Kurama suspiró quedito, era la primera cita y por accidente le vería aquellito, el pobrecito quedó de piedra cuando una peludas bolas le pasaron por el hocico.
La gata era gato, maldijo el traumatizado perrito.
Allá se fue el gato con una reserva de atún, Hinata se reía a carcajada limpia, mientras avanzaba a todo motor.
Llegó la Hyuga a su destino, estacionó su vehículo y se adentró al jacalito, se sacó los tacones y se arrancó el trajecito, de quedó en tanga y un sostén muy bonito, sacó unos juguetes y fue hasta la salita, allí encontró a su hombre planeando una estrategia, en un pizarron escrito: "cómo follar (salvar) a mi novia de las garras del mal"
Se lanzó sobre él, no pudo evitarlo, lo escaneó de arriba a abajo desnudadolo con la mirada, como cuándo lo espiaba en la bañera o en el cuarto mientras ahorcaba al ganso.
—¡Naruto-kun!
—¡Hina, mi linda pervertida! -le saludó con una mano en la cadera y otra en el trasero, para que la niña sepa que la ama y la desea-, ¿cómo escapaste?
—Besame y mas tarde te cuento -se quejó con un puchero-
El rubio atrapó los labios de su amada, la que se le colgaba como un Koala, él la atrapó en sus brazos y recorrió con sus manos, las piernas, el trasero y la cadera, mas concentrado en la lengua traviesa que le causaba estragos.
Hinata se movía, no lo podía evitar, deseaba a todas luces sentir el duro "corazón" de su amor, el deseo llama y ella no lo puede negar, desea entre sus piernas aquel animal. No lo va a negar, seguro que parecía gata en celo, pero con ese machote, quién no se restregaría como esponja en lavadero.
Agarrenla que anda inspirada, se sentía picasso aún que eso nada tenía que ver y lo dicho no haya rimado.
Con el pájaro tonificado y mas caliente que el sol, Naruto apretó a su novia antes de morderle el labio inferior, las cosas estaban cachondas pero el tenía una duda, misma que aclararía, la buena de Hinata Hyuga.
—¿Quieres la camita -preguntó lamiendo el cuello de la chica, tirando de la tanga que reventaría, arrastrándose por la flor húmeda de Hyuga, rozando el botón, que haría delirar en deseo a la pobre Hinata- o estrenamos la cocina?
—La cocina -respondió con una sonrisa pervertida, arrastrando con ella, condones en una gran tira-
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