Inconveniente Nocturno
Eran las ocho menos cinco, Naruto se encontraba en su habitación, se podía ver por la sombra que se movía de un lado a otro, Hinata inhaló y exhaló con fuerza, el ataque de tos que le siguió fue un claro anuncio de que le había puesto demasiada fuerza, pero aun así no se acobardó ni un poco -mentira, que se acobardó al punto que casi se lanza a los arbustos-, era la mañana del domingo, se supone que ya deberían estar sembrando los tulipanes, sin embargo ella se quedó dormida debido a la debilidad provocada por los eventos acontecidos la noche anterior, menuda noche.
Justo como habían previsto Hinata fue para la planeacion a la cabaña del rubio, en los sucios planes malvados de la Hinata interior -mentira, bien que las dos ponían cara de pervertidas- estaba el ir a visitar al joven Naruto-kun sola, hablar un poco, ya saben una charla casual y entonces tras que una cosa llevara a la otra terminarían ambos empotrados en la cama duro que dale al dolca, en un tipo de ritual de la fertilidad con raros movimientos que había leído en un libro informativo -llamese Kamasutra-, con gemidos lanzados a diestra y siniestra, mordidas y declaraciones descaradas de amor.
Pobre ilusa.
Eso es lo que ella era, una pobre ilusa que creía que podía hacer lo que quisiese con ese bombón, es por eso que la vida le dijo a la cara y con letras mayúsculas "NO TE LO FOLLARAS", y ¡Pum! Le plantó a su hermana menor al frente, la chiquilla revoltosa, amargada y sin amigos que se decía ser sangre de su sangre, y no es que no la amara, Dios sabe que la quiere con todo su corazón, la cuestión es que justo en ese momento ella tenía planes y en esos planes no veía por ningún lado el traumatizar a su hermana menor mientras ella intenta violar... Ejemm no, mientras ella intenta hacer una "danza" con el señor de la banana.
Resignada y sin la opción de mandar a su hermanita a la... Casa principal, no piensen mal, se decidió a que debía entrar de una buena vez, sólo esperaba no encontrarse con el espectáculo de esa mañana, por que entonces su pobre hermana recibiría un doble trauma, el primero sería verle el durazno al señor de las nalguitas y el segundo ver a su hermana mayor correr para pajearse un buen rato, gracias al cielo que cuándo entraron Naruto les esperaba sentado realizando diseños sobre una maqueta del jardín, curiosamente Hinata se vio aliviada pero bastante decepcionada, seguro eran cosas de su Hinata interor, ya saben que es una guarra.
—Buenas noches Naruto-kun -le saludó con su voz de mojigata según sus propias palabras-
—Buenas noches señorita -le respondió él con una sonrisa hermosa como siempre-, he preparado la mesilla, pase por favor.
—Muchas gracias -ella quería usar para otras cosas esa mesilla-
—He preparado té, ¿gusta un poco? -ofreció el señor caballeroso-
—Si, por favor
—¿Quiere que le ponga miel?
—Si -por favor que le pusiese miel dónde quisiera, menudo bombón que era-
—Señorita Hanabi -se dirigió a la menor que le gruñía cual perro cazador-, ¿gusta un poco de té?
—Obvio, ponle miel -exigió la chiquilla mientras el pobre hombre rogaba por no ponerle la taza de té como sombrerito a la desgraciadilla esa-
—¿No prefiere que le ponga mata ratas? -si lo pensó o lo dijo le importaba una mierda-
—Mejor ponle ganitas, y deja de mirarle el trasero a mi hermana.
—No le estoy viendo el trasero, tu lo haces -susurraba mientras Hinata observaba los cuadros de la pared-
—Estoy viendo que es ropa muy reveladora, sobre todo si es sólo para ver al chacho
—¡Anda ya!, eres toda una guarrilla que observa el trasero de su hermana -se burló el rubio-
—No lo miró de esa forma -le aclaró-, no podrías decir lo mismo tú.
—Sucia mentirosa, no le he observado el trasero
—¿Crees que no he notado que ojeas como perro en celo la tanga rosa de mi hermana?
—¡Ja! Ahí se te cayó la mentira, la tanga que lleva es negra no rosa -se delató el imbécil-
—¡Te pillé gilipollas! -le acusó la menor-
—Nada, sólo fue un vistazo que le di, ahora callate.
—¿Pasa algo? -se les acercó la mayor-
—Para nada señorita -se apresuró a responder él-
—Pervertido -le acusó la menor-
En su mente Naruto ya había asesinado de 23 formas diferentes a la enana arrogante que tenía por cuñada -si, en su mente ya era su cuñada-, era una hermana celosa que se la pasaba cuidando a la mayor, se suponía que no estando el mayor de los Hyuga el podría acercarse a la hermosa mujer, sin embargo apareció el hermano mayor celoso y con complejo de perro guardián, por gracia del cielo que el chico tenía partidos los fines de semana ya que estaba en el equipo nacional de basquet, cuando recibió aquella hermosa noticia vaya que se sintió aliviado, eso le daba los días mas románticos de la semana para cortejar a la damita de mirada pervertida, sin embargo nada es perfecto y por defecto la suya es la mas lejana a serlo, pues apenas supo se sacaría de encima al perro guardián, apareció frente a él miss arrogancia eterna, una chihuahua con aires de doberman, la mendiga mocosa que no los dejaba sólos ni a sol ni sombra, era como una espinilla antes de una cita, era Molesta.
Todos sus males, los habidos y por haber eran completamente erradicados apenas la niña de ojitos perlas y mirada dulce le sonreía -hablaba de Hinata por que la sonrisa de Hanabi era como la de la novia de chucky-, esa chica podía subirlo y bajarlo del cielo con solo una mirada, ¿como podía haber alguien tan perfecto? Y es que sí, a él le parecían igual de perfectos los defectos de la mujer, no podían culparlo, era un hombre enamorado, el amor es ciego, aun que en su caso parece ser mas terco que una mula, en otras circunstancias ya se habría rendido con tanto perro guardián cerca, sin embargo ahí estaba, al pie del cañón cuál tigre de santa Julia cagando bajo el nopal.
Sucede que si la vida no es perfecta Dios si lo es, por eso la frase "Dios apreta pero no ahorca" quedaba de maravilla para la situación, la nana y el guardián de la fierecilla de tamaño compacto llegaron pronto para decirle que era hora de dormir, incluso llegó con un vaso de leche, una pillama de conejitos y un libro de cuentos, cabe destacar que no pudo evitar burlarse accidentalmente -mas bien a drede y con sorna- de la menor que había llevado sus garras hasta la pobre e inocente papada del Uzumaki, venditos sean sus reflejos que le salvaron su mayor atractivo, su papada de seducción.
Todo iba de maravilla en la mente de Hinata, aprovechando que su hermana molestaba a su pobre Naruto-kun -sabía que mas bien ambos se molestaban pero a la mustia le gustaba hacerse de la vista gorda- ella envió un texto a la niñera con una orden explícita y autoritaria: "doscientos dolares si vienes por Hana", por supuesto que la mujer no tardo nada en aparecer e incluso trajo refuerzos, eso es a lo que ella llamaba eficacia, sobre todo por que ahora estaba a solas con el solecito de sus ojos, el azul de la vida, la sonrisa de los ángeles, la voz de la seducción, el nueve de su seis, la encarnación del deseo, el pecado de la lujuria, la cara de la perversión, el... Bien, se desvío tantito del camino.
—Y... ¿Dónde le gustaría que se la meta? -habló serio el hombre-
—Pu-Pues en la va-va-va... creo que se ve-veria bien -tartamudeó como farolito-
—Sí, creo que allí se vería bien -se relamio los labios-, ¿también con las bolas?
—S-Si tu qui-quieres -respondió avergonzada-
—Creo que es lo mejor, las bolas las harán nacer fuertes.
—¿Cu-Cu-Cuantos? -preguntó cubriendo su rostro que comenzaba a sangrar-
—Las bolas todas, y sobre cuantos nacerán pues ya depende de que tanto le metamos de semilla.
—¿Tienes mu-mucha?
—Si, creo que la bolsa esta rebosante
—También lo creo -declaró la mujer al punto del desmayo-
—¿Ya la vio?
—Ésta mañana -dijo mientras su nariz comenzaba a sangrar-, estaba muy pesada.
—Ah, que bueno que la pulsó
—No pude hacerlo, pero se notaba, incluso brillaba la bolsa -se relamio los labios-
—Si, es que me gusta mantenerla hidratada -dijo él con orgullo-
—Uy si -se limpió la sangre mientras mordía sus labios en una acción de seducción barata- que ricolino.
—Por cierto, ¿quiere que lo hagamos profundo?
—Entre mas profundo y duro mejor -se saboreaba sobre la silla-
—Entonces lo haremos de esa manera, Por cierto, ¿también los tulipanes rojos irán con esa técnica?
—¿Técnica? ¿Tulipanes rojos? -preguntó la Hyuga confundida-
—Si, es que me dijo que los tulipanes blancos se los meta en la vasija con las bolas de nutrientes, el sembrado lo quiere con la técnica profunda, entonces me preguntaba si los de colores que irán en la sección del riachuelo los quería con la misma técnica.
—Ah, si.
¡Joder! Estaba segura que ahora mismo tenía a ese hombre entre las piernas queriéndole meter la pija en la chucha, con todo y bolas, profundo y todo, si hasta le dijo que para que nacieran fuertes sus bebés, que quería mucho y que tenía el durazno cargado de la semilla del amor, ¿como es que ahora hablaban de tulipanes?, ¿a caso solo había sido cosas de su cabeza?, No podía ser, si hasta sintió que se le restregaba arriba y abajo como un buen y sexy pervertido al que ella sin dudar le permitiría le faltase al respeto de la forma mas dura y profunda posible.
Confundida como jamás lo había estado cogió un par de servilletas que habían sobre la mesa y comenzó a limpiar la sangre que le salía de la nariz, de nuevo un cosquilleo en su entrepierna la hizo pensar mal, sin embargo esta vez antes de hablar consideró que era correcto el cerciorarse que era la mano pervertida, grande y juguetona de Naruto y no sólo obra de su imaginación, por eso bajó su mirada y vio su entrepierna llena de dardos, de esos con pegatina que tienen los juguetes para niños, ¿Cómo rayos terminó con su florecita llena de dardos?, ya podía imaginarlo.
Debajo de la mesa se encontraba Kurama, el perro mas zorro de la casa -y el único para ser precisos- con una arma de juguete, la misma que lanzaba dardos, tenía su cuerpo detrás del arma homicida de florecitas necesitadas mientras que con sus patas preparaba el ataque, entonces movía un poco el arma del mal y disparaba, ¡Pum!, directo a la flor e incluso podía jurar que aquel zorrito travieso se reía, mendigo perro del mal.
¡Woof! Ladró la bestia.
—¡Hey, Kurama! -le acarició las orejas el Uzumaki- ¿que pasa amigo?
El perro gimoteaba cual víctima de la peor desgracia mientras con sus patitas arrastraba su juguete infernal mostrando que faltaban sus dardos del averno -todo eso según Hinata-, por lo que había logrado llamar la atención de su cuidador dejando en Shock a Hinata que sólo pensaba en lo traidor que podía llegar a ser su propio perro -mismo que por orden de su padre era cuidado por el señor de los pensamientos impuros-.
—Ya veo, no encuentras tus dardos -dijo con orgullo, casi como si el hombre hubiese descubierto un nuevo país inexplorado por el hombre-, ¿a dónde los lanzaste ésta mañana?
El perro solo gimoteo mientras el rubio ponía cara de decepción, ¿es que a caso esperaba que el perro le respondiera?, ¿esperaba oir algo como: "Ah ya recuerdo, me los he dejado en la habitación, ire por ellos gracias por la ayuda y disculpad las molestias"?, pues no, eso no pasaría de chiste, al menos eso esperaba.
Al final Naruto terminó por levantar su gordo, firme, redondo, apretado y espectacular trasero del asiento para ir corriendo a buscar los dardos del pobre animal que lloraba arrastrandose de una lado a otro por todo el suelo, Hinata suspiró mientras tomaba mas servilletas por el sangrado que se le avecinaba en nada, eso lo confirmó cuándo el hombre se dobló para buscar debajo de los sillones del costado, ese culo debía ser un pecado y que la disculpasen por su hablar tan guarro, pero ese hombre estaba buenisimo.
El gimoteo del animal llamó la atención de Naruto, observó al perrito que caminaba hacía debajo de la mesa, justo frente a ella, seguro que quería avergonzarla pero no se lo permitiría, ¿quién se creía que era Kurama?, esta guerra sin dudas ella la ganaría.
—He buscado debajo de la mesa -habló con la voz mas dulce que jamás había empleado Hinata, llevó su mirada hasta Kurama y este solo soltó un !Tsch! Por lo bajo-, quizá los haya dejado arriba.
—Tiene razón señorita, iré a revisar, espere un poco por favor.
—No te preocupes Naruto-kun, yo buscaré aquí abajo, es mi perrito de todas formas.
—Muchas gracias -dijo sonriente antes de mirar al perro- ¿Dónde chucha los dejaste?
¿Dónde chuchas los dejó?, si tan sólo él supiera que fue precisamente en su chucha dónde los puso. Cuándo Naruto se hubo ido Hinata caminó hasta el baño, se encerró allí y comenzó a quitarse los dardos que se habían pegado en su tanga, los lavó con jabón y salió de nuevo a la salita, justo en ese momento él bajaba las escaleras con la decepción pintada en su rostro, sin embargo Hinata levantó los dardos en su mano y le sonrió.
—Los he encontrado en el baño -sucia mentirosa pero todo fuese por proteger su moral-
—Jajaja ¡Genial! -decía feliz el rubio-
La Hyuga se colocó de cuclillas y dejó los dardos cerca de Kurama que hizo su rostro a un lado y sacó la lengua en señal de asco, se dio la vuelta salió de la habitación con una pose de muy digno el animal, Naruto observaba la escena sorprendido pues Kurama era muy lindo con Hinata todo el tiempo -al menos en su presencia-, iba a preguntar o comentar algo pero ella se levantó con una sonrisa en el rostro.
—Cree que por estar en el baño están sucios, pero los he lavado.
—Ah jajaja ya me preguntaba por que Kurama actuaba extraño.
Por dentro la pobre mujer moría lentamente, vaya cosas las que le hacía Kurama, no es que su perro la odiase o ella a él, simplemente Kurama era muy travieso y cuándo sus bromas no salían como quería buscaba venganza, justo ahora era la venganza por su ultima travesura fallida, sin embargo falló en ella también lo que lo llevaría a una venganza por la venganza, menudo perro tenía.
Después de dejar de lado el asunto de Kurama, ambos se pusieron a seguir con el planeamiento del sembrado de los tulipanes, esta vez con Hinata cuerda de lo que hablaba y no solo imaginándose cosas sucias y pervertidas con su jardinero, había trabajado duro para alejar toda esa belleza de escenas nos aptas para menores de su mente, lo cuál ya de por si era bastante, difícil, a eso había sumarle lo divertido y encantador que podía llegar a ser Naruto, sin duda eso significaba una muerte certera y prematura.
Cerca de las diez de la noche y con toda la planeacion realizada Hinata esperaba retirarse de la casa del rubio para dejarlo y dejarse descansar, la perdida de sangre la había debilitado un poco, se colocó de pie al igual que él, un sonido lejano se escuchó y casi al instante ocurrió un apagón, los pasos presurosos de su mascota cobarde resonaron con el choque de las uñas en la madera, ella intentó moverse un poco pero terminó tropezándose y cayendo al suelo, con sus manos trató de cubrirse lo mas que pudiese, ya fuesen sus pechos grandes o su rostro, lo que fuese pero que fuese rápido, sin embargo no actuó rápido y esperó un golpe seco en la cara, hermosa sensación la que experimentó al caer sólo en lo blandito, ¿una almohada?, seguro que sí, no encontró motivos para levantarse alarmada, era mejor quesarse en un lugar seguro en vez de caminar cuál idiota por toda la oscuridad y terminar con la cara en el suelo, una pierna rota o varios dientes flojos, por eso simplemente se quedó en su sitio.
—Señorita, ¿se encuentra bien? -su voz sonaba con preocupación-
—Si, caí en blandito Naruto-kun
—Me alegro señorita, en cuánto el servicio regrese la acompañare hasta su hogar, sería peligroso si alguien entra mientras la seguridad está desactivada.
—Te lo agradezco mucho -menuda voz de niña buena que tenía, tan linda que incluso ella casi se la creía-
—Podemos hablar mientras tanto, es bueno para conservar la calma -el quería conservar otra cosa mas allá de la calma-
—Me parece muy bien, entonces... ¿De que hablamos? -momento incomodo~-
—Podemos hablar de cosas divertidas -sugirió el hombre-
—Ow, entonces hablemos de situaciones vergonzosas
—Me parece bien, ¿puedo comenzar yo?
—Claro.
—Bien, recuerdo que cuándo tenía doce años comí muchas lentejas y me provocaron gases, a la hora se ir a casa yo debía esperar a mi madre la cuál siempre llegaba tarde, estaba esperándola en el corredor cuándo la niña que me gustaba se despidió de sus amigas para subir al auto de su -bruja- madre y yo tenía tantas ganas de soltarme un gas, pero si lo hacía sus amigas se lo dirían a la mañana siguiente o en un texto por lo que decidí arriesgar mis tripas, luego de unos minutos ellas se fueron y yo divisé el auto de mi madre, corrí y me trepe en el, cerré la puerta y me tiré el gas mas fuerte y horriblemente hediondo de mi vida, giré mi cabeza y vi a la -bruja- madre de aquella chica y detrás estaba ella, adelante mi madre como loca tocando el claxon, por mi desesperación me monté en el auto equivocado, ha sido la peor experiencia de mi vida pero la mas divertida.
—Santos cielos Naruto-kun -reía Hinata al imaginarlo-, no puedo creerlo.
Listos para la siguiente historia Hinata se acomodó sobre la almohada, se colocó boca abajo y su quijada en la parte mas suave, estaba a punto de comenzar cuándo el servicio de energía se vio restaurado, Naruto observó en promer plano a la mujer con ojitos brillantes y mejillas sonrojadas recostando su boquita en su amigo el bananito que en un solo instante y como todo un caballerito se puso de pie en su honor, que suerte que ella estuviese tan distraída en sus sucios pensamientos mientras acariciaba el bulto y decía "Blandito, blandito" cada vez que le tocaba las ciruelas, "Duro, duro" cuándo visitaba a sir bananito.
No es necesario mencionar en como acabó tal situación, pero si cabe aclarar que no fue con resultados sensuales -llamese también sexuales- si no todo lo contrario, una Hinata desmayada cuándo cayó en cuenta de lo que hacía mientras tenía un fuerte derrame nasal, Naruto con el banano adolorido, duro y muy activo, bien vivito el muchachito.
La noche de Hinata después de que Naruto la llevase a casa fue bastante activa, en ese momento se sentía que era Lady multi orgasmos, es decir que terminó con una almeja desperlada.
La noche de Naruto -después de regresar a rastras a casa- fue bastante movida, se sintió un cazador con arma en mano, terminó cazando mas de una vez al mismo ganso.
Eran las ocho menos siete cuándo Naruto salió de su hogar, Hinata le esperaba afuera con la carita avergonzada, él la observó con el corazón lleno de ternura, no entendía como es que esa chica de mirada -y muy probablemente pensamientos- pervertida podía provocarle tal sensación de ternura, es decir, cuándo vez que alguien te ve con cara de querer violarte lo último que llega a inspirarte es ternura, mas bien lo único que te inspira en tales momentos no es mas que terror, sin embargo con elma era diferente, era como si a pesar de ser una pervertida pensases que no es su culpa, si no que piensas que se trata de algún ente ageno a ese angelito de ojitos perlas, eso es loco, loco pero cierto y le pasaba a él.
—Señorita Hinata -le sonrió encantador como siempre-, buenos días.
—Buenos días Naruto-kun -respondió un poco nerviosa-
—Lamento haber hecho que viniera hasta aquí, realmente desperté muy tarde
—¿Estás bien Naruto-kun? -dijo la hermosa preocupona-
—Sí, sólo me duele el brazo derecho -lo movió el circulos-
—¡Kya!
Hinata dio un pequeño grito mientras cubría sus labios con su delgada mano y sus mejillas se llenaban de carmín, en su mente sólo resonaba una cosa, una y otra vez, a cada momento, a cada minuto, sin esperar, sin pausas, una vez tras otra:
¡FAP! ¡FAP! ¡FAP! ¡FAP! x1000
—Por tu bien -una sombría voz resonó detrás de Hinata-, espero que tal dolor no tenga nada que ver con mi hermanita y un ganso.
¿Buscan un remedio efectivo e instantáneo para bajar el nerviosismo, los sonrojos y una potente y palpitante erección?, Naruto lo conocía y honestamente no se sentía dichoso por tal hecho, así que si, estaba a nada de comenzar a realizar su rótulo de "Se vende o se renta gratis".
Menuda suerte que tenía.
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