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26

Hoseok observa con peculiar atención como las bonitas facciones del peliazul se contraen a causa del placer. Tuvo que ahogar una maldición cuando las estrechas paredes palpitaron deliciosamente alrededor suyo en el preciso momento en que el delicado cuerpo adverso se convulcionaba violentamente.

Mordió su labio inferior para acallar sus propios gemidos ante la intensa oleada de calor que lo embarga y sus manos se aferraron más a la cintura de un Taehyung cuyo cuerpo -totalmente laxo- se encontraba recargado sobre él. Sus embestidas se tornaron cada vez más frenéticas hasta que la dulce liberación finalmente llegó, acompañada del nombre del menor escapando de sus labios con ferocidad tras el orgasmo más devastador de su vida. Mas exhausto de lo que ha estado alguna vez, se dejó caer hacia atrás, llevándose al adverso consigo. Taehyung apenas se movió, quedándose profundamente dormido casi al instante mientras Hoseok intentaba recuperar el aliento.

Tras largos minutos, el mayor se obligó a moverse para acomodar al peliazul sobre la cama, quien se abrazó a una almohada, siendo esta lo primero que sus manos palparon y viéndose tan adorable que el pelioscuro no pudo evitar sonreír enternecido.

Después de un rato contemplando la imagen de su joven esposo, Hoseok se sorprende ante la ausencia de la familiar sensación de culpabilidad que tanto lo había acompañado en antaño, siendo precisamente los momentos post-orgásmicos cuando más hostigante se volvía.

Pero no estaba presente. En su cabeza no existía ninguna sensación más allá de una satisfactoria plenitud.

No sabe en qué momento se quedó dormido, pero lo hizo, despertándose de repente sin un motivo aparente. Miró a su izquierda, donde Taehyung dormía profundamente aún abrazado a la almohada.

Sonrió de lado.

Durante su matrimonio había descubierto esta peculiar costumbre del menor, para quien era indispensable tener algo entre sus brazos para conciliar el sueño.

Él mismo había sido su almohada favorita durante meses.

Si bien casi siempre resultó una tortura tener el juvenil y tentador cuerpo pegado al suyo, jamás fue capaz de privarse de su cercanía a pesar del trabajo que le costaba contenerse de tocarlo cómo su instinto le exigía.

Solo Dios sabe de donde sacaba fuerzas la mayor parte del tiempo, ya que la concepción de Horin era la prueba irrefutable de su flaqueza.

Dejando escapar un suspiro, se dispuso a levantarse y se dirigió hacia la cómoda, donde había dejado su ropa interior secándose hace unas horas. Tras colocársela se dispuso a salir de la recámara de Seokjin y se dirigió hacia la de Taehyung. Una vez allí, vio a su pequeña desparramada sobre el colchón mientras que una especie de fuerte hecho de almohadas la rodeaba.

Se encaminó hacia Horin para tomarla con sumo cuidado entre sus brazos y llevarla consigo de regreso. Al entrar nuevamente a la recámara de Jin, notó que Taehyung entreabría apenas los ojos. Acostó a Horin al lado del peliazul y este de inmediato pasó un brazo por sobre el diminuto cuerpo. El pecho de Hoseok se calentó ante la enternecedora escena y no dudó en ocupar su lugar en la cama, imitando la acción de extender su brazo para envolver protectoramente a ambos.

***

Hoseok hace una mueca de disgusto al ver su sueño interrumpido por unos débiles pinchazos alrededor de su rostro. Gruñe bajito antes de cubrirse con su antebrazo, pero entonces unos gorgojeos infantiles le hacen recordar de golpe donde está. Abre los ojos lentamente solo para toparse con las pequeñas orbes de su hija, quién le sonríe feliz tras al fin lograr tener su atención. Antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, ya tenía la excesivamente húmeda boca de Horin sobre su rostro, babeándolo y haciéndole cosquillas en el proceso.

--Ya estoy despierto. -musita con voz ronca por las horas de sueño. No recordaba la última vez que había dormido tantas horas seguidas. Con una sonrisa, decidió devolverle el beso de buenos días a la menor, colocándose boca arriba sobre la cama para continuar recibiendo los mimos de esta --Buenos días para ti también, princesa.

Con una sonrisa en la cual dejaba ver los diminutos dientes que posee, Horin dio varias palmaditas al rostro de su padre, aumentando la fuerza de las mismas a medida que lo hacía su entusiasmo. Hoseok se reincorporó y se limpió la cara del exceso de baba con el dorso de la mano.

Horin, al verse privada de su entretenido juego, hizo el intento de ir a despertar a su otro padre, pero antes de que llegara a él, fue tomada en brazos.

--Será mejor que dejemos a papi seguir descansando. -murmuró como quien cuenta un secreto --¿Te parece si tú y yo vamos a preparar el desayuno mientras tanto?... sí, señor. Vamos. -dijo, levantándose de la cama y saliendo de la habitación; llevándose consigo su ropa, zapatos y a su pequeña.

Dejó a Horin sobre la alfombra acolchada en la cual solía jugar y se vistió a toda prisa. Para cuando se iba a colocar los zapatos, la menor ya se había aburrido de estarse quieta y, poniéndose sobre sus pies con dificultad, empezó a dar pequeños pasos mientras buscaba soporte con su mano en la pared.

El pelioscuro observó con emoción y orgullo como su pequeña se mantenía en pie casi por sí misma, plasmando una boba sonrisa en su rostro con cada paso dado.

--Pequeña, ven con papá. -la llamó tras retroceder varios pasos y arrodillarse en el piso.

Horin volteó a verlo, sus orbes fijas en las manos contrarias, las cuales estaba extendidas hacia al frente. Ladeó el rostro y pestañeó repetidas veces antes de mirar en dirección opuesta, como si estuviera considerando hacia donde ir.

Hoseok estuvo a punto de llamarla nuevamente cuando esta, de repente y sin previo aviso, salió disparada hacia él, carcajeándose feliz mientras corría con relativa estabilidad.

Él se apresuró a moverse hacia la izquierda, de forma que pudo atrapar el diminuto cuerpo para que no fuera a estrellarse con la pared. Su pecho se infló de la más pura dicha al tener a Horin chillando eufórica entre sus brazos mientras que él la elevaba en el aire antes de besarla innumerables veces por todo el rostro. Esto generaba aún más risas y chillidos agudos en la menor.

Volvió a colocarla en el piso varios minutos después, instándola a repetir la misma hazaña. Más que motivada, Horin no dudó en salir disparada una vez sus pies tocaron el suelo. Lastimosamente no llegó lejos esta vez, ya que terminó cayendo sentada debido a que no pudo mantener el equilibrio, pero volvió a intentarlo nuevamente mucho antes de que su padre llegara hasta ella para ponerla en pie. Corrió impulsada por la adrenalina, volcando todo aquello que no resistiera el ímpetu de sus inexpertos pasos.

--¡Cuidado! -alertó cuando la menor perdió el balance justo antes de lograr sostenerse de algo --¿Estás bien, princesa? -preguntó mientras sus ojos la analizaban con detalle y sus manos la levantaban del piso.

--¿Hoseok?

El nombrado mira en la dirección de donde proviene la voz, tapándose con la expresión desconcertada de su joven esposo.

--Ya camina. -anuncia con la voz impregnada de orgullo y con Horin en brazos --La hubieras visto, solo salió corriendo de la nada. -continúa contando sin poder contener su emoción --¿Estás bien? -le pregunta al peliazul una vez este se deja caer en el piso y permanece quieto allí --Lamento si te despertamos, no era nuestra intención.

--¿Qué haces aún aquí?

La pregunta lo toma totalmente desprevenido y provoca que todo atisbo de sonrisa muera rápidamente.

--¿Esperabas que me fuera? -cuestiona con gesto serio.

--La verdad es que sí. Creía que te marcharías tan pronto como saliera el sol.

--Lamento decepcionarte. -responde con agriedad mientras observa al menor ponerse en pie, vistiendo tan solo la misma franela holgada que no se había molestado en quitarle --Supuse que agradecerías el que me quedara el tiempo suficiente para hablar de lo que pasó anoche.

--Pensé que tenías algo que hacer.

Hoseok se fija en el intenso rubor que cubre el rostro adverso a la vez que este tiraba de la parte inferior de la tela para cubrir sus partes íntimas.

Como si hubiera algo que a él le faltara por ver.

--Me puedo permitir unos minutos de charla contigo antes de irme. -musita malhumorado ante la actitud del menor.

--Mira, Hoseok. -le escucha empezar a decir y de inmediato siente un peso extraño en su estómago --Sinceramente no me parece un buen momento para hablar. Debo asearme y prepararle el desayuno a Horin.

--Adelante, te espero. No me iré sin que hayamos hablado antes.

--No veo de qué tenemos que hablar que sea tan importante.

--¿A qué demonios estás jugando, Taehyung? -exige saber una vez su paciencia llega al límite.

Él definitivamente no se esperaba aquel comportamiento.

--No estoy jugando a nada. -se defiende, cabreándolo aún más.

--Muy bien. -murmura, con toda la tranquilidad de la cual es capaz --¿No quieres hablar? Perfecto entonces. -observó al peliazul con detenimiento, cuestionándose si realmente valía la pena insistir --Vístete. Cuidaré de Horin mientras lo haces y luego me iré.

Hoseok no esperó respuesta, solo se dio la vuelta y caminó hasta la sala de estar donde procuró entretener a la menor.

Soltó un suspiro lleno de pesar al sentir como toda esperanza de una reconciliación moría allí mismo.

Pese a su desazón, se esmeró en sonreír para Horin y, ciertamente, verla jugar feliz alivió un poco su alma herida.

Permaneció atento a la menor hasta que alguien llamó a la puerta.

--Oh, lamento molestar. -la rubia amiga de su esposo pronuncia con evidente sorpresa una vez la puerta le es abierta --Venía a advertirle a Tae sobre el desastre que algún idiota hizo en el pasillo y de paso ver si necesitaba ayuda con Horin, pero creo que mejor me marcho.

--No es necesario que te vayas. -asegura --De hecho, me sería de mucha ayuda si cuidas de Horin mientras yo me encargo de un asunto pendiente. -se hace a un lado para invitarla a pasar --Taehyung está aseándose, pero se está demorando bastante... Horin, mi amor, papá tiene algo que hacer. -dice en dirección a la menor, acercándose a ella para besarla en las mejillas a modo de despedida antes de retornar al lado de la rubia --Por favor, cuídala.

--Appá~. -la pequeña lloriquea, aferrándose a su camisa cuando intentó dejarla en brazos de la fémina.

Hoseok siente su pecho contraerse dolorido. No deseaba alejarse ni un segundo de su pequeña. No obstante, tenía algo importante que resolver. Con todo el amor que siente por su hija, le toma la pequeña mano para besarle primero los dedos, después la nariz y la frente.

--Papá volverá. -promete, golpeando con su índice la nariz de la menor --Pórtate bien, ¿sí?

--¿Quieres una paleta?

Le escucha cuestionar a la rubia, ganándose con esto la atención de una enfurruñada Horin que ahora estaba en sus brazos.

No puede evitar reír de forma queda cuando las orbes de la menor brillan ante tal ofrecimiento.

***

El pelioscuro abandona el departamento en total silencio, teniendo cuidado de no pisar el líquido extraño esparcido en el piso.

Al llegar a la calle, tomó un taxi para llegar a la reunión que pospuso el día anterior. Había dejado a su chófer en Corea debido a que esa visita era -más que nada- para tratar asuntos personales y porque no creyó necesitar uno. Después de todo su itinerario era sencillo: Recuperar una valiosa adquisición, comprar un regalo a su princesa, ir a hacerles entrega y tomar un vuelo de regreso. Pero nada más pisar Londres no pudo resistir la necesidad de ver a su pequeña y terminó en el departamento del peliazul. No estaba seguro de que este lo dejaría entrar, por lo que fue una enorme y grata sorpresa que le permitiera pasar todo el día al lado de Horin.

Llegó al lugar donde haría la negociación e inhaló profundo antes de entrar.

Le tomó muchísimo más tiempo del que supuso cerrar el trato y salir de allí con lo que había ido a buscar. Sin duda alguna aquel sujeto se merecía algo de su respeto. Al fin y al cabo le había pedido una pequeña fortuna por algo que había comprado al precio de una baratija.

Hoseok miró hacia arriba, donde el típico cielo gris de Londres auguraba un día frío y lluvioso. Acarició la suave textura de la pequeña caja en su mano antes de empuñarla y guardarla en el bolsillo de su chaqueta. Su mirada se perdió en la lejanía, donde los vehículos y la gente transitaban a su ritmo. Suspiró sin tener una idea clara de a donde ir.

Según sus planes, para esa hora ya debería estar en Corea manejando los asuntos de la empresa, y sin embargo, allí estaba él, en medio de una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, sintiéndose estúpidamente solo y perdido.

La imagen de Horin sonriéndole llenó su memoria y una tenue sonrisa sustituyó la línea recta que hasta el momento había mantenido en sus labios.

La imagen del Taehyung sonriente del día anterior también llegó a su mente, inquietándolo de sobremanera cuando fue rápidamente sustituida por el recuerdo del angelical rostro sonrojado y la mirada oscurecida a causa del placer.

Siseó una maldición cuando su cuerpo automáticamente entró en calor.

Se debatió entre regresar al departamento o abandonar Londres. Lo cual no debería ser una decisión difícil teniendo en cuenta lo ocurrido esa mañana.

Por otro lado, él no podía simplemente irse sin siquiera despedirse de su hija y sin dejar las cosas claras con el peliazul. Si Taehyung había decido sacarlo de su vida, estaba bien, él podía dejar de lado su egoísmo y aceptarlo.

Pero antes hablarían al respecto.

***

Hoseok se adentraba nuevamente al edificio donde residía su esposo e hija. Notó que el pasillo seguía sucio.

No entendía porqué aún nadie lo limpiaba. ¿Es que acaso no tenían un conserje o algo parecido para mantener la limpieza? Cualquiera podría accidentarse. Sinceramente no le gustaba aquel lugar. No lo consideran adecuado para su hija en ningún aspecto. Tendría que hablar seriamente con Taehyung respecto a buscar otro lugar donde vivir.

En eso pensó justo antes de darse cuenta de que la puerta del departamento del peliazul estaba abierta, se acercó con el ceño fruncido al escuchar voces. Nada más pararse en el umbral de la puerta, vio a Taehyung abrazado al cuerpo de otro hombre mientras mantenía el rostro oculto en su pecho.

La cólera no tardó en sustituir cualquier otro sentimiento que albergara en ese momento.

--¿Los interrumpo? -preguntó de manera mordaz. Su mandíbula tensa y sus orbes clavadas en la expresión de sorpresa y desconcierto de Tae.

--Hoseok. -Taehyung pronuncia en apenas un murmullo, sorprendido de que este se encontrara allí --No te fuiste...

--¿Decepcionado, tesoro? -pronuncia de manera sarcástica y una sonrisa carente de humor.

--Oh, mierda. -Mimi farfulla un poco más alto de lo que realmente quería. Y es que nada más ver la hosca mirada que Hoseok le estaba dedicando a Taehyung y a Ken era más que obvio lo que se avecinaba.

Por su parte, Taehyung se sintió contrariado ante la dura mirada que estaba recibiendo, no fue hasta que Ken lo soltó que su mente hizo clic y dio un paso hacia el frente, separándose aún más.

--Hoseok, yo... -empezó a decir, pero los ojos del nombrado pasaron de él al representante de su hermano en cuestión de segundos.

--Será mejor que me vaya. -la rubia va hasta una colchoneta en la cual Horin se había quedado dormida y la toma en brazos para llevarla a su departamento, segura de que no era bueno que la menor estuviera presente en lo que sea que pasara a continuación entre sus padres --La cuidaré hasta que vengas por ella. -le dice al peliazul antes de apresurarse en salir de allí.

Hoseok la observó llevarse a su hija y por un momento tuvo el impulso de detenerla y pedirle que se la entregara, pero se contuvo de hacerlo. Se sentía demasiado enojado como para confiar en ser capaz de no perturbar la tranquilidad de la menor.

--¿Ken, podrías dejarnos solos, por favor?-Tae pide al adverso con voz tensa y mirada suplicante cuando este parece más que dispuesto a replicar --Prometo hablar con Jin, pero ahora mismo necesito que nos dejes solos.

--¿Estás seguro? -Ken cuestiona con la mirada entornada, enfureciendo un poco más a Hoseok ante su reticencia a largarse de una vez por todas.

Años atrás, el pelioscuro se había burlado de Namjoon todas las veces que este mencionaba cuanto odiaba al representante de su terco esposo. Recordaba claramente que lo había tachado de celoso e inmaduro cada vez que salía a relucir el tema. Pero justo ahora, se sentía más que identificado con el sentir del chico de hoyuelos.

Tras un asentimiento de cabeza, Ken hace su retirada en silencio, sosteniéndole la mirada a Hoseok con cada paso que daba hasta la salida. Taehyung observa a su esposo bufar y muscullar algo en dirección al otro.

No puede evitar tensarse cuando su mirada llenada de reproche recae en él.

--No tenía idea que ustedes dos eran tan cercanos. -espeta con tal calma que logra dejar sin palabras al menor durante un instante.

--Ken siempre ha sido una mano amiga tanto para mi como para Seokjin durante mucho tiempo. -explica con nerviosismo, relamiéndose los labios en el proceso.

--Todo un ángel sin duda. -replica con tono burlón.

--Se lo que debes de estar pensando...

--Oh, cariño, tú no tienes idea de lo que estoy pensando. -lo interrumpe, mientras niega y se ríe amargamente.

--Hoseok... -pronuncia su nombre e intenta acercársele, pero este lo para en seco.

--Esto te pertenece. -saca el estuche de terciopelo de su bolsillo y, encargándose de romper la distancia entre ellos, la coloca en la palma de la mano adversa.

La mano de Taehyung tiembla cuando una pequeña cajita es dejada en su palma. Su corazón se agita ante el reconocimiento de lo que es.

--¿Esto es...? -no termina la frase porque su voz se quiebra.

No podía ser cierto. Era imposible que Hoseok hubiera recuperado su anillo.

--Siempre te va a pertenecer, independientemente de si eres o no mi esposo. -aseguró con solemnidad. El brillo en sus ojos transmitiendo resignación y derrota --Te prometo que no buscaré quedarme con la custodia de Horin. -retoma la palabra mientras retrocede --Te daré un fideicomiso para que nada les falte a ninguno de los dos.

--N-no. -niega sin aliento al darse cuenta de a donde se dirigía la conversación. Separa los labios para volver a negar, pero las palabras se atascan en su garganta debido al llanto silencioso que lo consume.

--Sé feliz con quien desees serlo. -dijo para luego salir por la puerta con los ojos nublados y un fuerte sentimiento de derrota consumiéndolo.

Con cada paso, se repetía en su cabeza una y otra vez que era lo mejor. Aquello es lo que debió hacer desde un principio en vez de querer librar una batalla que había perdido hacia tiempo. Le dolía profundamente y sin duda alguna extrañaría terriblemente tener a su hija bajo su mismo techo, pero resistiría.

Tenía que.

Sus largas zancadas le permitieron llegar hasta la escalera sin mucha dificultad, ya iba por el tercer escalón cuando la ronca voz de Taehyung llegó a sus oídos.

Se giró para verlo correr con el rostro bañado en lágrimas.

--¡Tae, cuidado! -advirtió cuando se percató de que corría a ciegas y recordó que el piso estaba mojado. Vio como el menor caía de espaldas, golpeándose la cabeza --¡Taehyung! -exclamó, corriendo de regreso y arrodillándose junto al menor --Amor, mírame. -pedía sin resultado alguno, su corazón empezó a latir desenfrenado al percatarse de la palidez del rostro contrario. Sin saber que otra cosa hacer, empezó a palmearle la mejilla con su diestra mientras seguía llamándolo con insistencia. Estaba empezando a entrar en pánico cuando el menor empezó a recuperar la consciencia.

--Hoseok... -fue lo primero que salió de su boca ante el semblante aterrado de este.

--¿Te sientes bien? -pide saber con la voz aún impregnada de preocupación.

--¿Qué paso?... -cuestiona, llevando una mano a la parte posterior de su cabeza que le dolía horrores.

--Te caíste y perdiste el conocimiento durante unos diez segundos, ¿te duele la cabeza?

De repente, Taehyung parece recordar todo lo ocurrido antes de la caída y se echa a llorar desconsoladamente.

--L-lo si-siento. -se disculpa entre hipidos. Aferrándose a la camisa del mayor y abrazándolo por el cuello --No te vayas, por favor. -su voz era amortiguada al chocar contra la piel del cuello adverso.

--Shhh. -lo acalla, inhalando profundo y agradeciendo a Dios silenciosamente porque se encontraba bien.

Intentó ponerse en pie aún cuando el menor se negaba a soltarlo, manteniéndose aferrado a él tal cual un Koala. Sintió sus piernas aún temblorosas debido a la preocupación, pero se las arregló para cargar con Taehyung hasta el interior. Se acercó hasta el sofá con la intención de recostarlo, pero Tae seguia sin querer despegarse de él, por lo que no tuvo de otra que sentarse con este a horcajadas sobre sus piernas. Se sentía como si toda la energía de su cuerpo hubiera sido drenada mágicamente y lo único que podía sentir era una inexplicable sentimiento de vulnerabilidad combinado con miedo.

Jamás había estado tan aterrado en su vida.

Con suma delicadeza, se dedicó a acariciar con lentitud las claras hebras cubiertas por lo que parecía ser restos de un licuado de frutas a juzgar por el olor. Se fijó en que no solo el cabello de Taehyung estaba cubierto por el colorido líquido, sino también la ropa y piel de ambos.

--De verdad lo siento. -Taehyung vuelve a repetir tras separar la cara del cuello adverso, viéndose tan triste y acongojado que el corazón de Hoseok dolió incluso un poco más al saberse culpable de su estado.

--Ya, no te preocupes. -murmura con suavidad antes de instarlo a volver a acurrucarse contra él, pero Taehyung se resiste.

--No tengo nada con Ken. -insiste en explicar con su rostro aún lloroso --Solo es un buen amigo... jamás te he engañado con nadie. -su ceño se frunció, preocupado. Necesitaba que Hoseok le creyera. Que supiera que para él no existía nadie más --Te lo juro...

En respuesta, Hoseok le toma los labios en un beso profundo y posesivo. Degustando su boca con pericia y dedicación. Dios. Jamás se iba a cansar de besarlo --Está bien. Te creo. -dice tras terminar el beso --Olvidemoslo ya.

--¿De verdad me crees? -pregunta, cesando el llanto ante el nacimiento de una nueva esperanza.

--Lo hago. -asegura, frotando sus narices en un gesto meramente cariñoso.

--Jamás te he sido infiel con nadie. -recalca con voz ronca. Abriendo los ojos para conectar su mirada con la del mayor.

Hoseok no responde nada, solo se limita a abrazarlo fuertemente.

Taehyung sabe perfectamente que su silencio también es una respuesta y no precisamente la que él quiere. Suelta un suspiro tembloroso y busca los labios contrarios, para iniciar un beso cargado de sentimiento y desesperación.

El mayor no duda en corresponderle. Besándolo esta vez con pereza y calma, tomándose su tiempo para explorarle la boca a su antojo.

--Quiero regresar a Corea. -Tae le hace saber con sus labios temblorosos e hinchados --Quiero que lo intentemos de nuevo... quiero... quiero seguir siendo tu esposo.

--¿Estás seguro? -cuestiona, perplejo ante sus palabras y recibiendo un asentimiento de cabeza como respuesta.

Ciertamente no puede estar más complacido ante su decisión. No obstante, todavía es consciente de la incertidumbre que los envuelve, así como la fragilidad de su matrimonio.

Que Dios lo ayudara porque nada de eso parecía ser relevante ante la perspectiva de mantener a su esposo e hija a su lado.

Tomó a Taehyung del mentón y lo acercó hasta volver a apoderarse de su boca, reconociéndola por primera vez como verdaderamente suya.

----☆☆☆----

Oficialmente empieza la cuenta regresiva para darle fin a esta historia.

Este capítulo prácticamente es el mismo que el anterior, solo que visto desde la perspectiva de Hoseok. Necesitaba que vieran este enfoque.

4000 palabras. Creo que los siguientes capítulos tendrán que ser igual de extensos para no exceder los 30 capítulos. Me urge darle fin a esta historia porque lleva demasiado tiempo en emisión y tengo otras en mente que quiero iniciar.

Bienvenidos a los nuevos lectores que han estado llegando.

Gracias por el apoyo.

♡♡Mil gracias por leer, votar y/o comentar♡♡

《Akina》

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