13
Los ojos de Taehyung resplandecieron de ternura mientras observaba atentamente los movimientos hechos por Horin, quien disfrutaba en su totalidad de todo el espacio libre del que disponía luego de que Hoseok decidiera convertir la sala de estar en un salón de juegos.
El peliazul se reacomodó en su asiento, un sofisticado pero poco práctico sofá que era el único mueble que el pelioscuro había decidido conservar en la estancia. Ciertamente le pareció una exageración aquello, pero Hoseok insistió en adaptar cada rincón a las necesidades de la pequeña mientras encontraba un mejor lugar para vivir. Esto le había desconcertado aun más puesto que no se esperaba que el contrario pretendiera seguir adelante con la fachada de que estaban juntos después de que ambos fueran testigos de la sospechosa mejoría del abuelo.
Pero Hoseok parecía no darse por enterado de que todo se trataba de una artimaña y Taehyung no se atrevía a ser quien le hiciese notar lo obvio. No después de que -tras encarar a solas al veterano hombre- este admitiera con desvergonzada facilidad que solo estaba fingiendo y luego le hiciera prometer que le seguiría el juego por un tiempo; solo el suficiente para lograr su cometido. Aunque no es como si hubiese tenido la opción de negarse, después de todo conocía lo suficiente al abuelo Min para saber que, si lo hacía, buscaría la manera de manipularlo.
Con un suspiro resignado, tomó un largo sorbo de su segunda tasa de té justo antes de que el sonido de la puerta abriéndose le avisara de la llegada del pelioscuro.
Ante el sonido de pasos acercándose, Horin elevó el rostro y dedicó una mirada expectante y curiosa en dirección a la entrada.
--Oh, pero mira nada más a quien tenemos aquí. -entona con voz cantarina nada más tener a la pequeña en su campo de visión --Mi hermosa princesa. -dice tras acuclillarse lo justo para tomarla entre sus brazos.
Taehyung, para quien aquella escena se había vuelto parte de la rutina diaria, continuó tomándose su té con tranquilidad mientras Hoseok jugueteba de manera despreocupada con la niña y esta, como siempre, se mostraba bastante receptiva a sus atenciones. Lastimosamente, Horin no era propensa a permanecer quieta por mucho rato, por lo que terminaba exigiendo ser dejada nuevamente en libertad. Esto era algo que parecía herir profundamente a Hoseok, quien se tomaba aquello como un rechazo indirecto.
--Te tengo algo. -informó Tae una vez Hoseok deposita a la menor en el piso. Con disimulo sacó un pequeño envase con leche de plátano y lo extendió en su dirección --Generalmente no permito que consuma este tipo de cosas y mucho menos a esta hora. -explicaba con calma --Suele ponerse hiperactiva después de comer algo dulce y Dios sabe que no necesita más energía de la que normalmente tiene, pero haré una excepción esta vez. Puedes dársela.
--No entiendo. -pronuncia el adverso con evidente confusión, pero tomando de todos modos lo que le era ofrecido.
--Verás. -continúa explicando con suavidad --Gracias a mi amiga Mimi pude descubrir que engendré... -pausa un segundo para corregirse -- ...engendramos a una pequeña golosa capaz de vender su afecto por algo dulce. - su voz se tiñe de fingida indignación --Dale un poco y te ganarás su favor de por vida.
Sin disimular su sorpresa, Hosek asintió y enfocó su mirada primero en el pequeño embase en su mano y luego hacia su hija quien no dejaba de ir de aquí para allá sin rumbo aparente.
--Horin. -llamó mientras agitaba la leche de plátano como si fuera un señuelo, ampliando su sonrisa cuando la pequeña se detuvo para observarlo con renovado interés.
Taehyung salió en dirección a la cocina mientras una eufórica Horin prácticamente se abalanzaba hacia su otro padre. Pese a que una parte de él -aquella que se negaba a compartir el afecto de su pequeña- le recriminaba por su acción, no pudo evitar negar divertido ante la desastrosa escena que se desarrollaba; Horin con la cara y manos embarradas producto de sus descontrolados intentos por hacerse con el frasco de leche mientras que Hoseok procuraba que solo tomara pequeños sorbos a la vez.
***
--Vaya, jamás imaginé que hacerla dormir resultara una tarea tan difícil. -susurra el mayor para evitar despertar a quien dormía profundamente recostada en su pecho.
--No suele ser tan difícil normalmente. -responde con voz exhausta el peliazul, lamentando ahora haberle suministrado una dosis extra de energía a la menor.
--Gracias por ayudarme. -suelta de la nada, tomando por sorpresa al adverso quien no se esperaba la sonrisa llena de agradecimiento que le estaba siendo dedicada.
--No es nada. -asegura sintiéndose de repente nervioso y cohibido --No tienes nada de que preocuparte, aunque no lo parezca, Horin se está acostumbrando rápidamente a ti, solo dale un poco más de tiempo.
Hoseok asiente en respuesta antes de depositar un delicado beso en la frente de la pequeña. Sentía una extraña combinación de emociones. Estaba feliz pero a la vez añoraba algo más.
--¿Cómo fue todo el proceso? -cuestionó aún en voz baja al cabo de un rato. Curioso por saber más sobre la diminuta persona que yacía sobre su pecho. ¡Dios! no se cansaba de mirarla y las emociones que brotaban de su interior eran tan intensas que resultaban casi dolorosas --¿Desde el inicio del embarazo, el parto, el nacimiento...? Me imagino que no debió haber sido nada fácil.
Con una profunda inhalación, Tae piensa en cuan duro resultaron ser los primeros meses, más por su deprimente estado de ánimo que por los síntomas propios de su embarazo.
--Fue difícil, sí. Principalmente después de dar a luz. -admitió, poco dispuesto a romantizar todo el asunto --Las pocas horas de sueño, todo el esfuerzo que requería cuidar de un ser tan pequeño, la duda constante de si estoy haciendo esto o aquello de la manera correcta, la preocupación por poder llegar a fin de mes... pero al final considero que fui muy afortunado, tenía a mi lado a Jin para ayudarme e incluso a Ken, quien siempre se mostró muy generoso. -se encogió de hombros, decidiendo que ya nada de eso importaba.
Hoseok escuchaba atentamente las palabras del menor. Aunque todo pintaba a que fueron días caóticos, podía deducir por su expresión y tono de voz que no cambiaría aquella experiencia por nada del mundo. Con nostalgia pensó que muy probablemente él tampoco lo haría.
--Me hubiese gustado haber sido partícipe. -aseguró. En su tono de voz no había reclamo alguno, solo se trataba de un anhelo exteriorizado --Aunque lo más seguro es que el único buen aporte que hubiera hecho sería el económico. -terminó de decir con jocosidad.
En respuesta el peliazul ríe de manera queda antes de responder a modo de confesión: --Indirectamente hiciste tu aporte en su manutención. -dedicó una mirada cariñosa en dirección a su hija antes de proseguir --Vendí el anillo que me regalaste y con el dinero pude apañarmelas mejor. -explicó ante la mirada interrogante del otro.
Las orbes del pelioscuro se deslizaron de manera inconsciente por el dedo anular de la mano izquierda del contrario --¿Lo vendiste? -cuestiona con el ceño ligeramente fruncido. Aunque había notado que no lo usaba, jamás pasó por su cabeza que lo hubiese vendido --¿A quién?
--No lo sé, se lo entregué a Seokjin para que lo vendiera a buen precio. -dice tras notar cierta inconformidad de parte del otro.
Los segundos pasaban y Hoseok no volvió a pronunciar palabra. Si bien no lucía molesto, se notaba pensativo.
Ambos se quedaron así, sentados en completo silencio durante mucho rato.
[.]
Los días parecían transcurrir con exagerada prontitud. Ya casi hacía un mes desde su regreso a Corea y Taehyung no podía evitar sentirse cada vez más adaptado a su realidad.
El abuelo seguía insistiendo con su farsa de estar al borde de la muerte y le resultaba tan estúpidamente absurdo que le siguiera funcionando, que incluso se descubría sonriendo en complicidad con el viejo por la manera en la que manipulaba a los demás a su antojo.
Por otro lado, él y Hoseok estaban en medio de una especie de tregua en la cual limaron asperezas por el bien de Horin. No, no eran una pareja recién conciliada y mucho menos buenos amigos. Su trato rayaba en la cordialidad y la educación. Lo cual, a opinión de Taehyung, resultaba extraño e irreal. Sin embargo no se quejaba.
Al menos su relación no era tan tirante como la que sostenía con Seokjin; porque, como bien se esperaba, su suerte no duró para siempre y tras dos semanas en su país natal, tuvo que revelarle a su hermano acerca de su regreso. Por supuesto las maldiciones, gritos y amenazas por parte del castaño mayor no se hicieron esperar. A Taehyung no le cabía duda que, de no ser por su delicado estado de salud, el castaño ya hubiese ido hasta allí y armado todo un alboroto.
Y, por muy cruel que resultase aquel pensamiento, agradecía que Seokjin fuera obligado a mantener reposo. No quería tener que darle más explicaciones, tampoco le apetecía lidear con su temperamento controlador y mandón.
No dudaba de su buena intención, pero tampoco deseaba otra intervención de su parte.
--Es hora de irnos. -la profunda voz de Hoseok se escucha a su espalda, haciéndolo consciente de que se había quedado ensimismado en medio de cajas empaquetadas y muebles cubiertos por mantas. Desde ese día dejarían el departamento y se mudarían a una enorme casa, con un bonito jardín, un patio y muchas habitaciones.
Una casa donde vivirían los tres.
Miró hacia atrás, topándose con Horin que dormitaba mientras se aferraba al cuello de su padre. Como había supuesto y temido, el vínculo entre ambos se había estrechado considerablemente hasta el punto de que su pequeña había desarrollado cierta preferencia por el pelioscuro.
Inesperadamente este hecho ya no le llenaba de preocupación.
Se estremeció al sentir la intensa mirada de Hoseok sobre él, cuestionándole sin palabras si algo iba mal.
Sin decir nada se acercó hasta la puerta y con un gesto le indicó que estaba listo para irse.
Y es que la respuesta era tan complicada que ni él mismo la sabía.
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Empieza un período de transición en el HopeV.
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《Akina》
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