03
Taehyung corría apresurado en dirección al edificio en el cual vivía desde hace más de un año. Mientras las diminutas gotas de agua caían sobre su persona y la fría brisa golpeaba sin piedad su cara, se preguntó porqué rayos no se abrigó mejor antes de salir a hacer su compra exprés.
Sostuvo con fuerza la bolsa plástica que llevaba en su diestra y suspiró de alivio cuando la cálida temperatura del interior lo recibió. Sin perder el tiempo se encaminó hacia las escaleras y subió a paso constante hasta el cuarto piso, una vez frente a su puerta, procedió a introducir la llave y girar la cerradura.
Cerró tras de sí y volvió a suspirar al no captar más que silencio. Luego, sonrió en dirección a una chica de delicadas facciones que se encontraba sentada en uno de los sillones que adornaban su sala de estar, hojeando una revista con una mano mientras que con la otra jugueteaba con un mechón de su cabello.
--Vaya, eso fue rápido. -comenta con tono jocoso la joven --¿Fuiste corriendo o qué?
--¿Te quedas a esperar el té? -cuestiona Taehyung, ignorando a drede la pregunta que le fue hecha.
--No, lo siento. -niega luego de mirar su reloj de pulsera para acto seguido ponerse de pie --Ya que tengo algo de tiempo de sobra para llegar al trabajo quiero aprovecharlo y pasar por el centro comercial. Necesito ropa nueva.
--¿Más? -pregunta con cierto tono de mofa, puesto que la chica frente a él tenía por pasatiempo gastarse todo su dinero en ropa.
--Sí, bueno. Una chica nunca tiene suficiente ropa. -explica con su habitual tono despreocupado, mostrando luego la lengua en un gesto sumamente infantil al que Tae ya se había acostumbrado.
El joven doncel puso agua a calentar y preparó dos tazas de té, una para él y otra para la fémina, quien la aceptó gustosa pese a su negativa inicial. Ambos permanecieron en silencio mientras tomaban el primer sorbo.
--Gracias por el té. -dice la peliclaro a la par que toma su bolso y se encamina a la puerta --Tengo una cita después del trabajo, regreso a casa a eso de las diez. Si me necesitas, solo llama y llegaré tan pronto como sea posible.
En respuesta, Taehyung esboza una sonrisa y asiente. Dejando escapar un suspiro profundo una vez la rubia se marcha.
Ciertamente la primera vez que la vio con su maquillaje extravagante, su llamativa forma de vestir y su liberal manera de pensar, se sintió un tanto abrumado, al punto que cometió el error de prejuzgarla. Pero rápidamente había descubierto que en realidad era una chica muy dulce y, aunque en ocasiones se llegaba a escandalizar un poco debido a su personalidad, lo cierto era que le estaba inmensamente agradecido por toda la ayuda y la amabilidad que le había brindado en esos últimos meses lejos del apoyo moral de su hermano; al cual, pese a que hablaban a diario por teléfono, preferiría no hacerle mención de sus incertidumbres y miedos. Después de todo, consideraba que Seokjin tenía suficiente de qué preocuparse con sus problemas matrimoniales.
Observó el reloj de pared constatando que aún tenía unos veinte minutos de relajación, se puso en pie y ya se disponía a servirse una segunda taza de té cuando escuchó la puerta ser tocada.
Negó divertido al pensar que se trataba de su amiga, quien probablemente se había dejado alguna pertenencia en su departamento. Abrió la puerta sin siquiera observar por la mirilla.
--Mimi, ¿olvidaste algo...? -alcanzó a cuestionar antes de sentir como si toda la sangre en su cuerpo de repente dejara de circular.
--Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí. -le escuchó pronunciar con un tono de voz que lo hizo sentirse enfermo de rabia --¿Cómo has estado, mi adorado esposito?
Aquello tenía que ser una jodida broma.
--Hoseok... -pronuncia en apenas hilo de voz.
--Veo que me recuerdas, Taehyungie.
Aprovechando el estado estupefacción del más joven, Hoseok se adentra al interior sin ser invitado.
Aunque no es como si esperara una invitación después de todo.
--¿Qué haces aquí? -cuestiona Tae con la mayor firmeza que es capaz dadas las circunstancias, debatiéndose entre si se trataba de un sueño o una pesadilla.
"¡Mierda!" -exclama internamente tras dar una mirada discreta al reloj.
Ya casi era hora. Hoseok no debería estar allí
Debía deshacerse de él cuanto antes.
--Tienes que irte. -dictamina, tomando el pomo de la puerta para abrirla, invitándolo a largarse de manera silenciosa pero directa.
--Pero si acabo de llegar, ¿es así como tratas a tu esposo? Cómo has cambiado, cariño.
--No estoy para juegos, Hoseok. -brama con la mandíbula tensa y los nervios a flor de piel --No sé qué haces aquí y sinceramente no me importa. Sea a lo que sea que viniste ya es demasiado tarde.
Durante varios segundos, Hoseok no respondió nada, simplemente se quedó observando a Taehyung de una manera que este no supo descifrar. Y es que era la primera vez que lo miraba de forma tan seria e intensa. De manera instantánea, el peliazul sintió su pulzo dispararse y se puso alerta.
--Vine a Londres a una reunión de negocios, te vi por pura casualidad cuando te dirigías hacia aquí. -explicó al cabo de un rato, totalmente ajeno al efecto que sus palabras provocaron en el adverso. Luego dejó a sus ojos vagar por toda la estancia, fijándose en los pocos muebles que adornaban el lugar y en las paredes que, si bien no estaban en malas condiciones, no les caería mal una mano de pintura.
De manera inevitable hizo la comparación entre ese lugar y su propio apartamento. La diferencia era abismal. No obstante, Taehyung había preferido irse de su lado, donde lo tenía todo, para vivir allí.
Pero claro, cuando estás con la persona a la que amas, todo lo demás es irrelevante.
Por su parte, Taehyung se recriminaba el permitir que la respuesta de Hoseok le afectara.
Sin duda era absurdo aquello. Él ya había dejado de esperar que Jung Hoseok fuera en su busca hacía meses.
¡Dios! Perdió la cuenta de las noches que se quedó dormido mientras esperaba en vano que se presentara ante él pidiéndole perdón. Y ni que decir de las innumerables veces que soñó con ello o el dolor causado tras despertar a la triste realidad. Una realidad donde el hombre al que amaba desde que era un chiquillo simplemente se había deshecho de él como si de un trapo viejo se tratase.
Pero ya no más.
Ya no era aquel mocoso de diez años que había quedado prendado de la brillante sonrisa y la carismática personalidad de quien entonces era un adolescente.
Y es que desde la primera vez que habló con el sonriente chico, sintió cierta admiración por este. Admiración que creció de manera desorbitante cuando lo ayudó a impedir que su padre lo sacara de la ciudad y lo apartase de su madre y hermano.
¡Se había convertido en su héroe y lo adoró con toda su alma! Y este sentimiento no había hecho más que crecer y crecer conforme el tiempo pasaba, dando paso a un enamoramiento infantil que tomó fuerza con cada día transcurrido.
A sus veintitrés años y mirando en retrospectiva, debía admitir que hasta cierto punto él había forzado mucho las cosas con Hoseok, quien pese a lo atento que era, jamás dio indicios de sentir más que cariño, pero él se había enzañado en conseguir ser amado por su príncipe de brillante armadura y al final había terminado pagando con creces su obstinación.
Le había costado su corazón, sus sueños e ilusiones entender que su primer y gran amor jamás lo amó de verdad.
Pero ya no importaba.
Ahora tenía a su lado un nuevo amor. El más puro e incondicional que podía existir.
Y Jung Hoseok ya no era más el centro de su universo.
--En ese caso deberías irte, no se te vaya a hacer tarde para tu reunión.
Taehyung dice estas palabras con un tono ácido que provoca que el contrario lo observe con cierta sorpresa debido a lo atípica que resultaba aquella actitud en quien siempre se caracterizó por su carácter dócil y gentil.
--Descuida, tengo tiempo. -responde con el mismo tono, resistiéndose a marcharse aún cuando es lo que su cabeza le dicta hacer.
--Pero yo no, así que, adiós. -dice antes de darse la vuelta, necesitaba que se fuera en ese instante.
Hoseok crispa los labios sintiéndose repentinamente molesto por la frialdad e indiferencia con la cual es tratado. Ni siquiera debería sorprenderle aquello, le había quedado más que claro que Taehyung no lo quería en su vida, pero allí estaba él, haciendo el ridículo por impulsivo.
Simplemente debió seguir su camino y ya.
--Bien, me voy. -acepta, elevando el mentón con gesto arrogante --Solo por si te interesa saber, el abuelo está mal. Si quieres llámalo, todavía tiene el mismo número.
Esta información le sienta como un golpe en el estómago al más joven, para quien era sumamente difícil imaginarse al vigoroso y astuto abuelo Min convaleciente.
--¿Está muy mal? -pregunta sin poder contenerse, la preocupación bañando sus facciones. Durante el poco tiempo que había durado su matrimonio, se había encariñado muchísimo con el veterano hombre.
--Es complicado. -explica vagamente... y no mentía al decir aquello. Había días en que podía jurar que su abuelo fingía estar enfermo, pero quizás era solo su imaginación y el deseo mismo de que este en realidad no esté al borde de la muerte --Sé que le haría muy feliz verte, te tiene mucho afecto.
--También yo a él. -musita con melancolía y ojos sospechosamente húmedos.
Hoseok solo asiente con rostro serio y sin emitir más palabras decide que ya era hora de marcharse. Ya se disponía a salir cuando un sollozo lejano llamó su atención. Creyendo que se trataba se Taehyung, le dedicó una última mirada antes de salir, topándose únicamente con la cara horrorizada del peliazul.
El llanto pasó de ser apenas un murmullo a ser uno potente y desesperante en cuestión de segundos. Cuando Taehyung salió disparado hasta perderse en lo que suponía era alguna habitación, no pudo evitar seguirlo, picado por la curiosidad. Guiado por los constantes gorgojeos y el intermitente llanto, caminó hasta toparse con una extraña escena donde Tae sostenía en sus brazos un pequeño bebé, quien se aferraba con su manita izquierda a su suéter y agitaba la diestra a la vez que picoteaba con su boquita sobre el pecho derecho del joven doncel.
Hoseok lucía verdaderamente perdido. Su mente no logró captar lo que estaba pasando hasta que observó al peliazul tomar el borde su suéter y alzarlo. En cuestión de segundos el llanto sesó por completo, dando paso a soniditos de succión y ahogo.
Allí fue que lo entendió: Estaba amamantando.
Pero entonces eso quería decir que...
--Tienes un hijo...
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Me estoy tardando mil años en actualizar. Lo sé y lo siento.
♡♡Mil gracias por leer, votar y/o comentar♡♡
《Akina》
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