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40. Magnus no está

Os conservaré un corazón que no sabe latir ya sino a voluntad vuestra.
(Alejandro Dumas)

* * *

POV ALEC

Fue simplemente perfecto. Mágico, correcto y perfecto. Sentir a Magnus dentro de mí, sentir su piel contra la mía, sentirnos ser uno de nuevo, como siempre debió haber sido…

Sentirlo dentro, no sólo de mi cuerpo, lo sentía hasta el alma, hasta los huesos, hasta el corazón, era como si se hubiera enterrado hasta lo más profundo de cada célula de mi cuerpo, ahora era parte de mí y no me dejaría nunca, ni yo a él. Ahora, y siempre, le pertenecía completamente a Magnus Bane, mi brujo de Brooklyn, mi profesor, mi amor eterno.

Sueño, recuerdo, no sé, nuestro último momento juntos repitiéndose una y mil veces en mi mente.

Después de todo, nos quedamos ahí, juntos, abrazados, nuestros cuerpos enredados negándose a separarse de nuevo, nuestros ojos y nuestras manos buscando siempre hacer contacto, los ritmos de nuestros corazones acoplándose y las sonrisas sincronizadas. Porque eso era amor.

-Eres perfecto, Magnus Bane –le dije poniendo en cada palabra todo el amor que sentía por él, y supe que era correspondido, no por su “Te amo, Alexander”. Lo supe por su mirada, por el brillo en sus ojos de gato, por el tono de su voz, por cómo seguía sintiendo su cuerpo vibrar suavemente contra el mío, por el sonido de su corazón…gritando con latidos lo que su memoria le impedía decirme con palabras.

Mi sonrisa desaparece cuando lo veo hacer una mueca de dolor. No, por favor, por favor no, empiezo a suplicar mentalmente. Por el Ángel, no. -¿Estás bien?

-¿Cómo podría estar mal si tú estás conmigo?

No puedo evitar soltar toda mi amargura en una carcajada sarcástica. Si supieras, mi amor. Entonces es él quien suena preocupado al preguntarme: -¿Estás tú bien?

Recuesto mi cabeza en su pecho, para evitar su mirada, para escuchar su corazón, para sentir su piel y asegurarme que sigue aquí, conmigo, para confiar en que todo estará bien y nadie podrá separarnos. Pero tengo miedo, mi corazón se acelera de sólo pensar en un adiós, en un final a esto, a esta historia, a este amor, a esta vida. –Siempre estoy bien, si tú estás aquí, conmigo. Prométeme que pasaremos juntos cada segundo de lo que resta de este día y el siguiente…

Mi voz se rompe cuando me doy cuenta que tal vez no puedo pedir más de eso, me aferro a él como si con ese simple acto pudiera retenerlo junto a mí. Mi cuerpo me traiciona y empieza a temblar por los sollozos contenidos. Sus manos, me acarician, y buscan mover mi rostro hasta hacer que nuestras miradas se encuentren. -¿Estás llorando? ¿T-te… te hice daño? ¿Te arrepientes de esto?

A pesar de todo sonrío, ¿cómo se le ocurre preguntarme eso? Eso es más digno de mí que del gran Magnus Bane. –Nunca, nunca podría arrepentirme de nada que pueda suceder contigo, ¿me escuchas? –y ya no puedo, dejo correr todas las lágrimas, porque ya no puedo contenerlas-. Estoy llorando de felicidad, todavía no puedo creer que estemos aquí, así…

Mis ojos vagan hacia abajo, a nuestros cuerpos, desnudos y enredados, y siento mi cara arder.

-Yo tampoco puedo creerlo, Alexander. Nunca hubiera imaginado que cuando acepté cubrir a Tessa estas dos semanas…me encontraría con el amor de mi vida.

Mis ojos se abren con genuina sorpresa y mis mejillas duelen por la enorme sonrisa que me provocan sus palabras. -¿El amor de tu vida?

Magnus junta nuestras frentes y me dice con voz solemne, sonando casi como una promesa: -Siempre. –y mi corazón se detiene-. Me han bastado estos días para saber que lo eres. Y si, como dicen tus cartas, hay otras vidas, entonces eres el amor de mis vidas. De todas y cada una de ellas. Nunca podrás deshacerte de mí, mi amor.

Ojalá. –Ni tú de mí.

Nos abrazamos de nuevo, hasta quedar casi dormidos. Y es por eso, porque ya estoy más dormido que despierto, que me atrevo a preguntar: -¿Crees que es posible que lo logremos?

-¿Qué cosa? –pregunta con voz pastosa.

¿Esto es un sueño? ¿Seguimos despiertos? –Que me recuerdes…

-Uumm… Nunca podría olvidarte.

Una sonrisa torpe se instala en mis labios que se juntan con los suyos y pronuncian mi última palabra: -Gracias.

Pero esa no podía ser nuestra última palabra. Maldita sea, ¡no! No podía. Si iba a haber una última palabra esa sería hoy en la noche, y habrían sido “Te amo, te amo, Magnus, y no me arrepiento, valió la pena amarte una vez más…”. Perderte una vez más. Porque hay amores que valen el dolor de perderlos…

Desperté con los rayos del sol colándose por la ventana, estaba ya amaneciendo. Me dolía el cuerpo, me dolía y nunca un dolor me hizo tan feliz. Con una sonrisa empecé a buscar a ciegas a Magnus, pero junto a mí las sábanas estaban frías y vacías. ¿Dónde estaba el cálido y hermoso cuerpo con el que dormí?

Abrí rápidamente mis ojos y me senté de golpe. Mi corazón acelerándose todavía sin saber por qué. ¿Dónde está, Magnus? Estoy por levantarme cuando siento algo rozando una de mis piernas.

Mi mirada va hasta el objeto, es un pedazo de hoja roja. Roja. Mi mente queda en blanco por un segundo y mi cuerpo se congela. No puede ser.

-Magnus no, por favor.

Siento mis ojos llenarse de lágrimas. Tomo el papel y lo arrugo en mi puño, llevándolo a mi pecho. No, por favor, por favor, por favor, no.

Con la vista todavía empañada empiezo a leer lo que escribió Magnus, porque es su letra, al reverso de mi propia carta:

<<Alexander, mi nephilim, mi alumno, el amor de mis vidas:

Perdón. Una y mil veces perdón. Perdóname, mi amor, por todo, por no recordarte, por leer tu carta y romper mi promesa, por no despedirme de ti como debería…

Me atrevo a pedirte, y siempre serás libre de no hacerlo, espérame. Espera a que pueda controlar mi magia de nuevo y luchar contra mi padre para volver contigo, mi Alec.

Perdón. Te amo, nunca dudes de eso, con recuerdos o sin ellos. En esta vida mundana, en el mundo de las sombras, o en lo que sea que vivamos en la siguiente, siempre te amaré.

Con cariño, tu exbrujo estúpido.>>

No. No. No. No. La promesa. La magia. La carta. ¡Maldita carta! ¡Su padre!

Hay tanto que procesar y en mi mente sólo queda esa frase: <<Por no despedirme de ti como debería…>>. Es que ni siquiera tendríamos que despedirnos...

¿Y ahora qué hago?

Me levanto sin molestarme en perder tiempo en buscarlo, o en buscar mi ropa. Tomo mi teléfono y marco el número que me sé ya casi de memoria.

<<-Ahora no es buen momento, Alexander –me dice la voz de Catarina al instante-. Tessa está desaparecida. Desde anoche no sabemos nada de ella…

No me importa. El amor nos vuelve egoístas y no me importa. –Magnus no está. Se lo llevo su padre…

No tengo más respuesta que silencio al otro lado de la línea, puedo escuchar a Jem desesperado de fondo. Espero, espero a que mis palabras surtan efecto…>>

CONTINUARÁ…

Es chistoso, alguien me comentó que dejara de narrar ambos puntos de vista porque pierdo tiempo, pero ¿saben qué? Perdón, pero son mis historias, mi forma de escribir y no dejaré de hacerlo.

Perdón de nuevo, otra vez se me salieron las lágrimitas con este capítulo, creo que así estaré todo el domingo…
No me odien, ¡verán que al final vale la pena!

En un rato subo la continuación del día 13…

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