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35. ¿La chica de tus sueños?

Somos adictos a lo que nos destruye.
(Fiódor Dostoyevsi)

***

POV MAGNUS

<<Está bien, te veo EN LA NOCHE>>, fue lo último que Alexander me dijo. No pude evitar reír ante el énfasis que puso en las últimas tres palabras y la voz tan alta en la que las dijo. Qué equivocado estaba cuando dudé de que Alexander pudiera ser celoso, pero estaba bien, los celos son lindos hasta cierto punto, cuando no rayan lo enfermizo, cuando la persona sólo busca asegurarse de que la amas, incluso cuando eso es más que obvio… Y yo lo amo, ¿cómo podría dudarlo? ¿Quién podría dudarlo? Creo que es evidente…

-¿Todo bien, profesor? –pregunta la supuestamente Destiny, cuando vamos en el auto, interrumpiendo mis pensamientos.

Mi ceño se frunce un poco. Luchan en mí, la razón, que me dice que no debería confiar en alguien que miente; y mis sentimientos, mi corazón negándose a rechazarla, no en un sentido romántico, claro. -¿Por qué me llamas profesor? Está más que claro que nunca fui tu profesor, nunca fuiste mi alumna… ¿Es que vas a decirme en algún momento quién eres en realidad?

-Tú… -ella se detiene un momento, como buscando las palabras, tratando de decir lo correcto y nada más-. Tú eres profesor, independientemente de que yo no sea tu alumna. Y sobre quién soy…tengo fe en que lo descubras tú mismo.

No entiendo muy bien a qué se refiere con lo segundo, pero lo dejo pasar. Llegamos al café cerca de la universidad, al mismo que vine con Alexander aquella vez… Aunque esta vez es tan diferente…

Nos sentamos en una mesa que da directo a la puerta de entrada. Ella sentada frente a mí, de modo que ninguno de los dos queda de espaldas a dicha puerta, ambos podemos verla fácilmente con sólo girar un poco la cabeza.

Nos miramos un momento en silencio, como en esas ocasiones en que sabes que se viene el final y quisieras alargar el momento todo lo posible…

-Magnus… -comienza ella. Esa voz. Pero se detiene de repente, su ceño se frunce y su mirada dispar se dirige a la puerta.

No hay nadie ahí… ¿o sí? De repente me falla la vista, parece que dos imágenes se pusieran una ante otra. En la primera la puerta se mantiene cerrada, en la segunda ésta se abre lentamente y entran dos personas que no logro enfocar…

Mi cabeza empieza a punzar. Sólo esto me faltaba, ya no sólo mareos, jaquecas, desmayos, sensaciones raras en las manos, ahora también veo mal.

-¿Estás bien? –me pregunta preocupada. El chocolate y el esmeralda de su ojos brillando hacia mí. Esos ojos…

-¿Es que acaso importa?

-Claro que sí –su mirada se aparta un segundo de mí, sólo un momento antes de hacer una mueca extraña y centrarse por completo en la conversación-. A MÍ me importa todo de ti, no busco más que tu bienestar y tu felicidad, Magnus.

-¿Engañándome? –pregunto con voz tal vez demasiado dura, ella hace un leve puchero y mi corazón se enternece y me reprocho el tratarla así-. ¿Por qué no puedes decirme quién eres? ¿Tan malo es?

-No es algo malo –me asegura muy seria, pero luego baja la mirada-. No es malo, es sólo que… ¿Nunca has fallado completamente intentando hacer algo bueno, intentando ayudar y termina ocurriendo exactamente lo contrario? Yo… Ese es mi caso… Yo quisiera ayudarte, Magnus, por el cariño que nos unió alguna vez, que nos une…

-¿Por qué hablas como si nos conociéramos de antes y no de hace un par de semanas? –le pregunto, extrañado por la familiaridad de sus palabras, pero sin ponerlo en duda. No sé por qué…

Ella se ríe un poco. Esa risa. ¿Qué demonios me pasa con esta jovencita? –Es posible, gran Magnus Bane, que en otra vida hayamos sido muy cercanos. ¿No lo sientes?

De repente se acerca demasiado a mí, es raro, no me incomoda, pero no me provoca nada su cercanía. Es, simplemente, familiar, como si fuera una sensación ya conocida para mi cuerpo el tenerla cerca. Un movimiento borroso me hace voltear hacia una mesa, pero me doy cuenta que está vacía cuando lo hago. –Tal vez… -le digo un poco perdido.

-Me gustaría refrescar tu memoria, pero no sé cómo hacerlo sin decirte las cosas directamente. ¿El tenerme cerca este tiempo no ha provocado nada en ti?

-¿Debería?

-Ese era el plan –contesta, encogiéndose de hombros.

-Tú… me recuerdas a alguien…

-¿Alguna vieja conocida?

-No sé –mi corazón empieza a bajar su ritmo, otra vez esta tranquilidad, esta paz extraña-. Me recuerdas a alguien de mis sueños, ¿cómo saber si es real, si la conocí?

-Dime que sueñas… Tal vez pueda ayudarte –me dice con una sonrisa, sus labios pintados de carmín ahora que los noto.

-No estoy seguro… Creo que… Creo que la he… Me ha besado…

-¿Quieres intentar? –me pregunta y no entiendo a qué se refiere hasta que la tengo a unos centímetros de distancia, se fue acercando, estirándose sobre la mesa. Mis ojos se abren con sorpresa, fijándose en ese esmeralda tan hipnótico, tan salvaje, y ese chocolate en cambio tan dulce y pacífico. Mi cuerpo se congela y no sé qué decir y hacer-. Tal vez un beso te ayude a definir lo que sientes, tu pensamiento puede no estar seguro, pero el corazón siempre sabe. Hay besos que no dicen nada, otros que remueven viejos sentimientos. Podemos probar si yo soy ese sueño, si sientes lo mismo… -de repente sus labios están ya casi sobre los míos-. ¿recuerdas lo que sientes en el sueño?

No logro responder, pues sus labios están ya moviéndose sobre los míos con suavidad. En beso no dura más que unos segundos. Siento una corriente de aire llegar hasta nosotros, pero al separarnos no puedo apartar mi mirada de ella. –Esto fue tan… -la miro con diversión tratando de encontrar la palabra y ella se ríe a carcajadas.

-¿Incómodo? ¿Incorrecto? ¿No soy la chica de tus sueños?

Su risa me contagia y, de repente, me encuentro riendo yo también. –No –digo entre risas-, no lo eres. Aunque tampoco es que la chica de mis sueños me haga sentir algo…

-¡Oye! –me dice golpeando mi mano, sobre la mesa-. No beso tan mal…

-No es eso –le digo con una sonrisa-. Es sólo que, como dijiste, los besos dependen de la persona. Y contigo se sintió como si… Tú me entiendes…

-Lo sé –me regresa la sonrisa-, sólo quería que lo sintieras, que supieras que no soy quién crees, por mucho que me parezca. Ya sabes…

-¿Las apariencias engañan? –pregunto divertido.

Ella se ríe y se pone de pie. –La mayoría de las veces.
Se acerca a darme un abrazo, un abrazo cálido y familiar, que no se siente incorrecto como el beso. –Tal vez nunca volvamos a vernos, pero… Recuerda que te quiero y nunca quise causarte ningún mal.

Nos separamos y ella me sonríe con algo de tristeza. Mis manos comienzan a hormiguear cuando ella se dirige a la puerta, y entonces los veo. Alexander está ahí parado con la enfermera. Cuando nuestras miradas se cruzan, él hace una mueca y sale. Destiny y la enfermera lo ven salir, pero no hacen nada.

Yo dejo el dinero en la mesa y me apresuro a alcanzarlo. Está a punto de cruzar la calle, cuando por fin lo logro. Mi mano se cierra en uno de sus brazos. -¡Ey! ¿Por qué te vas?

POV ALEC

No entiendo nada, Magnus y ella ríen como dos viejos conocidos recordando viejos tiempos, como si besarse fuera de lo más normal. Después ella lo abraza y se dirige a la salida y es hasta entonces que Magnus me nota. No quiero hablar ahora, no quiero hacer una escena y arruinar nuestro avance en el último momento. –Tengo que irme –le digo a Catarina y empiezo a correr.

-¡Ey! –dice la voz de Magnus justo cuando siento una de sus manos en mi brazo-. ¿Por qué te vas?

Respiro profundo antes de hablar. –No sé –contesto, con sarcasmo, sin mirarlo-. Tal vez porque acabo de ver a MI novio besándose con una desconocida, ¿o es que ya sabes quién es?

Su mano aprieta su agarre en mi brazo casi haciéndome daño, una corriente pasa de sus dedos hacia mí. ¿Será posible…?

-La verdad es que no… -me dice, sacándome de mis pensamientos.

-¿Ah?

-No sé quién es… -mira su mano un momento y después la aparta de mí-. Lo siento.

-¿Por dejar que te besara? –su mirada hace que todo el coraje se esfume de mí.

-No sé qué me pasa últimamente. Tal vez debamos alejarnos por un tiempo, hasta que yo esté bien… No quiero hacerte daño, Alexander…

Su mano se dirige a mu mejilla, pero la deja caer antes de tocarme. Yo la tomo entre las mías y la llevo ahí a donde él no la dejó llegar. –Nunca me harías daño. No a menos que te apartes de mí…

-¿No estás molesto?

-Sí lo estoy –le digo honestamente-, pero sé que ni tú ni ella sintieron nada. Ella no te habría dejado de ser así ni tú estarías aquí.

-Te amo -me dice con voz triste.

-Yo también. Ahora vamos a tu casa. Quiero terminar mi día contigo…

Y así, tomados de la mano, nos dirigimos a lo que podrían ser nuestros últimos momentos juntos, aunque él no lo sepa.

CONTINUARÁ…

Bueno… ¿ya saben quién es Destiny? Ya más pistas no puedo dar…
Y, ¿quieren saber que pasa esa noche?

¿Leyeron ya el día 12? ¡Llegó Max! 🙈
Ya cumplí con El favorito del rey, me falta Amor entre libros, pero lo haré este fin sin falta…

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