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Capítulo 34

POV: Renata.

Me encuentro en mi habitación sentada sobre la silla mecedora frente a la gran ventana observando la noche estrellada. Las copas de los árboles meciéndose de un lado a otro cómo si de una danza en conjunto se tratase, mi bebé está acurrucado sobre mi regazo mientras lo mezo lentamente, beso su cabecita y me pierdo en mis pensamientos aún recordando el día que llegó al mundo. Ese día en el cuál cambio mi vida, el día en que lo catalogo el más feliz de mi vida.

Mi pequeño Emilio nació el día 2 de noviembre, pesando tres kilos ochocientos gramos y midiendo cincuenta y tres centímetros, de cabello negro azabache y unos hermosos ojos de color negros la viva imagen de su padre, de mi sólo sacó las pestañas kilométricas.

Se preguntarán por que lo he llamado cómo a su padre y la respuesta es sencilla, en México es tradición que data de toda la vida que el primogénito de un hombre se llame igual a él, así que yo decidida a continuar con esa tradición lo nombré igual a su padre.  

Flashback...

 —¡¡NANA TERESA ME DUELE MUCHO!! —grito con todas mis fuerzas ya que los dolores comenzaron en la madrugada después de llorar varías horas cómo lo venía haciendo durante el año y medio que tenía viviendo en la hacienda. 

—Voy mi pequeña no desesperes José prepara la tina para que des a luz. —nana va y viene por la habitación de un lado a otro preparando todo lo necesario desde toallas, pañales, ropita para mi bebé, etc. Ella junto a la doctora van asistir mi parto cómo lo veníamos planeando meses después que llegué aquí..

Entra Don José y un joven que recientemente he contratado para que labore aquí y le ayude con el que hacer a José y no tenga mucha carga laboral. Traen una pequeña alberca de plástico y la acomodan al centro de la habitación el joven va hasta el cuarto de baño y conecta una manguera que lentamente va llenando de agua tibia, presa de los nervios camino de un lado a otro de pronto siento una fuerte contracción que hace que sienta un pequeño crujido en mi vientre y eso provoque que agua comience a caer por entre mis piernas.

—Nana creo que he roto fuente. —pronuncio y los presentes me miran todos en conjunto aterrorizados y nana viene hasta mi.

—Vamos mi niña no hay tiempo que perder, me toma de la mano y me ayuda a ingresar a la alberca para que mi parto sea en agua. La doctora entra apresurada a la habitación y es cuando el proceso inicia, mi pequeño nace ocho horas después.


Fin del Flashback...


Mi pequeño se ha quedado dormido y lentamente me pongo de pie para llevarlo a su habitación, desde que cumplió dos años poco a poco lo fui apartando de mi para que pudiese dormir solito en su recámara, que aunque confieso que a veces voy por él y lo llevo a dormir conmigo. Emilio es lo más que amo en esta vida fue lo mejor que me pudo pasar después de tanto sufrimiento. Mi pequeño no tenía que ser muy dependiente a mi ya que tenía que presentarme a la universidad y nana Teresa batallaría cuando lo cuidara por mi, porque sí; continúe mis estudios y el mes pasado me he graduado y obtenido la licenciatura en Médica veterinaria y Zootecnista. Mi consultorio lo he puesto en un local al centro de Morelos, trabajo de lunes a sábado ya que los domingos lo dedico a mi pequeño todo el día, vamos juntos al parque y compartimos grandes momentos de felicidad, a veces montamos a Luna y paseamos hasta caer la tarde, mi pequeño ama a mi yegua.

Pero este día es la excepción ya que es día sábado por la tarde y Nana Teresa se encargará de traerme a mi pequeño al consultorio, me apetece llevarlo a la feria del pueblo. Ya casi se llega la hora en que llegue Nana termino de arreglar algunas medicinas en los estantes cuando entra Nana por la puerta sosteniendo a mi pequeño Emilio en los brazos, mis ojos se agrandan al mirar a mi bebé, no espero más y corro hasta él lo agarro y envuelvo en mis brazos para darle muchos besitos que él me corresponde de inmediato.

—Gracias Nana por traerlo. —Nana me sonríe y mira el lugar que está perfectamente limpio. —Te extrañé mi terroncito de azúcar.

—No tienes que agradecer niña, me retiro por que he quedado con José para mirar la novela ya que hoy es el gran final. —confiesa y yo sonrío este par no tiene remedio, durante todo mi embarazo me tuvieron enganchada a una novela de romance que por cierto me hacía llorar y yo lo atribuía a las hormonas del embarazo.

—¿Nana de verdad no nos quiere acompañar?. —no pierdo nada con preguntar una vez más.

—Claro que no muchacha ¿y dejar a mi José sólo mirando el final? ni lo pienses además yo ya no estoy para esos trotes Iván me ha traído y espera por mi, así que ya me voy. —Nana le da un beso a Emilio y sale del local. Voy directo al escritorio con mi bebé en brazos y tomo mi bolso y las llaves del consultorio y de mi coche, salgo del local y lo cierro emprendo la caminata hasta la plaza ya que no queda muy lejos y serías muy exagerado ir en mi coche. 

La tarde a comenzado a caer, Emilio lucha por salir de mis brazos ya que hace poco tiempo comenzó a caminar y le gusta andar de atrevido explorador. Lo bajo y acomodo sus pequeños jeans y su polo de color rojo que Nana a combinado con unos tenis Nike en color negro luce guapísimo mi bebé.

Mi pequeño comienza a caminar tan osadamente, aún le cuesta poder correr así que camina normalmente mientras yo voy contemplando lo feliz que es y disfrutando la cálida tarde antes de que el otoño llegue y con ello frío. Por un momento imagino a Emilio padre a un lado de mi compartiendo esta dicha conmigo pero esto es muy complicado. Sé que yo no le conté la verdad sobre que seríamos padres y siento culpa, pero el vacío que tenía en mi pecho en ese momento por su traición nada lo había sanado. Fue tanto el rencor que acumulé en mi pecho que cegó el coraje y no quise saber mas nada de nadie corté toda comunicación hasta con mi amiga Helena.  Con la llegada de mi pequeño todo cambió lentamente ese vacío y sensación de desolación fue sanando poco a poco, aunque confieso que hay días que anhelo a Emilio y me duele su traición, todo fue una total mentira cuando el juró que jamás me lastimaría.

La vida a veces es impredecible nosotros planeamos un futuro y ella se encarga de cambiar el rumbo y las situaciones, cosas que importaban en aquel momento comenzaron a dejar de ser prioridad en la actualidad, pienso que conforme vamos creciendo y la vida nos va golpeando y eso es lo que nos hace ser fuertes y determinados a veces desconfiados y rotos, por que hay heridas que son difícil de sanar aprendemos a vivir con el dolor eso es todo. 

Mi pequeño corre hasta una banca que está por el quiosco trata de subirse y ahora me doy cuenta que fue mala idea traer mi bolso ya que resbala a cada rato por mi hombro. Me regresaré a dejarla dentro del coche que he dejado estacionado en la acera de mi consultorio gracias a Dios no está lejos de aquí.

Tomo a mi pequeño de la manito y juntos caminamos tranquilamente, mi pequeño señala algunos algodones de azúcar que venden en un puesto a lo que lo sigo y le compro uno de color azul. Saco un billete y pago al comerciante que me sonríe agradecido, mi pequeño camina a pasos lentos sosteniendo su algodón enorme de azúcar y continuamos con nuestra caminata hasta el auto. El bolso continúa resbalando de mi hombro y vuelvo la mirada para acomodarlo cuando topo con algo duro.

—Lo siento mucho perdone iba distraída. —me excuso levantando la mirada y no puedo creer lo que mis ojos ven, Emilio está frente a mi con el rostro lleno de confusión y sorpresa, sigue luciendo igual aunque un poco más maduro a decir verdad. Mis nervios se disparan al mirarlo frente a mi, Emilio está en shock al igual que yo, mi corazón se estruja al mirar que sostiene de la mano a una chica rubia muy linda que parece modelo que al instante nos mira con confusión.

—E.. Emilio. —pronuncio con voz entrecortada y la chica centra su mirada en mi y luego en mi pequeño, Emilio vuelve la mirada a mi bebé al igual que la chica miro cómo sus ojos se achican con confusión para después dirigirlos hacía mi, sin pensar tomo a mi pequeño en brazos. 

Gracias a Dios él no ha dicho palabra alguna y la rubia se torna confundida, cómo alma que lleva el diablo salgo a toda prisa de la plaza dejándolos parados en el lugar. Mi pequeño se mantiene abrazado a mi cuello hasta que llegamos al coche, con el control de mando quito la alarma y abro la puerta trasera de mi Audi para sentar a mi pequeño en su sillita.

Una vez bien asegurado me siento al volante y recargo mi cabeza contra el mismo, respiro agitadamente por los nervios. Pongo en marcha el auto cuando me tocan a la ventanilla sé que es él y esta vez está solo no me animo a mirarlo a los ojos acelero el coche dejándolo parado y seguramente confundido.

Lo he vuelto a mirar.pronuncio sin poderme creer lo que ha pasado en la plaza, jamás imagine volver a mirarlo. Idiota si vives en el mismo pueblo que sus padres.  Me dice mi subconsciente y realmente lamento no ver podido pasar la tarde que le prometí a mi pequeño, ni yo me esperaba esto, si no lo hice en tres años desde que nos dejamos. ¿Por que hasta ahora?.

Llego hasta la hacienda y un Audi de reciente modelo está aparcado obstruyendo el paso de la entrada y ahí está él, mi Emilio. El chico de mis sueños ya es todo un hombre su porte varonil destaca, ya no es aquel joven de el que me enamoré perdidamente, cómo también yo ya no soy aquella chica que se enamoró perdidamente de él  y salió lastimada.

Mi cuerpo cambio después de dar a luz a mi pequeño, mis caderas se ancharon un poco y mi cintura se hizo mas pequeña con un poco de ejercicio y mucho esfuerzo, que decir de mi busto creció un poco más al igual que mi cabello. Tres años hicieron la diferencia y, cómo me di cuenta él ya pasó página y continúo con su vida, tiene novia y me reprocho por eso por que yo no pude olvidarlo... siempre me dediqué a extrañarlo que hasta me olvide de el amor. Así cómo también fue culpa mía que él continuara con su vida. ¿Y que quería que me esperara? me grita mi subconsciencia nuevamente. Todo el tiempo que él me buscó siempre hubo negativas por parte de Don José por ordenes mías, pero también comprendí que tenía que sanar mi corazón estaba tan dolida, confundida y, rota. Primero lo de Karen y pasados dos años la traición del hombre que tanto amé y sé que estuvo mal el ocultarle la verdad sobre su hijo, no tenía derecho de hacerlo pero también sé que si lo volvía a mirar caería a sus pies rendida.

Emilio se encuentra recargado sobre su coche con ambas manos en la bolsa de su pantalón y no pude evitar rememorar cuando se posaba así en la preparatoria para esperar por mi a la salida de clases. Una sonrisa inconsciente se dibuja en mis labios por recordar los más bonito que me pasó en la vida en aquellos tiempos. Rápidamente borro mi sonrisa para volver a mi cara de seriedad.

Emilio sigue esperando a que baje de mi coche, pretendo huir pero tengo que ser fuerte ya soy  adulta y tengo que afrontar las responsabilidades que eso conlleva. Ya basta de ser tan infantil y andar huyendo por la vida, así que llena de ánimos estaciono mi coche y bajo, no sin antes mirar a mi bebé que se ha quedado dormido en su sillita de seguridad. Él me mira y en sus ojos puedo notar la tristeza y el reproche. Yo al igual que él tengo sentimientos encontrados, tantas dudas en mi cabeza que se resumieron a nada con el pasar del tiempo, me paro frente a él que me mira de pies a cabeza este día me vestí con un jean ajustado y una camiseta polo en color roja como la de mi bebé y mi tenis Nike blancos,  soló unos centímetros nos separan.

—Renata... —es todo lo que dice pero me mira como si yo fuese algo irreal que está parado frente a él.

—Hola Emilio. —es todo lo que pronuncio los nervios son tantos que no me permiten pensar, el tenerlo frente a mi, su presencia me llena de nostalgia y tantos recuerdos de lo mucho que lo amé, el día que nos conocimos y cómo fueron pasando las cosas de poco a poco entre ambos.

—¿Por qué hasta ahora apareces en mi vida?. —se pasa la mano por el cabello despeinando las hebras y dejándolo alborotado aún me sigue volviendo loca la manera en cómo luce tan imponente y atractivo. —Te busqué tanto que al final me rendí Renata, me volví loco por no saber nada de ti ¿Y ahora cuando menos te pensé te paras frente a mi sin decir nada y luego huyes?. Hay tanto que me gustaría aclarar.

—Perdóname Emilio no era mi intención, fue simple casualidad el encontrarnos nuevamente aquí en Morelos. —me mira y resopla frustrado.

—¿Siempre has estado aquí verdad?. —afirma y pasa su mano nuevamente por su cabeza. Camina de un lado a otro y me sorprende cuando viene hasta mi y me toma del rostro con ambas manos, mi cuerpo queda atrapado entre su coche y él, el aroma del perfume que siempre ha usado lentamente se cuela por mis fosas nasales haciéndome disfrutarlos, cierro los ojos para rememorar esa aroma que tanto me gustaba. —No sabes cuanto te he extrañado Renata te he buscado por un año completo y siempre me negaron que tu estuvieses aquí, me rendí te lo juro por que al final comprendí el mensaje de que tu necesitabas tu espacio y ahí no entraba yo. 

—Lo sé Emilio fueron ordenes mías no quería mirarte, me habías lastimado cuando lo que prometiste fue cuidar de mi y resulto ser todo lo contrario. —asiente pasando su mano por su cabeza despeinando su cabello.

—Renata fue una trampa de mi padre, me drogaron en ese bar y él no permitió que Esteban me llevara a casa esa noche prometió que él lo haría y ya sabes el resto, tengo pruebas que demuestran de lo que te cuento es verdad. 

—Ya no tiene caso Emilio pasado es pasado y, tu mejor que nadie lo sabe pasaste página ya no somos los jóvenes que se enamoraron en aquel estacionamiento, ni los que hacían locuras de escapadas en medio de la madrugada, las cosas han cambiado y ahora hay prioridades y obligaciones.

—¿Te has casado verdad?. —pregunta apretando el agarre en mi cintura, mandando de inmediato esa corriente que hace años no sentía por todo mi cuerpo.

—Imagino que tu también verdad, ¿O quien es la chica que sostenías de la mano?. —Diablos!! eso sonó más a reproche que ha pregunta, pero no quería estar con esta duda.

—Es mi novia Rebeca desde hace un año. —responde con sinceridad y yo no puedo evitar sentir una enorme desilusión trato de alejarme pero él me lo impide, mete su rostro entre mi cuello y siento cuando respira mi aroma.

—¿Vez que todos pasaron página y continuaron con sus vidas?. Yo no estoy casada sigo soltera pero tengo un hijo. —se aleja quedando frente a mi, me mira atento y miro cuando una lágrima resbala por su mejilla. —Tiene dos años y medio y lleva tu nombre. —suelto sin pensar, puedo mirar como el asombro cruza por su rostro no encuentra las palabras adecuadas para pronunciar, sólo miro como lágrimas resbalan sin control por sus mejillas, no lo evito y las limpio sin decirle nada.

—¿Cómo pudiste ocultarme algo tan delicado Renata?. —me reprocha y sé que está en todo su derecho, Emilio limpia sus mejillas y no puedo sentirme más culpable.

—Perdóname sólo el tiempo pasó y no encontré la manera adecuada de decirte la verdad, no me atreví a buscarte tenía miedo. — 

—¿No podías simplemente tomar el jodido móvil y dejarme un mensaje si no querías escuchar mi voz? o que le dijeras a Helena o algunos de los chicos. —trata de hablar sereno y se que se está conteniendo para no salirse de control.

—Perdí contacto con todos lo que eran mis amigos ya eso debes de saberlo a la perfección, el día que tu padre llegó a tu departamento, ese día te daría la sorpresa Helena y yo ya lo habíamos planeado todo pero tristemente no se pudo. —me mira a los ojos ya que lágrimas resbalan por mis mejillas aún me duele por cómo sucedieron las cosas.

—¿Helena lo sabía y no me dijo nada?.  —asiento con la cabeza y Emilio se separa de mi y camina de un lado a otro de pronto viene contra mi y me acorrala nuevamente entre su cuerpo y el coche, habla muy pegado a mis labios.

—Quiero conocerlo, quiero conocer a mi hijo. —sentencia y muevo la cabeza aceptando, sin decir nada lo aparto de mi, lo tomo de la mano y camino hasta la parte trasera de mi coche. Su toque causa un revoloteo de mariposas en todo mi cuerpo, suelto su mano y abro la puerta trasera de mi Audi y ahí está mi pequeño durmiendo plácidamente.

—Ven mi pequeño con mamá. —desabrocho el cinturón de seguridad y lo tomo en brazos, mi pequeño continúa dormido así que salgo del coche y lo llevo hasta su padre, no puedo evitar mirar el rostro de alegría y confusión de Emilio al mirar a su hijo.

—¿Lo puedo cargar Renata?. —está dudoso en cómo lo hará pero yo lo ayudo colocando sus manos en la posición adecuado nuestro pequeño después de todo no es tan pequeño ya.

—Dios mío Renata, no lo puedo creer es... es igual a mi.  —pronuncia detallando las facciones del rostro de nuestro pequeño las lágrimas bajan sin parar por su rostro al igual que yo jamás imaginé que este día sería cuando nos volviésemos a encontrar.

—Lo sé Emilio y perdóname por eso, por quitarte el derecho de que lo conocieras, perdona el tiempo perdido. —

—Lo sé pero no te culpo Renata sé que no lo hiciste con intención tú te fuiste creyendo otra cosa de mi y no te reprocho estabas en todo tu derecho de sentirte dolida y traicionada, yo actué como un cobarde al no contarte la verdad. Pero confieso que en toda esa semana me comí la cabeza junto a Esteban en imaginar como te contaría la verdad, nada de lo que dijera sería valido y de igual manera saldrías lastimada y terminarías por abandonarme como lo hiciste.

—Los dos estamos dolidos aún Emilio todo se dio de una forma que a ambos nos rompió el corazón, pero por lo visto tu supiste manejar la situación y continuaste con tu vida, yo no pude me quedé estancada en un bucle sin final.







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