Tristes Recuerdos
Han pasado ya siete años, siete largos años desde que estoy en este mundo desconocido aun para mí. Desde ese día tan trágico no veo a mi familia, qué será de ellos, de mi madre, mi padre, que aunque nunca demostraba su cariño a ninguno de mis hermanos ni a mí, yo lo quería demasiado, porque él me enseñó todo lo que soy, o lo que era antes de venir aquí. Siempre voy a estar agradecido con él por todo lo que hizo, en cuanto a mis hermanos, los extraño mucho en especial a Janet, mi hermanita menor, siempre fuimos muy unidos, aún recuerdo cuando venía a mi cuarto corriendo a media noche asustada y me decía que había tenido una pesadilla y entonces me miraba con una carita tierna y me decía:
-Mike...puedo dormir contigo esta noche?
Yo le decía que sí entonces me abrazaba y me decía un "gracias, por eso te quiero hermanito querido" en el oído. Al crecer, ella y yo parecíamos dos niños, que no crecían porque aun siendo mayores, nos comportábamos como niños, haciendo travesuras por todos lados, y siempre que encontraban algo destrozado decían:
-De seguro fueron Peter y Campanita...-soltaban una risa-esos, nunca van a madurar
Con el tiempo, cada uno hizo su vida, igual que mis hermanos, cada uno de ellos formaban sus familias y mis hermanas también.
Hasta que un día conocí a Amelia, el amor de mi vida, mi adorada Amelia, aun la recuerdo, y cómo olvidarme de ella, la mujer más hermosa que nunca antes pude haber visto, recuerdo claramente su angelical voz diciéndome:
-Hey Mike – al instante yo volteaba y ella sonreía- no olvides lo mucho que te quiero-entonces yo me sonrojaba un poco
Siempre fue tan linda conmigo, estuve enamorado de ella desde la primera vez que la vi, cantando en aquel salón para animar la fiesta, con su lindo vestido largo, sus guantes negros hasta los codos, su hermoso cabello ondulado, su blanca piel y sus ojos , esos ojos grandes y hermosos, que transmitían un sentimiento de alegría. Me cautivo desde la primera vez.
Atento iba escuchando su canción y cuando termino hizo una reverencia en forma de agradecimiento, se sacó uno de los guantes, lo lanzó y entonces cuán afortunado fui yo al lograr atraparlo, y después de oler su aroma me lo guardé en el bolsillo de mi saco. Me miró y sonrió "esta chica me va a matar con su encanto"- pensé. Entonces dio media vuelta y se fue.
Al día siguiente volví, la vi cantar nuevamente, y así iba todos los días hasta que un día me arme de valor y la fui a buscar a su camerino, la invité a salir y con gusto aceptó, eso me alegró tanto. Nuestra primera cita, fue algo lindo, conversamos de muchas cosas y entre risas, me sentía tan bien con ella. Salimos varias veces, nos hicimos muy amigos, luego le pedí que fuera mi chica, ella al darme su respuesta, fui el hombre más feliz. Pronto la pedí en matrimonio, ambos estábamos muy enamorados. La boda se realizó con grandes agasajos, estábamos muy felices porque juntos comenzaríamos una nueva vida. Soñábamos con formar una familia con niños pequeños. Anhelábamos tener un niño, pero nada, sino hasta que un día cuando iba llegando del trabajo, entré a casa y vi muy feliz a
Amelia, no sabía el motivo de su alegría, pero fue algo muy lindo verla así de contenta que no pude evitar sonreír.
-¿Qué pasa amor mío?-pregunté al verla tan feliz
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