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Capítulo 23 | Confianza

Estaba en el mundo real. Estaba segura de que estaba en el mundo real porque una pareja se había asustado y había salido corriendo al verme aparecer de repente de la nada. Hogar dulce hogar.

Me dolía la mano. No me había dado cuenta, pero estaba agarrando el artefacto de Régar con demasiada fuerza. Intenté relajarme. Por ahora, nadie me seguía, como Jake me había dicho. Miré el artefacto. Era de oro. Era como un grueso palo de oro con una extraña bola de color rojo que no paraba de girar sobre sí misma. Me quedé maravillada. A un lado había unos símbolos tallados con una letra preciosa. Brillaba tanto que me podía ver reflejada en el artefacto. Menudos pelos tenía.

Intentando que la cosa que llevaba en la mano no llamara mucho la atención, me encaminé al parque infantil que Jake me había indicado, el que estaba por detrás del instituto. La gente me miraba. Bueno, no me miraban a mí, miraban el artefacto de oro. Y no les culpaba; a mí también me daban ganas de mirarlo.

Cuando llegué al parque, alcé el objeto todo lo que pude y esperé. En menos de diez segundos, una especie de película diáfana había rodeado el parque casi en su totalidad. Ahora se suponía que nada ni nadie podía salir ni entrar a menos que yo lo quisiera. Me senté en el columpio y, de nuevo, esperé. Esperé durante minutos. Esperé durante horas. Había empezado a oscurecer, pero las farolas ya se habían encendido. Ya no quedaba gente a los alrededores. Quería irme, tenía muchas ganas de llegar a casa, darme una ducha, discutir con mis hermanos, comer lo que quiera que hubiera preparado mi madre e irme a la cama. Pero no podía. Todavía no podía. Tenía que esperar.

De pronto, se abrió un boquete en el techo de la película que había envuelto el parque. Un halo de luz iluminó el parque, y del boquete cayeron todos y cada uno de los elegidos. Y, por último, Jake. Antes de levantarme para ir a ayudarles y ver si estaban bien, Davis corrió y se abalanzó sobreJake. Empezó a darle puñetazos a diestro y siniestro, y el rubio, en lugar de defenderse, dejó que le pegara.

–Davis... –susurró Yolei.

–¡Davis, para! –grité.

–¿Que pare? –preguntó, indignado, y me miró– ¿Se puede saber qué mierda tramas, Ari?

Todos me estaban mirando en silencio. Nadie entendía nada de lo que había pasado.

–Ari –dijo Izzy–, dame eso, por favor.

Señalaba el artefacto de Régar.

–No puedo –contesté.

–Dinos qué pasa –habló Cody, tranquilo. Pude notar cómo algunos se preparaban por si tenían que quitarme el artefacto a la fuerza.

Miré a Jake. Estaba tirado en el suelo, debajo de Davis, y me miraba con seriedad. Una gota de sangre se deslizaba por su cara, debajo de su labio. Davis se lo habría partido. Después miré a Tai, que me miraba sin pestañear. Kari estaba más pendiente de Gatomon, que descansaba en sus brazos, herida, que de mí. Matt había cerrado los puños, y Joe solo parecía esperar una explicación, paciente. Yolei se había sentado en el suelo, y Ken, a su lado, había bajado la mirada. Izzy escuchaba interesado, esperando que resolviera sus dudas. Cody solo me miraba, al igual que TK, que se había arrodillado en el suelo, aún débil. Sora se había cruzado de brazos, y su mirada solo demostraba que quería que aquello terminara cuanto antes. Mimi estaba cabizbaja, y Michael había apoyado una mano en su hombro. Miré a los digimon. No estaban todos. Además de Gatomon, Patamon descansaba en el regazo de TK, y Armadillomon me miraba con la cabeza ladeada. Wormmon miraba a Ken desde sus brazos. Los demás debían estar peleando todavía. Kari y TK tenían sus D3 en las manos; Jake se los había devuelto en algún momento.

–Tenemos que ayudar a Jake –hablé.

Todos me miraron en silencio. Davis sonrió, irónico.

–Vale –dijo–, entiendo que sientas cosas muy bonitas por él y todo lo que tú quieras, pero no sé si se te ha olvidado lo que ha hecho. ¿De verdad te quieres fiar de él?

¿Que siento cosas bonitas por Jake? ¿Desde cuándo era él el que se metía conmigo por eso y no al revés?

–Primero: eres idiota. Y segundo: Jake es de fiar.

–¿Cómo estás tan segura? –preguntó– Hace un momento se estaba peleando con nosotros para que no molestáramos a su amiguito Régar.

–Porque es parte del plan. Jake está arriesgando mucho para ayudarlos. De verdad.

Mimi se acercó a Davis y le pidió que se levantara. Cuando lo hizo, ayudó a Jake a ponerse en pie. Este lo hizo con dificultad.

–Mimi, ¿qué haces? –dijo Joe.

–Bueno, si tiene alguna explicación, que nos la dé.

El comentario de Mimi sirvió más que todas mis palabras para que se tranquilizaran. Todos se quedaron callados y asintieron. Querían escuchar a Jake y este nos miró.

–Estoy obligado a servir a Régar –comenzó–, así que en cuanto aparezca tendré que volver a pelear contra ustedes. Pero Régar sin eso no es nada –señaló el artefacto que yo llevaba en la mano–. Lo único que tienen que hacer es impedir que Régar lo recupere y entretenerlo lo suficiente como para que no sospeche nada. Yo me encargaré de todo. Les prometo que acabaré con él, pero tienen que darme tiempo y prometerme una cosa.

–¿Qué cosa? –preguntó TK.

–Que, cuando sea el momento adecuado, atacarán todos a la vez a Régar.

–¿Y por qué tendríamos que confiar en ti? –inquirió Tai.

Jake no respondió al principio, simplemente lo miró en silencio.

–¿Por qué has confiado en mí hasta ahora? –respondió el rubio.

Todos nos quedamos callados. Yo no entendía esa respuesta de Jake, y, por las caras de los elegidos, parecía ser que ellos tampoco. Los únicos que no habían fruncido el ceño eran Matt, que miraba al suelo, pensativo, y Kari.

–¿De qué hablas? –preguntó Tai.

–Tai y Matt sabían perfectamente lo que tramábamos Ari y yo –dijo–. No sé cómo ni por qué confiaron en el plan, pero sabían que tramábamos algo y nos ayudaron a que todo saliera bien.

Todos estaban mirando a Tai y a Matt. ¿Cuándo nos habían ayudado? Por más que lo intentaba, no conseguía recordar cuándo lo habían hecho.

–¿Cómo? –pregunté– Quiero decir, ¿cuándo?

–Me di cuenta cuando Tai atacó a Régar: Matt no hizo nada por detenerlo. Al contrario, detuvo a Sora antes de que ella lo hiciera –Jake miró a Matt–. En una situación normal, Matt también hubiera ido a parar a Tai por ser demasiado impulsivo. Además, ni siquiera intentó pararme de verdad cuando fui a por Tai y Régar para quitarle el artefacto, y entre todos me dejaron el camino libre para que pudiera quitárselo.

Ahora tenía todo más sentido. Entendía a Jake, pero no comprendía del todo lo que habían hecho Tai y Matt. ¿Por qué habían confiado en él? ¿Cómo se habían dado cuenta de todo?

–¿Desde cuándo lo sabían? –quiso saber Sora.

–Y ¿por qué no me di cuenta antes? –preguntó Izzy para sí mismo.

Tai y Matt se miraron.

–¿Han visto a Jake pelear? –inquirió Tai– No digo que hubiera podido acabar con nuestros compañeros digimon, porque lo dudo, pero a nosotros podría habernos tumbado con facilidad desde el principio. Creo que, si lo hubiera querido de verdad, ya nos habría matado.

–Tai y yo lo estuvimos pensando –dijo Matt– y llegamos a la conclusión de que Ari estaba metida en eso –me miró–. En un momento dado te quedaste quieta esperando. No sabías lo que hacer, solo esperabas. Tai empezó a sospechar, y estaba convencido de que tenías un plan.

–Si Jake lo hubiera querido, nos habría podido paralizar a todos, ¿no? –repitió Tai, esta vez mirándolo a él– Podrías habernos tumbado de un golpe para aprovechar que los digimon no estaban para defendernos, pero no lo hiciste. Es más, podrías haber evitado que Davis te tocara ahora, pero te dejaste golpear.

Pude ver cómo Davis se moría de la vergüenza a mi lado, y no sé por qué, eso me llenó de satisfacción.

–Bueno, sí, vale. Y ¿se puede saber desde cuándo tienes un plan con este? –me preguntó. ¿Estaba intentando evitar que me diera cuenta de lo mal que había quedado delante de todos? Se lo recordaré toda la vida.

-*-

–¡Maldita sea! –golpeé la pantalla con los puños– ¡TK! ¡Kari! ¡Hay que hacer algo! –le dije a Jake y lo miré: se había colocado a mi derecha sin que me diera cuenta. Desde ahí, me miraba con seriedad.

–Tú decides cuándo, Ari.

Estaba dejando que yo decidiera. Si accedía, me ayudaría con ellos porque se suponía que era lo que él también quería. Si no accedía, puede que me dejara en esa dimensión luminosa y vacía para siempre.

Pero, si accedía y me equivocaba, acabaríamos muriendo todos.

Miré sus ojos verdes una vez más y seguía ahí; esa calidez y esa paz que siempre me había transmitido, como si fuera el mismo Jake que me saludaba en clase y que me llamaba "Pequeño saltamontes" con una sonrisa. Como si fuera un chico normal y corriente.

Tragué saliva, miré la pantalla y devolví la mirada a sus ojos.

–Confío en ti –le dije.

Jake me puso una mano en el hombro y yo esperé, pero no me llevó a ninguna parte. Lo miré.

Ari –dijo–, una cosa más.

Dime –respondí, apurada.

–Lo más importante ahora es que le quitemos ese artefacto a Régar, sea como sea. Si consigue hacer lo que está intentando hacer, no solo el Mundo Digital, sino también el real, estarán en peligro.

Arrugué la cara.

–Vale. ¿Cómo se lo quitamos?

Tú espera –contestó–. Pase lo que pase, haga lo que haga cuando estemos ahí, te prometo que será parte del plan; que seguiré estando de tu parte, aunque parezca lo contrario. Cuando grite tu nombre, ven hacia mí, coge el artefacto y corre. Corre todo lo que puedas, sin parar, y cuando veas que no te queda otro remedio, levanta el artefacto y piensa en un lugar del mundo real que conozcas bien. Aparecerá una puerta que te llevará a donde desees. Nadie sabrá adónde te has ido, así que no podrán seguirte. No te preocupes por los elegidos; los llevaré contigo más tarde. Cuando llegues, ve hacia el parque que está detrás del instituto y espérame allí –me agarró de la mano sin soltarme el hombro–. Te prometo que acabaremos con esto.







Sombra&Luz

Van a vomitar del mareo, lol. (?)

En un ratito actualizo A pesar de ti. Perdón por la tardanza.

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