Continúe con mi camino y encontré un asiento vacío al lado de Beca, mi mejor amiga. Ella me recibió con un abrazo y comenzamos a conversar mientras esperábamos que el profesor llegara.

—¿Viste al chico nuevo? —preguntó Beca con voz coqueta. —Es tan lindo que parece hijo de Afrodita —continuó con un suspiro.

—No tiene nada de especial —respondí sin darle importancia, no quería que se notara que lo conocía desde antes.

—Ámbar, me sorprende oír eso de ti —dijo dando un pequeño grito que fue inaudible para los demás. —¿Segura que no estás enferma o algo?— Antes tú estarías en primera fila para invitarlo a salir.

—Estoy bien, solo que no me interesa— mi amiga estaba por decir algo, pero se vio interrumpida por el profesor, quien inmediatamente nos dio unos exámenes sorpresa.

—Tienen una hora, piensen bien antes de responder— anunció.

Di un suspiro de frustración y comencé a responder mi examen. Ya casi todos habían terminado, por lo que solo quedábamos Alex y yo en el salón. "Creo que debí estudiar más", me dije a mí misma.

Cuando finalmente terminé el examen, caminé hacia el profesor y se lo entregué para posteriormente salir de aquel lugar. Me sentía abrumada, por lo que decidí ir a correr un poco para distraer mi mente. Me dirigí al patio donde se practica deporte y me dispuse a correr. Así lo hice, corrí sin detenerme y sin mirar atrás; necesitaba distraerme y lo logré hasta que empecé a escuchar a alguien gritar a mis espaldas.

—Espera un poco, no estoy en condiciones de correr ahora mismo —decía aquel chico que se aproximaba lentamente hacia mí.

—¿No te cansas de seguirme? —respondí de la manera más amable que pude.

—Solo quiero hablar contigo —susurró con la voz agitada de tanto correr.

—Bien, aquí estoy, dime lo que necesites y luego puedes irte— me detuve un momento para escucharlo mientras me cruzaba de brazos. No podía negar lo increíblemente hermoso que era; se notaba que tenía un gran cuerpo el cual, por alguna razón, decidía esconder bajo toda esa ropa.

Aparté mi mirada cuando él se dio cuenta de que lo estaba mirando.

—¿Vas a hablar o no?— dije levantando una ceja; era evidente que ya estaba desesperándome. Mejor me voy.

—No, no te vayas— pronunció mientras me tomaba del brazo. Esto sonará raro, pero creo que te conozco de alguna parte.

"Esto no puede estar pasando, no ahora", me repetía a mí misma mientras intentaba calmarme.

—De hecho, sí nos conocemos —admití tratando de ocultar una lágrima que amenazaba con salir. Estaba por seguir hablando cuando sentí unos pasos provenir desde la entrada al patio. En ese momento, comencé a correr y no paré hasta que logré llegar al baño y comencé a llorar.

"No, no puede ser", dije entre lágrimas. Continué llorando y me quedé en aquel lugar hasta que escuché la campana que anunciaba el término de las clases.