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Capítulo 27

Dedicado a mis querid@s fantasmitas (las cuales me tuvieron mucha paciencia <3 ): @Yaret_28@CrisbellHernandez 

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¡Si olvide a alguien dejen un mensajito por aquí!

Reencuentros

Era extraño volver ¿Qué tanto podía cambiar el mundo luego de dos años y monedas? Bueno, más de dos años contando los tres meses de recuperación. Algunas persona suelen decir que nada, otras que mucho, algunas ni siquiera tienen noción del tiempo solo viven el momento. Y aquí me encontraba yo, gozando de los pasillos y la vista del Hospital que me acogió y resguardo por tanto tiempo.

—No hace falta que me persigas por todos lados— comente sabiendo que Michael estaba detrás de mí como cual perro se tratase.

—No estoy persiguiéndote, iré a visitar a mi profesora— aclaro— ¿Tú también?

Sin darme cuenta mis pies se detuvieron justo delante de su habitación ¿Cómo sabía que detrás de la puerta 515 se encontraba ella? Pues... un coqueteo por aquí, un coqueteo por allá, las enfermeras eran muy amables cuando querían.

—Llegue a este piso de casualidad— Mitch soltó un "ja" sarcástico mientras me esquivaba buscando la perilla de la habitación.

El traspaso la puerta sin problema alguno, en cambio yo respire profundamente e intente que esa sensación amarga que se formaba cada vez que su rostro venía a mi mente desapareciera. Al parecer tenía grabado a la perfección el momento exacto de cuando desperté, sus ojos sonrientes, su sonrisa un poco chueca y ese color rojizo que se desparramaba por toda su cara. Tenía algo, había algo detrás de ella.

—Buenos días— saludo Mitch a dos mujeres más o menos de mi edad. Una era morocha con una postura fuerte y una pequeña rubia, dudaba que tuviera más de dieciocho años a decir verdad.

—Buenos días— respondieron a unísono.

Nos posicionamos alrededor de mi salvadora, todos la contemplábamos descansar, su respiración era lenta pero continua, ¿así me habré visto yo?

—Es un placer verlos aquí, Enola estaría feliz de saber que alguien más aparte de nosotras vieniese a visitarla.

—Como no vendría a visitar a la persona que me trajo de la muerte— respondí sin medir mis palabras.

El ambiente era silencioso, fúnebre se podría definir.

—Que locura ¿no? Es como si ustedes hubieran cambiado de lugar— comento la rubia mientras dejaba escapar un sonoro suspiro.

¿Auch? Eso definitivamente me hacía sentir mal.

— ¿El doctor dijo porque cayo en coma?

—Por lo que sospechan cuando el auto se volcó su cabeza se golpeó un par de veces, cuando llego al hospital escapo antes de que pudiesen decirle que debía descansar o podría ocurrir esto— Mitch y yo nos quedamos de pie, intentando no hacer movimientos bruscos, sentíamos que en cualquier momento alguna de los dos muchachas se descontrolaría— Aunque no se explican por qué tarda tanto en despertar.

Con un sutil movimiento de hombros empuje a Mitch para llamar tu atención, mientras la morocha hablaba aproveche para intentar modular una pregunta "¿Cómo se llaman?" a lo cual como buenos hermanos que somos nos comunicamos con nuestro lenguaje corporal entrenado. Él pudo contestarme "Sara" señalo a la rubia y "Luna" señalo a la morocha.

—Di la verdad— sentencio Sara mirando con recelo a su acompañante— El doctor no se dio cuenta de que ella se había golpeado la cabeza ¡Fue su culpa! También del hombre de seguridad que no la detuvo cuando huyo ¿Por qué no la detuvieron?

Y ahí estaba el descontrol.

—Sara, sabes cómo es Enola, ¿Crees que un doctor y un hombre de seguridad la detendrían?— la rubia dubitativa exhalo.

—Odio verla así.

Yo también...

La habitación se hundió en un triste silencio mientras la contemplábamos, parcia un velatorio más que una visita casual, aunque esos momentos me sirvieron para analizarla, me gustaba el formato de su nariz y también sus pestañas, tenía un buen color de piel aunque se encontrara en esta situación y ni hablar de aquellas pecas rebeldes esparcidas por el puente de su nariz...

El ensueño que estaba viviendo se desvaneció al escuchar el rechinido de la puerta, lo cual avisaba que un nuevo visitante se aproximaba. Un doctor bastante joven se presentó ante nosotros. No sabía porque se me hacía peculiarmente familiar.

— Buenos días, soy el doctor Collen— comento un sujeto más o menos de mi porte mientras pasaba una hoja tras de otra revisando lo que parecía el historial de Enola— De ahora en adelante atenderé el caso de...— se mantuvo en silencio por un momento — Anderson.

Ambas mujeres del salón no contestaron, se habían quedado anonadadas contemplando el rostro tallado por los mismos ángeles del doctorsucho, pff el mío es mejor.

— ¿Qué ocurrió con el otro doctor? —indague.

—Esta de licencia— se limitó a contestar.

—Ya veo...

— ¿Cómo esta ella?—intervino Mitch intentando alivianar el ambiente el cual mi tono de voz había hecho que se volviese tenso.

El sujeto de bata blanca se dignó a dirigir su vista hacia Enola.

— ¿¡Tu!?— exclamó sorprendido e intrigado.

— ¿Ella?— intervine.

— ¿Se conocen?—Pregunto Sara.

Los ojos del hombre fornido estaban clavados en Enola, pude ver que inclinaba su cabeza de forma extrañada intentando encontrar las respuestas en su rostro sin expresiones.

—Hubo un pequeño inconveniente en el parque hace un tiempo, una moto casi la atropella, justo pasaba por ahí y la asistí...— se quedó en silencio por un momento. No diría que me molestaba ver como tocaba partes de su cuerpo y rostro... Los doctores suelen hacer eso ¿verdad? ¿verdad? Si tan solo fuese menos actor estadounidense y más señor de ochenta años sería todo menos incomodo— Todo sigue normal. Revise su caso y es realmente intrigante, aún no sabemos bien que causo el coma pero puedo asegurarles que pondremos todo nuestro empeño en descubrirlo.

"Pondremos todo nuestro empeño en descubrirlo"- se repitió esa frase en mi mente- Patrañas. QUE VUELVA EL OTRO DOCTOR con sus canas y cara de haber salvado más vidas que el papa. Mi sexto sentido arácnido me dice que este doctor es una amenaza inminente... Pero ¿amenaza? ¿de qué? No pienses mucho Max, acabas de despertar luego de dos años, estas imaginando cosas...

—Tú eres el joven que despertó tras dos años en coma ¿verdad?— deje de divagar en cuanto el anteriormente mencionado me dirigió la palabra.

—Sí, ese soy yo—Mi contestación pareció ser más seca de lo que pensé. Mitch el cual estaba a unos pasos de mí se movió de su lugar apresurado colocándose pegado a mí y regalándome un amoroso codazo en las costillas. Cosas de hermanos, no lo entenderían.

—Todo el hospital se alegró tras la noticia, espero que puedas recuperar los días perdidos— dicho esto nos regaló una gigante sonrisa de comercial de dentífrico, de reojo pude ver como ambas féminas dejaban escapar largos suspiros.

—Gracias, eso intentaré— vamos, di algo más, esto es incómodo— ¿Atenderá el caso de Enola hasta el final?

Luna y Sara me miraron feo, no entendía porque, luego Mitch volvió a propinarme otro golpe en el mismo lugar.

—Me refiero a que si usted la verá cada día hasta que despierte.

Todos aflojaron sus entrecejos, ¿Qué pensaron, que estaba dándole una sentencia de muerte a mi fresita? Esperen... ¿Fresita?

—Por lo que tengo entendido estaré con ella hasta que el otro doctor vuelva de su licencia.

¿Porque la llame fresita?

—Cuídela mucho, ella es parte de mi familia— Luna intervino.

—Es nuestro ser de luz, aunque a veces se enoje y sea un poco testaruda ella es una buena persona y merece tener una vida plena— continuó Sara.

—Haré todo lo posible, la cuidaré como si se tratase de mi familia.

Ya quisieras que fuese tu familia... ¡Basta! ¿Qué está ocurriéndome?

—Es hora de irnos Max, mamá debe estar esperándonos.

— ¿Se irán?— Pregunto Sara.

No tenía ánimos de contestas, un sentimiento se acumulaba en mi pecho no sabía si era porque había estado mucho tiempo encerrado en este lugar o porque no quería dejar a mi salvadora sola y a la deriva. ¿Era necesario dejar este lugar? ¿Por qué no quedarnos? Podría visitarla, cuidarla, hasta leerle algún libro, y a decir verdad leer no se me daba tan bien...

—Sí, nos mudaremos a la casa de nuestra abuela; supongo que mamá quiere que cambiemos de aire, aparte Max se pondrá al día con la universidad.

—Así que universitario— luna se levantó de su silla y camino hacia mí— Por un momento pensé que tu podías ser el chico que cautivo a mi Enola... ¿A qué te dedicarás?

—Artes— volvió a contestar Mitch.

Niño entrometido.

—Tal vez fue simplemente una loca idea que atravesó mi cabeza...— Escuché susurrar a Luna antes de desaparecer por la blanca puerta de hospital.

Enola

Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis.

Me gustaba escuchar las voces de los niños entonando esa canción, era locuaz y le daban un tono divertido a la melodía ¿Por qué la escuchaba en esos momentos? No tenía ni idea, simplemente la sentía de fondo mientras mantenía cada parte de mi cuerpo cómodamente afirmado en algo. Nuevamente el olor a yerba fresca inundaba mis fosas nasales dándome la bienvenida a un nuevo mundo. El de los sueños.

— ¿No has descansado mucho ya?

La voz proveniente de lejos aunque más cerca que la canción infantil era dulce, melodiosa y suave, si pudiese compararla con algo lo haría con una caricia de mamá o tal vez con mi chocolate favorito; ¿Cómo era posible? Ni yo lo sabía.

—Si sigues así tu vida seguirá pasando, querida.

Me removí, ya era parte de mí tener estos sueños extraños en donde personas desconocidas me hablaban o hasta asesinos buscaban matarme, lo único que esperaba era que esta vez no fuese nada que atentase contra mi vida.

Se me hizo sencillo despegar los ojos, como si todo el cansancio que tenía se hubiese ido y pudiese actualmente correr una maratón de cien kilómetros.

¿Qué podía observar? Pues nada, era un lugar sin absolutamente nada. El color que predominaba era el blanco y algunos amarillos, al parecer no había cielo ni tierra simplemente arriba, abajo y en los costados había blanco, amarillo y un poco de verde. ¿Quién decoraba este lugar? Estaba a nada de ser un manicomio.

—Raro, ¿verdad?

Había olvidado la voz que anteriormente me había llamado.

— ¿Usted? — mis ojos se abrieron de par en par.

—Creo que me encontraste, Enola.

—Creo aunque es un poco tarde— luego de tanta búsqueda y desespero la mujer que había sido la causante de mis dolores de cabeza estaba parada frente a mí, sonriéndome, como si nunca hubiese pasado nada.

—Podía decirse— hizo una breve pausa mientras giraba dándome la espalda— Sígueme.

Sin decir una palabra más la seguí, de vez en cuando se detenía para esperarme, sin darme cuenta mermaba mis pasos observando el lugar y olvidaba que ella estaba ahí, contra más caminábamos el lugar se volvía más humano y menos tétrico. A lo lejos podía ver a algunos niños jugar, posiblemente esos mismos u otros hayan sido los que escuche.

—Acogedor ¿no?

—Absolutamente.

Por un momento una idea fugaz cruzo por mi mente, la cual no pude contener...

—Disculpe... em— ¿cómo debía llamarla? ¿Anciana, señora del jabón, creadora de mis desgracias...?

—Leonor.

—Leonor— repetí— Es posible... que yo... ya sabe— hice un gesto con mis manos— ¿este tocando el arpa?

Una sonora carcajada se escapó de sus labios, estuvo un buen rato intentando calmarse. Se secó una lágrima imaginaria y carraspeó. Siguió caminando sin darme una respuesta.

— ¿Entonces?

—Tal vez sí— contestó lo cual hizo que se me parara el corazón, bueno, si es que seguía latiendo—Tal vez no.

Uff

—Creo que esa respuesta no es muy clara.

— ¿Recuerdas lo que le contestaste al muchacho encargado del destino? ¿Recuerdas su pregunta?

«El o yo»

—Sí, lo recuerdo.

— ¿Entonces?— se giró levemente regalándome una sonrisa tranquilizadora- ¿Eso contesta tu pregunta?

—Si.

— ¿Te arrepientes?— soltó de repente.

Agite mi cabeza lentamente de un lado para el otro, aunque Leonor no estuviese mirándome, sus ojos siempre estaban al frente.

—En lo absoluto— respondí— No me arrepiento.

Luego de haber caminado lo que parecía el desierto de Sahara pero en blanco y sin arena llegamos a lo que parecía... bueno, no parecía nada, llegamos simplemente a un lugar en el cual habían dos pequeños banquitos y una mesa, en donde descansaban dos tasas de un humeante te. Vaya, que buen servicio.

— ¿Qué es este lugar?— me anime a preguntar luego de tomar asiento.

—El limbo.

— ¿En medio de...— antes de terminar me interrumpió.

—De la vida y de la muerte.

—Entonces... usted?

—No, yo soy un caso especial, solo vine a verte.

Que considerado de su parte. Anteriormente le hubiese soltado una infinidad de maldiciones y oraciones las cuales no terminan en "bonita" pero ya no había caso.

—El destino eligió bien— expreso sacándome de mis pensamientos— Cuando te vi llorando entre esas calles oscuras supe que tu corazón era puro y que lo ayudarías, mi pequeño...

— ¿Su pequeño?

—Te contaré una historia...

-.-.-.-.-.-.-.-.-.- 

¡HOLAAAA FANTASMITAS! Aquí reportándome después de una eternidad ¿creían que las dejaría sin un final? Pues claro que no,  aun le falta a la historia, no tanto pero le falta. 

¿Cómo han estado? Espero que realmente bien! Espero que se estén cuidando y tomen mucha agua <3

Vuelvo a disculparme por la tardanza, lxs amo <3 

¿Y que les pareció el capítulo? La mujer que le dio el jabón a Enola conoce a Max? ¿Qué parentesco tendrán?

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