Capítulo 26
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¡Si olvide a alguien dejen un mensajito por aquí!
¿Tú eres mi príncipe azul?
No había moros en la costa. Camine con seguridad hasta la puerta, había hurtado un elegante pañuelo de algún lugar y a decir verdad mejoraba mucho mi aspecto. Nadie noto cuando me retire. El policía que custodiaba la entrada se había detenido a ayudar a una mujer que si no me equivocaba estaba a punto de dar a luz, y cuando digo que estaba apunto quiero decir que se podía ver el pequeño bebe emergiendo de entre sus piernas.
— ¡Alto!—gritaron desde lejos.
Pensé en detenerme, pero si me detenía sabrían que algo estaba ocultando así que apresure el paso. Por la rapidez con la que salí no volví a escuchar alguna otra objeción.
Ya era libre, ahora lo único que necesitaba era llegar a mi auto. Viendo la hora en el teléfono de Michael pude calcular que había estado inconsciente tan solo cuatro horas, muy poco tiempo para alguien que sufrió un accidente casi mortal.
Bien, si mal no tenía entendido cuando ocurrían accidentes así tardaban un par de horas en sacar el vehículo. Si la suerte me acompañaba debería estar en el mismo lugar donde lo deje, es decir a unos cuantos metros lejos de la comodidad de la carretera ¿No podía ser peor? De suerte había salido con vida y ahora volvería, lo único que esperaba era no morir en el intento.
Pude divisar un taxi a la lejanía, levante mi mano con decisión haciéndole un pequeño gesto el cual se entendió a la perfección. En estos momentos agradecía el haber dejado algo de dinero dentro de mi abrigo, en general siempre distribuía el dinero así, uno nunca sabia cuando podían robarte o podías perder la billetera.
—Buenas noches, ¿Dónde la llevo?— indago cortésmente.
—Buenas noches, ¿escucho sobre un accidente cerca de aquí?
El hombre pensativo me observo por el retrovisor.
—Sí, escuche que una jovencita volvió de la muerte.
—Necesito llegar hasta ese lugar.
Por la mirada del señor de unos cincuenta años pude percibir que mi petición había activado su curiosidad, pero por respeto se guardó los comentarios.
Solo tardamos diez minutos, tan lejos del hospital no me encontraba.
—Gracias... ¿me podría hacer un favor?
El chofer no contesto pero hizo un ademan con la cabeza.
— ¿Podría esperarme aquí mientras busco algo?
La mirada del hombre viajo por la oscuridad del entorno. El lugar se veía aterrador, más aterrador de lo normal y ni hablar del barranco, cualquier persona que lo mirase pensaría que es una puerta al infierno.
—Está bien...
No se había escuchado muy confiado.
Baje del taxi con toda la energía del mundo. Y paso a paso me adentre en la oscuridad.
El frio calaba cada vez más, estar en la Antártida debería sentirse así. No sabía porque todo el lugar estaba bañado de lodo, tal vez había llovido mientras estaba inconsciente o algo por el estilo. En esta época era normal encontrarse con una viajera nube que descargaba su llanto en plena carretera.
Generalmente no era de temer, a menos que mi sexto sentido me dijese que algo se encontraba mal, pero en esos momentos el mirar a la oscuridad me aterraba, lo único que quería era llegar rápido al vehículo extraer lo que vine a buscar y marcharme a toda máquina.
—Bien, cantemos una canción... ¿Qué canción puede ser? A Mitch... digo, a Max cual le gustaría...
Hablar me calmaba, me hacía sentir menos sola, antes no me gustaba hacerlo, porque no tenía argumentos o simplemente nada me daba pie a nada, pero luego de vivir un par de meses con cierto personaje... Hablar se había hecho parte de mí y ni mencionar de ganar discusiones, ya era toda una experta.
Un resbalón.
—Todo bien, todo bien... Okey cantemos la canción de Max
"Well, you only need the light when it's burning low
Only miss the sun when it starts to snow
Only know you love her when you let her go
Only know you've been high when you're feeling low
Only hate the road when you're missing home
Only know you love her when you let her go
And you let her go...
Debía admitir que era una canción muy Buena, tenía eso que te hacia enterrarte en las letras y olvidar lo que estabas haciendo.
Trastabille un par de veces por las largas raíces de los árboles que se enredaban entre sí, formando engañosas trampas.
»Staring at the bottom of your glass
Hoping one day you'll make a dream last
But dreams come slow, and they go so fast
You see her when you close your eyes
Maybe one day, you'll understand why
Everything you touch surely die...
Me había tomado el atrevimiento de pensar que le diría a Mitch cuando despertase, pensé en algo como: "Hola, ¿te acuerdas de mí? Soy Enola, a la que tu llamabas fresita..." ¿Suena extraño no? Que tal... "¡Hola! Estuviste viviendo en mi casa por un tiempo en tu modo fantasmal..." No, Dios, no quiero espantarlo. Pero ¿Supongo que me recordaría? O tal vez no, bueno sería un buen momento para comenzar de Nuevo, aunque se me haría difícil no hacer visibles mis sentimientos.
Si ahora no soy la única que lo ve ¿gustaría de mí? Tal vez su tipo son más como Sara, o como Lucy... No, no, fuera ideas tontas, cuando el despierte lo sabré, y afrontare lo que tenga que pasar.
Había caminado un par de minutos para ser exactos lo que duraba la canción de Mitch tarareada y entonada tres veces. La luz que me proporcionaba la carretera había desaparecido por completo y lo único que alumbraba mi camino era la escaza luz de la noche. Entre las penumbras y a lo lejos pude ver parte de mi vehículo, más precisamente una rueda la que escondía detrás de ella mi auto completamente destrozado y prácticamente enraizado en el follaje.
¿Cómo había sobrevivido? Fue la primera pregunta que me vino a mi mente, el auto había quedado completamente destrozado, mirándolo con detenimiento cualquier persona que lo viese pensaría que morí, pero no, aquí estoy, nuevamente frente al lugar que casi se apropia de mi último suspiro.
Rodee el montículo de chapa doblada intentando encontrar una entrada sencilla, el techo se había aplanado bloqueando ambas puertas delanteras y el suelo estaba regado por varios vidrios. Luego de mi análisis opte por escabullirme desde el asiento trasero hasta el asiento del acompañante donde se encontraba mi bolso. O lo que quedaba de él.
No recordaba que ambas puertas estuviesen bloqueadas, ¿Cómo hizo Mitch pasa sacarme de allí? En mis recuerdos el abrió la puerta o eso es lo que creo que vi... ¿Lo que había visto había sido mentira? ¿En realidad él fue quien me saco de allí? ¿Nuestro abrazo fue verdadero o solo fue mi imaginación? Basta Enola, ¿quieres perder más tiempo aquí? No, claro que no.
Mi abrigo al ser un poco más largo de lo que debería cubrió mis rodillas de ser rasgadas por los filosos vidrios que estaban regados por toda la superficie interior y exterior del techo, mi cuerpo cabía de milagro. En un flash imaginativo pude ver como el auto terminaba de compactarse y quedaba atrapada, vaya imaginación la mía. Empujándome con todas mis fuerzas pude atravesar los asientos traseros, estaba segura de que mi bolso estaba ahí, pero no, lo único que paso por mi mente es que al haberse dado vuelta el bolso aterrizo en la parte delantera, o debajo de los pedales del lado del conductor. Seguí intentando avanzar pero mis caderas quedaron atoradas entre lo que quedaba de asiento y el techo doblado.
Piensa Enola, piensa... ¡Una rama! Eso me ayudaría a poder atraer mi bolso.
Con la misma fuerza con la que intente entrar al vehículo salí. Una molestia hizo que mirase mis rodillas, aun teniendo el abrigo algunos vidrios habrían intentado lastimarme, los saque con cuidado, no era su culpa el lastimar, simplemente los retazos hacían lo que sabían hacer, cortar. Deambule un rato, era obvio que no encontraría una rama relativamente perfecta para utilizar, pero si encontré varias que se asemejaban a lo que yo en ese momento catalogaba como perfecto. Nuevamente me introduje en ese pequeño hueco, la rama que había elegido tenía varias extremidades que podían alcanzar lo que hace rato anhelaba.
Luego de intentarlo por más o menos cinco minutos el pedazo de madera elegido se topó con mi pesado y abultado bolso, pude jurar que mis ojos se iluminaron cuando empecé a tirar de él. Ya en mis manos lo revise...
Pero el jabón no se encontraba ¡Maldición! – no maldigas o la maldición te caerá a ti- Digo ¡Bendiciones!
Yo lo había colocado... Lo recuerdo exactamente... El bolsillo superior estaba abierto, tal vez al impactarse y estrellarse el jabón salió volando y ahora se encuentra entre los distintos arbustos y árboles...
Mierda. Era manía del destino no hacerme las cosas fáciles.
Camine de un lado hacia otro, caminar me hacía pensar mejor, o tal vez y únicamente calmaba mi ansiedad.
— ¿Hola? ¿Hay algún ser aparte del que intento matarme que pueda ayudarme? Supongo que si hay cosas malas también debe haber cosas buenas, eso hace que haya equilibrio ¿o no?
Silencio sepulcral.
—Bueno, debía intentarlo...
Era hora de registrar todo el lugar... En el camino de bajada que tuve que recorrer para llegar hasta aquí no había visto nada verde y brillante, bueno, la luz era escasa y era probable de que aunque estuviese en el camino no lo hubiera visto.
Comencé a buscar por los lugares sencillos, el alrededor de la chatarra, detrás de algunos árboles, donde había visto al señor destino, pero nada.
— ¿Seguro que no hay ningún ser de luz que pueda venir a darme una mano? No lo sé, elfos, hadas, ángeles, me conformaría hasta con un ente de extraña procedencia con idioma extraño o un alienígena, algo así como Superman o Linterna Verde...
Entre mi gran desvarió un reflejo me cegó, no sabía bien de donde venía, me parecía extraño ya que no había nada que reflejase ni una luz que fuese la fuente, éramos únicamente la luna y yo. Camine en forma recta, intentando encontrar la cede de donde procedía la luminiscencia. Hubo un momento en donde tuve que tapar parte de mi vista ya que parecía como si penetrase cada vez más en mis pupilas. Y luego... Desapareció.
—Tal vez linterna blanca existe... Pfff, que cosas digo...
Aproveche para buscar en ese lugar y lo que me encontré me hizo temblar...
«Flashback»
"—El destino te ha premiado querida, la oscuridad te sonríe, esta de tu lado, debes buscar alonE. —Sus labios esbozaron una sutil sonrisa, la cual se fue haciendo cada vez más grande dejando ver sus diente afilados.
— ¿Alone?— Sola.
—Cuando lo encuentres lo que buscas lleva el jabón y todo cambiará.
— ¿Qué debo hacer con el cuándo encuentre lo que debo buscar?
—Tu corazón te lo dirá. —Abrió unos cuanto cajones y saco un botón de color verde oscuro, casi negro— Esto te servirá de guía."
«Fin de Flashback»
El botón, ese insulso y tosco botón verde grisáceo estaba encima de mi preciado jabón... "Esto te servirá de guía." Y vaya que guía...
Tome ambos objetos guardándolos en mis bolsillos, estaba feliz, completa y plenamente feliz por el hallazgo.
— ¡Gracias ente o espíritus bondadosos por ayudarme a encontrarlo!
Una tenue brisa agito mi cabello, al parecer eso significaba un "De nada" o eso interprete.
Subí el pequeño barranco como si fuese toda una atleta, el saber que próximamente Mitch o Max despertaría me hacía rejuvenecer diez años no me interesaban los rasguños ni todas las trastabilladas que había dado, necesitaba llegar al hospital. Llegue a la cima donde para mi sorpresa... bueno no tanta, el taxista había desaparecido ¿Cuánto había tardado? ¿Media hora? ¿Una hora? No era posible que hubiese tardado más de eso, pero entendía la posición del hombre y no lo culpaba por no esperarme. Debía caminar recto, muy, muy, pero muy recto y llegaría, no me perdería en ningún momento. Con la adrenalina que cargaba comencé a correr, ¿Quién diría que Enola Anderson correría en plena noche por el medio de la carretera como toda una loca? Cuando se lo diga a Luna no me creerá... Bueno, en realidad no sé cómo reaccionaría a tal historia, creo que la mía supera a su amor de colegio.
Tome varios descansos en el trayecto, moría de calor pero ni loca me sacaría el abrigo, no correría el riesgo de perder algo en el camino. Más de una vez las náuseas me invadieron haciéndome durar si en verdad estaba bien, y ni hablar de las fuertes punzadas de mi cabeza. Las excuse diciendo que era culpa del frio y de mi mal estado físico.
En un momento pensé en parar algún vehículo, pero por mi mala fortuna la calle estaba desolada, y era extremadamente raro de que lo estuviese... aparte de insultar de manera indirecta a los conductores que no pasaban y sudar como si hiciesen cuarenta grados todo dejo de importarme cuando pude ver aquella entrada, la cual anuncia en letras mayúsculas el nombre del hospital, mis pulmones nuevamente se llenaron de oxigeno animándome a continuar.
En la entrada me esperaba Michael, envuelto por varias camperas, se me fue fácil reconocerlo, ya que era obvio que estaba esperándome. Al verme corrió hacia mí.
—Gracias a Dios se encuentra bien... —Se posiciono a mi lado tomándome del brazo, como si de una señora mayor se tratase.
— ¿Cuánto demoré?
—Hora y media.
—Hubiese jurado que no tarde tanto.
Ups! Olvide de sumarle la caminata, entonces sí, había calculado bien.
— ¿Encontró su bolso?
—Algo así— sonreí al recordar la travesía— Démonos prisa, hoy Max despertará.
Cruzamos aquellas puertas corrediza con nerviosismos, el policía que anteriormente no había visto mi escape me escaneo de arriba abajo pero rápidamente tomamos el ascensor, teníamos unos minutos antes de que los guardias me buscaran por tres razones... 1) Mi aspecto desastroso, 2) La fuga exitosa y 3) El hurto del pañuelo.
Llegamos a la habitación 236... Para prevenir estragos trabe la puerta con el sillón que suponía la mamá de Michael utilizaba. El seguía tal cual como lo había visto hace apenas una hora, con su cara pacífica y esos risos recorriendo parte de su frente.
—Necesito un bote con agua —mi joven alumno asintió sin decir palabra alguna— ¿Y tu madre?
Desde el baño contestó.
—Vendrá en la mañana.
Bien, sería una buena sorpresa, que mejor que ver a tu hijo el cual creíste que jamás despertaría bromear con su hermano menor mientras desayunan comida no apta para hospitales.
—Aquí está.
Los ojos de Michael estaban iluminados y entendía que esa luz era a lo que muchos llamaban esperanza o también fé, el en esos momentos creía en mí y yo a su vez creía en mi intuición y en las palabras de mujeres extrañas que conocían más de mí que yo misma.
— ¿Liso?— inquirí.
—Listo.
Michael coloco el bote con agua arriba de la pequeña mesita de luz. Indague en mi bolsillo encontrándome primero con el botón, el cual lo deje al lado del recipiente y luego el jabón, limpio y pulcro, tal y como me lo habían ofrecido. Antes de llevar mis manos hacia el agua deje a la par del botón el anillo que Mitch me regalo, no quería estropearlo, a veces pensaba que era un poco obsesiva con él, una vez casi lo había perdido así que lo cuidaba como si fuese oro. Aunque literalmente era oro.
Ahora si estaba lista. Moje con cuidado el jabón; mientras el líquido incoloro se teñía de un verde claro brillante Michael coloco una toalla por debajo de ambas manos de Max, cuando creí que ya era suficiente tome una bolsa cercana que vaya a saber uno que contenía y lo guarde allí, depositándolo finalmente en mi bolsillo.
— ¿Y ahora qué?
—Le lavare las manos.
—Profesora...
Michael no termino de hablar, alguien había intentado abrir la puerta de la habitación, ambos conectamos miradas.
—Es ahora o nunca.
Con rapidez posicione el recipiente en el regazo de Max y con cuidado hundí sus suaves manos las cuales había sostenido más de una vez y de las cuales anhelaba su cálido y sutil tacto en el agua. En estos momentos no sabía bien que hacer... ¿Eran tan solo las manos o también debería lavarle la cara? ¿o bañarlo por completo? Bueno de eso se encargaría su hermano ¿en verdad creía que esto funcionaría? La respuesta era si, un si desesperado.
Fregué frenéticamente sus manos, la puerta había dejado de ser tocada y daba por seguro de que en cualquier momento alguien la derribaría.
—Vamos... Esto debería funcionar... ¡Vamos!
Deje de frotar sus manos para dirigirme a su rostro, acaricie con delicadeza su frente y luego recorrí desde ella hasta sus mejillas y luego su nariz repetidas veces. No sabía porque aún no habría los ojos.
Un golpe seco nos hizo estremecer, alguien intentaba forzar la entrada, el sillón que había colocado estaba haciendo su trabajo a la perfección.
Ahora que lo meditaba ¿Por qué trabe la puerta? No estábamos haciendo nada raro... simplemente... Bueno si era un poco raro.
Estaba frustrada y decepcionada, ¿porque no funcionaba? Si bien sabía que no era una película de princesas en donde mágicamente el personaje principal se despertaba en un instante tenía la esperanza que simplemente de la nada abriese los ojos. No me contuve y llore, las lágrimas hacían que cada vez el dolor se sintiese más... Le había hecho miles de peticiones al destino sin querer, pero esta, esta era la última...
—Profesora...
—No.
—Enola.
—Dije que no, el despertara.
La puerta estaba a tan solo un empujón más de ser abierta, sabía que me sacarían de ahí al instante así que lo abrace, esta era mi última oportunidad de hacerlo.
—Despierta, por favor, tenemos que vivir muchas cosas juntos, hacer locuras... Espantar a una que otra señora cascarrabias, asustar a una que otra persona— sorbí mi nariz— comprar un disfraz de ángel y de demonio... hasta casarnos... solo por favor dime algo obsceno...
Su pecho subió, como si hubiese respirado profundamente.
— ¿Tu eres mi príncipe azul?
Mi corazón dejo de latir.
Me erguí poco a poco encontrándome con su estúpida y sensual sonrisa ladina.
—Si este es un sueño espero que nadie me despierte, creo que hoy he conocido a un ángel.
Y si, era él.
La puerta se abrió de golpe, dejando ver a dos enfermeras y un doctor, los tres nos miraban enfadados hasta que sus ojos se posaron en Max.
— ¿Hola?— levanto su mano tan solo unos centímetros.
Todos en la habitación nos quedamos sin palabras.
— ¿Por qué esas caras? Pareciera como si hubieran visto un fantasma.
No sé si fue por la emoción del momento o porque Max seguía siendo el Mitch que conocí siendo fantasma comencé a reír, fue una risa mezclada con llanto, Michael me acompaño, ambos nos abrazamos y en ese momento lo vi justo delante de mí, el chico rubio con cara de ángel pero dotes asesinos, simplemente me sonrió y un guiño travieso se escapó por su ojo.
Todo se volvió gris para mí. Pero no importaba, Max estaba bien.
Max
Despertar se sentía realmente genial, aun no podía creer que había pasado dos años postrado en una cama y a mi ver habían pasado ¿Cuánto? Dos o tres minutos tal vez...
— ¿Por qué debemos irnos? —pregunto Michael.
—Porque tu hermano despertó, cuando eras pequeño te gustaba ir a la casa de la abuela— mamá intento persuadirlo.
—Aquí también es agradable. Esa casa no es lo mismo sin ella.
—Lo lamento hermanito, sabes que cuando a mama se le mete algo en la cabeza es imposible que cambie de opinión. — intervine.
—Lo sé—Bufo.
—Los espero abajo, Mitch ayuda a tu hermano, no queremos que vuelva a pasarle algo. —Si mama antes era sobreprotectora ahora estaba un súper nivel avanzado.
Mitch no contesto, típico de adolescentes. A veces lo observaba mientras él no se daba cuenta, era impresionante como había cambiado, su quijada estaba más marcada y aquellos quilos demás que antes lo caracterizaban habían desaparecido, ya casi era de mi altura y su forma de hablar... tan madura me dejaba sin palabras.
—Mitch...— el me miro mientras se recostaba en la cama donde había pasado parte de mi vida— ¿No crees que es realmente extraño el cómo desperté?... digo, aquella mujer. Cuéntame de nuevo como sucedió.
—Has escuchado esa historia más de mil veces— protesto.
—Quiero escucharla mil y una vez más.
—Mi profesora dijo que te conocía, que habías compartido tiempo con ella, dijo que podía despertarte si la ayudaba a escapar. Nos encontramos de casualidad ya que había tenido un gran accidente, en el hospital la nombraron como la mujer que volvió de la muerte. Luego cuando regreso traía consigo un jabón extraño, lavo tus manos con él y también tu rostro. Luego...
—Desperté.
—Y le coqueteaste— blanqueo sus ojos.
—No puedo recordarla. ¿En verdad me conocía?
—Doy por hecho que sí, nadie haría lo que hizo ella por ti.
— ¿Cómo era su nombre?
—Siempre preguntas lo mismo.
—Solo quiero confirmar su nombre. — remoje mis labios.
—Enola.
—Enola— volví a repetir.
— ¿Crees que algún día despierte?
—Si yo pude hacerlo ¿Por qué ella no? —le sonreí sutilmente.
Enola, aquella mujer me había traído de la muerte... Aquella mujer... hacia mi corazón saltar.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
¡Holu fantasmitas! Buenas días/ tardes/ noches.
Les pido disculpas por tardar tanto en actualizar, sinceramente he tenido un bloqueo, si bien se como sigue la historia mi cabeza no estaba para editar, releer, escribir y demás, han sido días duros en verdad, pero bueno, todo se supera.
Así que después de mil años literal, casi un mes y medio vuelvo con un nuevo capitulo creo que uno de los mas esperados por todxs ¡Mitch despertó! ¿Qué opinan? ¿Qué piensan que va a pasar? ¿Solo a mi me cuesta llamar Max a Mitch? XD
Y bueno, ¿ustedes como han estado? Espero que realmente bien! Y si no están tan bien ¡Animo! que todo tiene solución, les dejo una frase que me gusto mucho: "No llores demasiado. No te castigues por mucho tiempo. Pero jamás olvides lo que pasó." Simplemente me gusto y en mis situaciones complicadas suelo leerla así que ¡espero que les sirva!
¡Espero que disfruten mucho el capitulo! Y gracias por seguir apoyando a ¿Mi hilo rojo?
(recién termino de escribir el capitulo y son casi las tres de la mañana así que perdón si hay algunos errores de ortografía)
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