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| -Resolución del caso- |

Todo amaneció en completa calma el día siguiente (o eso pensaban los tres amigos de Baker Street). En cuanto se despertó esa mañana, Cora notó al instante que algo no iba bien en la casa de Stapleton: Lilly había desaparecido. Lo único que Jacqui había encontrado eran sus ropas, manchadas de sangre y un nota escrita con la misma en la pared de la sala de estar.

" DEVUELVEME A MIS EXPERIMENTOS, O LA TRAGEDIA DE REGINA VOLVERÁ A PASAR"

-Mi Lilly... mi dulce Lilly... -se lamentaba la Dra. Stapleton mientras hundía su cabeza en sus rodillas. Amanda y Kirsty trataban de retener las lagrimas y consolar a su madre, pero era inútil, pues estaban muy afectadas. Al ver esa escena tan desgarradora, Cora se acercó a Jacqui y sus hijas.

-Jacqui, te prometo que encontraremos a tu hija. -le dijo Cora con un semblante determinado mientras posaba sus manos sobre los temblorosos hombros de la doctora-. No voy a darme por vencida hasta encontrarla. Te debo la vida y pienso pagarte esa deuda con creces. -añadió mientras miraba de reojo a Sherlock y John, quienes acababan de entrar a la estancia.

-Cora... Gracias. Muchísimas gracias. -le dijo Jacqui mientras la observaba con los ojos empañados en lagrimas. La pequeña Kirsty se abrazó a Cora, y ésta la cogió en sus brazos y la abrazó: de alguna manera debía consolar a la pequeña niña...

Cora se despidió de la Dra. Stapleton junto a Sherlock y John, para después dirigirse al coche de alquiler. Los tres se montaron en el coche y Sherlock empezó a conducir casi al instante.

-Así que Stapleton hizo que el conejo de su hija brillara en la oscuridad. -dijo John mientras miraba a Sherlock de reojo.

-Probablemente con un gen fluorescente. Lo aisló y se lo implantó al espécimen, bastante sencillo hoy en día. -contestó Sherlock, mientras miraba a la pelirroja que estaba sentada en el asiento trasero del coche.

-¿Y? -preguntó John, sin comprender del todo el razonamiento de Sherlock.

-Que sabemos, que la Dra. Stapleton realiza experimentos genéticos secretos con animales. La pregunta es: ¿ha trabajado en algo más mortífero que un conejo? -contestó Cora adelantándose a la respuesta de Sherlock, con una leve sonrisa en su rostro.

-A decir verdad, es un campo muy amplio. -comentó John mientras observaba la naturaleza, a través de la ventanilla del coche.

Sherlock simplemente giró su rostro y observó con una mirada de reproche a John. Cora sonrió ante el gesto de reproche de Sherlock. Al cabo de unos minutos, los tres amigos llegaron a la casa de Henry Knight.

Sherlock tocó el timbre de la puerta principal, y tras esperar unos pocos segundos, Henry les abrió la puerta, con una cara más pálida de lo que ellos recordaban.

-Hola. -los saludó Henry mientras abría la puerta.

-Hola. -dijo la pelirroja mientras le sonreía al joven que estaba en la puerta.

-Pasen por favor. Pasen. -dijo Henry mientras los invitaba a pasar a la casa.

Sherlock, John y Cora entraron en la casa y comenzaron a caminar. Sherlock pasó por el pasillo principal mientras se fijaba en cada una de las habitaciones.

-E-esto es... -dijo John con pasmo mientras observaba los pasillos y habitaciones de la casa-. ¿E-eres... rico? -le preguntó al joven mientras escudriñaba su rostro.

-Si. -le respondió Henry, con un tono de que reflejaba que la respuesta a esa pregunta era obvia.

-Ya... -dijo John aún algo asombrado por las dimensiones de la casa.

Sherlock suspiró, y tras mirar a Cora, los tres amigos siguieron a Henry por otro de los pasillos hasta su cocina. Sherlock empezó a servirse una taza de café junto a John y Cora.

-Hay un par de palabras... que veo constantemente. -dijo Henry mientras continuaba sirviéndose una taza de café -. "Libertad"...

-¿"Libertad"?-preguntó John, mientras sacaba un block de notas para apuntar las palabras.

Henry asintió y volvió a hablar.

-"Libertad" y... "En". -dijo Henry, para acabar de contarles acerca de sus sueños -. Solo puedo recordar eso. -añadió mientras observaba a los amigos. Sherlock, se quedó pensando unos minutos sobre las palabras que acababa de pronunciar el joven.

-¿Te dicen algo? -le preguntó la pelirroja al detective asesor, mientras lo observaba detenidamente.

-¿"Libertad en la muerte" no es una expresión? ¿Lo que realmente libera? -preguntó Sherlock mientras giraba su rostro, y sus ojos verdes se posaban en los rojos de ella. Henry estaba guardando el azucarero en la alacena, cuando se giró hacia ellos.

-¿Y ahora qué? -les preguntó Henry con una voz algo melancólica, mientras posaba su mirada en los tres amigos.

-Sherlock... tiene un plan. -contestó John mientras miraba a su amigo de reojo. Tras tomar un sorbo del café el sociópata habló.

-Sip. Así es. Tengo un plan... -dijo Sherlock.

-Bien. -dijo Henry con una voz algo esperanzadora.

-Podemos volver a llevarte al Páramo... -dijo Sherlock mientras lo observaba.

-De acuerdo. -dijo Henry mientras asentía.

-Y ver si te ataca algo. -dijo Sherlock terminando la frase. Ante ese comentario, los rostros de Cora y John se giraron rápidamente hacia el detective asesor.

-¿¡Qué!? -preguntó John con pasmo e incredulidad al mismo tiempo.

-Así saldremos de dudas. -contestó Sherlock con un tono irónico.

-¿De noche? -preguntó Henry, palideciendo rápidamente -. ¿Quiere que vaya allí de noche?

-¿Ese es tu plan? -le preguntó la pelirroja a Sherlock tras soltar una sonrisa sarcástica-. Brillante...

-¿Alguna idea mejor? -preguntó el detective mientras la miraba.

-Sherlock, eso no es un plan. -contestó la joven mientras posaba sus manos en sus caderas.

-Si hay un monstruo suelto Cora, solo se puede hacer una cosa: averiguar donde vive. -le replicó el hombre de ojos verdes, mientras volvía su mirada a Henry. A los pocos segundos sonrió.

Los tres amigos quedaron en reunirse con Henry en su casa a las 21:20. Tras acordar con el joven la hora y lugar de reunión, Sherlock y John decidieron volver al hotel en donde se hospedaban, sin embargo, Cora decidió separarse de los chicos para buscar más pistas relevantes acerca del paradero de la hija de Stapleton: Lilly. La pelirroja estuvo preguntando durante varias horas a cuantos habitantes se cruzaron en su camino, pero desgraciadamente no logró información alguna, al menos hasta que una camarera le dio una pista significativa:

-He visto a un hombre de aspecto vil y andrajoso vestido con una bata blanca, por lo tanto supongo que era de Baskerville. -dijo la joven camarera mientras Cora retenía la información en su memoria -. El hombre llevaba a arrastras a una niña de pelo anaranjado, con una especie de... orejas de gato en la cabeza de color blanco. -añadió la joven mientras señalaba con un dedo hacia la central de Baskerville.

Cora respiró hondo y se encaminó con paso firme y decidido hacia la central, ese lugar de pesadilla del que ya había huido una vez. Después de infiltrarse deforma exitosa gracias a las sombras y a la clave de seguridad que robó años atrás, Cora pudo llegar sin ningún tipo de contratiempo al sótano del edificio principal. Tuvo que esconderse en varias ocasiones, pues el comandante Barrymore montaba guardia en la entrada de los laboratorios, los cuales estaban justo al lado del ascensor del sótano. Una vez hubo bajado al sótano tomó una bocanada de aire y salió del ascensor: no había luz alguna en la estancia, todo estaba en una profunda penumbra. La joven decidió entonces hacer aparecer una pequeña llama en la palma de su mano derecha.

-Lilly, ¿dónde estás? -preguntó la pelirroja en un susurro y de forma cautelosa, pues quien había secuestrado a la niña podía todavía encontrarse allí.

-Aquí... -dijo la pequeña niña saliendo de entre las sombras del lugar. La pequeña tenía varios cortes y golpes en brazos y piernas además de en el rostro. Su labio inferior, estaba sangrando levemente a consecuencia de un golpe lo suficientemente fuerte como para habérselo roto.

Al ver a Lilly, Cora seacercó rápidamente y la abrazó: la pequeña estaba temblando demiedo, y no era de extrañar, pues ese lugar era una autentica pesadilla, y Cora lo sabía perfectamente. Tras soltarla, la pelirroja sintió la punta del cañón de una pistola apoyada contra la parte posterior de su cabeza. Ésto hizo que la joven cogiera a la niña en un movimiento rápido y la lanzara a uno de los conductos de ventilación del lugar, para que de esa manera Lilly pudiera escapar. Tras asegurarse de que la niña estaba sana y salva en el conducto de ventilación, Cora sintió que la noqueaban a base de un golpe en la nuca con un objeto contundente. Ello, hizo que perdiera sus lentes de contacto.

Una vez fuera de la central, Lilly corría lo más rápido que sus pequeñas piernas le permitían, optando en última instancia por correr a cuatro patas, lo cual hizo que aumentara su velocidad. La pequeña, llegó en varios minutos a la cafetería en donde anteriormente Cora había preguntado para averiguar su paradero, en la cual ahora estaban Sherlock y John tomando un café. Sherlock, al ver a la pequeña Lilly correr hacia ellos, llamó rápidamente a la Dra. Stapleton para informarla acerca del paradero de su hija.

-Señor Holmes, ¡alguien ha cogido a Cora! ¡se la han llevado! -exclamó la pequeña neko, mientras recuperaba el aliento por la carrera y se aferraba a la gabardina del detective asesor.

-¿¡Qué!? -exclamaron Sherlock y John al mismo tiempo, tras escuchar a Lilly decir esas palabras.

Lilly les contó a los dos hombres todo lo que había ocurrido:

Ella estaba jugando en la sala de estar con sus muñecas, cuando un hombre de aspecto andrajoso y con una bata blanca se le acercó y la golpeó para noquearla. El hombre falló en su intento de hacerla perder la consciencia, y le rompió el labio inferior en su lugar. El hombre de bata blanca se la llevó a rastras de la casa. Lilly les comunicó que ese hombre había mencionado en varias ocasiones el nombre "Regina", aunque la pequeña niña no entendía qué relación tenía eso con ella. Luego les contó cómo Cora había ido a rescatarla y cómo la habían amenazado con un arma. Gracias a la pelirroja, ella había podido escapar.

Sherlock empezó entonces a cavilar un plan para ayudar a su nueva compañera de piso. Entretanto, comenzó a pasear de un lado a otro del lugar. John lo convenció para volver a la casa de Stapleton para devolverle a su hija, y de paso, el buscar cualquier indicio acerca de la identidad del captor de Lilly y Cora. En cuanto dejaron a la niña en la casa de Jacqui, Sherlock empezó a indagar en su palacio metal, para encontrar cualquier pista significativa en la escena que se habían encontrado aquella mañana en la sala de estar.

-Sherlock, ¿tienes algo? -le preguntó John a su compañero, mientras lo observaba deducir la estancia.

-Ya lo tengo... -respondió Sherlock tras unos segundos de incertidumbre, con una sonrisa pícara dibujada en su rostro, antes de salir a escape de la casa de Stapleton -. ¡El juego ha comenzado!

Mientras tanto, en una habitación oscura y casi desprovista de cualquier tipo de luz, salvo por el tragaluz que había en una de las paredes de ésta, Cora empezó a despertarse.

-(¿Huh? ¿Dónde estoy?) -pensó la joven al verse envuelta en semejante oscuridad, mientras sacudía sus brazos y piernas, solo para averiguar que había sido encadenada a la pared del lugar.

Tras unos pocos segundos de forcejear inútilmente por liberarse de las cadenas, la pelirroja escuchó una voz, la cual no tuvo problemas en reconocer.

-¿Cora? ¿eres tú?

-¿Hanon? ¿qué hacesaquí? -preguntó la pelirroja al reconocer la voz de su primera y mejor amiga.

-Lo cierto es que me noquearon. Vinimos aquí para verte, al recibir un aviso de que habías vuelto a este lugar en compañía de Sherlock Holmes. -respondió la peliazul con una voz algo alegre.

-Espera un momento... ¿"vinimos"? -preguntó Cora, pues eso implicaba que no estaban solas en aquel lugar.

-Hola Cora. -dijeron James y Michael al unísono. Por lo visto, los tres amigos de la pelirroja habían sido capturados al igual que ella.

-James, Michael, que alegría volver a veros. Aunque ojala pudiera decirlo en mejores circunstancias... -dijo la pelirroja mientras sonreía levemente -. ¿Sabéis por un casual, quien nos ha secuestrado?

-Creo que ha sido él... Aquel tipo que antes estaba casado con Stapleton. -respondió Michael con una nota de sarcasmo y molestia en su voz, mientras sus ojos rojos brillaban en la oscuridad.

Cora estaba tratando de soltarse de las cadenas desde hacía unos minutos, pero dado que eran de metal le era imposible. ¿Imposible? No del todo: la pelirroja comenzó a aumentar la temperatura de su cuerpo, envolviéndose en llamas gracias a sus poderes, los cuales reblandecieron el metal, haciendo posible que se soltara. Hanon hizo exactamente lo mismo que su amiga y pudo soltarse con gran facilidad. Luego, ambas jóvenes soltaron a James y Michael. Una vez todos estuvieron libres de las cadenas, fueron corriendo por los pasillos de la central de Baskerville, mientras inmovilizaban y dejaban inconscientes a cuantos guardias se interponían en su camino. En uno de los pasillos no tardaron en encontrar al responsable de su captura: el ex-marido de Stapleton.

-Vaya, vaya, vaya,... Parece que mis queridos experimentos ya han aprendido a controlar sus habilidades. -dijo con una sonrisa macabra y una mirada pirada, mientras sacaba un revolver del bolsillo de su bata.

Los cuatro chicos se pusieron en posición de ataque, en caso de que tuvieran que atacar al hombre que ahora los estaba apuntando con el revolver. El ex-marido de Stapleton disparó una bala contra Michael, quien la recibió en el pecho. Tras unos segundos, la bala cayó al suelo y el agujero de bala, empezó a sanarse solo a una gran velocidad. Aquello enfureció a los cuatro jóvenes, quienes se disponían a usar sus poderes cuando...

-¡Doctor! ¡Queda usted detenido por realizar experimentos con genética!

-(¡Sherlock!) -pensó con alegría la pelirroja en cuanto lo vio aparecer por allí junto a John. Éste ultimo le puso las esposas al hombre de la bata blanca,mientras el detective asesor se dirigía en pasos firmes hacia Cora.

-¿Te encuentras... bien? -le preguntó Holmes, una vez estuvo frente a la joven. Cora sintió una sensación de calidez en su pecho, al escuchar que el joven detective estaba preocupado por ella. Sin siquiera darse cuenta de sus acciones, la pelirroja lo abrazó, aliviada de que la hubiera encontrado. Sherlock al principio recibió el abrazo de forma rígida, pues no estaba habituado a las muestras de cariño espontáneas, pero correspondió el abrazo lentamente tras unos segundos.

-Ejem, si me disculpáis... -dijo John carraspeando, para llamar la atención de Cora y Sherlock.Éstos, al darse cuenta de lo que estaban haciendo, se separaron rápidamente. En la cara de la pelirroja se podía ver un atisbo de color carmesí en sus mejillas. Sherlock en ese instante, fijó su vista en las personas que hasta ese momento estaban con Cora.

-Encantada de conocerlo señor Holmes, mi nombre es Hanon Hosho. -dijo la joven de pelo azulado con una amable sonrisa mientras se presentaba -. Como seguramente ya sabrá, yo poseo las mismas habilidades que Cora.

-Es un placer conocerlos a ambos, señor Holmes, señor Watson, mi nombre es James Hosho. -dijo el hermano de la peliazul mientras les sonreía a ambos hombres -.No es por alardear, pero mis habilidades incluyen una velocidad casi semejante a la de un rayo, y prácticamente una invulnerabilidad ante cualquier ataque físico.

-Un gusto conocerlos, mi nombre es Michael Summers. -dijo el joven de ojos rojos, mientras observaba a los nuevos amigos de la pelirroja -. No hace falta decirlo, pero como ya sabrán, yo tengo una considerable fuerza física, una regeneración bastante asombrosa, además de mi alimentación a base de sangre.

Tanto John como Sherlock observaban maravillados (en el caso de Sherlock, imperturbable) a los tres fenómenos genéticos que tenían ante sus ojos.

Lamentablemente, mientras se encontraban charlando con los amigos de la infancia de Cora, el antiguo marido de la Dra. Stapleton logró escapar de la central, ayudado por el comandante Barrymore. Cora salió de Baskerville acompañada por sus amigos además de Sherlock y John. Hanon le comentó a la pelirroja, que ellos se hospedarían en la casa de unos parientes de Michael, así que cuando llegó la hora de separarse, los tres amigos de Cora se marcharon por otro camino.

Al cabo de unas pocas horas ya eran las 21:20, y Sherlock junto a Cora y John se habían reunido ya con Henry en el lugar acordado. Empezaron a caminar por el Páramo con ayuda de sus linternas.

A los pocos minutos se encontraron con un paisaje siniestro y oscuro a la par que aterrador. Al haber escuchado un ruido, Cora y John se miraron y decidieron investigar de qué se trataba, separándose de Sherlock y Henry, quienes continuaron su camino sin prestarles mayor atención. Cora y John alumbraron con sus linternas a varias plantas del bosque tras haber escuchado aquel extraño ruido, como de pisadas. A los pocos segundos de estar inspeccionando la zona, John captó algo a lo lejos: una luz intermitente, que no paraba de parpadear en extraños intervalos de tiempo.

-Sherlock. -llamó el doctor a su compañero, solo para encontrarse el silencio por respuesta. Ante la mirada de la pelirroja, John sacó su bloc de notas y comenzó a apuntar rápidamente las letras correspondientes al código morse, basándose en el parpadeo de la luz.

-U.M.Q.R.A. -dijo la pelirroja tras observar las luces de la distancia. Tras unos leves segundos, las luces desaparecieron en la nada.

-Busquemos a Sherlock. -dijo John en un susurro, mientras la pelirroja caminaba a su lado.

Mientras tanto, Sherlock y Henry se habían adentrado aún más en los territorios inhóspitos y oscuros del Páramo. Por el camino, hallaron una señal de "peligro" amarrada en un árbol. A los pocos pasos de la señal que advertía sobre el peligro del lugar, Sherlock y Henry hallaron una señal que advertía a los foráneos y curiosos, acerca de una muerte casi segura. Cora y John por su parte, seguían el camino por el cual creían que Sherlock se había esfumado.

-¿No es amigo tuyo? -le preguntó Sherlock a Henry en un momento dado.

-¿Qué?

-El Dr. Franklan. -respondió Sherlock con poco interés.

-Ah, si. -respondió el joven mientras hacía memoria -. Bob, si.

Transcurrieron unos pocos segundos en silencio hasta que Sherlock volvió a hablar.

-Parece muy preocupado por ti. -comentó el detective con algo de interés, tratando de sonsacarle más información al joven que caminaba a su lado.

-Oh, no lo puede evitar. Ha sido muy amable conmigo desde que volví. -le respondió Henry con un tono sincero a la vez que agradecido.

-¿Conoció a tu padre?

-Si.

-Pero trabajaba en Baskerville, ¿a tu padre eso no le parecía mal? -comentó Sherlock,recordando la conversación que mantuvieron con el Dr. Franklan.

-Los amigos, son amigos ¿no? -dijo el joven mientras miraba al detective -. Quiero decir, mira tu, John y Cora.

-¿Qué pasa con nosotros? -preguntó Sherlock rápidamente con un tono de extrañeza.

-Pues... John es un tipo sincero. -respondió Henry con soltura -. Cora es... -Henry no pudo continuar, pues la mirada de Sherlock se había vuelto de pronto gélida -. Cora es... una chica estupenda, guapa, y muy amable, en cambio tu...

Sherlock seguía observándolo con una mirada fría tras escuchar esas palabras. Ese interés en su nueva compañera le parecía algo completamente normal, dado que la pelirroja cumplía todos los requisitos para que la consideraran atractiva, sin embargo, Sherlock no podía evitar sentir un sentimiento de ira al escuchar a Henry hablar así de ella, con ese tono de... admiración.

-Acordaron no hablar nunca de trabajo, el tío Bob y mi padre. -dijo Henry, retomando la conversación mientras se atrevía a mirar de nuevo al detective, quien ya tenía una mirada más calmada en su rostro -. Dewer's Hollow. -añadió el joven mientras señalaba una explanada envuelta en una densa niebla.

Mientras tanto, John y Cora deambulaban por el bosque, tratando de reunirse con Henry y Sherlock. La pelirroja estaba algo asustada, aunque no quería reconocerlo, pues el estar cerca de un campo de pruebas de Baskerville le daba muy mala espina, además de los recientes acontecimientos, que la habían hecho más cautelosa. Mientras caminaban, ambos pudieron oír sin la menor duda el sonido de algo metálico, que se podía encontrar a pocos pasos de ellos. Tras caminar un rato, encontraron una estructura metálica perteneciente a una antigua mina, en la cual estaba cayendo el agua de los árboles,haciendo ese sonido metálico tan molesto. Sin embargo lo que les heló la sangre, fue el aterrador aullido que escucharon.

En Dewer's Hollow, Sherlock había decidido investigar más de cerca el paisaje, y se había adentrado en la niebla que rodeaba la explanada, con Henry siguiéndolo a pocos pasos. A los pocos segundos, el detective asesor alumbró con su linterna hacia el embarrado suelo del bosque, y pudo distinguir las huellas del sabueso, aún frescas. Empezó a seguirlas a un ritmo cada vez más rápido. Mientras tanto, el aullido estremecedor de hacía unos minutos volvía a resonar cada vez más cerca y más fuerte. En ese preciso momento, el rostro de Sherlock palideció de pronto tras observar algo que estaba en uno de los salientes. Lo que fuera que estaba alumbrando con su linterna, parecía algo bastante grande además de mortífero.

-Dios mio, Dios mio, Dios mio... -dijo Henry mientras observaba él también el saliente -. ¿Lo has visto? -le preguntó al sociópata, quien aún estaba pálido y respirando de forma agitada. Sin responder siquiera, Sherlock salió a grandes zancadas del lugar, encontrándose por el camino a Cora y John.

-¿Habéis oído eso? -preguntó la pelirroja una vez estuvieron los cuatro juntos.

-Lo hemos visto, lo hemos visto... -dijo Henry mientras temblaba.

-No. -dijo Sherlock con voz firme, mientras seguía caminando -. Yo no he visto nada.

-¿¡Qué!? -exclamó Henry totalmente asombrado de lo que estaba escuchando -. ¿¡Pero qué dices!?

-Que no he visto... nada. -sentenció Sherlock con un tono aún más firme, a la vez que seco,mientras seguía caminando a grandes zancadas.

John decidió levar a Henry a su casa, pues el hombre estaba muy pálido e inquieto. Cora decidió quedarse con Sherlock en el hotel, pues aunque lo negara, ella podía ver que estaba afectado por lo que había visto en el Páramo.

-Tiene que haberlo visto... -dijo Henry con una voz temblorosa -. Si yo lo he visto, él también. Seguro.

Ambos entraron en la casa y se dirigieron a la sala de estar.

-¿Por qué? -se preguntaba Henry en voz alta -. ¿Por-por qué ha dicho eso? Estaba allí, estaba...

-Henry, Henry, necesito que te sientes. -dijo John mientras lo conducía al sofá, pues el joven estaba muy desquiciado -. Tranquilízate.

-Estoy bien...

-Voy a darte algo para que puedas dormir. -dijo John interrumpiéndolo.

-Esto es una buena noticia John. Es buena... -dijo Henry mientras John rebuscaba en sus bolsillos -. No estoy loco: Ahí hay un sabueso, lo hay. Y Sherlock también lo ha visto, diga lo que diga, lo ha visto.

Una vez John regresó al hotel, se encontró con Cora y Sherlock en la pequeña sala comunitaria de éste, sentados frente al fuego de la chimenea. Sherlock estaba con las manos frente a su rostro en posición de rezo, mientras respiraba algo agitado. Cora por su parte, estaba a la izquierda del detective, y lo miraba con afecto además de preocupación por su bienestar.

-Está muy afectado. -dijo John mientras ocupaba el sillón a la derecha de Sherlock -. Está obsesionado: totalmente convencido de que hay un... "super-sabueso mutante" que ronda por el Páramo. -añadió mientras observaba el fuego.

Cora le dedicó una leve sonrisa al doctor, para después volver su vista a Sherlock, quien respiraba agitado y con su rostro sudando levemente, indicando que estaba, como mínimo, impresionado por lo que había visto aquella noche.

-¿Y no lo hay, a que no? -preguntó John mirando a su amigo -. Porque si se supiera como crear un super-perro mutante, nosotros lo sabríamos y estaría en venta.

Sherlock, volvió a palidecer inmediatamente tras lo que John había comentado, y trataba de contener su respiración, para hacerla más regular.

-Oye, en el Páramo vi a alguien haciendo señales en morse. -comentó John mientras sacaba su block de notas del bolsillo de su chaqueta, desviando la mirada de Sherlock, quien ahora se encontraba con los ojos cerrados -. Supongo que es morse. Pero no tiene mucho sentido.

Sherlock cada vez estaba más alterado, su respiración pesada y a grandes bocanadas.

-U.M.Q.R.A, ¿significa... algo? -preguntó el hombre mientras observaba a su amigo, quien había vuelto a cerrar sus ojos -. A ver, qué tenemos: Sabemos que hay huellas porque Henry las encontró, y también el guía. Todos oímos algo. -comentó tras acomodarse en el sillón. Cora seguía observando el rostro de Sherlock, tratando de encontrar la mejor manera de calmar sus nervios.

-Habría que buscar a los que tengan perros grandes. -dijo John antes de ser interrumpido por Sherlock.

-Henry tiene razón. -dijo el sociópata mientras trataba de regular su respiración.

-¿Qué?

-Yo también... lo vi. -respondió Sherlock con una voz grave y un tono bajo.

-¿Qué? -preguntó de nuevo John, no pudiendo creer lo que estaba escuchando.

-Que también lo vi, John. -sentenció con firmeza el joven.

-U-un momento, ¿que viste qué? -dijo John mientras se re-colocaba para mirar a su compañero.

-Un perro. En la Hondonada. -dijo Sherlock mientras en su rostro se hacía presente un miedo irracional -. Un perro... gigantesco.

John esbozó una leve mueca, pues toda esa situación le parecía muy irónica.

-Sherlock, tenemos que ser... sensatos. -dijo el ex-soldado mirando a su compañero resoplar-. Y tú, precisamente no puedes... -John se interrumpió al ver el rostro pálido de su compañero y le dirigió una mirada a la pelirroja, quien se acercó un poco más a Sherlock -. Ciñámonos a lo que sabemos, ¿vale? A los hechos.

-Cuando has descartado lo imposible, lo que queda, aunque improbable, tiene que ser cierto. -dijo Sherlock con voz seria, mientras miraba a John, y sus manos se posicionaban cerca de su barbilla.

-¿Qué quieres decir? -preguntó Cora con una voz suave, tratando de suavizar la tensión del momento.

Sin responder, Sherlock simplemente se limitó a coger un vaso de agua con su mano derecha.

-Mírame, tengo miedo. -dijo Sherlock tras soltar una pequeña carcajada cínica, mientras observaba su mano temblar -. Miedo Cora... Miedo.

Cora observó con sus ojos rubí, como su amigo tomaba un trago del vaso de agua.

-Sherlock. -dijo John con una voz algo más seria.

-Siempre he sido capaz de distanciarme. -dijo Sherlock con una voz algo molesta, para después tomar otro trago de agua -. De divorciarme de... los sentimientos. -añadió con una voz algo cargada de odio hacia esas ultimas palabras.

John simplemente observaba a su amigo, y Cora mantenía la calma mientras sus ojos no dejaban de contemplar al detective que desde hacía poco tiempo había puesto su vida patas arriba.

-Pero mira, ¿lo ves? Mi cuerpo me traiciona... -dijo Sherlock mientras observaba su mano temblar cada vez más -. Interesante sí. Emociones... ¡La mota en la lente, la mosca en la sopa!

-Si, bueno... Spock. Tranquilízate. -dijo John mientras lo observaba con algo de lastima-. Últimamente estas muy sensible, y lo sabes. Creo que, has salido ahí y te has dejado llevar.

-¿Dejarme... llevar? -preguntó el detective mientras miraba a su compañero.

-Estaba oscuro y daba miedo. -dijo Cora con una voz más suave.

-¿Yo? A mi no me pasa nada. -dijo Sherlock con una sonrisa cínica. A los pocos segundos,colocó sus manos a los laterales de sus sien, mientras volvía a respirar de forma agitada. John frunció el ceño, Cora se levantó del sillón donde se encontraba y se puso de rodillas junto al sillón de Sherlock, colocando sus brazos en el apoya-brazos.

-Sherlock... -dijo Cora con una voz algo aterciopelada, mientras posaba una de sus manos en el hombro izquierdo del sociópata.

-Sherlock. -dijo John con un tono más firme.

-¡Que no me pasa nada! ¿¡Te enteras!? -gritó Sherlock de pronto, sobresaltando a la pelirroja, quien cayó a la moqueta debido al susto. El grito de Sherlock, hizo que todos los presentes en la sala común se los quedaran mirando -. ¿Quieres que lo demuestre?

Cora recuperó la compostura, y tras disculparse con los presentes por el grito de Sherlock, se sentó en el sillón que anteriormente había dejado vacío.

-Buscamos un perro, uno enorme. ¿Esa es tu brillante teoría? ¡Bien! ¡Magnifico! ¿Por dónde empezamos? -dijo Sherlock, empezando a hablar a una velocidad considerable, a la vez que usaba un tono sarcástico, haciendo que John frunza el ceño de nuevo, pues cuando Sherlock se ponía insoportable y a hacer el chulo, a cualquiera le entraban ganas de pegarle una bofetada.

Cora lo observaba sin mediar palabra, dándose cuenta, de que Sherlock estaba tratando de justificar que sus sentimientos no nublaban su capacidad de deducción.

-¿Qué tal por ellos? -dijo Sherlock señalando a una pareja -. La viuda sentimental y su hijo el pescador en paro. La respuesta es sí.

-¿Sí? -preguntó John.

-Si, tiene un West Highland Terrier llamado Whisky, ¡pero no es lo que buscamos!

-Sherlock... Por Dios bendito. -dijo John, algo molesto con Holmes.

-Mira el jersey, apenas usado. Está claro que no está cómodo con él. Quizá por el material, o más bien, por la horrible cenefa que sugiere que es un regalo de Navidad. Quiere complacer a su madre, ¿por qué? Seguro que por dinero. La invita a cenar, pero él come poco. Significa que quiere impresionarla, pero intenta economizar en su propia comida. -dijo Sherlock, siguiendo con su deducción.

-A lo mejor no tiene mucha hambre. -dijo Cora con una voz baja.

-No. Plato pequeño: entrante. Lo ha dejado prácticamente limpio, ella casi se ha terminado el postre. Si hubiera invitado ella, él habría tomado lo que le apeteciera. Tiene hambre, sí, y poco dinero. Se ve por el estado de sus puños y zapatos. "¿Pero cómo sabes que es su madre?" ¿Quien iba a hacerle un regalo de Navidad así? Bueno, podría ser una tía o alguna hermana, pero la madre es más probable. Era pescador, por las cicatrices de sus manos, muy características: anzuelos. Son muy antiguas, lo que sugiere que lleva algún tiempo sin trabajo. Hay poca industria en esta zona, así que ha recurrido a su madre viuda en busca de ayuda. "¿Viuda?" Si, es evidente. Lleva una alianza de hombre colgada de una cadena al cuello, De su difunto esposo, y grande para su dedo. Va bien vestida, pero lleva joyas baratas. Podría permitirse más, pero las ha conservado. Sentimental. ¡Ah! ¡El perro! Pelitos blancos por toda la pierna, de cuando se pone "cariñoso", pero no hay pelos más arriba de la rodillas, o sea que es uno pequeño, seguramente un terrier, un West Highland Terrier llamado Whisky. "¿Pero cómo sabías eso Sherlock?" Porque iba en la misma dirección que nosotros y la oí llamarlo, y no es hacer trampa, es escuchar. Uso mis sentidos Cora, no como otros. Como veis estoy bien, de hecho estoy mejor que nunca, así que ¡dejadme en paz! -dijo Sherlock,terminando su deducción y mirando a la pelirroja a los ojos.

-Si. Vale. Vale. -dijo John con una voz seria -. Para qué ibas a hacerme caso? ¿O a Cora? Solo somos tus amigos...

-Yo no tengo... "amigos" -respondió Sherlock en un tono cortante y frío, haciendo que los ojos de la pelirroja se llenen de lagrimas al instante.

Cora se levantó del sillón en el que hasta ese momento había permanecido silenciosa,escuchando a Sherlock despotricar, pero esa última frase la había afectado, y mucho. Se acercó al detective asesor con pequeños pasos y se colocó al lado de su sillón. Tras unos segundos, en la sala común solo se oyó el golpe seco y sonoro de la bofetada, que Cora acababa de darle a Sherlock en su mejilla izquierda. La pelirroja se despidió de John y salió de forma atropellada de la sala, mientras las lagrimas que había estado reteniendo caían por sus mejillas.

-No... ¿por qué será? -dijo John tras observar a la pelirroja, para después levantarse del sillón él también y marcharse de la sala, dejando a Sherlock solo. John salió a una de las terrazas del hotel y se encontró con la pelirroja, quien había salido a tomar el aire.

-¿Cómo estas? -le preguntó a Cora, acercándose a ella.

-¿Siempre es así? -preguntó la pelirroja con un tono dolido -. ¿Siempre actúa de esaforma cuando sus sentimientos están en juego?

-Cora... lo siento mucho. Siento que hayas tenido que estar presente, y siento aún más que hayas tenido que volver aquí. -dijo John mientras abrazaba a la pelirroja, en un intento para consolarla.

-Gracias John. -dijo Cora mientras le sonreía y se secaba las lagrimas. Cuando se separaron, John pudo ver a lo lejos la luz que parpadeaba, y que anteriormente había visto en el bosque. Decidió caminar a su encuentro y averiguar de qué se trataba, Cora decidió seguirlo.

Mientras tanto, Henry se despertó en su cama, aún con los recuerdos del sabueso latentes en su memoria. Se acercó a la puerta trasera de su patio y volvió a recordar la palabras "Libertad" "En".

Cora y John caminaban por el campo cercano a Baskerville, mientras usaban las linternas para orientarse. Cuando se acercaron al origen de la luz, Cora y John pudieron ver un montón de coches llenos de parejas. En uno de ellos, el cual era el responsable de los destellos de luz, había una pareja enrollándose, cosa que hizo a Cora soltar una carcajada. Ambos decidieron volver al hotel tras aquella cómica escena. En ese momento, un mensaje llegó al móvil de John.

"La terapeuta de Henry está en el Pub Cross Keys

S"

John decidió responder a su compañero.

"¿Y?"

A los pocos segundos recibió la respuesta de Sherlock.

"¿Interrógala?"

John ya estaba algo alterado con Sherlock por los eventos de hacía unos minutos atrás y no le apetecía nada el ayudarlo.

"¿Por qué debería?"

A los pocos segundos, recibió una imagen de la joven terapeuta que Sherlock le había mandado.

-Mira que eres malo... -musitó John para sí mismo, haciendo que la pelirroja levante una ceja, divertida.

John se quedó mirando la foto y después miró a Cora.

-Cora, yo...

-No te preocupes, ve. Yo iré a visitar a Stapleton. No tengo ganas de encontrarme a Sherlock en el Hotel. -dijo la pelirroja con una sonrisa.

Mientras tanto, Henry estaba aún cerca de la ventana de su patio, cuando le dio la sensación de que algo estaba moviéndose fuera. A los pocos segundos, las luces de su patio se encendieron sin más, haciendo que mire hacia fuera. Estas se apagaron a los pocos segundos. El encendido y apagado de las luces se repitió varias veces más, deslumbrando al joven. En ese momento, algo pasó por la verja de su patio, lo que hizo que Henry buscara en sus cajones y sacara un revolver. La luz lo volvió a cegar, y algo se estampó contra el cristal de la puerta. Aterrorizado, Henry se sentó en el suelo.

En el Pub Cross Keys, John estaba hablando con la terapeuta de Henry, tratando de sonsacarle algo de información.

-¿Más vino doctora? -preguntó John con la botella en la mano derecha mientras la observaba.

-¿Intenta emborracharme?

-¡Que cosas tiene! -contestó John con un tono irónico.

-Porque hace un rato creía, que me tiraba los tejos...

-¡Oh! ¿Cual ha sido mi error? -dijo John con una fingida sorpresa.

-Cuando a empezado a preguntarme por mis pacientes.

-Soy un viejo amigo de Henry. -dijo John tratando de sonar convincente.

-Ya, y el es mi paciente, así que no puedo hablar de él. -dijo la terapeuta sonriendo -. Aunque me ha contado todo acerca de sus amigos de siempre... ¿quien es usted?

-¿Uno nuevo?

La mujer hizo una mueca y ambos empezaron a reír.

-Bueno, ¿que hay de su padre? No era uno de sus pacientes. ¿Era una especie de chalado conspiracionista? ¿un paranoico?

-Un chalado no se equivoca. -dijo la mujer.

-¿Y él se equivocaba?

-Yo creo que si.

-Pero se obsesionó con Baskerville, ¿no? Con lo que hacían allí. ¿No pudo pasarle lo mismo a Henry? ¿que empezara a imaginarse un sabueso? -dijo John con interés.

-¿Por qué cree que voy a hablar de esto? -preguntó la joven mientras se reía.

-Porque creo que está preocupada por el y porque también soy médico, y porque... tengo otro amigo que podría... tener el mismo problema. -contestó John mientras hacía una pausa. En ese momento una mano se posó en el hombro de John, sobresaltándolo.

-¡Hola Dr. Watson!

-Hola... -dijo John algo molesto.

-¿Cómo va la investigación? -preguntó el Dr. Franklan.

-¿Qué investigación? -preguntó la terapeuta, interesada en ello.

-¿No lo sabía? ¿No lee el blog? Sherlock Holmes.

-¿Sherlock... qué? -preguntó la mujer sorprendida.

-Oh, detective privado. -contestó Franklan -. Este es su ayudante. -añadió, dándole una palmada amistosa a John en la espalda.

-¿Ayudante? -preguntó John algo molesto.

-Y vive con él... -dijo Franklan.

-Perfecto... -dijo la mujer, entendiendo de forma errónea la relación de ambos.

-Esta es la Dra. Mortimer, la psiquiatra de Henry. -dijo John con un tono exasperado.

-Ah, hola. Bob Franklan. -dijo presentándose -. Oiga, dígale a Sherlock que estoy investigando a Stapleton. Por si le apetece charlar, ¿de acuerdo?

Tras la marcha de Franklan la joven se levantó de la mesa.

-¿Por qué no lo invita a tomar algo? Creo que le gusta. -dijo ella antes de marcharse de allí.

A la mañana siguiente, Sherlock estaba observando Baskerville desde uno de los montículos cercanos a la central. A los pocos minutos apareció en la casa de Henry.

-¡Buenos días! -dijo el sociópata con una sonrisa -. ¿Cómo te encuentras? -le preguntó al muchacho mientras lo agarraba los hombros.

-No... no he dormido muy bien. -contestó Henry algo alicaído.

-Pues que lastima... ¿Preparo café? Mira tienes goteras. -dijo Sherlock aún con un tono alegre. Se dirigió con celeridad a la cocina y se puso a preparar un café.

-Oye... -dijo Henry entrando en la cocina -. Anoche... ¿por qué dijiste que no habías visto nada? O sea, yo solo vi al sabueso un minuto y...

-"Sabueso"... -dijo Sherlock interrumpiendo al joven.

-¿Q-qué? -preguntó el estupefacto joven.

-¿Por qué lo llamas"sabueso"? ¿Por qué "sabueso"? -dijo el detective acercándose a él.

-¿Por qué? ¿Qué...?

-Es raro. Una extraña elección de palabras. Arcaica. Por eso acepté el caso: "Señor Holmes, había huellas de un gigantesco sabueso". ¿Por qué dice "sabueso"?

-No lo sé... -dijo el pobre hombre, ya desesperado.

-Me ahorraré el café. -dijo Sherlock pasando a su lado, para después salir de la casa. Siguió caminando un buen rato hasta toparse con un cementerio, en el que estaba John. Tras meditarlo un poco, decidió acercarse. Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, y empezó a caminar hacia John, mientras su mirada buscaba por los alrededores alguna pista sobre la pelirroja.

-¿Has... sacado algo del mensaje en morse? -preguntó Sherlock una vez estuvo frente al doctor.

-No. -contestó John con un tono algo molesto mientras empezaba a caminar.

-U.M.Q.R.A. ¿verdad? -preguntó Sherlock mientras comenzaba a seguirlo.

-Nada. -dijo John, sin siquiera hacer el amago de volver la cabeza para mirar a su compañero.

-U.M.Q.R.A.... -volvió a repetir el detective asesor.

-Mira, déjalo. -le pidió el hombre mientras lo observaba por unos instantes -. Creía que tenía algo, pero no.

-¿Seguro?

-Si. -contestó el ex-militar con firmeza.

-¿Qué hay de Mortimer? ¿Has conseguido algo con ella?

-No.

-Lastima. -dijo Sherlock mientras seguía a su compañero -. ¿Ni siquiera información?

-¿Te haces el gracioso? -preguntó John tras una ligera carcajada irónica.

-Es para romper el hielo un poco.

-Ser gracioso no te va, sigamos en el hielo. -replicó John con un tono cortante, similar al que había utilizado Sherlock la noche anterior.

-John... -dijo Sherlock, dándose cuenta de tono de su compañero.

-No pasa nada.

-No, espera. ¿Qué pasó anoche? Me pasó algo, algo que no había sentido antes.

-Eso dijiste: miedo. Sherlock Holmes tiene miedo. -respondió John, recordando los eventos de la noche anterior.

-No, no. Fue algo más que eso John. -dijo Sherlock agarrando del brazo a su compañero y haciéndolo voltear para mirarlo a los ojos -. Fue dudas. Sentí dudas. Siempre he podido fiarme de mis sentidos, las pruebas que ven mis ojos, hasta anoche.

-¿No creerás en serio que viste una especie de monstruo...?

-No, no puedo creer eso. Pero lo vi, así que la pregunta es: ¿cómo? -dijo Sherlock mientras explicaba su razonamiento -. ¿Cómo?

-Si... Si, bien. Pues... ya tienes algo con que seguir, buena suerte. -dijo John tras sopesarlo unos instantes, para después seguir caminando. Sherlock observó impotente como su compañero y ayudante se alejaba a grandes zancadas.

-Lo que dije anoche John, iba en serio, muy en serio: no tengo amigos. -dijo mientras lo observaba, pues John se había girado al escucharlo decir esas palabras -. Solo tengo uno.

-Ya. -dijo John tras sonreír levemente para después seguir caminando.

-¿John? -dijo Sherlock algo asombrado de que su compañero no hubiera reaccionado de una forma más espontánea y alegre -. ¡John! ¡Eres asombroso! ¡Eres fantástico! -añadió Sherlock mientras corría tras él.

-Si, que vale. Tampoco te pases. -dijo John mientras seguía caminando.

-Puede que no seas la persona más lúcida, pero como conductor de la luz eres insuperable.

-Gracias... ¿qué? -dijo John mientras caminaba al lado del detective asesor.

-Hay personas que no son genios, pero tienen un don para estimular...

-Hace un momento te estabas disculpando, ¡no lo estropees! -dijo John mientras lo miraba-. Además, no soy la única persona a la que le debes una disculpa.-añadió mientras se detenía.

-Cora... -dijo Sherlock mientras se detenía también -. ¿Sabes dónde está?

-Anoche dijo que iba a visitar a Stapleton, que no quería volver a ver tu jeta de imbécil en lo que quedaba de día. -respondió John, exagerando un poco las palabras de la pelirroja, para que Sherlock tomara conciencia de sus acciones. Sherlock no dijo nada pero comenzó a pensar en lo ocurrido la noche anterior, en todos esos pequeños detalles de la pelirroja que había pasado por alto: su dulce tono de voz, su preocupación, sus amables palabras, su intento de calmar sus nervios, sus lagrimas,... y por último, su bofetada. Desechó esos pensamientos, pues de estar Cora con Stapleton volverían a encontrársela a lo largo del día, además de que debía pensar bien en cómo disculparse con ella, pues la pelirroja no era como John, y seguramente los halagos no harían mella en ella.

-Venga dime, ¿qué he hecho que sea tan estimulante? -preguntó John mientras lo observaba.

Sherlock sacó un bloc de notas de su bolsillo en el que había escrito la palabra: HOUND, que significaba "sabueso".

-¿Si...? -preguntó John sin entender demasiado lo que le estaba mostrando.

-¿Y si no es una palabra? ¿Y si son letras independientes?

-¿Como un acrónimo?-dijo John mientras lo observaba.

-No tengo la menor idea, pero... -Sherlock se interrumpió, pues su vista se posó en un hombre que conocía bien, quien estaba en la recepción de hotel en el que se encontraban alojados -. ¿¡Qué diablos haces tú aquí!? -preguntó enfadado el sociópata mientras entraba a grandes zancadas a la recepción.

-Yo también me alegro de verte, estoy de vacaciones, ¿te lo crees? -le contestó Lestrade con sorna.

-No, no cuela. -respondió Sherlock algo más calmado.

-Hola John. -dijo el inspector saludando al doctor, quien acababa de entrar por la puerta.

-¿Greg? -preguntó John en cuanto lo vio allí.

-Oí que estabais por la zona, ¿qué tramáis? -preguntó el inspector mientras observaba a los dos hombres, percatándose al instante de la falta de la pelirroja -. ¿Y Cora? ¿Dónde está? -preguntó mientras seguía observándolos.

-Sherlock se propasó anoche y ella le pegó una bofetada, no la hemos visto durante todo el día. -contestó John mientras miraba a Sherlock de reojo.

-¿Que Sherlock... se... propasó con ella? -preguntó Greg, haciéndose una idea equivocada acerca de la relación entre ambos.

-Estoy esperando una explicación Inspector: ¿qué haces aquí? -preguntó Sherlock,haciendo caso omiso a la pregunta de Lestrade.

-Te lo he dicho: de vacaciones.

-¡Estas como un guiri! ¡Salta a la vista que acabas de volver de vacaciones! -replicó Sherlock algo enfadado.

-Se me han hecho muy cortas. -le respondió Lestrade con retintín.

-Oh... ha sido Mycroft. -dijo Sherlock mientras ataba cabos.

-Mira... -dijo Lestrade, tratando de justificarse.

-¡Claro que sí! Una mención a Baskerville y manda a mi... supervisor ¡para que me espíe de incógnito! -exclamó Sherlock mientras miraba a Greg de arriba-abajo -. ¿Por eso te haces llamar Greg?

-Se llama así. -intercedió John con una mirada de extrañeza.

-¿Ah si? -preguntó Sherlock, confuso.

-Si. -afirmó el inspector-. Aunque sé que no te interesa. No soy tu supervisor, y no hago lo que... me dice tu hermano. -añadió tras tomar un trago de la cerveza que tenía en la mano.

-En realidad podría ser el hombre que queremos... -dijo John mientras recordaba algo del día anterior.

-¿Por qué? -preguntó Sherlock, extrañado de que el Inspector Jefe de Scotland Yard pudiera serles util.

-No he estado ocioso Sherlock. Creo que podría haber averiguado algo... más bien, fue Cora quien lo hizo. -respondió John mientras sacaba un papel de su bolsillo, el cual le había dado la pelirroja la noche anterior, al despedirse de él -. No sabía si era relevante... empieza a parecer que sí.

Sherlock se acercó para observar lo que ponía en el pequeño papel, tras prestar atención a las palabras de John: Cora sin duda los había estado ayudando sin reservas, y lo de anoche... Sherlock volvió a descartar sus pensamientos, pues lo estaban distrayendo.

-Es mucha carne para un restaurante vegetariano... -añadió John mientras observaba a su compañero.

-Excelente. -dijo Sherlock tras observar el papel.

-Un intimidante Inspector de Scotland Yard capaz de hacer unas llamadas... podría sernos útil. -dijo John mientras giraba su rostro hacia Sherlock. Tras unos segundos John decidió tocar la campana. A los pocos minutos Lestrade estaba inspeccionando las facturas de carne de los dueños del Hotel-Restaurante. Sherlock por su parte estaba haciendo un café.Tras prepararlo, se acercó a John y le dio la taza.

-¿Y esto? -preguntó John, extrañado por el comportamiento de su compañero de piso.

-Café, he hecho café.

-Nunca haces café.

-Pues lo he hecho, ¿no quieres?

-No hace falta que te disculpes... -dijo John tras observar el rostro de su compañero -. Gracias.

Sherlock sonrió y observó cómo John tomaba un sorbo de éste.

-Um... lo tomo sin azúcar. -comentó John tras tomar un sorbo -. Que rico, estaba muy rico. -añadió después de acabar de tomárselo.

-Estas facturas tienen al menos dos meses. -dijo Greg mientras miraba a los propietarios del Hotel-Restaurante -. ¿Fue cuando se le ocurrió? ¿después de ver el programa?

-Fui yo. -comentó Billy, quien aún iba vestido de chef -. He sido yo. Lo siento Gary, no he podido evitarlo: me tomé un sandwich de bacon en la boda de Call y una cosa llevó a la otra...

-Buen intento. -dijo Lestrade, mientras los observaba.

-Mire, solo intentábamos levantar un poco el negocio. Soltamos a un perro grande para que corriera por el Páramo. ¡Fue mano de santo! -confesó Gary mientras miraba a su socio de reojo -. Como tener nuestro propio monstruo del Lago Ness...

-¿Y dónde lo guardan?-preguntó Lestrade.

-Hay una mina... abandonada. No está lejos. Estaba allí. -respondió Gary con una voz algo arrepentida.

-¿"Estaba"? -preguntó Sherlock.

-No podíamos controlar al maldito bicho, era malo. Y hace un mes, Billy lo llevó al veterinario y... ya sabe. -respondió el hombre.

-¿Está muerto? -preguntó John mientras se acercaba un poco a ellos.

-Sacrificado. -respondió Gary.

-Si. No había elección. Así que se acabó. -comentó Billy.

-Solo fue una broma... -dijo Gary.

-¡Me parto de risa!-comentó Lestrade -. ¡Casi han vuelto loco a un hombre! -les recriminó el inspector, regañándolos por su conducta, para después salir de la estancia.

-Está encantado de que estés aquí. -dijo John mientras caminaba junto a Greg -. No se lo digas...

-¿Ah, si? -preguntó Lestrade de forma irónica -. Que bien... -añadió en un tono sarcástico.

John sonrió ante el comentario del inspector. Lestrade era un buen hombre.

-Supongo que le gusta volver a ver las mismas caras juntas. -comentó divertido el inspector -. Será debido a su... su...

-¿Asperger? -finalizó John en un tono divertido, justo antes de que Sherlock saliera al exterior, donde estaban ellos.

-¿Crees que de verdad sacrificaron al perro? -preguntó Lestrade mirando a Sherlock.

-No veo por qué no.

-Por suerte no ha habido daños mayores. Tampoco sabría de qué acusarles. -dijo Lestrade -.Hablaré con las autoridades locales... Pues ya está, os veo luego. ¡Lo estoy pasando genial! Está bien sacarse Londres de los pulmones. -añadió con una sonrisa antes de alejarse.

-¿Así que era su perro lo que la gente veía en el Páramo? -preguntó John.

-Eso parece.

-Pero no fue lo que tu viste: no fue un perro corriente.

-No, era inmenso. Tenía ojos incandescentes y relucía John. Todo... su cuerpo relucía.-respondió Sherlock, mientras se daba cuenta de algo realmente importante y empezaba a caminar hacia el coche de alquiler -. Tengo una teoría, pero necesito volver a Baskerville para probarla.

-¿Cómo? No puedes volver a usar el truco del carné. -respondió John mientras lo seguía.

-Puede que no me haga falta... -dijo Sherlock con un tono misterioso mientras marcaba un número en su teléfono móvil -. ¡Hola querido hermano! ¿Cómo estás?

A los pocos minutos, Sherlock y John ya habían logrado entrar dentro del complejo de Baskerville sin ningún tipo de problema.

-Tengo que ver al comandante Barrymore en cuanto estemos dentro. -dijo Sherlock mientras paraba el motor del vehículo.

-Pero... Sherlock. Ese hombre fue el que trató de hacer daño a Cora. -le recordó Watson.

-Lo que significa que tú tendrás que buscar al sabueso. En los laboratorios. -dijo Sherlock sin prestar atención al comentario de John -. El de Stapleton primero: podría ser peligroso.

A los pocos segundos ya estaban dentro del complejo. Sherlock se encontraba ahora charlando con el comandante Barrymore.

-¿Sabe qué me encantaría? Me encantaría darles acceso ilimitado a este lugar, ¿por qué no?

-Es una petición simple comandante. -replicó Sherlock.

-Jamás había oído nada tan raro.

-Tiene que darme 24 horas. Es lo que he... negociado. -dijo Sherlock con tono firme.

-Ni un segundo más. Puede que tenga que acatar esta orden, aunque no me guste. -dijo el soldado mientras se daba la vuelta y tecleaba algo en su ordenador -. No sé que demonios espera encontrar aquí...

-Quizá la verdad. -replicó el detective asesor.

-¿Sobre qué? -preguntó el soldado mientras lo observaba -. Ah, entiendo. Debí imaginarlobl por el abrigo... Es de los conspiracionistas. Pues adelante.Búsquelos. Los monstruos, los rayos mortales, los alienígenas...

-¿Tiene alguno? -preguntó Sherlock con algo de ironía mientras miraba al comandante.

El comandante Barrymore lo observó de forma sospechosa durante unos segundos.

-Solo por curiosidad. -dijo Sherlock mientras analizaba al hombre frente a él.

-Tuvimos un par de ellos... Cuatro para ser exactos. Y, algo me dice que usted ya ha conocido a uno de ellos: ¿me equivoco? -replicó el comandante con un tono lleno de malicia -. "Phoenix"...

Esa frase y la última palabra que Barrymore le había dirigido puso la piel de gallina por un instante a Holmes: Barrymore sabía de la identidad de Cora, la recordaba, y eso podría ponerla en peligro si volvía a Baskerville.

-Buena suerte señor Holmes... -dijo Barrymore antes de volver a centrarse en su pantalla.

Mientras, en su casa, Henry aún tenía dolores de cabeza insoportables debido a su encuentro con el sabueso la noche anterior.

John estaba ahora en los laboratorios de genética de Stapleton, los cuales estaban sorprendentemente vacíos. Tras inspeccionar el lugar durante unos cuantos minutos, (abriendo los cajones y observando el instrumental médico del lugar) John pasó frente a un foco de luz, que se encendió en el momento propicio y lo deslumbró por completo. Además de haberlo cegado, en ese preciso momento una estruendosa alarma empezó a sonar en todo el lugar. John decidió ir hacia el ascensor y pasar la tarjeta por el escáner para irse de allí, pero el lector dio negativo, y no le permitió salir. Tras intentarlo varias veces, y fallar en todas, todas las luces del lugar se apagaron. Todo era oscuridad, todo en penumbra, haciendo el lugar mucho más misterioso y aterrador. John decidió usar una pequeña linterna de bolsillo que siempre llevaba con él. Mientras avanzaba por la estancia, John pudo oír claramente el ruido de pasos y de un animal paseándose por allí, al mismo tiempo que destapaba unas jaulas bastante grandes. Pudo ver que la puerta de una de ellas había sido forzada y abierta. En ese momento pudo oír un gruñido leve, bastante grave,perteneciente a un animal. John trató de llamar a Sherlock, pero no tuvo suerte, pues el sociópata no contestaba. Pensó en llamar a Cora, pero lo descartó, pues estaría aún enfadada por lo ocurrido la noche anterior. En ese preciso momento, el gruñido de un perro se pudo escuchar claramente y tras unos segundos, John corrió despavorido y aterrado hacia una de las jaulas que estaban abiertas, para después meterse dentro. Cuando se hubo encerrado, su móvil sonó: era Sherlock.

-Está aquí. Está aquí, conmigo. -dijo John en voz baja.

-¿Dónde estás? -preguntó Sherlock en un tono serio.

-Sácame Sherlock. Tienes que sacarme. Estoy en el laboratorio grande, el primero que vimos. -respondió John en voz baja y muy nervioso. En ese momento el gruñido del perro se volvió a escuchar.

-¿John? ¿John?

-Ya, Sherlock. Por favor. -dijo el hombre completamente asustado.

-De acuerdo, voy a buscarte, sigue hablando.

-No puedo, me va a oír.

-Sigue hablando. -ordenó Sherlock -. ¿Qué ves?

-No sé. No lo sé pero ahora lo oigo. -dijo el doctor tras acercarse un poco a los barrotes de la jaula.

El gruñido volvió a escucharse con más nitidez.

-¿Lo has oído? ¿Has oído eso? -pregunto John, más nervioso que antes.

-Cálmate, cálmate. ¿Puedes verlo?

-No, no puedo. -respondió John.

En ese momento, el ruido de pisadas de perro se hizo más cercano.

-Ya lo veo... -dijo John mientras veía una sombra pasar por delante de su jaula -. Ya lo veo... está aquí.

En ese momento apareció Sherlock, quien quitó la sábana que cubría parcialmente la jaula en donde se encontraba John, ya con las luces encendidas.

-¿Estas bien? -le preguntó el detective a su compañero -. ¿John?

-¡Santo Dios! -exclamó Watson, aliviado de ver al sociópata allí -. ¡era el sabueso Sherlock! ¡Estaba aquí, te lo juro!

-Tranquilo... No pasa nada. -dijo el hombre con calma.

-¿¡Cómo que no!? -exclamó John fuera de sus casillas -. ¡Sí que pasa! ¡Lo he visto! ¡No me equivocaba!

-No saquemos conclusiones precipitadas.

-¿Qué? -preguntó John mientras lo miraba, incrédulo.

-¿Qué has visto?

-¡Ya te lo he dicho! ¡Al sabueso!

-¿Enorme? ¿Con ojosrojos?

-Si.

-¿Reluciente?

-Si. -afirmó John con contundencia.

-No. -dijo Sherlock mientras sonreía levemente.

-¿Qué?

-Lo del resplandor me lo inventé. Has visto lo que esperabas ver, porque te lo dije yo. Te han drogado. -respondió Sherlock -. Nos han drogado a todos.

-¿Drogado...? -se preguntó John en voz alta, incrédulo.

-¿Puedes andar?

-Pues claro que puedo.

-Pues vamos, es hora de expulsar al fantasma. -replicó Sherlock mientras empezaba a caminar.Entraron directamente al departamento de la Dra. Stapleton, quien en ese momento se encontraba con un conejo blanco en su mesa de operaciones. Lo que no esperaban ver, era a cierta pelirroja apoyada contra una de las paredes de la sala.

-Cora... -dijo John casi sin aliento por lo ocurrido hace unos minutos, a la vez que sorprendido de verla allí.

-Oh, de nuevo aquí... -dijo la Dra. Stapleton mientras observaba a los dos hombres entraren la estancia -. ¿Qué quieren esta vez?

-Asesinato Dra. Stapleton. -respondió Sherlock con franqueza, haciendo que Cora levante una ceja y lo mire de reojo -. Refinado y a sangre fría. Asesinato. -añadió el joven mientras se acercaba el interruptor de la luz y lo apagaba, causando que el conejo que estaba encima de la mesa comenzara a resplandecer con una luz verde. A los pocos segundos volvió a encenderlo. Cora lo miraba sin decir una palabra.

-Jacqui, ¿le va a contar a Kirsty lo que le pasó a Bluebell, o quiere que lo haga yo? -preguntó la pelirroja mientras miraba a la doctora a los ojos, haciendo que Sherlock sonría un poco.

-Está bien... ¿que es lo que quiere? -le preguntó Jacqui a Holmes tras suspirar.

-El microscopio. -respondió Holmes -. Pero antes... ¿puedo hablar contigo Cora? -añadió mirando a la pelirroja, quien seguía apoyada en la pared con los brazos cruzados bajo el pecho.

-Está bien. -dijo Cora acercándose a él. Sherlock abrió la puerta para que pasara y después salió fuera de la estancia junto a ella. Caminaron un poco, y una vez estuvieron lo bastante lejos como para que Stapleton y John no los oyeran, Sherlock comenzó a hablar.

-Cora, lo que ocurrió anoche... lo siento. -dijo mientras la miraba a los ojos -. No tenía derecho a decirte esas palabras después de haberte forzado a venir con nosotros, y después de que nos hayas ayudado sin reservas.

-No tienes que disculparte conmigo Sherlock. John es tu amigo, deberías disculparte con él. No con una cualquiera como yo que apenas has conocido hace unos días... -respondió la joven con un tono dolido, mientras daba media vuelta y comenzaba a caminar lentamente hacia el cuarto donde estaban John y Stapleton.

-Espera Cora. -dijo Sherlock mientras la cogía de la muñeca y la obligaba a pararse y a girarse para mirarlo a los ojos -. Es cierto que John es mi amigo,pero tu también lo eres. Me salvaste la vida y no cualquiera hace eso por alguien que acaba de conocer ¿me equivoco? -añadió, recordando el primer caso que habían resuelto hace unos días.

-Yo...

-Escúchame bien, no sé como expresarme cuando se trata de sentimientos, pero es lo menos que puedo hacer. -replicó Sherlock, no dejándola continuar -. Cuando te fuiste anoche sentí tu tristeza y tus lagrimas, sé que te hice daño con lo que te dije, y créeme, lo siento de veras. No he parado de pensar en ti desde entonces. En todo el día no te me has ido de la cabeza, y eso... me frustra, porque no lo comprendo. Tu solo pensamiento me distrae, y tu sola presencia me calma como un bálsamo. ¿Por qué? ¿Por qué me siento así cada vez que estás cerca de mi? -añadió con una voz mas grave y suave a la vez que la miraba alos ojos.

Cora escuchó atentamente todas y cada una de las palabras del hombre que tenía ante sí, y que desgraciadamente había llegado a apreciar en tan poco tiempo. Su corazón palpitaba de felicidad con la sola presencia de este joven: Sherlock Holmes. Sin medir las consecuencias de sus actos, la pelirroja se acercó al detective, tomó su rostro entre sus manos y cerró el poco espacio que había entre sus labios. Tras no recibir una negativa, Cora rodeó el cuello del detective con sus brazos,acercándose un poco a su persona. Sherlock se quedó estático ante el gesto de la joven, pero al sentir los labios de la pelirroja en los suyos, su cuerpo se relajó casi al instante sin saber él muy bien la razón. En un acto inconsciente, rodeó la cintura de Cora con sus brazos, acercándola un poco más a su pecho. El beso duró solo unos pocos segundos, pero para la joven fueron minutos. Cuando retiró sus brazos del cuello de Sherlock, la pelirroja se separó del detective. Cora estaba muy sonrojada, pues acababa de darse cuenta de sus acciones, y las manos de Sherlock aún estaban en su cintura.

-Yo... lo siento. -dijo la joven mientras desviaba la mirada del detective -. O-olvidemos lo que acaba de ocurrir. -añadió mientras miraba al suelo.

-Si... -respondió Sherlock, mientras retiraba sus manos de la cintura de Cora -.Volvamos con John. -añadió Sherlock mientras comenzaba a caminar,como si no hubiera pasado nada entre ellos. A los pocos minutos se reunieron con Stapleton y John en la sala.

Tras unos minutos, Sherlock estaba analizando varias muestras en el microscopio,mientras Cora, John y Stapleton lo observaban en silencio.

-¿Seguro que está bien? -le preguntó Stapleton a John mientras lo observaba.

-Si, estoy bien. -respondió mientras la miraba -. ¿Y Lilly? ¿Cómo está la pequeña?

-Oh, mi pequeña gatita se encuentra bien. Estoy muy agradecida al señor Holmes y a Cora por haberla rescatado. -respondió Jacqui con una sonrisa un tono amable.

-No nos dé las gracias, fue un placer. -respondió Cora con una sonrisa, mientras evitaba el contacto visual con Sherlock, quien al parecer le lanzaba miradas furtivas -. Supongo que ya sabrá acerca de Hanon, James y Michael...

-Así es. Aunque lo cierto es que me sorprende que volvieran...

-Dígame Dra. Stapleton... ¿qué tienen aquí? -preguntó John mirándola.

-Si se puede imaginar seguro que alguien ya lo está haciendo cerca de aquí.

-¿Clonación?

-Por supuesto. La oveja Dolly, ¿recuerda?

-¿Clonación humana?

-¿Por qué no?

-¿Y animales? No... ovejas. Más grandes. -dijo John con algo de seriedad.

-El tamaño no es problema, en absoluto. Los únicos límites son éticos y la ley. Esas dos cosas son muy flexibles, pero no en Baskeville.

-¡No está aquí! -gritó Sherlock, tras lanzar la muestra que estaba analizando en el microscopio contra la pared de enfrente.

-¿Qué esperaba encontrar? -preguntó Stapleton.

-Una droga. ¡Tiene que ser una droga! No hay ni rastro de nada en el azúcar.

-¿Azúcar? -preguntó John, algo extrañado.

-Si, azúcar. Simple proceso de eliminación. Tu, John no tomas azúcar, y hemos comido y bebido lo mismo desde que llegamos aquí. Yo sí que vi al sabueso, pero tú no.

-Puede que no sea una droga. -replicó el doctor mientras observaba a su compañero pasear.

-No, tiene que ser una droga. ¿Pero cómo entro en nuestros organismos? ¿Cómo? -dijo Sherlock mientras comenzaba a pensar -. Tiene que haber algo... algo.

Cora lo observaba pacientemente hasta que de pronto Sherlock se giró hacia ellos.

-Fuera. -dijo el sociópata.

-¿Qué? -pregunto Stapleton.

-Salga, tengo que ir a mi Palacio Mental.

-¿Su qué? -preguntó Stapleton una vez más mientras lo observaba.

-No va a hablar mucho en un rato, es mejor que salgamos. -dijo John mientras cogía su chaqueta y empezaba a caminar hacia la salida del cuarto junto a Stapleton y Cora.

-Cora, tu no. Quédate aquí. -dijo Sherlock sin abrir los ojos. La pelirroja se puso tensa tras recordar lo sucedido momentos atrás, pero se sentó cerca de Sherlock.

-¿Su qué? -preguntó de nuevo Stapleton.

-Su... Palacio Mental. Es una técnica de memoria. Una especie... de mapa mental. Trazas un mapa con una ubicación, no tiene por qué ser un lugar real, y después depositas recuerdos. -le explicó John a la doctora mientras salían de la sala. Cora se quedó sentada cerca del joven detective, y lo observó detalladamente.

-¿Por qué? -preguntó ella simplemente.

-Por que me relajas y me ayudas... -contestó él sin dar más explicaciones.

Tras unos minutos, en los que Sherlock estuvo en su Palacio Mental, al fin el joven detective parecía haber encontrado la solución al enigma del "sabueso" de Baskerville.

Entretanto, Henry había vuelto al Páramo y estaba corriendo, pues algo parecía perseguirlo.Decidió usar el revolver que tenía en su mano derecha y disparó al sabueso de ojos rojos que crea que lo estaba siguiendo. Resultó que aquello no era más que una ilusión de su mente, y ¡había disparado a su terapeuta!

-Dios mío... Lo siento muchísimo. Lo siento... -dijo el joven con una mirada perdida, a la par que traumatizada mientras salía corriendo de allí.

Mientras, en Baskerville,Sherlock ya se había reunido con Stapleton y John. Cora caminaba a su lado, pues el comandante Barrymore estaba por allí y no se sentía segura. Sin que ninguno de los presentes en la estancia lo notara, Sherlock le agarró por un instante la mano a la pelirroja, haciendo que ésta se sonroje. Los cuatro estuvieron caminando durante unos minutos hasta que llegaron a una sala que disponía de ordenadores.

-John. -dijo Sherlock mientras lo miraba.

-¿Qué?

-Proyecto H.O.U.N.D, debo de haber leído algo en alguna parte. -contestó Sherlock mientras lo miraba a los ojos -. Un experimento en un centro de la CIA en Libery, Indiana. -añadió mientras se acercaba a Stapleton, quien se había puesto al ordenador.

Tras acercarse, le pidió que buscara una palabra clave en el ordenador: H O U N D.

-Solo tengo acceso hasta aquí. -dijo Stapleton mientras miraba a Sherlock, después de que unerror apareciera en la pantalla.

-Tiene que haber una contraseña... -dijo John.

-Me imagino que la tendrá el comandante Barrymore... -respondió Stapleton.

-La contraseña es Maggie. -dijo Cora en un voz baja.

-¿Cómo lo has adivinado? -preguntó Stapleton.

-Fácil: Es un déspota. Un anticuado. Le encanta su trabajo. Le gusta Churchill. Y... Margaret Tatcher. -respondió la pelirroja con un leve sonrisa, mientras Sherlock posaba una mano en su hombro derecho.

Sherlock tecleó la contraseña en el ordenador y el acceso no se hizo esperar. Allí vio una foto y los nombres de varios integrantes, entre ellos el ex-marido de Stapleton: Leonard Hansen. Todos los nombres de los participantes en el proyecto formaban el acrónimo: H.O.U.N.D. Un montón de recortes de prensa comenzaron a aparecer, diferentes palabras, destacando por encima de todas: sugestibilidad, miedo, paranoia, daños severos al lóbulo frontal del cerebro, homicidio múltiple...

-Dios mío... -dijo John, mientras todos esos recortes pasaban ante sus ojos.

-Su marido estaba en este proyecto Jacqui. Él quería convertirnos en las armas biológicas definitivas, por si este proyecto H.O.U.N.D. fracasaba... -dijo Cora mientras observaba la pantalla del ordenador con temor.

-Proyecto H.O.U.N.D. : Un nuevo fármaco, que deja a quienes lo consumen increíblemente sugestionables. Querían usarlo como arma anti-personas para desorientar totalmente al enemigo usando el miedo y los estímulos, pero lo abandonaron y lo ocultaron en el 86. -dijo Sherlock mientras leía los reportes que había en el ordenador.

-Por lo que les hizo a los sujetos con quienes lo probaron... -susurró Stapelton, mientras temblaba levemente ante esa atrocidad.

-Y por lo que estos hicieron a otros... -dijo Sherlock, mientras observaba a la pelirroja de forma furtiva -. La exposición prolongada los enloqueció. Los hizo agresivos y difíciles de controlar.

-¿Y alguien ha intentado seguir con los experimentos? -preguntó John.

-En un intento por refinarlo, tal vez. -respondió Cora mientras lo miraba -. Durante los últimos 20 años.

-¿Quién?

-¿Esos nombres no le dicen nada Jacqui? -preguntó la pelirroja.

-No, en absoluto. Menos el de mi antiguo esposo, ninguno.

-Cinco científicos principales... hace 20 años. -dijo Sherlock mientras comenzaba a analizar la foto -. Puede que nuestro amigo, esté en el fondo de la fotografía. Alguien lo bastante mayor como para estar ahí en la época del experimento, en el 86.

-Alguien, que diga "celular" por el tiempo pasado en América. -dijo Cora mirando a Sherlock.

-Exacto, ¿Te acuerdas, John?

-Si...

-Nos dio su número, por si... lo necesitábamos. -dijo Sherlock mirando a la pelirroja con una sonrisa en los labios.

-Dios mio, Bob Franklan... -dijo Stapleton asombrada -. Pero Bob ni siquiera trabaja en esto, es biólogo. Esto era de guerra química.

-Pero fue donde empezó. -dijo Cora mientras se acercaba a Sherlock -. Y siempre ha tenido la certeza, la obsesión, de que el fármaco podía funcionar.

-Un detalle que nos diera su número. Concertemos una reunión. -dijo Sherlock mientras cogía su teléfono móvil y se ponía a caminar. En ese momento el móvil de John comenzó a sonar.

-¿Diga? -preguntó John mientras contestaba al teléfono -. ¿Quien es? -preguntó, tras escuchar los sollozos de una mujer.

-Tienen que encontrar a Henry...

-Es Louise Mortimer. -dijo John mirando a Sherlock -. Louise, ¿qué ocurre?

-Henry estaba... recordando y... entonces... -dijo la mujer entre sollozos -. Tenía una pistola. Sacó una pistola e intentó...

-¿Qué? -preguntó John,sorprendido por las palabras de la terapeuta.

-¡Se ha ido! ¡Pero tienen que detenerlo, no sé de lo que es capaz!

-Eh, ¿d-donde está? -preguntó John, mientras Sherlock cogía su teléfono y empezaba a marcar un número.

-En casa. Estoy bien. -respondió ella.

-Bien, quédese ahí. Le enviaremos a alguien, ¿de acuerdo? -dijo John con un tono tranquilizador, para después colgar el teléfono.

-¿Henry? -preguntó Sherlock mientras su semblante se ponía serio.

-La ha atacado. -replicó John con un tono algo preocupado.

-¿Se ha ido? -preguntó el detective mientras observaba a John y después a la pelirroja.

-Si.

-Solo puede ir allá donde empezó todo. -dijo Sherlock con voz seria, mientras salía del laboratorio a escape y hacía una llamada -. Lestrade, ve a la Hondonada. ¡A Dewer's Hollow! ¡Y ve armado!

Cora y John salieron corriendo tras Sherlock, y cogieron el coche para llegar hasta la Hondonada. A los pocos minutos ya estaban allí junto a Lestrade.Henry por su parte, ya estaba en el inhóspito lugar y corría hacia Dewer's Hollow. Cora y Sherlock junto a John comenzaron a correr hasta la parte más profunda de la Hondonada, tratando de llegar hasta Henry antes de que hiciera cualquier locura. Henry ya estaba en Dewer's Hollow para cuando Sherlock y el resto llegaron hasta él. Estaba con un revolver en la boca, tratando de pegarse un tiro y matarse.

-¡Henry, no! -gritó Sherlock mientras corría hacia él.

-¡Atrás! -gritó Henry mientras los amenazaba con el revolver y se alejaba de ellos -. ¡No os acerquéis!

-Henry, tranquilo. Cálmate. -dijo la pelirroja mientras trataba de mantener la calma.

-¡Sé lo que soy! ¡Sé lo que intenté hacer! -gritó Henry mientras negaba con la cabeza.

-¡Suelta la pistola! -dijo John mientras Sherlock y él lo apuntaban con las linternas -. No pasa nada.

-¡No! ¡Sé lo que soy!

-Si, no lo dudo Henry, te lo han explicado todo, ¿verdad? -dijo Sherlock mientras lo miraba y trataba de razonar con él -. Con todo lujo de detalle, ¿verdad?

-¿Qué...? -preguntó el joven, confuso.

-Alguien tenía que silenciarte: Quería que siguieras siendo un niño, para reafirmar el sueño al que los dos os aferrabais. Que habíais empezado a recordar. -dijo Sherlock mientras se acercaba dos pasos -. Recuerda Henry, tienes que recordar lo que pasó aquí, cuando eras un niño...

-Creía que... se había llevado a mi padre. -dijo Henry con voz temblorosa -. El sabueso... ¡no! ¡Dios! ¡ya no lo sé! -gritó mientras volvía a colocarse el revolver en la boca.

-¡Henry, no! -dijo John avanzando unos pasos hacia él, junto a la pelirroja.

-Henry, ¡recuerda! ¡"Libertad", "En"! ¡Dos palabras! -dijo Sherlock mientras volvía a recortar la distancia entre ambos -. Habías empezado a recordar lo ocurrido aquella noche: no era un animal, ¿verdad Henry? Ni un monstruo. Era un hombre.

En ese preciso momento Henry comenzó a recordar, y pudo recordar con certeza, a aquel hombre vestido de negro con una máscara de gas, con ojos rojos. Recordó cómo esa persona asesinaba a su padre frente a sus propios ojos.

-Empezaste a recordar, así que había que silenciarte. Volverte loco para que nadie te creyera.-razonó el detective, mientras miraba a Henry.

Cora se acercó a Henry y cogió su revolver, para evitar cualquier incidente. Lestrade llegó hasta ellos tras unos pocos minutos.

-Tranquilo Henry. -dijo Cora con una voz suave.

-Pero... anoche... anoche lo vimos. Vimos al sabueso. -dijo Henry aún con el rostro pálido.

-Claro que había un perro Henry, que dejaba huellas, asustaba a los testigos... Pero no era más que un perro corriente. Los dos lo vimos como nuestras mentes drogadas querían que lo viéramos. -dijo Sherlock mientras razonaba con el tembloroso joven -. Miedo y estímulo, así funciona.

-Pero nunca hubo ningún monstruo Henry. -dijo Cora mientras se situaba al lado de Sherlock, tratando de calmar de una vez a Henry. En ese momento, el aullido del sabueso pudo oírse en Dewer's Hollow sin mayor complicación. Todos los presentes comenzaron a observar a su alrededor, en busca del animal.

-No, no, no, no,... -dijo Henry, volviendo a palidecer y a ponerse casi histérico.

-¡Henry! ¡No es más que un perro corriente! -gritó Sherlock, tratando de evitar que el joven perdiera la cabeza por completo. En ese momento, el perro se hizo visible entre la niebla, y casi al mismo tiempo una figura se acercó a Sherlock por la espalda. Tras forcejear unos minutos con el hombre, Sherlock logró arrebatarle la máscara que lo aislaba, revelando su rostro: Era el Dr. Bob Franklan. Sherlock pudo observar, cómo tras quitarle la máscara Franklan se tapaba la boca, y llegó a la misma conclusión que Cora.

-¡La niebla! ¡La droga está en la niebla! -dijo Cora mientras miraba a Sherlock algo eufórica -. ¡Son rociadores! ¡Es lo que ponía en esos archivos! -añadió la pelirroja con una sonrisa.

-¡Proyecto H.O.U.N.D! ¡Es la niebla! -gritó Sherlock, aún agarrando a Franklan, evitando su huida. En ese momento, el sabueso comenzó a acercarse a ellos, con un gruñido amenazante a la par que espeluznante.

-¡Por Dios! ¡Mátenlo! -gritó Franklan tras contemplar con horror al monstruo.

-Retrocedan todos. Yo me encargo de esto. -dijo Cora mientras daba unos pasos hacia el sabueso-. NO disparen ninguna bala bajo ningún concepto, ¿entendido?

-Cora, ¿que vas... a hacer? -preguntó John mientras asía a Henry del brazo y retrocedía con el.

-Recuerdas quien soy... ¿verdad John? -comentó Cora mientras giraba su rostro hacia Sherlock y John con una sonrisa -. Recuerdas qué es lo que soy...

-Cora. No hagas ninguna locura. -replicó Sherlock mientras la observaba, tratando de discernir qué era lo que estaba pensando la joven en ese preciso momento.

Tras pensar bien de que forma proceder, y tras sopesar las palabras de Sherlock, Cora tomó una decisión: sus ojos empezaron a brillar intensamente en la oscuridad, cosa que hizo retroceder a todos los presentes, incluido al detective asesor. La joven procedió entonces a dirigir su mirada al monstruo, quien se había acercado más hacia ella.

-Juguemos... -dijo con una voz seria, mientras comenzaba a rodear al sabueso.

-Phoenix... -musitó el Dr. Franklan -. Así que ella es una de las que escapó de Baskerville... Un experimento genético. -añadió con temor, dejando claro que sabía acerca de los experimentos realizados en la central, hacía diecisiete años. Por suerte para la pelirroja, solo Sherlock y John escucharon esa frase.

Cora no esperó más y disparó con un revolver que tenía a mano hacia la cabeza del perro.John decidió ayudarla y tras avanzar unos pasos disparó también al sabueso, que cayó muerto a los pocos segundos. Cora retrocedió, y acon el brillo carmesí de sus ojos desvanecido y se acercó a Sherlock.

-Ten cuidado. No desveles tus habilidades. -le recriminó en un susurro el sociópata, al oído a la pelirroja. Ella lo miró a los ojos y pudo discernir entre otras cosas preocupación y miedo.

Sherlock se alejó de ella y cogió a Henry por el brazo, para después arrastrarlo hasta el lugar donde yacía muerto el perro.

-¡Míralo Henry! ¡Míralo! -le gritó Sherlock al joven mientras lo hacía observar al "sabueso mutante": solo era un perro normal y corriente.

Tras observarlo, Henry se giró hacia Franklan.

-¡Cabrón! ¡Cabrón! -gritó para después abalanzarse sobre él -. ¡Veinte años! ¡Veinte años de mi vida tirados a la basura! ¿¡Por qué no me mataste!?

Cora se acercó a Henry, y junto a John y Lestrade trató de alejarlo de Franklan. A los pocos segundos, pudieron alejarlo del doctor.

-¡Porque a los muertos se les escucha! ¡Tenía que hacer algo más que matarte! ¡Tenía que desacreditar cada palabra que hubieras dicho sobre tu padre! -gritó Sherlock, mientras observaba el entorno -. Y tenía los medios a sus pies. Un campo de minas químico, dosificadores en el suelo, que te drogaban cada vez que volvías aquí. ¡Arma homicida y el lugar del delito a la vez! -comentó Sherlock mientras paseaba por la escena -. Ah, ¡menudo caso Henry! ¡Gracias! ¡Ha sido brillante! -añadió con una sonrisa.

-Sherlock... -replicó Cora mientras lo observaba con una ceja levantada.

-¿Qué? -preguntó el aludido.

-No es el momento. -respondió ella con una leve sonrisa cínica.

-¿No es bueno?

-No, no pasa nada. -dijo Henry mientras lo miraba.

En ese momento, algo llamó la atención de la pelirroja, quien empezó a escuchar muy atentamente los sonidos del bosque. Tenía una extraña sensación: era como si alguien los estuviera observando desde algún lugar, pero en Dewer's Hollow no había nadie más aparte de ellos, o eso creía ella... Decidió no darle mayor importancia, pero no dejó de tener sus sentidos alerta.

-Esto está bien. -dijo Henry mientras se acercaba un poco a Franklan -. Significa que mi padre tenía razón. Había descubierto algo, ¿verdad? Y por eso lo mataste: porque estaba en lo cierto. ¡Te había pillado en pleno experimento!

En ese preciso momento Cora volvió a tener la sensación de que alguien los observaba,además de la palpitación de que algo no iba bien... A los pocos segundos, otro perro apareció por allí gruñendo, cosa que distrajo al grupo lo suficiente como para permitir correr a Franklan.

-¡Cora! ¡Cuidado! -gritó Sherlock con una nota leve de pánico en su tono de voz, mientras miraba a la pelirroja.

Gracias al aviso de Sherlock, Cora pudo girarse lo suficientemente rápido como para ver el láser de un francotirador apuntando a su pecho. Desgraciadamente, no pudo hacer nada más, y el disparo resonó en todo Dewer's Hollow. La pelirroja vio a lo lejos al ex-marido de Stapleton apretando el gatillo del arma, y a los pocos segundos, sintió un dolor agudo en el pecho: la bala había impactado de lleno. Tal era la fuerza del disparo, que la joven cayó de espaldas al suelo, sin posibilidad de levantarse. Bajó su vista a su pecho, y pudo ver un líquido rojo brillante saliendo a raudales del orificio de la bala: sangre. Después del dolor, Cora notó que su visión comenzaba a oscurecerse y a distorsionar. Sus músculos estaban agarrotando, y comenzó aperder la sensibilidad en brazos y piernas.

-¡Cora! -gritó Sherlock, mientras observaba a la joven caer al suelo. Hizo un amago de ir hacia ella, pero su vista se desvió hacia el lugar por el que huía Franklan. Debía tomar una decisión: quedarse junto a Cora y dejar escapar a Franklan, o dejar a Cora y atrapar a Franklan.

-¡Vete a por él Sherlock! ¡Yo me quedo con Cora! -le gritó John, mientras rápidamente corría al lado de la joven, y usaba su chaqueta para tratar de detener el flujo rebosante de sangre.

Sherlock asintió brevemente y salió junto a Lestrade a buscar a Franklan.

-¡Franklan! -gritó Sherlock con ira tras lo que le había ocurrido a Cora, mientras lo iba persiguiendo -. ¡Es inútil Franklan!

A los pocos minutos de perseguir al doctor, éste entró en un campo de minas anti-persona.Franklan se dio cuenta de ello demasiado tarde: ya había pisado unade las bombas. Sabía que este era su fin: tras respirar, alzó el pie de la bomba y explotó en miles de pedazos. Tras observar cómo Franklan estallaba en miles de pedazos, un nuevo pensamiento atemorizó la mente de Holmes: ¡Cora!

Corrió rápidamente hasta el lugar en el que había dejado a John y cuando llegó allí se quedó paralizado: ¡El ex-marido de Stapleton, Leonard Hansen, había noqueado a John por la espalda e iba a terminar con la vida de Cora! Por suerte para Sherlock, la oscuridad evitaba que fuera detectado por el hombre armado. Tras hacer una seña a Lestrade, ambos lograron sorprender al hombre y reducirlo con la ayuda de varios policías.

John despertó algo entumecido y corrió al lado de la pelirroja, cuyo rostro se iba tornando cada vez más pálido. Cora ya casi no podía sentir lo que ocurría a su alrededor, pero pudo sentir en ultima instancia cómo Sherlock la tomaba en brazos. A pesar de estar desangrándose, la pelirroja notó una sensación en su corazón: calidez. Ahora sabíalo que se sentía al encariñarse con otra persona... Trató de hablar para decirle algo a Sherlock, pero no pudo, pues incluso el esfuerzo de hablar le resultaba doloroso. Pudo sentir cómo Sherlock la apretaba fuertemente contra su pecho... pero sus ojos se cerraron poco después.

Sherlock estaba apretando el cuerpo de la joven contra el suyo, en un esfuerzo por traspasarle algo de calor corporal. En cuanto sintió que la respiración de la joven se detenía, comenzó a correr aún más rápido hacia el pueblo de Greenpen.

-¡Aguanta Cora! ¡Ni se te ocurra morirte! -le gritaba a la joven, en un esfuerzo por mantenerla consigo.

No sabía cuanto tiempo había pasado, pero Cora empezó a abrir sus ojos: se encontraba en una habitación enteramente blanca y llena de luz. Un hospital.Decidió mover la cabeza, y vio que su pecho había sido vendado de forma cuidadosa. Al lado de su cama pudo observar un electrocardiograma: sus pulsaciones parecían normales. Se encontraba algo mareada, seguramente por la morfina que le habían administrado para el dolor. Sus ojos rojos escanearon el lugar y se toparon con Sherlock, quien estaba de espaldas a ella, mirando el pueblo de Greenpen por la ventana. Se alegraba muchísimo de verlo, pues cuando cerró sus ojos, su corazón se estremeció al pensar que jamás volvería a verlo, a escuchar su voz, a besar sus labios... La joven paró en seco sus pensamientos, pues estos hacían acelerarse a su corazón.

-Sherlock... -dijo la joven con una voz suave, llamándolo. Al oír su nombre, Sherlock volteó a mirar sus ojos rubí.

-Cora... -musitó Sherlock, mientras se acercaba a su cama con rápidos pasos. A los pocos segundos, la pelirroja sintió los brazos de Homes en su espalda: ¡Sherlock la estaba abrazando!

-¿¡Sh-Sherlock!? -exclamó Cora, pues desde su... beso en Baskerville, él no había vuelto a realizar ningún tipo de gesto afectuoso hacia ella. Debía de estar muy preocupado por ella, para haberla abrazado...

-Lo siento, olvida que he hecho esto. -dijo Sherlock mientras se disculpaba y se alejaba de ella, desenlazando sus brazos del frágil cuerpo de la pelirroja.

-¿Qué ha pasado? ¿Cuanto tiempo llevo aquí? -preguntó la joven, mientras lo miraba a los ojos.

-Llevas dos días inconsciente en este hospital. -respondió Sherlock mientras la miraba a los ojos. A los pocos minutos, el detective comenzó a relatarle lo ocurrido con Leonard Hansen y Bob Franklan.

-Gracias por ayudarme Sherlock... -dijo Cora mientras se ruborizaba levemente. Estaba claro: se estaba enamorando de él.

-No hay por qué darlas. Eres... mi ayudante y amiga al fin y al cabo. -respondió el sociópata con una leve sonrisa -.¿Puedes caminar?

-E-eso creo... -respondió ella mientra se levantaba y trataba de caminar. Lamentablemente para ella, perdió el equilibrio, debido a que sus extremidades aún estaban algo agarrotadas. Sherlock estuvo atento a su caminar, y por suerte logró sujetarla contra su pecho antes de que cayera al suelo. La joven miró a los ojos verdes de Sherlock, y para su sorpresa,estos la estaban observando con detalle.

A los pocos días, Cora ya se encontraba completamente restablecida, aunque el doctor que la había atendido, le recomendó usar unas muletas por unas semanas: no debía forzar su cuerpo. Esa mañana estaban desayunando en el patio exterior del hotel-restaurante de Billy y Gary.

-Así que al final n osacrificaron al perro. -dijo Sherlock mientras les daba un café a Cora y John, tras servirse uno él.

-Supongo que no fueron capaces... -dijo John mientras comía.

-Entiendo... -dijo Sherlock mientras miraba hacia el hotel-restaurante.

-No, que va. -dijo John,provocando una sonrisa en el rostro de la pelirroja.

-No, es verdad. -dijo Sherlock con un tono divertido -. ¿Cariño?

-Cariño. -confirmó John con una sonrisa leve -. Oye, en los laboratorios, ¿cómo pude oír esas cosas? No fui a la Hondonada, y dijiste que funcionaba con miedo y estímulos.

-Te drogarían de alguna otra forma. -dijo Sherlock mientras le daba un panecillo caliente a la pelirroja -. ¿Viste las tuberías? Muy antiguas, con más fugas que un colador: y transportaban el gas...

-Creías que era el azúcar... -dijo John tras meditarlo unos segundos -. Estabas convencido de que era el azúcar.

-Mejor nos vamos yendo, hay un tren que sale en media hora si quieres... -dijo Sherlock, evitando el tema.

-Ay Dios... fuiste tú. -dijo John mientras llegaba a una conclusión, tras la esquiva respuesta de su compañero -. Me encerraste en aquel maldito laboratorio.

-Tenía que hacerlo, era un experimento.

-¿¡Un experimento!?

-¡Shh! -dijo Sherlock, tratando de hacer que bajara la voz. Cora sonreía ante esa situación: ya iba conociendo mejor a Sherlock, y cada vez le caía mejor.

-¡Estaba aterrorizado Sherlock! ¡Muerto de miedo!

-Creía que la droga estaba en el azúcar, así que te puse un poco en el café. Después lo amañé todo con el comandante Barrymore. -respondió el detective-. Fue totalmente científico y en condiciones de laboratorio. Literalmente.

Cora le dio un pequeño codazo a Sherlock, para que tratara de disculparse.

-Sabía el efecto que tenía en una mente superior, y tenía que probarlo en una corriente.-respondió de forma algo más suave -. Tu ya me entiendes.

-No estaba en el azúcar.-sentenció John -. Te equivocaste.

-No...

-Si. Te equivocaste. No estaba en el azúcar. Te equivocaste. -sentenció de nuevo el doctor.

-Un poco... -admitió Sherlock -. No volverá a ocurrir.

John y Sherlock sonrieron y tras acabar el desayuno, se dirigieron a la estación, no sin antesdes pedirse de Stapleton y su familia.

A las pocas horas llegaron a Londres.

-Vamos Cora, te ayudo. -dijo John, ofreciéndose a ayudarla a llegar hasta Baker Street.

-No hace falta John, ya me encargo yo. -dijo Sherlock, intercediendo y cogiéndola en brazos.

-¿¡Sherlock!? ¿Qu-quéh aces? -preguntó la joven algo ruborizada.

-Llevarte a casa. Es mejor que hagas pocos esfuerzos. -respondió de forma simple el sociópata mientras la llevaba consigo. Cuando la señora Hudson salió a recibirlos riñó a Sherlock en plan cariñoso:

-Oh Sherlock, deberías cuidar mejor a tu novia...

-Callese señora Hudson.-dijo Sherlock con un tono algo amable y con una leve sonrisa en su rostro. Holmes subió las escaleras con la pelirroja aun en sus brazos y la depositó en su cama. Después de arroparla, se sentó al lado de su cama, a observarla.

-Sherlock yo... -dijo ella con una voz suave, llena de agotamiento.

-No digas nada ahora. Descansa. -le dijo Sherlock, interrumpiéndola.

La joven decidió no discutir con el hombre que esta con ella y que tan amablemente la había llevado hasta su cama, así que cerró los ojos. A los pocos segundos de hacerlo, Cora sintió que el sueño la invadía, no sin antes sentir cómo alguien besaba su frente.

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