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Capítulo 3: | -Pasado Oscuro- |

-Cora, ¿qué te ocurre? Pareces estar aterrada... Ni que hubieras visto un fantasma... -le dijo John a la pelirroja, a quien, no paraban de temblarle las manos, las cuales, tenía sobre el regazo.

-No me ocurre nada John, me encuentro perfectamente. -le respondió Cora con voz temblorosa, a la vez que sus manos no paraban de temblar; pero para su desgracia, Sherlock no iba a dejarlo pasar.

-Cora, dada la rápida dilatación de tus pupilas, tu palidez repentina, y tu voz temblorosa, deduzco que ya conoces ese lugar... Seguramente, tienes un recuerdo de una experiencia traumática, algo relacionado con los experimentos de genética que se realizan allí. -dijo Sherlock analizándola rápidamente-. Dime, ¿qué fue lo que viste cuando eras niña? -preguntó Sherlock, pues, de ir a Baskerville, su ayudante podría ayudarlos con el caso, pero si no se desahogaba ahora, seguramente seguiría traumatizada por el resto de su vida.

-Aunque no he querido recordarlo hasta ahora, mi mente lo ha distorsionado... Creía que tenía 12 años cuando el orfanato se incendió pero... -dijo Cora algo nerviosa mientras ponía sus manos a los lados de su cabeza, intentando recordar lo que ocurrió ese día, mientras sus ojos brillaban de terror.

John acompañó a Henry hasta la puerta y le prometió que irían a investigar su caso. Sin embargo, lo que primero debían hacer era ayudar a Cora con sus recuerdos y su trauma.

Sherlock, le pidió a la señora Hudson que le preparara un té a Cora, con el fin de calmarla un poco. Mientras se tomaba el té, Cora empezó a recordar. Decidió empezar a contarles el secreto más turbulento, oscuro y traumático de su vida:

-Yo tenía 6 años cuando todo ocurrió...

///FLASHBACK///

Cora estaba jugando con sus 3 amigos en el patio del orfanato.

-¡Hanon! ¡Te he encontrado! -dijo la pequeña de pelo rojo (el cual llevaba recogido en unas coletas) mientras saltaba alegremente.

-Jooo... -dijo la niña peliazul y de ojos turquesa-. Bueno, ahora, vamos a buscar a Michael y a James. -añadió mientras ayudaba a Cora a encontrar a sus dos amigos.

Después de unas horas, los profesores del orfanato les dijeron que iban de excursión a un lugar muy divertido. Cora, se sentó al lado de Hanon en el autobús escolar, y emprendieron el viaje.

-Señorita Ann, ¿adonde vamos? -preguntó James, con sus ojos turquesa llenos de curiosidad.

-Bueno James, el lugar se llama Baskerville, y vamos a ver lo que hacen en ese lugar... -le respondió la joven profesora sonriendole dulcemente.

Al cabo de unos minutos, Cora pudo ver desde la ventana del autobús, la enorme fabrica (centro de investigación) llamado Baskerville.

Después de enseñarles el recinto a los visitantes, a los niños se les permitió jugar en el patio que había cerca del bosque.

-¡Hey! ¡Vamos a jugar al escondite! Cora, ¡te la quedas tu! -dijo Michael empezando a correr junto a James y el resto de sus compañeros.

Cora cerró los ojos y empezó a contar:

-1, 2, 3, 4, 5, 6,...

Al llegar al diez, Cora empezó a buscar a sus compañeros cerca del patio.

Después de estar buscando durante unos minutos, no encontró a nadie, y la presencia del guardia de seguridad la incomodaba un poco: El hombre no dejaba de observar todos y cada uno de sus movimientos y el que tuviera una ametralladora en las manos no la tranquilizaba.

Cora en ese momento, se fijó en las manos del guardia:

-(Tiene... sangre en la culata de la escopeta; Pero, también hay restos de tejido muscular en sus manos, sangre no coagulada... No sé que es lo que ha pasado, pero será mejor que me guarde las espaldas y no me acerque a el, es peligroso...) -dedujo Cora mientras observaba al guardia.

Siguió buscando por las inmediaciones, pero no logró hallar a nadie. Desanimada, se sentó en el patio del lugar. Al cabo de unos minutos, al ver que su profesora se acercaba al lugar, corrió hasta ella y le pidió ayuda:

-Señorita Ann, estoy buscando a mis compañeros, pero, no los encuentro...

-Cora... ¿cómo es que estás aquí? -preguntó la profesora notablemente sorprendida mientras palidecía rápidamente y sus ojos se entrecerraban de forma peligrosa.

-¿Señorita Ann? -preguntó la niña, pues su profesora era siempre muy amable, pero ahora, parecía muy diferente.

-Cora, no tengas miedo... -contestó Ann mientras se acercaba a ella lentamente, con sus brazos delgados estirados hacia ella y una expresión macabra en su rostro. Cora no perdió un segundo y empezó a observarla detenidamente.

-(Ti-tiene sangre en su pantalón, todavía es fresca, porque aún está liquida y baja por su pierna... ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Dónde están mis compañeros? ¡Tengo que encontrar a mis amigos!) -dedujo la pequeña, para después hacer una finta para evitar el agarre de su profesora, y salir corriendo hacia el edificio principal de Baskerville.

La pequeña, entró en varias habitaciones, gracias a que había robado una clave de seguridad. No encontró a nadie, pero no perdió la esperanza y siguió buscando; No encontró nada, a excepción de unos animales encerrados en jaulas de metal.

Tras pasar por unos cuantos pisos del centro, a Cora se le ocurrió bajar al piso inferior. Desgraciadamente, su profesora Ann había dado la voz de alarma avisando de su desaparición, por lo cual el ascensor a la planta baja estaba muy bien vigilado. Uno de los guardias era el mismo que la había estado vigilando en el patio: tenía una cicatriz en su rostro.

Cora pudo distraer a uno de los guardias, al tocar una sirena de peligro en una de las habitaciones reservadas para los experimentos animales. Pudo dejar encerrado allí al guardia, pero no tuvo mucha suerte con el guardia que tenía la cicatriz en el rostro: El guardia la agarró del brazo y Cora pudo sentir un dolor agudo en él de unos pocos segundos de duración. Tras lograr que se distrajera un rato (a base de hacer que la persiguiera), Cora logró entrar al ascensor y usó la clave de seguridad para activarlo, justo antes de que el guardia lograra atraparla.

Mientras corría por los pasillos del piso inferior, la pelirroja se detuvo frente a una puerta blindada. Había sangre saliendo por debajo de ésta, sin embargo la pequeña no se dio cuenta de ello, y decidió abrirla. Ese fue el mayor error de su vida, el cual, la dejaría traumatizada para siempre, y con el que tendría horribles pesadillas en los años venideros:

En la habitación encontró los cuerpos sin vida de sus compañeros. A algunos les habían extirpado los ojos, la boca o incluso la cabeza, la cual estaba cerca de sus respectivos cuerpos. Pero la gran mayoría, estaban mutilados, desmembrados, desollados, abiertos en canal,... Pudo reconocer a todos, pero... faltaban tres cuerpos, además de el suyo propio. Tras tragar saliva e intentar mantener la calma, lo cual fue inútil, la niña no pudo evitarlo y vomitó ante tan grotesco espectáculo.

-(Los cuerpos de Hanon, James y Michael no están aquí... ¡Aún puedo ayudarlos!) -pensó la niña tras lograr por fin mantener la calma, mientras salía del cuarto y empezaba a buscar de nuevo.

Entró en una habitación, en la cual, había muchas camillas.

-(Una enfermería...) -pensó la niña en cuanto entró al lugar.

En una de las camillas cercanas al escritorio del lugar (en el cual, Cora supuso que allí era donde se mantenía el registro de experimentos animales), una joven doctora estaba hablando con alguien. Cora no podía verla bien debido a la distancia, pero podía verse claramente que era rubia.

-¿Ya estás mejor pequeña? -le preguntó la doctora, a una niña peliazul que estaba en la camilla, la cual Cora reconoció al instante.

-Si-si, gracias señorita Reinchberg... -le respondió Hanon tímidamente, mientras asentía y observaba cómo la doctora vendaba su brazo.

Al ver a su compañera y mejor amiga, Cora corrió a abrazarla.

-¡Cora! ¡Me alegro de que estés bien! -dijo Hanon llorando de alegría-. Todos, todos están muertos, ¿lo has visto? -añadió mirándola con una expresión triste a la vez que traumática.

-Lo he visto... -le respondió Cora ella también con una expresión de terror-. Por favor, ayúdenos a salir de aquí, ¡todo el mundo está muerto! -pidió la niña dirigiéndose a la doctora, esperando apelar a su humanidad y que de esa manera, pudiera ayudarlas a salir de ese condenado lugar.

Después de pensárselo durante unos minutos, la doctora hablo:

-Está bien, seguidme. -le respondió la doctora Reinchberg, mientras cogía un revolver, de uno de los cajones del escritorio de la enfermería, y salía del cuarto con las dos niñas.

La doctora Reinchberg llevó a las niñas de forma segura a través de los múltiples y largos pasillos de la central. Cuando subieron al segundo piso las tres tuvieron que esconderse, ya que, el guardia de seguridad que vigilaba a Cora en el patio, las estaba buscando. Cuando se escondieron en el cuarto de las calderas para pasar inadvertidas ante las cámaras de seguridad, Cora y Hanon pudieron ver a alguien agazapado entre las tuberías.

-¿James? ¿Eres tu, hermanito? -preguntó Hanon al acercarse al niño rubio.

-¡Hanon! ¡Me alegro de que estés viva! -dijo James abrazándola con mucho cariño mientras temblaba levemente.

Ambos hermanos estaban felices de haberse reunido, pero Cora no parecía muy contenta.

-Cora, James está bien; ¿Ahora mejor? -preguntó Hanon al ver que su amiga no sonreía.

-Estaré mejor cuando encontremos a Michael, y salgamos de este lugar. -le respondió la niña, algo traumatizada y con una voz fría al mismo tiempo, haciendo que a la peliazul le dé un escalofrío.

La doctora Reinchberg llevó a los niños de nuevo por los pasillos. Lograron llegar hasta el primer piso, cerca de la salida. Sin embargo, mientras corrían por los pasillos, se encontraron con algo que no esperaban:

Michael estaba arrastrándose por el suelo, sus ojos estaban cerrados y salía sangre de ellos... Tenía varios agujeros de bala por todo el cuerpo, pero parecía que se estaban sanando solos. Cora se acercó a el y lo abrazó.

-Michael, ¿pero qué es lo que te han hecho? -le preguntó la pelirroja, mientras sus ojos marrones se llenaban de lagrimas.

-No lo sé... Pero, solo sé que me han roto las piernas, luego me han hecho algo en los ojos y por último, me han hecho algo en el organismo... -le respondió el chico, mientras Cora trataba de ayudarlo a caminar.

-Cora, Michael tiene las piernas rotas, no creo que pueda caminar... -dijo James algo apenado por ver a su mejor amigo de esa guisa.

Pero misteriosamente, Michael pudo ponerse en pié sin ninguna dificultad.

La doctora Reinchberg observó ese fenómeno, y después también observó a los niños uno por uno, para luego musitar:

-Han cambiado vuestra genética... Os han transformado en algo diferente... Algo que traspasa el poder humano; Debemos darnos prisa, se nos acaba el tiempo. -dijo la doctora mientras miraba a Cora por un momento-. Dime Cora, ¿a ti no te han tocado?

Cora se quedó callada por unos instantes y luego empezó a recordar:

-Bu-bueno, cuando estaba buscando a Hanon, un guardia con una cicatriz en la cara me sujetó y me inyectó algo en la sangre... Pero no me hizo nada más. -le respondió enseñándole el lugar del pinchazo.

La doctora Reinchberg sopesó varias opciones tras escuchar lo que esa pequeña le había confesado, y al pasar unos minutos, tomó una decisión.

Después de llevarlos a un lugar seguro, la doctora Reinchberg empezó a examinarlos uno por uno, para determinar, que oscuros experimentos habían realizado con ellos. Luego de haberlos examinado, se metió en la base de datos de la central:

<<CÓDIGO 8576>>

_Doctora Reinchberg_

=PRIORIDAD DE NIVEL 6=

La doctora puso diversas contraseñas, y después de pasar varios cortafuegos, logró acceder a los perfiles clínicos y datos personales de los experimentos:

-EXPERIMENTO 1092: Hanon

AÑOS: 6

SANGRE: AB+

NÚMERO DE EXPERIMENTO: 7692



-EXPERIMENTO 1093: James

AÑOS: 8

SANGRE: AB-

NÚMERO DE EXPERIMENTO: 4532



-EXPERIMENTO 1098: Michael

AÑOS: 9

SANGRE: A-

NÚMERO DE EXPERIMENTO: 5539



-EXPERIMENTO 2000: Cora

AÑOS: 6

SANGRE: O+

NÚMERO DE EXPERIMENTO: 7692

La doctora Reinchberg se quedó algo perpleja, ya que los experimentos aplicados a Cora y Hanon eran exactamente el mismo. Metió un pen-drive en el puerto USB del ordenador y después continuó su búsqueda. Titubeó por un segundo, pero decidió averiguar más acerca de esos experimentos. Metió cada uno de los códigos y obtuvo la información que necesitaba:

<<CÓDIGO 4532>>

Nombre en clave: <<SPEED RACER>>

<<CÓDIGO 5539>>

Nombre en clave: <<BLOODYKILLER>>

La doctora tuvo miedo al ver los nombres de los experimentos: eran los más peligrosos, pero también.... los más inhumanos. Metió el último código, el de las niñas y se quedó petrificada al ver lo que aparecía en la pantalla:

<<CÓDIGO 7692>>

Nombre en clave: <<PHOENIX>>

-Doctora, ¿qué significan esos nombres? -le preguntó Michael mientras se quitaba la venda que le había puesto la doctora. Abrió sus ojos y... de ser azules habían pasado a ser rojos.

La doctora no quiso responder, pero, pensó que sería peor para ellos si no conocían la verdad.

-El experimento se clasifica con varios códigos y nombres dentro de la base de datos... <<SPEED RACER>> significa <<CORREDOR VELOZ>>, es decir, que han manipulado tu genética para hacerte más rápido, incluso más, que la velocidad del rayo; Eso también te permite ser prácticamente invulnerable e indestructible James. -contestó la doctora mirando al niño rubio.-<<BLOODY KILLER>> significa <<ASESINOSANGRIENTO>>... -la doctora tragó saliva antes decontinuar-Eres alguien que solo se creía que existía en las novelas de terror. Michael, tu genética ha sido cambiada para convertirte en un ser ávido de sangre y muerte... algo parecido a un vampiro. Sé que es difícil de creer pero es verdad. No sé cómo lo habrán logrado pero te aseguro que lo han perfeccionado muchísimo-añadió la doctora para después observar a Michael, quien ahora la miraba con los ojos como platos.

Michael se quedó callado: ¿cómo iba a vivir sin que lo detuvieran por alimentarse de sangre?

La doctora los miró con compasión a ambos, y luego, procedió a decir el último código, el cual tenían las dos niñas.

-<<PHOENIX>>... Es el experimento más peligroso que existe dentro de ésta base de datos. Como su nombre indica, ambas tenéis el poder de este ser mitológico: El pájaro de fuego, el pájaro que renace de sus cenizas... -dijo la doctora Reinchberg casi sin voz.-No sé que tipo de habilidades desarrollaréis a lo largo de vuestra vida, pero debéis hacer lo que sea por mantenerlas ocultas.

Cora y Hanon no sabían de qué manera reaccionar: su experimento era el mas peligroso de esa central así que... no sabían de qué podrían ser capaces de hacer en un futuro próximo.

-Doctora Reinchberg, ¿por qué nos ayuda? -preguntó Michael, mientras sus ojos rojos escaneaban toda la habitación, en busca de alguna trampa.

-Sois solo unos niños inocentes, no merecéis que os hagan esto... Además, le prometí a mi hija, que no dejaría que ningún niño más sufriera éste tormento... -le respondió la doctora mientras recogía más armas y recargaba su revolver.

Cora no se lo pensó dos veces y empezó a deducirla:

-Su nombre es Sarah Reinchberg. Tiene 22 años y está divorciada, quizás porque su marido también trabaja aquí y es el responsable de los experimentos... Tenía dos hijas, la mayor, Regina, murió a causa de uno de los experimentos, ya que ella fue el primer experimento con el número <<5539>>... -dijo Cora mientras la doctora Sarah la miraba con los ojos casi fuera de sus órbitas. Cora continuó su análisis, mientras sin darse cuenta, sus ojos marrones pasaban a tener un color rojo-. Su hija pequeña, Amanda, está en su casa ahora mismo, jugando con sus muñecas, no queriendo saber, o más bien, recordar, lo que le sucedió a Regina... Sarah, usted se culpa por no haber podido protegerla, y quiere honrar la memoria de Regina ayudándonos a escapar. -añadió la pelirroja, mientras la joven doctora palidecía levemente ante todo lo que la niña de 6 años le contaba-. Es un gesto muy noble por su parte... pero inútil, ya que al acceder a la base de datos de la central, ha quedado registrado su código y lo que ha visto. Ahora van de camino hacia aquí un regimiento entero de guardias de seguridad. -comentó Cora concluyendo su análisis.

Sarah no dijo nada, y los llevó hasta una de las puertas principales. Después, hizo algunas llamadas y al cabo de dos horas, unas personas aparecieron allí: Por las apariencias parecían ser tres matrimonios. Sarah se arrodilló frente a Cora y le dio su pen-drive:

-¿Para qué es esto?-le preguntó Cora, pues no entendía su utilidad en ese momento.

-En este pen-drive están todos los datos de los experimentos. Cuando llegue el momento adecuado, debes presentarlo ante la justicia para hacer que cierren este endemoniado lugar... -le respondió Sarah, para después mirar a los tres matrimonios-Estas familias perdieron a sus hijos e hijas a causa de los experimentos que realiza Baskerville, pero, quieren tener de nuevo la oportunidad de criar de nuevo a sus hijos. Por esa razón, han decidido adoptaros. Pero no os preocupéis, ya que los trámites para las adopciones ya están hechos-añadió Sarah con una sonrisa en los labios mientras miraba a los niños de forma dulce, feliz por ellos. Los cuatro niños se acercaron a sus nuevas familias y los padres se presentaron:

-Yo soy Sophie Hosho y éste es mi marido Frank Hosho-dijo la dulce mujer, quien tenía también los ojos de color turquesa. Hanon y James se acercaron un poco más y los abrazaron: Estaban felices, ya que hacía mucho tiempo (prácticamente fueron abandonados en su nacimiento) desde que no tenían familia.

-Yo soy Alexandra Summers y éste es mi marido Joseph Summers-dijo la mujer sonriendo a Michael y abrazándolo cariñosamente-No te preocupes cielo, buscaremos la manera de controlar tus poderes-añadió dándole un beso en la mejilla. Casualmente, la mujer tenía el pelo negro, al igual que el de Michael.

Cora observó a la mujer de cabello negro mientras le daba un beso a Michael en la mejilla, y dedujo algo que la intrigó: Por lo visto ella ya había trabajado en Baskerville con anterioridad.

-Yo me llamo Isabella Izumi y él es mi marido Erik Izumi-dijo la joven pelirroja sonriéndole a Cora-Me alegro de conocerte my little princess-añadió la pelirroja dándole un fuerte abrazo a la pequeña.

Todos los niños estaban felices mientras abrazaban a sus nuevos padres, pero Cora observó a Sarah, la cual parecía deprimida, y le preguntó algo que todos parecían haber pasado por alto:

-Doctora Sarah, ahora que nos a ayudado a escapar, ¿qué le va a ocurrir a usted?

En cuanto Cora formuló su pregunta, los otros tres niños se giraron hacia ella y la observaron con una mirada de profunda tristeza: ella no merecía que le pasara nada... los había ayudado. Era una buena persona.

Sarah se quedó callada durante unos instantes pero luego decidió responder:

-Tranquila Cora, yo estaré bien, no debéis preocuparos por mi... Ahora vais a comenzar una nueva vida, así que, no debéis pensar en lo que ha ocurrido aquí; Ahora debéis ser felices y vivir con vuestras familias... Vamos, iros a casa-le dijo sonriéndole dulcemente a la niña mientras su cabello rubio ondeaba al viento.

Cora la miró y trató de encontrar algún atisbo de miedo en sus ojos, pero no halló ninguno. Agradecida por toda la ayuda que les había brindado, la abrazó:

-Te prometo que te ayudaré Sarah, volveré y te liberaré de este infierno-le prometió la pequeña pelirroja.

-Vamos, vete...-le apremió la doctora, reteniendo las lágrimas que se habían formado en sus ojos.

Cora se metió en el coche de sus padres y fue viendo cómo se alejaba ese lugar de pesadilla. Al mirar hacia atrás, la pequeña dio un último adiós a Sarah para después desaparecer de su vista.

///FIN FLASHBACK///

Sherlock y John estaban atónitos debido a la historia que les había relatado Cora (sin embargo, Sherlock tenía una mirada inmutable, para disimular su asombro). Ahora compendian mejor su situación, su terror y aversión hacia aquel lugar y el motivo por el cual estaba tan traumatizada:

-Pero, los chupa-sangres, los fénix,... todo eso es solamente un mito-dijo John con una voz queda, no asimilando todavía lo que acababa de escuchar.

-John, gracias al relato de Cora, creo que esas criaturas pronto dejarán de ser solo un mito literario... y por esa misma razón, debemos resolver este caso cuanto antes para hacer que cierren ese lugar-dijo Sherlock, mientras le daba una manta a Cora, ya que ésta estaba temblando de miedo ante esos recuerdos que su mente había reprimido.

Al cabo de unos minutos de estar en un incomodo silencio, John formuló una pregunta, la cual hizo que Cora se tensara y que Sherlock la mire de reojo, algo interesado en la respuesta:

-Cora, el pen-drive que te dio la doctora, ¿qué es lo que había dentro?

-No lo sé John, nunca me atreví a verlo, y mucho menos me atreví a abrirlo... -le respondió Cora algo seria mientras su gesto se relajaba un poco-Aún lo conservo conmigo...-añadió sacando el pen-drive del bolsillo de su pantalón. Cora le dio el pen-drive con algo de inseguridad a Sherlock, y éste (después de examinarlo durante unos instantes) lo introdujo en el puerto USB del ordenador.

Cora contuvo el aliento mientras observaba cómo Sherlock abría el contenido del pen-drive. Dentro, había muchas carpetas, todas ellas estaban clasificadas con el número de los experimentos.

Sherlock, abrió uno de los archivos y un vídeo se puso en marcha:

En él, aparecía Michael atado a una camilla junto con un doctor inyectándole algo en la sangre. Acto seguido, Michael empezó a tener fuertes convulsiones y también empezó a escupir sangre.

-Cómo ven, el sujeto reacciona al igual que el resto, pero ahora, la toxina está viajando por todo su sistema sanguíneo hasta llegar al corazón. Éste mismo órgano, decidirá su destino-dijo el hombre que estaba grabando el experimento, al cual Cora identificó cómo el marido de Sarah.

En cuanto el cámara dijo esas palabras, abruptamente, el corazón de Michael dejó de latir.

-Vaya, otro experimento defectuoso...-dijo el doctor mientras se disponía a guardar el equipo médico. La persona que estaba grabando el experimento estuvo a punto de apagar la cámara cuando el corazón de Michael empezó a latir de nuevo, pero ésta vez, de una forma incontrolablemente rápida, más incluso que la de un humano normal.
-El sujeto ha sobrevivido al experimento, ahora es el momento de comprobar su capacidad...-dijo el doctor mientras se acercaba a Michael con un bisturí en la mano, con no muy buenas intenciones. En el preciso momento en el que el doctor iba a penetrar con el bisturí en su carne, Michael abrió sus ojos y se lanzó contra él. 

El cámara observaba aterrado la escena y dejó caer la cámara al suelo, en un intento por salir de allí con vida. Debido al golpe que se había dado, la cámara estuvo sin grabar durante 2 minutos, y cuando volvió la imagen, se podía ver a Michael arrastrándose (debido a que tenía las piernas rotas) con los ojos llorando sangre y con agujeros de bala por todo el cuerpo. 

La habitación estaba ahora con las paredes chorreando de sangre...







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