Capítulo 7

Hermana mayor.

Sango era conocida por muchas cosas, su carácter fuerte, su habilidad en artes marciales, hija de un exportador de alimentos y de una abogada comercial bastante exitosos, su poca paciencia; la lista era larga, pero en la escuela, más específicamente en su último año su nombre sonó por los pasillos de la escuela por una nueva razón.

Ser la nueva "guardaespaldas" de Aome Higurashi, o como la castaña llamaba a la chica de cabellos azabaches, su hermanita menor.

Sango tenia un hermanito menor, Kohaku apenas cumplia 13 años cuando la mujer conocio a su nueva mejor amiga, en ella vio la imagen de su hermano, porque, al igual que Aome; Kohaku era un sabelotodo víctima de las burlas de los matones de su clase, su hermano asistía a una escuela para hombres por insistencia de su padre, por lo cual ella no podía protegerlo de los abusos, le estaba enseñando al menor algunas técnicas para poder defenderse de los golpes, aunque las lecciones fueron de ayuda, eso no paró la agresión verbal que el adolescente escuchaba en su jornada escolar.

Eran agotador para el menor de los Taijiya, pero estaba aprendiendo a sobre llevar eso, por otro lado, Aome era nueva en la escuela por lo cual significa que estaba en la mira de los imbéciles de su escuela, las primeras veces ella y sus dos amigos no tomaron la decisión de ayudar porque no era un asunto que no les correspondiera a ellos pero la paciencia tiene sus límites y tanto Inuyasha como Sango eran muy conocidos por la falta de esta. Lo siguiente que la castaña recuerda de la primera vez que intervinieron en las burlas hacia la Higurashi fue que terminó en la dirección de la escuela suspendida dos días por golpear a dos de los chicos que estaban en el grupito de los matones, a la chica no le pudo hacer mucho, los maestros llegaron antes de que ella pudiera terminar el trabajo.

Desde ese dia Sango se prometió a sí misma que aquel que volviera a hacerle daño a su pequeña hermana iba a pagarlo a como diera lugar, incluso una vez estuvo a nada de golpear al padre de la azabache, una pequeña voz no le permitió hacerlo pues sabía que eso solo le daria mas problemas a Aome.

Por voz se refería a Miroku. Él era el calmado del grupo.

Por eso, saber de esa situación, enterarse de ese pequeño gran problema por un tercero de cierta forma le partio el corazon de cierta forma, sabía que la menor tenía sus razones para no haber confiado en ella.

Y aun así, estando frente a ella en esa pequeña y reconfortante sala con tres tazas de Té sobre esa mesita de centro que las separaba una de la otra no lo lograba entender del todo.

—Aome— la voz de Miroku resonó en sus oídos, haciendo que la azabache regresara de su trance.

—Se que están molestos conmigo— su voz salió de su pequeña boca con rastros de tristeza en ella, tenía las manos sobre su regazo, esperando el regaño que le darían y junto con ello la decepción en los ojos de sus amigos.

—No te adelantes— el pelinegro se escuchaba tranquilo, su voz era amable y tenía ese toque de cariño 'paternal' que Miroku había conseguido en el año de amistad con la azabache.

—¿Cuanto?— Sango por fin hablaba, con un tono molesto, si Aome no conociera tan bien a su amiga diría que estaba molesta con ella, pero no, estaba molesta con Sesshomaru y no podía culparla por estarlo.

—...3 meses..— Sango se puso de pie, comenzando a caminar de un lado al otro tratando de calmar sus enormes ganas de tomar el auto, ir a casa de los Taisho y romperle la cara una vez mas a Sesshomaru, sabía bien que Inuyasha probablemente ya lo habría hecho, pero no era suficiente para ella.

—Sango— su novio la llamó, pero ella hizo caso omiso a aquello, pasó su mano por su cabello, revolviendo un poco su flequillo.

—Eres la chica más inteligente de la escuela, pasaste los dos simulacros del examen nacional con la nota más alta reafirmando de esa manera que merecias la beca que te dio la escuela más importante del país, ¿Como fue que dejaste que Sesshomaru Taisho jugará contigo de esa manera? ¿Cómo fue que te dejaste engañar de esa manera, de soportar toda la mierda que te hizo pasar?— no podía mirarla, si la miraba cedería a los ojos de cachorro de la menor y la reprimenda quedaría a medias, era consciente que no toda la culpa era de ella y que el oji dorado era un maldito aprovechado, pero los dos tenían la culpa de este asunto; y aunque adorara a Aome no podía darle todo el crédito a ese patan.

—Para ser honesta, me aferre a la idea de que el me amaba, quise creer que él en algún punto de la historia iba a cambiar y claramente no fue asi, podria culpar a mi pesima relacion con mis padres o tod el acoso escolar que recibí en la escuela pero la verdad es que me metí en esto sabiendo que iba a salir lastimada y aun cuando salí lastimada no me fui porque tenía la ingenua idea de que yo, lograria cambiar eso.. el hizo el nudo de la soga, yo me la puse en el cuello sin objeción alguna...— respiro de forma pesada, sintiendo la mirada de lástima por parte de Miroku sobre su persona.

—...¿Has considerado todas las... opciones con respecto a tu embarazo?— El ojiazul preguntó con cautela, con algo de temor de haber ofendido a la azabache.

La Higurashi, quien lo miró, soltó una pequeña risa.

— Lo hice, quiero tener este niño... o niña, el aborto ya queda completamente descartado— dijo con una pequeña sonrisa en el rostro.

Sango y Miroku se miraron por unos segundos, como si se estuvieran poniendo de acuerdo en que hacer, despues de unos cuantos minutos en silencio, un repentino abrazo por parte de ambos tomó por sorpresa a la futura madre, sintio de nueva esa calidez familiar que tanto extrañaba, ese amor que sus padres nunca le dieron. sus emociones ganaron, y se aferró al pecho de Sango con fuerza, llorando contra su hombro mientras sus dos amigos solo le daban consuelo.

—No vamos a dejarte sola.. no los vamos a dejar solos, sabes que siempre vamos a estar aquí para ti así que, por favor, no vuelvas a alejarte de nosotros de nuevo, por favor...— Sango le hablo con ese tono suave y gentil que Aome tanto recordaba, ella solos pudo asentir con la cabez en señal de aceptación.

En ese momento, el timbre sonó y la anciana Kaede, quien estuvo observando toda la escena en silencio abrió la puerta, dando paso a un furioso Inuyasha.

Aome al ver entrar al dueño de esos cabellos plateados, se soltó del agarre de sus amigos y corrió hacia él, aferrándose a su cuello entre lágrimas mientras él solo la abrazaba con fuerza, oliendo el dulce aroma que se desprendía del cabello de la azabache.

— No volveré a dejarte sola, te lo prometo, cuidaremos de ese bebé que viene en camino y de ti— Inuyasha no solo le hizo ese juramento a ella, sino que también a él mismo, si no pudo protegerla antes lo haría de ahora en adelante costara lo que costara.

Los otros dos amigos se unieron al abrazo, consolando a la pequeña que estaba a unos cuantos meses de darles un nuevo integrante a la familia, porque ellos eran eso para la menor, una familia.

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—Por orden del primer ministro, todas las instituciones educativas como primarias, secundarias y preparatorias cierren sus puertas hasta nuevo aviso para evitar la propagación de un nuevo virus, la cuarentena preventiva inicia desde mañana 27 de febrero, y acabará hasta nueva orden— Aome miraba las noticias sentada en el sofá junto con la anciana Kaede y Sango, Genial, unos días libres, pensó la azabache, sin saber que el nacimiento de su bebé se daría en plena pandemia mundial.

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HOLA MIS QUERIDAS LECTORAS, tiempo sin leerlas, perdon por desaparecer de esta forma pero el último año escolar me quita tiempo como no imaginan :/

La idea de introducir el tema de la pandemia a la historia fue de una fiel lectora que ha seguido mi historia desde que empecé a escribirla, y acepté introducirla a la nueva edición porque se acomoda a la perfección a las nuevas ideas que tengo para esta historia.

Espero les haya gustado el capítulo, besitos