Capitulo 2
Salvación.
La pelirroja se quedó en un profundo silencio, mirando a la adolescente que se encontraba frente a ella, su bebé gimoteo en señal de que tal vez se había ensuciado o quizás solo tenía hambre.
Ayame, aún mirándola fijamente le hizo una pequeña señal con la mano para que la siguiera, Aome lo hizo.
Fueron hacia una pequeña habitación que había en la parte de atrás del recibidor, la madre primeriza acostó a su bebé en el sillón y revisó al niño, efectivamente, se había ensuciado por lo que ella pronto comenzó con el proceso para limpiar a su pequeño hijo.
Lo hizo en silencio, Aome, quien conocía a su vieja amiga a la perfección, sabía que pronto una montaña de preguntas, regaños y reprendas se avecinaba a gran velocidad.
— ¿Quién es el padre?— preguntó la pelirroja tomando a su pequeño que ya había dejado de llorar en brazos.
— Sesshomaru...— Dijo en respuesta, ya le había contando a la ojiverde la relación con el Taisho, no tenía porqué ocultarlo, Ayame la miró de reojo, estaba furiosa.
— Hablaremos de esto en cuanto mi abuela llegué… Aome, esto es algo muy serio— habló con severidad mientras caminaba a su lado, estaba tratando de lidiar con las recientes emociones que aquella inquietante noticia le provocó.
Estaba sorprendida, impactada, enojada, confundida y algo decepcionada.
Por otro lado, la Higurashi bajo la mirada, sabía que desde este punto las miradas juzgadoras, de los reproches y del rechazo… sus ojos picaron y su labio tembló.
Lágrimas amenazaban con salir en cualquier momento, pero no era momento para llorar, tenía que hacer frente a sus problemas, siempre con la cara en alto.
Respiro profundamente para que el llanto no delatara, salió de aquella habitación y fue al lado de la madre que acomodaba a su pequeño bebé en su pecho.
Ambas permanecieron en silencio, era un silencio incómodo y doloroso para ambas, la tensión del aire fue interrumpida cuando la puerta se abrió, al hacerlo la anciana que ella tanto quería como si fuese su propia abuela junto con un joven hombre de piel morena y ojos azules entraron al establecimiento.
—¿Aome? Oh, mi niña que gusto verte por acá, hace unos meses que no te veía— la mujer de avanzada edad mencionó aquellas tiernas palabras con una cálida sonrisa, la Higurashi se desmoronó al ver aquel gesto de parte de la anciana.
Sus ojos picaron, las gotas de agua comenzaron a brotar de sus ojos con rapidez y cubrió su rostro, el dolor de la noche anterior volvió a ella con fuerza, sus piernas temblaron perdiendo la fuerza haciendo que cayera de rodillas al suelo, abrazándose a sí misma.
—¡Niña!— Kaede, quien vio a la pequeña adolecente caer, se acercó a ella poniéndose a su altura, se preocupo, la muchacha que era como su propia nieta, llorara desconsoladamente en el suelo junto a los pies de Ayame, la cual, no se movía, solo miraba a su amiga de reojo con los ojos húmedos, apunto de romper en llanto igual.
— Abuela Kaede… Ayúdeme, se lo suplico...— pidió la azabache entre gimoteos y lágrimas humedecieron todo su rostro. — Salveme, por favor…— rogó a la mujer que la sostenía entre sus brazos, su corazón dolió ver a la joven de tal manera, que solo la abrazo.
Un abrazo en donde le transmitió amabilidad, seguridad, cariño, amor y calidez, pero más que todo… Apoyo.
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La pelirroja, la adulto mayor y la joven embarazada, subieron al segundo piso, en dónde quedaba el pequeño departamento de Kaede, las tres estaban en la sala.
Kaede y Aome se encontraban sentadas en pequeño pero cómodo sofá, Ayame se encontraba frente a ellas en uno de los sillones, una vez la azabache se tranquilizó un poco, la madre entregó a su pequeño hijo a su esposo y le pidió que lo cuidara y se quedará a cargo de la tienda, el hombre, al ver el estado de la adolecente, aceptó, luego le informo a su abuela que tenían que tratar de un tema serio.
Y fue así como resultaron en aquel lugar, Aome, miro a la señora a su lado y suspiró, sabía que la iba a decepcionar, pero sabía que si no se lo decía con sus propias palabras, Ayame lo haría.
Miró a su amiga, ella asintió, dándole ánimo para que contara la historia.
Respiro hondo y soltó el aire de forma triste.
—Abuela Kaede… hay algo que debo decirte… pero antes de eso, quiero pedirte algo...— la adolecente pidió.
— Dime — contestó la anciana.
—… No te vayas a decepcionar de mi...— la miró con tristeza, la mujer contraria se sorprendió y cuando estuvo apunto de hablar, Aome, interrumpió.— Recuerdas, que te conté que tenía un novio, quien era unos años mayor que yo?—
Kaede asintió
— Él y yo… estuvimos juntos dos años… No voy a extender esta historia, no te contaré una historia de amor que solo hubo de mi parte, ni mucho menos las mentiras, los engaños y las tradiciones que hubo en aquella relación, Yo… — buscaba las palabras correctas para decirle la noticia que cambió su vida, lo entiendo en pocos segundos, no había palabras apropiadas para eso.— Abuela Kaede… estoy embarazada—
La expresión tranquila de la anciana cambió a una de asombro, estaba realmente sorprendida, quien imaginaria que una jovencita cómo ella estuviera en ese estado. Se quedó en silencio por unos minutos, conocía a la muchacha, y sabía que algo no estaba bien, y no era la noticia de su embarazo.
— Linda ¿Dime, qué es lo que te está atormentando en realidad? — pregunto, y Aome bajo la cabeza con dolor.
— Que… el padre de mi bebé, me dejó… terminó nuestra relación por un mensaje de texto y se fue… con otra mujer— le explicó y las dos mujeres endurecieron.
— ¿Que acabas de decir Aome? — Kaede preguntó enfadada.
— ¿¡Dónde está ese hijo de puta?! ¿¡Tienes la dirección de casa de sus padres?! ¡Iré personalmente y le cortaré el miembro con unas malditas tijeras! — la pelirroja gritó enfurecida, estaba tan molesta que sus mejillas tomaron un color rojo intenso, Aome la miraba con sorpresa.
— ¡Ayame, calmate!— la anciana Kaede le gritó a su nieta enfurecida, las dos jóvenes la miraban sin decir nada. La ojiverde se calmó, respirando de manera profunda y en silencio.
— ¿Él no sabe del sobre bebé, no es así? — la abuela la miró y la azabache negó.
— Y… no quiero que se entere — aclaró la joven.
— ¿Disculpa? Aome, esto no es un juego, estás embarazada, tus padres, no te van a apoyar en esto y él tiene que saber, nos guste o no tiene que saberlo, tiene que hacerse responsable — la madre le contestó con molestia.
— Es una larga historia, pero ya está decidido, el no sabrá sobre el bebé que en este momento crece en mi...— Aome la miró firmemente, su elección era definitiva, Sesshomaru jamás sabría sobre su hijo.
Ayame, quien solo la miro, suspiro en rendición, discutirá el tema más tarde, y con más calma.
—Abuela… te lo suplico… discúlpame… Por favor, perdóname Abuela Kaede— Aome la miró, y se bajó del sofá para después arrodillarse ante ella, y esperar su decepción… estaba lista para lo que fuera que la señora Kaede estuviera por decirle y reclamarle, sus lágrimas llenaron sus ojos nuevamente y mordió sus labios para no llorar por segunda vez.
Y de nuevo, esa dulce y cálida sonrisa llena de gentileza…
— Adelante, hija, puedes llorar, está bien que lo hagas, está bien que solo por este momento, seas tú, seas esa pequeña niña llena de dolor que jamás pudo salir debido al miedo… puedes hacerlo, pues nosotras estaremos aquí para protegerte pequeña… — Kaede habló con cariño, mientras acariciaba la mejilla de la chica arrodillada ante ella, la cual, se sintió segura, sintió que por fin, en ese lugar nadie la iba a lastimar, nadie la iba a juzgar, nadie le haría daño de nuevo… y como una niña pequeña, llena de dolor y agonía, se aferró a la mujer mayor, y por fin.
Por ese momento, rompió en llanto, un llanto desgarrador y tormentoso que estuvo guardando por años… y no, no era solo por el tema del Taisho, también por toda la miserable vida que le tocó vivir…
Pronto sintió los abrazos de Ayame apretándole con fuerza al igual que las caricias de la anciana Kaede.
La pelirroja lloraba, lloraba de dolor por ver a su pequeña amiga así… de esa manera, los padres de Aome y Sesshomaru, eran sin duda alguna, unos malditos.
—Tranquila… Aome, ya no estás sola, Puedes llorar todo lo que necesites, de ahora en adelante… estaremos aquí, te vamos a proteger… — la ojiverde dijo aquellas palabras mientras escuchaba el llanto de la azabache, ahora, cuidarán de ella.
La Higurashi, después de llorar por un largo rato, se tranquilizó, y pudo hablar con las calma, les explico el porque no quería decirle a Sesshomaru sobre su embarazo, les contó la historia de las constantes infidelidades, les conté todo, y también un miedo que en ella creció, si Sesshomaru se enteraba de su bebé, la familia del sujeto meterá sus narices en el asunto y de forma obvia, podrían pagar para que le quiten a su hijo, y ella no podría hacer nada.
Ayame, con molestia, acepto el no decirle nada a Sesshomaru, ni siquiera a Inuyasha. Claro que está, puso sus condiciones.
— Vendrás a vivir con mi abuela — habló de forma severa, decidida hacia la joven que estaba frente a ella.
— ¿Que? Pero yo...— la pelirroja interrumpió.
— Nada de peros, si no quieres que yo abra la boca y diga la feliz noticia a el estúpido de Taisho, vendrás a vivir acá, además, amiga, no te queda opción, cuando tus padres se enteren te echarán de la casa, y por lo que tengo entendido no tienes muchos amigos… Aome, es una buena idea, contigo acá mi abuela te puede ayudar con el embarazo—
—Yo no podría hacerle algo así a la señora Kaede… fue mi error, y yo tengo que hacerme responsable— hablo con seriedad, de un momento a otro, recibió un golpe en la cabeza.
—¡Auch! — gimoteo y se tocó con cuidado la parte afectada, no tenía que hablar más.
Con ese golpe, Kaede dejó claras las cosas… tendría que ir por sus cosas luego…
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Con sus grandes manos acariciaba la piel bronceada de la mujer sudorosa que se encontraba entre sus brazos, movió sus caderas penetrando a la rubia una vez más.
Ella gimió su nombre, él sonrió satisfecho.
—Sesshomaru...— la rubia jadeo, el platinado bajo sus besos y comenzó a dar atención a los senos de la morena, la mujer se movía y disfrutaba del placer que le brindaba su compañero.
—Shh… Sabes que no podemos hacer ruido— sonrió mostrando su perfecta dentadura, la rubia sonrió y pasó su dedo de manera coqueta por los labios del contrario.
Después de haber terminado, la ojiazul se acomodo en el pecho del ojidorado, los dos se besaron de manera apasionada, de manera juguetona.
—Al fin podemos estar juntos… ¿A qué hora llegarán mis suegros? — preguntó Azami con una ligera sonrisa.
—No deben tardar, hay que vestirnos— respondió y la mujer soltó una pequeña risa.
—¿Sabes? Me alegro de que por fin hayas terminado con esa chiquilla, estaba harta de esos encuentros clandestinos, Cariño —
— Lo se, ya no debes preocuparte por ella, ya no será una molestia para nosotros, era solo una niña ruidosa… pero tú, tú eres toda una mujer— El hombre habló volviendo a besar a la mujer a su lado.
Sin imaginar, que pronto esa falsa tranquilidad que fingía tener, acabaría dentro de poco.
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Muchas gracias por leer, espero les haya gustado y compartan la historia, hasta pronto ❤️❤️💖❤️
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