Capitulo 19
Todo se jodio en la mente del Taisho cuando, después de la cena en la casa de Sango (una muy incómoda) el momento más difícil llegó luego, a las 8 de la noche, la pequeña niña de cabellos plateados se aferraba a su cuello con fuerza, era hora de despedirse, pero ninguno quería separarse de aquel abrazo que contenía tantas emociones guardadas por años.
—Papá, ¿Vendrás mañana?
La voz de Sayumi se escucha algo triste y él se sintió miserable por eso, pues cada segundo que pasaba con su pequeña niña, se hacían más fuertes las emociones de muchos momentos perdidos, y escuchar a su hija con ese tono, no lo hacía más fácil.
—Si, cariño, te lo prometo. Mañana voy a venir y vamos a pasar todo el día juntos.
La despedida fue más dura de lo que él pensaba, el abrazo se acabó minutos después, la pequeña niña fue al lado de su madre, esa azabache de ojos avellanas que miraba hacia un lugar diferente, porque él sabía que Aome simplemente no iba a fijar su mirada en él.
Pero a decir verdad, era consciente de que no lo merecía.
—¿Sigues teniendo el mismo número?
Pregunto la azabache, acariciando el cabello de la pequeña que la abrazaba, Sesshomaru hizo un leve sonido de afirmación.
—Escríbeme, tenemos que ponernos de acuerdo en muchas cosas, Aome.
—Eso ya lo sé, Sesshomaru.
la tensión entre los dos era más que obvia, tanto así que Sayumi se safo de los brazos de su madre para entrar en la casa, en donde se encontraban los amigos de la Higurashi observando todo, listos para actuar si el mayor de los Taisho intentaba hacer algo estupido.
Los dos sintieron el peso de la incomodad sobre sus hombros, Aome podía sentir los ojos dorados clavados sobre su persona, y eso solo la molesto más de cierta manera.
—Te mandaré un mensaje de texto luego, buenas noches.
Cuando la azabache se dio la vuelta, una mano sujetó su brazo de manera suave, ella suspiro, soltándose del agarre ajeno para mirar de reojo al padre de su hija.
—¿Qué sucede?
—Sabes que tenemos mucho que discutir, con respecto a Sayumi...
—Luego,Sesshomaru... ahora solo quiero que este día termine, te veré mañana.
La azabache se fue, dejando a Sesshomaru con un sabor agrio en la boca, en cuanto Aome entró a la casa, cerrando la puerta detrás de sí, caminó hasta la sala seguida por sus amigos, desplomándose en el sillón principal mientras veía a lo lejos a los padres de Sango jugar con los más pequeños, entre ellos su hija.
—Esto es una pesadilla... No debí volver, debí quedarme en Suiza con mi hija.
Con lentitud soltó su cabellera azabache la cual aun estaba recogida, cubrió su rostro cansado con sus delicadas manos mientras algunas pequeñas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, fueron muchas emociones para un solo día y sabía que lo que estaba por venir no sería nada fácil, sabía que Tanto su hija como el padre de esta seguirán con el interrogatorio del porqué los alejó el uno del otro, lo peor era lo que se vendría cuando fuera el momento de regresar a Suiza, de regresar a su vida.
Pero... ¿Podría volver a su vida normal? por supuesto que no, eso ya no era posible de ninguna manera pues sabía que, aunque Sayumi no la odiaría, si le tendría resentimiento por alejarla una vez más de Sesshomaru; aun peor que eso, sabía de manera clara que si los separaba de nuevo, le romperia el corazon a su hija, y eso era lo que menos queria, no queria destrozar las ilusiones de su hija de esa manera, así que si.
Su vida volvió a cambiar por completo una vez más, y el responsable fue la misma persona.
—No quiero hablar de esto con los niños tan cerca.
—Inuyasha, cariño ¿Puedes llevar a los niños a la cama? yo me quedaré con Aome.
Kikyo se sentó con cuidado al lado de Aome, en donde tomó su mano con cuidado, limpiando el pequeño rastro de lágrimas del rostro de la azabache, Sango también se sentó del otro lado de Aome, ambas abrazando a su amiga, la castaña miró a su esposo, pidiéndole la misma petición de llevar a dormir a sus hijas, los dos se fueron en silencio para llevar a los niños a la cama.
—Tío Inuyasha ¿Dónde está mi mamá?— preguntó la pequeña, siguiendo al ojidorado que cargaba a un adormilado Akihiro.
—Ella esta viendo unas cosas de trabajo, se va a tardar un poco asi que seras una buena niña e irás a dormir, tu madre te acompañará más tarde, ¿De acuerdo?
—Es que, quería preguntarle unas cosas, con respecto a Papá.
—¿Ah sí? ¿Qué es lo que quieres saber?
—Quiero saber porque hasta ahora lo conozco, porque se fue, porque nunca me contó de él.
— Sayumi, se que tienes muchas dudas, y todas van a ser resueltas, pero por ahora debes dormir bien para que tengas todas las energías del mundo para jugar con tu padre mañana.
—Está bien, gracias tío.
La pequeña no pregunto más por su padre, o por su madre, además de que ella al igual que sus primos estaba cansada, se fue a dormir, esperando que mientras ella disfrutaba de una buena noche de sueño su madre llegara con ella más tarde, mientras tanto, una vez que todos los niños estaban en sus camas, todos los adultos estaban reunidos en la sala, Aome ya estaba un poco más calmada, hablando con Sango y Kikyo de cosas triviales.
—¿Nos contaras que paso, que te dijo Sesshomaru?
La azabache comentó todo lo que pasó, todas las palabras dichas por él Taisho y por ella, de más estaba decir que ninguno de los presentes estaban contentos con el reciente acontecimiento.
—No puedo creer el cinismo de Sesshomaru ¿Tomar medidas legales? Eso es inaceptable— Miroku, sentado junto a su esposa mantenía una postura aparentemente calmada pero en su voz se notaba la molestia.
—Puede hacerlo, puede presentar una demanda exigiendo derecho para reconocer a Sayumi como su hija, exigir el darle su apellido y compartir la custodia... o pedir la custodia de Sayumi.
La azabache simplemente suspiró agotada, con miles de escenarios rodando en su caótica mente.
¿Como todo su vida dio un giro de esa manera?
Aunque los chicos trataron de cambiar de tema, su cabeza no prestaba atención a lo que le mencionaba, un rato luego de poner al dia a todos, les dio las buenas noches y se fue a la habitación en donde su pequeña niña estaba durmiendo, agotada por todas las emociones vividas ese día con su padre.
Su padre.
Esa palabra se escuchaba tan extraña que provocaba un revuelto de malestar y enojo en su cuerpo, pues ahora, todo lo que ella conocía y tenía cambiara, no sabia cual seria el siguiente paso de Sesshomaru y eso provocaba malestar desde lo más profundo de sus entrañas.
Se sentó con cuidado en la superficie blanda del colchón, viendo dormir a la razón de su existencia dormir plácidamente, y como pequeños intrusos, recuerdos muy preciados para ella llenaron su mente, el nacimiento de Sayumi, sus primeros pasos, cuando se cayó su primer diente, cuando dijo sus primeras palabras, cuando aprendió a montar bicicleta y podía pasar horas recorriendo el vecindario alardeando de su habilidad para aprender rápido.
Dio un pequeño beso en el cabello platinado y con sigilo, salió al pequeño balcón para tomar aire fresco y pensar en cuál sería su siguiente plan, cuando la pantalla de su teléfono se encendió.
Lo que empezó como un pequeño escalofrío, se convirtió rápidamente en un sensación eléctrica tan fuerte que la hizo apoyarse contra el barandal del balcón.
Tenemos muchas cosas de que hablar, Aome.
El mensaje aún la tenía con unas inmensas ganas de vomitar, quería creer que todo era un mal sueño, pero sabía que no había mucho que pudiera hacer, así que simplemente tomó aire y dejó que sus dedos hicieran el trabajo.
Fueron muchas emociones para un solo dia,
Mañana contestaré todas tus preguntas, por ahora... No me molestes.
Aome.
Adiós.
Sabía que quizás no era la mejor manera de responder, pero tenía tan pocos alientos que sentía como su cuerpo empezaba a flaquear, por lo que volvió a entrar a la habitación, y después de ponerse algo más cómodo para dormir, no sabía que del otro lado de la ciudad había un hombre igual o incluso más confundido que ella.
Sesshomaru dejó el celular sobre la pequeña mesa de noche a lado de la cama, recostando su cuerpo en esta, mirando hacia el techo y recapitulando en su mente todo lo que había pasado ese día.
—Tengo una hija...
Con una pequeña sonrisa, apretó el puente de su nariz con cansancio.
Una hermosa figura abrió la puerta de su habitación, un bello rostro angelical le sonreía con pequeños toques de travesura, abriendo la tela de la bata de dormir que traía, dejando ver a detalles su cuerpo curvilíneo.
—Estuve esperando todo el día por usted, señor Sesshomaru.
El tono, más coqueto de lo normal, hizo que un pequeño engranaje se encendiera en la mente del albino, pues el recuerdo de Aome lo sobrelleno de una manera abrupta, pues aunque enfrente de él tenía a una mujer hermosa, recibiendolo en un bonito juego de lencería rosa, el solo tenia en la mente los ojos avellanas de la mujer que más lo despreciaba.
La madre de su hija.
—Vete a tu habitación—Hablo con firmeza, mientras se quitaba el reloj de la muñeca.
Rin se quedó en silencio por unos segundo que le parecieron una eternidad, pues era la primera vez que rechazaba sus coqueteos de esa manera.
—¿Sesshomaru?
—Dije, que te fueras a tu habitación, estoy muy cansado y necesito dormir, mañana tengo algo importante que hacer así que vete y déjame solo.
Cerrando con esto la breve conversación, la chica de cabellos castaños, muy sorprendida por la actitud de su amante, hizo una pequeña reverencia en silencio y salió de la habitación humillada, luego de eso.
Al estar solo nuevamente, suspiro, y fue recordando uno a uno los momentos que había vivido con su hija ese día, y también...
Recordando detalle a detalle el rostro de esa azabache y lo miraba con tanto desprecio.
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Buenas a todaaaas.
lamento mucho irme así, pero ya estoy de regreso, quiero ofrecer disculpas por desaparecer de la faz de la tierra.
espero les haya gustado,hasta la proxima.
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