Capitulo 15
Cuando Aome bajo del taxi volvió a sentir una mirada pesada sobre ella, algo estaba mal, algo estaba increíblemente mal, pero atribuyó ese pensamiento a dos cosas, la primera es que estaba en aquel lugar en donde vivió los peores años de su vida, la otra a que estaba por enfrentar a fantasmas de su pasado, sus pasos eran rápidos pues debían refugiarse de la lluvia que comenzaba a caer, había olvidado muchas cosas de lo que alguna vez fue el lugar donde vivió por 16 años, pero algo que jamás iba a olvidar era esos largos escalones, al terminar de subir aquellas escaleras tuvo que parar bajo el tejado que había cerca de la tienda de regalos para no mojarse y también tomar unos segundos, pues sentía que en cualquier momento sus piernas le fallarían.
Un sentimiento de molestia y enojo se apoderó de ella en cuanto vio que en el edificio principal del templo habían varias personas reunidas, no podía decir que eran familiares, pues de la familia Higurashi los miembros de sangre que ahora vivían eran ella, su hermano y su hija, su abuelo solo tuvo un hijo, lo mismo fue con su bisabuelo y así por muchas generaciones, por eso; al ver tanto gentío se preguntaba cómo un hombre tan cruel como el podia haber recibido el cariño de tantas personas, si supieran la verdad de ese sujeto, que ese bastardo era un monstruo...
Se apoyó contra la pared de la pequeña tienda y suspiró, tenía que controlarse, mostrar con orgullo la mujer en la que se habia convertido, caminó rápidamente hacia donde se hacía el velorio, su rostro con rasgos más maduros y firmes, su cabello el cual estaba en una coleta alta,mostráis en lo buena que era su vida sin ayuda de aquellos que alguna vez se hicieron llamar sus padres, arreglo su cabello largo en aquella coleta, todos miraban al frente, pequeños susurros se escuchaban, tuvo eso a su favor, que nadie noto su presencia.
Cuando todos se quedaron en silencio, ella avanzó, haciendo que el único sonido que hubiera en la habitación fuera el de sus tacones contra el suelo de madera, las miradas voltearon hacia su persona, entre ellas la mirada incrédula de su madre y de su hermano que ahora tendría unos 23 años, le tomó unos segundos hasta llegar a donde estaba su molesta familia, cuando tuvo enfrente a su progenitora, inclinó su cabeza, haciendo una leve reverencia en señal de ''respeto'' para luego volver a enderezar su postura.
—Lamento mucho su pérdida, señora Higurashi.
Su voz salió firme, con tranquilidad restando importancia a que en el ataúd de enfrente se encontraba el cadáver de su padre.
—Aome... Dios mío, no puedo creer que en verdad hayas venido hija mía...—la mujer de cabellos castaños con algunos mechones blancos se acercó a ella, abrazándola por unos segundos hasta que la azabache la alejó de ella, tomándola delicadamente por los brazos rompiendo ese contacto físico, dejando a la mayor algo consternada.
—Le pido por favor, que no vuelva a hacer eso, me molesta que extraños me abracen.
Vio como los ojos de la mujer reflejaban lo mucho que esas simples palabras le habían dolido pero como le importó, dirigió la mirada al joven adulto que estaba detrás de la reciente viuda, dio un pequeño saludo con la cabeza, en señal de respeto.
—Sota.
—Hermana...—El castaño habló con algo de sorpresa, pues la reciente acción que su madre recibió lo sacó de lugar.
—Veo que ya eres todo un adulto...
—Si, yo... cumplí los 23 hace algunas semanas.
—Bien por ti, espero que seas un buen hombre y una persona noble, no como otras personas.
Miró a su madre por encima de su hombro y se volteo, observando la enorme caja de madera, se acercó lentamente y lo vio, vio al hombre que la humillo, que la maltrato, que hizo de su niñez un maldito infierno, una parte de ella solo deseaba que el sujeto hubiera visto en que se convirtió, ver que la hija que tanto menosprecio era una de las personas mas respetadas en una de las profesiones más complicadas y difíciles.
Luego hizo click, esa extraña invitación debía ser por algo, conocía a esas personas, algo querían de ella; camino hasta su madre de vuelta y la miró con poca empatía.
—Acabemos con esto de una buena vez, en cuanto acabe el velorio usted y yo hablaremos.
Salió del salón y caminó hasta el enorme árbol sagrado que había en el territorio del templo, sentándose en la banca que había enfrente de este, siendo cubierta de la lluvia por las enormes ramas y miles de hojas sobre ella, de pronto, una sensación de deja vu atacó su pecho, era como si ya hubiera repetido esa misma acción, pero era... diferente, como si ya hubiera vivido ese mismo momento en otro lugar pero en el mismo instante.
Estuvo bajo el árbol sagrado por casi una hora, la lluvia comenzaba a parar y después de que vio como poco a poco los invitados se iban, la viuda salio del salon y caminó hacia ella, llevaba una yukata negra y su cabello recogido en un moño un poco ajustado, la mayor se sentó a su lado en silencio, luego habló bajamente.
—Tu padre y yo te extrañábamos mucho...
—Por supuesto, ve al punto por favor.
—Hija-
—Aome, mi nombre es Aome... No tienes derecho a decirme así, tu no eres mi madre.
—¿Cómo puedes decir algo tan cruel en un día así? Que cruel eres...
—¿Yo soy cruel? debes estar bromeando—Aome miro a la mujer con molestia, la hipocresía que salía de la boca de la contraria la molestaba de gran manera— Tanto tú como ese sujeto me dieron los peores tratos, me humillaron, me golpearon, tu estúpido esposo te culpaba de no haber tenido un varón y tu desahogaste ese enojo conmigo, era una niña indefensa, no tenía la culpa de nada y aun asi ustedes me hacía sentir responsable de cada problema que tenían; jamás fue suficiente, no importo que fuera la mejor de la clase, de la escuela más prestigiosa de este jodido país, ustedes jamás estuvieron orgullosos y satisfechos de mis logros, de mi.
—Eso no es cierto, estamos muy orgullosos, y más cuando supimos que te graduaste de esa universidad tan importante en Suiza-
—¿Qué? ¿Cómo sabes...?
—Tu hermano busco informacion de ti por años porque te extrañaba, luego encontró un artículo en internet que hablaba de una estudiante de medicina prodigio, y eras tu, cuando vimos la noticia tu padre y yo estábamos tan felices, luego vimos que estabas ganando reconocimiento tan raído que tratamos de contactarnos contigo por medio de ese amigo tuyo, el tal Inuyasha, pero jamás nos dio razón de ti, aun así, seguimos tus logros todos estos años.
—Eso no-
—Además supimos que tienes una hija, queríamos hablar contigo para felicitarte por todo lo que lograste y sobre todo para conocer a nuestra nieta, apuesto que-
—Si piensas, que dejare que tu veas a mi hija, estás muy equivocada.
—¿Que cosas dices muchacha?- la mujer jadeo molesta—¿Acaso no quieres que esa pobre niña conozca a su abuela?
—No, mi hija no necesita conocerte o saber de ti, yo no te necesite en mi vida en 12 años, ella tampoco va a necesitar de ti.
—No digas esas cosas, soy tu madre, esa pequeña es mi nieta,podemos ser una familia de nuevo, puedo conocer a esa dulce pequeña, Sota podrá conocer a su sobrina, y podemos estar juntos, tú nos podrías ayudar...
—Aaah, ya sé hacia donde vas con todo este teatro, y la respuesta es no, no verás ni un solo centavo mi dinero, no conocerás a mi hija y no volverás a meterte en mi vida, estoy mucho mejor desde que deje esta maldita casa, estoy mejor desde que ustedes dejaron de formar parte de mi vida—se puso de pie con molestia, la lluvia ya había parado así que ya podría irse- Reconozco que todo este teatro fue muy entretenido, pero tengo cosas más importantes que hacer, hasta nunca señora Higurashi, que disfrute buscando un empleo.
Dicho esto se fue dejando a la mujer con la palabra en la boca, se fue de ese lugar rápidamente sin mirar atrás, sin importarle los llamados de la mujer, cuando bajó las escaleras, caminó rápidamente, estaba furiosa, ahora sabía que la única razón por la que la querían de vuelta era por su muy generosa fortuna que se hizo gracias a su trabajo y esfuerzo, eran unos malditos, tenía que volver a casa y ver a su hija, no quería pensar en nada más, solo quería ver a Sayumi y calmar su enojo, corto camino por el parque, por ese maldito parque para ir hacia una calle principal cercana y tomar un taxi, ese era su plan, hasta que choco con alguien por andar metida en sus pensamientos de molestia.
—Oh, disculpe señor... no me fije- — luego sintió cómo su cuerpo se congelaba, sintió como todo su calor temporal abandonaba su cuerpo poco a poco, cuando vio que la persona con la que se había cruzado era nada más y nada menos que...
—Aome...
—Sesshomaru...—era el.
Era el hombre que le causó tantos sentimientos, buenos y malos, era el sujeto que la hizo tocar el cielo y la bajo a lo más profundo del infierno de un solo golpe, era el padre de su hija.
—No puedo creer... que seas tú—la voz del sujeto la hizo estremecer, esa voz que la hacía sentir tan bien, la que la hacía doblegarse con solo unas palabras años atrás, lo observo de pies a cabeza, su largo cabello ya no estaba, tenía un corte decente a su edad, su rostro era más maduro, acompañado de unas cuantas ojeras, leves, pero hay estaban.
Se quedó unos segundos callada.
—Cuanto tiempo, Sesshomaru... no cambiaste mucho— hablo cortante, con poco interés, no queria hacer mas largo ese encuentro, no cuando su hija la estaba esperando, no cuando tenía enfrente a una persona que le hizo tanto daño.
—No puedo decir lo mismo de ti, ya eres toda una adulta.
—Una adulta con responsabilidades, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer que perder mi tiempo con alguien tan despreciable como tu.
—Parece que lo insolente no ha abandonado tu esencia como persona.
—No es insolencia, es mi forma de decirte que no tengo tiempo que perder contigo, adios Taisho- la mujer caminó por al lado del sujeto, el cual parecía molesto.
—¿No aceptas tomar un café conmigo para charlar?- habló el hombre a sus espaldas.
—No tengo nada que hablar contigo.
—¿No? ¿Ni siquiera charlar sobre Sayumi?
Aome sintió que todos sus ancestros y su buena suerte la abandonaron con esa simple pero letal pregunta.
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Espero los haya gustado, hasta la proxima
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