Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

una pequeña esperanza

Mientras Lincoln seguía luchando por su vida en cuidados intensivos...

Leonardo, conocido como el cazarrecompensas, se encontraba en la azotea del hospital, oculto en las sombras. Había dejado atrás a los doctores y las autoridades, utilizando su experiencia para evadir cualquier sospecha. Desde allí arriba, podía ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia, pero su mente no estaba en la vista. Su corazón estaba destrozado, y las lágrimas caían sin control.

A pesar de su dura fachada como cazarrecompensas, en ese momento no era más que un abuelo desesperado. Se sentía impotente, sabiendo que todo lo que había sucedido era culpa suya. Su nieto, su pequeño Lincoln, estaba en una cama de hospital, entre la vida y la muerte, todo por un trabajo que nunca debió aceptar.

"¿Qué he hecho...?" murmuró para sí mismo, sus manos temblando mientras se cubría el rostro. "Todo por un maldito contrato... por dinero... casi lo mato." La culpa lo consumía, y la tristeza en su corazón era un peso insoportable.

Leonardo cayó de rodillas sobre la fría superficie de la azotea, su cuerpo sacudido por sollozos. El sonido del viento era el único testigo de su desmoronamiento. Recordaba a Lincoln cuando era niño, cómo lo miraba con esos grandes ojos llenos de admiración, cómo siempre quería estar cerca de él. Y ahora, él había sido la causa de su sufrimiento.

"No me lo perdonaré si le pasa algo..." susurró entre lágrimas. "No puedo perderlo, no puedo... Lincoln, por favor, resiste. Lo siento tanto."

Mientras lloraba, Leonardo sabía que no podía quedarse allí para siempre. Tendría que tomar una decisión, hacer algo para corregir sus errores. Pero en ese momento, solo podía entregarse al dolor, permitiendo que las lágrimas fluyeran libremente, dejando salir toda la angustia que sentía por su nieto.

En el hospital...

Los médicos seguían monitoreando a Lincoln, haciendo todo lo posible para mantenerlo estable. Cada minuto que pasaba, era una pequeña victoria, pero la batalla estaba lejos de haber terminado. La familia de Lincoln, sin saber lo que realmente había sucedido, aguardaba en la sala de espera, ansiosa por recibir noticias.

En otra parte de la ciudad...

Kipo, todavía en su forma de heroína Jaguar, se tambaleaba por las calles, herida y agotada. La pelea había terminado, pero el enemigo había escapado, y el dolor por lo que le había sucedido a Lincoln era casi insoportable. Sabía que no podía rendirse, pero en ese momento, todo lo que quería era encontrar a su amigo y asegurarse de que estuviera bien.

La noche en la ciudad era tranquila, pero para aquellos involucrados en la batalla, la tormenta aún no había pasado.

En la casa de los Loud...

La familia Loud estaba reunida en la mesa del comedor, disfrutando de una cena tranquila. Las risas y las conversaciones llenaban el ambiente, mientras todos compartían historias del día. Rita servía las últimas porciones, asegurándose de que todos tuvieran suficiente en sus platos. Era una noche común en la bulliciosa casa de los Loud.

De repente, el sonido del teléfono fijo interrumpió la armonía. Rita, siempre atenta, se levantó para contestar, pensando que sería una llamada sin importancia. Sin embargo, en el momento en que contestó y escuchó la voz al otro lado de la línea, su expresión cambió drásticamente.

"¿Sí, quién habla?" preguntó Rita, su tono amable. Pero a medida que la voz en el teléfono le daba la terrible noticia, la cuchara que sostenía en la otra mano cayó al suelo, resonando con un sonido sordo.

Toda la familia notó el cambio inmediato en la expresión de Rita. Las risas se apagaron, y el silencio llenó la habitación.

"¿Mamá? ¿Qué pasa?" preguntó Lori, con una mezcla de preocupación y confusión.

Rita apenas podía responder. Sus manos comenzaron a temblar mientras sostenía el teléfono contra su oído. "¿Qué... qué le sucedió a mi hijo?" preguntó con la voz quebrada.

Lynn Sr., que también notó el cambio, se levantó de inmediato y se acercó a su esposa, intentando escuchar lo que estaba pasando. Las hermanas de Lincoln se miraron entre sí, el miedo y la preocupación comenzando a asentarse en sus corazones.

Rita apenas pudo procesar las palabras que escuchaba. "¿En el hospital...? ¿Es grave?" Su voz temblaba, y lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos. Sin decir una palabra más, colgó el teléfono, su rostro pálido y aturdido.

"Mamá, ¿qué pasó?" preguntó Leni, su voz llena de miedo.

Rita miró a sus hijas, tratando de encontrar las palabras. "Lincoln... está en el hospital," logró decir finalmente, mientras las lágrimas caían por su rostro. "Ha tenido un accidente... es muy grave."

El silencio que siguió fue sepulcral. Cada uno de los miembros de la familia Loud sintió el impacto de las palabras de Rita, como si el suelo se hubiera desplomado bajo sus pies. La cena quedó olvidada mientras la realidad de lo sucedido se apoderaba de ellos.

Lori fue la primera en reaccionar. "Tenemos que ir al hospital, ¡ahora!" exclamó, tomando su bolso y corriendo hacia la puerta. Los demás la siguieron, todavía en estado de shock, pero sabiendo que tenían que estar con Lincoln, su hermano, su hijo, en ese momento crítico.

Rita y Lynn Sr. se apresuraron a salir, tomando las llaves del auto. La preocupación en sus rostros era palpable. Mientras la familia se subía al coche, todos rezaban en silencio, con la esperanza de que Lincoln sobreviviera a esta terrible situación.

La tranquila noche de la familia Loud había dado un giro inesperado, y ahora, lo único que importaba era llegar a su hijo lo antes posible.

En lo alto de un edificio, bajo la noche estrellada...

Kipo, aún en su forma de heroína Jaguar, se encontraba en la cima de uno de los edificios más altos de la ciudad. El viento azotaba su rostro, pero no era nada comparado con el torbellino de emociones que sentía en su interior. Las lágrimas caían incesantemente por sus mejillas, brillando bajo la tenue luz de la luna.

La batalla había terminado, pero el precio que se había pagado era demasiado alto. Kipo no podía sacarse de la cabeza la imagen de Lincoln siendo lanzado por los aires, su cuerpo golpeando la lona y luego desplomándose al suelo sin moverse. El miedo y la impotencia que había sentido en ese momento la asfixiaban, y la realidad de lo que pudo haber perdido la golpeaba con una fuerza indescriptible.

"Lincoln..." murmuró entre sollozos, abrazándose a sí misma, como si tratara de contener el dolor que sentía. No había estado allí para salvarlo a tiempo, y la culpa la consumía. Aunque había hecho todo lo posible para detener al cazarrecompensas y al hombre con la armadura, había fallado en lo más importante: proteger a su amigo.

Desde las alturas, Kipo podía ver la ciudad iluminada por las luces de los rascacielos y las calles. Pero en ese momento, todo parecía distante e irreal. El eco de sus sollozos era la única compañía en su soledad. Sentía un vacío en su corazón que no podía llenar, y la carga de sus responsabilidades como heroína pesaba más que nunca.

"Lo siento tanto..." susurró, su voz quebrada por el dolor. La determinación y el valor que normalmente la caracterizaban habían sido reemplazados por una sensación de pérdida y desesperación.

Kipo no sabía si Lincoln estaba bien, si había sobrevivido, y el solo pensar en la posibilidad de que él pudiera no salir adelante la hacía sentir como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor. Había visto la desesperación en los ojos del cazarrecompensas cuando Lincoln cayó, y sabía que él compartía su dolor, aunque lo escondiera tras su máscara.

Sin embargo, en medio de su tristeza, Kipo hizo una promesa silenciosa. No importaba lo que costara, encontraría la manera de proteger a Lincoln y a los demás de ahora en adelante. No dejaría que nadie más sufriera por su causa.

Pero en ese momento, todo lo que podía hacer era llorar. Lloriquear por lo que había perdido, por lo que había fallado en proteger, y por el temor de lo que el futuro podría traer.

La noche se sentía interminable, y Kipo permaneció en el edificio, mirando hacia el horizonte, buscando respuestas que no llegaban y esperando que, de alguna manera, todo esto no fuera más que una terrible pesadilla.

En la sala de espera del hospital...

La familia Loud llegó al hospital con el corazón en la garganta. Lynn Sr. lideraba el grupo, su rostro una mezcla de miedo y preocupación, mientras Rita, a su lado, intentaba mantener la compostura. Las hermanas de Lincoln, normalmente tan ruidosas y animadas, ahora estaban en silencio, siguiendo a sus padres con paso rápido. Nadie sabía exactamente lo que había pasado, solo que algo terrible había ocurrido.

Cuando entraron en la sala de espera, se encontraron con un hombre alto de cabello gris, vestido con ropa de civil. Había una tristeza profunda en sus ojos. Lynn Sr. lo reconoció de inmediato.

“Papá… ¿qué haces aquí?” preguntó Lynn Sr., la confusión mezclada con el temor en su voz.

Leonardo, el padre de Lynn Sr. y abuelo de Lincoln, levantó la vista. Su rostro estaba marcado por la angustia. “Lynn… lo siento mucho,” murmuró, su voz quebrándose. “Intenté protegerlo, pero no fui lo suficientemente rápido. Lincoln… está siendo operado ahora mismo.”

La noticia cayó como una bomba en la familia. Rita sintió que sus piernas se debilitaban, y Lynn Sr. la sostuvo justo antes de que cayera. Las hermanas de Lincoln se quedaron petrificadas, sus ojos llenándose de lágrimas al comprender la gravedad de la situación.

“¿Qué le pasó?” preguntó Leni, su voz temblorosa.

Leonardo respiró hondo, intentando encontrar las palabras. “Lincoln estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado… y yo… yo no pude protegerlo. Está herido, y los médicos están haciendo todo lo posible por salvarlo. Lamento no haber podido evitarlo.”

Rita se aferró a Lynn Sr., incapaz de contener las lágrimas. “Dios mío… nuestro bebé…” sollozó, mientras sus hijas se acercaban para consolarla.

Leonardo miró a su hijo y a su familia con un dolor indescriptible. “Nunca quise que supieran sobre mi otra vida, sobre lo que hago,” dijo, su voz cargada de remordimiento. “Pero ahora… no puedo ocultarlo más. Estoy aquí por Lincoln, y haré todo lo posible para asegurarme de que esté a salvo.”

Lynn Sr. asintió, aunque claramente estaba abrumado por las emociones. “Papá… solo quiero que Lincoln esté bien. No importa lo demás. Solo… por favor, que esté bien.”

En ese momento, un médico salió de la sala de operaciones, su rostro cansado pero decidido. “¿Familiares de Lincoln Loud?” llamó, y todos se volvieron hacia él, con el corazón en un puño.

“Soy su padre,” dijo Lynn Sr., dando un paso al frente, su voz llena de desesperación.

El médico asintió. “Lincoln está fuera de peligro inmediato, pero sus heridas son graves. Estaremos vigilándolo de cerca las próximas horas. Hizo falta una intervención quirúrgica, pero es un joven fuerte. Va a necesitar tiempo para recuperarse, pero con cuidado y apoyo, tiene buenas posibilidades.”

La noticia trajo un alivio inmediato, aunque aún quedaba mucho por superar. Rita lloró de alivio, mientras Lynn Sr. la abrazaba con fuerza. Las hermanas de Lincoln soltaron suspiros de alivio, aunque la preocupación seguía presente.

Leonardo, aún lleno de culpa, se mantuvo a un lado, observando a su familia con ojos llenos de remordimiento. Sabía que las cosas nunca volverían a ser las mismas, pero en ese momento, lo único que importaba era que su nieto estuviera a salvo.

Mientras la familia se dirigía hacia la habitación de Lincoln, Leonardo decidió quedarse atrás, observando desde la distancia. Sabía que tenía mucho que explicar, pero por ahora, solo podía esperar y rezar para que Lincoln se recuperara.

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad...

Kipo estaba destrozada emocionalmente. Después de la intensa pelea y la terrible caída de Lincoln, no podía dejar de culparse. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Lincoln siendo arrojado al cielo, su cuerpo impactando contra la lona y cayendo al suelo sin moverse. El peso de lo que había pasado era demasiado para soportar, y cada vez que intentaba encontrar consuelo, el miedo y la culpa la invadían.

Finalmente, después de un largo y agotador trayecto, Kipo llegó a su casa, con lágrimas rodando por sus mejillas. Su madre, Song Oak, estaba en la sala, ansiosa y preocupada por el estado de su hija. Al ver a Kipo entrar, destrozada y cubierta de suciedad, corrió hacia ella, envolviéndola en sus brazos.

“Mamá… mamá… es todo mi culpa…” sollozó Kipo, apenas capaz de hablar entre sus lágrimas.

“Shhh… tranquila, Kipo,” dijo Song suavemente, acariciando el cabello de su hija. “Cuéntame lo que pasó.”

Kipo, aún temblando, trató de explicar lo ocurrido, aunque las palabras se ahogaban en su garganta. “Lincoln… él estaba allí… y yo no pude… no pude protegerlo… ¡Lo lastimaron por mi culpa!” gritó, abrazando a su madre con fuerza, como si temiera que todo se derrumbara a su alrededor.

Song la sostuvo con más fuerza, sintiendo el dolor de su hija. “Kipo, lo que pasó no fue tu culpa. Hiciste todo lo que pudiste. Luchaste con valentía, pero a veces… las cosas no salen como esperamos. No puedes culparte por todo.”

“Pero él… él cayó… y no se levantó…” Kipo seguía llorando, sus palabras llenas de desesperación. “Si algo le pasa, mamá, yo… yo no sé qué haré.”

Song suspiró, su corazón doliendo por ver a su hija tan angustiada. “Lo sé, cariño, lo sé. Pero tienes que ser fuerte ahora. Lincoln está en buenas manos, y lo más importante es que tú hiciste lo mejor que pudiste. No estás sola en esto. Vamos a superar esto juntas.”

Kipo asintió débilmente, aunque el miedo seguía consumiéndola. “Solo quiero que esté bien… no puedo perderlo, mamá…”

“No lo perderás,” respondió Song con firmeza, limpiando las lágrimas de Kipo. “Vamos a hacer todo lo posible para asegurarnos de que Lincoln se recupere. Pero ahora, necesitas descansar. Has pasado por mucho hoy, y necesitas estar fuerte, por ti misma y por él.”

Kipo, agotada emocionalmente, se dejó guiar por su madre hacia su habitación. Se acurrucó en su cama, con Song sentándose a su lado, acariciando su cabello hasta que finalmente se quedó dormida, sus sollozos convirtiéndose en suaves respiraciones.

Song se quedó junto a Kipo, observándola con tristeza. Sabía que su hija estaba pasando por un momento muy difícil, y no había nada más doloroso para una madre que ver a su hija sufrir de esa manera. Pero también sabía que Kipo era fuerte, y con el apoyo de quienes la amaban, podría superar esto.

Mientras tanto, Kipo, en su sueño inquieto, no dejaba de revivir lo sucedido, con la esperanza de que todo fuera solo una pesadilla de la que pudiera despertar.

Fin del capítulo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro