no existe dios
Kipo observaba con atención los resultados en la pantalla del laboratorio de su madre. Cada prueba mostraba un progreso alentador: el suero parecía estable, seguro, y todo apuntaba a que podría ser la clave para ayudar a Lincoln. Una chispa de esperanza iluminó su rostro, sintiendo que el final de esta pesadilla estaba más cerca.
De pronto, el sonido de la televisión interrumpió la calma en el laboratorio. Una noticia de último minuto estaba siendo transmitida, y la expresión del reportero reflejaba una mezcla de terror y desconcierto.
—¡Interrumpimos la programación para informar de una emergencia! Hace unos momentos, una criatura desconocida emergió de las alcantarillas de la ciudad y está causando una devastación sin precedentes —decía el periodista, su voz temblorosa—. Se ha registrado destrucción masiva en las calles, y se recomienda a todos los ciudadanos permanecer en sus hogares.
La imagen cambió a una vista aérea desde un helicóptero, mostrando la figura de una criatura oscura y robusta que avanzaba por la ciudad. Su cuerpo parecía estar cubierto de algo parecido a una sombra viva, y su paso dejaba un rastro de caos: edificios destrozados, vehículos volcados y, en algunos casos, señales de incendios recién comenzados. La criatura no tenía una forma completamente humana, pero tampoco parecía un animal; era una mezcla desconcertante de fuerza y desesperación.
Kipo sintió que su corazón se detenía por un segundo. Había algo extraño en esa criatura, algo que la hacía inquietantemente familiar, aunque a primera vista parecía imposible de reconocer.
—Mamá, ¿ves eso? —preguntó Kipo, su voz temblorosa—. ¿Es posible que…?
Song, sin dejar de ver la pantalla, frunció el ceño en señal de preocupación.
—No podemos estar seguras, Kipo. Pero si eso es realmente lo que temo, entonces debemos actuar rápido.(Espero que ese no sea Lincoln ya que ese maldito de enihmgama es capaz de todo)
Kipo se volvió hacia su madre con una mezcla de urgencia y determinación.
—Si esa criatura… es Lincoln… tenemos que salvarlo, mamá. No podemos dejar que se pierda completamente. Este suero podría ser nuestra única oportunidad.
Song asintió con un suspiro profundo. Aunque no podían confirmar que la criatura fuera Lincoln, la sola posibilidad era suficiente para que ambas supieran que no había tiempo que perder. Kipo miró de nuevo las pruebas positivas y agarró el frasco con firmeza, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus manos.(Más encima se que casualmente alguien estuviera secuestrando jóvenes y niños no era casualidad)
—Mamá, voy a intentar llegar hasta él. Si existe la mínima posibilidad de que Lincoln siga ahí, voy a encontrarlo.
Sin perder más tiempo, Kipo salió del laboratorio con el suero guardado con cuidado en su cinturón, lista para enfrentarse a la bestia desconocida y, en su interior, con la esperanza de salvar a Lincoln.(Ella improlaba que esa creatura no fuera Lincoln)
El caos se apoderaba de la ciudad mientras los sonidos de destrucción resonaban en cada esquina. Los autos volaban por el aire como si fueran juguetes, chocando contra edificios y estallando en llamas, mientras las ventanas se rompían y los escombros caían al suelo. Camiones volcados bloqueaban las calles, y los restos de estructuras caídas formaban obstáculos que dificultaban el paso. La gente corría en todas direcciones, sus rostros pálidos de terror, gritando mientras intentaban escapar de la criatura que avanzaba sin detenerse.
Cada paso de la bestia resonaba en el suelo, como si una enorme fuerza estuviera rompiendo el asfalto bajo sus pies. Era difícil ver su forma exacta desde lejos debido a la sombra oscura que parecía envolver su cuerpo, pero era evidente que su tamaño y fuerza superaban cualquier cosa que los ciudadanos hubieran visto antes. Sus movimientos no eran torpes como los de un monstruo común; avanzaba con una extraña y temible precisión, como si cada acción estuviera impulsada por una fuerza inexplicable.
Desde lo alto de un edificio, un grupo de policías intentaba mantener el orden y guiar a las personas hacia rutas de escape seguras. Sin embargo, su tarea se volvía casi imposible mientras veían cómo los vehículos y otros objetos pesados volaban en su dirección. Uno de los oficiales, sudando y respirando rápidamente, gritó en su radio:
—¡Necesitamos refuerzos! ¡No sabemos lo que es esta cosa, pero está fuera de control! ¡Tenemos bajas en el centro de la ciudad y…!
Antes de que pudiera terminar su mensaje, un contenedor de basura fue lanzado en su dirección, obligándolo a saltar a un lado para evitar ser aplastado. A su alrededor, sus compañeros intentaban abrir fuego contra la criatura, pero las balas parecían perderse en la sombra que la envolvía, sin causarle el menor daño.
Mientras tanto, desde las ventanas y azoteas, la gente miraba aterrada, atrapada en sus propios hogares y oficinas. Algunos intentaban grabar con sus teléfonos, aunque sus manos temblaban demasiado para capturar una imagen clara. La confusión y el miedo se mezclaban en sus rostros, incapaces de entender qué estaba ocurriendo. Un hombre, apoyado contra una pared, murmuraba desesperado mientras veía cómo el desastre se extendía:
—¿Qué… qué es esa cosa? ¿Por qué no se detiene?
A varias calles de distancia, el sonido de las sirenas se mezclaba con el estruendo de la destrucción. Ambulancias, patrullas y camiones de bomberos luchaban por abrirse paso entre los escombros y el tráfico caótico. Los rescatistas intentaban ayudar a los heridos y desalojar a quienes se encontraban atrapados en sus vehículos, pero con cada segundo que pasaba, el panorama empeoraba. La situación era crítica, y la ciudad entera parecía estar al borde del colapso.
En medio de todo este caos, Kipo corría por las calles tratando de acercarse al centro de la destrucción. Con el suero en su cinturón, su mente estaba enfocada en una única misión: encontrar a Lincoln y ayudarlo. Sus ojos se llenaron de determinación al ver el desastre que se extendía a su alrededor. Sabía que podría estar enfrentándose a algo inimaginable, pero no estaba dispuesta a retroceder.
"Lincoln, aguanta", pensaba mientras avanzaba, esquivando escombros y obstáculos en su camino. "Voy a encontrarte, cueste lo que cueste".
En medio de la confusión y el caos de la ciudad, Kipo se detuvo un momento, escondiéndose detrás de un edificio. Su corazón latía con fuerza, no solo por el miedo, sino por la determinación que crecía en su interior. Sacó de su mochila el traje que su madre y ella habían estado mejorando durante semanas. Sabía que este momento llegaría, aunque nunca imaginó que sería en estas circunstancias.
"Debo hacer esto… por Lincoln y por todos los demás", pensó mientras respiraba hondo.
Rápidamente, comenzó a colocarse el traje, asegurándose de que cada pieza quedara bien ajustada. Al apretar el último cierre, sintió cómo el material se amoldaba a su cuerpo, brindándole una sensación de poder y confianza. Aunque el traje era un símbolo de esperanza y protección, Kipo sabía que no sería fácil enfrentarse a la criatura desconocida que estaba causando la destrucción. Mientras activaba el visor en su casco y sentía cómo la tecnología respondía a sus movimientos, sus pensamientos se enfocaban en un solo objetivo: salvar a las personas y descubrir si Lincoln estaba detrás de todo esto.
Desde su posición, podía ver los escombros cayendo y a la gente corriendo en todas direcciones. Decidida, dio un último vistazo a la ciudad devastada y corrió hacia el epicentro del caos. Su velocidad y agilidad se incrementaban con cada paso, sus reflejos mejoraban, y el traje respondía a sus movimientos como una extensión de su propio cuerpo.
Mientras avanzaba, Kipo escuchaba los gritos y veía las miradas de temor en los rostros de los ciudadanos. Un niño estaba atrapado bajo una pila de escombros, y sin dudarlo, Kipo se desvió de su camino, usando la fuerza del traje para levantar las piedras y liberar al pequeño. Lo tomó en sus brazos y lo llevó a un lugar seguro, calmando sus sollozos y asegurándole que todo estaría bien.
Cada paso que daba la acercaba más a la criatura, cuyos rugidos y gruñidos resonaban en las calles desiertas. A medida que se acercaba, Kipo intentaba mantener la calma, pero el terror comenzaba a invadirla al ver la figura en la distancia. Era una sombra imponente y distorsionada, cuyos movimientos parecían cargados de una rabia incontrolable. Y aunque en ese momento aún no sabía que aquella bestia era Lincoln, algo en su interior le decía que debía ser cuidadosa.
"Vamos, traje, no me falles ahora", susurró, mientras su respiración se volvía pesada.
(Nuevo traje de kipo)
Al llegar finalmente frente a la criatura, Kipo activó los sistemas defensivos del traje y alzó la voz, intentando captar su atención.
—¡Oye, tú! —gritó, con fuerza y decisión—. ¡Detente! ¡Hay personas que necesitan ayuda! No puedes seguir destruyendo la ciudad.
La bestia se giró lentamente, enfocando sus ojos brillantes y vacíos en ella. Un extraño silencio llenó el aire, mientras ambos se observaban en una especie de enfrentamiento tenso. Aunque Kipo no podía ver ninguna humanidad en esa criatura, algo en su corazón le decía que debía intentar razonar con ella, que detrás de esos ojos había alguien que aún podía ser rescatado.
—Por favor… —dijo Kipo, suavizando su tono—. Si puedes escucharme, hay gente que te necesita. Necesito que vuelvas… que seas tú otra vez.
Pero la bestia rugió, y en un movimiento rápido, lanzó una serie de escombros hacia Kipo, quien apenas tuvo tiempo de esquivarlos. Fue en ese momento cuando comprendió que, para salvar a todos, tendría que pelear con todas sus fuerzas. Apretando los puños y preparándose para el combate, Kipo murmuró para sí misma:
—No sé quién eres, pero no dejaré que destruyas todo por lo que Lincoln ha luchado.
Kipo, en medio de la pelea, empezó a notar detalles que la desconcertaban. La criatura, aunque feroz y monstruosa, tenía algo en su aspecto que le resultaba extrañamente familiar. Observó detenidamente su piel, de un blanco antinatural, casi albino, como si toda vida y color hubieran sido drenados de él. Cada movimiento de la criatura, cada gruñido y cada mirada, tenían algo que le recordaba a alguien, aunque no lograba entender por qué.
"¿Qué es…?", murmuró Kipo, sintiendo que su corazón comenzaba a latir con más fuerza.
Entonces, cuando la criatura se giró para mirarla directamente, sus ojos… sus ojos mostraban un destello que ella reconocía. A pesar de la ira y el vacío en ellos, había algo profundamente humano, algo que le causó una punzada en el pecho. Se detuvo por un momento, bajando los puños mientras la horrenda realización comenzaba a tomar forma en su mente.
—No… no puede ser… —susurró, llevándose una mano a la boca, horrorizada.
La figura frente a ella no era solo una bestia descontrolada; era Lincoln. Su Lincoln. Él estaba ahí, atrapado en una forma que no le pertenecía, convertido en una criatura fuera de control. Kipo dio un paso atrás, sintiendo una mezcla de terror, tristeza y desesperación.
—¡Lincoln! —gritó, con la esperanza de llegar a él, de que su amigo pudiera escucharla en medio de aquella pesadilla—. ¡Lincoln, soy yo, Kipo! Por favor, ¡si puedes escucharme, detente! ¡Estoy aquí!
Pero la criatura no reaccionaba a sus palabras, solo la observaba con una mirada desquiciada, como si la parte humana de Lincoln estuviera enterrada bajo capas de oscuridad y dolor. Sin embargo, Kipo no estaba dispuesta a rendirse.
—Por favor… sé que estás ahí en algún lugar, Lincoln. —Su voz temblaba, pero no dejaba de intentar. Tenía que intentarlo, tenía que ayudarlo—. ¡Recuerda quién eres! ¡Recuerda a tu familia, a tus amigos, a todos los que te aman!
De repente, la criatura titubeó, bajando un poco la cabeza, como si algo en las palabras de Kipo hubiera llegado hasta él. Un leve atisbo de humanidad apareció en su expresión, como si por un momento, Lincoln hubiera logrado emerger. Sin embargo, la influencia de aquella transformación era poderosa, y con un rugido desgarrador, la criatura volvió a levantar los brazos, amenazando con atacar nuevamente.
Kipo retrocedió, sintiendo cómo la desesperanza se apoderaba de ella, pero en su interior, se negó a rendirse. Observó a Lincoln, esa figura monstruosa que alguna vez fue su amigo, y se prometió que no importaba cuán peligroso o difícil fuera, haría lo que fuera necesario para traerlo de vuelta.
—Voy a salvarte, Lincoln. Aunque me cueste todo.
Kipo avanzaba lentamente hacia la criatura, con el corazón palpitando de angustia y la esperanza de que Lincoln, de alguna forma, aún pudiera reconocerla. Sus pasos eran cuidadosos, sus manos levantadas en un intento de mostrar que no quería hacerle daño.
—Lincoln… —murmuró, tratando de suavizar su voz para no provocarlo. Sabía que cualquier movimiento en falso podría desatar la furia de aquella criatura—. Sé que estás ahí. Por favor, escúchame… ¡soy yo, Kipo!
Pero, antes de que pudiera dar otro paso, la criatura rugió y, en un movimiento veloz y feroz, lanzó un golpe directo hacia ella. Kipo reaccionó a tiempo, esquivando el ataque por apenas unos centímetros. La potencia del golpe fue tan brutal que rompió el suelo donde ella había estado parada, levantando una nube de polvo y escombros.
Kipo jadeó, sintiendo el aire pesado de adrenalina y terror. Se preparó para esquivar nuevamente mientras sus ojos seguían fijos en la figura distorsionada de Lincoln. A pesar de que había visto su transformación, aún le costaba aceptar que el chico amable y generoso que conocía se encontraba detrás de esa fachada monstruosa.
—¡Lincoln, no quiero hacerte daño! —gritó, con desesperación en su voz. Pero la criatura no le dio respuesta, solo un gruñido profundo que retumbaba como el eco de un ser que había perdido el control.
Kipo comprendió que no tendría otra opción; tendría que luchar para protegerse y tal vez, solo tal vez, encontrar una forma de hacer que Lincoln volviera en sí. Adoptó una postura defensiva, sus músculos tensos mientras sus ojos calculaban cada movimiento de la criatura. Recordó el entrenamiento y la experiencia que había adquirido gracias a su madre, a su padre… y a su propio coraje.
—Lo siento, Lincoln. —susurró, más para sí misma que para él—. Pero si tengo que pelear contigo para salvarte… entonces no me detendré.
Lincoln, en su forma monstruosa, lanzó otro ataque, sus movimientos eran rápidos y sin compasión. Kipo esquivó a duras penas, respondiendo con un golpe para desestabilizarlo, buscando no herirlo de gravedad. La batalla se intensificaba; cada golpe, cada movimiento y cada esquive era un recordatorio de la fuerza y resistencia que Lincoln había adquirido en esa forma. Para Kipo, cada intercambio era una mezcla de dolor y esperanza, deseando que, en algún punto de esta pelea ,el pueda recordar quien era.
Kipo sentía el peso de cada golpe que Lincoln lanzaba, cada uno más fuerte y rápido que el anterior. Su traje, aunque diseñado para resistir, comenzaba a mostrar pequeñas grietas y rasgaduras en algunas partes. Cada impacto hacía temblar su cuerpo, y cada esquive requería más energía de la que estaba acostumbrada a gastar. La criatura que antes había sido Lincoln parecía inagotable, sus movimientos llenos de una fuerza descomunal y sin el más mínimo rastro de piedad.
Mientras esquivaba otro golpe que casi la golpea en el rostro, Kipo trató de recordar los puntos débiles del cuerpo humano, preguntándose si aún podría alcanzarlos en Lincoln, ahora que su forma había cambiado tanto. Aunque su traje estaba diseñado para protegerla, sabía que no podría resistir mucho más. Cada choque con los ataques de Lincoln generaba una tensión que retumbaba en su mente, y la agotadora pelea estaba llevándola al límite.
—¡Lincoln, detente, por favor! ¡Sé que estás ahí en algún lugar! —gritó entre jadeos, esperando que sus palabras lograran traspasar esa forma alterada y monstruosa de su amigo.
Pero él no respondió. Al contrario, sus ataques parecían volverse más feroces, como si el monstruo percibiera su cansancio y estuviera decidido a doblegarla. Kipo sintió que su resistencia comenzaba a fallarle, sus brazos y piernas temblaban con cada movimiento.
Finalmente, Lincoln lanzó un golpe con una fuerza tan abrumadora que Kipo apenas logró bloquearlo, pero la fuerza del impacto la arrojó varios metros atrás, estrellándola contra una pared. Aturdida, sintió un latido doloroso en sus costillas, mientras la vista se le nublaba por unos instantes. La criatura avanzó lentamente hacia ella, como un depredador que ha acorralado a su presa.
Kipo se levantó tambaleándose, respirando con dificultad. Su traje seguía funcionando, pero sentía que cada paso se volvía más pesado. Aún así, no retrocedió. Miró a Lincoln, o lo que quedaba de él, con determinación.
—Voy a seguir luchando, Lincoln, porque sé que aún estás ahí. Y no importa cuánto me cueste, no te abandonaré.
El monstruo se lanzó hacia ella nuevamente, y Kipo, recogiendo cada pizca de fuerza que le quedaba, se preparó para el siguiente asalto, decidida a encontrar una manera de salvarlo, sin importar las dificultades que tuviera que enfrentar.
En otra parte
Sticker Voss, quien alguna vez fue uno de los héroes más admirados, yacía desplomado en su sillón, su mirada vacía y perdida en el techo de su desordenado apartamento. Las paredes estaban cubiertas de recortes de periódicos viejos que hablaban de sus hazañas pasadas, de la admiración de la gente, y de los aplausos que alguna vez llenaron cada rincón de su vida. Sin embargo, todo eso ahora era solo un eco distante.
El cazarecompensas que lo había humillado no solo le había arrebatado la victoria en su última gran misión, sino también la confianza de quienes antes lo idolatraban. Había expuesto sus fallos frente a todos, revelando sus debilidades en el peor momento posible. La gente dejó de verlo como el héroe invencible que una vez fue y comenzó a cuestionar cada una de sus decisiones pasadas.
Sticker dejó caer su mirada hacia el suelo, donde reposaban varias botellas vacías, testigos de las noches interminables que había pasado intentando olvidar lo sucedido. Sin embargo, el dolor y la vergüenza no se desvanecían, y cada vez que cerraba los ojos, podía revivir esa escena en su mente: la sonrisa burlona del cazarecompensas, los abucheos de las personas, y la sensación de derrota que aún pesaba sobre sus hombros.
Se inclinó hacia adelante, tomando un trozo de periódico que había caído cerca de sus pies. Era una vieja portada en la que su imagen ocupaba el primer plano, acompañado de un titular que alguna vez lo llenó de orgullo: "Sticker Voss, el héroe que la ciudad necesitaba." Pero ahora solo le recordaba lo lejos que estaba de ese ideal.
La puerta de su apartamento se entreabrió ligeramente, y un viejo amigo, otro héroe retirado, se asomó con preocupación.
—Sticker… tienes que levantarte, amigo. No puedes seguir así para siempre.
Sticker lo miró sin mucha emoción, dejando caer el periódico al suelo.
—¿Para qué? —preguntó con voz rasposa—. ¿Para que todos sigan riéndose? ¿Para seguir siendo la sombra de lo que fui? Ya no soy el héroe que necesitan, ni el que merecen.
Su amigo suspiró, con un dejo de tristeza. Sabía que Sticker estaba hundido en un abismo del que solo él podía salir. Sin embargo, en su interior, Sticker sentía una pequeña chispa de rabia, de algo que no estaba dispuesto a dejar ir. Había tocado fondo, sí, pero aún le quedaba una opción: redimirse, aunque no fuera como el héroe perfecto de antes.
Mientras su amigo se marchaba, dejó a Sticker con una última frase:
—No es el fin, Sticker. Solo tú decides cuándo es el final de tu historia.
El amigo de Marcus lo miraba con una mezcla de enojo y preocupación, su voz cargada de frustración. El héroe conocido como Sticker Voss ya no era el hombre valiente y lleno de energía que alguna vez había enfrentado cualquier desafío con determinación. Ahora, sentado en su sillón, parecía haber perdido toda esperanza, y su amigo no estaba dispuesto a permitir que eso lo consumiera.
—¡Marcus! —gritó su amigo, las palabras saliendo con fuerza—. ¡No lo hacías por fama o dinero! ¡Lo hacías porque la gente te necesitaba! ¡Lo hacías porque alguien tenía que hacer lo que tú hacías, y ahora lo necesitan más que nunca! Esa heroína Jaguar está luchando sola contra esa cosa, ¡y tú estás aquí sentado!
Marcus, abatido y sin ganas, bajó la cabeza, luchando contra sus propios pensamientos oscuros. Sabía que su amigo tenía razón, pero la humillación y el dolor de su última derrota lo habían dejado vació.
—¿Qué te pasa, Marcus? —su amigo continuó, su voz ahora más calmada, pero aún cargada de desilusión—. Te llamas a ti mismo héroe, pero ¿dónde está el héroe que todos conocían? Antes, no te importaba la fama ni el dinero. Lo hacías porque sabías que era lo correcto. ¡Ahora, cuando más te necesitan, te escondes!
Marcus levantó la mirada, sus ojos nublados por la frustración. Sabía que su amigo estaba golpeando la verdad en el centro de su dolor. La heroína Jaguar estaba ahí afuera, enfrentándose sola a algo que él no sabía ni cómo describir. ¿Y él? Se sentía incapaz de ayudar. Había fallado antes y temía hacerlo de nuevo.
—Es diferente ahora, ¿entiendes? —dijo Marcus, su voz rasposa. Me fallaron... fallé a la gente. ¿Y si vuelvo a fallar?
Su amigo dio un paso hacia él, mirándolo directamente a los ojos.
—¡No es de eso de lo que se trata ser héroe, Marcus! No importa si fracasas. No importa si te caes. Se trata de levantarte, de seguir adelante. Esa heroína, esa "Jaguar", está dando todo de sí para salvar a la ciudad. Nadie sabe quién es. Nadie la está aplaudiendo. Pero ella está allá afuera peleando porque sabe que es lo correcto. Y tú, Marcus, ¿vas a quedarte sentado aquí mientras todo se desmorona?
Por un momento, Marcus se quedó en silencio. Las palabras de su amigo resonaban en su mente. La ciudad estaba siendo destruida, y alguien necesitaba detener a esa criatura. ¿Podría ser él esa persona? La duda seguía siendo fuerte, pero la voz de su amigo comenzó a calar en su conciencia.
Finalmente, Marcus se levantó lentamente. No tenía todas las respuestas, ni sabía si estaba listo para volver a ser el héroe que una vez fue. Pero lo que sí sabía era que no podía quedarse sentado mientras otros arriesgaban todo.
—Tienes razón... —dijo con una voz más firme, pero todavía con algo de inseguridad. Voy a salir de aquí. Si la gente me necesita, tengo que estar allí. No me importa quién lo sepa. Lo importante es que lo hago porque es lo correcto.
El amigo de Marcus asintió, satisfecho de que al menos había conseguido que se levantara. Ahora, las piezas comenzaban a encajar. El regreso del héroe no sería fácil, pero al menos había tomado el primer paso para dejar atrás la sombra de su fracaso.
Marcus miró a su amigo Jonny con una expresión de agradecimiento profundo, las palabras que había dicho no solo lo habían despertado de su letargo, sino que también le habían devuelto algo que había perdido: la determinación de seguir adelante.
—Gracias, Jonny. Eres la persona que más aprecio. —dijo Marcus, su voz suave pero cargada de emoción mientras lo miraba directamente a los ojos. Sabía que sin él, seguiría atrapado en su propio fracaso.
Jonny, que había estado observando a su amigo con una mezcla de frustración y esperanza, suspiró profundamente, como si todo lo que dijera fuera lo más obvio del mundo.
—Déjate de cosas, Marcus. —respondió Jonny con una sonrisa irónica, pero también cargada de cariño. Ve y ayuda a esa heroína y a la ciudad. No hay tiempo que perder. Y no olvides que, aunque no te lo diga mucho, siempre te apoyaré.
Jonny empujó a Marcus ligeramente hacia la puerta, el tono de su voz grave pero lleno de confianza en su amigo. ¡Vamos, héroe! Es hora de que regrese el verdadero Marcus!
Marcus sonrió por primera vez en mucho tiempo, un brillo de determinación en sus ojos. Dio un paso hacia adelante, listo para enfrentarse a lo que sea necesario.
—Lo haré. —dijo con firmeza, antes de volverse hacia Jonny una vez más—. Gracias, amigo. Realmente lo aprecio.
Jonny asintió y lo miró partir, mientras Marcus se dirigía a la puerta, dispuesto a dejar atrás sus miedos y ser el héroe que la ciudad, y su amigo, necesitaban. La batalla no había terminado. Y ahora, él estaba listo para unirse a la lucha.
Jonny, con una sonrisa de complicidad, se acercó a Marcus y le dio una palmada en la espalda.
—Oye, amigo, creo que es hora de que te pongas el traje. —dijo con tono juguetón, pero con seriedad al mismo tiempo. —No podemos permitir que descubran quién eres. Ya sabes, todo el asunto de la identidad secreta y todo eso.
Marcus lo miró con un suspiro, pero al mismo tiempo, una chispa de humor apareció en su rostro. Se dio cuenta de lo que Jonny quería decir.
—Tienes razón. No quiero que todo el mundo sepa quién soy ahora. —dijo Marcus, mientras se dirigía rápidamente hacia su armario. —El traje tiene que estar listo. No voy a darles esa satisfacción.
Jonny se cruzó de brazos, observando a su amigo mientras se ponía el traje de héroe.
—Eso es lo que me gusta oír, Marcus. —Jonny dijo, ahora con tono más serio, pero todavía con la convicción de que su amigo estaba volviendo a ser el héroe que solía ser. —No se trata de fama, ni de reconocimiento. Se trata de hacer lo que es correcto.
Marcus, ahora completamente vestido con su traje de héroe, asintió. Se veía diferente, más seguro de sí mismo, como si el traje no solo lo cubriera, sino que también lo transformara en algo más fuerte, más valiente.
—Gracias, Jonny. —respondió Marcus mientras ajustaba el cinturón del traje, ahora completamente preparado. —Es hora de regresar. No puedo quedarme atrás cuando la gente necesita un héroe.
Jonny le dio una última mirada de apoyo antes de que Marcus saliera corriendo hacia la puerta.
—¡Hazlo por todos, Marcus! ¡No dejes que el miedo te frene! —gritó Jonny, con una sonrisa en el rostro, mientras veía a su amigo salir de la habitación, decidido a volver a salvar la ciudad.
Con su traje de héroe puesto y su identidad protegida, Marcus estaba listo para enfrentarse a lo que viniera.
Fin del capítulo
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