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imagine lo Peor

De vuelta en el hospital...

Kipo entró al hospital con una sonrisa esperanzada, pero al llegar a la habitación de Lincoln, su expresión cambió al no verlo en la cama. El espacio vacío le hizo sentir una punzada de preocupación, y su mente comenzó a imaginar lo peor. ¿Y si algo le había pasado?

Se apresuró hacia la sala principal, mirando frenéticamente a su alrededor, hasta que sus ojos se posaron en Lincoln. Estaba allí, siendo ayudado cuidadosamente por sus padres, Rita y Lynn Sr., mientras lo acomodaban en una silla de ruedas. Aunque su rostro mostraba signos de fatiga, había algo en su mirada que indicaba una mejoría. Kipo soltó un suspiro de alivio, llevándose una mano al pecho mientras sus tensos hombros se relajaban.

Rita y Lynn Sr. notaron la presencia de Kipo y le sonrieron con amabilidad. “Hola, Kipo,” dijo Rita suavemente, dándole un asentimiento. “Lincoln estaba ansioso por salir un poco de la habitación, así que lo estamos ayudando a moverse. Aún no puede caminar por sí mismo, pero los doctores dicen que está progresando bien.”

Lincoln miró hacia Kipo y le dedicó una sonrisa cansada pero genuina. "Hey," le dijo con voz algo débil, pero con ese toque de humor que siempre lo caracterizaba. "Me estoy convirtiendo en un experto en sillas de ruedas."

Kipo dejó escapar una pequeña risa, aún sintiendo un nudo en el estómago al verlo en ese estado, pero aliviada de que estuviera bien. Se acercó a él y se arrodilló a su lado, poniéndole suavemente una mano en el hombro. “Me asustaste por un momento, pensé que habías desaparecido,” dijo ella, con una sonrisa temblorosa.

Lincoln la miró con ternura. "Lo siento, no me iré a ningún lado sin decir adiós. Solo... estoy dando pasos de bebé."

Lynn Sr. se unió al momento con un tono alegre para levantar el ánimo. “Con suerte, no tardará mucho antes de que Lincoln esté corriendo por todas partes de nuevo, ¿verdad, hijo?”

"Eso espero," respondió Lincoln, riendo suavemente.

Kipo, viendo la interacción familiar y sintiendo que Lincoln estaba en buenas manos, se relajó un poco más. Ella le entregó una pequeña bolsa que había traído. “Te traje algunas cosas, aunque parece que tus amigos ya se me adelantaron,” dijo, señalando la mesa junto a la cama llena de obsequios y cartas de ánimo.

Lincoln miró la mesa y asintió con gratitud. “Sí, ellos también se han pasado por aquí. Es genial tener todo este apoyo.”

Rita y Lynn Sr. se levantaron después de acomodarlo en la silla, y tras intercambiar miradas, Lynn Sr. dijo, “Vamos a dejar que ustedes dos hablen un rato. Lincoln, no te esfuerces demasiado.” Le dio una palmadita en el hombro a su hijo y ambos padres se retiraron de la habitación.

Kipo observó cómo la pareja se marchaba y luego volvió a mirar a Lincoln, con una mezcla de alivio y aprecio. “Estás mejorando, eso es lo que importa. No puedo esperar a verte fuera de aquí,” comentó con sinceridad.

Lincoln le sonrió, tratando de ocultar el cansancio. "Yo tampoco puedo esperar. Aunque tú no has dejado de sorprenderme... siempre estás aquí, Kipo. Eso significa mucho para mí."

Ella sonrió, pero en el fondo aún lidiaba con los sentimientos confusos sobre la verdad de su identidad como la Heroína Jaguar. ¿Cómo reaccionaría Lincoln cuando descubriera la verdad? Pero por ahora, decidió disfrutar el momento, dejando esos pensamientos a un lado, aunque el miedo aún revoloteaba en su corazón.

Después de que los padres de Lincoln se fueron, Kipo miró a su amigo con una sonrisa llena de determinación. Sabía que Lincoln necesitaba aire fresco y un cambio de escenario, aunque fuera solo un pequeño paseo dentro del hospital.

"¿Qué te parece si te llevo a dar una vuelta por los pasillos? No podemos salir mucho, pero al menos no estarás atrapado en esta habitación todo el día," dijo Kipo, con un brillo en los ojos.

Lincoln asintió, agradecido. "Suena bien. Estoy empezando a conocer cada centímetro del techo de esta habitación."

Kipo tomó las manijas de la silla de ruedas y con cuidado comenzó a empujarlo por los pasillos del hospital. A medida que avanzaban, Kipo le iba contando sobre su día a día y las pequeñas cosas que hacía cuando no estaba en el hospital.

"Bueno, cuando no estoy aquí contigo, he estado... ocupada," dijo Kipo con una sonrisa un tanto enigmática. "He estado vigilando la ciudad y manteniendo el orden. Ya sabes, la vida de siempre, pero con algo de acción."

Lincoln levantó una ceja, intrigado. "¿Acción? ¿Qué tipo de acción?"

Kipo se rió, buscando cómo explicar sin revelar su identidad secreta. "Oh, ya sabes, cosas normales. Algunos chicos problemáticos aquí y allá, un par de criminales que intentan hacer cosas malas... pero nada que no pueda manejar." Hizo una pausa, mordiéndose el labio inferior mientras se acercaban a una ventana que mostraba el jardín interior del hospital.

"¿Nada que no puedas manejar, eh?" Lincoln la miró con admiración. Aunque no sabía lo que Kipo realmente hacía, podía intuir que era algo importante. "Tú siempre encuentras la manera de hacer lo correcto. Estoy seguro de que esos chicos malos no tuvieron oportunidad."

Kipo sonrió, disfrutando del cumplido, pero también sintiendo ese pequeño nudo en el estómago cada vez que Lincoln hablaba así. Quería contarle la verdad, pero también temía cómo reaccionaría cuando descubriera que la chica normal que lo visitaba en el hospital era la misma Heroína Jaguar que luchaba en las calles.

Decidió cambiar de tema antes de que se acercaran demasiado a esa conversación. "¿Y tú? ¿Cómo te has sentido últimamente? Debe ser duro estar aquí tanto tiempo."

Lincoln miró por la ventana, observando el jardín. "Es difícil, sí, pero tener a mis amigos y a mi familia aquí me ha ayudado mucho. Y, bueno, tú también has sido increíble, Kipo. Tenerte aquí, sacándome de esta habitación, hablando de cosas que me distraen... no sé cómo agradecerte."

Kipo se detuvo un momento, inclinándose ligeramente hacia él. "No tienes que agradecerme nada. Es lo que hacen los amigos, ¿no? Cuidarnos unos a otros."

Lincoln asintió, sintiéndose afortunado de tener a alguien como ella en su vida. Ambos permanecieron en silencio por un momento, disfrutando del pequeño respiro que les daba el paseo, mientras Kipo lo guiaba con calma por los corredores.

"A veces creo que tienes más secretos de los que dejas ver," comentó Lincoln, sin saber cuán cerca estaba de la verdad.

Kipo soltó una risita nerviosa. "Tal vez... pero todos tienen secretos, ¿no? Algún día te contaré los míos, pero por ahora, solo quiero asegurarme de que estés bien."

Lincoln sonrió, y la conversación fluyó entre ellos mientras seguían paseando por el hospital, disfrutando de la compañía mutua y de los pequeños momentos de calma entre tantas dificultades.

Mientras paseaban por el hospital, Kipo se detuvo un momento junto a una ventana grande que daba al jardín interior. La luz del sol iluminaba sus rostros, y Lincoln se sentía más tranquilo y en paz de lo que había estado en semanas. Kipo, sin embargo, parecía estar debatiéndose internamente, como si quisiera decir algo importante pero no encontrara las palabras adecuadas.

"Lincoln... yo..." comenzó, sin atreverse a mirarlo directamente a los ojos. Su voz temblaba ligeramente, y por un segundo, Lincoln pensó que iba a confesar algo crucial.

Kipo respiró hondo, mordiéndose el labio mientras sus pensamientos corrían rápidamente. No podía seguir ocultándole la verdad, especialmente después de todo lo que habían compartido juntos, pero al mismo tiempo, temía cómo reaccionaría. Sabía que Lincoln valoraba la honestidad, pero ¿cómo podría explicarle que la chica que había estado con él durante todo este tiempo era la misma Heroína Jaguar que luchaba en las sombras?

"¿Qué pasa?" preguntó Lincoln suavemente, con una mezcla de preocupación y curiosidad. Él podía notar que algo la inquietaba.

Kipo abrió la boca para continuar, pero de pronto se detuvo, apretando los labios. Miró a Lincoln por un instante, su mirada llena de dudas. Quizás no era el momento adecuado. Quizás aún no estaba lista para decirle todo lo que llevaba en su pecho. El riesgo de perder su amistad o cambiar la forma en que él la veía era demasiado grande.

"No es nada," dijo finalmente con una sonrisa forzada, tratando de sacudirse la tensión. "Solo... quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase."

Lincoln, aunque desconcertado por el cambio repentino en su tono, sonrió de vuelta. "Lo sé, Kipo. Y yo también estaré aquí para ti, siempre."

Ambos siguieron paseando, pero Kipo no pudo evitar sentir un peso en su corazón. Algún día le diría la verdad, pero hoy no era ese día.

Kipo y Lincoln se dirigieron al ascensor, Lincoln en su silla de ruedas, empujado suavemente por Kipo. El hospital estaba tranquilo, y el sonido del ascensor al abrirse rompió el silencio. Entraron, y dentro ya había un hombre de pie, vestido de manera casual, con una gorra que ocultaba parte de su rostro. A primera vista, parecía alguien normal, tal vez un visitante más.

Kipo lanzó una rápida mirada al hombre, sintiendo algo extraño en su presencia, pero no quiso parecer paranoica. Intentó sacudirse el pensamiento y mantener la calma. Lincoln, por su parte, no se dio cuenta de nada fuera de lo común, ya que estaba más concentrado en Kipo y su conversación de antes.

El ascensor subió lentamente, y el hombre se quedó en silencio, con las manos en los bolsillos, pero de vez en cuando lanzaba miradas fugaces hacia Lincoln y Kipo. No hacía ruido, pero su energía era inquietante. Kipo, siempre alerta, comenzó a sospechar que algo no estaba bien. Ese hombre, aunque intentaba pasar desapercibido, parecía demasiado interesado en ellos.

Era Enigma.

Sin que Kipo lo supiera, Enigma había estado siguiendo los movimientos de la Heroína Jaguar, y había llegado a este hospital tras investigar a Lincoln, uno de los pocos que se había cruzado repetidamente en su camino. Su objetivo era averiguar más sobre él, y sospechaba que podría ser la clave para llegar a la Heroína Jaguar o mejor dicho kipo.

Kipo, aunque aún no lo sabía, estaba a un paso de una confrontación directa con Enigma, y él no tenía intención de dejar pasar esta oportunidad. El ascensor se detuvo y se abrió lentamente en el piso donde estaba la habitación de Lincoln. El hombre, con una sonrisa apenas perceptible, dio un paso hacia la salida antes que ellos.

Kipo observó al hombre salir del ascensor, pero algo en su voz y actitud seguía inquietándola. Justo antes de que las puertas del ascensor se cerraran, él se giró ligeramente y, con una sonrisa apenas perceptible, murmuró algo que hizo que el estómago de Kipo se hundiera.

"Cuida bien de Lincoln, Heroína Jaguar."

El mundo de Kipo se detuvo por un segundo. Su corazón empezó a latir con fuerza, y el aire pareció volverse pesado. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo ese hombre, un completo desconocido, conocía su identidad secreta?

El ascensor continuó su ascenso, pero la mente de Kipo estaba ahora en completo caos. Sabía que había algo extraño en ese hombre, pero jamás imaginó que alguien como él podría haber descubierto la verdad sobre ella. Y lo peor de todo, ahora también había mencionado a Lincoln. Su mirada se dirigió automáticamente hacia él, que seguía sin saber nada, mirando distraídamente hacia la puerta.

"¿Estás bien?" preguntó Lincoln, notando que Kipo se había quedado en silencio.

Kipo parpadeó y trató de recuperar la compostura. No podía dejar que Lincoln se preocupara, al menos no ahora. No podía exponerlo al peligro sin saber más sobre lo que estaba ocurriendo.

"Sí, todo está bien," respondió ella, con una sonrisa forzada. "Solo... me distraje un poco."

El ascensor se detuvo en el piso de la habitación de Lincoln, pero Kipo sabía que este no era el final de sus problemas. Enigma, el hombre que había estado investigando sobre ella, ya sabía quién era realmente. Y ahora, su objetivo no era solo capturar a la Heroína Jaguar, sino también usar a Lincoln en sus planes.

Mientras empujaba la silla de ruedas de Lincoln hacia su habitación, Kipo se dio cuenta de que tenía que estar más alerta que nunca. No solo por ella, sino también por él.

En la habitación del hospital...

Kipo ayudó a Lincoln a subir con cuidado a su cama, acomodándolo entre las sábanas mientras él intentaba no hacer mucho esfuerzo. Lincoln le sonrió, agradecido por su ayuda, aunque había algo en su mirada, una mezcla de agotamiento y alivio por estar de vuelta en su habitación.

"Gracias, Kipo," dijo Lincoln, sintiendo cómo la calidez de su compañía le daba una sensación de paz.

Kipo sonrió tímidamente. "No te preocupes, es lo menos que puedo hacer. Me alegra que estés mejorando."

Lincoln se acomodó mejor en la cama y, justo cuando Kipo se disponía a irse, algo en el ambiente cambió. Kipo se inclinó un poco hacia él y, sin pensarlo mucho, le dio un beso rápido en la mejilla. Fue un gesto dulce y espontáneo que hizo que Lincoln se quedara momentáneamente sin palabras.

"Nos vemos después, Lincoln," dijo Kipo, visiblemente sonrojada mientras se apartaba de él, tratando de no hacer demasiado obvio el rubor en sus mejillas.

Lincoln la miró con una mezcla de sorpresa y alegría. "Sí... nos vemos luego, Kipo."

Kipo salió rápidamente de la habitación, su corazón latiendo con fuerza mientras se alejaba. Afuera, respiró hondo, tratando de calmarse. El beso, aunque inocente, había despertado algo en ella. Y mientras caminaba por el pasillo, no podía evitar preguntarse cómo Lincoln interpretaría ese gesto. Pero por ahora, lo más importante era asegurarse de que él estuviera bien, aunque su propio corazón no dejaba de acelerarse por lo que acababa de pasar.

A pocas cuadras del hospital...

Leonardo caminaba por las calles de Royal Woods, con la mente aún llena de pensamientos sobre su nieto, Lincoln. Estaba decidido a verlo después de todo lo que había ocurrido, pero la culpa seguía pesando sobre sus hombros. Se sentía responsable, aunque no lo admitiera en voz alta, por lo que había sucedido.

Mientras se acercaba al hospital, algo en el aire cambió. El ambiente, que antes estaba lleno de ruido urbano y la calma propia de una tarde normal, de repente se sintió pesado. Leonardo detuvo su paso al notar a un hombre caminando hacia él desde la dirección contraria. Al principio, parecía una persona cualquiera, vestida con ropa casual y un aspecto aparentemente inofensivo. Pero Leonardo, con su instinto afilado por los años de trabajo como cazarrecompensas, sintió una vibración familiar.

Ese hombre no era un civil ordinario. Lo reconoció al instante.

Era Enigma.

Ambos se detuvieron al cruzarse, sus miradas fijas la una en la otra. El aire entre ellos se volvió tenso, cargado con la historia y los secretos que compartían sin necesidad de palabras. Leonardo sabía que este no era un encuentro casual; Enigma estaba ahí por una razón, y él también lo sabía.

"Leonardo," dijo Enigma con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, su voz tranquila pero llena de intenciones ocultas.

"Enigma," respondió Leonardo, su voz baja y controlada, pero con un tono de advertencia. "¿Qué haces aquí?"

"Solo dando un paseo, nada más," respondió Enigma con fingida indiferencia, aunque ambos sabían que había más detrás de esas palabras. "Parece que ambos tenemos cosas en común en este hospital, ¿no?"

Leonardo frunció el ceño. Sabía que Enigma había estado observando a Kipo, aunque tal vez no había sabido al principio quién era realmente ella. Ahora, estaba claro que Enigma sabía más de lo que aparentaba, y eso solo aumentaba la gravedad de la situación.

"Deja a mi familia fuera de esto," advirtió Leonardo, dando un paso hacia él, sabiendo que el peligro podía desatarse en cualquier momento.

"Tu familia siempre ha estado en medio de todo esto, Leonardo. Desde el momento en que decidiste trabajar para mí," respondió Enigma, su tono aún tranquilo, pero con una amenaza latente. "Y ahora, el destino de tu nieto y de esa heroína jaguar están más entrelazados de lo que piensas."

El ambiente continuaba siendo pesado, y aunque ninguno de los dos hizo un movimiento violento, la tensión era palpable. Ambos sabían que el próximo enfrentamiento era inevitable, pero en ese momento, Enigma solo sonrió antes de continuar su camino, dejando a Leonardo en el cruce.

Leonardo se quedó unos segundos en silencio, mirando cómo Enigma se alejaba, sabiendo que esto apenas era el comienzo de algo mucho más grande.

Leonardo se quedó inmóvil por un segundo, sus músculos tensos cuando Enigma, con una sonrisa calculada, soltó una frase que congeló su corazón:

"Deberías asegurarte de que tu querido nieto está bien..." Enigma lo miró directamente a los ojos, dejando caer esas palabras como una bomba. "Tal vez... alguien ya haya ido a hacerle una visita."

El aire se hizo pesado de inmediato. El significado de esas palabras era claro: Enigma había enviado a alguien para llevarse a Lincoln del hospital.

Los ojos de Leonardo se ensancharon, su cuerpo se puso en alerta máxima. En un segundo, todas las piezas encajaron en su mente. La presencia de Enigma, su aparente tranquilidad, y ahora la amenaza directa contra su nieto... ¡Lincoln estaba en peligro!

—¿Qué has hecho? —preguntó Leonardo, su voz cargada de furia contenida.

—No te preocupes, Leonardo —respondió Enigma con un tono que casi parecía de burla—. Solo espero que llegues a tiempo. Mi mensajero no es alguien que le guste esperar.

Sin perder más tiempo, Leonardo giró sobre sus talones y comenzó a correr hacia el hospital, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cada paso parecía más pesado que el anterior, mientras su mente se llenaba de imágenes de Lincoln, vulnerable en su estado actual, y la posibilidad de que ya no estuviera a salvo.

El sonido del tráfico y las voces de las personas a su alrededor se desvanecían mientras una sola idea consumía su mente: llegar a tiempo.

Leonardo llegó al hospital a toda velocidad, sus pasos resonando en el pavimento. Justo cuando estaba a punto de entrar por las puertas principales, un sonido desgarrador llenó el aire.

¡Bang!

El eco de un disparo rompió el silencio de la entrada. Leonardo se detuvo en seco, su corazón paralizado, el terror apoderándose de su mente. Cada músculo de su cuerpo se tensó, sus manos se cerraron en puños mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar.

—No... —murmuró, su voz apenas audible.

El sonido había provenido de dentro del hospital, y su primer pensamiento fue Lincoln. Los peores escenarios comenzaron a pasar por su mente, imágenes de su nieto herido, o peor aún, caían sobre él como una tormenta.

Con un profundo aliento y renovada determinación, Leonardo se lanzó hacia la entrada del hospital, empujando las puertas con fuerza. Debía llegar a Lincoln, pero el temor lo paralizaba por dentro.

Fin del capítulo

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