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Capítulo 9 ***


— ¡Ah, sí aquí estoy...! Ya voy... ¡Ya bajo madre! —le grito mientras empujo a Darick para que se baje de mí y empezar a buscar mi ropa.

¿Rayos, dónde está?

— Abre la puerta tenemos que hablar, es importante. —me pide angustiándome más de lo que ya estoy.

Por los dioses, ¿qué hice?

— ¡Dame un momento estoy desnuda! —me excuso, pero rápidamente me arrepiento tapando mi boca con ambas manos totalmente apenada, y sobre todo recordando que evidentemente si estoy desnuda, bueno, casi lo que hace que recuerde que un chico muy sexy está enfrente de mí viéndome y está sin camisa, además de lo que hicimos, haciendo que sienta mi cara arder y busqué rápidamente su camisa para taparme.

— ¿¡Todavía no estás lista!? —pregunta alterada.

— Me distraje en el baño, pero ya voy dame tres minutos y ya. —Trato de ver dónde está mi panti y el resto de mi ropa, mientras él solo trata de no reírse.

— Te espero abajo, nos vemos en el despacho, en mi despacho. —dice retirándose, lo sé por qué escucho sus pasos alejándose.

— ¿Por qué te ríes? ¡Deja de reírte! —le lanzo un cojín que tengo a la mano.

— Es que te ves adorable nena, estás toda roja. —me señala toda, lo que hace que baje la mirada y vea que estoy en brasier.

— ¡Ay, por los dioses! —recuerdo nuevamente que no tengo ropa, lo cual hace que me levanté de golpe y me cubra lo que más puedo con su camisa.

— Cielo no tienes por qué taparte, eres hermosa, me encantas con o sin ropa... Además, ya vi bastante, ¿no crees? —me dice haciéndome recordar todo nuevamente, sus caricias, nuestros gemidos, su lengua.

Demonios, su lengua allá abajo fue la gloria.

— ¡Eres tan adorable sonrojada! Considero que ya encontré la manera de hacerte callar. —me dice— bueno, yo voy al baño, tú vístete y me tocas cuando estés lista ¿ok? —solo asiento, haciendo que se voltee y se meta a mi baño.

Aprovecho para buscar mi ropa y vestirme rápidamente, estoy nerviosa, muy nerviosa ¿Cómo se supone que uno actúa después de?... ¿Cómo se llama esto que paso? Sin más remedio le tocó la puerta, pero rápidamente me doy la vuelta, no quiero mirarlo, estoy avergonzada y me siento culpable, esto jamás debió pasar, nada de nada, solo me siento en la cama a colocarme las sandalias nuevamente.

— ¿Estás bien? ¿Estás molesta conmigo? —pregunta con cautela agachándose a mi altura.

— ¡No, claro que no! Solo que es raro, yo nunca... No había hecho nada de esto... Y contigo, es que cada vez que te tengo cerca no puedo evitarlo... No puedo evitar dejarme llevar... Lo que me haces sentir es más fuerte que yo, no puedo evitarlo. —le explico o trato de explicar lo que siento a la vez que le devuelvo su camisa.

— Lo entiendo, yo también me siento así, es más, yo sé que no debería de estar aquí, está totalmente prohibido, sin contar que no estamos casados y... Pues... Nosotros, bueno, ya sabes.

— Debo volver, me están esperando. —me levanto de la cama y lo beso nuevamente, cosa que como siempre él aprovecha para agarrar mi cintura.

Con dificultad nos separamos. —Es mejor que te vayas o definitivamente voy a terminar con lo que empezamos. —me susurra al oído mandando una corriente eléctrica por toda mi espalda haciéndome gemir— Demonios Mei, si sigues así yo no voy a poder seguir conteniéndome.

— Je, je, je... está bien, me voy, pero que quede claro que tú eres el que me provoca. —me separo antes de que cumpla con sus amenazas.

— ¿Yo? Sí, la que me provoca eres tú, con tan solo verte me basta para hacer mi día mejor.

— Vamos juntos, en estos momentos hay cambio de guardia, tenemos una ventana de dos minutos, nos separamos donde nos encontramos. —le explico detalladamente.

Al bajar busco la oficina de mi madre, debe estar impaciente por mi demora, seguramente si supiera por qué fue me mataría, está prohibido subir a alguien a las habitaciones, mucho menos estar juntos a solas.

— ¡Madre, aquí estoy! —Digo apenas entro, encontrándome con una imagen desconcertante, y es que mi madre está sentada mirando por la ventana tomando una copa de vino, y no está regañándome como siempre.

— Cierra con seguro, no quiero que nos interrumpan. —me pide a lo cual hago caso inmediatamente para acercarme hacia ella.

— ¿Está todo bien? —preguntó con cautela sentándome a su lado.

— Hija... tu padre piensa entregarte el trono a tus 18 años, en unos días cumples 16, yo sugerí que te casarás pronto porque creo que es lo mejor así tendrás un apoyo incondicional que de verdad es necesario a la hora de gobernar, sé que no quieres aceptar el compromiso y te entiendo, pero es tu deber debes pensar en tus hermanos, una vez tu padre se retire ni él ni yo podremos defenderlos como antes por derecho esa responsabilidad será tuya y como mujer no te valorarán sólo tomarán en juego créeme lo sé, es de vitalidad que entiendas eso. ¿Lo entiendes?

— Sí, pero... —

— ¡Pero nada, solo acepta el matrimonio y punto! —me grita levantándose.

— ¡Yo no lo amo, yo quiero elegir a alguien que me ame! —le gritó de vuelta levantándome yo también.

— ¿Elegir? ¿Supones que tienes elección? Tú solo debes obedecer nada más. Ojalá tu hermano fuera el heredero y no tú, no tienes ni idea lo que tu padre y yo hemos pasado todos estos años, por eso, no tienes idea de todos los sacrificios que hemos hecho para que tú llegues al trono, lo único que se pide es que te cases con un buen hombre que te dará todo y como una tonta te niegas. —me recrimina haciéndome explotar.

— ¿Sacrificios? ¿¡Sacrificios!? ¡Ustedes no saben de sacrificios, solo me dejaron en un internado de la noche a la mañana solo, nunca en diez años fueron a verme, lo único que hicieron fue tener más hijos olvidándose por completo de mí y cuando por fin regreso no tienen ni una muestra de cariño, solo órdenes y más órdenes, yo sé cuáles son mis responsabilidades! ¡Lo único que te pido es que me dejes elegir a quien amar, así como tú y mi padre hicieron! —le gritó nuevamente, sacando todo lo que tengo, sintiendo una impotencia, correr por todo mi cuerpo, bajando en formas de lágrimas amargas que bañan mi rostro.

— ¡No tienes idea de lo que dices, nosotros estamos orgullosos de ti, nosotros te amamos, si exigimos y somos tan estrictos es por tu bien! —se excusa.

— ¡No tienen que hacerme a un lado para lograr eso, no tenían que dejarme sola, yo los necesitaba... sólo tenía 5 años, estaba asustada, aterrada... mientras ustedes estaban acá, yo me moría allá por un poco de atención, una qué nunca recibí, así que no me hables de sacrificios, y créeme cuando te digo que no me voy a casar porque no lo haré! —Solo recibo una bofetada de su parte, que es tan fuerte que me tira al suelo.

— ¡Eres una desconsiderada, solo piensas en ti, en lo que deseas y té olvidas de tu maldito deber con la familia! - me jala del brazo sujetándome de los hombros.

—Suéltame... —le suplico entre sollozos.

— En tres días es tu cumpleaños y en conjunto se festejará tu compromiso, ¿has entendido? —me aprieta más fuerte incapaz de soltarme, a diferencia de ella no quiero lastimarla, no puedo, es mi madre.

— Por favor, no quiero hacerlo. —le suplicó entre sollozos.

— ¡Lo harás! ¿Has entendido? —me pregunta nuevamente, yo solo puedo llorar.

No quiero, no quiero.

— Mei ¿me has entendido? Ya está bueno, compórtate como debe de ser y acepta tu responsabilidad de una vez por todas. —me exige otra vez.

— ¡Está bien, lo haré! —me rindo, sé que no puedo hacer nada, ella solo me abraza y limpia mis lágrimas.

— Ven, vamos, ya debe estar la comida lista, nos esperan en el gran salón. —y sin más sale primero de la oficina, dejándome ahí, sola otra vez.

Pasamos la tarde entre todos reunidos, por mi parte he tratado de esquivar todo lo que puedo a Mara, Darick y a Filarion, pero sé que no me durará mucho, pues he quedado de ver a las chicas mañana para lo de la boda, sin contar que efectivamente mis hermanas se unirán, a Fil lo veré más tarde para la guardia y Darick bueno el sol no se tapa con una mano ¿o sí?

— ¡Sí que eres escurridiza, ven, quiero hablar contigo! —Mara me jala del brazo para que la acompañe al jardín trasero.

— ¿Qué pasó? —Trato de parecer normal, pero me es difícil, pues unas horas atrás su prometido y yo...

— La verdad quería preguntarte ¿si estás bien? Te noto rara. —ella no merece lo que le hice, me siento tan mal, por eso, me siento sucia.

— Sí, solo que tengo muchas cosas en la mente. —trato de decir lo primero que se me viene a la mente.

— Así es Darick, casi no hay tiempo para nosotros, ¿crees que sea porque no me ama? Yo trato de hacer todo lo posible por llamar su atención, pero él es tan indiferente. —sé, no tan triste como yo.

— Quizás sea porque últimamente todos hemos estado estresados, trata de estar a solas con él y escúchalo, hazle saber que estás para él, que te importa y si no funciona date a extrañar. —le aconsejo sinceramente.

— ¡Así que aquí están! —Llega Darick a donde estamos las dos hablando.

— Cielo, que bueno que estás aquí, justo hablamos de ti.

— ¿De mí? —pregunta entre sorprendido y preocupado.

— Si... Bueno de su relación, de lo feliz que estoy por los dos por su compromiso y espero que sean felices. —les digo a ambos tratando de no llorar.

— Retomando eso... ¿Podrías ser mi dama de honor? —me pregunta tímida.

— Ah... Yo... Sí, sí, claro que sí, estaría más que encantada. —Ahora la que está nerviosa soy yo.

— Mara, ¿puedes ir por algo para los tres?... digo así brindamos, ¿no? —Darick trata de deshacerse de ella.

— ¡Claro, no demoró! —y se va sin más dejándonos solos.

— ¿Qué crees que haces? ¿Dama de honor? ¡Mei! ¿Qué haces? —pregunta alterado, yo realmente en estos momentos no quiero ni puedo lidiar con nada.

— Lo mejor, entre nosotros, no va a seguir pasando nada, lo que sea que hay se acabó. —ni siquiera soy capaz de mirarlo a los ojos.

— Mírame y dime eso, mírame y dime que no te mueres por mí, dime que no sientes nada por mí. —me reta tratando de acorralarme, solo que no me dejo.

Me armo de valor y lo miro— ¡No te quiero! Si la pasamos bien, pero ya, tú con tu novia y yo con Filarion, espero que seas feliz. —lo miro directamente a los ojos.

— No... no pienso que lo que digas sea cierto, mientes. —está sorprendido, lo sé, solo debo seguir y se alejará.

— Pues sí es cierto, lo de hace rato no es nada, no fue nada... supongo que estás acostumbrado a ser tú el que diga todo esto, pero no... ¿De verdad supones que perdoné lo de la apuesta? Solo fue mi venganza, sé que soy bonita, así que solo me aproveché, quería dañarte como me lastimaste tú, te lo dije... irá de mujer, ira de lucifer —Me duele tanto decirle esto, pero no puedo seguir así, entre más lejos de mí este es mejor.

— ¿Todo el tiempo fingiste? Es imposible yo... Tú... Nosotros, eso fue real, estás mintiendo. —está sorprendido y no me cree.

— Yo fui la de la idea del compromiso, yo me quiero casar con Fil, tú solo fuiste una dulce venganza. —le digo con toda la frialdad posible— ¿Qué sin palabras? Simplemente eres... —me interrumpe.

— ¡Cállate! Y yo que pensaba deshacer mi compromiso por ti... Que no vales la pena, eres despreciable Mei, pero ¿sabes qué? Tienes razón, yo me voy a casar con Mara, ella sí es más mujer que tú, ella no juega con los sentimientos de nadie. —me mira con odio y repudio.

— Pues ve, corre a su lado, consuélate en sus brazos... No me importa... no me importas tú. —En eso llega Mara y él aprovecha y la besa enfrente de mí.

— Sabes Mara, considero que deberíamos pasar más tiempo juntos, ¿no crees? —le pregunta partiendo mi corazón más y más cada vez.

— ¡Sí, claro, sí! —le responde ella alegremente.

— Bueno, yo los dejo solos, es su momento, no quiero ser inoportuna. —me excuso tratando de huir de allí lo más rápido posible.

— No espera, brindemos primero ''por nuestra felicidad''. —alza la copa y juntos la chocamos, bebo todo el líquido de la copa.

— Bueno, ahora si me disculpan tengo asuntos que atender. —Y sin más me retiro, aguantando las lágrimas.

Pasan las horas terminando con la reunión de Reyes, mientras tanto me dirijo a la oficina para hacer mi guardia. El camino se me hace eterno, cuando tienes el corazón roto todo pasa en cámara lenta, siento que ya nada tiene sentido y a la vez sé que tengo que ser fuerte por mi familia.

— Ya llegamos alteza —me informa Hankis apenas estaciona el auto.

— Gracias —abro la puerta del auto yo misma— No es necesario que te quedes acá hay mucha seguridad y están la vigilancia de los Dreare... descansa, ve con tu familia, ven mañana para el relevo de turno. —le informo para caminar a la entrada.

— ¡Ey! ... ¿Estás bien? —primero estaba alegre de verme, pero ahora solo luce preocupado.

— Dime la verdad, ¿fue tu idea o la de nuestros padres? —le pregunto un poco dolida.

— Pensaba decírtelo hoy, pero veo que me ganaron... Uff... de mis padres, pero deja te explico ¿sí? —me pide señalando el sofá.

— Dime —tomó asiento esperando a su explicación.

— Mi padre me informó que el tuyo fue y propuso una unión, pero a cambio pidió nuestro matrimonio como garantía.

— ¿Qué unión?

— Alianzas diplomáticas, para mejorar el comercio entre ambas naciones, incluidos los territorios, y como aval se sugirió el matrimonio de ambos. —Ahora entiendo por qué tanta insistencia.

— ¿Tú te quieres casar conmigo? Me refiero a que fuera de este acuerdo, si no estuviera el acuerdo, ¿lo harías igualmente? —pregunto queriendo saber su respuesta, depende de lo que me diga, lo acepto o lo rechazo.

— ¡Sí! Es decir, tú eres hermosa Mei, por dentro y por fuera, tienes sentimientos puros, buenos y sinceros... Eres extraordinaria, realmente creo que si ponemos de nuestra parte este matrimonio puede funcionar. —cada palabra que dice sólo hace que me sienta peor.

— Yo no te quiero, no siento nada por ti... Y no considero que sea lo mejor casarnos sin amor. —le explicó con sinceridad— Por otro lado, sé que no se puede hacer para atrás el acuerdo... Pero si hubiera una forma... Lo haría.

— Otra garantía... ¿Solo que cuál? Además, si te soy sincero, pienso que si ponemos de nuestra parte podemos llegar a más. —se acerca a mí apartando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

— Espera, ¿te gusto? —pregunto sorprendida a la vez que niego rápidamente, él aprovecha eso para besarme de manera dulce, cosa que me toma por sorpresa haciendo que lo empuje lejos de mí.

— ¡Bien, veo que son rápidos! —Darick está parado delante de nosotros, mirándonos con enojo— Tranquilos, ya me voy para que sigan, solo que primero subo por algo que olvide. —como dice, sube las escaleras y baja rápido con una carpeta en la mano. — ¡Hasta luego! —sin más se va.

— Yo... yo voy a subir a revisar todo. —Trato de subir las escaleras, pero me detiene agarrándome del brazo.

— Mei lo de hace rato... Sé que te tome repentinamente, pero si me dejas de verdad quisiera intentarlo. —vuelve a besarme otra vez, solo que me obligó a seguirle el paso, él aprovecha eso para morder mis labios suavemente acercando nuestros cuerpos tomándome de la cintura, nos separamos poco a poco.

— Prometo hacer todo de mi parte por hacerte feliz. 

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