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Capítulo 7 ***



Llegamos al Reino Vutteterra y todos nos esperan, literal están todos los Reyes y Reinas de los seis reinos, junto con los del consejo y tres guardias completas esperando por nosotros.

— Wow son muchos. —menciono un poco ansiosa.

— Si bueno somos sus próximos reyes, además es tu primera misión, esperan con ansias el reporte. —sigue sin mirarme desde que salimos.

— ¡Espera! ¿No has informado nada de lo que pasó? —pregunto asombrada.

— No. —dice sin más leyendo su periódico.

— ¿Puedes dejar eso ya? —Estoy irritada, me molesta que me ignore.

— ¡No! Y si me disculpa su alteza estoy ocupado. —solo se fija en mí fugazmente lo suficiente para saber que está molesto.

— ¿Es en serio? ¿A si va a ser todo de ahora en adelante? —sorprendentemente solo asiente.

— Eres un idiota. —ya me molesto realmente.

— ¡Enterado!

Al parar el auto suenan las trompetas, el chofer se baja abriendo la puerta donde él sale, primero se abrocha su traje y me extiende la mano para que baje, estoy tentada a golpearla, pero debo guardar la compostura o habrá problemas y el idiota lo sabe por eso lo hace, sin más remedio acepto su mano para salir del auto, para luego avanzar unos pasos directo a nuestros padres.

Mientras él y sus padres se abrazan, el mío solo inclina su cabeza en forma de respeto y mi madre solo me mira atentamente.

Si los más cariñosos.

— ¿Por qué no pasamos al banquete que se organizó a su honor? —señala el Rey D'arcy el padre de Darick a todos los presentes.

— ¡Claro! —respondo incómoda por la situación.

Al pasar al salón real veo que tienen muchos diseños en oro e importantes cuadros, al pie de la escalera principal hay un retrato gigante de la familia real, lo miro pensando en cuánto amor demuestra por su hijo, lo que me hace notar lo orgulloso que está de su hijo.

Quisiera que mis padres me miraran así, pero no lo hacen, solo me miran en forma exigente, pidiendo la perfección en mí. Y a quien engaño no soy perfecta el que me guste, él solo lo demuestra más, nunca estarán orgullosos, solo soy su decepción que afrontan día a día.

— ¡Su majestad! —dice alguien a mi espalda haciendo que voltee rápidamente.

— ¡Filarion! Hola he ido no soy... — me interrumpe.

— Para mí sí, te ves hermosa hoy... bueno, siempre lo estás, pero hoy más. —lo noto nervioso.

— ¡Gracias! Y ¿Cómo estás? —preguntó con interés.

— ¡Muy bien! Gracias por preguntar, pero aquí lo importante es saber ¿cómo estás? Digo fue mucho tiempo sin ti... ustedes. —vuelve a estar nervioso tanto que rasca su nuca haciéndome reír.

— Lo siento es que me parece tierno, verte nervioso, espero no te moleste, y bueno referente a tu pregunta, estoy bien, resolvimos el caso antes de tiempo.

— Me da gusto... Mucho gusto de que volvieran tan rápido y bien. —siento sinceridad en sus palabras.

— ¡Gracias!

— ¡Disculpen altezas! —nos interrumpe un señor de mediana edad. —¡Su majestad ha requerido su presencia en el despacho! —me señala para que lo siga.

— ¡Nos vemos luego! —me excusó.

Nos dirigimos al despacho dónde se encuentran mis padres junto con los padres de Darick, el idiota con él.

— ¡Mei qué gusto verte nuevamente! —saluda alegremente el Rey D'arcy.

— Lo mismo digo su Majestad, majestades, alteza. —les digo a todos a la vez que hago las reverencias pertinentes.

— Bueno, sin tantos preámbulos estamos acá reunidos para revisar los detalles de su caso que todo fue un éxito. —nos señala tomar asiento, cosa que hacemos.

— Todos los documentos los tiene Mei. —señala Darick.

— Claro, aquí están. —sacó los documentos y se los entregó al Rey D'arcy.

— Todo está en orden, realizaron un trabajo impecable, chicos. —me mira complacido.

— ¡Eso significa que nuestro trato está en marcha! —todos en la habitación se sorprenden pasando sus miradas de él a mí.

— ¿De qué hablan? ¿Qué trato? – pregunta mi madre con interés.

— Resulta que la señorita Woodenclaw me ofreció un trato muy tentador, que trata sobre que si volvían antes y con resultados satisfactorios yo colocaría una gran cantidad de dinero y seriamos socios, una sociedad que mi hijo seguirá cuando tome el mando, por supuesto la sociedad es basada en terminar los proyectos en Lasare y empezarlos acá en Vutteterra. —señala haciéndome entrega de un cheque en frente de todos.

— Realmente es un placer hacer negocios con usted, además me tomé la libertad de llamar al abogado familiar y mañana tenemos una cita para firmar el acuerdo de sociedad en el cual debes estar presente. —miro a Darick esperando su aceptación.

— Vaya, eso explica por qué te importaba tanto terminar rápido, y si mañana estaremos presentes. —está molesto o mejor dicho sigue molesto.

— Me importaba terminar rápido porque pensaba en el sufrimiento de las chicas, no por el dinero y si piensas eso realmente no sabes ni entiendes nada. —ya me irrito totalmente, solo nos debatimos en miradas.

— Ustedes dos son increíbles, si mi hijo no estuviera comprometido los comprometía a ambos. —dice con burla.

— ¿¡Qué!? Claro que no. —decimos al mismo tiempo, levantándonos de golpe.

— Prefiero morir antes que casarme con esta niña mimada. —me señala con odio.

— ¿Pues qué crees que creo de ti? ¡Es más, te asaría, pero mi madre dijo que no quemara la basura! —Ahora soy yo quien lo mira con odio.

— ¡Mei! ¿Qué supones que haces? —pregunta mi madre muy alterada.

— Ja, ja, ja... no dejenlos de verdad me divierten, son una representación digna de nuestras razas vampiros y hombres lobo, bueno en tu caso híbrida. —acota el Rey D'arcy.

— Bueno, en ese caso nos retiramos. —Ahora es mi padre el que habla tomándome del brazo— Con permiso y disculpen. —Me llevan lejos de todos a un salón dónde cierra las puertas y nos quedamos los tres.

La primera en empezar es mi madre.

— ¿Te has vuelto loca? ¿Cómo le faltas el respeto de esa manera y delante de sus padres? —me encara realmente molesta.

— Mamá... yo realmente lo siento... es que él me saca de mis casillas, no lo soporto, solo quiero golpearlo. —me excuso con ella.

— ¿¡Golpearlo!? ¿¡Te has vuelto loca!? —habla entre dientes.

— ¡No estoy loca, deja de decirme así! Son ustedes los que me alteran, siempre exigen todo de mí, pero no se comportan como padres, solo son reyes exigiendo más y más ¿¡y yo soy la del problema!? —les grito ya harta de su comportamiento.

— ¡No nos hables así somos tus padres! —mi padre interviene.

— Ahora si son mis padres, porque cuando llegué solo eran Reyes y siempre se han comportado así... ¿Dónde estuvieron estos diez años? ¿¡Dónde!? —les gritó nuevamente, logrando que mi madre me abofetee.

Quedó helada, sorprendida, la mejilla me arde y mis ojos pican.

— Lo que hace falta aquí es que te comportes de una vez por todas, te alejas de él y te cases más nada. —vuelve a hablar mi madre.

— Mientras no estabas, te conseguimos esposo, es Filarion, ambos se casarán, su compromiso será el día de tu cumpleaños y mientras tanto deja de actuar sin moral.

Y se van dejándome sola... Destruida y sola, ¿Cómo me caso con alguien si me gusta otra persona? ¿Cómo lucho contra el destino que otros escribieron para mí? Me siento en el sofá más cercano, solo pienso en lo que viene, lo que fue y lo que será.

— ¡Hola! Otra vez. —levantó la mirada y es la persona a la que menos creí ver. —Lamento lo de hace rato, no debí decir esas cosas. —se acerca a mí, yo solo trato de huir de él.

— ¡Ey espera! —me agarra del brazo jalándome hacia él levantando mi rostro. — ¿Qué te pasó? Espera... Mei de verdad... —lo interrumpo antes.

— No importa, déjalo. —solo me safo de su agarre.

— ¿Qué lo dejé? Estás llorando y con la mejilla roja, no me pidas que lo deje. —me abraza fuertemente contra su pecho.

— Te quiero —soy yo quien lo besó de manera tierna, un beso que ambos necesitábamos.

— ¡Voy a tener que abrazarte más seguido! —dice antes para besarme nuevamente, mientras sujeta mi cintura— ¡Ven, vamos! —me guía hacia el otro lado del castillo.

— ¿Es una biblioteca? —pregunto obvia.

— No una sucursal de helados. —juguetea con mi cabello, me jala hacia él tomándome de la cintura— ¿Entonces es un sí? —hace referencia a tener algo a escondidas.

— ¡Sí! Pero debes saber que me van a comprometer con Filarion, me lo acaban de decir. —le explico.

— ¿Qué? —está sorprendido.

— Yo... —no sé qué decirle.

— No importa, nosotros queremos estar juntos, estemos juntos.

— Pero es a escondidas y por más que sea... —trato de decirle que está mal, pero me interrumpe.

— Shh, solo dejemos que nuestros corazones hablen, nena. —sin más me besa de manera tierna, poco a poco va subiendo de tono, volviéndose totalmente pasional, a la vez que acariciaba mi espalda y me sienta en una mesa, abriéndome las piernas metiéndose entre ellas y acariciándolas sobre la tela de mi falda.

— Darick —gimo su nombre mientras baja por mi cuello repartiendo besos.

— ¿Por qué siempre hueles tan bien?

— Orquídeas, fragancia de orquídeas... —digo jadeante.

— ¡Yo también te quiero! Eres lo mejor que me ha pasado en todos estos años. —me acaricia la mejilla— Voy a hacer todo lo posible por resolver eso, quiero que estemos juntos mi niña mimada. —vuelve a besarme. 

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