Capítulo 6 ***
Creo que la regué y por mucho, pero así soy, sin contar que hablar sobre estos temas no me gusta, las banshees son las hadas de la muerte su cara suele ser pálida y tiene los ojos casi ensangrentados, por el dolor y el llanto, uno por cierto muy horrible o si no peor solo gritan anuncian que la muerte está cerca, se supone que solo lo escucha la persona que va a morir, pero la verdad yo también las escucho si estoy cerca de ellas o de esa persona, es su manera de perturbarme hay veces que solo las oigo y otras también las veo.
Lo peor es cuando vienen acompañadas de las sombras, son muertos vivientes que se forman en las tinieblas y drenan la fuerza de los seres vivos. Son tan oscuras que sólo son detectables con una luz muy brillante, el resto del tiempo parecen sombras comunes. Pero yo, las puedo ver como si nada, hay veces que solo me informan de quién va a morir y otras solo están ahí hasta que logran su cometido.
— ¡Lo lamento! —digo tan bajito, pero sé que me escucho a la vez que me acuesto a su lado.
— No, yo lo lamento no debí usarte, como tú dices, soy un idiota, un verdadero y completo idiota. —solo me mira— Entonces sabes cuando van a morir algunas personas, ¿y qué haces? ¿Los ayudas? ¿Los dejas morir? —pregunta con notable interés.
— No puedo interferir lo que va a pasar debe pasar, si cambio algo, ellos se molestan y van contra mí, solo debo verlos y callar, pero es espeluznante y más si nunca sé cuándo va a aparecer, solo que últimamente dejan pistas. —digo dudosa.
— ¿Pistas? ¿Qué clase de pistas?
— Bueno, hace frío, pero solo lo siento yo, además... Bueno, tampoco es como que se ignoren fácilmente. —le mencionó obviamente.
— Claro, entiendo... y también entiendo que es muy tarde, es de madrugada, ya duérmete.
— Mandón —le digo volviendo a mi lugar.
(...)
Ya ha pasado un mes desde que llegamos y la verdad no ha sido nada de lo que pensé nos hemos llevado cada vez mejor entre nosotros, entre risas y juegos se ha portado muy amable, realmente hasta pienso que cambio y si lamenta lo de la apuesta. Pero a la vez no hemos encontrado muchas pistas, lo poco nos ha llevado a avances más o menos favorables.
— ¿Realmente crees que esto funcione? —me pregunta dudoso.
Bueno, resulta que se me ocurrió salir detrás de unas personas que son sospechosas, así que llevamos varias horas siguiéndoles... Sin nada.
— ¡Sí! Y considero que es mejor si nos separamos como ellos se separan. —señaló— Yo sigo con el de gafas, tú con el otro, cualquier cosa me llamas o nos vemos en el hotel para cenar... ve. —le digo con determinación.
— Por favor ten cuidado... Si te pasa algo... —lo interrumpo.
— ¡No va a pasar nada y más si lo pierdes! —señaló hacia el chico que está perdiendo, tengo una buena corazonada, supongo que con ellos avanzaremos bastante.
Solo asiente para irse detrás del chico, yo por mi parte me encargo de seguir a este hasta las afueras de la ciudad, justamente donde están las bodegas con las chicas, solo toca esperar, ver y saber ¿quién está detrás de todo este desastre? Podemos o mejor dicho puedo liberar a las chicas, solo hay 10 hombres cuidando el lugar, pero eso solo los retrasaría, aunque es buena acción. Así que llamó a Darick para que venga.
— ¡Ven a las afueras del sitio, encontré una bodega, liberemos a esas chicas! —y sin más cuelgo.
— ¿Estás loca? ¡Por lo menos me esperaste! —llega todo sudando y oliendo a sangre.
— Luego discutimos ¿Te parece?, mira son 10 tu 5 yo 5 y ya, las sacamos. —le digo sin más.
— ¿Ese es tu grandioso plan? ¿Y las armas? ¿Cuántas armas tienen? – me pregunta más que irritado.
— Está bien... cada uno tiene dos armas como mínimo y en la parte de arriba hay un teléfono al cual subirán para llamar, pero ya lo desconecté, y antes que digas que si entre por supuesto eso nos da ventaja. La única manera de salir es por esta ventana que nosotros usáremos, y también dormí a las chicas para que no vean nada de lo que pasara, ya bastante trauma tienen, solo es entrar y atacar más nada.
— le explico, mientras me mira sorprendido— ¿Qué? ¿Qué esperabas? Te demoraste mucho, solo te esperé por solidaridad.
— Bien, entremos. —dice aceptando su derrota.
Entramos de manera sigilosa, le hago señas para que se vaya por la parte de atrás, mi intención es que se alejen de las chicas, no quiero que tomen a ninguna de rehén, aquí es todo o nada, estamos encerrados con un pequeño grupo de mercenarios sin alma ni corazón que no dudarán en matarnos; nuestra ventaja es que somos inmortales, pero ellas no, si las toman no dudarán en matarlas.
Le hago una llave al primero que veo dejándolo inconsciente por la falta de oxígeno lo oculto y desarmó me adentro de manera ágil encontrando a dos más los cuales eliminó de un solo tiro en la cabeza a cada uno alertando a los demás que se vienen a donde yo estoy con una ráfaga de disparos que me obligan a esconderme detrás de unas cajas que hay en este depósito tan deplorable tratando de disparar contra ellos para que se escondan y poder salir, pero usan ametralladoras logrando que me mueva de mi escondite usando una pared como escudo.
— Piensa, piensa, piensa... Ya sé.
Hago uso de mis poderes de audición para localizarlos, son 3 hombres, ya una vez ubicados, corro con toda mi velocidad hacia ellos desarmándolos logrando lo que quería que me rodearan.
— Al fin das la cara maldita, hija de puta. —menciona el más alto de ellos y enfrente de mí.
— Cuando acabe contigo, yo mismo te usaré como lo que eres solo una basura más. —dice con más odio escupiendo al suelo el que está a mi derecha.
— No mejor, llévasela al jefe ese sí le dará el trato que se merece – dice el que está a mi izquierda mientras que relame los labios.
— O mejor, todos se callan y cooperan entregándome a su jefe. —les menciono ya harta de esta situación.
— La única que se va a callar eres tú con mi... — no lo dejo terminar porque le doy una patada lanzándolo contra la pared más cercana que es a 300 metros, dejándolo noqueado o quizás ¿muerto? La verdad me da igual.
Al que está a mi derecha solo lo golpeo en la quijada mientras se queda mirando hacia la pared donde está el otro, para el cual el tercero aprovecha para apuñalarme por la espalda repetidas veces, haciendo que me moleste, logrando que me le acerque por detrás exponiendo su cuello para beber de su sangre lo suficiente para dejarlo inconsciente pero vivo.
— ¿Ok? Y yo que pensaba que estabas en problemas. —Llega Darick corriendo hacia mi lleno de sangre.
— Estoy bien, vamos atemos a los que estén vivos y nos llevamos a este para interrogarlo. —señalo al que está a mis pies agitadamente. —Apurémonos hay que llamar a la policía para que vengan por las chicas.
Y así hacemos, como un gran equipo.
(...)
— Lo voy a intentar una vez más... Pero cambiaré los términos, tú eliges, nos dices como es toda su red o...-
— O se pueden pudrir ambos, zorra de mierda. —dice a la vez que me escupe en la cara haciendo que Darick lo golpee más fuerte.
— Vuelve a insultarla de la más mínima manera y dejas de existir. —lo amenaza agarrándolo del cuello.
Salimos de la habitación donde lo tenemos atado para dirigirnos a la sala.
— ¿Estás bien? —me pregunta preocupado revisando mi rostro.
— Si no fue nada. —le digo tratando de calmarlo.
— Juro que estoy a punto de matarlo, tenemos dos días en esto y no quiere hablar. —está molesto dando vueltas.
— ¡Tengo un as bajo la manga! Tu tranquilo confía en mí. —le aseguro a la vez que lo alcanzo para luego sujetarlo del rostro— ¡No seas idiota! Je, je, je —y sin más intenta besarme solo que lo esquivo volteando mi rostro volviendo el ambiente incómodo.
— Será mejor que volvamos. — y eso hacemos, volvemos donde Ambiorix así se llama ese sujeto tan despreciable, una vez en la habitación me acerco a él tranquilamente sujetándolo con fuerza de la barbilla.
— A ver pedazo de basura, primero nos contarás sobre la organización, su estructura y todo lo relacionado con ella, luego nos dirás dónde están cada uno de los almacenes con chicas y donde las prostituyen, por último, donde está el verdadero líder de esta organización, ah y le repetirás toda la información a las autoridades. ¿Has entendido? —para eso hago uso de mi control mental para que haga lo que yo quiero.
Así empieza a decirnos donde están las bodegas, cuantas chicas hay, cuantas van a buscar hoy y cuántas van a matar por sus órganos, nos dice cuántas armas tienen quienes son sus inversionistas, resulta que usaban la fachada de la casa vitivinícola para atraer inversores solo que ellos no saben lo que realmente se hace, también nos dice dónde están las pruebas físicas donde podemos encontrar que todo lo que dice es cierto, y sobre todo donde está su jefe lo peor de todo esto es que lo hemos tenido en nuestras narices todo este tiempo es... él.
Quedo realmente sorprendida sin saber qué decir, ¡es él...! ¡Es él!
— Esto es increíble, realmente no tienes nada a cómo asociarte a ser un líder. —digo con notable asombro.
— Se supone que sea así, es mejor, nadie piensa que sea yo y me da libertad de moverme y hacer todo como yo quiera. —dice con simpleza.
Hacemos lo que dije, llamamos a las autoridades para que se encarguen de él, le entregamos todo en bandeja de plata, quedando la nación nuevamente en deuda con sus reyes por protegerlos y agradecidos conmigo por destruir tal organización fantasmal que sólo llevaba a la muerte y desgracias.
Ya caída la noche Darick se encontraba en la sala viendo tele mientras yo estoy aquí en mi habitación terminando papeleo y mis maletas para partir mañana.
— ¿Necesitas ayuda? —me pregunta asustandome haciendo que lance los papeles al aire.
— Por los dioses, ¿estás loco? Me vas a provocar un infarto. —le digo, pero solo se burla— Idiota no te rías. —le digo, pero solo hace que se ría más fuerte contagiándome a mí.
— Lo siento, no estaba en mis planes asustarte, solo que te ves muy chistosa y sin contar que cuando te molestas te ves adorable. —menciona parando de reír.
— Adorable se verá un golpe en tu cara baboso, más bien ayúdame a recoger. —señaló los papeles en el piso, empezando a recogerlos seguido de él.
— Niña mimada.
— Idiota.
— Nena.
— Baboso. —solo nos miramos atentamente el uno al otro y sin más se acerca y me besa apasionadamente, con gusto le correspondo.
— No... no podemos estar juntos, no está bien... Tú. —me separo de él con dificultad y la respiración entrecortada.
— No me digas que no... por favor... Queremos esto – nos señala ambos igual de agitado que yo.
— Tú estás comprometido y dentro de poco yo también, lo siento, pero no podemos olvidar lo que somos... mucho menos nuestras responsabilidades. —me aparto de él con dificultad, sabiendo que lo quiero más de lo que reconozco.
— Mei nosotros... — intenta decirme algo, pero no lo escucho.
— No, nosotros nada... nosotros somos un equipo y nada más, mañana partimos de regreso y seguramente en unos días la fecha de tu boda junto con mi compromiso saldrá a la luz, así que un nosotros... no existe ni tampoco existirá. —le digo con pesar sabiendo que es lo mejor para todos.
— Solo vete... por favor... no hagas esto más difícil— le ruego y sin más sale de mi habitación. Y es que todo este tiempo las bromas, las miradas, las noches hablando confesándole mis más temidos secretos solo han hecho que este cariño crezca más y más alargando lo inevitable, sin poder evitar sentirme vacía y desolada.
La verdad es que quiero ir detrás de él decirle que sí, que estemos juntos aun sabiendo que eso solo sería a escondidas, pues él ya dio su palabra y yo, yo no puedo defraudar a mi familia sin importar que a la que defraude sea a mí, es lo mejor para todos hacer de cuenta que nada paso nada existe ni existirá, además esto podría ser para él un capricho y la única perjudica realmente sería yo.
Al pasar las horas solo doy vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, solo falta media hora para que suene la alarma para irnos, así que solo me levanto, me doy una ducha y me alisto colocándome una falda larga color nude junto con una blusa blanca sin mangas acompañada con un bolso de mano platinado y gafas de sol dejo mi cabello suelto y me coloco unos tacones marrones, ya una vez lista salgo hacia la sala junto con mi maleta y hay está esperándome apenas me ve se levanta observándome de arriba abajo.
— ¿Nos vamos? —le digo solo con la intención de distraer su mirada de mí.
— Sí, vámonos. —y así emprendemos nuestro viaje de regreso a casa.
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Look de Mei.
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