Capítulo 43***
Pov Mei
Salgo de mi despacho como ama y señora de todo, sintiéndome grande, aliviada y en extremo preocupada, ya pasó un año no pasará mucho en lo que vuelva a contactarme, miento si mis planes eran prepararme todo este tiempo porque la verdad estuve ocupada en mi depresión, pero debo pensar rápido y conciso, debo proteger a mi familia, ese es su objetivo y pienso destruirlo ¿cómo? No sé, pero de alguna manera lo haré.
Llego hasta dónde está mi madre, la cual se encuentra a las afueras del salón llorando y me mira entre súplica y rabia.
Ay vamos
— Te exijo que saques a tu padre del calabozo, él no es ningún criminal, solo quiere lo mejor para ti Mei. —Se ve segura de sí misma como cuando yo era niña, lástima que ya no confió en ella.
— Es una lástima que a mí no me defiendas con tanto ímpetu, a mí se me dejas morir, a mí que soy tu hija, mientras a él tu esposo sí lo defiendes a capa y espada. No, se queda, hay por lo menos esta noche, mañana ya veré que hago. —Me doy la vuelta, dejándola sola, entrando nuevamente en el salón. Los jefes de estado imagino están insoportables o por lo menos algunos, en especial Galater, él me odia por lo de sus hijos, además de ser muy apegado a nuestras culturas, unas muy arcaicas
Me siento en el trono bajo la atenta mirada de todos, sintiéndome grande e inalcanzable, siento una corriente de adrenalina por todo mi cuerpo, una que solo me llena de satisfacción, desde aquí es más fácil acabar con todos y cada uno de mis enemigos ya es hora de que paguen por cada crimen.
— Hermana volviste, al fin. —El primero en acercarse es Varkolak, luego le sigue Varuly y las trillizas, al parecer son los únicos de mi familia que sí se alegran.
— Si y no pienso volver a irme, ¿me extrañaron? —Les pregunto con cautela.
— Claro que si la casa ya no era igual sin ti todo se sentía vacío, hermanita. —Me dice Fay una de las trillizas abrazándome seguida de los demás chicos.
— Déjenla, la van a aplastar y ya no va a quedar para mí. —Habla Merialeth, se ve más hermosa que la última vez que la vi, la maternidad le sienta de maravilla, mis hermanos se alejan un poco tristes, pero les prometo tiempo juntos, eso hace que se queden quietos o por lo menos conmigo, ya que se van corriendo seguramente hacer de las suyas, por mi parte apenas nos dejan la abrazo.
— No hay día que no hicieras falta Mei. —Me dice con lágrimas en los ojos.
— Yo también los extrañé montones. —le confieso— ¿Dónde está? Quiero conocerlo.
— Es una niña, se llama Accalia está arriba, ¿vamos? —Asiento siguiéndola por los largos y luminosos pasillos hasta llegar a una de las habitaciones decorada de forma infantil para una niña, en el medio una cuna de oro y seda con una bebé hermosa, pero dormida.
— Realmente es hermosa, se parece a nosotras por lo rubia. —Mencionó riendo por lo bajo para no despertarla.
— Pero con los ojos negros como su padre. —Sonrió mirándola, se nota lo enamorada que está.
— Me da gusto que seas feliz ¿Cómo va todo con tu padre? —pregunto cautelosa.
— Está adaptándose, ya sabes como es. —Suspira negando, la entiendo, nuestros padres son parecidos.
— Mejor bajemos, después de todo hay que hacer acto de presencia. —Le digo lo obvio.
Como le dije bajamos haciendo acto de presencia, al principio la mayoría están tensos, pero se les va pasando mientras pasa el tiempo, como la mayoría se la pasan es pendiente de su dinero y mientras no pase nada con él no les importa nada más.
Pasan las horas casi hasta el amanecer gracias a los Dioses se van yendo, les ordenó a las chicas del personal dejar eso así listo para mañana, total hay comida de sobra, ellas agradecen contentas, por mi parte voy hasta los calabozos encontrándome con mi padre está acostado despierto.
— ¿Hasta qué la princesa vino? —me dice notablemente molesto, miro y hay tres guardias custodiando su puerta y otros tres vienen conmigo.
— ¿Por qué?, ¿acaso no soy tu hija? —le pregunto tratando de hacer a un lado mis emociones.
— ¿Es lo mejor que tienes para decir? Tú, mi propia hija, ¿un golpe de estado Mei? ¿Es en serio? —pregunta entre burlón y colérico.
— Si muy en serio, tan en serio como tus otros seis meses mientras haces una fiesta... pero eso no responde mi pregunta.
— Era lo mejor, allá estabas segura, aquí no, aquí solo corres peligro, el Imperio debe seguir, tú eres la única Heredera. —Se sienta a mirarme por primera vez.
— Lo único que pedí de ti fue que fueras un padre, no un rey como lo has sido siempre... ¡Sáquenlo! —Les pido y abren las rejas dejando libre, él se levanta y sale mirándome fijamente.
— ¿Y ahora qué? —Me pregunta y la verdad no sé, pero no se lo haré saber.
— Ahora irás con mi madre y la calmaras, luego partiremos junto con Volkodlak al consejo, pero entre nosotros las cosas siguen igual. —Trata de tocarme, pero me alejo.
— No te atrevas. —Le digo con los dientes apretados— No te atrevas hacerte el que me quieres cuando tú perfectamente sabes que no es así.
Me voy dejándolo solo y con la palabra en la boca no me interesa sus excusas baratas, qué sí para protegerme, qué sí bienestar, qué por el reino ¿Cuándo por mí? ¿Cuándo? Solo le importa el reino y lo entiendo, claro que lo entiendo, en mí cae la responsabilidad, pero solo pido un padre, uno amoroso, qué me escuche, me apoye, qué crea en mí, no él, qué permitió, qué delante de cinco hombres me realizaran una prueba de castidad, sí es mi culpa yo la rompí, pero por lo menos esperaba su apoyo, que me dejara hablar, pero no él solo me señaló como una más como si fuera algo y no alguien... Su hija.
Estoy en mi habitación, todo parece intacto, todo menos el chico que está sentado en mi cama esperándome, sonrió al verlo.
— Hasta qué su majestad aparece. —Se levanta y yo aprovecho para poner seguro en la puerta mirándolo con una sonrisa.
— Que bueno que estás aquí... pensé que te habías ido es tarde. — le digo mientras paso a quitarme las joyas, todo bajo su atenta mirada.
— Tengo un pequeño problema aquí —señala su entrepierna, haciéndome sonreír— verás como los vampiros no duermen, supuse que sería buena idea desvelar aún más a mi querida novia, ¿la conoces? Es una rubia, pecosa, hermosa, de ojos violeta, y me trae loco.
— Je, je, je de veras que tú eres único... pero me encanta. —Me levanto dejando caer mi vestido a mis pies, mostrándome en ropa interior ante él, veo cómo sus ojos brillan de deseo, uno que yo también poseo. Se me acerca en silencio pasando sus dedos lentamente sobre mi brazo logrando que cierre mis ojos mientras gimo.
— Darick... —Le digo en apenas un susurro audible.
Me tomó de la cintura atrayéndome hacia él, me besa de manera tierna mientras nos dirigimos a la cama donde me coloca con cuidado, baja a mi cuello repartiendo besos cálidos haciéndome suspirar, es cuidadoso como si temiera a romperme, me encanta, su toque son caricias al alma y sus besos el límite de mi cordura. Poco a poco su ropa queda en el piso dejándome apreciar su cuerpo sobre el mío, un jadeo de asombro sale de mis labios por sus cicatrices, unas que antes no estaban.
— Son de cuando te fuiste. —une su frente con la mía— Sin ti no me hallaba y la única manera de distraer mi dolor era entrenando.
— ¿Entrenando cómo? —Le pregunto dudosa, no queriendo incomodarlo, él se sienta y besa mis nudillos.
— Peleas callejeras. —Noto como baja la mirada apenado— Drogas y alcohol. —Su confesión me sorprende, jamás imaginé que hiciera eso, si es cierto que lo he visto tomando y es muchas ocasiones que se moleste de nada— ¿Estás decepcionada verdad? —me pregunta al ver mi silencio.
— No, solo me sorprende... yo... —suspiro— Yo no soy santa, yo he matado personas Darick lo sabes, tú has estado allí, me has apoyado en cada momento y lo agradezco, me amas por ser cómo soy a pesar de todo, yo también te amo y eso no cambia nada de lo que siento por ti, si te peleaste o drogaste no soy nadie para juzgarte... yo te amo, te sigo amando igual. —Me siento sobre él a horcajadas.
— Yo también te amo nena... mi niña caprichosa. —Ahora soy yo quien lo besa tiernamente como hace rato, lo empujo hasta que cae en mi cama, él acaricia mi espalda mientras desabrocha mi brasier, dejando a su vista mis senos, unos que no duda en tomar con su boca volteandome para quedar debajo de él, suelta uno para arremeter contra el otro logrando estremecer cada parte de mí.
Baja dejando beso tras beso por mi abdomen hasta llegar al borde de mi panti, bajándola con cuidado a la par que deja besos en mis piernas, se detiene mirándome como si se tratara de una presa y él mi cazador, abre mis piernas y se mete dentro de ellas lamiendo y mordiendo, logrando robarme jadeos y gemidos que callo con mi mano.
Siento como mi cuerpo tiembla bajo el suyo, arqueando mi espalda, él deja su gran tarea entre mis piernas para subir, repartiendo besos en mi abdomen nuevamente hasta llegar a mi cuello.
— Prefiero la muerte antes de estar sin ti, te has vuelto mi mundo y mi perdición. —mientras habla va besando mi cuello logrando estremecerme aún más— ¿Estás ansiosa? — Asiento con la boca seca.
Toma mis labios para introducirse lentamente dentro de mí logrando que me aferre a su ancha espalda mientras en sus labios ahoga mis gemidos, sus empujes son lentos y tortuosos haciéndome sentir en el aire, él sube una de mis piernas su cadera mientras se impulsa con mayor fuerza y es que su juego de salir y entrar lento, pero certero me está llevando al borde de la locura, él gruñe mientras yo jadeo lo más bajo que podemos para que no nos escuchen.
Poco a poco va subiendo de intensidad hasta que siento un sabor metálico en mi boca, lo reconozco como el sabor de la sangre debido a que muerdo mis labios para no gritar, veo en su mirada que la ha olido y gruñe mordiendo sus labios en muestra de deseo, sé que la quiere, la desea después de todo es un vampiro.
En eso sube aún más la intensidad de sus embistes, logrando llevarme al éxtasis mayor, liberándome en una tormenta de sensaciones al llegar al clímax tan anhelado, noto como se tensan sus músculos bajo mis manos y entierra su cara en mi cuello dejándose llevar también, siento como su líquido caliente llena mi ser y jadeo por la sensación abrumadora, se queda quieto con la respiración agitada mientras mi corazón no deja de bombear fuertemente contra mi cavidad torácica.
— Mierda Mei... —Siento como está tenso encima de mí, lo cual me extraña, nunca hace eso.
— ¿Estás bien? —Niega a la vez que se sienta alejado de mí, cuando intento acercarme me pide alejarme.
— Tu sangre, Mei... tengo sed. —Me mira y tiene los ojos rojos y respira agitado, lejos de asustarme me acerco a él cautelosamente, tomando su cara en mis manos asintiendo.
— Está bien amor, si quieres tómala no me molesta. —Veo como duda, pero al final niega, tiene miedo, lo veo en sus ojos y lo entiendo, cuando uno tiene sed es muy difícil contenerse y más cuando es de un receptor como en mi caso, si fuera una bolsa de sangre seria con mayor facilidad, pero al ser una persona la sed para cuando la desangras, ya me paso y me quedé en shock un rato por matar a alguien de esa manera.
—Yo confió en ti, anda ven. —Le ínsito, pero como veo que sigue sin ceder decido sentarme en sus piernas, no sé muy bien que hacer o cómo actuar, nunca he hecho esto, pero se ve que necesita un poco de sangre, también como sé que no me lastimaría jamás.
Duda, pero al final su sed es mayor y hace mi cabello a un lado oliéndome logrando erizar mi piel desnuda, suspiro por lo que me hace sentir, él aprovecha para encajar sus dientes en mi cuello, lastimándome, me tenso por el dolor nada placentero siento como succiona mi sangre y no es nada grato solo que trato de no decirle nada, sé que también le cuenta hacer esto conmigo.
De repente él me suelta y me coloca en la cama acostada, subiendo sobre mí mostrándome sus colmillos, abre mis piernas y se introduce dentro de ellas en una sola estocada, logrando que arquee mi espalda y jadeé por la sorpresa, él vuelve a tomar mi cuello, pero esta vez no es doloroso si no placentero mientras mueve sus caderas de forma rápida y atrapa mis manos arriba de mi cabeza, mientras succiona mi sangre siento como rápidamente llegamos al clímax terminamos jadeantes, lentamente suelta mis manos y lame mi cuello, une nuestras frentes y sonríe.
— ¿No te han dicho que eres grandiosa? —Deja un pequeño beso en mis labios acostándose a mi lado, por inercia me toco el lugar donde estaba tomando de mi sangre y me sorprendo al no notar ninguna herida.
— Tranquila, ya me encargué de no dejarte marcas cielo, ¿te lastimé? —niego un poco ida y mareada.
Me agarra de la cintura y me voltea contra su pecho mientras me acaricia el cabello y deja besos en mi hombro suspiró mientras siento como me dejo llevar por el cansancio y me quedo dormida.
Al despertar noto su brazo en mi cintura, sonrío al sentirlo cerca de mí.
— ¿Mi bella durmiente se despertó? —sonrío volteandome para encontrarme con esos ojos azules que tanto me encantan.
— Me encantan tus ojos, tu sonrisa, tus besos... —me muerdo el labio un poco— Tus caricias. —Nos besamos hasta que decidimos salir de la cama a bañarnos juntos entre risas al salir, veo como se coloca el mismo traje de anoche, yo me coloco un conjunto de tres piezas blanco, contra de un pantalón corte recto, un crop top con escote profundo en V y el blazer de botones dorados.
— Te ves hermosa. —Me dice apenas término de colocarme el blazer, empezando él a peinarme, mientras yo empiezo a maquillarme como siempre simple, sin tanta demora, solo que cuando me voy a colocar el labial él me detiene para colocármelo él mismo.
— Estás muy atento hoy. —Sonrío apenas termina con su tarea.
— Solo te extrañé. —Sube los hombros restándole importancia.
— Vamos, usa los pasajes secretos del palacio para salir, nos vemos en la junta. —lo beso y le indico como salir, esos pasajes se usan en caso de emergencia, tienen varias salidas, una al medio del bosque, otra a las caballerizas, otra las que él usa da hacia las afueras del pueblo, otra hacia un búnker de seguridad subterráneo diseñado para resguardarnos por meses y el último solo te ayuda a vagar por el castillo sin ser visto, ese es el que usó con frecuencia o por lo menos cuando estaba acá.
Bajo al comedor encontrándome con todos, mi madre y padre solo guardan silencio, apenas me siento, mis hermanos menores, por otro lado, corren hacia mí antes de que me siente felices de verme, quedamos en una tarde de pelis, al sentarme noto como Volko está tenso y Merialeth callada eso no es normal ella es como yo, parlanchina por así decirlo.
Comemos tranquilos hasta que doy la orden de levantar los platos, porque sí, cuando la Reina en mi caso o el Rey en caso de los demás herederos terminamos de comer o deseamos terminar con la comida, damos una señal para que los levanten, por eso me percate que los más pequeños comieran todo antes de darla.
Apenas se los llevan mando a mis hermanos menores a sus clases, les digo a mi padre y hermano que se adelanten a la reunión, ya qué necesito hablar con Mery antes de irme, cuando veo que se van noto que mi hermano y ella no se despiden, sino que simplemente se va, noto como mi madre está triste y se va sin mirarme supongo que también debo hablar con ella, pero será después por ahora no creo que sea lo mejor.
Al quedar solas, Mery y yo la dirijo a mi despacho dónde hago que tome asiento para interrogarla.
— ¿Puedo saber qué pasa entre ustedes? Digo ayer estabas muy feliz y hoy ya no, sé que me estoy metiendo dónde no debo, pero me importas y quiero que esté bien.
— Está tenso por lo que está pasando, no está de acuerdo en la manera que tomaste el poder sumándole que se siente impotente por no poder ayudarte más todo este tiempo. —suspira agotada— Es difícil con la bebé, siento que todo se le sale de las manos y yo estoy cansada casi todo el tiempo, no tenemos tiempo para nosotros.
Se nota cansada además de triste y preocupada, sinceramente no sé cómo ayudarla a hablar con mi hermano, quizás no sea buena idea, pero primero debo resolver la reunión del consejo, así puedo deliberar a mi hermano de muchas de sus cargas.
— Prometo ayudarte, pero tranquila, yo no le digo nada él. —La abrazó en forma de confort y me despido tomando mi coche para ir a la reunión del consejo, será en la oficina, llego justo con Darick que también sale de su auto junto con sus guardaespaldas, los míos siempre son más discretos, pero a él le gusta llamar la atención.
Entramos y todos se nos quedan viendo, coloco mi mejor cara de póker.
— Bien señores, empecemos. —Les menciono para tomar asiento con Darick a mi espalda.
— Empecemos con tu famoso "Golpe de estado" ¿qué te parece? —Esta vez habla Oceánico como presidente del Consejo.
— Bien, ¿Qué quieren saber? Porque si va con la entrega del poder de mi parte eso no va a suceder, de hecho, me gustaría una fecha para la toma de poder como es debido, ya es hora de un retiro, ¿no creen? —Les pregunto de forma irónica.
— Dentro de un mes te paso el poder Mei, pero deja esa actitud de hielo. —Habla mi padre, lo miró sin una pizca de interés.
— ¿Le vas a ceder el poder así nada más? —pregunta Oleander mi tío.
— Sí, es su derecho. —No me mira y eso me molesta más.
— Bien, si no hay más nada, pienso que eso sería todo, ¿no? —Les digo esperando sus reacciones.
— De hecho, sí, se entregan los informes de gobierno. —habla D'arcy a lo que asiento escuchando atentamente cada uno de los informes, al parecer todo sigue en orden con ganancias exorbitantes.
— Bien, ¿y nosotros? ¿Cómo va el reino? —preguntó con interés, ya que si es cierto, todos ganamos con las ganancias de todos, pero para nadie es un secreto que ahora estamos en desventaja por el robo del oro.
— Ya hemos recuperado en su totalidad el oro que se perdió en el robo y un 20% más. —Habla mi hermano, realizo cuentas mentalmente y...
Eso no es nada, ya entiendo su estrés.
— Tenemos un total de mil doscientos lingotes de oro. —hablo pensativamente mientras mi hermano revisa y asiente. —Eso nos coloca en desventaja, esa debería ser nuestra ganancia, no nuestro aval.
— Los mineros están enfermos Mei, la mayoría tienen infecciones respiratorias cada nada, es un riesgo, ellos lo saben además de que cubrimos sus gastos, pero de igual manera no cuenta, el proceso es lento y preciso. —Entiendo perfectamente lo que dice, lo que no me parece es estar en desventaja con todos, somos un blanco fácil.
— ¿Y con plata, cobre y diamantes? Estos también son importantes cuando me fui, estaba en orden.
— Y sigue así, lo único tambaleante es el oro. —Es una conversación entre mi hermano y yo, los demás solo observan callados.
— Entonces... hagamos trueque, tenemos de más de algunos minerales cámbiemelos por oro, eso nos ayudará, contrata nuevo personal en las minerías y... —me interrumpe.
— Ya empecé con eso, pero no es fácil, lleva su tiempo. —asiento dándole la razón.
— ¿Y los demás negocios cómo van? —preguntó con interés, sería demasiado que también fueran mal.
— Viento en popa* —asiento con tranquilidad.
Ya que vamos a hacer hoy.
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Viento en popa: Expresión usada para decir que todo va bien, ya sea un negocio o una situación en específico.
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