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Capítulo 41***

Pov Mei

Vamos en silencio, mi padre realmente me ha sorprendido, no dijo nada después de salir ni siquiera muestra emoción alguna, decido dejar todo de lado y le preguntó.

— ¿A dónde vamos? —pero solo me ignora, por otro lado, Sergrey conduce y me mira con pena— ¿padre? —nada no dice nada.

Llegamos ya varias horas hasta que llegamos a un palacio retirado a la frontera del Reino, es el que usamos en invierno, uno que empezará en menos de un mes.

— Te quedarás aquí hasta mañana te enviaré a Colombia un tiempo, luego partirás y te mantendrás oculta en el reino Mitia hasta que yo decida. —lo miro sin entender nada totalmente impactada mientras veo como suben mis cosas o mejor dicho algunas.

— No puedes hacer eso —susurró impactada— ¡No puedes hacer eso! —le grito sin importar las consecuencias que es una bofetada por mi insolencia.

— Soy tu Rey, puedo hacer eso y más. —sentencia mirándome con advertencia, dejándome desarmada ¿Qué puedo decir contra eso? Pues nada.

— ¿Por qué? ¿Por qué me apartas de todos? Otra vez. —le pregunto dolida reprimiendo mis ganas de llorar.

— Es mejor así Mei... es por tu bien, Sergrey y las chicas te cuidarán, mañana parten temprano a Colombia. —Me dice como si fuera un témpano de hielo.

— Te odio —mis palabras lo toman con sorpresa— ¡¡No sabes cuanto te odio!! —le gritó fuera de sí— ¡¡No solo me apartaste de todos a los cinco años... No sabes nada de mí, también vienes y me apartas de los que quiero y me importan, solo piensas en ti en tu maldito reino, yo nunca he querido esto, no quiero gobernar quiero ser libre, decidir por mí!! —lo señalo con el dedo— Tú solo te has encargado de hacer todo a tu voluntad ¡¡Todo!!

Y no mentía él se ha encargado de ser un verdugo más, pero la diferencia es que ahora si me duele él es mi padre dice amarme y me lastima una y otra vez, intenta tomar mi mano, pero me apartó bruscamente y me adentro en el palacio, recuerdos vagos llegan a mi mente de mí y Volkodlak haciendo competencia por subir las escaleras mismas que recorro nuevamente, pero ahora no con risas, sino con lágrimas en mis ojos, me adentro en la primera habitación que veo y noto que en realidad es el despacho de padre o mejor dicho mi Rey ¿eso es lo que soy para él? ¿Su heredera nada más? Pensé que me amaba, hasta me llegué a sentir mal por cómo le hable en la mañana, pensé que por eso era su silencio y ¿Por qué mi madre no hace nada? ¿Dónde está?, ¿sabe que estoy aquí? Por supuesto que lo sabe es su Reina ¿Cómo no saberlo?

Me desplomo en el sillón, no sin antes cerrar con seguro y verificar que nadie sepa dónde estoy, trato de no hacer ningún tipo de ruido, necesito estar sola, otra vez sola con mi soledad, una fiel compañera que durante años ha estado ahí presente en cada cosa que me ha pasado.

Poco a poco aprecio como la noche baña cada rincón del lugar, me da hambre, así que salgo encontrando todo oscuro y silencioso, justo como ahora me siento, este palacio es cálido, pero la soledad es fría, una que se cuela en mis huesos logrando que frote mis manos sonriendo al tocar mi anillo recordando como se me arrodillo para decir lo que significó para él, un él que no volveré a ver y que extraño a pesar de hace poco estar juntos.

— Que bueno que te encuentro. —Dice a mi espalda esa voz conocida, asiento en silencio, la luz de la luna se cuela por el gran ventanal, dejándome apreciar sus facciones preocupadas— Te estaba buscando para cenar, sé que quizás no tengas hambre, pero es importante que comas... —lo interrumpo.

— Porque soy la heredera al trono, ya lo sé. —Trato de pasar a su lado, pero me detiene del brazo girándose para abrazarme, un abrazo que no correspondo.

— Sé que no debo tocarte, pero creo que lo necesitas, no estás sola —niego— no, no lo estás, sé que no lo parece, pero es la verdad, hay muchas personas que te quieren y deseamos que estés bien. —Me dice a la par que deja caricias en mi cabello.

— Ya no quiero esto —lo miro a los ojos— ¿Por qué me dejó aquí? Yo no hice nada, si sabes algo dímelo. —Le suplico con la mirada.

— Él solo dijo que te cuidara. —Miente lo sé.

— Mentiroso —lo empujo lejos de mí— Tú sabes por qué estoy aquí, así que te exijo que me digas por qué. —Lo reto con la mirada.

— Está bien... lo amenazaron con matar a todos si no te alejaba, quieren que los odies a todos Mie. — ¿Amenaza?

— ¿Fue él verdad? ¿Fue ese tipo? Pero él dijo que se quedaría tranquilo un año. —me desespera.

— No lo sé, tu padre solo me dio órdenes de no dejarte sola nunca, tiene miedo de que te maten Mei, está asustado tanto que prefiere que lo odies a que te pase algo.

Me siento mal por las palabras tan crueles que le dije, él solo quiere cuidarme y yo lo traté mal.

— Déjame llamarlo, necesito, necesito disculparme... por favor. —se asombra cuando le pido eso, la realiza, nunca pide, solo ordena, asiente.

Veo como saca su teléfono y marca, habla con mi padre y luego me lo pasa, nerviosa recibo el teléfono.

— Papá... lo siento, yo no sabía, pero es que tú no me dices nada ¿Por qué no hablas conmigo de lo que pasa?

No necesitas saber nada, solo mantenerte con vida. —me dice dejándome sin palabras, otra vez está seco.

— ¿Lo dices porque soy tu hija o por ser tu heredera? —Le pregunto con un nudo él la garganta.

Es lo mismo Mei tú eres las dos cosas, yo te necesito viva si no este Imperio y todo lo que se ha construido por siglos caerá, ¿quieres eso?

— No, no lo quiero. —Me sincero si el Imperio cae mi familia también.

Entonces déjate de niñerías y empieza a comportarte como lo que eres, la Reina del Imperio Lasare te dejaré afuera un año, medita las cosas Mei. —Cuelga, le devuelvo el teléfono a Sergrey en silencio, bajo las escaleras para ir al comedor.

Un año, un año, dejar todo un año, dejar mi familia, mi novio, mis amigas y mi sobrino que todavía nadie sabe que viene, el hijo de Dally y Oss yo quería verlo cuando naciera, ahora no puedo, quería ir de viaje por Europa con Darick, quería hacer el amor con él, que me dijera te amo y yo responder que igual lo amo.

Me sirven la comida y como en silencio mi compañera los próximos meses, al terminar me voy a mi habitación, me baño y duermo un rato. Al día siguiente como se ordenó me voy a Colombia, el viaje es corto, después de todo usamos portales mágicos, Sergrey me lleva a una casa en Bogotá, supongo propiedad de mi familia, en fin no me importa en mi jaula de oro que pensándola bien toda mi vida he estado en una solo por ser Heredera, tantos sacrificios tantas cosas para un solo fin el bienestar de la corona.

Sergrey se nota incómodo, pero no dice nada, al final, solo se va afuera a una de las habitaciones que hay para todo el personal, me encierro en mi habitación, ni siquiera hay televisión, ni tengo teléfono, solo hay algunos libros que en estos momentos no me interesa leer.

Tocan a mi puerta al abrir es Sergrey que con una sonrisa me extiende un aperitivo el cual declinó y le pido que me deje sola, no creo que su cercanía sea buena en estos momentos.

25 de diciembre

Hoy es el cumpleaños de Darick, me duele no estar allí con él, ¿cómo estará? ¿Cómo están todos? Los extraño, leer ya no me llama la atención ni siquiera salgo de la habitación entre tantas navidades, esta no me resulta extraña, ya estoy acostumbrada a estar sola aunque abajo está Sergrey con las chicas, somos cinco, ninguno tiene nada que celebrar todos estamos igual deprimidos unos más que otros añorando estar con sus familiares, pero no se puede.

— ¿No vas a bajar? —Niego.

— ¿Qué caso tiene? —miro por la ventana los fuegos artificiales, a Colombia le gusta celebrar— No hay nada que celebrar.

— Con permiso. —se va, es mejor, así no quiero seguir fingiendo que ese hombre, poco a poco me está destruyendo.

Tres meses.

Ya he leído la mitad de la biblioteca que hay aquí, no sé nada de ninguno, no sé me permite salir ni hablar con nadie, solo duermo, como, leo y existo trato de que los días sean diferentes, pero en cuatro paredes no es fácil no perder la cordura, lo único que me mantiene en pie son los libros y la cocina una donde me meto hacer postres que todos adoran, Sergrey por su lado extraña a su hija, me siento culpable por mí no la puede ver.

— ¿En qué piensas? — me pregunta mientras veo por la ventana.

— A tu hija debes extrañarla, ¿no la puedes traer? —pregunto, aunque ya sé la respuesta.

— Sabes que no. —lo miro con pena y callo antes de decir tonterías.

Seis meses

Ya leí toda la biblioteca, ahora sólo miro el techo, ya los postres no me interesan, ya no quiero leer más ese mundo de fantasía donde podía salir de aquí, ya no me llama la atención, para estas alturas, ya Dally debe de haber dado a luz a su bebé ¿Qué habrá sido? ¿Qué será el bebé de mi hermano? ¿Cómo estará él? Ya no aguanto esta situación, a todos nos afecta, pero por lo menos ellos salen, yo no lo tengo permitido.

Nueve meses

Ya estoy harta, ya no aguanto este encierro sin saber de nadie, solo viendo la pared, es una falta de respeto, ni siquiera puedo salir al patio según que para que nadie me vea, no pueden saber que estoy aquí "por seguridad"

— Sergrey déjame hacer una llamada. —Le digo entrando en su habitación sin tocar, si así de íntimos nos hemos vuelto todos estos meses, ya no nos vemos con títulos o como sea que hay que verse, solo somos personas en una prisión.

— Sabes que no puede hacer eso, además me lo tienen monitoreado Mei. —tuerzo mis labios y enredo mis brazos como niña pequeña, me acuesto en su cama, él estaba ahí viendo, no sé qué en su teléfono— Deja el berrinche niña que no te queda.

— Un día de estos me voy a ir y nadie sabrá de mí. —le confieso mis planes.

— Sí, haces eso, te estás sirviendo en bandeja de plata, además de que tu padre posiblemente me mataría, ¿me quieres muerto?, ¿quieres muertas a las chicas? —Y ahí está la razón por la que justamente tengo las manos atadas, sus vidas el grandioso padre que tengo me amenazó con matarlos si me iba.

— Solo serán unos minutos, llamaré a mi hermano. —lo miro suplicante— Lo pongo en altavoz. —Me mira dudoso.

— Y las consecuencias, no sabemos el precio de esa llamada Mei. —Me levanto molesta, pero no con él, me retiro hacia mi habitación.

Rayos, él tiene razón, esa llamada puede ser muy cara.

Un Año

Todos están a la expectativa de volver, todos esperan la llamada de mi padre menos yo, si lo veo lo más probable es que intente algo contra él... la verdad ya tengo algo en mente. Todos guardan silencio y hasta contienen su respiración cuando el teléfono suena, Sergrey contesta rápidamente, pero su mirada no dice nada bueno, cuelga el teléfono y niega molesto, aprieta tanto los puños que creo romperá su teléfono en cualquier momento.

— ¿Qué dijo? —Pregunta Mary, una de las chicas que está con nosotros, me mira con pena y niega, me levanto molesta.

— Dijo que te quedaras otros seis meses. —Ahora soy yo la que no tiene aliento, ¿seis meses? ¿Está loco? — Y no, no dijo por qué, solo dio la orden de que te quedaras aquí seis meses más, ustedes se van vienen otras chicas —señala a las chicas que se debaten entre la pena y la felicidad, no las culpo.

— Preparen sus cosas, váyanse. —Les digo subiendo a mi habitación, esperaré hasta que se vayan y luego sabrán quién soy.

Pasan unas horas y veo cómo se van en un auto me he negado a salir, pero la verdad es que solo los quiero despistar, Sergrey ya se fue a dormir, hay más seguridad creo que intuye lo que haré, pero nada me detendrá ya no salgo a escondidos camuflándose en la oscuridad, quito la alarma de la puerta y salgo no sin antes haber pasado por la habitación de Sergrey y dejar una nota pidiéndole disculpas asegurándose que su hija y él estarán bien, bueno omití la parte en la que si todo sale bien puedo asegurar eso del resto no sé qué pase.

Me escabullo entre los coches y poco a poco me distancio de la casa, veo en un periódico que están festejando en el palacio Lasare, ni siquiera termino de leer cuanto lo rompo en mil pedazos.

— Debe ser una puta broma, me deja encerrada un año y ahora se le antoja que me quede más tiempo solo para hacer una fiesta. —me hierve la sangre— Ahora sí sabrán quién es Mei Woodenclaw.

Abro un portal y me dirijo directamente a mi habitación, por suerte no hay nadie reviso y está con seguro menos mal, ya me bañé en tiempo récord, me alisto con un vestido dorado pegado a mi cuerpo sin una manga y con apertura en mi pierna derecha, dejó mi cabello suelto y liso, con mi típico maquillaje, mis labios los combino con un rosa pálido sencillo y única como me gusta de joyas solo un collar y zarcillos de diamantes.

Abro otro portal donde salgo justamente a la entrada del palacio sorprendiendo a los guardias, que dudan y unos sostienen sus armas contra mí, otros solo no saben qué hacer.

— ¡Bájenlas! —los miró con determinación. — Si quieren formar parte de mi reinado les conviene estar de mi lado, así que solo tienen tres segundos para decidir en qué lado están— Veo como dudan, pero al final las bajan— Bien, ya que están aquí pasen la noticia, la nueva Reina llegó —se miran entre ellos confusos, volteo mis ojos cansada de explicar— Es un golpe de estado y el que no esté de mi lado se puede ir a morir a otro lado ¿quieren enfrentarme? Aquí estoy, pero si saben lo que les conviene saben de qué lado estar. —Veo como bajan la cabeza y se inclinan dándome a entender que seguirán mis órdenes.

— Cierren todo, nadie entra, nadie sale, los quiero en las salidas custodiando todo, pásenle la información al resto de sus compañeros, en unos minutos empezará la fiesta, señora ¡¡A celebrar!! —hasta yo misma me sorprendo de mis palabras.

— Como ordene Su Majestad. —dicen a la par dejándome complacida, veo cómo se dispersan y espero a que estén ubicados cuando me dan la señal entró retumbando las puertas sorprendiendo a todos, la música se detiene al igual que las parejas que bailan, yo solo miro a mi padre son una sonrisa arrogante me dirijo a paso firme hasta donde están sentados todos en sus tronos y yo, yo pudriéndome en una maldita casa de Colombia como si fuera semejante abominación.

— ¿Qué crees que haces? —Se levanta molesto de su trono, mi madre está sorprendida y como siempre sin palabras.

— ¡¡Guardias!! —entran a mi llamado— Llévenselo al calabozo, déjenlo un año —lo miró desafiante— Es un traidor. —Veo cómo ellos se acercan acatando mi orden, pero mi padre desenfunda su espada contra ellos, si siempre hay que estar armados.

— ¿Qué piensas qué haces Mei? ¿Te has vuelto loca? —pregunta mi madre, solo la miro con odio.

— ¿Ahora si tienes voz? —la cuestiono, ella solo baja la cabeza.

— Llévenselo. —Lo desarmó con mis poderes, ellos aprovechan para esposarlo y llevárselo a rastras del lugar directo al calabozo donde quiero, me volteo a ver a todos están sorprendidos, nadie dice nada ni parpadean.

— Primero que nada, muy buenas noches —sonrió— Y para los que no han entendido esto es un golpe de estado, así que invito cordialmente a todos los jefes de estado a reunirse conmigo en mi despacho y —volteo mirando a mi hermano— tú también vienes, sigan con la fiesta después de todo es una celebración.

Como digo los Reyes y sus hijos me siguen molestos hasta mi despacho donde padres e hijos me miran interrogantes a la espera de sus reclamos que no llegan, sinceramente me sorprende un poco.

— ¿Y bien? Dinos con qué nos sorprenderás ahora. —El primero en hablar es el Rey D'arcy, aunque no descifro si está molesto o no.

— Solo para informarles que ahora el poder es mío, disculpen la manera de informales Majestades —los miro a todos— pero como sabrán, la ira de una mujer es la ira de lucifer. —Sonrió de medio lado.

— Mei eso no es así de fácil, no puedes llegar solamente y dejar a nuestro padre preso como si no fuera nada. —Interviene Volkodlak.

— ¿Padre? Yo no tengo padre, solo un Rey que gobierna y muy mal de hecho. —Lo miro sobre mi hombro con todo mi desprecio.

— Él tiene razón Mei tú no puedes tomar el poder. —Me dice su Majestad Galater, mientras siento con elegancia, mirándolo con indiferencia.

— ¿Y me va a pegar otra vez para detenerme? —lo reto— Ya me cansaron, quien esté de acuerdo que se quede el que no se puede ir. —Noto como Galater se quiere ir— Pero, directo al calabozo a acompañar a mi padre. —sonrió mirándolo con diversión.

— ¡¡Eres una insolente!! —Me grita, pero Filarion lo detiene cuando se me quiere venir encima.

— No te atrevas hacer nada. —Interviene Darick mientras a todos los miro con diversión.

— Ya basta, Mei libera a nuestro padre. —Suspiro ¿Por qué nadie me entiende? ¿Qué tan difícil es entender a una mujer?

— ¿Qué parte de que se queda ahí no entendiste? —lo miro— a ver te explico un golpe de estado, es justamente eso quitar el poder y tomarlo, además deberían estar agradecidos —los miro a todos asintiendo— no estoy haciendo una masacre bien pude entrar y matarlos, tiene una seguridad pésima eh, con razón nos robaron en nuestras narices, eso será lo primero reforzar todo otra vez, aunque pensándolo bien tampoco es tan deficiente yo me sé todas las contraseñas, después de todo lo cree yo.

— Sé que estás molesta, pero no es la manera... hermana, por favor recapacita. —Respiro cerrando los ojos tratando de no matarlo porque para su suerte me importa.

— Te voy a encerrar en un cuarto un año sin comunicación, lejos de todos, luego te llamaré y te digo que te dejo seis meses más, ¿te parece razonable? —Se miran entre ellos mientras busco en los cajones encuentro mi teléfono y le marcó a Sergrey el cual contesta enseguida.

— ¿Dónde mierda estás?, ¿estás loca? —me grita alegrándome el momento.

— Tomen él portal que les acabo de abrir, entra en mi despacho, te necesito aquí. —Le digo y cuelgo, todos miran expectantes, lleva muy poco tiempo para qué entre por la puerta molesto y sin importarle nada los demás me grita.

— ¡¡Te vas a medianoche dejando una nota!! ¿Te has vuelto loca? —Lo miro divertida, ahí está la razón por la que no me volví loca todo este tiempo.

— Yo nací loca —admito— Tienes vacaciones, ve a con tu hija, déjame a alguien de tu confianza. —Veo como niega.

— ¿Qué necesitas? — suaviza su voz— Solo pide. —Nos miran interrogantes, si nuestra "relación" es rara, sobre todo Darick está molesto y celoso, me divierte, definitivamente ya perdí la cordura.

— Que te vayas con tu hija, eso necesito, no te preocupes, creo que ya te demostré que puedo sola, a ti y a todos. —Los miro expectantes.

— Como ordene. —Se retira, pero lo detengo.

— Espera... ahora soy la Reina, así que por la sombrita. —Lo miro desafiante, él solo niega y ríe.

— ¿Se supone que tenga miedo? —Alzo mi ceja y se va finalmente, me levanto de mi silla y le ordenó a los reyes retirarse, diciéndoles que llamen a una junta extraordinaria del consejo, me quedo solamente con los chicos y mi hermano.

— Mei ya basta deja a nuestro padre. —Otra vez este con sus cosas— Sé que estás molesta, pero no puedes hacer semejante ofensa, lo has humillado delante de todos.

— Solo te devuelvo el favor, tú no lo entiendes, no sabes el verdadero peso que llevo sobre mí, tú no sabes todo lo que me ha hecho, tú solo has estado aquí tranquilo con la familia, tus amigos, esposa y tu bebé, tú no sabes que es la soledad, el abandono, el que te humillen día y noche no sabes nada solo lo que él ha decidido mostrarte, tú solo callas y bajas la cabeza como nuestra madre, así que, si estoy molesta muy molesta y si te atreves a defenderlo otra vez, me desquitaré contigo.

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