Capítulo 40***
Pov Darick
Estamos aquí acostados en la sabana que traje mirando las estrellas mientras acaricio su espalda desnuda besando su cabeza luego de hacer el amor, suspiro por fin tenerla aquí conmigo en mis brazos, de verdad estaba como loco por sentir que la perdía cada día más y más, me sentía idiota, sin saber qué hacer, cada vez que la intentaba buscar solo sentía su mirada fría y sin nada de amor para mí, cada vez que la llamaba me rechazaba y si le mandaba mensajes igual solo me dejaba en visto.
— ¿Tú tuviste que ver con el dictamen del doctor? —se apoya en un brazo separándose de mí, cosa que me hace extrañarla.
— Sí, digamos que le insinué que podría pasarle si no daba un resultado a tu favor. —la atraigo hacia mí para que se coloque nuevamente en mi pecho— Hay estás mejor. —la beso y sonríe.
— ¿Qué fue lo que hiciste? —me pregunta con interés logrando que me siente dejándola acostada.
— Bueno verás... —Mencionó recordando lo sucedido.
A pesar de que no me hable no dejó de estar al pendiente de ella, por eso sé que en tres días un doctor luego de la boda de su hermano la revisara, cosa que me hace enfurecer, no puedo creer que la obliguen a algo tan humillante solo por dudar de su palabra, es más ni siquiera me han preguntado nada a mí, sino que la acusan solo a ella de cada cosa, no le preguntaron nada a ninguno solo a ella, ¿Qué si es injusto? Por supuesto que lo es ¿No se puede hacer nada? Lamentablemente no, o eso piensan ellos porque sí haré algo.
Espero en el estacionamiento a que el doctor salga y lo sigo hasta su casa, donde me meto a escondidas haciendo uso de mis poderes vampíricos esperándolo en la sala, sorprendiéndolo.
— Seré breve —le abro el maletín lleno de dinero— en unos días usted irá al palacio Lasare, hará su trabajo, solo que en vez de decir la verdad usted dirá una pequeña mentira, si no lo hace no solo se quedará sin el dinero y un ascenso "bien merecido" sino que también me llevaré su vida como pago, ¿ha entendido? —le pregunto con interés a lo cual asiente nervioso.
— Sí entendí. —va a tomar el dinero, pero cierro la maleta.
— Esta es la mitad si hace bien todo y me complace cómo le pido, le daré dos más iguales a esta, ¿entendió? Ah, y no hace falta decir que esto jamás paso, ¿no? —me levantó alzando la ceja, a lo cual vuelve a sentir nervioso.
— Bien, me retiro, un gusto. —como dije me voy a mi auto, saliendo de allí tratando de hablarle para avisarle de que esté tranquila, que ya resolví el problema, pero como siempre no me contesta.
— Como verás nunca ha estado en mis planes dejarte sola con nada Mei, solo que tú eres muy terca y no me querías hablar. —Le recuerdo.
— Sabes que tenía razones de sobra. —Ahora la que me recuerda es ella.
— Si lo sé y de verdad lo lamento, jamás debí comportarme de esa manera tan horrible contigo. —me sincero viéndola a los ojos, acostándome a su lado nuevamente.
— Realmente me dolió mucho lo que hiciste, me sentí usada de la peor manera. —noto el dolor en su mirada y más cuando veo cómo sus lágrimas empiezan a salir haciéndome sentir muy miserable.
— De verdad lo lamento tanto, Mei —le limpio sus lágrimas mientras yo también lloro por hacerla sentir así. — Si alguien merece sufrir soy yo, no tu nena. —la beso tiernamente.
Nos quedamos abrazados bajo las estrellas en silencio mientras ella hacía círculos en mi pecho y yo subo y bajo mi mano por su espalda mientras beso y huelo su cabello.
— Quedemos así para siempre. —Le propongo logrando que me mire.
— ¿Así cómo? —me pregunta dibujando una de sus bellas sonrisas
— Juntos, felices, sin problemas... desnudos. —Le sugiero insinuante.
— Es muy buena idea, ¿por siempre? —pregunta besando mis labios fugazmente.
— Por siempre. —Nos quedamos así hasta cerca del amanecer, dónde cada uno busca su salida de regreso, no me gusta dejarla sola y menos a esta hora, pero no pueden vernos juntos, no justo cuando acaba de salir bien parada de las acusaciones que ese infeliz realizó contra ella.
Me voy a mi palacio directamente a mi habitación para bañarme y cambiarme, tengo que ir a la oficina a cubrir turno desde temprano, a Mei si no me equivoco creo le toca mañana, espero cambiar turno para estar con ella ya bastante castigo fue no tenerla una semana, quiero tenerla cerca todo lo posible, además todavía toca lo del viaje que quiero hacerlo espero convencerla a ella y sobre todo a su padre, su hermano seguro dirá que si después de todo es su luna de miel.
Al bajar noto mucho silencio, cosa que no me sorprende, pero sí me extraña son las 6:30 am ya debería haber un poco de ruido, igualmente salgo sin tanta cosa, llevándome la sorpresa de que mi madre está afuera de mi auto esperándome le hago señas a los escoltas para que me esperen alejados ya sé lo que viene.
— Ya no duermes en casa, ¿por estar con esa desvergonzada? —me reclama— Más tarde viene Mara, quiero que la recibas y te comportes como debe ser.
— No, estoy ocupado, ella es tu visita atiendela tú, ya te dije que no me interesa, no la quiero, no la amo ella es mi ex, no me interesa en lo absoluto y Mei no es ninguna desvergonzada, deja de meterte con ella. —Abro la puerta de mi auto y antes de entrar le digo— Y no estaba con ella, estaba en la oficina, hay cosas importantes, madre, con permiso. —me subo dejándola con la palabra en la boca, de verdad que no entiendo su insistencia con Mara es demasiado tedioso tener que hablar de lo mismo todos los días.
Al llegar me encuentro a Oss le toca conmigo la guardia, se ve cansado y con ojeras ya Dhalleeah tiene cinco meses de embarazo si mis cuentas no fallan.
— ¿Qué te pasó? —le pregunto, apenas se tira en el sofá.
— Los antojos me tienen loco, pide algo y salgo corriendo a cualquier hora por ello y no, no es lo peor, lo peor es que si llega como no debe ser, me quiere pegar, me grita, llora, hace pataletas, no lo soporto quiero mandarla a la luna y dormir tranquilo, aunque sea un día además está el tema que ahora soy el Rey sumándole que debo hacer guardias siento que es mucho extraño cuando éramos novios ¿sabes? Todo era más fácil. —Se sincera conmigo y me dan ganas de llorar, pero a la vez me da pena.
— Mira, ¿te parece si le digo a Mei para que pasen tiempo juntas? De repente le hace falta distraerse también y sobre los antojos piensa que es tu bebé el que tiene hambre.
— ¡Eso dice ella! —me mira como si estuviera loco y hay si no aguanto más y explotó en risas.
— No te burles idiota, te estoy contando algo y tú simplemente no me tomas en serio. —Me da más risa sus palabras, pero cuando escucho que alguien entra y es Mei.
— Hola, ¿de qué me perdí? —pregunta extrañada al ver que me estoy en el piso sentado y Oss con cojines en las manos listo para golpearme.
— Este idiota le estoy contando mis cosas y se ríe. —Se queja con mi novia logrando que ella me mire mal.
— A ver dime a mi yo te escucho. —Le habla de manera tierna como si fuera un niño sentándose mientras pone su cabeza en sus piernas y le cuenta lo mismo que a mí, solo que no se ríe o lo oculta muy bien.
— Hablaré con ella con cautela a ver qué me dice de todas maneras, yo puedo cubrir tus turnos junto con los demás chicos, entre todos nos ayudamos, ¿verdad cielo? —me pregunta y yo asiento asombrado por cómo resolvió todo realmente es buena escuchando.
— Si nena, lo que tú digas está bien. —le respondo sentándome a su lado.
— ¿Ya están bien? —asentimos— Menos mal, no sabes lo horrible que es tener que aguantar el mal humor de ambos. —Nos reímos los tres por todo.
— Lo siento, yo estaba muy estresada, mi padre me tiene vigilada, sé que no es una excusa, pero de verdad lo siento. —Se ve realmente apenada.
— Espera, ¿te sigue vigilando?, ¿entonces si te estuvo pegando este tiempo? —ella asiente en silencio logrando que nos molestemos.
— Afuera están las muchachas que se mantienen conmigo por órdenes de él, entiendo que es mi seguridad y lo hace porque me quiere, pero... —la interrumpe Oss.
— Pero nada Mei, entiendo que es tu padre, pero hacer eso de encerrarte, pegarte, no está bien, sé que nuestras normas son estrictas, muy fuertes para las mujeres, pero no mereces nada de lo que te hizo. —Ella solamente baja la mirada.
No estuve con ella estos días, pero si estuve al pendiente de todo lo que le pasa a su alrededor, por eso estoy enterado de todo lo que pasó con su padre esta semana, que estuvimos separados por andar peleando por mi culpa.
— Mejor porque no llamamos Dally a que venga, quiero verla, tengo mucho de no verla, ¿puedo? —nos mira cómo solo ella sabe convencernos.
— Claro que sé pequeña escurridiza. —Oss le besa la mejilla mientras ella sonríe, él se levanta dejándonos a ella y a mí solos, aprovecho eso para besarla, jamás me cansaría de sus labios.
— Soy oficialmente adicto a tus labios, a tus caricias, tus gemidos —eso último lo susurro a su oído, logrando que muerda sus labios y erize su piel.
— No hagas eso a menos que tengas la intención de continuar. —se muerde los labios.
— Lamentablemente, eso tendrá que esperar un poco. —vuelvo a besarla con desenfreno, pero somos interrumpidos por el carraspeo de Oss quien nos informa que Dally ya está en camino, al llegar se van con Mei a la terraza dejándonos solos.
— Ojalá la calme , está loca mi mujer. —Yo solo reí por su comentario.
— Eso lo dices porque estamos solos. —Me burlo.
— Ya te quiero ver cuando seas tú con Mei embarazada, ya de por sí es caprichosa, no imagino embarazada. —Hay me deja helado y él empieza a reírse él.
— ¿Ya se te acabaron las risas? —pregunta burlón.
— Bueno, si lo dices así suena feo, pero la verdad es que me causa ilusión —sonrió— solo imagina una cosa pequeña, idéntica a ella, o como yo, o como los dos, sería increíble, ¿no crees? —lo miro y sonríe más.
— De verdad que estás super enamorado, me da gusto por los dos —me mira dudoso— ¿Cuándo piensas pedirle que se casen? ¿No supones que te estás tardando?
— Ya tengo algo en mente —dudo un momento, pero al final me decido— ¿me puedes cubrir? Quiero secuestrarla —le confieso.
— Solo tres horas, haré algo. —confiesa pensativo y lo cual lo miro con la ceja alzada.
Como acordamos subimos a la terraza encontrando a las mujeres que amamos, conversando y comiendo entre risas, las separamos, yo abro un portal por dónde la llevo sin decirle nada, al llegar noto como su mirada brilla.
— ¿Dónde estamos? —pregunta observando las calles y a las personas yo solo la miro a ella por lo hermosa que se ve con su cabello rubio a medio recoger, sus labios rojos como le gusta, su maquillaje simple haciéndola parecer como muñeca de porcelana, su sonrisa genuina e inocente, su mirada divertida, pero cuando la tengo en la cama puede ser la más pervertida y sedienta de más, y es que desde que la conocí a pesar de ser tan pequeña esos ojos morados me volvieron loco, sonrió como idiota por verla tan feliz como tiene que ser, ella debe ser feliz, el único que debe sufrir es ese infeliz no ella.
— En Lisboa, capital de Portugal, a unas cuadras está la Iglesia de San Vicente de Fora, tengo en mente algo importante. —Le confieso, pero solo logro que me mire rápidamente antes de volver su mirada a un local de flores adornado con rosas, veo como se acerca a ellas y las olfatea sonriendo, noto como su vestido parecido al de la boda entre su hermano y Merialeth se le pega a su cuerpo uno que me encanta recorrer y admirar siempre que puedo, solo que este es de color negro acentuando su color de piel y cabello haciéndola parecer toda una Reina que en parte ya es.
Antes no quería admitir que la amaba, pero ahora solo quiero gritarlo a los cuatro vientos para que todos lo sepan no me avergüenza la amo con locura y si soy un idiota tanto que mi miedo a perderla me estimula hacer idioteces como la de Las Vegas, una que apenas lo hice me arrepentí, pero, aunque trate de ocultarle que así soy es la verdad, soy ese hijo de puta que toma lo que quiere y después lo desecha, o así era antes de conocerla, tenía siempre una diferente cada noche no me importaba por algo pagaba bien, por eso me moleste cuando Filarion se le acercó, él es igual a mí solo que mientras decía amarla y querer casarse con ella seguía frecuentando esos lugares, por mi parte desde que regreso no he podido sacármela de la cabeza muchos menos pensar en otra como la pienso a ella, solo a ella es quien quiero en mi cama, en mi casa, en mi corazón conmigo todo el tiempo de verdad la quiero por eso cambie o intento hacerlo para ser merecedor de ella, aunque sé en el fondo de mi ser que aunque me esfuerce nunca la mereceré siempre le haré daño, ya lo he hecho y creo seguir haciéndolo aunque no lo merezca ¿y lo peor de todo? Ella siempre me perdona.
Me acerco y le compró un ramillete grande de rosas rojas la cual recibe más que encantada, para mí su mirada brillante y sonrisa deslumbrante son los que cautivan a la bestia horrible en la que soy, poco a poco llegamos a la iglesia aprovechó que por la hora está medio vacía, aunque sinceramente no me importaba si estuviera llena igual lo voy a hacer, dejo que avance mientras observa la edificación grande llena de ángeles y retratos que cubren su techado y paredes, nos acercamos a la parte donde está el panteón con las tumbas de la Casa de Braganza, luego pasamos a la sacristía, famosa por sus diferentes tipos de mármol, nos lleva horas recorrer el lugar es grande y ciertamente hermoso.
— Realmente es muy hermoso y lleno de historia toda esta edificación, ya entiendo por qué me quieres dar un tour por Europa. —Me dice deteniéndose en el crucero desde la nave dónde más de una vez me he imaginado que soy yo esperando a mi Mei vestida de blanco lista para dar el sí.
Aprovecho que está distraída, mirando atentamente hacia arriba, observando la imagen de cristo crucificado y me hinco sacando la caja de terciopelo roja.
Mierda estoy nervioso
Carraspeó para llamar su atención, cosa que logró, apenas se voltea, lleva sus manos a su boca sorprendida y me mira con ilusión.
— Mei... tú me haces querer ser mejor persona, antes de ti no conocía el amor, pero contigo lo encontré y no pienso dejarte ir, me enamoré de ti desde la primera vez que te vi... juntos estamos construyendo una hermosa historia de amor donde hacemos cada día mejor, prometo amarte para siempre dando lo mejor de mí solo para ti. —está llorando con una mano en su boca y otra en su pecho— Prometo respetarte cada uno de mis días por y para siempre, prometo cada día hacerte reír y llorar de felicidad... Yo te amo, te amo de aquí al infinito y más allá —sonreímos por el significado de la frase infantil, limpio mis lágrimas— ¿Qué dices? ¿Si aceptas a este hombre que está loco por ti?
— Sí —asiente— sí, mil veces sí. —se me abalanza abrazándome haciendo que los dos casi caigamos— Te amo, te amo Darick.
Nos levantamos y beso sus labios llenándome de ese dulce néctar que me encanta y embriaga, volviéndome un adicto a toda ella, escuchó cómo varias personas aplauden el momento por mi parte procedo a colocar el anillo de oro con diamantes incrustados en forma de corazón acompañado de un diamante rosa que también tiene forma de corazón.
— Es hermoso. —Me dice sin dejar de observarlo, lo he colocado junto al otro que le di para que fuera mi novia.
— Más hermosa eres tú mi vida. —La tomó de la cintura y la besó nuevamente.
Salimos de la edificación para irnos de regreso a la oficina, aunque sinceramente me encantaría otra cosa, pero no se puede, debemos regresar a nuestras labores, al llegar se va contenta con Dally supongo a contarle, no dejo de mirarla hasta que se pierden por el pasillo.
— Al parecer a alguien le fue muy bien. —Me dice Oss apenas quedamos solos los dos.
— De maravilla. —torno mi vista hacia él, el cual está con varias marcas en el cuello.
— A ti también te fue bien. —Señaló su cuello, el cual rápidamente trata de arreglar, aunque no creo que sea posible.
— Ya verá. —Me río dándome la vuelta para ir por una copa de sangre, después de todo necesito calmar mi sed.
— Eso ni tú te lo supones, sabes mejor que yo que ellas pueden hacer y deshacer con nosotros todo lo que quieran y solo asentiremos como bobos. —Le recuerdo tomando el primer sorbo.
— Si en eso tienes razón, aunque unas pequeñas lecciones no estarían nada mal. — Menciona haciéndome recordar las veces que le he dado "lecciones" a mí Mei.
— Si no están nada mal. —Saboreo cada palabra en mi boca con muchas ideas en mente, aunque por su expresión deduzco que tengo una cara de pervertido que no me la quita nadie.
— Cochino, asqueroso, debería darte pena hacerle esas cosas a la pobre de Mei. —Me dice conteniendo su risa, pero no lo logra porque me río yo.
— Si tan solo supieras. —Tomó otro sorbo de mi copa, dejó de reír cuando tocan la puerta de entrada, Oss se levanta y no me sorprende ver a su padre aquí, sí mi querido suegro se ha vuelto muy controlador con mi Mei, cosa que me molesta, ya que ella le gusta ser libre y él solo quiere atarla.
— Buenas tardes. —menciona, apenas entra— Busco a Mei. —Nos mira sin un poco de emoción.
— Está arriba con mi esposa, si gusta puedo llamarla. —Se ofrece Oss a lo que él asiente, dejándonos solos, me preparo mentalmente para lo que sea qué dirá.
— Que bueno que te veo, quiero que hablemos.
— Usted dirá. —Me acomodo en mi puesto y él se sienta frente a mí.
— Quiero que te alejes de Mei y no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, si no lo haces la mandaré lejos. —me levanto molesto, ¿este que se cree?
— ¡Usted no va a venir a darme órdenes a mí, mucho menos a decirme que me aleje de la mujer que amo! —Le dictaminó.
— Bien, si es así —se levanta abotonando su traje— me la llevaré y no sabrás nada de ella.
— Usted no puede hacer eso. —Me acerco molesto apretando los dientes y los puños.
— Si puedo soy su padre, quiero lo mejor para ella, —me mira de arriba abajo— y tú solo provocas situaciones vergonzosas para mi hija, no fue hasta ayer que todo se aclaró y enseguida llegas tú y te la llevas a pasear sola colocando su nombre y actos entre dicho.
— Tenía una semana sin verla gracias a usted pasó un infierno y ¿yo soy el malo? Usted es el que debería alejarse de ella, nosotros no estábamos haciendo nada malo, usted mismo acaba de decirlo, estábamos paseando.
— Sin autorización. —Recalca.
— Esto es absurdo.
— Hola, ¿Qué pasa? —pregunta Mei entrando en la sala junto a Oss y Dally, mirando entre su padre y yo, es muy claro que estamos discutiendo, pues estamos muy cerca y molesto los dos.
— Nada, nos vamos, recoge tus cosas. —Ella se extraña.
— ¿Pasa algo malo? ¿Por qué tengo que irme? —pregunta, pero su padre solo se gira y niega.
— Recoge tus cosas y vámonos ¡ya! —lo último lo dice con tanta determinación que hasta a mí me causa impacto, como ella no hace nada se le acerca y toma su bolso— Nos vamos ya Mei. —la coge del brazo, intento acercarme, pero Oss me detiene.
— Es su padre, no puedes hacer nada. —Veo como se la lleva a fuerzas.
— La está lastimando. —Aprieto mis dientes para no golpearlo— Se la quiere llevar lejos de mí. —Se lo hago saber logrando que me miren sorprendidos.
— Debemos hacer algo amor, él no puede llevársela así, no más. —Habla Dally
— Si puede es su padre y ninguno va a hacer nada, ¿o quieren empezar una guerra? —Nos mira a ambos.
— Por ella hago lo que sea. —Me salgo de su agarre para salir por ella, pero ya no está.
Maldita sea
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Por acá les dejo el anillo de compromiso
Y el lugar exacto donde le realizó la propuesta.
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