Capítulo 31***
Han pasado tres días desde la reunión del consejo, Darick se ha mantenido alejado por mi petición, necesitaba tiempo sola, ni siquiera he ido a la oficina, me la he pasado con mis hermanos jugando y viendo películas menos con Volkodlak él ha estado con Merialeth no lo culpo se les ve felices.
Pero hoy es distinto, necesito volver, debo afrontar la realidad, si he estado aquí es por mi luto con lo de Lupu y también por pasar tiempo en familia siempre es necesario, estos tres días los gemelos y las trillizas hemos realizado pijamadas sin parar, alegrándonos un poco a pesar de todo y a nuestros padres.
Me coloco un enterizo negro con escote corazón, tacones negros y una coleta alta, salgo y ya está Sergrey esperando con el auto listo para partir, el trayecto se hace corto, una vez llego entro encontrando a todos los chicos reunidos en la sala.
— ¡Viniste! —Darick se abre paso rápidamente para llegar donde estoy y abrazarme incomodándome un poco, cosa que nota y se aleja.
— ¿Está todo en orden? —pregunto logrando que se queden en silencio un rato para luego asentir— Bueno, subiré a mi cuarto. —sin esperar respuesta me voy y me encierro.
Desde hace días esa ha sido mi lugar favorito el encierro, es que desde que lo vi no puedo dejar de pensar en esa noche, como me toco las cosas que dijo y me incomoda estar con ellos, son hombres, no quiero que me miren, que me toquen o me hablen, solo quiero huir, pero no puedo. Me duele hacer esto, pero más me duele tenerlos cerca, no sé si entienden, pero tampoco quiero explicar.
Una vez encerrada trato de respirar tranquilamente.
Ellos no me van a lastimar, no, no lo harán
Trato de repetir eso una y otra vez para calmarme, cosa que logro, pero no del todo, ya que cuando escucho que tocan mi puerta me pongo peor.
Fue mala idea venir.
Trato de controlarme y respirar profundo para abrir, encontrándome con Darick tiene las manos en sus bolsillos y se ve radiante, lo he extrañado mucho, pero no quiero darle la cara, no tengo el valor, ¿y si pregunta?, ¿cree que es mi culpa?, creo que nota mis dudas por cómo me mira.
— ¿Puedo pasar? —asiento dándole la espalda para sentarme en la cama— ¿puedo cerrar la puerta? —niego rápidamente, que hasta me sorprende que no quiera estar a solas con él, ¿tanto me afecta?
— Dime. —lo ínsito a empezar.
— No me importa lo que paso, solo quiero que sepas que aquí estoy nena, no me alejes, me duele saber que no me quieres cerca, yo jamás te haría daño. —se sienta retirado de mí.
— No eres tú... soy yo. —lo miro— yo... no me siento cómoda, durante todo este tiempo quise negar lo que pasó, pero ahora lo enfrento y me siento como si apenas fuera pasado anoche. —bajo la mirada— Yo... solo no los quiero cerca, a ninguno. —miro hacia la puerta sabiendo que están escondidos a un lado.
— Solo queremos ayudar. —Sale Ciro de primero sin entrar a mi cuarto— Pero respetaremos tus límites, sólo no nos ignores, prefiero a la Mei que se come mis dulces.
— Y yo a la que siempre pelea conmigo. —habla Luke saliendo también él.
— Y yo a la que me esconde que mi esposa está embarazada. —habla Oss haciéndome sonreír.
— Y yo a mi amiga, con la que puede hablar por horas, sin importar el tema. —Filarion se asoma de último.
— Yo... —ni siquiera sé qué decir.
— No te estamos presionando, solo que no tienes que aparentar con ninguno, porque aquí estamos, para ti.
— ¿No me culpan? —les preguntó sintiendo como las lágrimas se acumulan en mis ojos.
— No. —responden todos al mismo tiempo logrando que llore, Luke es el primero en acercarse.
— ¿Puedo? —yo asiento y rápidamente me abraza lo que hace que llore más fuerte— Lo siento, yo no quiero alejarlos... perdón. —les digo entre sollozos.
— Está bien, todo está bien. —me consuela Luke que sigue abrazándome mientras lloro en su hombro.
— ¿Mejor? —me pregunta, apenas nos separamos dejando de llorar y me limpia el rostro.
— Sí, pero hueles a perfume de mujer, mi perfume. —sonrió haciéndolo reír.
— Y hay está, señores, nuestra Mei. —les dice como si fuera una presentación, a lo cual le lanzó una almohada.
— Darick ataca. —me mira con una sonrisa burlesca.
— Ni que fuera perro. —pero de la nada salta sobre mí haciéndome cosquillas.
— No... Ya... ya... para. —no puedo ni hablar por la risa de verdad que si se esmera en su trabajo— Ya... por favor...
— Di: soy una niña con pantaleta y sostén. —me dice Luke.
— Pero... Ja, ja, ja... ya... por... —sigue con su trabajo de hacerme reír.
— Dilo.
— Soy... jajaja... una niña... c... con...-la risa no me deja hablar.
— Vamos, tú puedes, ¿eres qué?
— ¡¡Soy una niña con panti y sostén!! —les gritó lo mejor que puedo y automáticamente me dejo de mover como gusano moribundo para reírme sola y jadear.
— Estás loco. —pero aun así me sigo riendo.
— ¿Pero te alegré, no? —lo miro mal.
— ¿Y tú? Traidor. —señaló a Darick, él solo levanta los hombros y me saca la lengua cruzándose de brazos.
— ¡¡Me voy a vengar, ya verán!! —les advierto mientras todos se ríen de mí.
— Te ves adorable molesta. —miro mal a Darick por su comentario.
— Adorable se va a ver mi puño en sus caras, ¿quieren ver? —les amenazo a todos.
— Mejor nos vamos. —intervine Ciro y salen corriendo todos menos Darick que se queda aquí conmigo.
— ¿Ahora sí estás mejor? —me pregunta, apenas colocó atención en él, realmente se ve preocupado.
— Quiero que lo llames y que se quede al pendiente de mi seguridad. —me mira como si estuviera loca y tuviera tres cabezas.
— Jamás, escúchame muy bien, Mei jamás voy a permitir eso, él ya intentó hacerte daño.
— Justamente por eso ya intentó hacerme daño, él sabe de lo que soy capaz, no va a traicionarme a menos que quiera morir. —lo veo dudar— Necesito personas que me tengan miedo y lealtad a la vez, si no fuera por mí, ahora estaría muerto y su padre en la cárcel, lo sabes.
— Si lo sé y si no fuera por ti ya le fuera partido la cara en mil pedazos, al igual que a su padre. —me hace saber— Yo te vi Mei, vi lo que hiciste en la reunión del consejo, te lastimaste, lo miras con odio, ni siquiera quieres que estemos cerca gracias a él, ¿y ahora quieres tenerlo a tu lado? —se levanta para dar vueltas en mi habitación tratando de contenerse.
— Él llamó. Le hago saber
— ¿Y por qué demonios no habías dicho nada? ¿Por qué nunca confías en mí para decirme lo que pasa? —me mira molesto por obvias razones.
— No quería hablar con nadie. —miro a otro lado, pero se me acerca y me agarra del mentón.
— No puedes sola con todo, deja que las personas que te quieren te ayuden y puedes empezar por aceptar buscar ayuda, no pidiendo que te coloque a ese tipo a tu servicio porque no lo haré. —me mira, haciéndome sentir pequeña y no ayuda que tenga el periodo, mis sentimientos están a flor de piel.
— Le diré a tu padre, quizás él sí me apoye. —lo reto.
— No lo harás, porque yo le pediré que no lo haga y créeme cuando te digo que no me tienes que molestar Mei. —se aleja de mí a la vez que su mirada se vuelve oscura, está muy, muy, muy molesto.
— Él me entenderá, no como tú.
— ¿Qué hay que entender?, ¿qué quieres probar? —me mira desafiante.
— Que soy capaz con eso y más, que no tienen que cuidarme porque puedo sola. —me levanto de la cama encarándolo.
— No necesitas hacer semejante estupidez, para eso te encaprichas tanto en demostrar que eres capaz, que se te olvida que, si lo eres, que no tienes nada que demostrar, porque con tan solo verte ya uno reconoce tu grandeza. — Trata en todo lo posible de no gritarme, se está conteniendo.
— Considero que es mejor que te vayas, tengo cosas que hacer y tú también, si seguimos aquí todo seguirá igual y solo pelearemos, nunca estaremos de acuerdo. —trato de salir del cuarto, pero me impide tomándome del brazo haciendo que choquen nuestros cuerpos colocándome nerviosa.
— No vas a tenerlo a tu disposición si quieres personas de confianza conseguiré las necesarias, pero a él jamás entiéndelo muy bien Mei, jamás. —me dice tan cerca de mis labios que siento su aliento sobre mí.
— Tú no me das órdenes, yo soy la princesa. —lo retó nuevamente.
— Yo soy el Rey y de mi parte corre que no lo tengas a tu disposición, primero acabó con él. —me sorprende su amenaza y lo nota porque sonríe de medio lado.
— No serías capaz. —le digo dudosa
— Ponme a prueba y veraz. —sin más se va dejándome aturdida en mi habitación.
Pasamos el día, metidos cada uno en su computadora, estoy analizando datos de varios países, pero el que llama mi atención es México, tiene una tasa de desapasiones muy alta, debido al crimen organizado, creo que me tocara ir para ver más de cerca que pasa y uno de los lugares afectados es Ciudad de México, prepare todo para ir.
Salgo de la sala de investigación y bajo, necesito regresar a casa y buscar a Volkodlak quiero que me acompañe, espero no se niegue, me gustaría pasar tiempo con él y a la vez que aprenda cosas sobre los casos, aunque no lo diga sé que le gustaría saber sobre lo que hacemos y hacerlo, se suponía que él era el Heredero al trono, no yo, pero es una decisión que se sale de nuestras manos.
Al bajar noto a Darick que está sentado y me mira molesto, como me gusta molestarlo, yo solo lo ignoro y me dirijo a la salida.
— Si piensas que con tu faceta de no me importa vas a lograr algo, estás muy mal. —se me acerca con su velocidad vampírica, acorralándome contra la pared, colocándome muy nerviosa e incómoda— Porque lo único que provocas son unas ganas inmensas de castigarte. —se me acerca aún más, restando todo espacio entre nosotros, logrando que mi respiración falle— Y créeme...
— No, no aléjate. —le pido nerviosa alejándolo de golpe, él solo me mira sorprendido, titubeo y salgo rápido de allí, Sergrey me mira dudoso, pero rápido abre la puerta del coche, yo la cierro para que Darick no la habrá porque salió detrás de mí.
— Mei, hablemos, discúlpame, no sabía.
— Arranca. —le ordenó a Sergrey que ha subido al auto.
— Mei, espera. —Trata de detenerme, pero no lo escucho, no puedo, no quiero enfrentarlo.
— ¿Alteza? ¿Qué quiere que haga? —me pregunta Sergrey dudo en responder.
— ¿Qué dices tú? —preguntó mientras él sigue insistiendo.
— Con todo respeto la solución no es huir y últimamente he notado que esa es su solución para todo, no está bien, enfrente el problema alteza. —me mira a través del retrovisor, bajo el vidrio del auto.
— Sube. —le digo abriendo las puertas para que suba mientras me corro para que pueda entrar— lo lamento.
— Yo más, ¿qué pasa Mei?, habla conmigo, dime lo que pasa en esa cabecita tuya. —me pregunta mientras estamos de camino a mi palacio.
— Es largo y ahora no quiero hablar. —lo miro— ¿puedes esperar? Por favor. —le pido.
— Todo lo que quieras, solo no me apartes. —me pide de manera dulce.
El resto del camino es en silencio hasta que llegamos al palacio porque mis hermanos se encargan de que nunca haya silencio, ambos nos reímos por las ocurrencias de ellos.
— ¿Dónde está Volko? —le pregunto a Ondina una de las trillizas.
— En su cuarto.
— ¿Te puedes quedar acá? Ya vuelvo y hablamos. —me dirijo a Darick.
— Ve tranquila, cielo aquí me quedo. —Trata de acercarse, pero me alejo.
— Espérame en el jardín trasero con un caballo. —Asiente.
— Chicos, si ven a nuestros padres le dicen que fui a hablar con Volko y si es después les dicen que salí con Darick ¿ok? —todos asienten como robots.
Subo las escaleras dirigiéndome al cuarto de mi hermano al estar allí tocó hasta que me deja pasar lo encuentro con una toalla en su cadera, mientras Merialeth está en su cama dormida, los miro a los dos y alzó una ceja.
— ¿Qué pasó aquí? —le pregunto con los ojos abiertos y una sonrisa burlesca.
— Nada de lo que piensas cochina. —cierra su puerta detrás de mí.
— ¿Entonces? —rueda los ojos.
— No, no ha pasado nada entre nosotros, ¿y viniste por? —se da la vuelta y deja caer su toalla para colocarse los pantalones, pues ya tenía su bóxer puesto.
— ¿Y no pasó porque no se dio o ella no quiso? —pregunto balanceándome sobre mis pies logrando que deje de vestirse y me mire entrecerrando sus ojos.
— Chismosa. —se ríe— la verdad ambas, tampoco quiero presionarla, además ella es joven como tú, a lo mejor también quiere ir despacio, ¿no crees?
— Si tienes razón, pero bueno vine porque quería invitarte a México, tengo un caso, quiero que vayas y me ayudes, claro si tú quieres. —le propongo— quiero que me ayudes y sepas cosas del reino, sé que tienes responsabilidades, pero quisiera que fueras mi mano derecha, mi Lord Magistrado. —término para que se voltee ya vestido como siempre.
— ¿De verdad? —me pregunta sorprendido.
— Sí, confió en ti hermano, sé que puedes y aunque ya tienes título real, quiero que a pesar de cualquier cosa que pueda pasar tengas la seguridad de que nunca dejaras de ser familia y quiero que estés a mi lado codo a codo luchando por algo mejor, sé que tienes muchas ideas al igual que yo, solo que como a mí te hacen a un lado, pero eso ya no será así, por eso sugerí la idea de un nuevo consejo ¿Qué dices?, ¿aceptas? —veo como le brilla la mirada y trata de no llorar.
— Sí, claro que sí, acepto, seré tu Lord Magistrado. —me mira decidido confirmando con la mirada que es más que capaz.
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Arriba les deje una idea de como es el reino Lasare en otras palabras donde vive Mei
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