Capítulo 30***
Estamos todos sentados esperando su declaración, está esposado de cuello, manos y pies, ¿sus cargos? Alta traición, sinceramente hice esto para desenmascarar a este tal Magnus, el cual solo repudio y con toda la razón y es qué no solo trato de matarme, sino que siempre busca hacerme menos, apuesto lo que sea que y tiene algo que ver con el acosador anónimo.
Por mi lado mi padre trata de buscar una explicación a esto, nunca le dije nada a nadie, ¿mis razones? Vergüenza y culpa... para nadie es fácil admitir algo así, mucho menos cuando todos a tu alrededor son hombres, ni cuando no tienes el apoyo de tu familia, me sentía sola y defraudada, solo quería salir corriendo, pero tampoco podía, debía recordar mi deber para con mi familia.
Una vez sentado en el podio que hay para estos casos, se le empieza a preguntar, pero todos o por lo menos yo me sorprendo cuando mi padre pide ser él que lo interrogue, ni siquiera quiero mirar a nadie.
Porque si lo oculte y ahora lo estoy diciendo, pero no deja de ser vergonzoso y penoso, sin contar que más de uno debe estar molesto por lo que hizo y por mí callar, le entregan el expediente a mi padre el cual revisa detalladamente.
— Aquí dice que el 30 de abril a las 1:30 am se presentó un incidente, dicho incidente coloca alerta a todos debido al sonar de tres detonaciones provenientes del lado sur, específicamente el área perteneciente a la princesa Mei Woodenclaw. —deja de leer y lo mira— Explica qué pasó.
Está molesto, se nota que se contiene para no saltarle encima y acabar con él.
— Seguía órdenes del Antediluviano Magnus Vlad, él había ofrecido salvar la vida de mi madre con tal de acabar con "el problema" así la llamó —por un instante me mira, rápidamente mi padre se mete en su campo de visión para que no lo haga.
— ¿Y? —pregunta mi padre más que irritado.
— Él me dijo su debilidad o eso pensó, porque cuando entré y se la di no surtió efecto o por lo menos no el deseado...
Estaba dormida en mi habitación, pues tengo una sola para mí al ser la única chica, hoy nos tocó una jornada larga, realice doble turno junto a unos chicos que empiezan a caerme bien, me despojo de mi ropa, me bañó rápidamente y me meto en la cama.
No sé cuánto tiempo ha pasado, solo sé que pasa algo cuando siento que algo me pulsa el brazo, al abrir los ojos noto que hay alguien con una jeringa sobre mí, rápidamente trato de levantarme, pero su peso no me deja, estoy cansada y sea lo que sea que me dio en esa jeringa hace que me sienta débil.
Entre tanto forcejeo, logro quitarme la jeringa que tenía enterrada en mi brazo y la tiró hacia un lado, mientras se aprovecha de eso y empieza a tratar de quitar mi blusa, cosa que logra, saca un cuchillo de plata y lo coloca en mi garganta, logrando que me quede quieta.
— Es mejor que no digas nada y colabores Mei. —me besa el cuello haciendo presión con su cuchillo en mi abdomen, yo solo cierro mis ojos por inercia mientras reprimo las ganas de llorar.
— No sabes lo que quiero esto, bueno, una parte, lo de matarte ya es avaricia, pero quiero que sepas que lo de tu muerte no es personal, lo demás —hace un gesto de indecisión— sí, y no me puedes culpar, eres muy bonita, eres hermosa, no sabes todo lo que provocas.
Mientras está hablando me saca mi short sin dejar de amenazarme con el cuchillo dejándome en ropa interior, yo solo temblaba del miedo, lo que sea que me inyecto, no me dejaba ver con claridad ni hablar.
Él se entierra en mi cuello a morderlo y chuparlo, mientras empieza a tocar mi cuerpo, yo trato de quitármelo de encima, pero no puedo, no tengo fuerzas, luego recuerdo que siempre dejo mi arma en mi mesa de noche, esperando que no la haya quitado, trato de acercarme a ella mientras él sigue besándome y tocándome, me da tanto asco y repulsión.
No puedo hacer nada, creo que no puedo, creo que es mi culpa como él dice, yo lo provoque, pero ¿es mi culpa?.
Poco a poco él va bajando y yo sigo tratando de alcanzar el arma, empieza a tratar de quitarme el top que uso para dormir, yo aprovecho para moverme mejor y alcanzar el arma una vez con ella en mano, quito el seguro y le disparó haciendo que caiga sobre mí llenándome de sangre, su sangre.
Él intenta forcejear conmigo, pues le di solo en el brazo, logrando que se salgan dos disparos más y es solo cuando cae a un lado de mí, que me doy cuenta de que fueron en su estómago, que los recibió, rápidamente me levanto y sin tanta demora llega el General Dobrev y el Capitán Febriaz de la tropa encontrándose con una escena nada linda, yo lleno de sangre temblando y en ropa interior, mientras el soldado Clemente estaba en mi cama desangrándose.
— Baje el arma, soldado. —me pide mi Capitán, yo solo respiro agitadamente— Baje el arma, soldado. —me repite nuevamente, en ese momento le coloco el seguro y la tiro.
El general procede a buscar una toalla y pasármela para que me tape, cosa que agradezco.
Termina de relatar lo que pasó y solo hasta que siento que me duelen las manos es que noto que todo este tiempo las he cerrado con tanta presión que mis uñas se enterraron abriendo pequeñas heridas por donde ahora sale mi sangre.
— Luego de eso, desperté en un hospital esposado, donde se me dictaron mis cargos para sentenciarme a prisión por diez años, como traición a la patria amiga, yo aprovecho y me levanto.
— ¡Guardias, arrestenlo por traición! —cosa que hacen inmediatamente.
— ¿Crees que con esto te vas a librar de los problemas?, yo soy solo uno, no sabes todo lo que tienes arriba de ti. —me grita mientras los guardias tratan de sacarlo a la fuerza, por otro lado, el consejo está mudo.
— Se abrirá una investigación contra cada miembro del consejo, ustedes ya no tienen poder ni validez, de ahora en adelante nosotros los príncipes y Reyes tomaremos nuestras propias decisiones sin necesidad de rendirle cuentas a ustedes, sin más que agregar ¿Quién vota por la disolución del consejo? —pregunto a lo cual todos levantan la mano.
— Al ser un voto completo, el consejo queda disuelto. —les informo.
— Esto solo traerá problemas, el consejo es necesario, Alteza. —habla el más viejo del consejo Farcua Drac es un matusalén— No apoyamos los actos de nuestro compañero, pero la disolución ya es extrema, claro que ya decidieron, así que aceptamos, después de todo a nuestra edad queremos el retiro. —Asiente ante mí haciendo una pequeña reverencia.
— Guardias, liberen al prisionero. —les ordenó nuevamente a lo que mi padre se niega.
— ¡De ninguna manera, no voy a permitir que salga nunca de la cárcel, ese es su lugar!
— Estoy con él. —lo apoya Darick, seguido de Ciro, Luke y Filarion.
— No creo que sea buena idea Mei, sé que es tu decisión, pero... él te atacó. —se expresa Oceánico.
— Estoy totalmente de acuerdo, no puedes liberarlo. —Ahora es D'arcy el que habla.
Los guardias quedan a mitad de camino sin saber qué hacer, solo me miran, al igual que el resto del grupo, yo solo lo miro a él.
— Libérenlo. —Ordenó haciendo que asientan con su cabeza.
— Como ordene su Alteza real. —sin tanta demora proceden a liberarlo.
— Ese fue el trato, él confesaba y me ayudaba, y yo lo liberaba. —miro a mi padre tratando de explicar lo que pasa— Solo que no me hago responsable si Magnus intenta algo contra ustedes. —Esta vez me dirijo al Ministro Clemente.
— Gracias, de verdad muchas gracias. —se inclina ante mí y se lleva a su hijo, pero cuando van a salir él, Luciano se voltea.
— De verdad lamento lo que hice, pensé que era lo mejor. —yo solo lo miro sin decir nada, queriendo ir sobre él y terminar lo que empecé.
— Solo vete. —le digo sin más a lo que asiente retirándose.
— ¿Listo nos vamos? —le propongo a mi padre que sigue molesto, pero solo asiente.
Y ahora bienvenidos al drama del momento, por favor señores, tomen asiento, es para largo y los refrigerios son gratis.
A veces siento que te odio.
Guarda tus energías para lo que viene, no solo vas a enfrentar a tus padres sino también a tu novio, amigos y demás.
Eres la peor conciencia, no me ayudas.
Hay si se calla, mientras camino detrás de mi padre veo que se dirige a su despacho, lo sigo una vez dentro veo como se sirve un trago de whisky y camina de un lugar a otro.
— ¿Por qué? ¿Por qué no me dijiste lo que pasó? ¿Por qué nadie me dijo?, ¿sabes cómo me siento? Demonios Mei soy tu padre. —se detiene y se termina su bebida de un solo golpe mirándome.
— Por vergüenza y si lo dije en el consejo fue porque era necesario para disolverlo, si no jamás se hubieran enterado, no culpes a nadie, ellos solo hicieron lo que les ordené, fue fácil, tú y madre nunca estuvieron.
— Yo nunca tuve el valor de darte la cara, tenía vergüenza de siquiera mirarte, no he sido el mejor padre de todos, te abandone, te deje a tu suerte sin pensar en ti, dejándome llevar por lo que decía el consejo, ahora veo qué solo fue una estrategia de Magnus para hacerte daño, perdóname no he sido un padre, no lo he sido. —se arrodilla frente a mí llorando.
— No, no hagas eso, yo ya los he perdonado, no fue tu culpa ni tampoco mía quizás, pero no podemos cambiar lo que paso solo queda afrontar. —le explico mientras me arrodillo a su lado y lo abrazo, empezando a llorar con él.
— Quiero que vayas a terapia Mei, no está bien que te culpes por todo. —me agarra con ambas manos el rostro— tú no eres culpable de nada, de nada mi vida, tú solo eres otra víctima más.
— No, no quiero hablar de eso, ya bastante es con decirlo en frente de todos y tener que liberarlo, ya no puedo, no puedo. —me niego rotundamente alejándome de él adoptando mi conducta de siempre, fría.
— No puedes alejarte de todos por tus heridas Mei. —trata de agarrarme, pero no me dejo— Ahora entiendo por eso no te gusta que te toquen, solo lo haces cuando te sientes en confianza del resto, ¿no?, ¿sabes? Lo noté, pero pensé que solo era un comportamiento de princesa.
— Yo solo usé la norma de: "no tocar a menos que seas familia real" a mi favor. —me excuso tratando de salir de allí, de repente se ha vuelto pequeño este despacho.
— Déjame ayudarte, es lo mínimo que puedo hacer. —me detengo con la mano en el pomo de la puerta.
— No, no iré. —abro la puerta y veo a los chicos afuera esperando yo paso de ellos tratando de refugiarme en mi cuarto, pero alguien me agarra del brazo deteniéndome, me volteo lentamente encontrándome con Darick.
— ¿Podemos hablar? —me pregunta con cautela, yo solo veo que todos me miran con duda y pena haciéndome sentir mal.
— Solo nosotros, ellos no. —menciona al ver mi duda por mi parte, solo me safo de su agarre sorprendiéndolo.
— Bien, pero en mi despacho. —nos dirigimos en silencio hacia allá.
— Sentémonos. —me ofrece dejando una distancia entre nosotros.
— No me trates como si fuera de cristal, me haces sentir mal, eso no significa nada. —le digo sentándome en frente de él.
— No sé cómo actuar. —se sincera— no quiero lastimarte o incomodarte.
— Ya lo haces, ¿así me vas a tratar de ahora en adelante? —ni siquiera lo miro, pero siento como besa la mejilla para luego arrodillarse frente de mí.
— Lo siento. —me acaricia la mejilla— ¿quieres hablarlo? —niego.
— Papá quiere que busque ayuda.
— Deberías hacerlo.
— ¿Crees que necesito ayuda? Pero si estoy bien.
— No pienso que estés bien, te vi Mei, todos lo hicimos, todavía te afecta... la manera en que lo viste se notaba que estabas a punto de matarlo.
Tiene razón si quería hacerlo.
— Me tocó... yo no quería. —trato de contener las lágrimas, pero me es difícil, así que me levanto dándole la espalda recargándome sobre la mesa.
— Considero que lo mejor es que dejes que te ayuden, no siempre lo ideal es encerrarte en tú cuarto y esperar a que toda esa tormenta interior se calme.
Tiene razón, pero no quiero admitirlo cargo con muchos tormentos y sé que tarde o temprano van a salir, no quiero eso, no quiero que salgan, pero ¿cómo los evito?
— Déjame sola...no quiero ver a nadie. —le pido sin mirarlo.
— Voy a estar hay para ti cuando tú quieras que esté y si dejas los chicos y tu familia también. —sin más se retira dejándome sola con toda esa duda que durante tres años he negado, porque es más fácil negar la verdad que afrontarla.
Pasan los minutos como si fueran horas hasta que siento como mi teléfono suena, al agarrarlo me arrepiento y me siento aún peor... es él.
— Ni siquiera preguntaré que quieres porque es obvio. —le digo apenas descuelgo
— A ver ilústrame.
— Ya sabes lo del consejo y/o vienes a burlarte de la muerte de mi hermano.
— De hecho, me duele que estés triste por su muerte, realmente no pensé que te afectara tanto y referente al consejo, si ya sé ¿lo mató?
— Si de verdad te importara no lo fueras matado.
— Es tu culpa, tú crees que juego y no es así.
— Nunca te vi como un juego, no desde que entraste a mi cuarto, pero solo me das a entender que te tengo enfrente todos los días.
— Si es así... pero dime, ¿lo mató? Nadie te juzgará por hacerlo.
— No, si supones que quiero matarlo es porque no me conoces.
— Ja, ja, ja... La que no se conoce eres tú, tú quieres hacerlo, lo vi en tu mirada, querías arrancarle los ojos.
—No quiero seguir en esta conversación, adiós.
— ¿Por qué te digo la verdad?
— No quiero hablar con el asesino de mi hermano.
— Tú y yo somos iguales o se te olvida lo que hiciste, tú los mataste.
— A diferencia tuya, yo solo mato cuando es necesario nada más, no por placer, no confundas las cosas.
— Te dejaré tranquila unos meses, después vendrá lo bueno.
Por un momento supuse que me entendía, qué quería hablar, pero me equivoque, solo quería manipularme como lo ha estado haciendo, salgo del despacho y voy al de mi padre, sorpresivamente están todos hay, al decir todos me refiero a Reyes y Heredados solo faltaba yo.
— Debemos formar un nuevo consejo. —menciona apenas entro con la atención de todos sobre mí.
— Disolviste el anterior, ¿ahora a quién pondrás? —me pregunta Ehlrion el padre de Oss.
— A ustedes, ¿quién mejor que los antiguos Reyes para liderar? Sé que ya no es su deber y es solo una opción, pero sinceramente veo más factible confiar en ustedes que en otros. —Me acerco al stand de licores de mi padre y me sirvo una copita de vodka.
— Es una buena idea. —habla Galater el padre Fil, a la vez que me tomo todo el contenido de un solo golpe, logrando que mi padre me mire mal.
— ¿Qué?, ¿una princesa no puede tomar? —lo reto con ironía en mi voz.
— Deja eso Mei —yo solo le saco la lengua y sirvo más, necesitaba esto.
— Es bueno.
— ¿Dónde aprendiste a tomar? —me pregunta arrebatándome la botella para dejarla bajo llave.
— Bueno, volviendo al tema, ¿están de acuerdo con un nuevo consejo por parte de ustedes? Se aplicarían las leyes como son y sin menospreciar a nadie. —los miro a todos y termino con mi copita misma que mi padre también me quita.
— Cuenta conmigo. —Habla por primera vez mi tío, el Rey Oleander.
— Igual con nosotros. —Habla D'arcy a la vez que los demás asienten, logrando que sonría.
Listo, una nueva era empieza.
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