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Capítulo 26 ***

Ya de vuelta en nuestro hogar, mi padre nos dirige a su despacho.

— Mei quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, lo que has logrado, lo has hecho sola, si has tenido un poco de mi ayuda, pero la mayoría lo has hecho sola, ¿sabes?, cuando naciste lloré, pensé que te acabarían, pero me equivoque tú eres fuerte. —me agarra la cara llorando, provocando un nudo en mi garganta— más fuerte de lo que llegue a creer y te quiero pedir disculpas, no he sido un padre ejemplar ni amoroso —yo sólo niego llorando.

— No digas eso. —me interrumpe.

— Yo dejé que te llevaran con apenas cinco años y nunca fui a verte, no tuve el valor, fui un cobarde.

— Solo deseabas lo mejor para mí, si las cosas no fueran pasados como pasaron, quizás no sería quien soy ahora, además estos meses has sido todo lo que me faltó durante esos años, yo te amo papá, no te guardo rencor, solo tengo amor para ti y toda mi familia, nunca dudes de eso. —lo abrazo llorando.

— Ve descansa, mañana tu madre quiere que vayamos a cabalgar, ya sabe cómo se pone si nos quedamos dormidos, je, je, je. —se limpia las lágrimas y besa mi frente.

— Sí, buenas noches, te quiero. —digo abrazándolo nuevamente y besando su mejilla.

Subo a mi habitación, cierro con llave quitándome poco a poco todo quedando solo en ropa interior, reviso mi teléfono mientras me quito el maquillaje y nada, no hay llamadas, ni mensajes, pero si sale que vio el mensaje.

¿Ahora si no dices nada?

Llámalo

Lo llamo y nada, sale apagado, suspiro.

— La que me trajo, cuando te necesito no estás, ¿tengo que ir hasta dónde estás? —digo al aire lanzando mi teléfono a la cama.

— Sería buena idea —volteo rápidamente a la puerta del baño— digo después de todo, tú fuiste la que dijo que íbamos rápido.

— Darick —lo miró sin creer que esté aquí— ¿Cómo entraste? Estás aquí —sonrió abalanzándome sobre él.

— ¡Voy a desaparecerme más seguido! —dice besando mi cabeza abrazándome por igual.

— No, no hagas eso, pero ¿cómo entraste? Espera deja cierro con llave. —Me dirijo a la puerta de mi habitación y cierro con seguro.

— Me ayudo tu hermano Lupu, ya sabes que es mi cómplice. —yo sonrió— te ves hermosa, aunque el vestido no estaba nada mal. —me mira de arriba abajo haciendo que me sonroje.

— ¡Gracias! —le sonrió, pero poco a poco me voy acercando hasta dónde él otra vez— pero viniste... ¿Por qué?

— Porque mi sexy novia me llamó, me dijo que me necesitaba y aquí estoy, pero primero dime ¿Cómo te fue? —me agarra de la cintura metiendo su cara en mi cuello.

— Muy bien, ya aceptaron, ahora todos están de mi lado y Ciro dio la idea de hacer una reunión para nosotros en forma de celebración, les mostré las pruebas contra el consejo.

— Sabía que lo lograrías, nunca dude de ti, además como negarse a una idea tuya son muy buenas. —me muerde suavemente el cuello.

— Si es cierto, pero falta la reunión del consejo y... ahh... Darick —me muerde más fuerte y chupa mi cuello— deja te explico.

— No, deja, te explico yo la falta que me has hecho. —sin más me carga haciendo que enrede mis piernas en su cintura llevándome a la cama donde le quito su camisa rápidamente.

— Yo también te extrañé. —él baja dejando besos por todo mi cuerpo, chupando y mordiendo suavemente— Darick... ahh... te necesito.

— Y yo. —me jala el panti sin nada de cuidado, yo aprovecho para quitarme el brasier para luego ayudarlo con su cinturón y pantalón.

— No sabes la tortura que fue tenerte tan cerca y a la vez tan lejos. —me dice susurrando en mi oído, mientras que con su miembro juguetea entre mis piernas, subiendo de arriba abajo, ejerciendo presión en mi clítoris.

— Ahh... y no sabes lo mucho que quería sacarte los ojos... ahh... Darick... no sigas, entra, entra ya. —jadeo sintiendo la necesidad de estar unidos.

— ¿Ansiosa? —asiento rápidamente tratando de unirnos, pero no me deja— imagina como estoy yo.

— ¿Peor? Ahh... —muerdo mis labios para no gritar fuerte, pues, ha entrado en una sola estocada, haciendo que me estremezca.

— Eres mía, solo mía Mei, nunca dudes de eso, jamás nena, eres lo más importante que tengo. —jadea en mi oído cada palabra logrando ponerme a mil.

— Tú... igual... ahh... Darick... mmm... —me aferro a su espalda mordiendo su hombro, él baja a morder mis pezones y jalarlos con fuerza.

— Mierda, estoy... a punto. —él sale volteandome, colocándome a gatas, mordiendo mi trasero para luego entrar de una sola estocada, logrando estremecer cada parte de mi ser, me jala del cabello, subiéndome a su altura con una mano, me aprieta el cuello suavemente y con otra pellizca mi pezón, por mi parte yo misma me estimulo.

— Mei eres mi perdición. —embiste más fuerte, robándome el aliento, yo no para de morder mis labios para no gritar, poco a poco voy sintiendo como en mi vientre se acumulan todas esas sensaciones avisando lo que se aproxima.

— Rayos Darick yo... Ahh... —me dejo llevar en sus brazos, es solo embiste tres veces más y me alcanza, caemos rendidos en la cama con nuestras respiraciones y pulsaciones a mil.

— ¡Eres grandiosa nena! Ven acá. —me giro, pues, estaba boca abajo y me acuesto en su pecho.

— Tenemos que hablar. —le digo después de un rato en silencio, se encontraba acariciando mi cabello.

— ¿Es malo? No quiero pelear Mei. —me dice besando mi cabeza, suspirando.

— Es importante. —me levanto cubriéndome con la sabana.

— Déjame a mi primero, ¿sí? —lo miro extrañada— te debo una explicación, pero primero ven acá —me jala hasta quedar otra vez en su pecho— así mejor, este es tu lugar. —sonrió besando su pecho.

— Es mi paraje favorito. —besa mi cabeza apretándome a él.

— Ya no hay necesidad de preocuparnos por Mara, me encargué de dejarle claro que tú y yo estamos juntos y que solo te amo a ti —besa mis labios.

— ¿De verdad?, ¿pero qué hiciste? —le pregunto mirándolo a los ojos apoyando mi mentón en su pecho.

— Le tendí una trampa, me estaba chantajeando con eso de que habíamos estado juntos, pero todo era mentira. —lo miro sin entender nada.

— ¿Cómo mentira? ¿Cómo se puede mentir con algo así? —él solo besa mi frente.

— Resulta que ese día yo tomé mucho, ella se aprovechó de eso para meterse en mi cama haciéndome creer que pasamos la noche juntos, solo que su actitud no me gusto y no me quedo de otra que averiguar a fondo.

— ¿Me tienes todo listo? —le pregunto a mi hombre de confianza, George.

— Sí, señor y la señorita ya llegó. —me informa abriéndome la puerta al entrar veo a Mara sentada en el restaurante esperándome.

— Buenas noches. —se levanta lanzándose sobre mí, yo la aparto con cuidado.

— ¿Qué pasa cielo? —Su voz a este punto me irrita demasiado.

— Mara ya deja la mentira, ya sé que me mentiste, después de tanto buscar por fin encontré una grabación que me sirviera donde claramente se ve que tú solo te metiste en mi cama aprovechándote de mi estado de ebriedad, agradece que no paso nada entre nosotros porque si fuera así te mando a la cárcel por abuso, entre nosotros no hubo ni habrá nada, nuestro acuerdo ya se disolvió y te agradezco que dejes tranquila a Mei si no quieres problemas conmigo, créeme no me quieres de enemigo. —le tiró una copia del video de seguridad.

— Eso es solo una copia ni te molestes en eliminarla, no soy estúpido, tu juego se acabó.

— ¿En serio piensas que esto se terminó? Si apenas empieza. —se burla.

— Ni vengas a chantajearme con que no eres virgen y que si es mi culpa, cuando tú y yo sabemos que tienes un amante al cual ves desde hace varios años. —le muestro una foto de ellos juntos besándose— Como esa hay más, si te acercas a mí o a Mei las haré públicas y serás tú la que tenga que dar explicaciones. —Me tomo la copa de vino de un solo trago y me voy.

— ¡Entonces todo fue mentira! —creo que la golpearé.

— No quiero que hagas nada, así que quítate esa idea de tu cabeza y no, no te leí la mente, solo que he aprendido a conocerte y sé que quieres golpearla. —acaricia mi cabello para que me tranquilice, cosa que logra.

— Se lo merece, por... hay por perra. —él solo se ríe.

— ¿Sabes qué te amo? —asiento besando sus labios

— Yo también te amo.

— Ahora dime, ¿qué me tenías que contar? —me siento respirando profundo.

— Ok, ya me preocupaste ¿Qué pasa nena? —se sienta él también, colocándome más nerviosa ¿Cómo le digo? – nena mírame ¿Qué pasa?

— ¡Tengo un retraso! —se queda helado haciendo que me entren más nervios y ganas de llorar— Lo siento, te juro que yo sí me tomé las pastillas que me diste, pero no sé. —me besa interrumpiéndome.

— No nena, no te pongas así, esto es de dos y si estás embarazada... —me mira a los ojos— no estás sola aquí, siempre voy a estar para ti lo juro. —lo beso y abrazo.

— Tenemos que hacerme una prueba para salir de dudas, pero mañana no puedo quedamos en cabalgar en familia. —le hago saber.

— No, Mei no puedes, si estás embarazada pones en peligro al bebe cabalgando.

— Lo sé, pero ¿cómo me niego?, solo puedo ir despacio. —me acuesto tapando mi cara —esto es un desastre— él me mira desde su posición, pues sigue sentado.

— No quieres tenerlo, ¿verdad? Digo si estás embarazada. —niego rápidamente, sentándome otra vez.

— Amor yo... lo siento no me expresé bien aquella vez, lo que quise decir es... —me interrumpe

— Sé lo que quisiste decir Mei, no quieres presiones, lo entiendo nena, si es verdad me moleste al principio y lo lamento, no te entendí y lo siento. —besa mi mano enterneciéndome.

— Solo quise decir que, si quiero todo contigo, solo que no veo la necesidad de correr, primero me gustaría que esto —sacó al anillo que me regaló a la vista— sea oficial, luego vemos sobre la marcha, pero la nuestra no la que los demás impongan, quiero que escribamos nuestra propia historia.

— Si mi vida te entiendo, como dije antes, solo quiero qué estés bien, te amo y claro que sé esperar todo lo que haga falta. —nos besamos— mañana voy a comprar unas pruebas para salir de dudas.

— Está bien, ahora duerme mañana me tengo que levantar temprano, te amo. —me acuesto en su pecho acariciándolo.

—Yo también te amo mi cielo, hoy mañana y siempre.

(...)

— ¡Hay Mei pareces caracol, apúrate! —me grita Lupu.

— Quiero admirar el paisaje, déjame. —le gritó de vuelta haciendo que se dé vuelva.

Sí aja.

Hay no empieces

¿Por qué no dices? No corro con ustedes porque posiblemente tenga un pequeño Darick aquí adentro.

Tú definitivamente eres la peor conciencia

Soy la mejor, la más hermosa y primorosa.

Olvídalo, eres un caso perdido.

Somos, somos un caso perdido.

Nos seguimos adentrando hasta llegar a la colina más alta dónde bajamos para acampar, todos estiramos nuestros cuerpos, las trillizas empiezan ayudar a nuestra madre mientras Volkodlak y yo ayudamos a bajar los juguetes, los guardias están con papá realizando un perímetro de seguridad.

— ¿Está todo listo, chicos? Pregunta mamá.

— Sí madre. —Volkodlak siempre de formal.

— Ok, ¿y tu novia? ¿No iba a venir? —le pregunta haciendo que todos lo miremos.

— De seguro ya se arrepintió de estar con alguien como tú. —lo codeo para molestarlo.

— Mei déjalo tranquilo —solo levantó las manos en forma de rendición.

— Hola, disculpen la demora. —dice, apenas llega Merialeth.

— No está bien, si justo está todo listo, ¿verdad tropa? —digo y todos asienten logrando que sonría.

— Ven vamos. —sale mi hermano Volkodlak a su rescate.

Desayunamos todo entre risas y bromas.

— Yo tengo otro... ¿Cuál es el colmo de Aladdín? —los miro a todos esperando respuesta— Tener mal genio. —pero yo sola me río.

— Mei por favor cállate, ninguno de los tuyos da risa. —hay si se ríen todos.

— Eres malo Volko. —le lanzó una papa frita.

— Bueno, ahora yo. —sale nuestro padre— Una mujer toda feliz le pregunta a su esposo: Mi amor, ¿qué me vas a regalar el día de mi cumpleaños? Él le responde: mira, ¿ves ese coche que hay en la esquina? Ella super emocionada le dice: ¡Dios mío! ¿En serio vas a regalarme ese coche? Él, sorprendido, le dice: ¡Claro que no! Te voy a regalar una plancha de ese mismo color.

Todos nos reímos por sus ocurrencias.

— Bueno, ya que estamos acá. —Volkodlak se levanta— quiero aprovechar para decirte que me gustas mucho y realmente me encantan muchas cosas de ti, quisiera poder conocerte mejor, por eso quiero pedirte que seas mi novia Merialeth, prometo hacerte feliz cada día —ella se sonroja, pues en su declaración mi hermano se hincó en una sola rodilla y saco un pequeño collar de esmeralda.

— Uy —decimos mis hermanos y yo riéndonos— logrando que se sonroje más.

— Sí, sí quiero —asiente feliz, mi hermano mayor aprovecha y le coloca el collar.

— Me da gusto por ustedes muchachos, espero sean muy felices. —mi padre habla llamando la atención.

— Si de ahora en adelante eres parte de nuestra familia Merialeth. —culmina mi padre agarrando su mano.

— Gracias, para mí es un honor estar aquí con ustedes. —nos mira a todos.

— A nosotros nos encanta la idea de que esté aquí y hagas feliz a nuestro hermano. —le hago saber, en eso empieza a sonar mi teléfono.

— Disculpen.

— Claro cariño ve. —mi madre dice y mis hermanos aprovechan para salir corriendo, me alejo y meo como la recién pareja se aleja para hablar a solas, sonrió por ellos.

Número desconocido:

— ¿Aló?

— ¿Me extrañabas? —siento como mi piel se estremece al escuchar su voz.

— ¿Qué quieres?

— A ti, como te prometí, te di unos días por la boda de tu amiga, pero como ya vi que están bien, regresé acá contigo.

¿Regresar?, ¿estaba con ellos? ¿Qué les hiciste?

— ¡Sí qué preguntas! Me gusta, eres curiosa, pero eso ya lo sabía.

— ¡Déjate de tonterías y di qué mierda quieres! —grito llamando la atención de todos, mis padres se acercan.

— ¿Qué pasa cariño? —mi madre pregunta.

— Mándale mis saludos y dile que tiene los días contados.

— No vas a lograr lo que sea que te propones, no lo permitiré.

— ¿Segura? Porque yo ya moví mis piezas, mientras tú solo dormías con tu novio, besos pronto serás mía.

Sin más cuelga, dejándome alterada

— ¿Qué te dijo? —preguntan mis padres.

— Que... —me giró para mirarlos.

— ¡Mamá! ¡Es Lupu ven...! —grita Fay logrando que corramos hacia ella, encontrándonos con una escena aterradora, Lupu está rojo, arrodillado en el césped, sus ojos, garganta y piel se están poniendo rojos.

— Es una alergia, hay que llevarlo rápido al palacio. —mi madre nos dice, yo lo cargo y me subo con él al caballo.

Voy lo más rápido posible, mi padre me sigue junto con algunos de seguridad, como puede esquivo, ramas y troncos en el camino, estamos muy adentro en el bosque, si no me apuro puede ser... No, no voy a pensar eso.

Yo ya moví mis piezas.

Él lo hizo, por eso llamo, es un maldito infeliz, divido el palacio a mi vista, corro lo más rápido que puedo logrando llegar, pero se ve muy mal, está hinchado y se nota que le cuesta respirar.

— Es alérgico a las nueces. —dice mi padre, apenas llegamos bajando de los caballos, los de seguridad abren las puertas y los doctores rápidos se lo llevan.

— ¿Estás bien? —mira a Ciro extrañada, no lo había visto, al fijarme todos están acá Luke, Filarion y Darick

— ¿Por qué están aquí? —les pregunto entrando al palacio, pues ellos me retuvieron en la entrada.

— Tú nos llamaste. —me detengo en seco, mirando a Fil, pues él me respondió— todos recibimos tu mensaje.

— No, yo no los llame. —analiza la situación— mierda vayan a un lugar seguro, es una trampa.

— No te vamos a dejar sola. —Ahora es Darick que me detiene, me safo de él corriendo por los pasillos para bajar la escalera al ala de hospitalización de aquí del palacio.

Apenas llegó está mi padre dando vueltas. —No me dejan entrar— yo solo veo a mi hermano como le cuesta respirar.

— Esto es mi culpa. —mis ojos pican y mi garganta se cierra en un nudo, toco el cristal que nos separa.

— No digas eso mi vida, esto no es tu culpa. —mi padre me abraza pasando su brazo por mis hombros, yo niego.

— Eso fue lo que dijo. —lo miro sin poder evitar llorar— para eso llamo papá, él me abraza fuertemente mientras me consuela.

— Desde ayer hay luna llena. —reflexiona Luke apareciendo con el resto.

— Llama a Oceanidouss pregúntale si está bien y cosas triviales, no le digas lo que pasa, él dijo que los fue a vigilar. —le digo a Luke rápidamente se aparta a llamar.

Pasan los minutos y nada siguen moviéndose de un lugar a otro tratando de estabilizarlo, en eso llega mi madre con Merialeth y Volkodlak.

— Los chicos están arriba con las niñeras ¿Cómo están? Todavía no entiendo cómo se intoxicó con nueces, todos aquí saben que no deben colocarlo en su comida. —mi madre llega a nuestro lado.

— Están bien. —Luke me informa yo solo asiento.

— Yo creo que fueron las galletas. —Aparece, Fay— perdón, pero me escapé. —agacha la cabeza.

— ¡Ven! —le tiendo mi brazo y viene hasta dónde estoy abrazándome fuerte, yo me agacho a su altura— ¿Qué galletas?

— No sé, anoche nos metimos en la cocina y una señora nos dio galletas, pero no la había visto antes, creo es nueva, yo le dije que no se las comiera, pero no me hizo caso, ¿es mi culpa? —yo niego

— No Fay claro que no, esto no es tu culpa y de ninguno de ustedes. —miro detrás de los chicos y está el resto de mis hermanos— ¿ok? —todos se sientan y corren a abrazarme, están asustados al igual que yo.

— Logramos estabilizarlo, pero no está bien, sus vías respiratorias están muy afectadas, tuvimos que entubarlo para hacerle llegar oxígeno, las próximas horas son críticas, lo lamento Majestad, Altezas. —hace una reverencia y se va con mi hermano otra vez.

En eso suena mi teléfono otra vez, lo miro y es el mismo número desconocido

— Dame el teléfono Mei. —mi madre me dice totalmente alterada, yo solo niego y me aparto para contestar.

— Si lo haces será peor, déjame a mí.

Número desconocido

¿Te gustó mi regalo? — se ríe

— Estás enfermo

— De amor por ti

— ¿Qué quieres?

— ¿Hasta cuándo la misma pregunta? Ya te lo dije a ti.

— Déjalos en paz, esto no es necesario. —rompo a llorar— por favor déjalos.

¿Sabes? Eso es lo que quiero evitar, ellos te hacen débil, no te necesito débil, sino fuerte, ellos me estorban y lo que me estorba lo quito de mi camino. —Cuelga.

Darick llega a dónde estoy, pues me había apartado, yo solo lanzo mi teléfono destruyéndolo.

— Él no va a parar, quiere acabar con todos ellos y es mi culpa, es mi culpa, no sé qué hacer ¿Cómo se supone que nos defienda? Y... ¿Y cómo sabe dónde atacar? —Estoy totalmente alterada, camino de un lugar a otro.

— Cálmate Mei con eso no logras nada, ven. —Trata de agarrarme, pero no me dejo.

— Siento que no lo controlo, no puedo —caigo de rodillas llorando, mi cabello cae sobre mí, ahora está entre color azul y lila, él solo se arrodilla a mi lado abrazándome

— Shh ya nena, ya. —trata de tranquilizarme— no sabes lo que me duele, verte así.

— Es mi culpa, todo esto es mi culpa. —me escondo en su cuello aferrándome a él.

— No lo es, esto nunca será tu culpa, sino de él. 

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